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UN ANTES DE LA
PRIMERA VUELTA
(TEXTO EN FRANCES Y ESPAÑOL)
En el marco de la preparación de su Informe para el Congreso de Neurología y de Psiquiatría de Milan en
1970 sobre el tema: «Aportes del psicoanálisis a la Semiología Psiquiátrica », Georges Daumézon había
invitado a diversos especialistas para que le dieran parte de sus observaciones sobre el tema. Jacques
Lacan convidado una tarde al anfiteatro Magnan del hospital Henri‐Rousselle en París hizo una
intervención; el registro de mala calidad no permitió reconstituir todo. Reproducimos más abajo una
versión mecanografiada (probablemente la estenotipia) depositada en la Biblioteca de la Escuela lacaniana
de psicoanálisis, bajo el título: « Aportes del psicoanálisis a la psiquiatría ». Otra versión, sensiblemente
diferente en ciertos puntos ha sido propuesta por el Boletín de la Asociación freudiana n ° 21 en enero de
1987.
(1)
Daumézon ‐ leiste el texto de Melman.
Lacan ‐ Leí el conjunto de las cosas y evidentemente quede contento con el texto de Melman más que
con los otros … Partamos a pesar de todo de lo que es el objeto, es decir el aporte del psicoanálisis a la
semiología psiquiátrica.
Es evidente que es una cuestión que no puede serme indiferente, entonces cuando pensé en eso,
pensé forzosamente como siempre, no podemos salir de su presente. Es decir que es a partir del punto donde
digo ciertas cosas ahora que voy a tratar de puntualizar algo.
Como a pesar de todo, puesto que hablo en presente, me considero Psicoanalista, me pregunté lo que
había aportado a la semiología psiquiátrica, entonces esto no es muy complicado como punto de partida. Es
completamente claro por ejemplo que aporté algo a la semiología psiquiátrica, que incluso llamé por un
nombre que había hecho una especie de escándalo en la época cuando saqué la paranoia de autocastigo es
decir « el caso Aimée», mi tesis, el compañero Cellier… No sé si sabes lo que eso fue… Nadie aquí
naturalmente sospecha más lo que eso fue… Cellier es un humo… Cellier fue una cosa loca esa historia de
autocastigo.
Lo que me impresiono es que reúne la estructura en suma que articulé en ese momento como podía,
de un caso que había seguido muy cuidadosamente. En verdad, no veo una montaña, ni nada que me separe
de la manera en la que procedí en aquella época. Mi paciente, a la que llamé Aimée, era verdaderamente muy
conmovedora. La manera en la que procedí con ella y lo que enseño ahora, absolutamente no veo ninguna
especie de diferencia. Todo lo que articulo en mi tesis como semiología tiene algo que voy a tratar de decir
ahora y que tiene una cierta relación con lo que hace la suma de esta observación, es decir lo que me hizo
llamarla el autocastigo; una cierta relación con un punto que llamaremos « el punto de acto », que tiene muy
ahí dentro una función ya que es completamente claro que todo eso que es en esta paciente, construcción,
delirio, manifestaciones propiamente hablando psicóticas, cayó neto con ese punto de terminación que es
algo específico y distinto de esto que es realizable, si se puede decir, en otras psicosis. Es raro que se observe
esta manifestación, este fenómeno singular, ver el delirio depurarse como esto, absolutamente radicalmente.
Es muy raro por una razón que se puede <algunas palabras faltan> (2) fue propiamente hablando del orden de
lo imposible, mientras que en un caso así digamos particular, para no hablar de simplicidad, en este caso
resultaba que era posible.
Es muy evidente que describiendo las cosas así a propósito de mi paciente de esa época, no tenía las
categorías que tengo ahora, no tenía ninguna idea del objeto a en ese momento. Pero es completamente
sorprendente que cuando hice este trabajo que salió en 1932, tenía entonces 30 años, procedí con un método
que no es sensiblemente distinto de lo que hice después. Si se relee mi tesis, vemos esta especie de atención
dada a eso que fue el trabajo, el discurso de la paciente, la atención que le presté es algo que no se distingue
de lo que pude hacer después.
Tomamos las cosas completamente por otro lado (improviso, pensaba que esta tarde habría muchos
personas que hablarían antes de mí; los esperaba un poco bajo el olmo. Trato de desenredarme. Hay una cosa
que me parece también bastante sorprendente, que voy a tratar de expresar como eso me salga. Hago en el
Servicio de Daumézon cada viernes una presentación de enfermos y voy en seguida a decir lo que me impacta
ahí dentro. Me parece que en mis presentaciones del viernes, hay una aportación del Psicoanálisis a la
semiología psiquiátrica, (los que están allí y los que me siguen desde hace años, les pido decir si lo que voy a
exponer les parece a ellos pertinente) y voy a decirte cómo esto se presento para mí. Hay a pesar de todo
unos rastros escritos por ejemplo en lo que se llama « de una cuestión preliminar a todo tratamientos posible
de la psicosis », se hace expresamente referencia a un paciente, si mi memoria es buena, que había visto en
una de estas presentaciones, es el caso « vengo del charcutero, la cochina, etc. » que sirve en cierto modo de
introducción a eso que di aquel año del análisis del caso Schreber y lo relaciono con un caso que ha sido visto
expresaría así: si un cierto tipo de interrogatorio, cierto tipo de relación con el enfermo pudiese especificar
una cierta posición que es adquirida la, esencial al Psicoanalista, hay una cierta manera de interrogar al
<paciente> <algunas palabras faltan}> (4) semiología psiquiátrica, es una cosa que requiere la colaboración, la
asistencia de alguien que esté digamos del mismo modo « en la jugada» que el Psicoanalista cuando es él
quien allí, lleva el juego.
Podemos, en consecuencia de esto, plantear toda suerte de cuestiones: ¿vale más o no vale más que la
tercera persona sea ya él mismo ya formado en la semiología psiquiátrica? Pienso que esto toma tanto valor
que la persona <que me acompaña> no es un ignorante en absoluto de la semiología psiquiátrica. Esto sugiere
una cierta forma de recolección de los informes, de los procesos verbales que pueden producirse en un tal
modo de abordaje que no tiene nada de artificial. En resumidas cuentas, no hay objeción a que sea alguien del
tipo del Psicoanalista que haga el examen de casos típicos, de casos normales, en un centro como este. Es
decir, puesto que estamos en Henri‐Rousselle, que son esas gentes quienes vienen para pedirme auxilio. Qué
la gente venga para resguardarse allí, como justamente lo subrayaba a propósito de este caso, no prueba que
ellos sean unos incapacitados o enfermos mentales.
Para decantar lo que es propiamente hablando síntoma, creo que esta combinación de un cierto modo
de abordaje y con un cierto modo con la presencia de un personaje tercero que está ahí, que justamente
escucha en la medida en que aparece más especialmente en él lo que está ligado a la persona que interroga
por el hecho de esta experiencia común del análisis, podría ser, me parece, la ocasión de un tipo de
recolección de un montón de cosas que son propiamente del orden del registro y que entran en el caso de lo
que definiría como síntomas.
Parto de ahí y puedo expresarme de una manera tan directa debido a ese título « Aportación del
Psicoanálisis a la semiología psiquiátrica ». Porque en resumidas cuentas, quizás este término de semiología
toma un acento completamente especial en lo que es del registro psiquiátrico, no hay que poner sin embargo
en la sombra, el hecho que la semiología psiquiátrica es algo que es muy especialmente interrogado en
nuestra época, esta especie de giro histórico que vivimos. La semiología psiquiátrica, de lo que tiene <palabra
faltante>, todo lo que es del movimiento que se llama estructuralismo esta ligado sin embargo
profundamente a una puesta en cuestión de lo que tiene que ver allí con de la semiología psiquiátrica. No
podemos poner en la sombra el hecho de que a consecuencia de los trabajos de alguien como Miguel Foucault
toda la cuestión del estatuto que está dado en el equilibrio social tomado en su conjunto en eso que
sobresalía propiamente hablando de semiología en la Psiquiatría es una cosa que <algunas palabras faltan>.
(5) Sociedad de lo que conviene o no registrar como del orden psiquiátrico es decir que necesitando la
intervención del médico como tal tanto que es que eso deba ser algo que tuviera su estatuto.
Allí de nuevo hay que saber que un cierto registro teórico puede tomar toda su función. Pero es
necesario saber lo que quiere decir síntoma propiamente hablando en este campo, que es el campo
psiquiátrico. Es allí donde el aporte del Psicoanálisis subvierte. ¿Acaso el aporte del Psicoanálisis es de una
naturaleza que cambia profundamente el sentido del término semiología? Cuando se trata del sentido de este
término en Medicina, es decir semiología de lo que desde hace tiempo da su sentido a la palabra síntoma,
entidad mórbida. ¿ Acaso la palabra síntoma tiene incluso el mismo sentido cuando se trata del síntoma de
una neumonía o del síntoma psiquiátrico?
Es una cuestión para la cual no esperé en absoluto la época presente para haberme dado cuenta de
toda la importancia de ese modo de plantear la cuestión. En mis primeros pasos en psicoanálisis, al tiempo
cuando fui invitado por mi viejo compañero L. a ir al Servicio Ab, para llevar mis luces psicoanalíticas,
totalmente nuevas en la época, había acentuado mucho ya, la distancia entre el uso del término síntoma en el
registro propiamente psicoanalítico con relación a lo que sin embargo relacionaba la semiología psiquiátrica al
conjunto de la semiología medica. Articulaba eso en ese momento como podía, comenzaba solamente a
balbucear las cosas; el término de sentido, si trato de evocar lo que trataba de articular en ese momento, lo
que era allí el sentido propiamente hablando, ya mostraba la afinidad lingüística de la cosa que acentuaba. Es
muy evidente que después hice bastantes progresos en la elaboración teórica de estas cosas para que se
pueda un poco más despegar aún más el valor, la función del término síntoma en el conjunto de la perspectiva
medica y lo que tiene que ver allí con la Psiquiatría. Es verdad que el acento que pone alguien como Foucault,
no en lo que escribió sobre la locura, sino en El Nacimiento de la Clínica, sobre la función y que es importante
porque históricamente esto se distingue de toda una entretela del modo de examen en función de la mirada,
de un cierto momento que corresponde más o menos al fin del siglo XVIII y al nacimiento de la anatomo‐
patología en la definición muy general del síntoma clínico donde es extremadamente importante …
<falta un largo fragmento>
(7)
Podemos lamentar lo que fue en el curso de los años oído, escuchado, recogido de ese modo, no
hubiera sido objeto de una explotación sistemática. En un cierto momento, Lemoine tomaba notas, sobre
todo lo que se contaba en estas presentaciones. Sugiero eso, testimonio de eso como una experiencia que no
sería imposible sistematizar, incluso aunque no sea yo quien deba ser allí más tarde el punto pivote. No veo
por qué no se instauraría esto como un cierto método de exploración y de interés por estas cosas. Pienso que
está profundamente motivado en la estructura para que eso pueda tener ese relieve que en resumidas
cuentas es aquel que podría inscribir el beneficio semiológico de la cosa no siendo incluso forzosamente
idéntico a aquel que conduce el examen pero que no puede conducirlo de otro modo porque está él mismo en
una cierta posición que es aquella del Psicoanalista.
