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CONCLUSIONES CUARTO CONGRESO

AMBIENTAL 2003
• Conferencias Magistrales:
o "Astronomía y Medio Ambiente" - José Luis Muiños.
o "Ética y Ambiente" - Héctor Padrón.
o "La Situación Actual de Residuos Peligrosos en la Argentina" - Alberto
Capra.

El Cuarto Congreso Nacional AMBIENTAL 2003 congregó a Investigadores, Docentes,


Alumnos y público en general del medio Sanjuanino y de diferentes provincias
argentinas.

Los objetivos del encuentro se cumplieron ampliamente al generar un espacio de


encuentro y discusión en torno a los diferentes ejes temáticos propuestos.

Al respecto destacamos que las ponencias fueron presentadas en forma oral y de pósters
con la siguiente distribución por líneas o ejes:
LÍNEA PONENCIA ORAL PONENCIA EN
POSTERS
CONTAMINACIÓN 23 8
EDUCACIÓN Y GESTIÓN 14 10
RECURSOS NATURALES 9 17
ECOSISTEMAS Y BIODIVERSIDAD 1 11
RIESGOS AMBIENTALES 5 -
IMPACTO AMBIENTAL 7 3
SALUD Y AMBIENTE 1 6
TOTAL 61 55

De esta distribución de ponencias por temas podemos reflexionar acerca de la


importancia de algunas líneas y la debilidad de otras. Así, los trabajos sobre
Contaminación fueron los más numerosos, seguidos por los de Educación y Gestión y
Recursos Naturales.

Otro punto a destacar refiere a la vasta gama de temas trabajados en general, que
muestra la amplitud de temáticas que involucran a lo ambiental. Sin embargo, se rescata
como constante la perspectiva disciplinar de los abordajes; siendo minoritarios los
trabajos que presentaron una óptica interdisciplinaria y holista. Esto lleva a plantear la
urgencia de modificar esta situación a través de la integración de equipos de
investigación entre distintas unidades académicas intra e inter universidades.
Se destaca la presentación de algunos trabajos que mostraron exitosas acciones de
transferencia al medio, producto de la articulación con organismos educativos a partir
del abordaje conjunto de problemáticas ambientales locales compartidas que resultaron
disparadores de experiencias educativas. También se escucharon trabajos que
contemplaron la articulación con el medio socio-productivo.

Pese a ello, no resultó ser una pauta típica la presentación de trabajos con acciones
concretas de transferencia y/o propuestas tendientes a resolver los temas trabajados.

En consecuencia, se concluye que la Universidad debe involucrarse en respuestas


producto de la generación de conocimientos, de modo tal de pasar de completos
diagnósticos a la generación de bases para resolver las problemáticas ambientales
tratadas. Esto no será posible sin que el Estado recepte y utilice estos insumos a la hora
de la toma de decisiones.

Las ponencias presentadas en torno al eje temático


contaminación estuvieron referidas particularmente a la
contaminación del recurso agua, recurso de singular importancia
en ecosistemas áridos como San Juan y Mendoza.

Otras ponencias plantearon la contaminación del recurso aire, ya


sea por ruidos como por emanaciones tóxicas producto de la
combustión de hornos incineradores de residuos sólidos y de la
combustión de automóviles.

Es de destacar que las ponencias presentadas recuperan un elemento común, cuál es que
uno de los factores de prácticas no sustentables de manejo de recursos del ambiente, es
atribuible a que la problemática ambiental está instalada en el discurso de dirigentes
políticos, ONGs, empresas y otros actores de la Sociedad Civil, no así en sus conductas
o comportamientos cotidianos. Se realizan foros internacionales, se firman cartas de
intención pero no se revierten conductas.

No hay una clara voluntad política de asignarle a lo ambiental la significación que por si
tiene. Esto se refleja en la ausencia de una política ambiental concebida con una política
de estado, articulada con una planificación que contemple no sólo los instrumentos
legales para su implementación, sino además los recursos humanos y financieros para la
capacitación y monitoreo de todo emprendimiento que comprometa lo ambiental.

Entendemos que los métodos punitivos ante prácticas que atenten contra el ambiente,
debieran ir cediendo espacio a aquellos basados en una apelación a la conciencia
ambiental, lograda a través de un proceso educativo formal e informal. Proceso que de
ser exitosos operará como el más seguro garante de la tan declamada y
excepcionalmente practicada sustentabilidad ambiental.

Debemos destacar el avance que ha significado escuchar propuestas superadoras de la


instancia de diagnóstico para abrir caminos de respuestas, si bien perfectibles, germen
de soluciones orientadas al mejoramiento de la calidad de vida del ser humano, del que
forma parte y se halla indisolublemente ligado.

Se acordó que es imperativo caminar hacia un paradigma que priorice al ser humano,
parte importante del ambiente. Esto requiere un cambio ético profundo y una crítica al
paradigma tecnocrático, que nos lleve hacia la idea de la transformación del ser humano
como tal y su respeto como fin último de todo accionar. Se dejó explícito que tal postura
de ninguna manera supone invalidar los logros que el avance tecnológico han
significado en el mejoramiento de la calidad de vida. Para alcanzar este fin es necesario
una fuerte apuesta a la Educación Ambiental y el cultivo de la virtud de la sobriedad
antes que el exacerbado consumo.

