Professional Documents
Culture Documents
EL SABIO
TIBETANO
Traducción: MOISES
M. PRELOOKER
PRIMERA EDICIÓN
Junio 1980
Impreso en la Argentina
Printed in Argentina
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 c.
by EDITORIAL TROQUEL S.A., Buenos Aires, 1980
El año pasado tuve ocasión de comprobar la
gentileza y la cordialidad del señor Ressia hacia sus
autores, motivo por el cual deseo dedicarle este
libro.
10
CAPITULO I
-¡Lobsang! ¡LOBSANG!
Confusamente comencé a emerger de las
profundidades de un sueño producido por el agotamiento.
Había sido un día terrible y ahora. . . me llamaban.
La voz retumbó de nuevo:
— ¡Lobsang!
De pronto sentí a mi alrededor una conmoción, abrí
los ojos y creí que la montaña se me caía encima. Una
mano me alcanzó y, con un rápido tirón, me arrancó de mi
lugar de reposo y me empujó hacia un costado, apenas a
tiempo, pues una roca inmensa, de bordes filosos, se
deslizó tras de mí y me desgarró la ropa. Me levanté de un
salto y seguí a mi acompañante, semiaturdido, a un
pequeño saliente, en la parte más extrema de lo que había
sido una minúscula ermita.
A nuestro alrededor arreciaban las rocas y la nieve
que se precipitaban hacia abajo. Repentinamente
observamos la encorvada figura del viejo ermitaño que
trataba de llegar a la mayor velocidad posible hasta el
lugar en que nos encontrábamos. Pero no lo logró: una
enorme masa de rocas rodó por la montaña y barrió con la
ermita, el ermitaño y el saliente sobre el cual había estado
apoyada aquélla, una prominencia que medía alrededor
de sesenta metros y que voló como una hoja en una
tormenta.
Mi Guía, el Lama Mingyar Dondup, me sostenía
firmemente por los hombros. La oscuridad nos rodeaba: ni
un solo destello de luz proveniente de las estrellas o
11
LOBSANG RAMPA
27
CAPITULO II
Le contesté:
- Si el agua se ha mantenido fresca, también debe
de haber alimentos que estén igualmente frescos.
Me levanté con cierta dificultad, pues el asiento
parecía aferrarse a mí. Cuando apoyé las manos en los
brazos de la silla no sólo me sentí liberado, sino que me
encontré proyectado hacia arriba, hasta quedar de pie.
Después de recuperarme de mi estupor, comencé a tantear
las paredes de la pequeña cocina y observé una serie de
hendiduras que parecían carecer de toda finalidad.
Introduje el dedo en una de ellas y presioné, no pasó
nada. Presioné hacia el costado y tampoco ocurrió nada.
Me dirigí a otra, introduje directamente el dedo en la
hendidura, e inmediatamente un panel se deslizó hacia
un costado. Dentro de ese armario, gabinete, o llámelo
como usted quiera, había una cierta cantidad de jarras,
aparentemente sin ningún tipo de soldadura. Eran
trasparentes, de modo que se podía observar su
contenido. Lo cierto es que se trataba de algún tipo de
alimento. Pero ¿cómo era posible preservarlos durante
un millón de años y aún más?
Analicé el problema, cada vez más desconcertado.
Había dibujos de alimentos que yo nunca había visto, y
algunos parecían encerrados en un recipiente trasparente
que no parecía posible abrir. Recorrí los armarios,
aparadores o cuartos de almacenamiento, uno por uno,
y me encontré cada vez ante una nueva sorpresa Yo
conocía el aspecto de las hojas de té, y en uno de los
gabinetes había recipientes a través de cuyas paredes
se las veía. Tuve otras sorpresas. Algunos de ellos
contenían evidentemente trozos de carne. Yo nunca había
comido carne, y hubiera deseado probar su sabor,
comprobar a qué se parecía.
Pronto me cansé de jugar en la cocina y salí a buscar
al Lama Mingyar Dondup quien con un libro en la mano
y el ceño fruncido, se encontraba en un estado de intensa
concentración.
—Maestro —le dije— encontré el lugar donde guardan
los alimentos: los conservan en recipientes trasparentes,
pero no hay forma de abrirlos.
33
LOBSANG RAMPA
46
CAPITULOIII
Agregó:
—Aún no me siento con fuerzas para caminar. Por
consiguiente, te sugiero que hagas una recorrida por los
diferentes compartimientos porque necesitamos
averiguar todo lo que sea posible saber.
De una manera en cierto modo desafiante salí de la
gran habitación en que nos encontrábamos y observé
que había una gran cantidad de cuartos. Entré en uno de
ellos y las luces me siguieron. El lugar parecía estar lleno
de maquinarias que brillaban como si hubieran sido
instaladas ese mismo día.
