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EL GIRO LINGÜÍSTICO DEL SIGLO XX

Tomás Austin M.

Como antecedente hay que establecer que desde los tiempos de la Grecia clásica (los tiempos de los
filósofos y escritores griegos más importantes como Sócrates, Platón y Aristóteles), se había pensado que el
ser humano debe su razón de ser a su habilidad intelectual, a su capacidad de pensar y razonar, de manera
que a partir de esta habilidad los seres humanos captan la realidad a su alrededor con su inteligencia y esto es
lo que comunican a otros. Este esquema el lenguaje humano no es otra cosa que un medio –muy secundario
en importancia— que sólo sirve para comunicar, pero que no interviene en lo que se piensa ni en la forma en
que se capta la realidad. Este fenómeno ha recibido varios nombres, en que, siendo lo mismo, la diferencia de
términos sólo destaca énfasis distintos en lo que se analiza: dualidad mente-cuerpo o espíritu-materia, o
sujeto-objeto]. En los inicios de la Edad Moderna Descartes, con su dictum de “/Pienso luego existo/”, volvió a
legitimar esta forma de pensar, pero esta vez para constituir la filosofía de los tiempos modernos, hasta el siglo
XX. Por otro lado al lenguaje sólo se le daba importancia a aquello que representara lo que Echeverría llama “el
lado asertivo del lenguaje”, la presuposición obstinada de que sólo tiene interés teórico las expresiones que de
ser verdaderas o falsas.
Lo que cambió en el siglo XX es justamente la importancia que se le da al lenguaje en el origen de nuestros
actos, en primer lugar, y de cómo construimos nuestra convicción de lo que es real a partir de ese mismo
lenguaje, en segundo lugar.
Según Rafael Echeverría, este cambio de importancia en el papel de lenguaje se inicia con Nietzsche,
continúa con Wittgenstein, sigue con Austin y luego con Searle. Veamos en breves palabras qué es lo que
aportó cada uno de ellos al giro lingüístico.

Friedrich Nietzsche, (1844 - 1900)

Nietzsche quiere proponer un hombre con una forma de pensar, de sentir y de actuar, que supere al hombre
de raigambre greco-cristiano de su tiempo (recuerde que Nietzsche escribe en 1860 al 1890), al que él llama el
superhombre. Por lo que busca qué es lo que sustentaba los modos de pensamiento de su tiempo, Lo
encuentra en el lenguaje, si bien su filosofía no es una filosofía del lenguaje.
Para Nietzsche, las palabras tienen un desarrollo en su significación. Nacen, se desarrollan y mueren. Tienen
una genealogía, así que su significado no es único, estático o congelado en el tiempo.
El hombre no describe exactamente lo que siente porque no puede expresar las esencias de los fenómenos,
sólo transmite sus impulsos, sus sensaciones, con las palabras que tiene más a mano. Es decir, hace retórica.
Crea imágenes retóricas del mundo para decir lo que siente.
Pero, además, debe ayudarse de figuras o ideas que son parecidas a lo que siente, de similitudes. El
lenguaje es metafórico, de descripciones, por eso es creativo, por su naturaleza misma.
Por eso es que los conceptos son estructurados por el lenguaje. La realidad se convierte en aquello que
podemos decir solamente. Así que lo que creemos “conocer” es sólo lo que podemos decir. El conocimiento
se hace, se constituye a través del lenguaje. No podemos conocer aquello para lo que no tenemos lenguaje.
Si nos percatamos de algo nuevo, lo hacemos equivalente a algo conocido mediante la metáfora, o le
inventamos una palabra nueva.
Sólo cuando nos damos cuenta de esta trampa del lenguaje, podemos superarnos a nosotros mismos,
creando o adquiriendo un lenguaje que trascienda al ser humano (al hombre) que hemos sido hasta ese
momento.
Ludwig Wittgenstein, (1889-1951)

