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Cualquiera que intente hablar de Covadonga se dará cuanta que se trata de una tarea
ardua y complicada de realizar, principalmente por lo poco que sabemos de ella a través
de las fuentes, que dicho sea de paso corresponden a casi dos siglos después del suceso,
y de las historias y leyendas que llegan hasta nuestros días. Uno de los aspectos menos
tratados en las fuentes y mas difíciles de dilucidar no tiene mucho que ver con la famosa
batalla de Covadonga donde el valeroso caudillo Pelayo y algunos nobles astures
refugiados en una cueva de las montañas del norte de España derrotaron al ejercito
musulmán y comenzaron la reconquista de España que se vio terminada varios siglos
después, sino que se trata de la construcción de la famosa gruta donde hasta hoy en día
se venera a la virgen de Covadonga, La Santina, en la cueva ubicada en los picos de
Europa.
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antes estaba ahí, de ese espacio cóncavo al que califica y donde ocurrieron los hechos,
Cova, pero además es nombre de mujer Dominica, titulo en latín o Cueva de la Señora,
la evolución a través del uso abrevia con frecuencia las voces largas, entonces domínica
acabó en donga y resultó Covadonga
Pero todo esto que vemos hoy en día, ¿De donde surge? ¿Cuándo es que Covadonga se
vuelve tan importante para el pueblo? ¿Desde cuando estuvo ahí, para que nos llegara a
nosotros hasta hoy en día?
Cualquiera que quiera estudiar los orígenes del pueblo Astur no puede dejar de lado el
análisis de las tres fuentes más importantes y básicas para el conocimiento de la historia
del Reino de Asturias, me refiero a la Crónica Albeldense, la llamada Crónica Profética
y la Crónica de Alfonso III que cuenta con dos versiones con ligeras variantes entre
ambas, la Rotense y la “A Sebastian”. Estas tres crónicas se enmarcan dentro del ciclo
cronístico de la época de Alfonso III, el Magno, quien impulsa una dinámica actividad
historiográfica orientada a conservar y rememorar la historia fundacional del Reino del
siglo VIII. Estas crónicas escritas casi dos siglos después del suceso que nos atañe, con
el propósito de relata la historia del Reino Astur, tienen un marcado tono de
magnificencia y una clara intención de justificar ideológicamente la historia del pueblo,
con un acento claramente progótico, y es clara la idea de dejar expresado que los reyes
asturianos son los inmediatos continuadores de los reyes toledanos.
La Crónica Albeldense lleva ese nombre debido a un monasterio próximo a Logroño, en
la villa de Albelda, donde se encontró un manuscrito de la crónica que fue continuada
por el monje Vegila hasta el año 976. Es un texto que enmarca la histórica particular del
Reino Asturiano dentro de una historia de proyección universal.
La Crónica de Alfonso III que se había conocido con el nombre de Crónica de
Sebastian de Salamanca, también tiene otra versión llamada Rotense, hoy en día es
aceptada la prioridad de la versión Rotense por sobre la ad Sebastianum aunque la duda
sobre los autores y las fechas de cada una no dejan de ser piezas importantísimas para
muchas investigaciones ya que aun no se tienen totalmente claras las relaciones y
situaciones entre ambas.
Otra de las fuentes de las que nos serviremos, pero en menor profundidad, para intentar
dilucidar el origen de la veneración a la virgen es la Crónica de San Benito de Fray
Antonio de Yepes perteneciente a la orden de San Benito, religioso e historiador
español, dentro de todo lo que hizo fue predicador de Teología moral del monasterio de
San Benito de Valladolid y abad del monasterio de San Vicente de Oviedo. Durante los
seis años que estuvo en Asturias se dedico a la clasificación y recopilación de
documentos encontrados en los archivos asturianos y utilizando esos documentos se
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dedico a escribir una historia de la religión, en 1610 es nombrado abad del monasterio
de San Benito de Valladolid y fue ahí donde termino de imprimir los volúmenes de la
crónica de su orden la que demoro cerca de doce años (1595 – 1607) en redactar. Los
siete volúmenes de su crónica se encuentran bajo el nombre de Crónica general de la
Orden de San Benito.
Pasemos a citar y analizar ciertos fragmentos de las crónicas que podrían ayudarnos a
disipar nuestras dudas sobre el origen del culto a la virgen.
Crónica de Alfonso III versión Rotense, “Y el dirigiéndose a las tierras montañosas,
reunió a cuantos hallo que iban a consejo, y subió a un gran monte cuyo nombre es
Auseva, y se refugio en el costado del monte, en una cueva que SABÍA muy segura;...”
Es obra mía el haber puesto la palabra sabía en mayúscula ya que es justo esa palabra la
que nos da a entender que Pelayo ya había estado en la cueva anteriormente y como
cuenta la leyenda, que explicare mas adelante, Pelayo se habría encontrado con un
ermitaño en la cueva, el cual ya en esos tiempo veneraba a la Virgen María en el lugar,
pero eso, como ya dije, lo explicare más adelante, solo no hay que olvidar que al decir
la crónica que Pelayo sabia que la cueva era muy segura da pie para pensar que la
leyenda puede tener algo de verdad.