Otra conclusión es la necesidad de reforzar este contacto iniciado en este encuentro a


través de la conformación de una red de investigadores ambientales nacional. Para ello,
se adjunta a estas conclusiones un Índice Alfabético de Asistentes con sus
correspondientes correos electrónicos.

Se plantea la convocatoria al V Congreso Nacional Ambiental para el año 2005,


quedando pendiente la provincia donde se realizará. En este próximo evento se propone
la conformación de Mesas de Discusión en torno a temas puntuales a definir.

Conferencias Magistrales:

Presentación.

La Astronomía es una ciencia fundamentalmente observacional que estudia el Universo;


y que para llevarla a cabo necesita de medios, técnicas y principalmente de una
atmósfera limpia y transparente. En nuestro país las investigaciones astronómicas tienen
más de 150 años de antigüedad siendo el gran impulsor Domingo Faustino Sarmiento,
quien al fundar el Observatorio Astronómico de Córdoba en el año 1871 da inicio a una
etapa de observación constante y sistemática. En nuestra provincia el Observatorio
Astronómico Félix Aguilar, Instituto de investigación dependiente de la UNSJ, que el
28 de Setiembre acaba de cumplir los 50 años, se constituye en el pionero de la
Astronomía Sanjuanina; por convenios internacionales lleva a cabo importantes
programas de investigación basado principalmente en la Observación desde tierra y a
través de la atmósfera.
Las necesidad de aprovechar el cielo como un recurso natural y de protegerlo de la
contaminación ya está materializada mediante leyes en muchos países y siendo una
materia pendiente en el nuestro.

El Dr. José Luis Muiños Haro del Real Instituto y Observatorio de la Armada Plaza de
las Marinas, San Fernando. ESPAÑA expuso la conferencia:

"Astronomía y medio ambiente: Leyes de protección del cielo"

El Dr. Muiños comenzó con una introducción de los programas de


observación que se llevan a cabo en convenio con el Observatorio
Astronómico Félix Aguilar de la U N S J haciendo hincapié en la bondades
del cielo donde está instalado el telescopio traído desde España, dado el
desmejoramiento paulatino y continuo que sufre toda Europa con la Contaminación
Lumínica (luz artificial). Hizo un tratamiento de la problemática a nivel mundial, la
legislación existente al respecto e hizo referencia a algunos programas de
descontaminación puestos en práctica y sus extraordinarios resultados. Posteriormente
se puntualizó en el sitio de observación en San Juan alertando a los asistentes e instando
a los mismos a trabajar en leyes de protección del cielo no solo para la observación
astronómica sino para preservar el ambiente lo mas natural posible por la flora, la fauna
y esparcimiento de los propios habitantes. Finalmente se abordó y analizó la única Ley
provincial de protección del cielo (Ley 5771) que nunca fue reglamentada y la que
adolece de algunas contradicciones.

Esta temática abordada por el Dr. Muiños constituyó un a novedad para los asistentes
por lo atípico e instructivo al considerar el cielo en su estado natural noche como un
recurso para la investigación y principalmente por que no se había considerado en los
anteriores Congresos ambientales llevados a cabo por PRODEA.

Prof. Héctor Lépez


Conferencia.

" Ética y Ambiente"

Dr. Héctor .J. Padrón

Preliminar

El propósito de este trabajo es el de ubicar la denominada cuestión del ambiente


-cualesquiera sean sus dificultades teóricas y prácticas para su definición- en el
contexto más amplio de la Ética y, desde allí, proponer un diagnóstico para nuestra
situación contemporánea e intentar discernir algunos de los remedios que tienen que ver
con ciertas reglas prudenciales.

1.Acerca de nuestra situación

Uno de los rasgos que caracterizan nuestra situación actual es el de una peculiar
demanda ética, expresada, en algunas circunstancias, con diversos tonos de urgencia.
Ahora bien, podemos preguntarnos si este hecho pertenece exclusivamente a nuestro
tiempo o si, por el contrario, se podría reconocer el mismo fenómeno en una historia
relativamente reciente a partir, precisamente, del descubrimiento de la imprenta. Niklas
Luhmann

señala que -según la segunda alternativa propuesta- es posible hallar una demanda ética
y una respuesta correspondiente hacia las últimas décadas del siglo XVI en adelante. A
primera vista, el hecho presenta una cierta regularidad: (1) hacia fines del s. XVI se
asiste a la gran difusión del neoestoicismo (Justus Lipsius); (2) entre 1670-1690
aparecen las éticas de grandes moralistas como B. Gracián, B. Pascal y La
Rochefocuauld; (3) en el s.XVIII se yergue el pensamiento arquitectónico de I. Kant y
la fundación trascendental de la ética, por otra parte en Inglaterra Bentham propone los
primeros cálculos utilitaristas, en Francia Sade ofrece su conocida caracterización
contrapuesta de vicios y virtudes; (4) hacia 1880 G. Simmel y el neokantismo
promueven una atención renovada hacia lo ético; (5) el siglo XX ha manifestado -sobre
todo después de la segunda guerra mundial una demanda de nuestro tiempo un estado
de conciencia crítico en el sentido histórico-sistemático de la cuestión ética y,
correlativamente, una muestra

de salud
filosófica; (3) una interpretación que destaca el síntoma de una crisis de las
denominadas éticas tradicionales ante la realidad y significación de problemas inéditos
que plantean las diversas tecnociencias actuales; (4) en este sentido y en el escenario del
pensamiento ético europeo la experiencia de un babelismo en los lenguajes de las éticas
que, a su vez, transitan distintas opciones tales como las de la reabilitación de la
filosofía práctica, el neoaristotelesimo, el cuasi aristotelismo, la ética del discurso, las
éticas utilitaristas, contractualistas, comunitaristas, la metaética, la dirección de las
éticas aplicadas entre las que se destacan la bioética y la ética ecológica. El catálogo
podría enriquecerse con otras menciones pero, en todo caso, la impresión final sería la
misma, a saber: la de pasear la mirada por un vasto, complejo y muy diverso mercado
de propuestas éticas, donde se experimentaría el profundo malestar de un relativismo
que ninguna de las ofertas éticas logra superar

