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Las instituciones
políticas
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del autor y no representan
necesariamente la ideología
de la editorial.
para entender
Las instituciones políticas
Jorge Javier Romero
Impreso en China
Las instituciones
políticas
México en su Bicentenario
Índice
4. La institucionalización liberal 23
9. La crisis y el cambio 53
10. Glosario 69
11. Bibliografía 73
7
4. La institucionalización liberal
-Fortalecimiento porque el diseño del régimen federal estableciera con precisión una
del federalismo delimitación funcional de competencias y definiera con claridad el
dominio local. Era necesario, además, un mecanismo de arbitraje
entre el centro y las entidades, y entre ellas mismas, para determinar
límites y funciones.
-Debilidad La autonomía local fue el centro de la reflexión constitucio-
del Ejecutivo nal. No la formación del poder central. El resultado fue un Ejecutivo
débil, cercado por el Legislativo y sin instrumentos legales para cons-
truir acuerdos duraderos. El presidente Ignacio Comonfort, que había
gobernado durante el proceso constituyente (1855-1858), el general
que junto a Juan Álvarez había derrocado a Antonio López de Santa
Anna, se dio cuenta por qué con esa Constitución y con las reglas del
juego que de ella se derivaban no iba a poder gobernar, a pesar de sus
esfuerzos por construir un gabinete de composición; entonces, la des-
conoció, de consuno con los políticos conservadores que la atacaban
por anticlerical. La consecuencia de esto sería la guerra de Reforma
o de los Tres Años.
Leyes Las Leyes de Reforma pretendieron un nuevo orden de la pro-
de Reforma piedad, que distribuyera la hasta entonces concentrada por la Iglesia
y desarticulara a las comunidades indígenas y sus identidades colecti-
vas, con la intención de integrar al país en una nueva cultura nacional
homogénea, mestiza y formada por ciudadanos iguales, sin privilegios
ni protecciones particulares. El Estado laico sería el nuevo eje de arti-
culación del país, de acuerdo al proyecto político de aquella genera
ción de intelectuales que pretendía reformar al país de acuerdo a una
visión racionalista. No obstante, al final, para mantener el poder
tuvieron que ceder en sus intentos de modificación del orden práctico
y establecieron un compromiso con el país de carne y hueso y sus
múltiples identidades.
Inobservancia Cuando Benito Juárez se hizo hecho Presidente en 1858, con-
constitucional virtió en su bandera la vigencia de la Constitución, pero no hizo
mucho por su observancia real. De hecho, casi de inmediato adujo la
situación de guerra que se desataba para pedir facultades extraordi
narias al Congreso y gobernar sin el Congreso mismo. Durante los
trece años en los que se ostentó como Presidente, ya fuera de manera
simbólica o real, sólo durante algo así como 180 días —desde
luego no consecutivos—gobernó sin algún poder especial. En tiem-
pos de paz, con el Congreso en funciones, ya durante la República
Restaurada, echó mano del control electoral y el fraude para hacerse
con legislaturas dóciles que le otorgaran las facultades para gober-
nar sin los contrapesos parlamentarios. La relación entre Ejecutivo y
Legislativo del diseño constitucional era inmanejable.
La institucionalización liberal 25
La Constitución de 1917 no fue más eficaz que sus antecesoras para Crisis de sucesión
resolver las recurrentes crisis de sucesión. Carranza fue asesinado
cuando intentó decidir su propio relevo a favor de un ingeniero
prácticamente desconocido, Ignacio Bonillas. El poder tenía dueños.
Los ciudadanos en armas eran los que controlaban el territorio y
siguieron —como en 1876 los caudillos liberales a Porfirio Díaz—
al nuevo hombre necesario para resolver sus disputas con acepta-
ción general: Álvaro Obregón, quien se hizo de la presidencia con
las armas en la mano, aunque siguió con la tradición de legitimar su
ascenso a través de la elección.
El nuevo caudillo había llegado al frente de una coalición com- Coalición
pleja, que de inmediato reflejó su diversidad en el Congreso. Había obregonista
pactado con los zapatistas —quienes, muerto Zapata, se habían
organizado en el Partido Nacional Agrarista (pna)—; lo apoyó tam-
bién la Confederación Regional Obrera Mexicana (crom) y su Par-
tido Laborista, los nacientes Cooperatistas y, sobre todo, el Partido
Liberal Constitucionalista (plc), que él mismo había contribuido a
formar y que se convirtió en la fuerza principal en el Legislativo. De
esa manera, se podía suponer fácil el gobierno. Y sin embargo no fue
así. El conflicto de siempre emergió casi de inmediato.
Obregón intentó, desde la campaña electoral, colocarse por
encima de todas las fuerzas que lo apoyaban. Él era un caudillo, no un
hombre de partido. Una vez en la presidencia, fue claro que a pesar de
sus pretensiones de aparecer por encima de las organizaciones que lo
respaldaron en los comicios, no podía sustraerse de su influjo. Particu-
larmente, tuvo que cederles espacios en el propio gabinete presiden-
cial. El plc recibió tres de las seis secretarías de Estado. Sin embargo,
las diferencias entre el Presidente y el plc se fueron ahondando en el
curso de 1921; para empezar, la mayoría parlamentaria no estaba
dispuesta a aprobar automáticamente el presupuesto de egresos de
la Federación. Así que le redujeron varios ramos fundamentales para
su proyecto político, entre ellos el educativo. La oposición del plc si-
guió una constante: impedir el fortalecimiento del Presidente.