Así como ustedes lo ve es complejo porque no es el Psicoanalista del paciente el que examina, sino el
Psicoanalista del tercero que tiene que registrar allí el resultado del examen. Doy allí como testimonio crudo,
masivo de mi experiencia, esta especie de beneficio que yo mismo registro y que debería ser explotado muy
sistemáticamente. Es algo que de todas maneras tiene su valor y en todo se ofrece a la crítica.
Hay allí una gente que a diversos títulos saben cómo presento a enfermos. Quisiera que se les cediera
la palabra para plantear preguntas. Pero insisto en el hecho de que lo que añade la persona que oyó es algo
que me ha parecido muy rico en una especie de posibilidad, de inscripción, de cristalización del orden de la
cosa que sería propiamente hablando semiológica. En Scilicet hay un cierto número de consideraciones sobre
lo que tiene que ver allí con relaciones del significante y del signo, es decir sobre una cierta manera de
triangular eso, algo que estaba en mi pensamiento cuanto le dije antes a Daumézon que eso podría tener una
relación con lo que estamos diciendo: de lo que tiene que ver allí el aporte del Psicoanálisis a la Semiología
psiquiátrica es que quizás ella da al término mismo de signo un sentido articulado de una manera
estrictamente diferente de lo que se cree que es el signo en semiología general. Una vez que se ha introducido
aquella dimensión nos damos cuenta que eso se vuelve otra cosa, que verdaderamente es de su naturaleza
que cambia completamente el abordaje del complejo mórbido cuando se trata de algo donde la aportación
psicoanalítica se introduce.
(8)
Dr. Castets ‐ Se trata siempre para nosotros psiquiatras de decir: «Este señor o esta dama está loco o
loca ». Que buscamos a través de nuestra semiología, una cierta desarticulación del discurso que puede
traducirse en términos de palabras o en términos de comportamiento. Este discurso escapa a las normas
comúnes, no entra en el marco de lo que se puede oír y es por eso que un P.H.C. nos cuenta un cierto número
de historias muy interesantes en ellas mismas pero que captamos como no coherentes con nuestro discurso
común.
Lacan ‐ Absolutamente no veo en que un P.H.C. no es coherente con un discurso común. El oye cosas
que usted no oye porque usted no oye. Si hay alguien que se exprese según el discurso común es
precisamente un P.H.C.
Castets ‐ Se debe limitar el discurso a esta cierta palabra o debe tenerse por bueno y admitido « que el
radar de Moscú me dice poner una bomba en el anfiteatro Magnan este día a las 11h 30 ». ¿ En qué debo
pensar?
Lacan ‐ Hoy en día, no es disparatado. En cuanto al P.H.C. lo que conviene captar al título que puede
tener para nuestra atención lo que se llama la semiología psiquiátrica es el punto donde estamos justamente
en cuanto a lo que es hablando con propiedad la alucinación. Estamos allí siempre al nivel del balbuceo.
< No sabemos> lo que es hablando con propiedad una alucinación, no se trata de una alucinación
causada por no sé cual pequeño cosquilleo en alguna parte. Cada uno sabe que una lesión da una alucinosis,
pero lo que es una alucinación, a saber su P.H.C. no somos capaces en el estado actual de las cosas de decirlo
fenomenológicamente. No somos incluso capaces de decir si verdaderamente oye algo.
Castets ‐ Es decir que nos referimos a una cierta creencia del enfermo que dice oir decir que …
Lacan ‐ Nos referimos a nada en absoluto porque le desafío a decir si el enfermo cree en eso o no.
Castets ‐ Nos dice que cree. No sé sobre eso más.
Lacan ‐ no justamente incluso él no dice incluso que cree. No somos capaces de saber en lo que él dice
eso que él cree.
(9)
Castets ‐ Un joven obrero portugués que entrado en mi servicio después de haber roto las narices a
toda su familia, en un estado de agitación muy viva. El día siguiente un poco calmado explicó a mi Interno que
una persona muerta hace siete años le hablaba y que esta persona le había dicho aquella tarde de romper las
narices a todo el mundo. ¿ Que debemos creer?
Lacan ‐ La semiología psiquiátrica no se orienta con arreglo a lo que nos va o no nos va. Esto no es en el
sentido que esto discuerda o no discuerda de nuestra experiencia común que las cosas pueden correctamente
separarse. En otros términos, usted mismo acaba de manifestar, usted acaba hace un momento de poder
hablarme de un cierto tipo de alucinaciones inmediatamente después de haberme hablado del P.H.C. a
propósito del cual le hice mis observaciones, a saber que no tenemos los buenos sesgos para diferenciarlas,
para separarlas de otras alucinaciones. Es completamente inapropiado de arropar eso con el mismo manto de
la alucinación, so pretexto que estos tipos que reciben mensajes, de los cuales no tenemos ninguna especie de
idea, es el hecho de que todo eso pueda tener ese término común de alucinación y que no podemos librarnos
de eso que muestra la insuficiencia del examen mismo, puesto que el examen debería separar eso de lo cual
se trata. Le haré resaltar, puesto que usted escogió antes el P.H.C. que lo que tiene que ver allí con su
definición semiológica es completamente insuficiente y como se lo hice ver, no sabemos absolutamente bajo
cual forma incluso fenomenológicamente es aprehendido. Mientras que a partir de un cierto tipo de examen,
un cierto tipo de intercambios, de interrogación y de réplica con el paciente, ciertas cosas pueden aparecer,
ciertos relieves, ciertas dimensiones que son aquellas que anoté antes. Hay un cierto modo de examen en el
cual resalta la relación que hay entre la interjección "cerda" *, y el « vengo de casa del charcutero» que se
presentó entonces como casi auditiva. Es con arreglo a las interjecciones que no han sido pronunciadas más
que a otra oreja completamente desarrollada ha sido oída. Hay un cierto tipo de enlaces que desde el punto
de vista semiológico es más rico sin embargo que esta noción masiva de la cosa supuestamente auditiva pero
sobre la que no se sabe en resumidas cuentas si es auditiva o auditiva mental, sobre la que nadie sabe, salvo
aquellos mismos que han pasado allí y aun cuando uno paso allí en sí mismos, no somos capaces sin embargo
de darnos (10) cuenta porque estamos en categorías que son completamente insuficientes para hacer
funcionar eso de lo cual se trata. Entonces eso no tiene nada de indefinible las cosas introducidas por la
semiología. Y voy a tratar de le darles ahora una idea.
Creo, en resumidas cuentas, que los términos en cierto modo algébricos de los que me sirvo para
definir el fantasma de saber una cierta relación del sujeto en tanto que sujeto que es fundamentalmente de
por la naturaleza misma de las funciones significantes, un sujeto dividido …
S/ <> a
EL LEMA
PARA EL
DISCURSO PSICOANALITICO
(TEXTO EN FRANCES Y ESPAÑOL)
12_05_1972 Del discurso psicoanalitico p.1
Parlêtre {Palabreanteser}
1972‐05‐12 Del discurso psicoanalitico.
Discurso de Jacques Lacan en la Universidad de Milan el 12 mayo 1972, aparecido dans la
obra bilingue : Lacan en Italia 1953‐1978. En Italie Lacan, Milan, La Salamandra, 1978, pp.
32‐55.
Agradezco mucho al Sr. M. Cesa Bianchi por habernos dado ciertos puntos de
referencia, alguna información que era muy exacta acerca de lo que puede constituir un cierto
número de etapas.
Entonces, lo que hice en el curso de éstos años me a llevado a decir ...
Mi dificultad se debe a que yo no sé... yo no puedo apreciar de ninguna manera el grado
de audición del francés que representa nuestro público. Estoy muy contento de ver aquí mucha
gente joven porque es en... en fin, en ellas que yo deposito mi esperanza.
Debo decir que no me gusta para nada hablar francés ante gente de la cual sé que no
está familiarizada con esta lengua. Entonces espero que me voy a dar cuenta hasta donde
.... es lo que nos sorprende por contraste – esto parece pasar inadvertido.
Está la parada . Hay toda clase de acercamientos encantadores, y después eso parece
dar vuelta en redondo hasta el fin. No hay apariencia, en los animales, ni violaciones, ni todas
esas complicaciones, toda ésta charlatanería que se hace alrededor de eso.
Eso pasa en ellos de una manera para decirlo precisamente, civilizada. (risa)
En el hombre, pasa lo que se llaman dramas [...] Por eso por supuesto el malentendido
[...].
Quiera el cielo que los hombres hagan el amor como los animales, eso sería agradable.
Yo me dejo un poco, así, llevar hacia algo... en fin, tan patente.
Es necesario igualmente recordar [...] algo que pertenece a la experiencia del
psicoanalista.
Que él haga como si nada supiera, es debido a una necesidad de discurso que está ahí
escrito en el pizarrón.
Quiero utilizarlo porque vine un cuarto de hora antes para escribirlo en el pizarrón.
Contiene las características claves en todo discurso de ese punto que llamo: el
semblante.
En mi último seminario – ó llamenló como ustedes quieran, pero no es el último porque
el último es éste que estoy en vías de terminar – mi último seminario entonces, anterior, se
llamaba De un discurso que no sería del semblante.