Wittgenstein fue tan gran filósofo que propuso dos esquemas filosóficos distintos. La primera esta descrita en
su Tractatus Logicus Filosóficus (1918) llamado también del “*Primer Wittgenstein*”. Su segunda propuesta
filosófica está contenida en sus Investigaciones Filosóficas (1952) y esta época de su producción es llamada
del “*Segundo Wittgenstein*”. Ambas propuestas filosóficas hablan del lugar del lenguaje en la vida humana.
En el Primer Wittgenstein hace una propuesta de lógica filosófica para crear un lenguaje que pueda reflejar
exactamente a la realidad para los postulados científicos.
En el Segundo Wittgenstein niega toda posibilidad a tal lenguaje y postula que sólo existe el lenguaje de la
vida cotidiana. Su principal propuesta aquí es que vivimos en juegos de lenguaje. Por lo que existen
múltiples conjuntos de lenguaje particulares. Según lo describe Guillermo Briones: Aquí dice que no pretende
teorizar ni explicar nada, salvo describir el fenómeno del lenguaje. Al respecto señala que el lenguaje
comprende varios Juegos lingüísticos diferentes entre sí y para diferentes usos, cada uno de los cuales está
sometido a sus propias reglas. Por otro lado, dice, el significado de las palabras define su uso. Solo cuando se
sabe cómo han de ser usadas, sea para interrogar, describir objetos, nombrar, etc., solo entonces puede
decirse que se conoce y se puede hablar un cierto lenguaje.
A diferencia de sus primeras afirmaciones, ahora el lenguaje ya no se concibe como figura de la realidad,
sino como un instrumento, como una herramienta. La tarea del filósofo consiste en conocer las palabras en su
uso cotidiano ya que los juegos lingüísticos expresan la forma de vida de la comunidad”
El lenguaje es mucho más que darle nombre a las cosas y tampoco puede sustituir a las cosas que nombra.
Es decir, el significado correcto de los signos lingüístico no son los objetos designados por ellos. Tampoco
podemos crear modelos ideales o lógicos para nombrar lo que sucede en la realidad (como el intento de crear
un lenguaje solamente científico), sino que es en la vida cotidiana donde deben buscarse los significados que
adquieren las palabras en la forma que un grupo particular de hablantes las usa.
El significado de una palabra es su uso en el lenguaje dice Wittgenstein, es decir, lo que hace al lenguaje es
la forma en que es usado y practicado en los diversos juegos, como dar ordenes, informar, etc. La gente
aprende a hablar viendo cómo hablan los demás en relación con ciertas prácticas y formas de vida específicas,
de manera que los usos del lenguaje difieren --mucho o poco-- de un juego de lenguaje a otro y entre ellos
solo hay un “/aire de familia/”. Por eso es que las palabras no pueden ser entendidas fuera de la utilización que
hacen de ellas los hablantes y ese uso del lenguaje está en concordancia con las demás prácticas que ellos
realizan. El significado de las palabras es comprendido dentro de los juegos de lenguaje de la comunidad a la
que pertenecen y donde se los usa en forma práctica. Para Wittgenstein “/la expresión juego de lenguaje debe
poner de relieve aquí que hablar del lenguaje forma parte de una actividad o de una forma de vida/”. Así, cada
juego de lenguaje tienes sus propias reglas del juego, las que son comprendidas solo por aquellos que lo
practica porque así lo han pactado sin darse cuenta, es decir, así lo ha consensuado y son estas normas las
que le dan sentido a lo que se dice porque establecen cómo se usan las palabras en las oraciones.
Para Wittgenstein el lenguaje consiste en mil juegos. El uso diario de las palabras genera todo y cualquier
sentido en el mundo. Cualquier significado y sentido de las cosas siempre es relativo. Concibe la filosofía como
terapia del espíritu, claridad de pensamientos para alcanzar una paz en el pensar que desemboque en una
serena convivencia en soledad. En palabras del propio pensador: ''La filosofía es una praxis analítica y crítica
del lenguaje, un estilo de vida y de pensar, no una doctrina."
Los juegos lingüísticos se convierten así en el contexto de lo que se dice y se hace. O lo que es lo mismo, lo
que se dice depende de su contexto. Es decir, el significado de una palabra depende de su uso en un
ambiente particular, en un contexto. Otra forma de ponerlo es decir que el significado de las palabras esta
referido a la acción, aun esto no haya sido una expresión de Wittgenstein, pero que es algo sugerido por su
filosofía, sugerencia que tomará en cuenta J.L.Austin.
* John. L. Austin (1911 – 1960)*

Estudió y enseñó en Oxford, donde se destacó por la importancia que le concedió al lenguaje ordinario.

