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1.

Obediencia a los padres: Sostengo que la familia es una comunidad de


amor, excepción al principio Ubi Societas Ibi Iura. Luego la obediencia será un
acto de amor y nada más libre que el amor. Eso suena muy bonito enunciado
así, pero la familia, al ser una sociedad extraña puede en algunos casos
mostrar relaciones de derechos y obligaciones, eso implica que en casos en los
que los padres tengan la virtud técnica vital que el hijo no haya adquirido aún
y eso genere un riesgo para el hijo, creo que será viable, en casos extremos,
la obediencia obligatoria.

¿De dónde proviene el deber de obediencia a los padres? La razón es que los
padres tienen desarrollada la virtud técnica (no necesariamente moral) de
desenvolverse en sociedad y tener unas nociones básicas para la supervivencia
que el hijo no tiene. Ese deber de obediencia va cambiando y siendo más
técnico en la infancia pasa a ser más moral en la adolescencia... Por eso
generalmente un hijo rebelde, más que un malcriado desobediente, denota un
amplio nivel de crítica hacia sus padres...

2. Obediencia a los jefes: Esta obediencia es obligatoria, jurídicamente


vinculante, pero limitada en muchos puntos. Lo más curioso es que la
obediencia al jefe no tiene necesariamente una razón de autoridad, sino una
razón contractual. Al obligarse uno a actuar subordinadamente tiene que
aceptar muchas decisiones; eso implica que uno tiene voz, pero carece de
voto. La razón es netamente contractual... de allí que los filósofos
contractualistas intenten sostener que el estado tiene su razón de ser en un
contrato -algo absolutamente falso- pero que denota que ellos se inventan esa
ficción porque saben que en el fondo no puede haber obediencia justa por
fuera de un contrato.

Sin embargo, muchos jefes tienen autoridad técnica, y la mayoría de los que
yo he tenido son verdaderas fuentes de aprendizaje en muchos temas... lo
que no significa que yo plantee una voz de disenso.

3. Obediencia a los profesores: esta es la más cuestionable. Se supone que


un profesor está para enseñar, pero si solamente me "enseña" a repetir ¿qué
tengo yo que obedecerle? Sobre la pedagogía sostiene Fernando González:

Sexta. La pedagogía consiste en la práctica de los modos para ayudar a otros a


encontrarse; el pedagogo es partero. No lo es el que enseña, función vulgar,
sino el que conduce a los otros por sus respectivos caminos hacia sus
originales fuentes. Nadie puede enseñar; el hombre llega a la sabiduría por el
sendero de su propio dolor, o sea, consumiéndose.
Veamos, por ejemplo, la aritmética. Poco me importa que mis hijos sepan las
tablas de multiplicar; que sepan efectuar las cuatro operaciones con enteros y
quebrados; las leyes expresadas son cadáveres; lo único vivo es el espíritu.
Que mis hijos mediten y vivan los problemas, para que se fortalezcan; el
hombre crece de dentro para afuera. La emoción del conocimiento es lo que
embellece. Me opongo a que les enseñen así: “Ocho por siete...”. Hay
máquinas para eso. Basta conducirlos hasta que digan: multiplicar es sumar de
una vez varias cantidades iguales. Que aprendan luego las tablas, pero en
cuanto máquinas; en cuanto somos hombres, vivir la armonía, escuchar la
música de los números.
Toda ley que se enseñe a un niño, sin que la haya vivido, descubierto en sí
mismo, es vanidad. Toda ciencia está en nosotros; la escuela, si no está
basada en la pugnacidad, en la creación, perjudica. (FERNANDO GONZÁLEZ,
LOS NEGROIDES.
De lo anterior, el que no enseña el espíritu expresado en la individualidad
ajena no es autoridad y no merece obediencia. Pero si lo hace merece
obediencia... Esta obediencia nunca será jurídica, salvo en una situación
indeseable como los colegios, donde los padres delegan a los profesores la
seguridad de sus hijos.

4. Obediencia al estado: ¿La plata o la vida? -dice un atracador-. Nadie se


negará a entregar la plata (dinero), no por obediencia sino simplemente por
supervivencia. Lo mismo sucede con el estado, sin embargo hay que distinguir
3 supuestos:

A) JERARQUÍA DEL ESTADO:


La jerarquía del estado es una representación social, psicológicamente
aceptada, pero infundada desde todo sentido. Así que la obediencia al estado
por jerarquía no es ni debida jurídica ni moralmente. Sin embargo, para
nuestra supervivencia ¿es práctica esa desobediencia? Depende del caso, si ¿o
los impuestos o su empresa? La verdad es preferible aceptar una pérdida
pequeña que perder todo el patrimonio... eso lo determina otra virtud
llamada la prudencia.

B) A LAS LEYES: Lo diré sencillo. Si son justas, son experiencias lícitas y


recomendables a tener en cuenta, si son injustas puede existir el derecho y
hasta el deber de desobedecerlas.

C) CONTRATACIÓN Y "SERVICIOS" DEL ESTADO: Frente a la contratación


estatal estamos ante una circunstancia análoga al caso de los jefes, y el de los
servicios hay que pagar porque, así sea el estado nos enriqueció y luego
merece una compensación.

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