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EL ARCA DE LA

ALIANZA
(Apuntes para la Sala)

I.- ¿Qué era el Arca de la Alianza?


Es difícil, en principio saber con exactitud, que era o en que consistía el
Arca de la Alianza, aunque la podíamos calificar como una suerte de
tecnología espiritual, y más concretamente de tecnología de tipo eléctrico,
siendo definida por algunos como algún tipo de transmisor de carácter
radioactivo lo que evidentemente lo haría muy peligroso.

Desde el punto de vista religioso hebreo, no se pone ni por un momento


en duda, que fuese el propio Yahvé quien diera las instrucciones a Moisés
para la construcción del Arca. “Harás un arca de madera de acacia, dos
codos y medio de largo, codo y medio de ancho y codo y medio de
alto”. Así le hablaba Yahvé a Moisés en el libro del Éxodo 25. Y él construyó
el Arca siguiendo rigurosamente sus indicaciones. Estas instrucciones fueron
seguidas al pie de la letra por Bezaleel y otros "hombres hábiles a los
que Yahvé había dado pericia", creando un cofre de madera de acacia
negra, revestido por dentro y por fuera de láminas de oro. Medía 1,31 cm.
de largo por 0,78 cm. de alto y ancho. Una guirnalda de oro rodeaba su
parte superior. A ambos lados llevaba fijos cuatro anillos de oro a través de
los cuales se insertaban dos pértigas de acacia recubiertas del mismo
metal precioso para su transporte. Sobre la tapa dos querubines de oro
protegían su contenido: los mandamientos para los que Yahvé ordenó
construir el Arca, es decir las Tablas de la Ley.

Según la tradición, los dos querubines extendían sus alas con


tendencia a que sus puntas se rozaran, formando de esta forma un
triángulo entre ellas considerado sagrado. Era este espacio triangular el
oráculo mediante el cual se comunicaba Yahvé.

Estos mismos “hombres hábiles” que construyeron el Arca sagrada,


elaboraron el Tabernáculo, el candelabro de siete brazos, el vestuario de
los sacerdotes, la mesa sagrada, los objetos para los que estaba
destinada, etc. Cuando estuvo terminada, y con las Tablas de la Ley en su
interior, según Éxodo (40, 20), y según algunas fuentes con la vara de
Aarón y un cuenco de mana formando parte del ajuar que en ella se
guardó, según Números (17, 10), el Arca comenzó a ocupar un lugar
destacado en el Sancta Sanctorum del Tabernáculo, ese templo portátil
de los israelitas durante su éxodo en busca de la Tierra Prometida, aunque
los avatares de la historia la obligaron a salir muchas veces del santuario.

El arca abría la marcha durante los años de expedición del pueblo judío
por el desierto y estaba siempre a la cabeza del pueblo, viajando envuelta

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en una piel teñida de azul y en otra color jacinto convirtiéndose así en un
auténtico talismán que representaba la alianza de Dios con su pueblo,
cuando no la propia encarnación material de Yahvé. Para los israelitas era la
manifestación física de Dios y a ella se recurría en busca de ayuda sobre
todo en tiempos de guerra. Por lo tanto, tener el arca era tener a Dios.

Quizás fuera el producto de conocimientos que se han perdido con


el paso del tiempo, y esto es importante porque existen algunas teorías
muy interesantes que reflejan que el propio Moisés se la trajo del sarcófago
de la Gran Pirámide de Egipto cuando salio de esas tierras con el pueblo
hebreo y que por lo tanto su origen sería más bien el mismo que el de la
Gran Pirámide y si esto lo ponemos en contacto con el hecho sostenido por
algunos de que este monumento es atlante, pues tendríamos el origen
inexplicado de la propia Arca.

Y si seguimos con este origen egipcio y en definitiva con esa línea de


investigación, deberíamos de aludir también al propio hecho del mana, que
muy posiblemente fuera más que un alimento material un alimento
espiritual proveniente del polvo de oro que ingerían los sacerdotes egipcios
y que les permitía “conectar”, por llamarlo de algún modo, con los dioses y
con otras dimensiones. Fue posiblemente el mismo Moisés quien
sacara ese polvo de oro, en definitiva el mana, que no caía del cielo pero
que se daba a la gente para conectarse con otras dimensiones y tener ese
conocimiento avanzado. Los sacerdotes levitas encargados de
custodiar el arca tomarían esta sustancia antes de ponerse en
contacto con ella y así poder sintetizarse con la misma energía que estaba
dentro del arca esto sin descartar las ropas especiales que debían de
ponerse antes de entrar en contacto con ella.

