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Tomás Austin M.
Como antecedente hay que establecer que desde los tiempos de la Grecia clásica (los tiempos de los
filósofos y escritores griegos más importantes como Sócrates, Platón y Aristóteles), se había pensado que el
ser humano debe su razón de ser a su habilidad intelectual, a su capacidad de pensar y razonar, de manera
que a partir de esta habilidad los seres humanos captan la realidad a su alrededor con su inteligencia y esto es
lo que comunican a otros. Este esquema el lenguaje humano no es otra cosa que un medio –muy secundario
en importancia— que sólo sirve para comunicar, pero que no interviene en lo que se piensa ni en la forma en
que se capta la realidad. Este fenómeno ha recibido varios nombres, en que, siendo lo mismo, la diferencia de
términos sólo destaca énfasis distintos en lo que se analiza: dualidad mente-cuerpo o espíritu-materia, o
sujeto-objeto]. En los inicios de la Edad Moderna Descartes, con su dictum de “/Pienso luego existo/”, volvió a
legitimar esta forma de pensar, pero esta vez para constituir la filosofía de los tiempos modernos, hasta el siglo
XX. Por otro lado al lenguaje sólo se le daba importancia a aquello que representara lo que Echeverría llama “el
lado asertivo del lenguaje”, la presuposición obstinada de que sólo tiene interés teórico las expresiones que de
ser verdaderas o falsas.
Lo que cambió en el siglo XX es justamente la importancia que se le da al lenguaje en el origen de nuestros
actos, en primer lugar, y de cómo construimos nuestra convicción de lo que es real a partir de ese mismo
lenguaje, en segundo lugar.
Según Rafael Echeverría, este cambio de importancia en el papel de lenguaje se inicia con Nietzsche,
continúa con Wittgenstein, sigue con Austin y luego con Searle. Veamos en breves palabras qué es lo que
aportó cada uno de ellos al giro lingüístico.
Nietzsche quiere proponer un hombre con una forma de pensar, de sentir y de actuar, que supere al hombre
de raigambre greco-cristiano de su tiempo (recuerde que Nietzsche escribe en 1860 al 1890), al que él llama el
superhombre. Por lo que busca qué es lo que sustentaba los modos de pensamiento de su tiempo, Lo
encuentra en el lenguaje, si bien su filosofía no es una filosofía del lenguaje.
Para Nietzsche, las palabras tienen un desarrollo en su significación. Nacen, se desarrollan y mueren. Tienen
una genealogía, así que su significado no es único, estático o congelado en el tiempo.
El hombre no describe exactamente lo que siente porque no puede expresar las esencias de los fenómenos,
sólo transmite sus impulsos, sus sensaciones, con las palabras que tiene más a mano. Es decir, hace retórica.
Crea imágenes retóricas del mundo para decir lo que siente.
Pero, además, debe ayudarse de figuras o ideas que son parecidas a lo que siente, de similitudes. El
lenguaje es metafórico, de descripciones, por eso es creativo, por su naturaleza misma.
Por eso es que los conceptos son estructurados por el lenguaje. La realidad se convierte en aquello que
podemos decir solamente. Así que lo que creemos “conocer” es sólo lo que podemos decir. El conocimiento
se hace, se constituye a través del lenguaje. No podemos conocer aquello para lo que no tenemos lenguaje.
Si nos percatamos de algo nuevo, lo hacemos equivalente a algo conocido mediante la metáfora, o le
inventamos una palabra nueva.
Sólo cuando nos damos cuenta de esta trampa del lenguaje, podemos superarnos a nosotros mismos,
creando o adquiriendo un lenguaje que trascienda al ser humano (al hombre) que hemos sido hasta ese
momento.
Ludwig Wittgenstein, (1889-1951)
Wittgenstein fue tan gran filósofo que propuso dos esquemas filosóficos distintos. La primera esta descrita en
su Tractatus Logicus Filosóficus (1918) llamado también del “*Primer Wittgenstein*”. Su segunda propuesta
filosófica está contenida en sus Investigaciones Filosóficas (1952) y esta época de su producción es llamada
del “*Segundo Wittgenstein*”. Ambas propuestas filosóficas hablan del lugar del lenguaje en la vida humana.
En el Primer Wittgenstein hace una propuesta de lógica filosófica para crear un lenguaje que pueda reflejar
exactamente a la realidad para los postulados científicos.
