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¿Es Chile un país católico?
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¿Es Chile un país católico?

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About this ebook

Comienza con una visión general del catolicismo actual, con atención a los problemas como el fortalecimiento de moral pagana, la apostasía de las masas, etc., algunos desafíos, como la evangelización de los obreros, y otros aspectos del renacimiento católico: las conversiones y el movimiento misional, litúrgico, bíblico y eucarístico. Pone particular énfasis en la vida interior del catolicismo. Revisa también “las miserias de nuestro pueblo”, es decir, los problemas sociales de vivienda, analfabetismo, alcoholismo, mortalidad infantil y el alejamiento de la Iglesia que se percibe en el pueblo. También aborda la vida cristiana en Chile, pasando por sus diversos aspectos, y cuya conclusión es una falta de cristianismo integral en nuestra patria.
LanguageEspañol
Release dateMay 31, 2018
ISBN9789563571462
¿Es Chile un país católico?

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    ¿Es Chile un país católico? - Alberto Hurtado

    ¿ES CHILE UN PAÍS CATÓLICO?

    Biblioteca Jesuita de Chile

    Fuentes

    © San Alberto Hurtado

    Ediciones Universidad Alberto Hurtado

    Alameda 1869 · Santiago de Chile

    mgarciam@uahurtado.cl · astevens@uahurtado.cl

    56-228897726

    www.uahurtado.cl

    ISBN libro impreso: 978-956-357-146-2

    ISBN libro digital: 978-956-357-147-9

    Dirección Colección Biblioteca Jesuita de Chile

    Claudio Rolle

    Editor archivos San Alberto Hurtado

    Samuel Fernández

    Dirección editorial

    Alejandra Stevenson Valdés

    Editora ejecutiva

    Beatriz García-Huidobro

    Diseño de la colección y diagramación interior

    Alejandra Norambuena

    Imagen de portada

    Alberto Hurtado.

    Se agradece a María Teresa Roblero de la Fundación Padre Hurtado

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados.

    Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.

    ÍNDICE GENERAL

    PRESENTACIÓN, por Claudio Rolle

    INTRODUCCIÓN, por Samuel Fernández

    I.

    PRESENTACIÓN BIOGRÁFICA

    1. Niñez y juventud universitaria (1901-1923)

    2. Formación en la Compañía de Jesús (1923-1935)

    3. Apostolado pedagógico (1936-1940)

    4. Asesor de la Acción Católica (1941-1944)

    5 Hogar de Cristo y formación social (1944-1947)

    6. Moral social y sentido de Dios (1948-1952)

    Bibliografía selecta (en orden cronológico)

    II.

    ¿ES CHILE UN PAÍS CATÓLICO

    PRESENTACIÓN

    La publicación de ¿Es Chile un país católico? marca un momento importante en la vida de Alberto Hurtado, de el padre Hurtado, que tenía entonces 40 años y cumplía cinco de intenso trabajo sacerdotal luego de su regreso al país, tras un periodo de formación en Europa y Estados Unidos. Este libro lo convirtió en un hombre más conocido dentro del país, dado el título y tono de la obra: interpelador, en buena medida inquiridor, orientado a buscar la verdad sobre el modo de entender y vivir la vida cristiana en una nación de tradición católica. Había en esta aproximación a la religiosidad de los chilenos una dimensión dura y en cierto modo controversial, que puede hacer pensar en las cartas que una generación antes, en torno al centenario de la República, llevaron a Alejandro Venegas, bajo el seudónimo de Doctor Julio Valdés Canje, a presentar su Sinceridad, Chile íntimo en 1910¹. Este texto, emblemático de la producción intelectual de la llamada generación del centenario, ponía el acento en las contradicciones, hipocresías, cegueras y manifestaciones de soberbia de los chilenos luego del triunfo militar en la Guerra del Pacífico. Con un agudo sentido crítico y con apasionado amor por el pueblo de Chile el profesor Venegas presentaba por medio de cartas enviadas al presidente de la República, un cuadro desolador sobre los males del país, sobre los vicios y defectos que agobiaban al país, invitándolo a enfrentar con sinceridad la necesidad de una regeneración en el momento en que se celebraba un siglo de vida independiente y, en medio de los festejos, se ocultaban sus injusticias y defectos. El propósito de Venegas era denunciar y mostrar la cara íntima de Chile a las autoridades para promover acciones y cambios en un sentido de mayor justicia y equidad, de austeridad y retorno a las virtudes perdidas. Un espíritu en buena medida compartido por el jesuita nacido con el siglo.