En resumen, parece que el hombre contemporáneo experimenta una dolorosa


desorientación tanto sobre el plano teórico de la ética en orden a sus fundamentos y
principios, cuanto sobre el plano de la práctica más inmediata, ésta, a su vez, se ve
agravada por el carácter globalizado de la vida contemporánea, así como por la
experiencia de la vida actual en términos de crisis, no como un momento o una etapa
históricos sino, más bien, como una atmósfera de la sería imposible aislarse o pretender
salir de ella.

En términos teóricos, actualmente se asiste al conflicto de los sistemas éticos en


curso y la de sus propuestas correspondientes. En este punto resulta preciosa una
observación que hace F. Volpi: “[… una logomaquia infinita, sin vencedores, en la cual
los combatientes se encarnizan en una lucha que tiene como resultado un escepticismo
generalizado”

. Por otro lado, también desde el punto de vista teórico, se reitera la dificultad manifiesta
que tendrían los sistemas éticos para integrar en sus paradigmas la novedad que traen
consigo determinadas acciones humanas que se inscriben en nuevas planificaciones,
programas, modelos, todos los cuales no hallan una medida común en una historia
reciente y cuyos efectos se proyectan en el futuro más inmediato con una ambigüedad
que no permite excluir un razonable temor.

2.La novedad y la importancia de la tecnociencia

Si la reflexión filosófica sobre las teorías éticas contemporáneas debe reconocer


la enorme dificultad que afecta a su fundación, al punto de señalar con la sociología de
N. Luhmann el sindrome histórico intelectual del paradigma perdido

, la misma reflexión debe asimilar la abolición de una serie de puntos de referencia


configurados por una larga y rica tradición en occidente. En efecto, se trata de los
mitologuemas, los dioses, la experiencia diversa pero convergente de lo trascendente en
la que comparece el hecho del Misterio en la naturaleza del hombre y de la cultura, la
percepción existencial de los absolutos no sólo morales sino, ante todo, espirituales, la
experiencia histórica de los valores y la de su reflexión. Por otra parte, la misma
reflexión debe dar cuenta del hecho de la tecnociencia en el que se implican una nueva
modulación de la razón bajo la forma de la razón tecnocientífica y la nueva modulación
de la vida social, política y económica, en los términos de una vasta racionalización
tecnocientífica de carácter planetario. Finalmente, la reflexión filosófica debe elaborar e
interpretar el hecho de que en la cultura actual no sólo se haya perdido el paradigma
ético correspondiente a una historia prestigiosa de la ética, con sus distintas variaciones
histórico-sistemáticas, sino que el paradigma ético haya sido substituido por el
paradigma tecnocientífico.

3.El agravamiento de una situación anterior

En términos generales, hasta hace poco tiempo atrás, el ánimo de la mayoría de


los hombres oscilaba entre el optimismo y el pesimismo frente al hecho de las ciencias y
las tecnologías contemporáneas. Es evidente antes y ahora también que, como escribe
Evandro Agazzi: “[…] la ciencia y la técnica están masivamente presentes en nuestra
sociedad, a todos los niveles, desde los más elementales ligados a la existencia
cotidiana, hasta los más complejos. Por tanto, el hombre contemporáneo depende en una
medida total de la ciencia y de la tecnología, las cuales constituyen su verdadero estado
de naturaleza concreto, bien diverso de la naturaleza virgen que representa ahora casi un
sueño utópico. Sin embargo, la ciencia y la tecnología no han logrado crearse un espacio
y una función dentro de lo que podríamos llamar la cultura del hombre contemporáneo,
o sea el sistema de ideas, de valoraciones, orientaciones, concepciones del mundo y de
la vida, que inspiran los criterios de juicio de las personas y las comunidades”

. Lo que describe el prestigioso filósofo de las ciencias italiano es que oscilamos entre el
optimismo sin crítica y el pesimismo sin reservas ante el hecho de las ciencias y las
tecnologías en la figura que ambas ostentan en la cultura actual. Si esto es así, entonces
el hecho de las ciencias y las tecnologías ni siquiera ha sido rozado por el pensar.