“Y el va dicho obispo Oppa, subiéndose a una altura ante la Covadonga, habla a Pelayo
diciéndole así:...” esta cita podríamos interpretarle como que ya en esa época (siglo
VIII) se conocía la cueva como Covadonga, pero seria más bien un análisis erróneo ya
que lo más factible es que al ser escrita la crónica en época de Alfonso III el autor haya
incluido el termino porque en su época es la expresión utilizada para denominar el
lugar, no porque el obispo Oppa en su tiempo la denominara así, aunque no es necesario
en gran análisis para saber que en época del rey Alfonso III ya se veneraba a la Virgen
en ese lugar de todas maneras la cita nos sirve para rectificar que así fue
verdaderamente.
“...una vez que las piedras habían salido de las catapultas y llegaban a la Iglesia de
Santa María Virgen, que esta dentro, en la cueva, recaían sobre los que las lanzaban y
hacían gran mortandad a los musulmanes” Aquí ya se esta nombrando no solo a la
Virgen sino que ya existe la Iglesia de la Santa María Virgen que se encontraba dentro
de al cueva, que es donde hoy en días e encuentra el santuario con la imagen de la
virgen venerada, podemos decir con tranquilidad que en la época de la batalla no existió
tal iglesia, en la única parte donde se nombra un culto anterior a la virgen como ya dije
es el caso de la leyenda del ermitaño y este no construyo ninguna iglesia, esta claro que
el autor se refiere a la iglesia que existe en el momento en el que el esta escribiendo,
pero esto nos trae otro problema , ya que se dice que la basílica ubicada en la
mismísima cueva es creación del rey Alfonso I el católico, pero en ninguna de las
crónicas aquí estudiadas sale nombrado ese hecho, esta información dice ser sacada de
el acta fundacional, pero este texto es apócrifo, dicen algunos estudiosos que asta podría
haber sido falsificad a comienzos del siglo XVIII, este documento que nos ofrece dudas
esta firmado por el rey Alfonso I, su esposa Ermensinda y por siete prelados. Por ende
no tenemos claro a quien atribuirle la construcción de esta iglesia que se nombra en la
crónica, si a Alfonso I o a Alfonso III el rey que gobernaba en los años en que la crónica
fue escrita.
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Crónica de Alfonso III versión “A Sebastian”, “Y cuando Pelayo supo de su llegada se
refugio en el Monte Auseva, en una caverna que se llamaba Cueva de Santa María.”
Todo el tiempo los autores de ambas versiones de la crónica de Alfonso III usan
expresiones como Covadonga o en este caso Cueva de Santa María, pero nos queda la
duda si en esta oración en particular el autor estará utilizando un termino de su propia
época o uno que ya se utilizaba en la época de los sucesos que esta narrando,
generalmente al estudiar escritos que no son contemporáneos al suceso que relatan se
entremezclan características y términos que entrega el propio autor y que son de su
época y que lo influencian al escribir y otros pocos de la época narrada, a mi parecer
siempre que se estudian escritos que cuentan con estas características hay que tener en
cuenta la fuerte influencia que genera en los individuos la propia experiencia y no
engañarse con lo que nos dicen las crónicas, es por esto que yo me inclino mas por la
opción de que el termino utilizado en este caso, Cueva de Santa María, es uno que
corresponde a la época del autor, es decir casi dos siglos posterior a la batalla que esta
narrando, porque lo único que sabemos que podría darnos a entender que la cueva ya
era un sitio de veneración a la virgen antes de la batalla es la leyenda nombrada
anteriormente y que explicare mas adelante, que habla del encuentro de Pelayo con un
ermitaño que se dedicaba a venerara a la virgen en el lugar, pero nunca se nos habla de
que fuera un hecho sabido por alguien más, por ende es imposible que en la época ya se
nombrara el lugar en honor a la virgen cuando solo eran unos pocos los que sabían la
existencia de este solitario ermitaño único que la veneraba, según la leyenda.
“Pues una vez que las piedras eran lanzadas por los que manejaban las catapultas a la
Iglesia de Santa María siempre Virgen, recaían sobre los que las lanzaban y causaban
gran mortandad a los musulmanes.” Esta cita es prácticamente igual a la ya señalada
anteriormente y que pertenecía a la versión Rotense y no es necesario analizarla
nuevamente.
Crónica Albeldense, “Pelayo, hijo de Bermundo, nieto de Rodrigo, rey de Toledo fue el
PRIMERO que se metió en las ásperas montañas, bajo la peña y cueva de Auseva.”
