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Página Católica

Le invita a leer:

"Caballero liberal y Obispo valiente"


(Solemnidad de San Martín de Tours, patrono de Buenos Aires)
Domingo 11 de Noviembre de 2007

Predicado por el R. P. Dr. Alfredo Sáenz, SJ

Síntesis a modo de presentación


Cuando San Martín fue ordenado Obispo de Tours, el episcopado francés (galo-romano,
para mayor precisión), bastante relajado por aquel entonces, se habían aliado con el poder
político para expulsar de su cátedra a San Hilario, campeón de la lucha sin cuartel contra
los herejes arrianos. Pero Martín, casi solo, se levantó de entre aquellos malos pastores
negándose a guardar silencio frente a la herejía invasora. Fundó en cuanto pudo el
monasterio de Marmoutier, entendiendo que la vida contemplativa debía ser centro de
irradiación de santidad en su diócesis, y que pasaría a constituir una especie de semillero
de obispos y sacerdotes santos. Su método misionero, basado en la decisión y la valentía,
no era muy "ecuménico" ni "indigenista" que digamos: llegado a un pueblo, emprendía,
junto a los suyos, el derribo de los árboles sagrados y la demolición de los templos
paganos.
Este caballero, de quien dijo don Quijote: "también fue de los aventureros cristianos, y creo que
fue más liberal (1) que valiente", es el que tiene la trabajosa misión de cuidar la Buenos Aires
actual, ciudad turbulenta, apóstata, llena de pobres de espíritu, de fe, de vida sobrenatural.
Que Dios nos dé pastores santos como él, que expongan la verdad y corrijan el error,
verdaderos epíscopos (el que está vigilando desde lo alto), porque no podrá ser reconstruida
la Ciudad de Dios sin sacerdotes santos.
(1) Liberal: Generoso, que obra con liberalidad.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (25, 31 – 40)


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en
su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos
de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha
y a estos a la izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, y recibid en
herencia el Reino que os fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; estaba de paso, y me alojasteis; desnudo, y me
vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme". Los justos le responderán
diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de
beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos
enfermo o preso, y fuimos a verte?".
Y el Rey les responderá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con el más pequeño de mis
hermanos, conmigo lo hicisteis".