El mismo Agazzi es quien se encarga de exponer los motivos de esta actitud:


“[…] la fe ilimitada, el optimismo inquebrantable, la aprobación incondicionada en las
confrontaciones de las realizaciones o las conquistas de la ciencia y la tecnología, han
sido substituidos en los últimos años por una actitud difusa desconfianza, miedo,
denigración, rechazo. Nuestra sociedad parece haber pasado del cientificismo a la
anticiencia, es decir: de la supravaloración de la ciencia y de la tecnología como cosa
absoluta e incondicionadamente buena, a la consideración de las mismas realidades
como cosa intrínseca e insanablemente mala”

. La falta de ponderación en nuestro juicio respecto de las ciencias y las tecnologías,


quizá, dependa de una esperanza insensata que se ha proyectado sobre ellas. En este
punto el análisis de Agazzi es preciso: “[…] no es propio de la ciencia ni de la
tecnología proporcionar certezas últimas, indicar lo que es bueno o es malo, dar sentido
a la vida, satisfacer el sentimiento, promover la justicia, infundir en el corazón del
hombre el amor, la esperanza, asegurar la paz”

En otro sentido, conviene recordar aquí para una conciencia cada vez más
difundida de la necesidad y de la bondad intrínsecas del método científico, que dicha
necesidad y virtud se justifican absolutamente dentro del marco de los protocolos de las
ciencias y de las tecnologías; pero conviene recordar, también, que con la misma
pulcritud y rigor metodológicos, una persona puede fabricar una droga contra un
determinado tipo de cáncer o una bomba biológica que elimina a los seres humanos
dejando intactas las construcciones y las instalaciones estratégicas que pasarán a ser
ocupadas y utilizadas por quienes lanzaron dicha bomba. Esto significa, por lo menos,
que el método, tanto en las ciencias cuanto en las tecnologías, no puede evitar la
ambigüedad de los usos humanos que se den a determinados productos científicos o
tecnológicos que obedecen a diversas intenciones en cada caso.

El hecho de las tecnociencias actuales agrava indefinidamente esta situación que


era ya grave. En efecto, los subsistemas tecnocientíficos actuales tienden a la
autonomización -a distinguir cuidadosamente de la saludable autonomía metodológica
en cada dominio científico o tecnológico- esto explica que en el paradigma triunfante
de la tecnociencias el saber y el poder se fundan en una unidad con efectos
caracterizados por un alto impacto en la experiencia de la vida humana. Así, por
ejemplo: la retracción del espacio y el tiempo en función del imperio de las velocidades
crecientes; el primado de una imaginología que desborda ampliamente los fines
diagnósticos y terapéuticos en la medicina actual o bien en el diagnóstico para la
instalación y la reparación de redes de conductos. Este primado se realiza por sobre la
necesidad y el prestigio del logos como palabra y pensamiento a la vez. En otro sentido,
la institución de una mitología de la salud humana a cualquier costo que tiene su
precedente histórico en la filosofía de Descartes y sus consideraciones sobre el
desarrollo futuro de la medicina y que, en cualquier caso, señalan la voluntad del
hombre actual de apropiarse completamente de su vida, aboliendo en ese acto mismo la
experiencia de la vida como don y participación no manipulable. El hombre como
dueño y señor de su vida lo bastante saludable como para prolongarse, en las mejores
condiciones deseables de salud, hacia edades cada vez más altas. Más allá de las
dificultades prácticas para llevar a cabo esta empresa, este ideal progresista de las
ciencias y las tecnologías biomédicas no logra evitar enormes contradicciones internas,
tales como las de excluir a numerosos seres humanos que por distintas razones de su
miseria, su deterioro orgánico, psíquico, social o, simplemente por su falta de desarrollo
o su sexo, son considerados por una determinada reflexión ética no-personas y, entonces
indignas de atención y de respeto en la más amplia y concreta acepción de ambos
términos y, también, de aquella salud a largo plazo. Estos efectos pueden ampliarse a
una escala global a través de la conocida alianza entre tecnociencia, industria, economía
y sus procesos de retroalimentación.

El proceso de la tecnociencia es, en suma, el de una tecnopoiesis en la que


pensamos que hay que ver, solidariamente, su origen mítico arcaico y su capacidad
mitógenea contemporánea. La reflexión filosófica debería elucidar concretamente cuál
es el papel que le cabe a la capacidad simbólica del hombre en relación al
discernimiento y la integración de este fenómeno histórico. La operación reflexiva que
hay que poner en juego es de una enorme gravedad y dificultad ya que hay que asumir
el punto de inflexión que significa la abolición de una serie de realidades antropológicas
que ahora admiten una efectuación tecnocientífica de alta complejidad, como es el caso
en los actos de ser engendrado, ser gestado, nacer, morir, para citar algunos ejemplos
pregnantes.

Hay una seria advertencia pronunciada por M. Heidegger respecto de la


impronta de la técnica en nuestra época. Y como observa justamente F. Volpi: “no hace
falta ser heideggeriano para poder compartir lo que Heidegger constata: “lo que es
verdaderamente inquietante no es que el mundo se haga un mundo completamente
técnico. Mucho más inquietante es que nosotros no estemos en condiciones de alcanzar,
por medio de un pensamiento meditativo, una confrontación con lo que está llegando en
nuestra época”
. El Maestro de Friburgo declara que nuestra época está determinada por la esencia de la
técnica, y esto significa concretamente que, como quería Nietzsche, el desierto crece.
Significa, también, en nuestra opinión, que este hecho expresa el modo trágico según el
cual hombre puede desertar de la tarea primordial de su existencia, ya que ésta no
consiste solamente en pensar el ser sino, también, en re-ontologizar la totalidad de sus
acciones entre las que cuentan, de manera principalísima, las acciones tecnocientíficas.
Pero aquí es donde es preciso reconocer un punto de inflexión decisivo ya que, por una
parte, resulta inaceptable proponer el imperio tecnocientífico en términos de un destino
inapelable y; por otra parte, resulta igualmente inaceptable arrojarnos en la
secularización de un deseo, por así decir, pelagiano, según el cual declaramos que la
tecnociencia salva y que para salvarnos basta con desearlo