Leçon XI, 14 juin 1972 ...Seminario XIX O peor
Traducción de Palabreanteser para el Trabajo «Aun con el Atolondradicho» como una de las
migajas. Es la traducción solo de la parte final de la lección.
[Lacan, antes de comenzar, escribe en el tablero]
Que se diga como hecho permanece olvidado tras lo que se dice, en lo que se
oye.
Este enunciado que parece una aserción por su forma, pertenece a lo
modal por eso que él emite, de existencia
[...]
Recaneti.‐ Ahí, Condillac toma el relevo. Su método era absolutamente ejemplar. El va a
cernir algo que él ha visto en Locke, ese algo de inalcanzable, dándole un nombre, haciéndolo
funcionar como una incógnita en una ecuación. Y más tarde, cuando los autores han querido
criticar a Condillac, han dicho que su sistema no era para nada solamente de la psicología, era
de la lógica, que profundamente, había allí un sistema lógico, un sistema en el que no habia
contenido, justamente allí reside el interés de Condillac. Y en especial esa sensación, de la cual
según él deriva todo, al menos eso dice en uno de sus tratados mayores, esa sensación ahi
finalmente no es nada, en ningún momento él la define con precisión, al contrario, todo el
desarrollo que él hace, todo lo que muestra como derivado es una especie de contribución a su
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definición. Pero lo que permite, propiamente hablar de los atributos de la sensación, todo lo
que permite esa atribución, es eso lo que él indica como el elemento cero, presente desde el
comienzo, siempre en la sensación y sobre el cual se interroga lo que eso es, y vamos a
interrogarnos con él..
Va a caracterizar para tratar de alcanzar ese elemento irreductible, todo lo que ocurre
con la ayuda de ese elemento, pero con algo más todavía que ese elemento, es decir en una
palabra, como él lo dice, todo lo que pasa en el entendimiento. Con eso, se podrá llegar a ver lo
qué funda verdaderamente la originalidad de la sensación, si tanto que es la sensación de la
que deriva todo lo que pasa en el entendimiento. Entonces, lo propio del entendimiento, dirá
en su primer ensayo — insisto porque después hay una especie de pequeña divergencia y se
alejará de esa idea que era realmente su máxima originalidad— lo propio del entendimiento es
el orden, la ligazón, ligazón como ligazón de las ideas, ligazón de los signos, ligazón de las
necesidades; de hecho es siempre una ligazón de signos, es siempre la misma cosa.
En el hombre el orden funciona solo, y se explica en ello un poco, mientras que en los
animales, es necesario, para poner el orden en movimiento, un impulso exterior puntual, y
Condillac precisa, entre los hombres y los animales, y es con una bella frase que él dice, entre
loshombres y los animales, hay los tontos y los locos. Los unos no llegan a capturar el orden, se
trata de los tontos, y los otros no llegan nunca a desasirse. Ellos quedan completamente
ahogados en el orden sin poder tomar distancia, ellos nunca llega a desasirse.
El orden en general, es lo que permite pasar de un signo a otro. Es la posibilidad de
tener una idea de la frontera entre dos signos. Y Condillac tiene una concepción dell signo,
pero como siempre impropia, siempre una metáfora. y él lo dirá, esta vez con todas las letras
en un corto estudio, donde él hace la apología de los tropos, retomando quizá, no estoy muy
seguro, términos de Quintilliano.
¿Para él un signo es lo que viene a completar el intervalo entre otros dos signos?. En ese
sentido ¿en un signo qué es lo que es considerado? Estos son los otros dos signos limítrofes, al
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menos dos que son considerados, pero no como signos en tanto ellos pudieran entrañar una
representación desde el punto de vista de sus mismos propios bordes, es decir desde el punto
de vista formal. Y el precisa que eso no puede ser unicamente una representación de los signos
porque él dice no hay representación formal, no hay representación abstracta, hay siempre una
representación que representa a una representación, es decir que hay siempre una
mediatización de la representación del signo, pero jamás una inmediatización del contenido,
por ejemplo. Como él mismo dice, la imagen de una percepción, su repetición no es sino su
repetición alucinatoria. El dice que es la misma cosa. No se puede diferenciar una percepción y
su imagen, y con ello hace la critica todas las teorías anteriores. Entonces el orden es lo que el
signo representa en la medida en que el signo sustantifica un intervalo entre dos signos.
Entonces el orden, es eso que él signo representa, en tanto que lo sustantifica un
intervalo entre dos signos. Solamente, los signos en general se les supone — en todas las
teorías de las que Condillac es heredero — representar algo. Y eso, eso para él es un problema,
porque no llega a desprenderse, ¿cómo se establece la ligazón entre el signo formal y su
referencia en general? Esa misma ligazón, dice Condillac para zanjar el tema, deriva de lo
desconocido, deriva de la sensación.
Entonces, lo desconocido es ya una relación entre el signo como acontecimiento y el
signo como inscripción del acontecimiento, y de eso preciso que no es Condillac quien lo dice
sino Destutt de Tracy, su exégeta, que afirma eso, y yo encuentro que no esta mal eso. Y Maine
de Biran, que era alumno de...
J. Lacan: —Las dos frases que yo había empezado a escribir a lo largo de la cosa, y que
quizá algunos de ustedes hayan notado, son directamente el enunciado que reproduce
Recanati aquí.
(...)
F. Recanati ‐—Maine de Biran mismo, discípulo de Destutt de Tracy, estuvo en principio
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alimentado por esa diferencia entre el acontecimiento y la inscripción del acontecimiento. Y
uno ve como ella es el pivote de toda su teoría. Hay, dice, un perpetuo desfasaje entre la
inscripción y el acontecimiento. Ese desfasaje proviene del desfasaje en el ser hablante —y no
estoy bromeando— entre el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación. Es en los
"Fundamentos de la psicología" de Maine de Biran, donde él muestra aproximadamente que al
representarse el yo, en la medida en que en toda representación hay un yo, es decir que en ese
momento, hay allí dos. Desde que uno trata de representar el "yo", eso quiere decir
automáticamente, hay allí dos, quiere decir que inmediatamente hay allí dos, quiere decir que
mediatamente no hay allí nunca... que no hay allí nunca uno sino mediatamente.
Para Condillac el orden de los signos, en tanto que orden de los signos es el orden de
ese desfasaje, tiene como modelo lo que él denomina espacio pluridimensional del tiempo, y
no me explayo sobre eso. Podemos decir que el tiempo no es sino la repetición infinita de las
puntualidades. La puntualidad como tiempo‐cero plantea el mismo problema de antes: no es la
misma puntualidad aquella que se repite en el tiempo de aquella de la cual el tiempo es su
resultado. La puntualidad‐cero aquella del cual el tiempo es su resultado, la puntualidad‐cero
como transparencia precisamente entre la inscripción y el acontecimiento. La puntualidad que
se repite en el tiempo —siempre para Condillac— está relativizada al ser considerada en el
tiempo como esa puntualidad ahí presente, pasada o futura. También es considerada desde el
punto de vista de sus bordes, desde el punto de vista de su frontera. El tiempo, más que toda
una serie de puntualidades, es entonces la serie de fronteras interpuntuales en tanto que la
frontera es justamente el punteado de los bordes respectivos de las dos puntualidades o
también de dos signos.
Hay entonces la misma diferencia entre la puntualidad absoluta y el tiempo, que entre
el conjunto vacío y el conjunto de sus partes. Es la inscripción del cero que es elemento de éste,
así como es la inscripción de la puntualidad que es el elemento del tiempo. Así hay una falla
que esta dada desde el principio en esta teoría y que quizá Maine de Biran trataba de discernir
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mejor. El sistema de los signos no es sino la repetición infinita de esta falla, en tanto que tal,
pura falla, y esto se repite en todos los escritos de los Empíricos, ella surge de la experiencia y
de la investigación de su escuela, es decir, no se habla de eso.
Condillac también, aunque le pasa raramente, habla de la naturaleza humana, en un
momento diciendo que el se preguntaría precisamente cómo, en el comienzo, se establece esa
relación, ese orden; porqué si justamente es fallido, el orden entre la inscripción y el
acontecimiento, porque si es fallido, puesto que si no encaja, ¿porqué, en todo caso eso
existe?. ¿Por qué hay una inscripción de eso que no es sino cero? Evidentemente ese es su
problema, y responderá en ese momento, después de haber hecho una pequeña pieza oratoria,
no sé nada de eso, es la naturaleza humana. Es esta falla en general la que permite la
automotricidad del sistema de signos, segun Condillac, de lo cual el ha dicho, el sistema de
signos, ahí, caminan solo, mientras que en su Tratado sobre los animales cuenta montones de
historias para mostrar como en los animales también hay un sistema de signos y que ese
sistema de signos está bajo la dependencia de todos los objetos exteriores.
Nos juntamos por ahí con la semiótica de Peirce de donde partimos. Peirce llama
"phanéron", del griego (escritura en griego) al conjunto de todo lo que está presente en el
espíritu, es por otra parte aproximadamente, el sentido de phanéron, real o no, lo
inmediatamente observable. Y él parte de allí, descomponiendo los elementos del "phanéron".
Hay tres elementos en el phanéron indisociables, que el llama, de una parte lo que uno podría
traducir por "primeridad", que es la mónada en general, creo que él emplea la palabra mónada
—elemento completo en sí mismo— de otra parte "la segundidad", fuerza estática, oposición,
tensión estática entre dos elementos, es decir que cada elemento evoca inmediatamente ese
otro con el cual él está en relación, y eso es de alguna manera un conjunto absolutamente
indisociable. Lo más importante es la "terceridad", elemento inmediatamente relativo a la vez a
un primero y a un tercero y Peirce precisa, toda continuidad, todo proceso en general depende
de lo terciario.
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A partir de allí, a partir de esa concepción de lo terciario, que se puede mostrar como
derivado de sus teorías astronómicas primeras, que él produjo al comienzo de su vida, pero de
eso no diré nada.
