You are on page 1of 3

Trastornos de la pleura

La pleura es una fina membrana transparente que recubre los


pulmones y que además reviste el interior de la pared torácica. La
superficie que recubre los pulmones se encuentra en contacto con la
que reviste la pared torácica. Entre las dos superficies flexibles hay
una pequeña cantidad de líquido que las humedece y así se deslizan
uniformemente una sobre la otra con cada movimiento respiratorio. El
aire, la sangre, un líquido u otras materias pueden introducirse entre
las capas de la pleura. Cuando se acumula demasiada materia,
puede que uno o ambos pulmones pierdan la elasticidad para
expandirse normalmente con la respiración, lo que produce un
colapso pulmonar.
Pleuresía
La pleuresía es una inflamación de la pleura.
La pleuresía se produce cuando un agente (por lo general un virus o una bacteria) irrita la pleura,
causando una inflamación. La pleuresía puede ser seca (pleuritis seca) o acompañada de
exudación de líquido dentro de la cavidad pleural (derrame pleural). Una vez que desaparece la
inflamación, la pleura puede volver a la normalidad o bien pueden producirse adherencias que
hacen que las capas de la pleura se peguen entre sí.
Síntomas y diagnóstico
El síntoma más frecuente de la pleuresía es el dolor torácico, que por lo general comienza de
repente. El dolor varía desde un malestar vago a un intenso dolor punzante. La persona puede
sentir el dolor sólo cuando respira profundamente o tose, o bien puede tener un dolor persistente
que empeora con la respiración profunda y la tos. La inflamación de la membrana pleural externa
es la causa del dolor que generalmente se siente en la pared del tórax justo en el sitio de la
inflamación. Sin embargo, el dolor se puede sentir también, o solamente, en el abdomen o en el
cuello y en los hombros (dolor reflejo).
La respiración puede ser rápida y poco profunda porque respirar profundamente produce dolor;
los músculos del lado que duele se mueven menos que los del lado normal. Si se acumula una
gran cantidad de líquido, pueden separarse las capas de la pleura y de este modo el dolor
torácico desaparece. La gran acumulación de líquido puede causar dificultad en la expansión de
uno o de ambos pulmones al respirar, provocando distrés respiratorio.
Dos planos de la pleura
El diagnóstico de la
pleuresía es
habitualmente fácil porque
el dolor es característico.
Al auscultar al paciente,
el médico puede escuchar
con el fonendoscopio un
sonido chirriante, llamado
roce pleural. Aun cuando
no se ve la pleuresía en
la radiografía, puede
observarse quizás una
fractura de costilla, una
evidencia de una
enfermedad pulmonar, o
una pequeña acumulación
de líquido en la cavidad
pleural.
Tratamiento
El tratamiento de la pleuresía depende de su causa. Cuando es una infección por bacterias, por
ejemplo, se prescriben antibióticos. Si la causa es una infección por virus, no se necesita ningún
tratamiento para la infección. Si es una enfermedad autoinmune, su tratamiento suele mejorar la
pleuresía.
Los analgésicos como el paracetamol o el ibuprofeno pueden por lo general aliviar el dolor
torácico, independientemente de la causa de la pleuresía.
La codeína y otros narcóticos son analgésicos más fuertes, pero no son aconsejables porque
tienden a suprimir la tos, lo que no es recomendable porque la respiración profunda y la tos
ayudan a prevenir la neumonía. Por esa razón, se
recomienda al paciente con pleuresía que respire profundamente y tosa tan pronto disminuya el
dolor. La tos puede también ser menos dolorosa cuando el propio paciente o un ayudante
mantienen una almohada firmemente apoyada contra la parte dolorosa del tórax. Vendar todo el
tórax con bandas elásticas amplias y no adhesivas alivia el dolor torácico agudo. Sin embargo, el
vendaje del tórax para reducir la expansión durante la respiración aumenta el riesgo de
neumonía.
Derrame pleural
El derrame pleural es la acumulación anormal de líquido en la cavidad pleural.
Normalmente, sólo una capa fina de líquido separa las dos membranas de la pleura. Una cantidad
excesiva de líquido puede acumularse por varios motivos, como la insuficiencia cardíaca, la
cirrosis hepática y la neumonía.
Los otros tipos de líquido que se pueden acumular en la cavidad
pleural pueden ser sangre, pus, líquido lechoso y un líquido alto en
colesterol.
La sangre en la cavidad pleural (hemotórax) es generalmente el
resultado de una herida en el tórax. En raras ocasiones, puede un
vaso sanguíneo romperse dentro de
la cavidad pleural o una zona Derrame pleural
dilatada de la aorta (aneurisma Dibujo esquemático de la imagen
aórtico) derramar sangre en dicha radiográfica del derrame pleural
cavidad. La hemorragia puede (forma de curva cóncava hacia
también ser causada por la arriba).
coagulación defectuosa de la
sangre. Debido a que la sangre en
la cavidad pleural no se coagula
completamente, es relativamente
fácil para un médico extraerla
mediante una aguja o un tubo
torácico.
El pus en la cavidad pleural
(empiema) puede acumularse
cuando la neumonía o el absceso
pulmonar se derrama en la cavidad
pleural. El empiema puede ser una complicación de una neumonía o
bien una consecuencia de una infección de una herida en el tórax, de
una cirugía de tórax, de la rotura del esófago o de un absceso en el
abdomen.
El líquido lechoso en la cavidad pleural (quilotórax) es causado por
una lesión de los principales conductos linfáticos del tórax (conducto
torácico) o por la obstrucción del conducto causada por un tumor.
El líquido alto en colesterol en la cavidad pleural es el resultado de
un derrame pleural de mucho tiempo de evolución, como el causado
por la tuberculosis o por la artritis reumatoide.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas más frecuentes, independientemente del tipo de líquido en la cavidad pleural o de
su causa, son ahogo y dolor de pecho. Sin embargo, muchos individuos con derrame pleural no
manifiestan ningún síntoma.
Una radiografía de tórax, que muestra el líquido, es generalmente el primer paso para el
diagnóstico. La tomografía computadorizada (TC) muestra más claramente el pulmón y el líquido
y puede revelar la presencia de una neumonía, un absceso de pulmón o un tumor. Una ecografía
puede ayudar al médico a localizar una pequeña acumulación de líquido, con el fin de extraerla.
Casi siempre se extrae una muestra de líquido para su examen mediante una aguja
(procedimiento denominado toracocentesis). El aspecto del líquido puede ayudar a determinar la
causa del derrame. Ciertos exámenes complementarios evalúan la composición y determinan la
presencia de bacterias o de hongos. La muestra se examina además para establecer el número y
los tipos de células y la presencia de células cancerígenas.
Cuando estas pruebas no pueden identificar la causa del derrame, es necesario realizar una
biopsia de la pleura. Utilizando una aguja de biopsia, el médico extrae una muestra de la capa
externa de la pleura para su análisis. Si la muestra es demasiado pequeña para un diagnóstico
preciso, se debe tomar una muestra de tejido con una pequeña incisión en la pared torácica
(procedimiento llamado biopsia pleural abierta). A veces se obtiene una muestra usando un
toracoscopio (un tubo de observación que permite al médico examinar la cavidad pleural y sacar
muestras).
En algunas ocasiones, una broncoscopia (un examen visual directo de las vías aéreas a través de
Copyright ©2005 Merck Sharp & Dohme de España, S.A.
Madrid, España. Todos los derechos reservados.

You might also like