    En efecto, en el libro que ahora se reedita en la Biblioteca Jesuita de Chile, se pueden encontrar rasgos comunes con la obra de Valdés Canje, sobre todo en la búsqueda de la sinceridad y la voluntad de interpelar y examinar el modo de vida de los chilenos. En la obra de Alberto Hurtado hay una intención de conocer las formas en que, en el Chile de inicio de los años cuarenta, se vivía el catolicismo, no como declaración sino como modo de existencia. En este ejercicio de indagación, de comprensión, de invitación a la reflexión y a la coherencia que guían la escritura de ¿Es Chile un país católico? se puede percibir también y muy comprensiblemente la espiritualidad de Ignacio de Loyola que guio la vida de Alberto Hurtado. Se trata de un modo de mirar el mundo en que se vive articulando las facultades del alma; esto es, memoria, inteligencia y voluntad de acuerdo al sentido que Ignacio de Loyola propusiera en su célebre Principio y fundamento con que se inician los ejercicios espirituales y que Hurtado hiciera norma de vida. El libro de 1941 se inserta en una larga tradición, que se puede hacer remontar a 400 años, en los tiempos de la fundación de la Compañía de Jesús y el surgimiento de su espiritualidad marcada por el desafío de actuar en un mundo que vivía fuertes cambios que ampliaban el mundo y que planteaban desafíos misionales, así como crisis profundas como la esbozada por la ruptura de la unidad religiosa de Europa y los conflictos y retos que este escenario planteaba a la Iglesia.

    En este contexto quiero destacar de manera particular la obra y el pensamiento de Jerónimo Nadal, el jesuita mallorquín que fue colaborador estrecho de Ignacio en el trabajo de creación de las Constituciones de la Orden y en difusión de la Compañía por el mundo, puesto que sus ideas y acciones se ven reflejadas en el actuar de Alberto Hurtado y en especial en el libro que ahora se vuelve a poner en circulación. Esto porque me parece que Alberto Hurtado encarna con claridad aquella dimensión de la espiritualidad ignaciana que plantea la idea de ser contemplativos en la acción como rasgo distintivo de los jesuitas, expresión que nace de Nadal y de su forma de interpretar los escritos y la obra de Ignacio de Loyola.

    Efectivamente, este libro de Alberto Hurtado evidenció la importancia de la tensión entre oración y acción, la tensión entre la confianza en Dios y la confianza en las propias fuerzas², y en particular la invitación a encontrar a Dios en todas las cosas y en todo amar y servir. Su trabajo sacerdotal en Chile, como formador de jóvenes, como impulsor de los estudios teológicos, como pedagogo, como predicador y como creador de opinión pública, está regido por esa urgencia por conformar al mundo según la imagen de Cristo. Por este motivo Alberto Hurtado no parece asustado por un mundo en revolución y en guerra, con fuertes conflictos y afligido por dolores e injusticias, sino más bien preocupado por responder con claridad y de manera oportuna a los desafíos de su tiempo como la habían hecho cuatro siglos antes los primeros jesuitas. De entre estos el influjo de Nadal es importante no solo por su capacidad teológica y su espiritualidad sino también por su capacidad de organizar estrategias apostólicas, por su continuo compromiso con la acción y con la oración, por su fidelidad y atención viva y creativa a la experiencia de los ejercicios espirituales, por la voluntad de querer conocer cómo se puede servir mejor y para ello moverse, preguntar, proponer. Alberto Hurtado podía hacer suya la idea de Nadal acerca de que era un carisma de la Compañía colocar a cada uno en el lugar donde pudiese ser de más provecho³ proyectando esa inquietud a las realidades del Chile de su tiempo, su territorio de acción y evangelización. Para seguir este modo de proceder, Hurtado adapta y acomoda un método de trabajo apostólico inaugurado por Nadal con un sistema que consistía en dos cuestionarios, el primero de los cuales, de treinta preguntas que debían ser respondidas por escrito, es llamado por Nadal examen común el cual se complementaba con un segundo cuestionario, de treinta y dos preguntas, que era secreto y se debía contestar oralmente. Con estos dos cuestionarios se podía tener una noción de cómo funcionaban las casas de los jesuitas y proponer modos de mejorar las condiciones de vida comunitaria. Se iniciaba así una larga práctica que, como se ha dicho, Alberto Hurtado pondrá al servicio de la Iglesia chilena en un tiempo de reflexión, examen y propósitos, en consonancia con un clima epocal. Con Nadal, Alberto Hurtado comparte también la capacidad para organizar y administrar, de comunicar y proponer y de servir al gobierno de la Compañía de Jesús y con ello a la Iglesia. Ambos entendieron lo importante que es el uso de las imágenes y todos los medios para acercar a los hombres a Dios y de allí que utilizaran las técnicas del grabado en el caso de Nadal y los modernos recursos gráficos del siglo XX como la fotografía, por ejemplo, para proponer medios de acción para responder a las señales de advertencia y síntomas revelados en este texto.