Pero en relación con las Tablas de la Ley hay algo bastante curioso que
deberíamos de resaltar en este momento, y es el tremendo parecido con
otras Tablas de piedra ya conocidas y que son las entregadas por el Dios
Tot a los Egipcios en donde se contenía la ciencia del mismo y todos los
secretos del cielo y de la tierra y que se guardarían en un templo secreto
que muchos creen que es la Gran Pirámide. Esto levanta sospechas ya que
¿no sería el robo de las referidas tablas lo que provoco que los
egipcios salieran en persecución de los hebreos con su Faraón a la
cabeza?. Estas Tablas son muy similares a las de la Ley si bien nos fijamos
pero ahondando más en el enigma también habrá que señalar que era
guardadas en cajas también muy similares a la del Arca de la Alianza,
precisamente por sus dimensiones y porque ellas, se dice, guardaban cosas
sagradas e incluso a los mismos Dioses. Y si queremos, finalmente cerrar el
circulo de sospechas, todo esto deberíamos de ponerlo en relación con el
hecho de que Moisés era un príncipe egipcio.

Si observamos, por lo tanto, los materiales con los que estaba hecha
veremos que se combinan dos tipos de materiales: uno altamente
conductivo, el oro, y otro aislante, la madera, en definitiva estaríamos ante
un condensador. Por otra parte el hecho de que fuera conducida por el
desierto en un ambiente seco haría que se estuviera cargando
continuamente con electricidad estática. Hay teorías que dicen que las
mismas Tablas de La Ley fueron hechas de una materia radioactiva, si esto
fuera así se empezaría a explicar el porque de los letales efectos de esa

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arca, ya que se habría combinado un elemento radioactivo con los
anteriores conductores y aislantes con los que estaba hecha el arca.

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II.- El paradero actual del Arca de la Alianza
1.- El arca de la alianza en la Tradición sagrada contenida en el
Antiguo Testamento

Hasta su llegada a Jerusalén y su instalación definitiva en el Sancta


Sanctorum del Templo de Salomón, su pista parece extraordinariamente
clara.

Primero fue llevada cerca de Jericó, donde dio a Israel su primera


victoria militar en Canaán.

A continuación la instalaron en Gilgal, cerca del Mar Muerto, para


desplazarla después a Siquem, donde renovó el pacto con Yahvé que
simbolizaba el Arca y su contenido: las Tablas de la Ley.

Tras un breve paréntesis en Betel, el Arca se quedó durante una buena


temporada en Siló, donde fue cuidada por la familia del sacerdote Eli y
desde donde fue llevada a la batalla de Afec, en la que los filisteos se
apoderaron de ella y la exhibieron después como trofeo de guerra. Sin
embargo, la felicidad de los filisteos duró poco, pues una serie de extrañas
enfermedades se abatieron sobre ellos obligándoles a devolver el Arca a sus
propietarios originales siete meses más tarde. Para entonces, el Arca se
quedó en Bet Semes, provocando la muerte de setenta hebreos que
intentaron mirar en su interior, quién sabe si para comprobar si faltaba algo
de su precioso contenido.

Lo cierto es que el miedo al Arca hizo que ésta se "exiliara" a Quirat


Jearim, donde fue custodiada durante veinte años por un cierto Abinadab,
hasta que el rey David se propuso llevársela a Jerusalén. En el traslado
murió un joven encargado del cuidado del arca, que quiso sujetarla durante
un bamboleo para que esta no se estrellase contra el suelo. El joven Oza
cayó fulminado. El arca no había tenido en cuenta sus buenas intenciones.
David atemorizado la dejó durante tres meses en casa de Obededom de
Gat. Una vez pasado el incidente, se preparó una tienda en Jerusalén donde
estuvo el Arca hasta que Salomón terminó su Templo. Y fue allí,
curiosamente en el lugar más seguro de todos en los que estuvo el Arca,
donde se le perdió la pista para siempre, terminando lo que podemos llamar
su historia y comenzando su leyenda.

Los judíos actualmente tienen en sus sinagogas una reproducción del


arca que contiene la Torah y aguardan por la aparición del original.