Aquí es obra mía el haber recalcado la palabra primero justamente porque es la palabra
clave dentro de lo que nosotros queremos saber, al decir que fue el primero nos da a
entender que culto a la Virgen un hubo anteriormente y todo el culto que existió después
nosotros podríamos sacar por conclusión que ocurrió después de la batalla contra los
musulmanes y lo mas probable es que se haya generado debido a la misma batalla.
“Además en aquella ocasión, los de la hueste sarracena que se libraron de la espada, al
derrumbarse un monte en la Liébana, fueron aplastados por sentencia de Dios y por la
divina providencia surge el reino de los astures.” En la cita anterior no se hace ninguna
referencia al carácter sagrado de la cueva antes de la batalla, pero ya en esta hay un
marcado sentido religioso que como conclusión podríamos decir que proviene de las
características de la época en que la crónica fue escrita y en la cual ya existía cierta
devoción por el lugar, y talvez, esto ya es una conjetura, para resaltar aun mas el
marcado carácter religioso de la batalla y del lugar en que esta acontece con el fin de
resaltar aun más la dinastía de los reyes asturianos y su legitimidad.
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Crónica general de la Orden de San Benito, “acrecentó también este santo (Alfonso I) el
monasterio de Santa María de Covadonga, en aquel sitio de la Santa Cueva que fue
principio de la restauración de España, a donde el rey Don Pelayo se recogió con pocos
cristianos y milagrosamente nuestro Señor le defendió haciendo que las saetas, dardos y
otras armas que arrojaban los moros contra los nuestros, se volvieran contra los mismos
infieles… En ella, pues, por la devoción deste suceso milagroso que hemos dicho y
porque fue principio de la restauración de España, reedifico este santo rey el monasterio
de Covadonga que el rey Don Pelayo, su suegro, había comenzado á ilustrar,
dedicándolo á Santa María… La iglesia de Santa María es agora de canónigos y aunque
no está rica como ella se merece, ni la grandeza y majestad que era razón tuviese un
sitio de donde se comenzó la restauración de España, con todo esto conserva el titulo de
monasterio. Yo estoy persuadido que en los tiempos que se edifico era de la orden de
San Benito, como generalmente lo fueron los monasterios de España, por muchos años
después de su perdida; y si bien es verdad que agora sirven en ella canónigos, no es cosa
nueva de monasterios de la orden de San Benito hacerse iglesias colegiales; antes hemos
topado y hallado tantos ejemplos que no hay cosa mas común y trillada en esta
historia.” Como ya dije anteriormente el hecho que se atribuya la construcción a
Alfonso I no es muy fidedigna, pero aquí hay algo nuevo que no nos habían dicho antes,
que Pelayo después de la batalla y la milagrosa victoria se encargo de “comenzar a
ilustrar” la creación de un lugar dedicado a Santa María, si nos detenemos a pensarlo no
es una tesis muy descabellada ya que siendo Pelayo cristiano y haber ganado la batalla
de forma milagrosa como nos la presentan las crónicas lo mas lógico seria que el
mismo, junto con los otros rebeldes astures que participaron en dicha batalla, hayan
comenzado un culto y una veneración a la virgen en el lugar en que aconteció tan
milagroso suceso y que posteriormente, no sabemos cuando, y esa es la gran incógnita
de Covadonga, se haya edificado un monasterio precedido por ya sea benedictinos o
canónigos como lo presenta Fray Antonio de Yepes. Por otro lado no nos consta y no
hay nada y nada queda en el lugar que recuerde la obra que se les atribuye a los
primeros reyes de Asturias, pues lo que todavía se llama monasterio se aleja a gran
distancia de los tiempos a que se alude.
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No nos queda más que decir que haya sido antes de la batalla por un ermitaño o después
de esta por Pelayo o por el rey Alfonso I lo que tenemos muy claro es que la
importancia y el empuje que este lugar ganó y continuó originando asta hoy se lo debe
en su totalidad a la milagrosa batalla acontecida en las faldas del cerro el año 722 donde
los musulmanes fueron derrotados y desde donde se dio comienzo a la larga reconquista
de los antiguos reinos cristianos de España hasta conformar la España actual, batalla
que hoy en día se puede catalogar de fundacional, que el carácter milagroso de este
hecho fue fuente de inspiración y devoción, y lo sigue siendo, a la Virgen Santísima hoy
considerada madre y patrona de Asturias gracias a la cual fue posible la recuperación de
los territorios para la fe cristiana.
“La imagen de la Virgen de Covadonga nos recuerda y hace vivir lo que ella fue en la
historia de salvación para Jesús y para sus discípulos de ayer y de hoy. La Santina es
una imagen de María entrañada e inculturada en el pueblo asturiano por historia, por
antigua tradición, por transmisión familiar, por experiencia religiosa personal.
Arraigada profundamente en las gentes de esta tierra y constituye uno de los signos con
más fuerza y poder de convocatoria de los que Asturias tiene.”
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Bibliografía