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J. LOCKE, Two Treatises of Government, A Cristal Edition with an Introduction and Aparatus Cri-
ticus, by Peter Laslett. A Mentor Book, New York, Toronto, London, 1965.
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también la síntesis intelectual y política de «lo que Europa soñó» (Commager) pe-
ro jamás fue capaz de realizar, singularmente los ideales de la Libertad Individual
y la Soberanía Popular. «Doscientos años después de que animaran por primera
vez las revoluciones francesa y americana», asienta Fukuyama, «los principios de
la libertad y la igualdad han evidenciado no solamente su permanencia sino su
resurgencia».2
2
F. FUKUYAMA, The End of History and the Last Man, The Free Press, New York, Toronto, Ox-
ford, Singapore, Sidney, 1992, esp. pp. 39 y ss.
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nes jacobinas, burocráticas y antieconómicas. No es casual que, al igual que la
avanzada del humanismo y el cientificismo europeos de los siglos XVI al XVIII en-
cuentra en la América Total el modelo corrector de los vicios de Europa, los que
en los siglos XIX y XX pretenden enmendar a Europa apartándose del socialismo
(derrotándolo, es más) acudan a una América ya debidamente circunscrita, si bien
en expansión inacabable, para documentar la fórmula política e intelectual del ca-
pitalismo más desarrollado e interrelacionado.
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W. APPLEMAN W ILLIAMS, The contours of American History (1961), New Viewpoints, A Division of
Franklin Watts, Inc., New York, 1973, esp. pp. 28, 53 y 59
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consenso. Más allá del núcleo empresarial ideal, moderno, la cohesión social (y la
empresarial misma, a medida que se complejiza) reclama montajes disciplinarios y
de hacer creer que rebasan históricamente la ética del trabajo e involucran (¿pa-
radójicamente?) el concurso de factores ideológicos promodernos, intolerantes y
totalizadores. Dice Carl Schmitt que todos los conceptos que impregnan la teoría
moderna del Estado «son conceptos teológicos secularizados»; para él, esa trans-
ferencia histórica de conceptos «de la teología a la teoría del Estado» se ejemplifi-
ca en el hecho de que «el Dios Todopoderos haya devenido el Legislador Omnipo-
tente» y que con ello aporte allí «su estructura sistemática». Con ello, al parecer,
el caso de la América del norte, y del puritanismo en especial, parece correspon-
der al modelo de la modernidad que se seculariza. ¿Corresponde o no?
4
En castellano, la obra clave sobre el tema es la de Juan A. Ortega y Medina, particularmente La
Evangelización Puritana en Norteamérica, Delendi sunt Indi , FCE, México, 1976
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Ver al respecto, C. SCHMITT, Théologie Politique. Quatre Chapitres sur la Théorie de la Souverai-
neté (1922), en Théologie Politique 1922, 1969, Traduit de l’allemand para Jean-Louis Schlegel,
Éditions Gallimard, Paris, 1988, esp. pp. 15 y 46 y 47
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Ideológicamente, por último, el puritanismo aporta en su pretendida con-
sonancia moderna un mecanismo de tutela intelectual sin paralelo en otros tiem-
pos y espacios. Bajo su tutelaje ideológico, los procesos intelectuales de la Ilustra-
ción en el Siglo XVIII y el Positivismo en el Siglo XIX fueron configurados y más
tarde confrontados por movimientos no sólo procedentes de la vieja oligarquía pu-
ritana, sino por movimientos populares procedentes de diversos sectores regiona-
les y de clase alentados por otras denominaciones religiosas protestantes, los lla-
mados Despertares. Ante el ateísmo o ante los desarrollos científicos incontrola-
bles, el puritanismo encontrará en el Pragmatismo del Siglo XX la «reforma
protestante en filosofía» (Wiliam James); de sus plasticidad surgen nuevas conci-
liaciones y acomodos plurales y de su rigidez teológica última una contención de
las tendencias secularizadoras y el nuevo monismo (teológico) de la Seguridad
Nacional.