J. Lacan ‐ Peirce como astrónomo.
F. Recanati ‐. . . entonces a partir de este terciario construye una lógica que se
especifica en semiótica, "Logic of semiotic", la propia semiótica específicándose a ciertos
niveles como retórica. Y esto es importante para Peirce. Todo cabe en su definición de signo en
general, el llama al signo "representamen", lamento citar: « es algo el representamen, que
para alguien, ocupa el lugar de otra cosa, desde un cierto punto de vista o de una cierta
manera». Allí hay cuatro elementos, para alguien que es el primero —vuelvo a citar a Pierce—
«eso significa que el signo crea en el espíritu del destinatario un signo más equivalente o
incluso más desarrollado». El segundo punto se desprende de allí: la recepción del signo es
entonces un segundo signo que funciona como "interpretante".
En tercer lugar, la cosa de la cual el signo hace las veces es llamada su "objeto". Esos
tres elementos constituirán las cimas del triángulo semiótico. El cuarto término es más discreto,
pero no menos interesante.
El cuarto término, más discreto, es lo que Pierce llama el "ground"; el signo hace las
veces de objeto pero no de manera absoluta, sino con referencia a una especie de idea llamada
el "ground", es decir el piso o el fondo de la relación del signo y el objeto. Esos cuatro términos
en su conjunto definen tres relaciones. Y esas tres relaciones son los objetos respectivos de las
tres ramas de la semiótica.
Primera relación: la relación signo‐fondo, es la gramática pura o especulativa, dice
Peirce. Se trata de reconocerla.
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J. Lacan ‐ Sí, porque la gramática especulativa no se inventó ayer... como el Señor
[dirigiendose a la persona que ya intervino] quisiera hacernoslo creer. y...
F. Recanati ‐ ... Se trata de reconocer lo que debe ser verdadero del signo para tener
sentido, la idea, en general es la focalización del "representamen" sobre un objeto
determinado, según el "ground" o el punto de vista. Se ve entonces que la significación se
recorta, de alguna manera, sobre un fondo diferenciado y que el "ground", la determinación del
"ground", es casi la determinación del primer punto de vista que determina la inscripción, todo
eso sobre el potencial. Es decir que el ground en general, es ya el potencial. De igual modo, el
"representamen" es con respecto a su fondo la determinación de cierto punto de vista que
dirige la relación con el objeto. El "ground" es entonces el espacio preliminar de la inscripción.
La segunda relación, "representamen‐objeto", es el terreno de la lógica pura, para
Pierce. Es la ciencia de lo que debe ser verdad del "representamen" para que pueda hacer las
veces de un objeto.
La tercera, y la más importante para lo que nos proponemos aquí, es la relación entre el
representamen y el interpretante, lo que Pierce llama, con verdadero talento, la "retórica
pura", que reconoce las leyes. Eso funciona a nivel de leyes según las cuales un signo da origen
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a otro signo que lo desarrolla según el curso del "interpretante" que uno va a ver. Y esta
cuestión de la retórica pura Pierce la aborda con la ayuda de su triángulo semiótico. Voy a
precisar cada uno de los términos para que se capte mejor.
Lo que afirma Pierce de esta relación. «El "representamen", primero, tiene una relación
primitiva con el segundo, el objeto». El objeto es entonces el segundo, el signo está dado
primero. «Pero esta relación puede determinar a un tercero, el interpretante, a tener a su
objeto la misma relación que él mantiene». En otras palabras, la relación del interpretante con
el objeto está llamada a ser —por la relación del representamen con el objeto— a ser la misma
relación.
La misma desde el punto de vista del orden, pero sin embargo diferente, vale decir más
especificada, que en cierto modo se ha reducido un poco el campo de posibilidades de ese
signo que aparece, y así, continua hasta el infinito, se lo reduce cada vez más, vamos a ver eso.
"El ground" esta ausente aquí, determina la relación del "representamen" con el objeto
mismo. Y la representación del "representamen" con el objeto determina como repetición la
relación del representante con el objeto que ella misma determina como repetición. ¿Qué fue
lo que dije? ¿Dije del representante? Si, entonces el representamen‐objeto determina el
interpretante‐objeto. Y de algún modo se puede decir, y Pierce lo dice, que el objeto de la
relación entre el interpretante y el objeto no es exactamente el objeto que es objeto del
interpretante, sino el conjunto de esta relación, es decir, por una parte que todo eso (R—I—O)
es el objeto de eso y que por otra parte eso (I—O) debe repetir eso, por objeto. Y podríamos
dar un ejemplo, Pierce da un ejemplo...
J. Lacan ‐ Es lo que yo traduje diciendo que la existencia, es la insistencia.
F. Recanati ‐ Quiero decir que el problema es el principio. Es lo que pasa entre el
"representamen" y el objeto. Entonces, justamente, es imposible decir nada de lo que pasa ahí.
Todo eso que se sabe, es eso, (R—O), lo que pasa ahí dentro, entre los dos, eso entraña todo el
resto. Voy a terminar por inscribir le resto porque eso (I) eso continua la infinito.
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Desde que se quiera saber, desde que... para que eso, eso tenga un sentido, dice Pierce,
el proceso de significación se hace a partir de allí, para que eso tenga sentido, es necesario que
haya relación, si se toma el objeto en tanto que "justicia" y si se toma el "representamen" como
siendo la balanza, es necesario que justamente esa relación que en sí es nada, ella sea
interpretada por sus interpretantes. Esos interpretantes, que pueden ser cualquiera; podriá ser
"igualdad" y a ese título, la relación en general, es decir del interpretante a esto, (R—O) será
interpretada ella misma por un segundo interpretante. Podemos colocar toda una lista, donde
podremos colocar "comunismo", podemos poner lo que queramos, y así continuar sin
detenernos.
Es decir que al principio hay todos los datos, hay una especie de ground, un fondo
elegido al interior de un fondo indiferenciado, y a partir de allí hay una tentativa de exhaución,
absolutamente imposible, y el se equivoca, al partir de una primera distancia que está dada en
el fondo.
El triángulo semiótico, lo vemos, esta muy claro, reproduce la misma relación terciaria
que usted citó a proposito de las armaduras Borromeas. Es decir, y Pierce lo dice, aunque el no
diga las armaduras Borromeas, pero él emplea los mismos términos, los tres polos están ligados
por esta relación de una manera que no admite relaciones duales múltiples sino una tríada
irreductible. Lo cito: «El interpretante no puede tener relación dual con el objeto sino con la
relación que le impone aquella del signo‐objeto, que no puede ser bajo la forma idéntica sino
degenerada. La relación signo‐objeto será el propio objeto del interpretante como signo».
Entonces, el triángulo se desarrolla en cadena como interpretación interminable, y la palabra es
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de Pierce, y es realmente fantástica como expresión eso de "interpretación interminable", [F.
Recanati traza en el tablero trazas punteadas ligando O e I1, I2... etc...] es decir que cada vez, es
lo que se podría llamr un nuevo interpretante, a cada vez. trazamos como nueva hipotenusa es
tomado por objeto del nuevo interpretante. Este punteado, de alguna manera, será afirmado
como objeto enseguida por el nuevo interpretante, y el triángulo continúa hasta el infinito.
Esto que él marca en punteado, de alguna manera, se ve afirmado como objeto
enseguida por el nuevo interpretante. Y ese trinagulo continua al infinito.
En este ejemplo que tome, la relación "igualdad‐justicia" es del mismo orden que la
relación "balanza‐justicia", pero sin embargo no es la misma. "Igualdad" apunta no sólo a
"justicia" sino también a la relación "balanza‐justicia". Entonces, volviendo a Locke, por
ejemplo, vemos que justamente eso se toma como objeto de una interpretación, pero lo que es
nuevo, de alguna manera, en el punto de vista terminal, en el resultado de la interpretación, es
que la inscripción del objeto está ahí marcada como tal, porque justamente la relación en
general "balanza‐justicia" está puesta al costado del objeto mismo, a saber "la justicia".
Tal es el modelo del proceso de significación en tanto que él es interminable. En una
primera separación, aquella que esta dada por un primer trazo al interior del
"ground—representamen—objeto", de una primera separación nacen una serie de otros y el
elemento puro de la primera separación será ese "ground", análogo al puro cero. Aquí también
surge la doble función del vacío
Bueno, ya está tarde y no continuaré porque habría quizás montones de ejemplos para
dar, y eso, también en Pierce, por todos lados y en todas las teorías, aquí tomé el empirismo,
Uusted buscó del lado de Berkeley y es una buena idea porque es un autor muy rico. Se hubiera
podido tomar cualquiera para justificar estos ejemplos, pero eso no sería permanecer en el
comentario.
Lacan ha dicho que su discurso permitía volver a darle sentido a los discursos más
antiguos. Es por cierto el primer fruto que se puede recoger. Pero el reparo de lo que se
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produce en generalmente como facilitación en la pluma de Pierce por ejemplo, no es aún sino
una inscripción en eso que contaba hasta ahí como flojo. Hasta ese momento, hasta Pierce o
hasta Lacan, como ustedes quieran.
A partir de esa inscripción que hasta ese momento era cero, debe nacer una enorme
serie infinita, y a esa serie es a la que se trata de darle lugar.
J. Lacan ‐ Fue necesario que yo fuese a Milan para comprobar la necersidad
de obtener una respuesta. Encuentro que aquella que acabo de obtener es extremadamente
satisfactoria para que ustedes pudiesen, por hoy, satisfacerse con ella también.
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Lección XXII, 21 juin 1972 ...Seminario XIX O
peor
[Lacan, antes de comenzar, escribe en el tablero]
Que se diga como hecho permanece olvidado tras lo que se dice, en lo que se
oye.
Este enunciado que parece una aserción por su forma, pertenece a lo modal por
eso que él emite, de existencia
Hoy salgo de vacaciones de ustedes. De aquellos que vinieron, y luego de los que no
vinieron, y de los que vienen a esta despedida. No hay por qué echar las campanas al vuelo
Bueno ! ¿Qué puedo hacer? Que me resuma, como se dice, es una palabra excluido. Que
marque algo, un punto, un punto suspensivo. Por supuesto, podría decir que he continuado
circunscribiendo ese imposible en el que se recoge lo que es para nosotros —para nosotros en
el discurso analítico— fundable como real.