2.- Posibles ubicaciones actuales del Arca de la Alianza

Fundamentalmente vamos a seguir tres grandes grupos de pistas acerca


de la ubicación actual del Arca de la Alianza y que podíamos denominar:

a.- La Pista Templaria, y que a su vez se bifurca en dos lugares como


son la Catedral de Chartres y la Abadía de Rosslyn en Escocia

b.- La Pista Etiope, a la que llegamos por dos caminos tan distintos

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como interesantes.

Ambas pistas, acerca de la ubicación actual del arca, responden a dos


grupos de indagaciones comandadas por dos importantes investigadores:
Robert Goodman y Graham Hancock.

c.- Finalmente un tercer grupo de pistas nos conducirán a otros tres


lugares: dos montes importantes como son el Monte Nebo y el Monte del
Calvario y finalmente los subterráneos del propio Templo de Salomón.

Existen finalmente otras posibles ubicaciones pero en cuyo examen


no entraremos para no hacer demasiado tediosa la exposición si bien no
puedo por menos que mencionar en este momento los datos suministrados
por la amiga Marisa Azuara y que nos expuso el viernes pasado en la charla
sobre su libro de título “El signo de Salomón”, y en donde se nos decía que
posiblemente la ubicación del Arca esté en España y concretamente en la
zona de Zaragoza. Nos remitimos a lo dicho ese día y que podéis escuchar y
bajaros de la propia web de Enigmas y Misterios.

LA PISTA TEMPLARIA

a.- Breve introducción a la Orden del Temple

- Los nueve caballeros

- las misteriosas excavaciones en el templo

b.- ¿Encontraron los Templarios el Arca?

No puede darse una respuesta segura a esta pregunta. La misión era


secreta y secreto ha permanecido el resultado. Pero existen presunciones, y
en tal cantidad, que permiten establecer, al menos, una certeza moral. En
1128 se produce el retorno a Francia de Hugo de Payns y al menos
cinco de sus caballeros, con un mensaje de Balduino II, Rey de
Jerusalén, al Papa, demandando socorro por la falta de combatientes para
proteger el nuevo reino cristiano. Pero Hugo de Payns no es un consejero
del Rey, que por lo general se escogían para aquella clase de misiones, ni
está enfeudado en Tierra Santa. De hecho, no es Balduino II quién envía al
caballero templario, sino que "aprovecha" un viaje de este para encargarle
la misión. Y Hugo de Payns parte con casi todos, sino con todos, sus
compañeros. Es evidente que no se desplaza a todos los caballeros para
transmitir un simple mensaje. Hubo una orden venida del otro lado; el
propio San Bernardo, de forma muy explícita, reconoce en los preliminares
de la Regla que va a dar a la Orden del Temple, tanto que ha llamado a los
Caballeros, como que su misión ha sido cumplida. Y si los caballeros han
sido desplazados en tan gran número es por que escoltaban algo
que debía ser custodiado, algo particularmente valioso.

Estas conclusiones no se hacen a la ligera. Louis Charpentier, en su


obra "El enigma de la Catedral de Chartres", nos indica que en el pórtico
norte de dicha catedral, curiosamente llamado de los "Iniciados", existen
dos columnitas en cuyo relieve esculpido ostentan, una, la imagen del

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transporte del Arca en un carro de bueyes, con la leyenda Archa cederis
("obrarás por el arca"), y la otra muestra a un hombre que cubre o agarra
con un velo el Arca, junto a un montón de cadáveres entre los que se halla
un caballero en cota de malla.

Chartres, entre otros misterios, incluye el que a occidente de la parte


baja del crucero sur de la catedral, hay una piedra rectangular,
empotrada al sesgo en las otras losas, cuya blancura resalta
netamente sobre el matiz grisáceo del enlosado. Esta piedra está
marcada con una espiga de metal brillante, ligeramente dorado. Y
cada año, el 21 de junio, un rayo de sol cae exactamente sobre la blanca
piedra. Esta particularidad (parece improbable un capricho del enlosador)
podría indicar algo, algo que, teorías diversas señalan como una señal del
arca oculta.