    El libro publicado en 1941, el año en que se inicia la guerra entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, en que los Estados Unidos de América entran en el conflicto mundial, establece una suerte de examen y diagnóstico para el mundo católico chileno que Hurtado quiere comunicar invitando a un cambio de vida y por ello el tono escogido por el autor, conocedor del efecto que puede tener un discurso bien construido a partir de evidencias recopiladas por un hombre urgido por ese en todo amar y servir tan

    característico de la Compañía de Jesús. De este diagnóstico, del cuadro crítico que el libro da sobre el catolicismo chileno, medido y comprendido con los parámetros de esos años, Hurtado sabrá construir un modo de enfrentar los males y flaquezas, proponiendo acciones concretas, multiplicándose en diversas actividades y creando obras duraderas y muchas veces complejas tanto en su puesta en marcha como en su fundamentación. El libro no estuvo ajeno a críticas, cuestionamientos y reparos presentados por personas y grupos que no veían con buenos ojos su modo de plantear las tareas urgentes y la forma de presentar el cuadro del Chile católico. En el momento en que el país se plantea grandes proyectos y se reconoce en sus recursos y valores —se trata de los años de los inicios de la Corfo y su preocupación por los recursos naturales y el desarrollo propio, los años de inicio de una institucionalidad en cultura de larga proyección, del surgimiento de importantes obras literarias— Alberto Hurtado inicia la que será su última década de vida con un sentido de profunda responsabilidad por lo que ha develado poniendo toda su imaginación creativa, toda su carga de amor por Chile para que efectivamente su patria fuera un lugar de santidad, de seguimiento de Cristo, de compartir solidariamente, de reconocimiento de todos los hombres y mujeres como hermanos.

    Este libro está en la raíz de la acción de este contemplativo en la acción que nació y murió en el sur del mundo, que amo apasionadamente a su país y a la Iglesia chilena y que por ese mismo motivo aceleró su actuar, clarificó sus prioridades, evidenció sus preocupaciones y posibles soluciones para los males del país en la década de los cuarenta y hasta su muerte en 1952. Anticipó ideas que luego adquirieron fuerza y centralidad en la vida de la Iglesia, sintió con intensidad el dolor de los marginados, de los abandonados, de los pobres y los enfermos, entendió e invito a pensar y a proponer a los hombres de ideas y de recursos, evidenció una notable capacidad de análisis y anticipación que no disoció nunca de la búsqueda de respuestas que marcaban caminos de santidad y vivió cabalmente el que sería el lema episcopal del cardenal Raúl Silva Henríquez: la caridad de Cristo nos urge.

    Esta nueva edición del libro de Hurtado nos permite valorar contextualmente lo que significó en el tiempo de su escritura y publicación, y al mismo tiempo es una invitación a ver cuánta actualidad puede tener en los tiempos de crisis y en los desafíos del Chile de hoy. El principio y fundamento de Ignacio de Loyola y su invitación a hallar a Dios en todas las cosas traspasan enteramente este libro y hacen posible que, leído casi ochenta años después de su aparición, el texto de Alberto Hurtado sea un punto de partida para los católicos de Chile en el siglo XXI.