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Heme aquí! Al último momento, y les aseguro en razón de una oportunidad, tuve el
testimonio, el testimonio que lo que digo se oye. Lo tuve en razón de que alguien quiso — y es
un gran mérito — hablarme en el último momento, así, de este año, quien precisamente quiso
probar que para algunos, para más de uno, por vetas de las cuales no puedo absolutamente
prever en que sesgo ellas se producen, encontrar resumiendo, interes en lo que trato de
enunciar. ¡Bueno! Agradezco entonces a la persona que me ha dado una especie de... espero
que haya ahí bastante para que eso haga eco, que son atisbos que eso puede darse. Es siempre
dificil, naturalmente, saber, saber hasta donde eso se oye.
Henos aquí! A último momento, y a fe mía, en razón de una cuestión de suerte, tuve el
testimonio, el testimonio que lo que digo se oye. Y lo tuve porque alguien quiso —es un gran
matemático— hablar en el último momento de este año, probándome así que efectivamente
para algunos, para más de uno, por vetas que no podría decir en qué sesgos se producen, es
interesante lo que trato de enunciar. Agradezco entonces a la persona que dio, no sólo a mi,
que nos dio a todos, una especie de ... espero que sea suficiente para quien tuvo el eco, que se
den cuenta que rinde, aunque siempre es difícil saber hasta donde se extiende.
Entonces, en Italia, hago aquí un poco alusión, porque despues de todo eso no me
parece superfluo, me encontré con alguien que me parece muy gentil, que está en, yo no sé , la
historia del arte, la idea de la obra, no se sabe porque pero se puede llegar a comprender que
lo que se enuncia bajo el titulo de la estructura y principalmente en eso que yo mismo he
producido el interes. Eso le interesa en razón de problemas personales. Esta idea de la obra,
esta historia del arte, esta veta, eso vuelve esclavo, es cierto. Eso se ve precisamente cuando se
ve que alguien que no es ni in critico ni un historiador, pero que era un creador, se creo como
imagen, como imagen de esa veta, el esclavo, el prisionero, ¿entonces? Hay un llamado Miguel
Angel que nos mostro eso. Entonces, al margen, hay los historiadores y criticos que se... que
ruegan por el esclavo. Es una pantomima como cualquier otra, es una especie de servicio divino
que puede practicarse. ¡Sí! Eso busca hacer olvidar quien dirige porque la obra, esa viene
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siempre al mando, incluso para Miguel Angel.
Bien, aquel que manda, es eso lo que inicialmente he ensayado de producirles este año
bajo el titulo Hay del—Uno ¿no cierto? Lo que manda, es el Uno, el Uno hace el papel del Ser.
Les rogue ir a buscar eso en el Parmenides. Ustedes quizas, algunos, obedecieron. el Uno hace
el Ser como la histérica hace el hombre. ¡Sí! Evidentemente, este Ser que hace el Uno, él no es
el Ser, el hace el Ser. Evidentemente es esto lo que hace una cierta infatuación creacionista y,
en el caso de la persona de la cual hablo, que fue muy amable conmigo y que me explico
precisamente como él termino enganchado a lo que él llamo mi sistema, para denunciar ahi sus
agudezas, sus agudezas y es por eso también que yo dramatizo para evitar una cierta confusión,
el se enganchó por que él encuentra que hago mucha ontologia.
Es desde luego divertido, en fin, no pienso que aquí, por supuesto, no haya sino orejas
abiertas. Pienso que hay como en todas partes una cantidad de sordos. Pero decir que hago
ontologia, ¡por favor, es muy divertido! Y colocarla en eso... en se gran Otro que muy
precisamente muestro como deviendo ser barrado y extraido con cuidado muy precisamente
del significante de esa barra misma, ¡es curioso! Porque lo que es necesario ver en el
contragolpe, la respuesta que se obtiene es de todas maneras que despues de todo las
personas les responden con sus problemas. Y como él problema de él , es que la Ontologia, e
incluso el Ser, ya , no se lo traga, a causa de esto, es que, si la ontología es simplemente que ...
la mueca del Uno, es evidente que todo lo que se hace al mando es precisamente al Uno
suspendido y mi Dios, eso lo contraria.
Mientras, eso que él quisiera, en consecuencia, es que la estructura fuese ausente. Eso
sería más comodo para la prestidigitación. Eso que se quisiera, es que el escamoteo, el
escamoteo que se desarrolla, y que es eso, la obra de arte, es que el escamoteo no tiene
necesidad de cubiletes. Ustedes no tienen sino que mirar eso, hay un cuadro de Breughel qui
era un artista que estaba muy por debajo de eso, el no disimula como, como que eso se hace, la
captura de fisgones. ¡Bueno! Entonces aquí evidentemente, no es de eso de lo que nos
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ocupamos. Nosotros nos ocupamos del discurso analitico. Y del discurso analitico, pienso de
todas maneras que no estarìa mal puntuar algo antes de dejarlos, que les de la idea justamente
que no solamente no es ontológica sino... no es filosófica, pero es solamente necesitado por
una cierta posición, una cierta posición que recuerdo, que es aquella en la que creí poder
condensar la articulación de un discurso, y mostrarles de todas maneras que relación eso tiene
con ese hecho que los analistas, que los analistas tienen de todas maneras relación — y ustedes
se equivocarían al creer que lo desconozco — con algo que ... que se llama así el ser humano, si
por supuesto, pero yo, no lo llamo así. No lo llamo así para que ustedes no se enervan, para que
ustedes se queden ahí donde es necesario, por más que ustedes sean capaces de darse cuenta
cuales son las dificultades que se le presentan al analista.
No hablamos más por supuesto de conocimiento porque, la relación del hombre a un
mundo suyo — es evidente que no hemos salido de ahí despues de mucho tiempo como
además por siempre — eso no ha sido nunca sino un melindre al servicio del discurso del amo.
No hay mundo como el suyo sino el mundo que el amo hace marchar con la batuta. Y en cuanto
al famoso conocimiento de uno mismo, que supuestamente hace el hombre, partamos de esto
que es absolutamente simple y al alcance, ¿nos cierto que si?, ¡Bueno! Si se quiere ella tiene
lugar; ella tiene lugar en el cuerpo. El conocimiento del sí mismo , no cierto, sí mismo, es la
higiene. Partamos precisamente de ahí, ¿no cierto?. Mientras que durante siglos ella
permanece la enfermedad por supuesto. Porque cada uno sabe que eso no se regula con la
higiene, la enfermedad. Y eso, es precisamente algo enganchado al cuerpo. Y la enfermedad
eso dura durante siglos, es el médico quien supuestamente la conocería. La conocería,
entiendo, conocimiento y pienso haber señalado bastante rápidamente en una de nuestras
ultimas reuniones, no se incluso donde, el fracaso de estos dos puntos de vista, ¿no cierto?.
Todo eso es patente en la historia, eso se despliegue en toda suerte de aberraciones.
Entonces, desde luego, la pregunta que quisiera resaltar hoy, es eso, es el analista quien
esta ahí y quién parece tomar un relevo. Se habla de enfermedad, no se sabe, al mismo tiempo
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se dice que no hay, que no hay enfermedad mental por ejemplo, con fundamento en el sentido
donde es una entidad nosologica como se decia en otros tiempos, no es entidaria, la
enfermedad mental. Es más bien la mentalidad quien tiene fallas, expresemonos así
rapidamente.
Entonces, tratemos de ver eso que supone por ejemplo eso, que esta escrito ahí y que
se supone enunciar donde se coloca, donde se coloca una cierta cadena que es ciertamente y
sin ninguna especie de ambiguedad, la estructura. Se ve ahí sucederse dos significantes, y el
sujeto no esta ahi más sinembargo sino para que un significante lo represente ante el otro
significante. Y luego eso tiene algo que resulta ahí y que nosotros hemos ampliamente, con el
transcurso de los años, desarrollado con bastante razón para motivar que lo connotemos como
objeto a. Evidentemente, si es ahí, en esta forma, en esta forma de tetrada, no es una topología
que sea... que sea sin ninguna especie de sentido. Es esa la novedad que ha sido aportada por
Freud. La novedad que aportó Freud, no es nada.
Había alguien que habia hecho algo muy bien, situando, cristalizando el discurso del
amo, en razón de un esclarecimiento histórico, que él había podido atrapar, es Marx. Es de
todas formas un paso, un paso que no hay para nada lugar de reducirlo al primero, no hay
tampoco lugar de hacer entre los dos una mezcla, uno se demanda a nombre de que es
necesario que ellos se acuerden. Ellos no se acuerdan. Ellos son perfectamente compatibles.
Ellos se acoplan. Ellos se acomplan y luego hay allí ciertamente uno que tiene su lugar con
todos sus gustos, es aquel de Freud. ¿Qué es lo que en resumen aporta de esencial? El aportó la
dimensión de la sobredeterminación. La sobredeterminación, es exactamente eso que imagino
con mi manera de formalizar de la manera la más radical la esencia del discurso, en tanto que él
esta en posición giratoria en relación con lo que vengo de llamar un apoyo.
Es de todas formas del discurso que Freud hizo surgir, hizo surgir aquello que era lo que
se producia a nivel del apoyo que esta en contacto con lo que se articula del discurso. El apoyo
es el cuerpo. Pero es necesario ser cuidadosos cuando se dice el cuerpo. No es forzosamente un
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cuerpo. Porque a partir del momento en que se parte del goce, eso quiere decir exactamente
que el cuerpo no está solo, que hay allí otro. Es por eso que el goce es sexual, puesto que les
acabo de explicarle este año, es lo menos que se puede decir, es que no él esta referido, este
goce, es el goce del cuerpo a cuerpo. Lo propio del goce, es que cuando hay dos cuerpos, aún
más cuando hay más, naturalmente, no se sabe, no podemos decir cuál goza. Es eso lo que hace
que pueda haber allí, en este asunto, tomando varios cuerpos e incluso series de cuerpo.
Entonces la sobredeterminación, consiste en esto, es que, las cosas que, que no son el
sentido, el sentido, eso sería soportado por un significante, justamente lo propio del
significante, y no sé, me puse así de una cosa a otra, Dios sabe por qué, luego un poco más,
poca importancia tiene, encontré algo, un seminario que hice al principio de un trimestre, justo
el trimestre que era a finales del año sobre lo... eso que se llama el caso del Presidente
Schreber, era el 11 de abril de 1956. Es más precisamente justo más acá, son los dos primeros
trimestres que son resumidos en lo que escribí de Una cuestión preliminar a todo tratamiento
posible de la psicosis, al fin, el 11 de abril de 1956, planteé lo que era lo que luego así llame por
su nombre, por su nombre, el nombre que esto tiene en mi discurso, la estructura. No es
siempre aquello en lo que un pueblo vano piensa, pero está perfectamente dicho en ese nivel.