Austin, “/Siguiendo una argumentación con clara afinidad con los argumentos de Wittgenstein, Austin llamó la
atención sobre aquellas expresiones en las que la distinción de verdad o falsedad deja de ser
pertinente. Así, por ejemplo, si alguien dice “prometo que vendré”, no esta enunciando que está prometiendo,
sino que está haciendo una promesa. Austin llamó a este tipo de expresiones “realizativas” en oposición a las
expresiones “constatativas” que son aquellas comprometidas en una función asertiva/”/*

Para Austin ambas formas de expresión, realizativas y constatativas son acciones, o mas bien, actos de habla.
Así, emitir un juicio o hacer una descripción es ejecutar un acto de habla tal como lo es hacer una promesa o
dar una orden. Pero aquí hay algo más. Tradicionalmente la filosofía había separado la teoría de la práctica, el
conocer del hacer, pero en esta proposición de Austin, tal dualidad desaparece porque el conocer y el hacer
son una misma cosa. No serían dos cosas distintas, sino dos dimensiones o enfoques de la misma cosa. Una
expresión constatativa se sitúa en el lado del concoer, o de la teoría, mientras que las expresiones realizativas
se sitúan en la dimensión práctica, del hacer, de las acciones.

El Acto de habla, a veces denominado acto de discurso, es una de las nociones esenciales de la pragmática
lingüística y es la unidad más pequeña que realiza, por medio de la lengua, una acción (una orden, un pedido,
aserción, promesa) destinada a modificar la situación de los interlocutores. El coenunciador sólo puede
interpretarla si reconoce el carácter intencional del acto del enunciador. Todo acto de habla se inscribe, así, en
un marco institucional que define un conjunto de derechos y de obligaciones para los que participan de él.
Debe satisfacer cierta cantidad de “condiciones de uso” que son, también “condiciones afortunadas” que lo
vuelven apropiadas al contexto[10]
.

Finalmente, Austin hace distinciones para los actos de habla completos (¿la expresiones realizativas?), es
decir, que al producir un acto de habla se llevan a cabo tres actos simultáneos. O bien, que cuando
alguien dice algo es necesario distinguir entre:
*El acto de decirlo*, que Austin llama el */acto locucionario/*. “/Es
la acción de hablar, la producción de decir algo. Es acto equivale a
expresar cierta oración con un cierto sentido y referencia, lo que a su
vez, es aproximadamente equivalente al significado en el sentido
tradicional. Es un acto locutivo, por ejemplo la expresión /Ella me
dijo: ¿acompáñalo!/”*[11]* <#_ftn11>/. O dicho de otro modo, /se produce
una secuencia de sonidos que tiene una organización sintáctica y que
refieren a algo/.[12] <#_ftn12>

*El acto que ejecutamos al decir algo* y que denomina el */acto


ilocucionario/* (prometer, afirmar, advertir, etc.), y por último. Es el
que realizamos al decir algo, por ejemplo: cantar, aconsejar, pedir,
interrogar, explicar, ordenar, amenazar. Podemos decir que realizar un
acto locucionario es, en general y por lo mismo, realizar un acto
ilocucionario, (…) es llevar a cabo un acto al decir algo, como cosa
diferente de realizar el acto de decir algo. La fuerza elocutiva de un
enunciado se manifiesta a través del verbo (llamado preformativo), ya
que cada vez que cuando hablamos, de un modo u otro realizamos actos
elocutivos, tales como informar, ordenar advertir, comprometerse, etc.,
esto es, actos que tienen una cierta fuerza (convencional)[13]
<#_ftn13>. En palabras de otro autor, donde /por medio del habla se
lleva a cabo una acción que modifica las relaciones entre los
interactuantes: afirmar, prometer/.[14] <#_ftn14>

*El acto que realizamos porque decimos algo* y que llama el */acto
perlocucionario/* (persuadir, asustar, entretener, asombrar, etc.)[15]
<#_ftn15> *Se refiere a los efectos *del decir algo. Por ejemplo, la
mamá que le dice al chico (/”Anda a lavarte ahora mismo”/, realiza un
acto lingüístico que consiste en una locución (los términos dichos), una
ilocución (una orden), y una perlocución (la intención de la mamá de
inducir al chico a lavarse). Decir algo producirá ciertas consecuencias
o efectos sobre los sentimientos, pensamientos o acciones del auditorio,
o de quien emite la expresión, o de otras personas. Pero quede claro
que “/Existe una diferencia entre lo que consideramos la producción real
de efectos reales y lo que consideramos como meras consecuencias
convencionales/”.[16] <#_ftn16> En tanto que el acto ilocucionario tiene
naturaleza lingüística, está vinculado con la producción de cierta
formula, el acto perlocucionario esta fuera del dominio de la lengua[17]
Continúa diciendo Zcchetto, quien ha realizado una de las mejores síntesis breves de la teoría de Austin,