Cabe advertir que un aspecto decisivo de nuestra situación actual referida a las
tecnociencias y sus efectos, depende del carácter operatorio tanto de las ciencias cuanto
de las técnicas modernas. Este hecho ha sido estudiado en el detalle por el Prof. Jean
Ladrière quien ha señalado cinco rasgos homólogos comunes a ambos subsistemas

. A este análisis estructural del celebrado profesor de filosofía de las ciencias belga, hay
que añadir una observación también suya respeto del carácter inevitablemente ambiguo
de las tecnociencias ya que, por una parte, éstas declaran que se hallan al servicio de un
conjunto importante de necesidades naturales, primarias y reales del hombre, mientras
que; por otra parte, en el momento actual, es evidente que las tecnociencias tienden a
crear necesidades artificiales que corresponden a su tendencia autonómica. En efecto,
como explica Jean Ladrière, “ya no es más el sistema de necesidades humanas naturales
el que gobierna el desarrollo tecnológico, sino que es el desarrollo tecnológico mismo el
que gobierna el sistema de las necesidades. Este momento parece haber sido alcanzado
con la tecnología contemporánea. Lo que es muy significativo es que se ve aparecer
ahora lo que se podrían llamar técnicas especulativas, es decir técnicas de alguna
manera gratuitas, que no se justifican ya por verdaderas necesidades, sino que
corresponden a una especie de motivación lúdica y, quizá, a la pasión de ensayarlo
todo”

4. la substitución del paradigma ético paradigma tecnocientífico

En este contexto teórico-práctico acontece la substitución del paradigma ético por el


paradigma tecnocientífico.

Veamos esto mismo más de cerca, para la tradición del pensamiento moderno, al menos,
el imperativo ético queda formulado de manera trascendental por las célebres máximas
del pensamiento ético de I. Kant, particularmente en la máxima -la segunda- que
concierne a la entidad intangible de la persona humana que dice: “obra de tal modo que
uses siempre a la humanidad, tanto en tu persona cuanto en la de cualquier otro, siempre
como un fin, nunca como un medio”. Kant ha subrayado el carácter telético de la
persona humana en todos los casos y, por lo mismo, ha señalado la ilicitud de
mediatizar la realidad de la persona, sea la del propio yo, sea la de los otros, a través de
algún dispositivo manipulatorio en que el se produzca la abolición del ser fin que,
justamente, constituye a la persona. Por el contrario, el nuevo imperativo que
promueven las tecnociencias desconoce la realidad y las exigencias ontológicas de la
persona y, por tanto, del orden mismo de lo humano, porque su principio no es el ser
sino, ante todo, la acción. Una acción de tal manera crispada sobre su propio hacer que
no reconozca otro límite que este hacer mismo. Dicho con otras palabras: hacer todo lo
que es posible hacer tecnocientíficamente. Así, el hacer se ve atraído por la fuerza
irresistible y siempre nueva de lo posible, un posible in-definido, es decir un posible sin
fin que urge a una acción también sin fin. Tal como explica el filósofo belga de la
tecnociencia Gibert Hottois, el nuevo imperativo tecnocientífico posee tres rasgos
característicos: (1) es anético; (2) es no- ontológico; (3) es no-discursivo

. Es anético porque propone hacer todo lo que es posible hacer, efectuar todas las
experiencias, impulsar todas las investigaciones. Se trata, en suma, de una acción que
sólo acepta el límite de su propio hacer. Esto es así, independientemente de las normas
legales, que como resulta evidente históricamente, siempre llegan después de los
resultados problemáticos de este hacer tecnocientífico bajo las condiciones enunciadas;
esto es así, con perfecta indiferencia por los principios y las normas éticas que este
hacer tecnocientífico considera en su precedencia como verdaderos e intolerables
obstáculos a los diversos modos de ser del progreso tecnocientífico. Nada ético podría
detener el progreso de un hacer que nutre sólo de sí mismo, y todas las consideraciones
que se pudieran efectuar al respecto -en esta óptica- aparecerían como impertinentes.
Es no-ontológico porque para este nuevo imperativo no existen los límites recios de la
realidad que, de una manera u otra, se imponen al hombre y éste debe tener en cuenta.
El hacer propio de las tecnociencias “no encuentra nunca al ente”, porque acoge en
plenitud un rasgo propio del objeto matemático que es, justamente, ser construido,
nunca dado a la manera en la que se dan los objetos naturales de las ciencias de la
naturaleza. De tal manera, epistemológicamente el objeto matemático se propone como
el paradigma de la re-construcción científico tecnológica de la realidad y, entonces,
incluso la realidad natural se convierte en lo que Husserl denominaba “una
multiplicidad matemática”

. El nuevo imperativo sólo reconoce adecuadamente la plasticidad, la manipulación y la


explotación indefinidas de un hacer siempre abierto a la “plasticidad de la materia, del
viviente, del pensante, de la naturaleza del hombre” y esta dinámica de explotación
halla su polo en un posible indefinido

Por último, el nuevo imperativo tecnocientífico es no discursivo, porque


metodológicamente se instala fuera de la dialogicidad entendida como la medida común
de lo humano, en el sentido preciso del ejercicio de la razón que busca, ante todo, dar
razones respecto de toda acción humana y, con mayor abundamiento, si cabe, de las
acciones y resultados tecnocientíficos. Esto es así, porque la razón tecnocientífica es
atelética, es decir: “es ciega y es muda, no va a ninguna parte, sólo avanza en todas las
direcciones explotables”