Recorrí el cuarto con un temor que me impedía
tocar nada, y en forma totalmente accidental me acerqué
a una máquina que mostraba dibujos animados. Se veían
botones, una especie de silla y un hombre de aspecto
extraño que ayudaba a otro hombre aún más extraño a
sentarse en la silla. Luego el primer hombre asió los dos
brazos de la silla y observé que doblaba el brazo derecho.
La silla se elevó varios centímetros. El dibujo cambió y
mostró la silla mientras era empujada a lo largo de
diferentes máquinas, haciendo cosas para ella que ahora
hacía para mí. Giré de prisa, tropecé con la silla con
ruedas y caí, lesionándome la cara. Sentí un golpe en la
nariz, que se humedeció: estaba sangrando. Empujé la
silla y regresé con rapidez hacia donde se encontraba el
Lama.
—Maestro, tropecé con esta maldita silla y necesito
algo para limpiar mi cara ensangrentada.
Extraje de una caja un rollo de tela azul, en cuyo
interior se observaba algo que parecía algodón. Después
de aplicarla a las ventanas de la nariz durante algunos
minutos la hemorragia se detuvo y arrojé el algodón lleno
de sangre a un recipiente vacío. Algo me impulsó a mirar
su interior; me sobresalté al comprobar que el material
había desaparecido, no en la oscuridad o algo por el
estilo. Simplemente había desaparecido. Me dirigí al
rincón en que había arrojado el pus y el resto de los
residuos y, utilizando un trozo chato de metal con un
mango de madera, tomé todos los residuos que pude de
una sola vez y los arrojé en ese contenedor donde
desapare-
52
EL SABIO TIBETANO
61
CAPITULO IV
82
CAPITULO V
102
CAPITULO VI
118
CAPITULO VII
135
CAPITULO VIII
152
CAPITULO IX
167
EPILOGO
De este modo concluye otra historia verídica. Ahora
sólo me queda esperar en mi lecho de hospital que se
corte mi Cordón de Plata y se destruya mi Cuenco
Dorado para ir a mi Hogar Espiritual: Patra.
Podría haber hecho muchas cosas. Por ejemplo,
me agradaría haber hablado en la Liga de las Naciones
—sea como fuere su nombre ahora— en favor del
Tí-bet. Pero había demasiados celos, demasiado rencor,
y el Dalai Lama se encontraba en una posición difícil
al tener que recibir ayuda de la gente y —desde luego—
yo no podía actuar contra su voluntad.
Podría haber escrito más acerca del Tíbet, pero
también en este caso había celos y artículos que decían
falsedades. La prensa busca siempre aspectos espantosos
y horribles que llama "inicuos" y que publica todos los
días.
La trasmigración es algo real, un hecho auténtico
y constituye el objeto de una gran ciencia. Es como si un
hombre viajara por vía aérea hacia su destino y luego
encontrara un automóvil esperándolo al bajar del avión.
La única diferencia consiste en que un Gran Espíritu
se apodera de un cuerpo, para estar en condiciones de
realizar una tarea que le ha sido asignada.
Mis libros son verídicos, absolutamente verídicos;
si el lector cree que éste huele a ciencia-ficción, está
equivocado. Se podría haber aumentado su contenido
científico si los hombres de. ciencia hubiesen
demostrado algún interés. En cuanto a la ficción, no
existe en absoluto, como tampoco "licencias artísticas".
169
LOBSANG RAMPA
Aquí estoy, en mi vieja cama de hospital, esperando
la liberación con respecto a la larga noche de horror que
es la "vida" sobre la Tierra. Mis gatos han sido un alivio y
una alegría para mí y los amo más que a los seres
humanos.
Una palabra final. Algunos ya han tratado de sacar
provecho de mí. Cierta gente de Plymouth, Inglaterra,
hizo circular la versión de que yo había muerto y desde el
"Otro Lado" les había ordenado inaugurar un curso por
correspondencia. Yo lo dirigiría desde el "Otro Lado" y
estableceríamos una correspondencia con el Consejo
Ouija. Ahora bien: el Consejo Ouija es una falsificación
total, peor aún, pues en algunos casos puede permitir que
entidades malvadas o dañinas tomen posesión de la
persona que se sirve de él.
Que los Buenos Espíritus los protejan.
170
ÍNDICE
Prólogo ............................................................................ 9
CAPITULO I ................................................................... 11
CAPITULO II ................................................................. 29
CAPITULO III ................................................................ 47
CAPITULO IV....... ..... ................................................... 63
CAPITULO V.................................................................. 83
CAPITULO VI ................................................................ 103
CAPITULO VII............................................................... 119
CAPITULO VIII ............................................................. 137
CAPITULO IX ................................................................ 153
Epílogo............................................................................ 169
Esta 1ra edición consta de 10.000 ejemplares y se terminó de imprimir
en ESTABLECIMIENTOS GRÁFICOS SAN JAVIER S.A., en la
calle Chile 987, Avellaneda, Pcía, de Buenos Aires, República Argentina,
en el mes de Junio de 1980.