Aparte de la Catedral francesa, merece un puesto de honor la Abadía de


Rosslyn, en Escocia, cercana a Edimburgo. Después de la disolución de la
Orden del Temple, entre 1307 y 1314, muchos de los supervivientes se
trasladaron a Escocia, y Rosslyn fue el ultimo reducto templario. Algunos
eminentes investigadores, como Robert Goodman, sospechan que podría
ser el emplazamiento definitivo del Arca de la Alianza que los Templarios
habrían llevado y escondido allí, junto con sus otros tesoros, nunca
hallados, máxime cuando la planta de esa capilla no es sino una
reproducción en miniatura de la planta del mismísimo templo de
Salomón.

A la vista de esto la pregunta es por lo tanto obvia; si los Templarios no


encontraron el Arca, ¿Qué es lo que encontraron y que se trajeron a
Europa cuando regresaron de Jerusalén?.

La respuesta parece evidente. Lo que hallaron no fue otra cosa sino una
serie de conocimientos olvidados, perdidos y secretamente
guardados de tipo hermético que muy posiblemente condicionaran a
la Orden en su aspecto más íntimo y secreto durante toda su
historia y que en sus manifestaciones más externas diera lugar a un nuevo
arte, el gótico, una nueva forma de construir en donde se ponían de
manifiesto todo un universo de proporciones sagradas.

No en vano, fueron los Templarios, o mejor dicho, gracias a los


Templarios, cuando se desarrolló por toda Europa un amplio movimiento de
construcción de Catedrales con todo lo que eso conllevaba de maestros
albañiles y canteros, talladores de la piedra y constructores agrupados en
gremios en donde sus conocimientos permanecían ocultos… en definitiva los
maestros masones, con todo un saber encerrado en las Catedrales Góticas;
un saber que muy probablemente tiene su origen en el propio Egipto
y que hunde sus raíces en perdidas civilizaciones que dejaron en
esta parte de la tierra su antiguo conocimiento siendo su
manifestación artística y de conocimiento más importante la Gran
Pirámide de la llanura de Giza.

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LA PISTA ETIOPE

La segunda hipótesis sobre su paradero, la aporta el incansable


investigador británico Graham Hancock, narrada en su bestseller Símbolo
y Señal, el cual durante muchos años siguió la pista del Arca de la Alianza
desde su misteriosa desaparición bíblica.

En 1983 Hancock oyó hablar por primera vez de su conexión con


Etiopía, mientras escribía un libro sobre este país africano. Hancock fue
corresponsal en Etiopía y en su visita a la ciudad de Axum, conoció al que
afirmaba ser guardián del Arca o Tabot, quien le relató la leyenda del hijo de
Salomón y Belkis, la mítica reina de Saba, y su relación con el objeto
sagrado.

La hipótesis de Hancock demuestra que el Arca salió de Palestina,


recaló un tiempo en Elefantina (Egipto), y después pudo haber sido ocultada
en Etiopía. En Símbolo y Señal, Hancock cuenta cómo los judíos de
Elefantina huyeron a Sudán y desde allí a las tierras altas de Etiopía,
asentándose finalmente en el Lago Tano, un mar interior a más de dos mil
metros de altura. Visitando esta zona conoció la existencia de unos textos
antiguos que relataban como el Arca de la Alianza había sido
colocada en una especie de tabernáculo en la isla de Tana Kirkos,
donde permaneció ochocientos años hasta que el rey Ezana de Etiopía la
llevó hasta su emplazamiento actual en Axum.

Salomón durante su reinado, recibió la visita de la reina de Saba


(país probablemente situado en la conocida como Arabia feliz, en el actual
Yemen del Sur). Las Crónicas Reales de Etiopía cuentan que la reina
volvió a su país esperando un hijo de Salomón, el futuro Menelik I,
quien se convertiría en el fundador de la línea dinástica que ha
perdurado hasta el emperador Haile Selassie.

Menelik fue enviado a vivir con su padre a Israel, donde se educó


hasta los diecinueve años, convirtiéndose al credo judío. Como regalo de
despedida, Salomón hizo construir una copia idéntica del Arca para que se
la llevara a Etiopía y, de este modo, los falashas (judíos etíopes a los que
algunas hipótesis románticas consideran como descendientes de una de las
tribus perdidas de Israel) tendrían su propia Arca de la Alianza. Salomón
había permitido que se erigieran ídolos paganos en el templo, en línea con
la decadencia de su reinado bajo la influencia de Babilonia. Menelik,
temiendo por la seguridad del Arca original, cambió la copia y se llevó la
auténtica, pero bien pudiera ser que esta historia tuviera más de venganza
familiar que de sentido altruista.