. El nuevo imperativo tecnocientífico, a través de los tres rasgos mencionados,


promueve una inteligencia de la naturaleza como la de un depósito de materiales
destinado a servir a las más diversas y complejas iniciativas tecnocientíficas y; por otra
parte, estimula en el agente de las teconociencias una típica actitud de provocación
respecto de la naturaleza, a fin de que ésta entregue lo que ha sido planificado
previamente sobre ella
. Está claro que la mencionada provocación

a es sobre la
naturaleza del hombre convirtiendo a éste en objeto de una voluntad de poder cada vez
más autonómica y más anónima. Es lo que en términos precisos hay que llamar
reificación de lo humano. Volveremos sobre este punto más adelante.

Ciertamente, está claro que no se trata de condenar todo progreso


tecnocientífico, lo cual sería no sólo manifiestamente injusto sino, además, inútil, ya
que en muchos casos este progreso ha contribuido a liberar o por lo menos aliviar al
hombre de servidumbres gravosas y rutinarias en el mundo del trabajo, a mejora la
calidad y el confort de viviendas privadas y edificios públicos, a obtener una calidad
creciente en la prevención y curación de la salud humana y, en algunos casos en la salud
ambiental, sin olvidar los logros ya alcanzados en las comunicaciones electrónicas, en
los transportes por diversas vías, para mencionar sólo algunos ejemplos posibles de una
lista mucho más larga. No, se trata más bien, de preguntar si todo aquello que se
propone como un progreso tecnocientífico colabora eficazmente para que el hombre, en
cada circunstancia de aplicación y desarrollo de los dispositivos tecnocientíficos, sea
más persona y el mundo en el que vive sea, cada vez, más humano; o si, por el contrario
un sector, al menos, del pretendido progreso tecnocientífico no forma parte de un vasto
programa de despersonalización humana, que como reconoce con preocupación la
clínica psiquiátrica actual, multiplica indefinidamente todo tipo de personajes que
pueblan los distintos escenarios del mercado profesional-social, quienes para sobrevivir
devoran la realidad multívoca de la persona provocando en ella patologías no sólo
nuevas sino profundas en el orden individual y social.

Lo que ocurre es que las biotecnologías no operan fuera del hombre a fin de
mejorar la perfomance de algunos instrumentos, sino a los usuarios de éstos

. Ha sido el mérito de Hans Jonas el señalar, con una claridad extrema, la gravedad y la
novedad del problema planteado: el deslizamiento ilegítimo de la idea de un progreso
tecnocientífico que se ordena a mejorar las condiciones materiales de la vida del
hombre, hacia la idea de la transformación del hombre mismo

. El punto resulta fundamental y fue abordado en una entrevista publicado en mayo de


1991

: “[…] en su esencia, en su substancia, el hombre tal como ha sido creado, sea que haya
salido de la voluntad creadora divina, sea que haya resultado del azar de la evolución,
no tiene necesidad de ser mejorado. Cada uno puede desarrollar las posibilidades más
profundas de su ser. Pero no es preciso tratar de superar eso, ya que el hombre es
insuperable”. Aquí conviene recordar un pensamiento profundo y pertinente de B.
Pascal: “[…] Trabajemos por pensar bien, he ahí el principio de la moral”

. En efecto, H. Jonas ha observado con la acendrada belleza que procede del


pensamiento meditativo que personas como Miguel Ángel, Beethoven, Francisco de
Asís, nos han permitido hallar lo que Nietzsche buscaba erradamente en el super-
hombre, a saber: las aperturas óptimas de los posibles humanos

. Un aspecto decisivo en la empresa renovadora y crítica del pensamiento Jonas sobre la


historia de la ética, incluida la historia contemporánea de sus variaciones recientes,
consiste en subrayar que la ética -en cualquier hipótesis- debe asumir la condición
humana en su finitud y en su fragilidad a fin de librarse por medio de un ajsutado
trabajo racional de las diversas modalidades de la utopía

Por nuestra parte, quisiéramos subrayar que el pensamiento tecnocientífico se


propone como excluyente de toda otra modalidad que no sea la suya propia y, por esta
vía, se convierte en pensamiento dominante. En efecto como explica el Prof. Bernard
Edelman: “[…] el pensamiento tecnocientífico es un pensamiento de la utilidad y del
fruto, que aparece como un modo de conocimiento tendencialmente dominante. El ser
de la tecnociencia amenaza todo otro develamiento de la naturaleza o del hombre, es
decir: todo otro conocimiento que apunte a otra cosa que al conocimiento
tecnocientífico. Así la tecnociencia se piensa desde el punto de vista de la tecnociencia
y tiende a desacreditar todo otro pensamiento que no la piense desde este punto de
vista”