El enfrentamiento, que tuvo un momento notable cuando el Subordinación
plc propuso un sistema parlamentario para sustituir al presidencia- de las normas
lismo constitucional, sólo pudo ser resuelto a través de maniobras
políticas poco apegadas a derecho, que incluyeron el soborno de
40 Las instituciones políticas
Para acabar con el poder detrás del trono que Plutarco Elías Calles Declive de Calles
ejercía como árbitro general de los conflictos políticos, Lázaro Cár-
denas contó con el cambio que la crisis económica de 29 y el pacto
político habían generado en el sindicalismo. La Confederación Regio-
nal Obrera Mexicana (crom), aliada de Calles durante su gobierno,
había sido excluida de la creación del partido, en buena medida por
su resistencia a Obregón, por lo que incluso su dirigente, Luis Napo-
león Morones, fue señalado en los mentideros como culpable del ase-
sinato de Obregón; la crisis económica, además, la había dividido.
También estaban los sindicatos nacionales de industria —electricis-
tas, mineros, ferrocarrileros y, en ciernes, los petroleros— con fuerza
movilizadora.
Al llegar a la presidencia, Cárdenas actuó con tolerancia frente Creación
a las huelgas y se puso del lado de las demandas de los trabajadores; del PRM
Calles lo criticó públicamente pero, ante la movilización de los sin-
dicatos en apoyo al régimen, se fue del país. El presidente de la Repú-
blica recuperó la capacidad de arbitraje final de los conflictos: los
sindicatos le habían dado una nueva autonomía, que le había permi-
tido sacudirse el arbitraje del caudillo; por ello, en 1938 se reformó
al partido para incluir a los sindicatos y a la organización campesina,
de tal modo que, a partir de entonces, el pnr se transformó en el Par-
tido de la Revolución Mexicana (prm), y los operadores de la obe-
diencia de las masas obreras y campesinas pasaron a formar parte del
personal político de la coalición de poder.
La inclusión política de los dirigentes sindicales se basó, desde Control
luego, en una mezcla de reglas formales —como la titularidad perma- corporativo
nente de los contratos colectivos o la llamada cláusula de exclusión,
que permitía quitar el trabajo a los opositores a las dirigencias sindi-
cales— con otras derivadas del nuevo pacto de 1938. La legislación
laboral y la capacidad arbitral de la administración pública le dieron a
los dirigentes obreros leales el reconocimiento exclusivo como repre-
sentantes de sus agremiados. Con la titularidad permanente de los
contratos colectivos o la exclusión de la fuente de trabajo de los disi-
dentes, las reglas formales protegieron a las dirigencias oficialistas
frente a cualquier forma de competencia. Incluso, en casos extremos,
se utilizó la fuerza para silenciar movimientos de oposición, lo que le
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9. La crisis y el cambio
El arreglo político de la época clásica del pri fue mucho más dura-
dero porque tuvo circulación constante gracias a la solución del me-
canismo de sucesión. Triunfó ahí donde el Porfiriato se había atasca-
do. Pero su capacidad de representación comenzó a ser insuficiente
en tanto que la población crecía y se concentraba en la ciudad de Mé-
xico y, en menor medida, en otras pocas ciudades: allí se focalizaron
desmesuradamente los negocios y la actividad económica porque era
el lugar donde se negociaban las protecciones políticas y se repartía el
empleo público.
Las reglas finales del acuerdo político alcanzaron su punto de Nuevos
institucionalización hacia 1958, cuando ya no hubo ningún opositor actores sociales
que hubiera roto con la coalición de poder y la retara con movilizacio-
nes y amagos de subversión. Pero entonces la nueva sociedad —que
no se sentía representada por las maneras tradicionales de interme-
diación corporativa y clientelista y que quería nuevas formas de ges-
tión de sus intereses— comenzó a manifestarse. Primero los obreros
de uno de los sindicatos clave en el pacto corporativo: los ferrocarri-
leros; después los maestros de la ciudad de México, luego los médicos
y finalmente los estudiantes expresaron su disidencia. El pri comen-
zaba a ser demasiado estrecho. Las ideas de cambio estaban además
en el entorno mundial y la comunicación con el mundo las transmitía.
La rebelión estudiantil de 1968 y la desmesura de la respuesta del go-
bierno, lo mismo que sus secuelas de violencia guerrillera y guerra
sucia, marcaron los límites del sistema de inclusiones. El régimen deci-
dió comenzar a abrirse a través de la competencia electoral.
Desde la consolidación del régimen, cierta apertura a la com- Desgaste del
petencia electoral había servido para la estabilización. Desde 1946, proteccionismo
cuando se echa a andar el sistema electoral proteccionista de la época electoral
clásica, las elecciones sirvieron para canalizar demandas de represen-
tación no incluidas en el pri, aunque de manera arbitraria y restrin-
gida. Desde entonces y hasta 1964, la Secretaría de Gobernación de-
cidía cuántos diputados se le daban a cada partido, lo que implicaba
sacrificar a los candidatos más débiles de la red oficial. El pan obtuvo
de ese modo entre cuatro y seis diputados por legislatura; el pp (des-
pués pps) alguno por ahí, y el Partido Auténtico de la Revolución
Mexicana (parm), canal oficial de las disidencias priístas, otro. El Le-
gislativo era prácticamente monocolor. Ni qué decir de los estados,
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10. Glosario
Instituciones. Son las reglas del juego en una sociedad o, más for-
malmente, los constreñimientos u obligaciones creados por
los humanos que le dan forma a la interacción humana; en
consecuencia, éstas estructuran los alicientes en el intercam-
bio humano, ya sea político, social o económico. El cambio
institucional delinea la forma en la que la sociedad evoluciona
en el tiempo y es, a la vez, la clave para entender el cambio
histórico.
11. Bibliografía
Sobre la colonia
Coatsworth, John H., Los orígenes del atraso. Nueve ensayos de his
toria económica de México en los siglos xviii y xix, México, Alianza,
1990.