Graham Hancock sostiene que el Arca de Menelik I se encuentra en la


Iglesia de Santa María de Sión, en Axum, custodiada por un solo
vigilante, casi ciego y con poca disposición a contestar preguntas acerca del
Arca, tal como pudo comprobar incluso el equipo de investigación de la BBC
que elaboró un reportaje sobre el asunto, y a cuya cabeza iba el propio
Hancock.

Otras teorías, por contra, indican que el Arca no se movió del


Templo de Salomón hasta que el formidable ejército de Nabucodonosor
arrasó Jerusalén en el 586 A.C.

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Al parecer, Hancock ha encontrado conexiones entre una de las
primeras obras que habla del Santo Grial, el Parzival del poeta
medieval Wolfram Von Eschenbach, y algunos relieves de la catedral
francesa de Chartres, que representan a la reina de Saba. Así, atando
cabos, Hancock llegó a la conclusión de que los templarios habían
conocido la leyenda de Menelik y la habían dejado plasmada en
clave poética en el Parzival y sobre la piedra de Chartres, siendo el
Grial, por tanto, una actualización del Arca, en cuya búsqueda Hancock
viajó en varias ocasiones a Etiopía hasta descubrir que las iglesias
ortodoxas de este país guardan en su sagrario una réplica del Tabot o Arca,
a la que sacan en procesión una vez al año, cubierta por telas, durante la
fiesta del Timkat, ceremonia que al parecer aparecía también en los
grabados faraónicos de la época de Tutankamon.

Tesis parecida a la de Hancock sostiene el escritor Grant Jeffrey, en


Profecías de Armagedón, que narra una conversación con el príncipe
Stephen Menghesa, biznieto del emperador Haile Selassie y supuesto
descendiente directo, por tanto, de Salomón y Menelik. Menghesa refirió a
Jeffrey que tras la proclamación del Estado de Israel en 1948, muchos
falashas etíopes empezaron a discutir planes para el retorno del Arca de la
Alianza a Israel y ayudar a la construcción del Tercer Templo, que
contribuiría a una auténtica atmósfera de paz y concordia, uniendo a
cristianos, judíos y musulmanes y enterrando para siempre las voces
amigas de la eterna discordia, ideal que muchos atribuyen también a la
Orden del Temple.

Junto con estos dos líneas de investigación a las que llamamos pistas
y que hemos analizado anteriormente hay de señalar un tercer grupo y
que vienen a situar el Arca en dos montes bien distintos como son el Monte
Calvario y el Monte Nebó así como una de la más interesantes que la sigue
situando en los subterráneos del Templo de Salomón, tesis esta última no
exenta de polémica por la aparición de un curioso personaje británico como
era el capitán Montague Parker.

Vayamos por partes.

El Arca en el monte Calvario

El gran arqueólogo Ron Wyatt asegura, en cambio, que el Arca


auténtica (pues al parecer existen innumerables réplicas), se encuentra
enterrada bajo el monte Moriah, en el Grotto o caverna en la que
Jeremías escondió el Tabernáculo, el Arca de la Alianza y el Altar del
Incienso, cerrando después la entrada. El lugar señalado por Wyatt para
iniciar la búsqueda, la cual emprendió en compañía de sus dos hijos Danny
y Ronny, era un vertedero situado a lo largo de la escarpada ladera
del monte Moriah, que algunos denominan la "pared del Calvario" y
cuyo relieve dibuja una especie de calavera alusiva al Gólgota donde
Jesús fue crucificado.

Después de investigar los alrededores, el arqueólogo decidió excavar

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perpendicular a la roca. Después de casi dos años de trabajo, terminó
descubriendo una cueva de cinco por cinco metros, y tras introducirse en
ella comprobaron que estaban bajo el monte Moriah. El 6 de enero de 1982,
después de una intensa búsqueda en todos los pasadizos y cavidades
encontrados, Wyatt halló lo que buscaba. Bajo la tenue luz de su linterna
adivinaba una caja de piedra con la tapa partida en dos y justamente
encima, en el techo de la cueva, distinguió una grieta ennegrecida
por algún sedimento. Alcanzó la caja y comprobó que la hendidura
de la tapa estaba impregnada de la misma sustancia del techo. Sin
embargo, dada la escasez de espacio para moverse volvió días después con
unos instrumentos ópticos especiales de cuya lectura dedujo que el
contenido de la caja no era otro que el Arca de la Alianza.