5.La cuestión de la crisis ambiental

La tesis que deseamos proponer consiste en señalar que la denominada crisis


ambiental es, ante todo, una crisis filosófica y, particularmente, una crisis del
pensamiento ético que es preciso discernir adecuadamente. En efecto, parece posible
admitir que en el sistema social contemporáneo existen fracturas severas que,
ordinariamente, se expresan a través de tres carencias típicas y muy extensas. Ellas son:
(1) el desenraizamiento de sectores crecientes de la población que ingresan en los
itinerarios de diversos éxodos, a veces, con direcciones recíprocas en su movimiento:
desde el campo hacia las ciudades y, desde éstas otra vez hacia el campo. Entre tanto, la
vida de estas personas ingresa en una desconocida -hasta entonces- anomia y
desorientación existencial; (2) una filosofía política de la destrucción con algunas
teorías incorporadas, tales como la reciente teoría de la guerra preventiva a Irak y otras
también anunciadas -sin olvidar el enorme y deletéreo arsenal de última generación
tecnológica puesto en juego- y que, no obstante, no pudo demostrar con los hechos
ninguna de las denuncias públicas que se hicieron, en su momento, para hacer dicha
guerra; (3) la desnutrición no sólo infantil que afecta pueblos enteros, como es le caso
en el África subsahariana, y en poblaciones de millones de hombres de los países
sudamericanos que son arrojados a la miseria por el fracaso en la aplicación del
paradigma neoliberal, en donde se suman y se mezclan los errores debidos a la
incompetencia administrativa que llega a sub-administración, el carácter delictivo en la
conducta de algunos funcionarios sobresalientes del estado así como de algunos
empresarios con pretendida función de liderazgo económico; sin olvidar los efectos de
una ineliminable demagogia en la ejecución de medidas políticas, económicas y sociales
que hieren la justicia más elemental e hipotecan de manera culpable el decoro de las
futuras generaciones, junto con deterioro ruinoso de las presentes.

Frente a este cuadro de situación caben, en opinión del Prof Jesús Ballesteros,
tres actitudes posibles: (1) la del nihilismo decadente según el cual no hay ninguna
perspectiva válida de cambio social, a causa de un análisis que parte de la
postmodernidad y de una cierta exégesis que se hace sobre ella (Lyotard); (2) la de la
reducción más o menos drástica del número de hombres sobre la tierra, a través de dos
movimientos del sentimiento no sólo contrarios sino superpuestos de modo tal que el
primero oculte el segundo: en efecto, por un lado, se propone el amor a la naturaleza y,
por otro, el odio al hombre, juzgado como el causante exclusivo del desorden natural
(Gauchet y, en otro sentido la deep ecology); (3) la posición que acepta que el hombre
pertenece a la naturaleza, aunque no queda limitado totalmente por ella ya que,
ciertamente, es persona humana en la totalidad rica y diversa de sus derechos y en la
exigencia ineliminable de sus deberes graves, entre los cuales se cuentan los deberes
que tiene en su relación con el ambiente.

Si como queda claro, los seres humanos somos responsables de graves de daños y aun
catástrofes que afectan el ambiente, esto significa que somos responsables de una
política de administración que una solidariamente el respeto por las cosas naturales, el
respeto por las personas humanas y un manera de planificar y realizar el desarrollo
centrada en los verdaderos bienes de la persona, entre los cuales hay que destacar el
significado preciso y precioso del sentido de los límites. Para que estas afirmaciones no
sean interpretadas de una manera abstracta, creemos que conviene discernir y re-valorar,
por lo menos, dos paradigmas vastamente difundidos en la cultura tecnocientífica de
nuestra época: (1) el del antropocentrismo tecnocrático; (2) el del biologismo.

(1)El antropocentrismo tecnocrático aparece en la edad moderna, con el pensamiento


de Francis Bacon (1561-1626) y Renato Descartes (1596-1650). Para ambos
pensadores la tarea del conocimiento no era develar el significado de la realidad,
preguntando como lo hacía la tradición filosófica anterior por la esencia de todas las
cosas, ni tampoco establecer de manera racional las condiciones de la vida humana
buena en el sentido aristotélico de esta expresión sino, ante todo, dominar la naturaleza.
Aquí el saber se hace definitivamente poder. El supuesto antropológico de esta nueva
empresa del conocimiento humano es el de la autosuficiencia del hombre en tanto que
individuo y, en tal sentido, el supuesto cosmológico significa la abolición de la
naturaleza como objeto de contemplación para convertirse en objeto de explotación,
donde la naturaleza se concibe como una esclava generosa. Esta manera de concebir a la
naturaleza y el hombre posee algunos rasgos que es preciso destacar. (a) La razón
humana se perfila como inicialmente tecnológica y proyecta sobre la naturaleza la idea
de que los recursos son ilimitados y que, en consecuencia, el progreso, es decir el poder
ejercido sobre la naturaleza, ha de ser igualmente ilimitado. (b) Esta concepción se
manifiesta como inicialmente compatible con una cultura de la megamáquina y el
mercado como las expresiones características de la dimensión de lo humano. (c) Es
evidente que en esta manera de pensar se halla un optimismo ideológico capaz de creer
que la industria y su desarrollo acabarán con la escasez, las guerras y aun los conflictos.
Pero, en todo caso, la relación del hombre con la naturaleza es siempre externa y de
dominio del hombre sobre la naturaleza. (d) la experiencia del presente se concibe como
el anticipo de un futuro desarrollo tecnológico que traerá por si mismo el bienestar y la
paz. (e) En el límite, el orden de los artefactos creados por la tecnología debería
alcanzar tal grado de perfección y difusión como para promover un tecnocomos capaz
de cubrir al cosmos primero como una red y, luego, por impregnación, substituirlo. El
denominado mundo de las máquinas, preferible al mundo de las cosas naturales y los
hombres, tendría la ventaja de haber eliminado las pasiones, los sentimientos, las
debilidades propias de la persona humana, así como las ambigüedades que surgen del
exceso de significado que caracteriza a los contenidos de las experiencias que se dan en
la relación de los hombres entre sí y de aquellos con la naturaleza. En su lugar será
siempre posible pensar en redes de subsistemas indefinidamente formales.

