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PRESENTACIÓN
Desde los inicios en Loyola hasta sus últimos días en Roma, Ignacio ha
recorrido un verdadero itinerario no solo físico sino, sobre todo, interior.
Sinteticemos ese doble recorrido, etapa tras etapa, en un rápido resumen:
1
7. En los años de Roma hasta su muerte, el trabajo de las Constituciones, la
maravilla de su Diario Espiritual y su voluminoso Epistolario1.
Ignacio nos relata que en esos primeros tiempos de su conversión “no sabía
qué cosa era humildad, ni caridad, ni paciencia, ni discreción para reglar ni
medir estas virtudes…”(n. 14).
1
Cfr. Granero Jesús María, S.I., Espiritualidad Ignaciana, Madrid 1987, pp. 377 y ss.
2
Cfr. Rambla Josep María, S.I., El Peregrino, Sal Terrae, 1983, p. 37., nota, 3.
2
a la manera de percibir y ver la acción de la Trinidad en él y en el mundo, y a
la gracia confirmante de La Storta.
Estos dones tan particulares muestran a Ignacio como alguien que ha recibido
el don de la vida mística o contemplación infusa. Nos detendremos en este
punto decisivo un momento.
Fijémonos en esto: todos hemos sido creados para vivir la plenitud del amor
de Dios. Si desarrollamos en nosotros la gracia del bautismo, iremos logrando
la intimidad divina, el encuentro íntimo con Dios. Este proceso, obviamente,
es un camino, tiene sus grados y supone que entramos hacia nuestro interior
con decisión. Los autores espirituales llaman a este paso, la conversión. Y hay,
como en todo en la vida, diversos grados de interiorización… En este
contexto, aunque la vida mística es un don de Dios éste la concede a quienes
se “preparan y disponen” (EE. n., 5), como pide San Ignacio a quien empieza
los Ejercicios Espirituales. De esta manera, los Ejercicios deben mirarse como
un camino para introducirnos en la vida interior y para convertirnos y avanzar
sucesivamente, ya equipados, en los diversos grados de esa vida interior.
Los autores de la vida interior están de acuerdo en que Dios concede la vida
mística a quien quiere, como quiere y cuando quiere pero, sin embargo,
coinciden también en que si de nuestra parte hay una respuesta de entrega
generosa al llamado de Dios a la intimidad, esta gracia especial de la vida
mística no faltará en nuestras vidas. Los fenómenos que usualmente la
acompañan no son sistemáticos ni se dan en todos los grados de oración ni por
3
Santa Teresa, Moradas, I, 1,1; Vida, V, 5, 9
3
igual a todos. Inclusive, en algunos hombres y mujeres de altísima vida
mística, no aparecen externamente estos fenómenos especiales4.
“Dios está en el fondo de cada ser, y está dentro de nosotros mismos –dice
Ernesto Cardenal6. Para encontrarlo a Él no es necesario caminar lejos, ni salir
de uno mismo. Y no es necesario caminar lejos para encontrar la felicidad sino
que basta encontrarse a uno mismo. Basta descender al fondo del propio ser y
descubrir la propia identidad (que es Dios)…pero los hombres modernos
tratan de huir siempre de ellos mismos. No pueden estar nunca ni solos ni
callados porque eso sería estar con ellos mismos, y por eso los lugares de
diversión y los cines están llenos de gente. Y si alguna vez quedan solos y
están a punto de enfrentarse con Dios, prenden la radio o la televisión”.
4
Cfr. Arintero Juan G. O.P., Grados de Oración y principales fenómenos que les acompañan, editorial Fides,
Salamanca, 1950, Conclusiones, pp. 260 y ss. El autor hace un análisis profundo sobre lo que sería lo
“ordinario” y lo “extraordinario” en la vida espiritual. Para el P. Arintero, lo ordinario es que todo cristiano
pueda desarrollar a plenitud la vida divina que se ha iniciado con el Bautismo. Todo va a depender de nuestra
generosidad y respuesta al llamado a la intimidad del amor divino que Dios nos hace y que a nadie negará.
5
Cfr. Arintero Juan G.,O.P., Grados de Oración y principales fenómenos que les acompañan, Editorial
Fides, Salamanca, 1950, artículo II.
Cfr. también, Lagrange Garrigou, O.P., Las tres vías y las tres conversiones, Editorial poliglota, Barcelona,
1936, pp. 68 y ss.
Cfr. Green Thomas, S.I., Abrirse a Dios, Sal Terrae, España, 1997, toda la primera parte.
Cfr. Green Thomas, S.I., Cuando el pozo se seca, Sal Terrae, España, 1999, del conocimiento al amor, pp.pp.
35 y ss.