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Homilía

• San Martín de Tours, gloria de las Galias y hombre que ha sido una lumbrera en la
Iglesia de Occidente en el siglo IV, nació en Panonia (en la actual localidad de
Szombathely), que era el nombre antiguo de la actual Hungría, por encontrarse allí de
guarnición su padre, que era soldado, que era alto oficial del Imperio Romano.
• La educación la recibió, sin embargo, en la ciudad italiana de Pavía (antigua Ticinum),
y de muy joven, a los 15 años, se enroló él también en el ejército y sirvió en la Guardia
Imperial a caballo. Durante ese tiempo, ocurrió en la ciudad francesa de Amiens el
conocido suceso del “Pobre”, al cual él le dio parte de su capa militar. Era un día de
invierno, muy crudo, cuando se encontró en las puertas de la ciudad de Amiens con
ese pobre casi desnudo que, temblando de frío, le pedía limosna. Siendo Martín
todavía catecúmeno, no estaba bautizado, y viendo que la gente seguía de largo, pensó
en ayudarlo, pero como lo único que llevaba eran sus armas y su uniforme militar,
sacó su espada, partió su manto en dos y regaló una de las mitades al mendigo. “Esa
noche, nos cuenta su biógrafo, Martín vio en sueños a Jesucristo vestido con el trozo
de manto que él había regalado al mendigo, y oyó que le decía “Martín, aunque sólo eres
catecúmeno, me cubriste con tu manto”. Quizás por eso la Iglesia ha elegido como
Evangelio para este día aquel contacto de Cristo Rey, de Cristo que vendrá para juzgar
y separar a los buenos de los malos: “Porque tuve hambre y me diste de comer”, le
dirá a los buenos, “estaba desnudo y me vestiste”. Él lo cumplió de manera expresa.
• Tres años después de haber ingresado en la milicia, tenía 18 años, fue bautizado, y
atraído por la enorme fama de San Hilario, uno de los obispos más grande de la
antigüedad, obispo de Poitiers, se hizo discípulo suyo, quien lo acogió en su compañía,
y lo ordenó de exorcista, con lo cual ya empezó a entrever el poder del maligno, del
malo, “líbranos del mal o del maligno” rezamos en el Padre Nuestro. Exorcista,
expulsador de los demonios con un cargo oficial de la Iglesia. Poco después Hilario,
que era un gran obispo combatiente contra la herejía arriana que pululaba en toda
Europa y cuyo mayor enemigo había sido San Atanasio el obispo de Alejandría - por
eso lo llamaron a Hilario “el Atanasio de Occidente”, porque así como Atanasio en el
Oriente combatió en soledad casi total contra la herejía arriana que había dominado
buena parte de la Iglesia, también Hilario en el Occidente hizo otro tanto. Pues bien,
Hilario por este combate tan notable, mal visto por la autoridad política que quería el
pacifismo a ultranza, se vio obligado a exiliarse en Oriente. Y allí lo siguió nuestro
Martín, el joven Martín, que estaba fascinado por la figura de este pastor
extraordinario, este Doctor de la Iglesia que es san Hilario Y también con él retornó
después de un tiempo de estar el pastor exiliado, y con su apoyo fundó un monasterio
en Ligugé. Ahora ya era sacerdote, a Martín lo habían ordenado, Hilario lo ordenó
sacerdote, e hizo un monasterio de vida contemplativa en la ciudad de Ligugé. Y
pronto lo hicieron obispo de Tours. Por eso, “San Martín de Tours”, obispo de esta
ciudad de Francia.
• El Episcopado romano, que en aquella época se extendía por toda la región de la actual
Francia y zonas contiguas, estaba bastante relajado y doctrinalmente era muy flojo.
Hemos visto ya como el pobre Hilario, el glorioso Hilario, tuvo que exiliarse, también
sin duda por presión de sus propios colegas en el Episcopado aliados con el poder
político. Pues bien, en ese Episcopado un poco relajado, la figura de San Martín obispo
de Tours emerge, y fundó en cuanto pudo un monasterio, entendiendo que la vida
contemplativa tenía que ser como el centro de irradiación de sus diócesis, el famoso