Me divertirá eso de volverlo a publicar, este seminario, si la estenopista no hubiese cometido
un gran número de pequeños agujeros a falta de no haber oido bien. Si ella hubiese
reproducido solamente correctamente la frase latina que había escrito en el tablero, sobre la
que no sé más ahora a cual autor pertenece. Lo haré, no sé, en el número próximo de Scilicet,
el tiempo que va a ser necesario para volver a encontrar de quién es esta frase latina, va
ciertamente a hacerme perder del tiempo, poca importancia tiene, todo lo que dije en ese
momento del significante, del significante en el momento en el que verdaderamente no se
puede decir que eso estuvo de moda, en 56, eso queda impactado de un metal que.. donde no
tengo que retocar nada.
¡ Sí! Lo que lo digo más precisamente, es que, se distingue en esto que, que no tiene
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ninguna significación. ¡ Lo digo de una manera cortante porque en ese momento hacía falta
que me hiciese oír de..., ustedes se dan cuenta, que además eran médicos quienes me
escuchaban! ¿ Qué es lo que esto podía importarles? Simplemente el que era de... finalmente,
oían de Lacan. ¡ Finalmente, de Lacan, es decir esa especie de payaso. ¿no cierto?... ¡Bueno! El
hacía maravillosamente sus piruetas. Durante ese tiempo, ya miraban con ojos de codicia la
manera como ellos podrían regresar a su digestión, porque, no se puede decir que sueñan. Eso
sería muy bello. No sueñan, digieren; es una ocupación después de todo como cualquier otra.
Lo que hay que sin embargo tratar de ver bien, es que, lo que Freud introduce, es algo
que ‐ nos imaginamos que le desconozco porque hablo del significante ‐ es el retorno a, a ese
fundamento que está en el cuerpo, y que hace que, completamente independientemente de
los significantes de los que se los articula, eso es cuatro polos que se determinan por la
emergencia como tal del goce justamente como inasequibles. ¡ Pues bien! Eso es lo que hace
surgir los tres otros, y, en respuesta, el primero, que es la verdad, eso ya implica el discurso.
Esto no quiere decir que esto pudiese decirse. Me esfuerzo en decir que eso no puede decirse,
o que eso no puede sino medio‐decir(se).
Pero finalmente para el goce, finalmente, eso, eso existe. Hace falta que se pudiese hablar de
eso. Mediante lo que hay algo que es otro y que se llama el decir. Pues bien, les he en resumen,
explicado durante un año, gaste bastante tiempo para articularlo, porque, para articularlo, es
en eso que hace falta que usted vieran que,,, la necesidad que es la mía, la manera en la que
procedo, justamente, jamás puedo articularlo como un verdad. Hace falta, según lo que es su
destino, el de todos, hay que examinarlo completamente. Más exactamente ver cómo eso gira,
cómo eso da un vuelco, cómo esto da un vuelco dese que se lo toca y cómo incluso hasta cierto
punto, es bastante inestable para prestarse a... a toda suerte de errores.
Sea lo que sea, si emití, emiti ‐ lo que es sin embargo una cierta desverguenza‐ el título
De un discurso que no sería del semblante, pienso que era para acentuarles, y que ustedes
acentuaron, que el discurso, como tal, es siempre discurso del semblante y si hay algo que me
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autorice del goce, justamente, es el de hacer semblante. Y es este el... el punto de partida que
se puede lograr concebir ese algo que nosotros no podemos sino atrapar allí, pero de una
manera ya tan asegurada, tan asegurada por alguien al que hubiera que homenajear la
memoria, la memoria tal como la escribo, consagrándose al me inicial de la palabra memoria el
mismo sentido que el mé {des} de méconnaissance {desconocimiento}, aquel que, uno ha
memorizado tan bien que es hacer risotada de sus palabras de lo que se trata es más bien, es
decir Platon. ¡ A pesar de todo, si hay alguien qué tuviera tch!, atrapado lo que tiene que ver allí
con el plus‐de‐gozar, algo que hiciera pensar que Platon no es solamente las Ideas y la Formas
sino todo lo que se tiene con una cierta rejilla, una rejilla que, lo convengo, es probable,
traduce estos enunciados, Platon es aquel, a pesar de todo, que propuso la función de la diada,
como siendo ese punto de caída, allí dónde todo pasa, allí donde todo huye. No hay más grande
sin más pequeño, ni más viejo sin más joven, y el hecho que la diada sea el lugar de nuestra
pérdida, el lugar de la huida, el lugar al que es forzado por forjar ese Uno de la Idea, de la
Forma, ese Uno que por otra parte en seguida se desmultiplica, se inscribe, sí, es bien porque
está allí como todos nosotros sumergido en ese solo suplemento ‐ hable de todo esto el 11 de
abril de 1956 ‐ el suplemento, la diferencia que hay entre el suplemento y el complemento.
Finalmente, había dicho muy, muy bien todo esto desde el año 56, esto habría podido
servir, parece, para cristalizar algo del lado de esta función que es para llenar, aquella del
analista y que parece que ella sea tan, tan imposible, más que otra que se sueña sólo
camuflandola. ¡ Sí! Entonces, es sobre eso dónde esto gira y que hay que ver precisamente
ciertas cosas. ¿ El caso es que entre este soporte, eso que llega al nivel del cuerpo, y de donde
surge todo sentido, pero inconstituido, porque, después de lo que acabo de enunciar del goce,
de la verdad, del semblante y del plus‐de‐gozar, como haciendo allí el fondo, el ground, como
se expresaba el otro día la persona que quiso venir aquí a hablarnos de Peirce, en la medida en
que es en la nota de Peirce que había él había oído lo que yo decía, inútil decirles que es más o
menos hacia la época incluso en la que saqué los cuadrantes de Peirce a los cuales ‐ esto tiene,
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desde luego, de todo lo servido para nada, porque qué, usted puede pensar precisamente que
las observaciones sobre la ambigüedad total de lo universal, que él sea afirmativo o negativo, y
de lo particular del mismo. ¿Qué de esto les podía hacer bien a aquellos que soñaban en todo
esto sino en reencontrar su ritornelo?
¡ Sí! El ground entonces está allí. Se trata en efecto del cuerpo con sus sentidos radicales
sobre los cuales no hay ninguna toma. Porque no es con la la verdad, el semblante, el goce ni el
plus‐de‐gozar que se hace la filosofía. ¿ Se hace filosofía, a partir del momento en que hay algo
que completa, que completa allí, este soporte que no es articulable sino a partir del discurso,
¿que él completa de qué? Hay que decirlo bien, que eso de lo cual ustedes estan hechos
totalmente, totalmente hechos y de nuevo tanto mejor si ustedes son un poco filósofos, eso
pasa algunas veces, pero finalmente es raro, ustedes son sobre todo astudados como lo dije un
día. Ustedes están en el lugar donde el discurso universitario les sitúa. Usted es tomado como
a‐formado. Desde hace algún tiempo, se produce una crisis, pero hablaremos de eso después.
Es secundario. La cuestión entonces es diferente.
Hace falta precisamente que ustedes se den cuenta que eso de lo cual usted depende
más fundamentalmente ‐ porque finalmente la universidad no nació ayer ‐ es el discurso del
Amo, a pesar de todo, que es el primer surgido, y luego es él que dura y que tiene poca suerte
para ponerse en movimiento. Podría compensarse, equilibrarse, con algo que sea, finalmente,
el día en que esto será, el discurso analítico. Al nivel del discurso del dueño, perfectamente
podemos decir lo que hay entre el campo del discurso, entre las funciones del discurso tal como
ellas se articulan de ese SI, S2,el $ y el a, y luego ese, ese cuerpo, ese cuerpo que les representa
aquí y al que, en tanto como analista, me dirijo.
Porque, cuando alguien viene verme en mi consultorio por la primera vez y cuando escando
nuestra entrada en el asunto de algunas entrevistas preliminares, lo que es importante eso es,
es la confrontación del cuerpo. Es justamente porque es de ahí de dónde eso parte, este
encuentro del cuerpo, que a partir del momento en que se entra en el discurso analítico, no se
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trata más de eso. Pero queda al nivel donde el discurso funciona que no es el discurso analítico,
la cuestión se plantea de cómo consiguió, este discurso, atrapar los cuerpos.
Al nivel del discurso del Amo, es claro. Al nivel del discurso del Amo, en el que usted es
como cuerpo, amasado, no lo disimulen, cualesquiera que sean sus piruetas, es eso que llamaré
los sentimientos y muy precisamente los buenos sentimientos. Entre el cuerpo y el discurso,
hay, eso de lo cual los analistas gargarizan llamando eso presuntuosamente los afectos. Es muy
evidente que ustedes están afectados en un análisis, eso es lo que hace un análisis, es eso lo
que pretenden evidentemente, hace falta estar en una buena posición, para estar seguro de no
deslizar. ¿ Los buenos sentimientos, con qué se hace esto? Bien estamos precisamente forzados
de llegar allí, al nivel del discurso del Amo, es claro, eso se hace con la jurisprudencia. Es a pesar
de todo bueno no olvidarl el momento en el que hable, cuando era huésped de la Facultad de
Derecho, no desconocer que los buenos sentimientos, es la jurisprudencia y nada más, que los
funda. ¡ Y cuando algo así viene de una sola vez a causarles estas emociones que ustedes no
saben muy bien si ustedes no son un poco responsables de la manera como un análisis fracasa,
escuchen! ¿ Cómo? ¡ Seamos claros a pesar de todo! ¿ Si no hubiese deontología, si no hubiese
jurisprudencia, donde estaría este, este mal de estomago, este afecto, como se dice? Habría
que incluso tratar de cuando en cuando de decir un poco la verdad. Un poco esto quiere decir
que esto no es exhaustivo lo que acabo de decir. Podría también decir otra cosa incompatible
con lo que acabo de decir, eso sería también la verdad.