6
Cardenal Ernesto, Vida en el Amor, editorial Trotta, 1997, p. 26
7
Cfr. Santa Teresa, Las Moradas, “Moradas cuartas”, c.I.
8
Cfr. Green, Thomas, Abrirse a Dios, pp. 61-62.
4
“La oración no es más que establecer contacto con Dios. Es una comunicación
con Dios, y no necesita ser con palabras ni aun con la mente. Uno puede
comunicarse con la mirada, o la sonrisa, o los suspiros, o con actos… todo lo
que hacemos podemos hacerlo oración. El trabajo es una oración
existencial…”9
“Puesto que Dios está en el fondo de cada alma, el fondo del alma es infinito,
y no se puede llenar con nada sino con Dios. Un vino que sacie tendría que ser
infinito. Y sólo sacia el agua que Cristo ofreció a la Samaritana junto al pozo,
y que es ese vino….”10
5
“Todo nuestro ser está diseñado para amar a Dios, y para poseerlo y gozarlo,
como el cuerpo de la macarela está diseñado para nadar en el agua y el de la
gaviota para volar sobre el mar..."13
Ernesto Cardenal expresa, en este sentido, que “una vez que uno ha probado
una gota de Dios queda loco para siempre… ya no puede seguir llevando la
misma vida de antes, asistir a su oficina todos los días y mantener las
convenciones sociales, sino que es un hombre que se vuelve loco y hace
disparates: puede salir a la calle en harapos o con un cucurucho en la cabeza
para que se rían de él, o predicar en las calles, o encerrarse por el resto de sus
días en una celda, o besar a los leprosos…. Es lo que la gente llama una
conversión”16.
13
ibíd., p.44
14
Arintero, Juan, O.P., o.c., pp. 12-13 y 265.
15
San Juan de la Cruz, Llama de Amor viva, canción 3ª, verso 3, número 4.
16
Cardenal, Ernesto, o.c., p.46
6
1. Oración ascética o aquella en la cual predomina nuestro esfuerzo.
Momento de purificación.
3.1.2 Oración de quietud. Unión de todas las facultades humanas con Dios.
Facilidad para encontrar a Dios en todas las cosas. Fenómenos que
pueden acompañarla: toques y halagos divinos, dardos de fuego, éxtasis,
arrobamientos, raptos de amor, vuelos del espíritu, levitación,
bilocación, estigmatización. Se da la noche pasiva del espíritu.
Purificación interior para someter todos los sentidos a la razón.
7
Toques sustanciales. Ocurre la noche del espíritu: prolongada y terrible
purgación pasiva17.
Existe una carta muy particular en la cual le aconseja al Duque de Gandía, San
Francisco de Borja, que en lugar de acudir más a penitencias exteriores para
buscar las lágrimas y, por tanto, la consolación (como indicaba el mismo
Ignacio en los Ejercicios) busque “más inmediatamente al Señor de todos, es,
a saber, sus santísimos dones, así como una infusión o gotas de lágrimas,
ahora sea primero sobre los pecados propios o ajenos; ahora sea segundo en
los misterios de Cristo N.S. en esta vida o en la otra; ahora sea tercero en
consideración y amor de las Personas divinas. Y tanto son de mayor valor y
precio cuanto son en pensar y considera más alto. Y aunque en sí el tercero sea
más perfecto y el segundo más que el primero; aquella parte es mucho mejor
para cualquier individuo, donde Dios N.S. más se comunica mostrando sus
santísimos dones y gracias espirituales…”18
17
Cfr. Santa Teresa de Jesús, Las Moradas.
Cfr. San Juan de la Cruz, El Cántico Espiritual. Llama de Amor viva. Subida al Monte Carmelo.
Cfr. Arintero Juan, O.P., Grados de Oración y principales fenómenos que les acompañan. Evolución
Mística, editorial San Esteban, Salamanca, 1989.
Cfr. Lagrange, Garrigou, O.P., Las tres vías y las tres conversiones.
18
Epistolae, II, 236. Citado por Granero S.I., Espiritualidad Ignaciana, o.c., p. 283
8
Es valioso anotar que el mismo Ignacio escribió al Padre Nicolás Guadano
quien se lamenta de no sentir esta clase de consolación espiritual lo siguiente:
“el don de lágrimas no se puede pedir absolutamente, porque no es necesario,
ni es del todo bueno y conveniente para todos… a quienes Dios N.S. da tal
resolución de lágrimas…no por eso los tales tienen mayor caridad ni son más
eficaces que otros que no tienen tales lágrimas… Y le digo además que, si yo
tuviese en mis manos el darles lágrimas a algunos, no se las daría, porque no
les ayudarían para la caridad y les dañaría el cuerpo y la cabeza, impidiendo
cualquier ejercicio de caridad… así que V.R. no se apure por la falta de
lágrimas y conserve esa buena y eficaz voluntad que muestra en sus obras, que
esto basta para la propia perfección y ayuda de los otros y para el servicio
divino”19.