En el Segundo Wittgenstein niega toda posibilidad a tal lenguaje y postula que sólo existe el lenguaje de la
vida cotidiana. Su principal propuesta aquí es que vivimos en juegos de lenguaje. Por lo que existen
múltiples conjuntos de lenguaje particulares. Según lo describe Guillermo Briones: Aquí dice que no pretende
teorizar ni explicar nada, salvo describir el fenómeno del lenguaje. Al respecto señala que el lenguaje
comprende varios Juegos lingüísticos diferentes entre sí y para diferentes usos, cada uno de los cuales está
sometido a sus propias reglas. Por otro lado, dice, el significado de las palabras define su uso. Solo cuando se
sabe cómo han de ser usadas, sea para interrogar, describir objetos, nombrar, etc., solo entonces puede
decirse que se conoce y se puede hablar un cierto lenguaje.
A diferencia de sus primeras afirmaciones, ahora el lenguaje ya no se concibe como figura de la realidad,
sino como un instrumento, como una herramienta. La tarea del filósofo consiste en conocer las palabras en su
uso cotidiano ya que los juegos lingüísticos expresan la forma de vida de la comunidad”
El lenguaje es mucho más que darle nombre a las cosas y tampoco puede sustituir a las cosas que nombra.
Es decir, el significado correcto de los signos lingüístico no son los objetos designados por ellos. Tampoco
podemos crear modelos ideales o lógicos para nombrar lo que sucede en la realidad (como el intento de crear
un lenguaje solamente científico), sino que es en la vida cotidiana donde deben buscarse los significados que
adquieren las palabras en la forma que un grupo particular de hablantes las usa.
El significado de una palabra es su uso en el lenguaje dice Wittgenstein, es decir, lo que hace al lenguaje es
la forma en que es usado y practicado en los diversos juegos, como dar ordenes, informar, etc. La gente
aprende a hablar viendo cómo hablan los demás en relación con ciertas prácticas y formas de vida específicas,
de manera que los usos del lenguaje difieren --mucho o poco-- de un juego de lenguaje a otro y entre ellos
solo hay un “/aire de familia/”. Por eso es que las palabras no pueden ser entendidas fuera de la utilización que
hacen de ellas los hablantes y ese uso del lenguaje está en concordancia con las demás prácticas que ellos
realizan. El significado de las palabras es comprendido dentro de los juegos de lenguaje de la comunidad a la
que pertenecen y donde se los usa en forma práctica. Para Wittgenstein “/la expresión juego de lenguaje debe
poner de relieve aquí que hablar del lenguaje forma parte de una actividad o de una forma de vida/”. Así, cada
juego de lenguaje tienes sus propias reglas del juego, las que son comprendidas solo por aquellos que lo
practica porque así lo han pactado sin darse cuenta, es decir, así lo ha consensuado y son estas normas las
que le dan sentido a lo que se dice porque establecen cómo se usan las palabras en las oraciones.
Para Wittgenstein el lenguaje consiste en mil juegos. El uso diario de las palabras genera todo y cualquier
sentido en el mundo. Cualquier significado y sentido de las cosas siempre es relativo. Concibe la filosofía como
terapia del espíritu, claridad de pensamientos para alcanzar una paz en el pensar que desemboque en una
serena convivencia en soledad. En palabras del propio pensador: ''La filosofía es una praxis analítica y crítica
del lenguaje, un estilo de vida y de pensar, no una doctrina."
Los juegos lingüísticos se convierten así en el contexto de lo que se dice y se hace. O lo que es lo mismo, lo
que se dice depende de su contexto. Es decir, el significado de una palabra depende de su uso en un
ambiente particular, en un contexto. Otra forma de ponerlo es decir que el significado de las palabras esta
referido a la acción, aun esto no haya sido una expresión de Wittgenstein, pero que es algo sugerido por su
filosofía, sugerencia que tomará en cuenta J.L.Austin.
* John. L. Austin (1911 – 1960)*
Estudió y enseñó en Oxford, donde se destacó por la importancia que le concedió al lenguaje ordinario.
Austin, “/Siguiendo una argumentación con clara afinidad con los argumentos de Wittgenstein, Austin llamó la
atención sobre aquellas expresiones en las que la distinción de verdad o falsedad deja de ser
pertinente. Así, por ejemplo, si alguien dice “prometo que vendré”, no esta enunciando que está prometiendo,
sino que está haciendo una promesa. Austin llamó a este tipo de expresiones “realizativas” en oposición a las
expresiones “constatativas” que son aquellas comprometidas en una función asertiva/”/*
Para Austin ambas formas de expresión, realizativas y constatativas son acciones, o mas bien, actos de habla.