    CLAUDIO ROLLE


    ¹ Alejandro Venegas, Sinceridad: Chile íntimo en 1910. Cámara Chilena de la Construcción; Pontificia Universidad Católica de Chile; Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos; Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Museos; Universidad Católica de Chile. Santiago 2009.

    ² Véase Barry, William G. S.J y Robert Doherty S.J. Contemplativos en la acción, Sal Terrae, Santander, 2004.

    ³ Nadal Cañellas, Juan. Jerónimo Nadal. Vida e influjo Mensajero-Sal Terrae, Bilbao-Santander, 2007, p. 159.

    INTRODUCCIÓN

    Alberto Hurtado Cruchaga se encuentra entre los chilenos más destacados de nuestra historia. Su relevancia social, en nuestro país, es innegable. De hecho, el presidente de la República de Chile, en las vísperas de la canonización de Alberto Hurtado, el día 22 de octubre de 2005, en Roma, afirmó:

    El padre Hurtado se convierte en un padre de la patria del siglo XX […]. Mañana, cuando se produzca la canonización del padre Alberto Hurtado, habremos ganado un nuevo padre de la patria, un padre que nos pertenece a todos y que, al igual que los padres de nuestra patria latinoamericana, es un padre de la patria que compartimos todos los hermanos de América Latina.

    Efectivamente, el padre Hurtado es un padre de la patria, un padre que nos pertenece a todos. Sus obras siguen dando frutos y su figura sigue siendo una fuente de inspiración para muchos chilenos que ven en él un modelo emblemático para los que buscan un desarrollo social integral. De cara al Bicentenario, que ya estimula a muchos a mirar nuestra propia sociedad con una perspectiva amplia, se vuelve más relevante conocer a quienes han colaborado en la configuración de nuestra cultura y nuestra historia, y especialmente aquellos que han ofrecido un aporte y un influjo tan benéfico como san Alberto Hurtado.

    La presente publicación recoge su libro más conocido, ¿Es Chile un país católico?, junto a otros documentos que, desde diversas perspectivas, influyeron en la configuración de nuestra sociedad chilena. La idea inicial era publicar solo ¿Es Chile un país católico?, pero la variedad del texto y la diversidad de ámbitos de influencia del padre Hurtado aconsejaban ampliar esta publicación ofreciendo otros documentos que complementaran su célebre obra.

    En los últimos años se ha avanzado mucho en el estudio de los manuscritos inéditos de san Alberto Hurtado, conservados en el Archivo de la Provincia Chilena de la Compañía de Jesús. Esta investigación ha logrado situar la mayoría de los manuscritos en su contexto histórico¹, lo que ha permitido realizar, por primera vez, una lectura cronológica de los más de 1.800 manuscritos².

    No es necesario insistir en la novedad que aporta a la comprensión de los manuscritos la posibilidad de leerlos cronológicamente, y además contextualizados por abundantes datos provenientes de la prensa contemporánea³, boletines, actas de diversas agrupaciones, cartas recibidas y otras fuentes⁴. El creciente interés y el trabajo de investigación acerca de Alberto Hurtado han dado como fruto la publicación de muchos de sus documentos inéditos⁵, y de una buena cantidad de trabajos científicos que ofrecen una base más sólida para futuras investigaciones⁶.

    Estos avances en la investigación han mostrado la evolución del padre Hurtado. Su pensamiento, su espiritualidad y sus acciones poseen una estabilidad básica y líneas de fondo constantes, pero varían en sus acentos y énfasis. Su compromiso social, su amor a los pobres, su preocupación por las vocaciones sacerdotales y la predicación de retiros espirituales, en especial a jóvenes, son elementos constantes a lo largo de su ministerio sacerdotal en Chile (1936-1952). Pero es posible establecer ciertos énfasis en determinados períodos: los primeros años de su ministerio están marcados por su labor pedagógica (1936-1940) y por su ministerio en la Acción Católica (1941-1944); luego, a partir de la fundación del Hogar de Cristo, se intensificará su trabajo directo en favor de los pobres y su preocupación por formarse en temas sociales (1945-1947); el énfasis de los últimos años será la moral social y el sentido de Dios (1948-1952).