Para Ignacio, las lágrimas más que un don gratuito de Dios y un gozar de su
presencia, eran una manera de confirmar la voluntad de Dios sobre algo
concreto que él estaba discerniendo, como veremos en el Diario Espiritual.
Ignacio veía en ellas ordinariamente y según el caso, la señal de que Dios le
confirmaba algo que era su voluntad, meta de todas sus aspiraciones.
9
a preguntas que le había planteado sobre unos puntos de las Constituciones le
dijo: “a estas cosas todas se responderá con un negocio que pasó por mí en
Manresa” (FN., I, 610).
1. Que fue una ilustración eximia del entendimiento. Esta ilustración le dio un
visión sintética y orgánica de muchas cosas de su vida.
2. Que la lección recibida fundamental fue la de poseer la plena capacidad del
discernimiento espiritual. Polanco decía que “esta gracia le permitía
penetrar con unos nuevos ojos del espíritu todas las cosas divinas y
humanas” (FN., II, 256).
3. Que esa mirada nueva y totalizante que recibe Ignacio constituye uno de
los rasgos distintivos de la espiritualidad Ignaciana.
4. Que a la luz de todo lo anterior podemos comprender cuál es el
fundamento de la tradición que sitúa el origen de los Ejercicios y de la
Compañía de Jesús en la ilustración del Cardoner. Comenta el P.Rambla
que “con un don tan precioso de discernimiento, dispone Iñigo de un
instrumento para interpretar la rica experiencia propia e irla convirtiendo
en el método de búsqueda evangélica que son los Ejercicios. Así puede
afirmarse que los Ejercicios proceden substancialmente de la experiencia
del Cardoner. Por lo que se refiere a la Compañía transcurrirán muchos
años e Iñigo no sabrá del todo adónde quiere conducirle Dios con aquella
nueva visión… pero la luz del Cardoner fue el foco con el que se
desvanecieron tantas oscuridades hasta el momento de ver con claridad la
fundación de la Compañía de Jesús”22.
Los autores de la vida mística anotan que estas ilustraciones intelectuales son
fenómenos espirituales que acompañan con frecuencia y de diversas maneras a
aquellos que ya están en la contemplación. Las sustanciales, como la del
21
Cfr. Rambla S.I., o.c., p. 48, nota 23.
22
Ibíd, p. 49
10
Cardoner en Ignacio, consisten en la repentina infusión de una idea mental
simplicísima, tan fecunda y luminosa como compendiosa en que el alma
descubre a veces toda una larga serie de misterios tan superiores al alcance
humano, que ni siquiera después de conocerlos encuentra las más de las veces
ninguna suerte de palabra o símbolos con que expresarlos o representarlos23.
San Juan de la Cruz afirma que son de un valor inapreciable y que en ellas no
cabe el menor engaño. El efecto que producen no es variable o pasajero, ni
menos incierto o inconstante. Son seguras y eficaces y nunca se borran de la
memoria. Se realizan inmediatamente y el alma siente plena conciencia de la
luz y energía que con ellas recibe para cumplirlas.24
23
Cfr. Arintero, Juan O.P., Evolución Mística, p.363-368.
24
Cfr. San Juan de la Cruz, Subida 2, c. 31; Arintero, ibíd., p.364; Santa Teresa, Vida, c. 25
25
Cfr. P. Rambla, S.I., o.c., p. 97, nota 13.
11
Los autores de la vida mística anotan, por su parte, que las locuciones
formales, como explica Santa Teresa26, tocan al alma sin que ella en nada
contribuya a dispararlas. Siempre vienen con gran eficacia y suma claridad.
Las oye distintamente sin perder una sola sílaba. Así nota y siente claro que es
Dios quien le habla, y no puede tener ello la menor duda, pues que Él se deja
sentir con plena evidencia. Por esto no se le olvidan ni se le confunden jamás.
Y siempre resultan verdaderas en sí mismas, aunque a veces quepa algún error
en entenderlas o interpretarlas. Cuando se refieren a asuntos futuros, se verán
fielmente cumplidas, aunque no siempre del modo que se espera. Estas, pues,
son en sí mismas seguras27.
12
una invitación a que retomemos esta semana el libro que tenemos colocado en
la Red y lo leamos y reflexionemos de modo orante e interiorizándolo.
BIBLIOGRAFIA
Ignacio de Loyola, Autobiografía, por Rambla Josep María, S.I., Editorial Sal
Terrae, Santander, 2ª. Edición, 1993.
13
Lagrange Garrigou, O.P., Las Tres vías y las Tres conversiones, editorial
Poliglota, Barcelona, 1936.
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