Austin observa que la distinción entre estos tres tipo de acto


lingüísticos es meramente teórica porque en la práctica se usan
mezclándolos simultáneamente. Lo cierto es que, en la práctica, la que
parece crear más dificultades es la distinción entre ilocuciones y
perlocuciones. En nuestro uso cotidiano, va implícita la intención
realizativa de lo que estamos diciendo, y, al mismo tiempo, buscamos
algún tipo de efecto de las palabras que emitimos. Pero es claro que lo
que manifiesta el carácter elocutivo o perlocutivo de un enunciado
depende del contexto en que se emite, referido a lugares y tiempos
determinados.

Notemos la relevancia que tienen estos conceptos en el momento de


estudiar el lenguaje ordinario, o cuando se analiza el que reproducen
los medios de comunicación social. Los tres aspectos del habla se
entretejen y manifiestan su fuerza de modo conjunto: los actos locutivos
muestran los contenidos semánticos de las palabras y enunciados, la
dirección elocutiva los amplían con sus operaciones de afirmar,
amenazar, indagar, y finalmente el lado perlocutivo señala las
repercusiones que pueden producir tales actos: serenidad, miedo, fuga,
alegría, envidia, ira, compasión, etc. Se trata, por lo tanto, de
prestar atención a la situación comunicativa en sus factores reguladores
prácticos y teñidos de contextualizad.

En conclusión, las investigaciones de Austin sobre enunciados


realizativos y su tricotomía de los actos lingüísticos pusieron de
manifiesto los vínculos existentes entre el lenguaje y la acción. Esta
idea fue un innegable avance para la pragmática del lenguaje
corriente/*[18]*/ <#_ftn18>.

De manera que Wittgenstein había producido toda una reformulación al


plantear que el lenguaje debe examinarse como múltiples juegos donde el
significado esta directamente relacionado con el contexto de lo dicho.
Austin lo precisa más aun y establece hasta qué punto el lenguaje es la
acción por lo que “/a partir del planteamiento de Austin se produce una
discusión sobre el sentido/”[19] <#_ftn19> Así ya no es cosa de si algo
es verdad o mentira, sino de encontrarle el sentido a lo dicho.

* John R. Searle (1932)*

El filósofo Austin plantea un aspecto del marco teórico de los Actos de


Habla, lo que es continuado por Searle. Según nos explica éste, el
hablar un lenguaje es tomar parte en una forma de conducta gobernada por
reglas por lo que «aprender y dominar un lenguaje es aprender y haber
dominado esas reglas»[20] <#_ftn20>, y cuando se le pregunta a este
autor por la validez de sus afirmaciones, este nos señala que todo
radica en el hecho de su pertenencia a un orden específico del lenguaje,
y el conocimiento que de él se tiene, viene dado análogamente al ejemplo
del jugador de béisbol. El conocimiento está dado por el saber como se
juega, lo cual significa la internalización de una serie de reglas. Las
reglas no pueden atentar en contra del juego, porque aún siendo un libro
de reglas que describe otras reglas en contra de las reglas, sin duda se
referirá a otro juego.

El lenguaje o el hablar un lenguaje consiste en realizar actos de habla,


y entre estos actos se encuentran el hacer enunciados, dar ordenes,
plantear pregunta, etc. Pero con una mayor abstracción se pueden
realizar actos como referir y predicar, y todos estos actos son posibles
porque se realizan de acuerdo con algunas reglas para el uso de ciertos
elementos lingüísticos.