    La elección de los documentos seleccionados para la presente publicación busca ilustrar los diversos aspectos de la vida de Alberto Hurtado insertos en este desarrollo cronológico de su pensamiento, su espiritualidad y su acción. Por ello, la presente introducción ofrece un recorrido cronológico de la vida del padre Hurtado que busca presentar ¿Es Chile un país católico? y los otros documentos en el contexto vital de su redacción, y por lo tanto, las introducciones a cada uno de los textos publicados en el presente volumen (cuyos títulos se encuentran destacados) están integradas cronológicamente en esta presentación biográfica de San Alberto Hurtado. Naturalmente, esta presentación puede complementarse con la lectura de obras más generales que abordan el mismo período⁷.

    Algunos de los textos del presente libro fueron publicados por el propio Alberto Hurtado durante su vida, así La crisis sacerdotal en Chile y ¿Es Chile un país católico?, mientras los otros fueron redactados por el padre Hurtado y permanecieron inéditos hasta después de su muerte, así los Discursos a los jóvenes, La misión social del universitario, el Retiro a jóvenes de 1946: Vida en abundancia, la conferencia Cuerpo Místico: distribución y uso de la riqueza y las meditaciones pronunciadas en el Retiro por radio Mercurio de 1951, estos últimos documentos han sido tomados de la edición realizada por la Pontificia Universidad Católica de Chile⁸. Estos últimos textos, que el padre Hurtado redactó como apuntes para su uso personal, no fueron redactados pensando en una publicación, por eso contienen algunas expresiones de difícil comprensión. Para aclarar estos conceptos, la presente edición ofrece notas explicativas. No así en el caso de La crisis sacerdotal en Chile y ¿Es Chile un país católico?, ambos redactados por Alberto Hurtado para su publicación.

    Pasamos, entonces, a la presentación biográfica que, como se dijo más arriba, incluye las introducciones específicas a los cada uno de los documentos que contiene la presente publicación.

    PRESENTACIÓN BIOGRÁFICA

    1. Niñez y juventud universitaria (1901-1923)

    Alberto Hurtado Cruchaga nace en Viña del Mar (Chile), el 22 de enero de 1901, en el seno de una familia tradicional de la sociedad chilena. Pasa su niñez en el campo, con su familia, hasta la muerte de su padre, en 1905, lo que le acarreará serias dificultades económicas y la necesidad de trasladarse a Santiago. En 1909 ingresa al Colegio San Ignacio. Entre 1911 y 1917 estudia en el Colegio San Ignacio. Desde el año 1916 entra en contacto y toma como director espiritual al padre Fernando Vives S.J., se destaca como alumno, participa en la Academia Literaria y trabaja en el Patronato de la Parroquia Andacollo, junto a su gran amigo Manuel Larraín. Tanto en 1916 como en 1917, pide formalmente entrar en la Compañía de Jesús, petición que no es acogida debido a su corta edad y a los problemas económicos de su familia.

    En 1918 comienza sus estudios de Derecho en la Universidad Católica. El padre Vives abandona el país y Alberto Hurtado toma como director espiritual al rector, Mons. Carlos Casanueva y luego al padre Damián Symon. De todos modos, por carta, sigue vinculado al padre Vives. Continúa con su idea de entrar en la Compañía de Jesús. Trabaja en el partido Conservador y comienza a escribir en Efemérides Marianas⁹, hace el servicio militar,

    y participa en el Círculo de Estudios León XIII, con el padre

    Fernández Pradel, y en la Sociedad San Vicente de Paul. En 1921 y 1923 redacta sus memorias de grado en temas de derecho laboral¹⁰, es decir, enfrenta desde su propia carrera universitaria los problemas de la pobreza que conocía de modo directo en su trabajo en los patronatos. De este modo, ya desde su época de estudiante, muestra que para resolver los problemas sociales no basta la buena voluntad, es necesaria una seria reflexión académica, principio que inculcó a los universitarios de su época y que sigue siendo válido hasta hoy. En junio de 1923, una vez recibido de abogado en la Universidad Católica, se arreglan sus problemas

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