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monasterio de Marmoutier, en las afueras de la ciudad episcopal de Tours, junto a la
ciudad de Tours, monasterio que pasaría a constituir una especie de semillero de
obispos y sacerdotes reformadores, de buenos y santos pastores y grandes sacerdotes
en medio del relajado clero de las Galias de entonces.
• El Arrianismo, como dijimos, había seducido no solamente a muchos cristianos fieles,
sino también a sacerdotes y muchos obispos. “Martín casi solo, nos dice el cronista, se
elevó contra aquellos pastores, negándose a guardar silencio frente a la herejía invasora”. Su
método misionero no fue, digamos, muy ecunémico, al estilo moderno de la palabra
“ecuménico”. Recuérdese que en ese tiempo todavía dominaba en el Imperio el
paganismo, el pagano tenía sus árboles sagrados y él entendió que había que convertir,
acercar a esa gente, enfrentándola primero, y luego persuadiéndola. Estaba basado su
apostolado en la decisión y la valentía, y así, rodeado por los suyos, por los más
adictos, llegaba a un pueblo de la diócesis de Tours y uniendo la autoridad con la
persuasión, emprendía la demolición del templo pagano y de los árboles sagrados. Un
pontificado intenso, breve, pero intenso, muy celoso, muy apostólico.
• Murió el 8 de noviembre del año 397. El 11 de noviembre fue sepultado en la ciudad de
Tours, por eso celebramos hoy 11 de noviembre la Fiesta de este gran santo.
Construyéndose luego sobre sus restos una magnifica Basílica que duraría hasta la
Revolución Francesa. La barbarie, el vandalismo de la Revolución Francesa, hizo al
revés que lo que había hecho San Martín. Él destruyó templos paganos, la Revolución
Francesa que es el contracristianismo, va a destruir la Basílica de Tours, o mejor, la
hizo como propiedad privada, como mercado, y el dueño un día, el día de San Martín,
la hizo dinamitar. Una magnifica Basílica que había sido empezada en el siglo V, y que
luego, en románico, había llegado al esplendor.
• Su fama en Francia fue inmensa. Fueron tantas las iglesias a él dedicadas, en todo el
territorio galo, que se comenzó a llamarlas “capillas”. Todas las iglesias eran capillas.
¿Por qué se llaman “capillas” y por qué ésta también? En ese sentido también es hija de
San Martín, por la “capa” de San Martín, porque como casi todas las iglesias estaban
consagradas a San Martín de Tours, era una capilla, un lugar en donde estaba la capa.
Y también la palabra “capellán” viene de ahí: “el que cuida de la capa”, el que cuida el
recuerdo de la famosa capa que dio al pobre. “Capel”, capilla significa en francés, capa
pequeña.
• Conocido es el episodio del Quijote, en que nuestro ingenioso caballero se encontró en
cierta ocasión con doce hombres vestidos de labradores que llevaban unas cuantas
imágenes cubiertas, irían quizás en procesión o algo así, pide Don Quijote que
descubran las imágenes y la segunda resultó ser, dice el texto de Cervantes, la de San
Martín puesto a caballo que partía la capa con el pobre. y apenas la hubo visto Don
Quijote cuando dijo: “este caballero también fue de los aventureros cristianos, y creo que fue
más liberal que valiente”, es decir, que fue muy valiente, y más que valiente, liberal.
Liberal significa generoso, dadivoso, por eso dio su capa. “Como lo puedes echar de ver
Sancho en que está partiendo la capa con el pobre, y le da la mitad”, y sin duda debía ser
entonces invierno, que sino él se la diera todo, según era de caritativo”.
• Este es el gran santo que hoy conmemoramos, el gran santo que tiene el trabajoso
cargo de custodiar la pobre Buenos Aires, ciudad turbulenta, ciudad apóstata en estos
días. Tantos mendigos de espíritu, San Martín míralos; tantos desnudos de Fe, de vida
sobrenatural. Que San Martín, patrono nuestro, cubra las miserias de nuestro pueblo.

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• Ojalá Dios nos dé pastores santos como él, que expongan la Verdad y develen el error.
Tal es el oficio del Buen Pastor, enseñar la Verdad y corregir el error, y eso es lo que él
hizo frente a las herejías, el arrianismo, etc., la defensa de la Fe y la exposición de la Fe
a través de su predicación habitual. Obispados que sean verdaderamente episcopios,
episkopo, significa “el que esta vigilando” (de “epi”, sobre y “escopos”, mirar). Así
como “telescopio” es “mirar de lejos”, “episkopo” significa: “el que mira de lejos, de lo
alto, sobre un conjunto”; o sea, como quien se sube a un mangrullo, a una torre, para
ver cuando viene el lobo y denunciar. El pastor que no es pastor mudo, ve venir el
lobo, lo denuncia, comunica esa noticia a su pueblo. Obispos así como él, a imagen de
Cristo, el Buen Pastor, que enseñó la verdadera doctrina y también denunció el error y
la apostasía; y sacerdotes celosos, llenos de fuego apostólico como San Martín. Esta es
la gran solución de la Iglesia, de la crisis moderna, no sólo política, sino también
religiosa; o mejor digamos al revés, no sólo religiosa, sino también política, ya que una
ciudad si quiere reformarse, debe comenzar por reformar el sacerdocio, hacer
sacerdotes santos. No hay una ciudad que se eleve espiritualmente si previamente no
se a elevado el grupo de sacerdotes; y por eso necesitamos santos obispos y santos
sacerdotes. ¡San Martín de Tours, ruega por nosotros!

Página Católica agradece al Sr. Juan Manuel Yangüela la trascripción de esta homilía.

(www.paginacatolica.com)

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