Según Searle, el porqué del concentrarse en el estudio de los actos de


habla, radica en el hecho de que «/toda comunicación lingüística incluye
actos lingüísticos», ya que la unidad de la comunicación lingüística no
es el símbolo o la oración, sino que su unidad radica en el hecho de la
producción de los mismos cuando se realiza un acto de habla. Por lo que
Searle describe o define al acto de habla como «unidades básicas o
mínimas de la comunicación lingüística/»/*[21]*/ <#_ftn21>

Para Searle lo que define el tipo de acto de habla que se está


ejecutando en cada momento no reside en el significado de las oraciones
que se utilizan, sino en lo que se haga con ellas, es decir su
compresión. Un mismo enunciado, con un único significado, puede usarse
para preguntar, afirmar, ordenar etc. Si decimos "/Hay que estar aquí
antes de las 9 horas/" puedo estar dando una orden o informando a
alguien, por ejemplo a un inspector de trabajo que se ha interesado por
el horario de una empresa. Desde este punto de vista las prescripciones
son hechos, sucesos en el mundo.[22] <#_ftn22>

Según Searle hay cinco tipos básicos de actos de habla. Y fijar este
número de actos de habla –en contraste con los supuestamente infinitos
“/juegos lingüísticos/” de Wittgenstein-- es la contribución que Searle
le hace a la teoría general de la Filosofía del lenguaje.

Estos cinco tipos de actos de habla son:

1.

*/ Asertivos o representativos/*: su propósito es representar un


estado de cosas como real. “/En las que el orador se compromete en
diversos grados a que algo es el caso, vale decir, a la verdad de
la proposición expresada/”[23] <#_ftn23>”
2.

*/ Compromisivos o comisivas/*: su objeto es comprometer al


hablante, en diversos grados, con un curso de acción futuro.

3.

*/ Directivos/*: su objeto es comprometer al oyente con un curso


de acción futura. Que el oyente haga algo. Estas incluyen tanto
preguntas, que procura que el oyente haga un acto de habla
representativo, como órdenes, que procuran que el oyente lleve a
cabo un acto lingüístico o no lingüístico.

4.

*/ Declarativos/*: su propósito es crear una situación nueva.


“/Establecen una correspondencia entre el contenido proposicional
del acto de habla y la realidad. Estas poseen en modo manifiesto
el rasgo de constituir la realidad como sucede, por ejemplo,
cuando el oficial civil expresa “Os declaro marido y mujer”, o
cuando el árbitro expresa “doy por terminado el partido”, o el
juez señala “El veredicto es inocente”,/ etc.”[24] <#_ftn24>

5.

*/ Expresivos/*: sirven para manifestar sentimientos y actitudes


del hablante. “Manifiestan un determinado estado psicológico
sobre una determinada situación. Entre ellas se incluyen, por
ejemplo, actos de habla como el disculparse o la alabanza.”[25]
<#_ftn25>

Según nos explica Echeverría, Searle distingue dos direcciones


fundamentales de correspondencia entre las palabras y el mundo. Por un
lado, lo que llama, la dirección “de la palabra al mundo”, donde las
expresiones deben corresponder con el mundo, como en el caso de las
expresiones representativas. Por otro lado, la dirección “del mundo a
la palabra”, en las que existe una petición o promesa de modificar el
mundo de acuerdo a lo expresado, como por ejemplo, en las expresiones
comitivas o directivas.

Finalmente Searle cuestiona la afirmación de Wittgenstein en el sentido


de que existe un número infinito de juegos lingüísticos o de usos del
lenguaje. Adoptando la perspectiva utilizada en su análisis sobre los
puntos ilocucionarios, se descubre que con el lenguaje sólo es posible
hacer un número limitado de cosas:

le decimos a otros cómo son las cosas,

procuramos que hagan cosas,

nos comprometemos a hacer cosas,

expresamos nuestros sentimientos y actitudes y,

acometemos cambios mediante nuestras expresiones/*[26]*/ <#_ftn26>.


Ahora sabemos por qué lo que decimos crea nuestro futuro, de manera tal
que uno podría decir que lo que nos suceda no es "producto del destino"
sino el "producto de lo que hemos dicho" en algún momento en alguna
parte a alguien, y que finalmente se vuelve contra nosotros mismos o nos
impulsa a otros futuros. Somos lo que hablamos.

Finalmente tenemos:

Actos de Habla (Incluyendo la versión de Echeverría)

Austin

Searle

Distinciones de Echeverría

Características

LOCUCIONARIOS

*/Donde el hablante expresa un estado de cosas. /*

Decir algo: “Hace frío en la sala”

* Asertivos o representativos:* su propósito es representar un estado de


cosas como real.