Y lo que pasa. Es lo que simplemente pasa, cuando simplemente por el hecho no de un cuarto
de vuelta, de una mitad de vuelta completa, de dos cuartos de vuelta de deslizamiento de estos
elementos función del discurso, se encuentra, se encuentra porque hay a pesar de todo en esta
tétrada vectores, los vectores y de los cuales se puede muy bien establecer su necesidad, ellos
no tienen que ver con la tétrada, ni con la verdad, ni con semblante, ni con sea lo que se sea de
esta especie, tiene que ver con el hecho que la tétrada es 4. Con la sola condición de exigir que
haya unos vectores en los dos sentidos, a saber que sea de a dos que llegan y de a dos que
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parten, o uno que llega o uno que se parte, ustedes estan absolutamente necesitados por
encontrar la manera en la que aquí estan enganchados, eso tiene que ver con el número 4,
nada más. Naturalmente, el semblante, la verdad, el goce y el plus‐de‐gozar no se suman.
Entonces, no pueden sumar cuatro solos, es justamente eso en lo que consiste lo real, es que el
número 4, él, existe a solas. Es también una cosa que dije el 11 de abril de 1956, pero más
precisamente, no había sacado aún todo eso. Por otra parte no había incluso construido todo
eso. Solamente es eso lo que me prueba que estoy en la buena vena, puesto que el hecho que
dije en ese el momento que el número 4 era allí un número esencial para que uno se acuerde
de eso, prueba que estaba a pesar de todo bien encaminado, puesto que, ahora, no encuentro
nada superfluo alrededor de eso; lo dije en el momento en el que hacía falta, en el momento en
el que tratabamos de la psicosis.
¡ Bueno! Entonces, la cuestión es ésta, si los sentimientos, si ‐ no se agiten porque las
personas que se van, tienen que hacer cosas ahora, tienen que ir a las exequias de alguien del
que saludo aquí su memoria (Pierre Fizlewicz), y que era alguien de nuestra Escuela, al que
verdaderamente amara. ¿ Yo mismo lamento, en vista de mis compromisos, no poder juntarme
a ellos. ‐ Sí, qué hay en el discurso analítico, entre las funciones de discurso y este soporte, que
no es la significación del discurso, que no tiene que ver nada que ver con lo que es dicho? Todo
lo que es dicho es semblante. Todo lo que es dicho es verdad. Y aun más, todo lo que es dicho
hace gozar. Eso que es dicho. Y, como lo repito, como lo rescribí en el tablero hoy, que se diga
como hecho permanece olvidado detrás de lo que es dicho. Lo que es dicho no está en otro
lugar que en eso que se oye, y es eso la palabra. Solamente decirlo, es otra cosa, es otro plano,
es el discurso. Es eso que, de relaciones, y que los sostiene a todos juntos, con personas que no
son forzosamente aquellas que están allí, es que se llama la relación, la religion, el vinculo
social, eso pasa al nivel de un cierto número de conexiones que no se hacen al azar, que
necesitan, un poco de errancia cerca, ese cierto orden en la articulación significante. Y para que
algo sea dicho ahí, hace falta ahí, hacen falta ahí otra cosa que lo que ustedes imaginan, lo que
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ustedes imaginan bajo el nombre de realidad; porque la realidad emana muy precisamente del
decir.
El decir tiene sus efectos entre los que se constituye lo que se llama el fantasma, es
decir esta relación entra el objeto a¸ minúscula, que es lo que se concentra del efecto del
discurso para causar el deseo, y ese algo que alrededor, y como una hendidura, se condensa, y
que se llama el sujeto. Es una hendidura porque el objeto a minúscula, él, está siempre entre
cada uno de los significantes y aquel que sigue y es por eso que el sujeto, él, estaría siempre no
entre, sino al contrario abierto hiante.
¡ Sí! Para volver a Roma, pude captar, comprender claramente el efecto, el efecto
bastante, bastante sobrecogedor, el efecto donde me reconocía muy bien, placas de cobre que
un llamado Fontana, difunto parece, y quien después de haber mostrado capacidades muy
grandes de constructor, de escultor, etc., consagró sus últimos años a hacer, en italiano eso se
dice spaccatura, parece, pero no sé italiano, me hice explicar, es una hendidura, así, hacía una
hendidura en una placa de cobre.
Eso hace un cierto efecto. Eso hace un cierto efecto para los que son un poco sensibles,
pero no se necesita allí haber oído mi discurso sobre la Spaltung del sujeto para ser sensible a
eso. La primera persona venida, sobre todo si es del sexo femenino, puede tener una pequeña
vacilación. Hay que creer que, que Fontana no era de los que totalmente desconocían la
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estructura, de los que creían que era demasiado ontólogico.
¿ Entonces, de qué se trata, de qué se trata en el análisis? Porque si se me lo creen, se
debe pensar que es precisamente como lo enuncio, el que es a título de lo que, en cuerpo, con
toda la ambigüedad de este término, que esta motivado, es porque el analista en cuerpo,
instala el objeto a minúscula en el lugar del semblante, que hay algo que existe y que se llama
el discurso analítico. ¿ Qué es lo que esto quiere decir? En el punto en el que estamos, es decir
al haber comenzado a ver tomar forma a este discurso, vemos como ese discurso y no en lo que
es dicho, en su decir, nos permite aprehender lo que es de allí del semblante.
¿ Es allí que es sorpredente ver que, al término de una tradición como nos la hicieron
sentir la última vez, cosmológica, ¿cómo es que el universo pudo nacer? ¿ Acaso esto no le
parece datar un poco? Pero datar del fondo de las edades, por eso no queda allí menos
fechado. Lo que es sorpredente, es que esto trae a Peirce a una articulación puramente lógica
incluso de lógico. Es un punto de desprendimiento del fruto sobre el árbol de una cierta
articulación y ilusoria, lo llamaré, el que, del fondo de las edades había desembocado en esta
cosmología adjuntada a una psicología, a una teología, a todo lo que resulta.
He aquí allí, comprendiendo claramente tal, como se lo han enunciado la última vez,
comprendiendo claramente que no hay discurso sobre el origen sino al tratar del origen de un
discurso, que no hay otro origen atrapable que el origen de un discurso y qué eso es lo que a
nosotros nos importa cuando se trata de la emergencia de un otro discurso, de un discurso que,
con relación al discurso del Amo, cuyos términos voy allí a volver a trazar rápidamente y su
disposición, comporta la doble inversión precisamente de vectores oblicuos. Y esto:
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Tiene toda su importancia. Lo que Peirce se atreve a articularnos, y allí a la juntura de
una antigua cosmología, es la plenitud de eso de lo cual se trata en el semblante de cuerpo. Es
el discurso en su relación, dice él, a la nada. Esto quiere decir aquello alrededor de lo que
necesariamente gira todo discurso.
Por esta vía, es lo que al promover este año la teoría de los conjuntos, trato a los que
tienen la función del analista, de sugerir, es que esto sea en esta vena, aquella que explotan
estos enunciados que se formalizan con la lógica, es que es siendo de esta vena que ellos se
rompen para formarse; ¿ formarse a qué? En eso que debe ser distinguir de lo que llamé antes
el relleno, el intervalo, el taponamiento, la hiancia que hay entre el nivel del cuerpo, del goce y
del semblante, y el discurso, para darse cuenta que es allí dónde él se plantea la cuestión de lo
que tiene que poner y que no son los buenos sentimientos, ni la jurisprudencia, que está en
relación con otra cosa que tiene un nombre, que se llama la interpretación, lo que el otro día ha
sido puesta para ustedes en el tablero bajo la forma del triángulo llamado semiótico, bajo la
forma del representamen, de interpretánte y aquí el objeto, y para mostrar que la relación es
siempre
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ternaria, a saber que es la pareja représentamen‐objeto que es siempre a reinterpretar,
es eso de lo que se trata en el análisis. El interpretante es el analizante. ¿ Esto quiere no decir
que el analista no este allí para ayudarle, para empujarle un poco en el sentido del interprete.
¡ Hay que precisamente decirlo, esto no puede hacerse al nivel de un solo analista, para
la simple razón que si lo que digo es verdad, a saber que no es sino de la vena de la lógica, de la
extracción de las articulaciones de lo que es dicho, y no del decir, que si para todo decir, el
analista en su función no sabe ‐ quiero decir en cuerpo ‐ recoger mucho de eso que él oye del
interpretante, que es aquel que bajo el nombre de analizante, el da la palabra, pues bien! El
discurso analítico permanece en lo que, en efecto, ha sido dicho por Freud sin mover una línea.
Y a partir del momento en que esto hace parte del discurso común, lo que es el caso ahora, eso
entra en la armazón de los buenos sentimientos.
¿ Para que la interpretación progrese, sea posible, según el esquema de Peirce que le ha
sido propuesto la última vez, es en tanto que esta relación interpretación y objeto, observen,
¿de qué se trata? ¿ Cuál es este objeto en Peirce? Es de ahí de dónde la nueva interpretación,
que no hay de fin en eso a lo que puede venir, excepto a que hubiera un límite precisamente,
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Que es bien aquello con lo que el discurso analítico debe advenir, a condición de que no
se corrompa en su pisoteo actual.
¿ Qué hace falta al esquema de Peirce, sustituir para que eso pegue con mi articulación
del discurso analítico? Es tirado, en realción con el efecto de eso de lo cual se trata en la cura
analítica, no hay otro representamen que el objeto a¸ minúscula. El objeto a minúscula del cual
el analista se hace el representamen justamente, él mismo en el lugar del semblante.
El objeto de cual se trata, no es nada más sino lo interrogué aquí de mis dos fórmulas,
no es nada más que eso, como olvidado, el hecho de decir. ¿ Es eso que es el objeto de lo que
para cada uno es cuestión, ¿dónde estoy yo en el decir? Porque está muy claro que la neurosis
se despliega, es más precisamente eso que nos explica la oscilación de lo que Freud propuso
concerniente al deseo, y especialmente al deseo en el sueño. Es precisamente verdad que hay
unos sueños de deseo, pero cuando Freud analiza uno de sus sueños, vemos mucho mejor de
cual deseo se trata, es el deseo de plantear la ecuación del deseo con igual cero.
En una época que no era muy posterior a aquella de el 11 de abril de 1956, en 1957
precisamente, analicé el sueño de la inyección de Irma. Esto ha sido transcrito como ustedes
pueden imaginarlo en un... de un universitario, en una tesis donde eso se pasea actualmente.