A John Cotton (1584-1652), quizás más que a nadie, puede atribuirse el empeño
de fundar la Biblie Commonwealth en América sobre las líneas paralelas de las
Escrituras, los Contratos y la Religión Civil. De perseguido en Inglaterra, Cotton
pasa en la nueva Inglaterra a perseguidor y mantenedor de la dogmática congra-
gacionalista, a excomulgador de la disidente Anne Hutchinson y el desterrador del
liberal religios Roger Williams. Con Williams Perkins (1558-1602), el Divino (Divi-
ne) inglés más admirado por los puritanos, John Cotton bosqueja ante el Lord del
Say and Seal y en 1636 los perfiles de la «verdadera iglesia», de la teocracia con-
gregacionalista que en adelante quedará como el «New England Way». «Me en-
cuentro muy inclinado a creer, como lo creyera Mr. Perkins en una de las páginas
preliminares de su Golden Chaine», escribe Cotton, «que las palabras y las Escri-
turas de Dios contienen una breve upoluposis o plataforma, no únicamente de
Teología sino también de las demás Ciencias Sagradas (como él las designara),
ciencias servidoras y asistentes en las que él volvió a la ética (ethicks), la econom-
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ía (economicks), la política (politicks), el gobierno eclesiástico, la profecía (y) la
academia».6
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«Copy of a Letter from Mr. (John) Cotton to Lord Say and Seal in the Year 1636», en el 9., John
Cotton on Church and State, de Puritan Political ideas 1558-1794, Edited by Edmund S. Morgan,
The Bobbs-Merril Company, Inc., Indianapolis, 1965, pp. 167 y 168.
7
Ibidem, p. 169
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Con todo y dejar abierta la posibilidad de la legitimidad monárquica en 1636, a
menos de veinte años después sus últimos sermones dejan ver lo que será el gran
argumento político del elitismo teocrático (y luego democrático), la oposición a to-
do poder absoluto, total. «Dejad que todo el mundo aprenda», predica Cotton, «a
no conceder a hombre mortal alguno un poder mayor al que les gustaría que usa-
ra, porque la usará: y a menos que sea bien enseñado por Dios, lo usará siempre
y una y otra vez (ever and anon) …». El profundo pesimismo antropológico que
siembra Cotton, y que se extiende por igual a los federalistas del Siglo XVIII que al
realismo internacionalista de Reinhold Niebuhr en el Siglo XX, permea (y perme-
ará hasta nuestros días) la misma noción antitética de la democracia. Al reconocer
atrevidamente en el Pueblo, «in whom fundamentally all power lyes», una suerte
de última decisión, reflexión y dosificación del poder de acuerdo a Dios, la deep
depravation of nature que dondequiera encuentra Cotton impone guiarlo todo por
la disciplina de la Biblia y la corporación.8
8
J. COTTON, On Limitation ofGovernment (de An Exposition upon the Thirteenth Chapter of the
Revelation, 1655), 10. De op. cit. pp. 174 y 175
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charnos y el taernos en paz al lugar que deseamos, entonces, Él ha ratificado este
Convenio y autenticado nuestra Comisión [y] esperará un estricto cumplimiento de
las cláusulas contenidas en él…».9
9
J. W INTHROP, A Modell of Christian Charity (Anno 1630), en The Puritans. A sourcebook of Their
Writings (1938), edited by Perry Miller and Thomas H. Johnson, Harper Torchbooks, The Academy
Library, Harper & Row, Publishers, New York, 1963, tomo I, pp. 195 a 198.
10
ID., A Defense of an Order od Court Made in the Year 1637, en op. cit. pp. 199 y 200.
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Justamente aquel refuerzo teológico del contractualismo facilita a la men-
talidad puritana al definir las relaciones (y segregaciones y aniquilaciones) a esta-
blecerse conlos pobladores indígenas de la América del norte. A William Stough-
ton (1631-1701), gobernador en funciones de la Nueva Inglaterra de la última
década del Siglo XVII, toca trazar en 1668, y en el nombre del Señor, los cimientos
fundadores de la colonia y «la Relación Especial hacia Dios» que se guarda en
ella. «El Nombre e Interés de Dios, y la relación contractual con Él, ha sido escrito
sobre nosotros en Letras Mayúsculas desde el comienzo», afirma Stoughton de
los «nacidos contractualmente hacia Dios» y de frente a las también Rationsl
Creatures que habitase las Soledades americanas «antes de que llegáramos».