*/ le decimos a otros cómo son las cosas/*

AFIRMACIONES

Descripciones acerca del mundo que observamos

Verdaderas,

o Falsas

PERLOCUCIONARIOS

Causar algo / mediante lo que se hace / diciendo algo.

El hablante busca causar un efecto sobre sus oyentes

“Hace frío por culpa tuya”

“Este tipo es tonto”


* Declarativos:* su propósito es crear una situación nueva.

*/ acometemos cambios mediante nuestras expresiones/*

DECLARACIONES

Actos lingüísticos que generan una nueva realidad.

-Compromisos

-Son válidos o inválidos

-Requieren de autoridad que genera o es generada en el poder.* *

del NO (/de negación/)

del SI (/de aceptación/)

de IGNORANCIA

de GRATITUD

de PERDÓN

de AMOR

* Expresivos:* sirven para manifestar sentimientos y actitudes del hablante

*/ expresamos nuestros sentimientos y actitudes/*

INQUIETUDES

/ Preocupación,/

/ Concernir./

Hacerse cargo.

“/Justifica que vivimos en mundos interpretativos/” (89)

ILOCUCIONARIOS

“Hacer diciendo algo”

La gente realiza una acción diciendo algo. El rol ilocucionario fija el


modo en que se emplea una oración: afirmación, promesa, mandato,
confesión, Te prometo, Te ordeno, te confieso.

* Compromisivos o comisivas:* su objeto es comprometer al hablante con


un curso de acción futuro.
*/ nos comprometemos a hacer cosas/*

PROMESAS

Actos declarativos que permiten coordinar acciones con otros.

Elementos fundamentales:

Orador

Oyente

Acción a llevar a cabo

Tiempo.

* Directivos:* su objeto es comprometer al oyente con un curso de acción


futura.

*/ procuramos que hagan cosas/*

*OFERTAS y*

* PETICIONES.*

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Bibliografía

Briones, Guillermo, */FILOSOFÍA Y TEORÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES/,