Posteriormente, el propio Wyatt pudo comprobar que la grieta


del techo era la prolongación natural de otra que había visto en un
agujero que él había interpretado como base de apoyo para la cruz
de Jesús. Wyatt dedujo que la sustancia negra podría ser sangre que se
hubiera colado por la grieta, manando directamente sobre la caja de piedra
y, claro, sobre su contenido. Por la posición de las salpicaduras en la
tapa, aquella sangre, supuestamente de Cristo, habría caído
directamente sobre el Propiciatorio del Arca... de estar allí dentro.

Wyatt informó a las autoridades israelíes sobre su


descubrimiento, pero éstas -bien por no creerlo, o por temer las reacciones
tras una noticia de ese calibre-, le "recomendaron" mantener el secreto. Lo
cierto es que, tras su gestión, Wyatt selló la entrada al túnel y aún hoy el
Arca podría seguir allí abajo.

El Arca en el Monte Nebo

La propia Biblia en Macabaeos 2, 1-8 se refiere a como el profeta


Jeremías ocultó secretamente el Arca y el altar de los holocaustos
en una gruta situada en "el monte al que subió Moisés para
contemplar la heredad del Señor". Ese monte desde el cual Moisés
divisó la Tierra Prometida que nunca iba a pisar, pues murió en el desierto,
es el antiguo monte Nebó (identificado hoy con el moderno Jaban an-Naba),
un lugar que se encuentra a unos cincuenta kilómetros de Jerusalén, en
línea recta, dentro ya de territorio jordano.

Del texto bíblico podría deducirse que Jeremías retiró el Arca de su


emplazamiento originario y lo trasladó al monte Nebó intentando
salvarla del saqueo enemigo. En dicho monte encontró una cueva. En
ella la ocultó tapiando la entrada. Cuando Jeremías supo que alguno de los
hombres que lo acompañaban habían vuelto para poner señales y no perder
el camino, él les recriminó diciéndoles: "Este lugar quedará desconocido
hasta que Dios vuelva a congregar a su pueblo y tenga de él misericordia,
entonces dará a conocer el paradero de estas cosas..." Y con la sentencia de
Jeremías el Arca de la Alianza desapareció de la historia.

Lo que no dice la Biblia es si el Arca fue llevada después a Jerusalén


cuando los judíos regresaron de su exilio en Babilonia en el 538 a.C. y

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reconstruyeron el templo.

En los años veinte de este siglo, Anthony F. Futterer buscó el Arca en


el monte Nebó. Al parecer la encontró y antes de morir, dejó pistas de su
emplazamiento a un tal reverendo Clinton Locy.

En 1981, Tom Crotser, arqueólogo estadounidense visitó al reverendo y


consiguió una copia de la inscripción que Futterer había visto fuera del túnel
bajo el Nebó. Según Crotser, la traducción de esa inscripción era "aquí yace
el Arca de la Alianza". Locy también proporcionó a Crotser un croquis del
túnel, motivo por el cual este último viajó hasta Jordania en octubre de
1981. En el monte Pisagh (en la misma cordillera del monte Nebó)
encontraron una cavidad que se correspondía con la entrada de la gruta. Sin
permiso oficial, quitaron la plancha de hojalata que cubría la entrada y se
introdujeron en el pasadizo el 31 de octubre de 1981. Atravesaron varios
ensanchamientos en forma de nichos y Crotser tuvo que romper dos muros
de barro y roca que bloqueaban el camino. Hacia el final del pasadizo,
encontraron otro muro más robusto y sin inscripciones. Al derribarlo
apareció ante ellos una cámara tallada en la roca. Crotser opinaba que esta
cámara estaba debajo de una antigua iglesia bizantina con la que se
comunicaba mediante un pozo vertical.

El investigador afirma haber visto en esa cámara la mismísima


Arca de la Alianza. La describió como una caja de oro de 1,55 metros de
largo por 93,5 centímetros de ancho y otros 92,5 de alto. No tocó la caja
por temor a recibir una descarga, pero obtuvo varias fotografías y la midió.
Los querubines de oro no estaban en la tapa, aunque en una esquina de la
cámara vio unos bultos envueltos en gasa que podrían ser las imágenes de
los ángeles. También estaban los palos usados para transportar el Arca y los
anillos de oro en sus laterales. Después, Crotser y sus compañeros
fueron a Ammán, donde intentaron infructuosamente interesar a las
autoridades jordanas en su hallazgo.