La manera en la que eso fue, no diré oído, porque la persona no estaba allí, ella trabajó en base
a notas, trabajó en base a notas y consideró posible agregar algo de su cosecha; pero está sin
embargo claro que, si hay una cosa que el sueño de esta inyección de Irma, sublime, divino,
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permite mostrar, es eso que es evidente, que debería ser, desde el tiempo que anuncié esta
cosa que debería haber sido explotada por cualquiera que en el análisis, dejé eso arrastrar,
porque después de todo como ustedes lo van a ver, la cosa no tiene tantas consecuencias, si
como lo recordé recientemente, la esencia del sueño, es justamente la suspensión de la
relación del cuerpo al goce, es muy evidente que el deseo que, él, se suspende al plus‐de‐gozar,
no va a ser puesto sin embargo allí entre paréntesis.
Lo que el sueño trabaja, sobre lo que entreteje, y vemos bien cómo y con qué, con los
elementos de la víspera como dice Freud, es decir con lo que está allí aún, completamente en la
superficie de la memoria, no en la profundidad, la sola cosa que conecta otra vez el deseo del
sueño al inconsciente, es la manera en la que hay que trabajar para resolver la solución, para
resolver el problema de una fórmula con igual cero, para encontrar la raíz gracias a lo cual, la
manera en la que esto funciona, eso se anula. Si eso no se anula, como se dice, hay un
despertar, mediante lo cual, desde luego, el sujeto continúa soñando en su vida.
Si el deseo se interesa por el sueño, Freud lo subraya, es para que haya unos casos
donde el fantasma, no se puede resolverle, es decir que darse cuenta lo que el deseo ‐
permítame expresarme, puesto que estoy al final, así ‐ no hay razón de ser, es que algo se
produjo que es el reencuentro, el reencuentro de donde procede la neurosis, la cabeza de
medusa, la hendidura de antes, directamente vista, es en tanto que ella, no tiene solución. Es
precisamente por eso que, en los sueños de la inmensa mayoría, se trata en efecto de la
cuestión del deseo. La cuestión del deseo sin embargo en la medida que ella se traslada a
mucho más lejos, a la estructura, a la estructura gracias a la cual es a¸ minúscula la que es la
causa de la Spaltung del sujeto.
¡ Sí! ¿ Entonces, qué es lo que nos liga con aquel con que nos embarcamos, atravesando
la primera aprensión del cuerpo? ¿ Y acaso el analista está allí para él hacer queja de no ser
bastante sexuado, de gozar muy bien? ¿ Y qué aún? ¿ Qué es lo que nos liga a aquel que, con
nosotros, se embarca en la posición que se llama aquella del paciente?
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¿ Acaso no le parece que, si se la une en ese lugar, el término hermano que está sobre
todas las paredes, Libertad, Igualdad, Fraternidad, se los pido, hasta el punto de cultura donde
estamos de allí, de que somos hermanos? ¿ De quién somos hermanos en otro discurso que en
el discurso analítico? ¿ Acaso el patron es el hermano del proletario? ¿ Acaso no les parece que
esta palabra hermano, es justamente aquella a la que el discurso analítico da su presencia, esto
sería sólo lo que devuelve de lo que se llama este equipamento familiar? ¿ Ustedes creen que
es simplemente para evitar la lucha de las clases? Ustedes se equivocan, eso tiene que ver con
muchas otras cosas que el burdel familiar. Somos hermanos de nuestro paciente en tanto que,
como él, somos los hijos del discurso.
Para representar este efecto que designo del objeto a¸ minúscula, para hacernos a ese
deser de ser el soporte, el desecho, la abyección a la que puede aferrarse lo que va gracias a
nuestro nacer del decir, de decir que sea interpretante desde luego, con la ayuda de eso que es
aquello a lo que invita el analista, a soportarse, para ser digno de la transferencia, a soportarse
de ese saber que puede, de estar en el lugar de la verdad, interrogarse como tal sobre lo que
tiene que ver allí desde hace tiempo con la estructura del saber, desde el saber‐hacer hasta el
saber de la ciencia. Más allá desde luego interpretamos. ¿ Pero quien puede hacerlo si no es
aquel mismo que se compromete en el decir y que, del hermano, por cierto, que somos, va a
darnos la exaltación?
Quiero decir que lo que nace de un análisis, lo que nace al nivel del sujeto, al nivel del
sujeto que habla, del analizante, es algo que, con, por medio de ello el hombre piensa, decía
Aristoteles, con su alma ‐ el analizante analiza con esta mierda que le propone, en la figura de
su analista, el objeto a minúscula. Es con esto que algo, esta cosa hendida, debe nacer que no
es nada más en resumidas cuentas ‐ para retomar algo que les había propuesto el otro día a
propósito de Peirce ‐ que la plaga de la que un equilibrio puede establecerse y que se llama
justicia. Transfigurado nuestro hermano, es eso lo que nace de la conjuración analítica y es eso
lo que nos liga a aquel que impropiamente se llama nuestro paciente.
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¿ Este discurso parasexuado, entonces? Hay que decir así eso que él..., que puede tener
de esta reacción imprevista en sentido opuesto. No quisiera dejarlos unicamente sobre lo
dulce. La noción de hermano, tan sólidamente taponada gracias a toda suerte de
jurisprudencias durante decadas, de volver a ese nivel, al nivel de un discurso, tendrá lo que
llamé hace un momento sus vueltas al nivel del soporte.
¡ No les hablé en absoluto en todo eso del padre porque consideré que, que se les ha
dicho ya bastante sobre eso, explicado bastante al mostrarles que era alrededor de aquel que
une, de aquel que dice, no! que puede fundarse, que no puede sino fundarse todo lo que hay
allí de universal. Y cuando volvemos a la raíz del cuerpo, si revalorizamos la palabra hermano,
va a volver a plena vela al nivel de los buenos sentimientos.
Ya que hay que, a pesar de todo, no pintarles unicamente un futuro en rosa, sepan que
aquel que sube, que no se han visto aún hasta sus últimas consecuencias, y que les echa raíces
en el cuerpo, en la fraternidad del cuerpo, es el racismo, del que ustedes no han terminado de
oir hablar. ¡ Hasta aquí!
Version Palabreanteser ‐ Ricardo ROJAS
NOTAS AL ATOLONDRADICHO
POR TALLER DE TRADUCCIÓN L'ETOURDIT
CENTRO DE INVESTIGACIÓN:
PSICOANÁLISIS Y SOCIEDAD
(P&S)
BARCELONA (ESPAÑA)
http://www.psicoanalisisysociedad.org/letourd.htm
1. Presentación del texto por J. Lacan (1972).
1.2 Referencia al seminario Le savoir du psychanaliste (El saber del psicoanalista) inédito,
impartido en Sainte‐Anne. Lacan hace sus presentaciones de enfermos en el hospital psiquiátrico de
Sainte‐Anne de Paris. Al principio las realiza en el servicio del Dr. Delay y luego en el del Georges
Daumezon en la sala «Magnan». En 1972 Lacan da un seminario en ese hospital que se conoce con el
título de «El saber del psicoanalista» y contribuye al 50 aniversario de Henry‐Rouselle (servicio dirigido
por Daumezon en Sainte‐Anne) escribiendo L'Etourdit. (Referencia extraída de E. PORGE, Jacques Latan,
un psychanalyste, Eres, 2000, página 49.)
Vacuola. Este término designa unos orgánulos celulares que se forman tanto en células animales
como vegetales, aunque de preferencia en estas últimas. En las células vegetales adultas pueden llegar a
ocupar el 90% de la célula a consecuencia de un proceso de fusión de las vacuolas pequeñas en una única
vacuola central que aumenta con la edad. Las vacuolas biológicas pueden realizar funciones muy diversas.
A veces funcionan como vehículos de transporte de sustancias alimenticias desde la superficie celular a
los centros de elaboración interior (vacuolas nutricias), o a la inversa, pueden ser vehículos de transporte
de los materiales de desecho a los puntos de eliminación en la superficie celular (vacuolas excretoras).
Pero la función más común de las vacuolas es la de constituir lugares de almacenamiento de sustancias
(vacuolas de grasa, de agua y soluciones de iones y sales de distintos tipos).
En el lenguaje común se usa a veces vacuola en su acepción de cavidad para indicar un receptáculo o
lugar diferenciado más o menos vacío.
El uso que más se acerca a la acepción original en biología sería el de almacén o depósito de reserva y
parece que fuera de esta acepción de la que se sirve Lacan en este caso. La evocación del valor de la carta
robada del Seminario de Lacan sugiere que Lacan se servía de este término para destacar esa función de
almacenamiento o reserva de su decir, en el sentido de que, a su juicio, su decir no tuvo entonces (en
Sainte‐Anne y en Henri‐Rousselle) más valor que el de quedar depositado allí, constituyendo como mucho una
reserva, lo cual de todas formas no sería poco, ya que siempre podemos considerarla preñada de un valor
comparable al de las cartas robadas, que no por quedar depositadas en el inconsciente dejarían de tener
efectos. (L:Artigas)
Una carta que siempre llega a su destinatario. Su escrito «El seminario sobre La carta robada» en
Écrits.
..Ou pire. Seminario de París I (1972), inédito. 2. Lacan enuncia la frase que servirá como ejercicio.
2.2. En el original francés: Qu'on dise reste oublié derrière ce qui se dit dans ce qui s'entend.
2.1. El sujeto sería `Que se diga'. 3. La lógica, ciencia de lo real.
3.1. Oposición entre significante y sentido.
3.2. Se refiere al discurso analítico
La lógica como ciencia de lo real. En tanto que trata las paradojas de todo discurso, sus incompletudes
(Godel), su no demostrabilidad, su irrefutabil dad (tesis de Church‐Turing)... Real del psicoanálisis, real de todo
discurso, real de la ciencia (puntos de imposible de la ciencia misma). Lo real formalizado por la lógica como lo
imposible, cosa que no permiten las ciencias conjeturales (antropología, Levi‐Strauss; sociología, declive del
padre y referencia a Durkheim; lingüística, Saussure; teoría de la comunicación; retórica; etc.) que solo pueden
dar cuenta de la estabilidad o las variantes de las formaciones simbólico/imaginarias. (R.Cevasco)