«¿Somos o no los primeros en semejante Relación?», se pregunta. «En este res-
pecto», se contesta, «somos seguramente los hijos primogénitos de Dios en estas
Soledades. De los pobres nativos antes de que viniéramos podemos decir según
Isasías 63.19. que Ellos no fueron llamados por el Nombre del Señor, [que] Él no
asumió gobierno sobre ellos. Pero nosotros hemos estado desde el principio y no-
sotros somos los Señores».11
11
W. STOUGHTON, Sermón del 29 de abril de 1668, incluido en New England True Interest; Not to
Lie (Cambridge, 1670), en The Puritans, pp. 243 a 245
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Señor vigilando y trabajando de todas las maneras para nuestro bien; nuestros
Adversarios han sufrido sus Reprimendas, nosotros hemos recibido nuestros In-
centivos y una muralla de fuego rodeándonos. ¿Qué más podría haber sido hecho
por nosotros de lo que ha sido hecho?».12
Ahora que, más que detalles, son los grandes presupuestos de la detec-
ción y la cacería de brujas los que dibujan y deslindan ya a la Humanidad. «En
efecto», asienta Cotton, «los Reinos de Suecia, Dinamarca, Escocia y ciertamente
la misma Inglaterra, al igual que la provincia de Nueva Inglaterra, han tenido sus
Tormentas de Brujerías abatiéndose sobre ellos, las cuales han causado las De-
vastaciones más Lamentables, y que también yo quisiera que fueran Las Últimas».
¿Quién acecha esas Repúblicas Bíblicas? «El Diablo», contesta Mather, que «es
un Hacedor del Mal» y que está posído de «La Ira Diabólica contra la Humani-
dad». ¿Cómo ejerce ese Diablo su furor? A través de las «Naciones Ruínes u
12
Ibidem, pp. 245 y 246
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Órdenes de Hombres» a los que unce o que establecen una «League with the De-
vil». Si hacia adentro de la sociedad y ante la omnipresencia del Diablo «podemos
razonable y redituablemente ser Inquisitivos», hacia afuera serán precisas la vigi-
lancia y la desconfianza hacia los paganos y sus Ceremonias Tiránicas. Y, a la
cabeza de elos, el Papa como El Vicario Anticristiano, «la Bestia de siete cabezas
sobre la Ciudad de las siete colinas».13
Pero si las acechanzas del Demonio llaman a cuidarse del mundo y a de-
purarse internamente, también hay «Buenas Nuevas para la Israel de Dios y parti-
cularmente para su Israel Neo-Inglesa». Las buenas noticias derivan de la condi-
ción especial de la Nueva Jersualem en América, de su distanciamiento del Mal
que reside en Europa y de las malas intenciones que entonces abriga el Leviatán
Francés sobre la Vieja Inglaterra. Lo que allá ocasiona Terror, acá ocasiona gozo,
si bien espiritual. «Nosotros vemos a esta hora», anuncia Mather, «un gran Terre-
moto a lo largo de toda Europa y nosotros veremos que este gran Terremoto, y
esas grandes Conmociones, no harán sino contribuir al adelanto de los Intereses
hasta ahora deprimidos de nuestro Señor».14
13
MATHER COTTON, On Witchcraft Being. The Wonders of the Invisible World (First Published at
Boston in Oct. 1962), Bell Publishing Company, New York, s/f. , pp. 17 y 48
14
Ibidem, pp. 61 y 66
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Oh Nueva Inglaterra te hallarás dentro de muy poco disfrutando de días mejores
que lo que hasta ahora han alboreado sobre ti».15
15
Ibidem, pp. 63 y 64
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zada y pragmática —que no secular— actúa como mecanismo intermedio de con-
senso al flanco de los grandes núcleos corporativo-empresariales. Comprender
ese mecanismo será imperativo para captar el sentido y la lógica (y, singularmen-
te, la ilógica) del Liberalismo que milenariamente y desde América hoy da por can-
celada la historio y el progreso de la inteligencia.
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