A su regreso a Estados Unidos, la agencia de prensa UPI divulgó un


comunicado en el que se afirmaba que se había encontrado el Arca. La
noticia apareció en la mayoría de los periódicos del mundo. A pesar de ello,
este hallazgo no encontró la notoriedad que buscaba, ya que la única
fotografía del "Arca" era de muy mala calidad y mostraba una caja
de aspecto moderno con clavos y tiras metálicas, quizás cortadas a
máquina.

El Arca bajo el Templo

Los textos religiosos judíos registran dos paraderos del Arca. Según la
Misná y el Talmud, fue enterrada en uno de los túneles secretos excavados
bajo el monte del Templo. El enterramiento habría sido obra del rey Josías
que, alertado por una profecía sobre la futura profanación del Sancta
Sanctorum (Santo de los Santos) por los babilonios, la ocultó en una
gruta secreta y cegada bajo la Setiyyah o Piedra de la Fundación, un
axis mundi que no era sino el suelo del Sancta Sanctorum sobre el
que reposaba el Arca.

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Una cita del sabio árabe Maimónides (1135-1204) dice: "... cuando
Salomón mandó levantar el Templo pronosticó su destrucción e hizo
construir una cueva secreta, muy profunda, donde Josías dio instrucciones
de esconder el Arca de la Alianza".

Esta información, que Maimónides atribuye a un judío llamado


Arabaita, pudo haber inspirado la expedición que en 1908 buscó el
Arca bajo el antiguo Templo de Salomón.

La Expedición Parker comenzó su tarea en el palacio-museo de


Topkapi, en Estambul, donde el biblista sueco Walter H. Juvelius
encontró un código sagrado en un manuscrito del Libro de Ezequiel.
Afirmaba que ese código describía que el emplazamiento exacto de
los tesoros perdidos estaba bajo el templo, en un lugar al que se
accedía por un complicado sistema de túneles.

Juvelius se asoció al capitán Montague Parker bajo el mecenazgo


de la duquesa de Marlborough, para sacar el Arca de su presunto escondite.
Conseguir los permisos pertinentes para excavar bajo Jerusalén sólo fue
posible gracias a una larga cadena de sobornos. Y gracias a ellos, entre
1909 y 1911 el grupo descubrió varios pasadizos secretos. Pero su
búsqueda se detuvo bruscamente el 17 de abril de 1911 cuando Parker y
sus hombres intentaron entrar en una gruta natural, justo debajo de la Roca
Sagrada sobre la que estuvo colocada el Arca en la época del llamado
Primer Templo. El atrevido británico y su equipo descendieron con ayuda de
cuerdas a la gruta y empezaron a retirar las piedras que bloqueaban la
entrada a una galería antiquísima. Desafortunadamente, uno de los
celadores que estaba pasando la noche en el templo, oyó los ruidos de los
trabajos de la expedición. Rastreo el desplazamiento del grupo hasta la
Roca Sagrada, y horrorizado al descubrir extranjeros bajo el Sancta
Sanctorum, corrió a la ciudad para avisar a la gente sobre la profanación
que se estaba cometiendo.

En menos de una hora, una multitud enfurecida por el rumor de que


unos extranjeros estaban robando el Arca de la Alianza y la espada
de Mahoma se concentró frente a los muros del Templo. El gentío estaba
dispuesto a hacer pagar con la vida semejante delito aunque, por suerte,
Parker y el resto de la expedición consiguieron escapar a Jerusalén y de allí
al puerto de Jaifa, donde embarcaron precipitadamente.

Parker no se trajo consigo ni una sola prueba que avalara la


existencia de los tesoros de Salomón, pero sí demostró la existencia
de túneles secretos bajo el templo. Una evidencia que podría
confirmar que siglos atrás hubieran sido visitados por los
templarios, quizás con más fortuna a la hora de arrebatar las codiciadas
riquezas. Lógicamente, los monjes guerreros emplearon nueve largos años
en excavar y buscar por los túneles, sin que nadie les importunase.