/Dilemas y propuestas para su construcción/*. Dolmen, Santiago de Chile,
1999
II. Se produce el "giro lingüístico"
Se conoce con esa expresión el fenómeno generalizado ya
a partir de fines de los' 50, de expansión de la lingüística - de
modo particular la saussuriana como saber modélico que alcanzó
todas las ciencias humanas, incluida entre ellas, la filosofía.
Inicialmente y por varias décadas, el "giro lingüístico" se constituyó
como estructuralismo, hecho del que no escaparon las más
dispares tendencias. Todo se produjo, además, en el ámbito de
un fenómeno mundial que ha llevado a hablar de una "civilización
del signo", clima que favoreció, sin duda, la expansión de la
nueva ciencia modélica que anunciaba, además, el nacimiento de
la semiótica.
Dijimos que el "giro lingüístico" se caracterizó, de modo particular,
por la presencia de lo que podríamos ver como un saussurianismo
dentro de las ciencias humanas. Pero no fue eso exclusivamente. Otras
líneas ha habido en este complejo "giro" derivadas asimismo de lo que
bien puede considerarse como uno de los grandes hechos del siglo XX,
el descubrimiento del lenguaje. Aquéllas, si bien muchas de ellas
asimilaron a Saussure, no compartieron el lugar secundario que éste les
había concedido a las hablas, de hecho expulsadas de la ciencia
lingüística.
y esto no es de extrañar si tenemos en cuenta que las tesis
centrales de Saussure y, en particular, la doctrina suya en la que
reconoce dos niveles en el lenguaje, uno, profundo, a saber, la lengua y
el otro de superficie, las hablas, responde al esquema general del
proceso de descentramiento del sujeto moder dada a la oposición "sincronía/diacronía",
decididamente dada a favor
del primer término, basta para probar que se trataba de una
reformulación del primitivo sujeto cartesiano, hecho, por lo demás,
contemporáneo con el neo-cartesianismo de Husserl.
En verdad, el descentramiento alcanzó al saber lingüístico y, por
acarreo, a las ciencias humanas, por obra de un desplazamiento hacia
las hablas. Dentro de ese fenómeno se encuentran otras tendencias,
entre ellas la lingüística inglesa, así como los neo-lingüistas italianos.
Entre los primeros se comenzó con el "regreso al lenguaje ordinario" de
Ludwig Wittgenstein y concluyó con los "actos de habla" y la cuestión de
la performatividad de Austin. Al renunciar Wittgenstein a su primitiva
colocación dentro de las "filosofías de la conciencia", más concretamente
a la rama "Iogicista" de estas filosofías representadas por Gottlob
Frege, se instala en el nivel de las hablas. "Tenemos que permanecer -
nos dice - en las cosas del pensamiento cotidiano" y, luego, agrega con
énfasis: "iQueremos avanzar; por ello necesitamos la fricción. ¡Vuelta al
terreno áspero!" (Investigaciones filosóficas, Barcelona, Crítica, 1988, p.
121). No hay una gramática universal, cada palabra, cada expresión,
cada "juego de lenguaje", tiene la suya, sus reglas; con lo que no
llegamos a la incomunicación sino que la aseguramos en su inmensa
riqueza. Tal es el terreno "áspero" donde experimentamos las
"fricciones". El sujeto, es pues, radicalmente, sujeto en posición de
discurso o, si se quiere, de comunicación y la filosofía que en esos
mismos textos Wittgenstein repudia de modo tan radical, no es otra que
la de la presencia.
En Italia, contemporáneamente, y como consecuencia de las
doctrinas de Croce acerca del lenguaje como expresión, se generó la
corriente denominada "neo-lingüística", la que se mueve asimismo en el
nivel de las hablas, hecho que nos interesa no sólo por la fuerte
presencia del crocismo entre nosotros, sino también por el magisterio,
no menos destacado en nuestras tierras, de Karl Vossler, continuador
del maestro italiano. Mas también nos interesa si pensamos en los
llamados "gramscianos argentinos", que por obra del propio Gramsci
quedaron englobados en esta amplia corriente, aún cuando no como
lingüistas. La importancia que el filósofo italiano le concede a las hablas,
tanto desde el punto de vista de su concepción del lenguaje, como de la
praxis discursiva que pone en juego, lo aproxima curiosamente a
formulaciones que no hubieran desagradado al "segundo Wittgenstein".
"Me parece -dice Gramsci- que se puede decir que "lenguaje" es
esencialmente un nombre colectivo que no supone una cosa única ni en
el espacio ni en el tiempo. ...el hecho "lenguaje" es, en realidad, una
multipli cidad de hechos más o menos orgánica mente coherentes y
coordinados. Llevando las cosas al límite se puede decir que cada ser
parlante tiene su propio lenguaje, esto es, su propio modo de pensar y
sentir" (A. Gramsci. El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto
Croce, Buenos Aires, Nueva Visión, 1984, p. 31). En otro texto escrito
con un espíritu semejante y en el que contrapone las "gramáticas
normativas" a lo que denomina "gramáticas espontáneas" nos dice que
el número de éstas "es incalculable y desde el punto de vista teórico
puede decirse que todo el mundo tiene una gramática propia. Sin
embargo -aclara luego- frente a esa "disgregación hay de hecho
movimientos unificadores de mayor o menor amplitud..." (A. Gramsci.
Cultura y literatura, Barcelona, Península, 1972, p. 319).
Lo que nos interesa ahora es señalar de qué modo el "giro
lingüístico" se incorporó al descentramiento del sujeto moderno y de qué
manera quedaron sentadas las bases, desde ese hecho, para la
constitución de la Teoría del Discurso.
Para responder a la cuestión nos resulta necesario tener en
cuenta que la constitución de la lingüística como ciencia -uno de los
hechos desencadenantes de aquel "giro"- no se encuentra propiamente
dentro del proceso de descentramiento, tal como ya lo anticipamos. En
verdad, Saussure, a su modo, no superó la paradoja de la Quinta Parte
del Discurso del Método, la razón humana, definida por y desde el
lenguaje, no tuvo, como problemática, el desarrollo ni las consecuencias
que podrían haberse esperado debido al esencialismo y al solipsismo
dentro de los cuales se enunciaba. El rechazo de la lógica y el descubrimiento
del universo de las hablas en Wittgenstein, constituye un
nuevo emplazamiento de aquel sujeto y un vuelco de la tradición
cartesiana; la revaloración de las hablas desde la tradición lingüística
italiana, asumida desde el marxismo, en el caso de Gramsci, fue otro de
los modos como la problemática del lenguaje se incorporó a este
complejo y rico proceso.
III. El sujeto de discurso y la fragmentación
Pero el sujeto moderno, a más de "descentrado" y de tener que

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