Así, emitir un juicio o hacer una descripción es ejecutar un acto de habla tal como lo es hacer una promesa o
dar una orden. Pero aquí hay algo más. Tradicionalmente la filosofía había separado la teoría de la práctica, el
conocer del hacer, pero en esta proposición de Austin, tal dualidad desaparece porque el conocer y el hacer
son una misma cosa. No serían dos cosas distintas, sino dos dimensiones o enfoques de la misma cosa. Una
expresión constatativa se sitúa en el lado del concoer, o de la teoría, mientras que las expresiones realizativas
se sitúan en la dimensión práctica, del hacer, de las acciones.
El Acto de habla, a veces denominado acto de discurso, es una de las nociones esenciales de la pragmática
lingüística y es la unidad más pequeña que realiza, por medio de la lengua, una acción (una orden, un pedido,
aserción, promesa) destinada a modificar la situación de los interlocutores. El coenunciador sólo puede
interpretarla si reconoce el carácter intencional del acto del enunciador. Todo acto de habla se inscribe, así, en
un marco institucional que define un conjunto de derechos y de obligaciones para los que participan de él.
Debe satisfacer cierta cantidad de “condiciones de uso” que son, también “condiciones afortunadas” que lo
vuelven apropiadas al contexto[10]
.
Finalmente, Austin hace distinciones para los actos de habla completos (¿la expresiones realizativas?), es
decir, que al producir un acto de habla se llevan a cabo tres actos simultáneos. O bien, que cuando
alguien dice algo es necesario distinguir entre:
*El acto de decirlo*, que Austin llama el */acto locucionario/*. “/Es
la acción de hablar, la producción de decir algo. Es acto equivale a
expresar cierta oración con un cierto sentido y referencia, lo que a su
vez, es aproximadamente equivalente al significado en el sentido
tradicional. Es un acto locutivo, por ejemplo la expresión /Ella me
dijo: ¿acompáñalo!/”*[11]* <#_ftn11>/. O dicho de otro modo, /se produce
una secuencia de sonidos que tiene una organización sintáctica y que
refieren a algo/.[12] <#_ftn12>
*El acto que realizamos porque decimos algo* y que llama el */acto
perlocucionario/* (persuadir, asustar, entretener, asombrar, etc.)[15]
<#_ftn15> *Se refiere a los efectos *del decir algo. Por ejemplo, la
mamá que le dice al chico (/”Anda a lavarte ahora mismo”/, realiza un
acto lingüístico que consiste en una locución (los términos dichos), una
ilocución (una orden), y una perlocución (la intención de la mamá de
inducir al chico a lavarse). Decir algo producirá ciertas consecuencias
o efectos sobre los sentimientos, pensamientos o acciones del auditorio,
o de quien emite la expresión, o de otras personas. Pero quede claro
que “/Existe una diferencia entre lo que consideramos la producción real
de efectos reales y lo que consideramos como meras consecuencias
convencionales/”.[16] <#_ftn16> En tanto que el acto ilocucionario tiene
naturaleza lingüística, está vinculado con la producción de cierta
formula, el acto perlocucionario esta fuera del dominio de la lengua[17]
Continúa diciendo Zcchetto, quien ha realizado una de las mejores síntesis breves de la teoría de Austin,
Según Searle hay cinco tipos básicos de actos de habla. Y fijar este
número de actos de habla –en contraste con los supuestamente infinitos
“/juegos lingüísticos/” de Wittgenstein-- es la contribución que Searle
le hace a la teoría general de la Filosofía del lenguaje.
1.
3.
4.
5.
Finalmente tenemos:
Austin
Searle
Distinciones de Echeverría
Características
LOCUCIONARIOS
AFIRMACIONES
Verdaderas,
o Falsas
PERLOCUCIONARIOS
DECLARACIONES
-Compromisos
de IGNORANCIA
de GRATITUD
de PERDÓN
de AMOR
INQUIETUDES
/ Preocupación,/
/ Concernir./
Hacerse cargo.
ILOCUCIONARIOS
PROMESAS
Elementos fundamentales:
Orador
Oyente
Tiempo.
*OFERTAS y*
* PETICIONES.*
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Bibliografía