Randall Price publicó en 1993 en Messianic Times un artículo en el que


afirmaba que los archivos rabínicos antiguos mencionan que el Arca
fue sacada del Segundo Templo y escondida en un lugar secreto
bajo el almacén de leña del Templo. El propio Price dice que "basándose
en la descripción histórica de la situación del almacén de leña y del

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conocimiento actual de los pasillos subterráneos bajo el monte Moriah, se
cree que hay un túnel que conduce a una cámara a unos cuarenta y
ocho pies bajo la superficie, que se supone alberga el Arca".

Una afirmación ésta perfectamente compatible con los hallazgos


de Wyatt en sus excavaciones en 1979, en las que asegura encontró
el Arca impregnada de la mismísima sangre derramada por Jesús
durante la crucifixión.

Sorprendentemente (o no) los trabajos arqueológicos de Wyatt fueron


vetados por el Gobierno israelí antes de que culminasen. Lógicamente, de
salir a la luz los descubrimientos de Wyatt, podría haberse
demostrado que Jesús fue realmente el Mesías, el Hijo de Dios
encarnado, cosa que los judíos no pueden admitir.

A modo de conclusión

Las especulaciones sobre el Arca de la Alianza han dado lugar a ríos de


tinta y a rollos y rollos de películas. Todos tenemos en mente la
famosísima En busca del Arca perdida, donde los Nazis le disputaban al
arqueólogo Indiana Jones la reliquia. No en vano esta película esta
inspirada en una de las posibles ubicaciones del arca que es la
ciudad secreta de Tamis. Pero esta ubicación no es aceptada por la
practica totalidad de los investigadores, toda vez que los ejércitos
del Faraón que pudo haberla llevado a esta ubicación jamás llegaron
a entrar en Jerusalén.

A través de la historia muchos aventureros y también científicos y


estudiosos se han preocupado por tan excepcional objeto. Algunos han
intentado explicar sus propiedades malignas aludiendo a la similitud
que guarda el arca con un generador eléctrico. El alto voltaje
electrocutaría a quién pusiese las manos sobre ella.

Hay teorías peregrinas que hablan de seres extraterrestres que


fueron los que entregaron aquel magnífico artilugio de alta tecnología a los
judíos, un artefacto capaz de provocar tumores, enfermedades de todo tipo
y fulminar al que osara tocarlo.

Un sin fin de cualidades mágicas se han ido incorporando a la imagen


del Arca a través de los siglos. Se considera que no solo no debe ser
tocada, sino jamás abierta y mucho menos osar volver los ojos hacia
lo que hay en su interior.

Miedo, terror, catástrofe y muerte es el premio que obtendría el


osado que se atreviese con el arca. A pesar de todo los buscadores de
tesoros se cuentan por miles. Unos movidos por las enormes cantidades
de oro con las que se supone que estaba recubierta el arca. Otros por su
valor como reliquia, otros por sus implicaciones exotéricas, otros por
considerarla fuente de todo poder, y otros muchos por su significado
religioso. Tener el arca es tener a Dios. Sin embargo, aunque no nos
está prohibido buscarla, según las palabras de Jeremías jamás la
encontraremos.

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Solo Dios la mostrará cuando llegue su reinado. Mientras tanto solo
nos resta soñar con el secreto del arca y disfrutar del sin fin de historias que
su recuerdo imperturbable a través de los siglos, ha producido en la
imaginación humana.

Ya, para finalizar, deberiamos de plantearnos una cuestión a la que


necesariamente hemos de dar alguna respuesta:

¿Qué valor tendría encontrar hoy día el Arca de la Alianza?

El descubrimiento del Arca de la Alianza supondría, desde luego un


suceso religioso importantísimo en la medida en que para mucha gente
es una busqueda de tipo espiritual, pero al margen de esto tambien es una
busqueda material y supondría, al ser un ingenio tecnológico, un
importante evento para la ciencia, en la medida en que abriría las
puertas para pensar con razones de peso más que suficientes que
fue dado por alguna civilización desaparecida con la que hemos
perdido el contacto o con alguna civilización llegada de fuera de
este mundo.

Esto podria suponer un cambio de mentalidad importante para


mucha gente, creyente o no, al margen claro esta de que su hallazgo
seria un importante descubriento para la arqueologia y para aquellos
que se dedican a investigar las huellas de un remoto pasado.

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