Una naturaleza esclava en relación con un hombre que se concibe a sí mismo como
déspota de la naturaleza. Para hacer posible una cultura de la riqueza bajo la forma del
capital económico financiero, hay que revalorizar el trabajo productivo y elaborar una
antropología del hombre trabajador/consumidor como los modos de ser que agotan su
naturaleza. Saint Simon en 1817 corona esta mentalidad tecnocrática elogiando las
virtudes del “ejército industrial” como la clave del progreso social presente y futuro. El
sistema industrial -dice este teórico- será capaz de terminar con el hambre y aun con la
miseria, pese al aumento de la población. Más aún, todos los miembros de la sociedad
industrial serán cooperadores, no súbditos. Esta ideología del desarrollo industrial llega
hasta H. Marcuse, quien llega a pensar que por esta vía será eliminada la escasez.

Por otro lado, los bienes naturales son devaluados en razón de que se los cree
abundantes y son considerados bienes libres en términos económicos. Las cosas que
adquieren valor, entonces, son las mercancías, y el modelo de hombre más valioso, en
consecuencia, es el mercader. Las personas interesan en cuanto pueden ser clientes,
consumidores o bien productores, o ambas cosas a la vez. En esta óptica los problemas
éticos no existen, sólo existen los problemas tecnocientíficos y los problemas
económicos que surgen del mercado. El informe de G. Brundtland, nuestro futuro
común, forma parte de esta concepción, ya que juzga que el sur es el principal
responsable de la contaminación a causa de su pobreza y su tecnología obsoleta. En el
mismo sentido James Lovelock, autor de la hipótesis Gaia, atribuye todos los problemas
ecológicos a la explotación arcaica del sur subdesarrollado.

Esta posición tecnocrática puede ser calificada como una verdadera barbarie a
causa de su aberrante exclusión antropológico-social para todos los pueblos que no sean
desarrollados del norte y de occidente. Sigue siendo una barbarie cuando, firme en su
autosuficiencia tecnológica, reduce los problemas éticos que comporta la crisis
ambiental a exclusivos problemas tecnocientíficos.

El denominado salvajismo comporta una idea antitética respecto de la anterior, a


saber: la de la naturaleza como dueña incondicionada del hombre y como madrastra
severa.

La obra de Malthus intitulada Ensayo sobre la población (1798) puede ser


considerada como una fase de transición entre la mentalidad antropocéntrica
tecnocrática y el biologismo sobre el que será preciso decir algo, brevemente, después.

Con Malthus se pasa del optimismo tecnocrático que considera que los recursos
naturales son ilimitados y la tecnología siempre exitosa, al pesimismo que sostiene que
la producción industrial será incapaz de satisfacer las necesidades de una población
humana siempre en aumento. En suma: la capacidad germinativa de la naturaleza es
inferior a la capacidad germinativa tecnológica. De allí concluye la ley de los
rendimientos decrecientes de la tierra. La riqueza por medio del trabajo humano y el
comercio -piensa Malthus- tampoco remediará nada. Se trata, obviamente, de una
visión homeostática. Aquí se reencuentra el pesimismo de J. Locke, y en todo caso el
homo faber, el productor, ha sido substituido por el homo laborans, el consumidor,
alguien que se considera será incapaz de hallar su propio sustento.
Malthus advirtió, agudamente, la dependencia del hombre respeto de la
naturaleza; advierte nítidamente el carácter limitado de los recursos naturales. Lo que no
resulta necesario en su análisis es su conclusión: los alimentos crecerán en forma
aritmética, mientras que la población humana lo hará en forma geométrica. Esta
pretendida ley está lejos de haber tenido un cumplimiento uniforme. El
neomalthusianismo ha sido criticado, entre otros, H. Arendt, quien juzga que el
consumismo actual puede llevar a la persona humana a una pasividad y esterilidad sin
medida común en la historia reciente y, por así decirlo, a una muerte de la persona
aunque todavía siga respirando y formando parte de nuevas estadísticas. Lo que es
preciso advertir es cómo se pasa del mathusianismo al biologismo y a su tesis: el
hombre es un animal más, sin ninguna diferencia con ellos y, por tanto, sin ningún
privilegio sobre ellos.

(2)En el biocentrismo se trata de un zoologismo proyectado sobre la totalidad de la


condición humana y sus productos superiores como son la cultura, las ciencias, las
tecnologías, las artes y el trabajo mismo. A esta visión igualadora del hombre con los
animales, se le añade un pesimismo consistente como en el caso de H. Spencer (1820-
1903). Sólo los más aptos podrán sobrevivir y aun así el hambre será inevitable. Luego
la única manera de limitar la crisis fatal es reducir el número de habitantes sobre la
tierra, podemos discutir sobre el método para la eliminación, no sobre su necesidad. La
eliminación tendría un motivo suplementario ya que el hombre es, al fin y al cabo, un
animal depredador altamente peligroso, una cuasi plaga para sí mismo y la naturaleza.

La llamada Deep ecology insiste en la necesidad de eliminar seres humanos para


la subsistencia de la vida natural y de la vida en general. En esta posición hay un
característico desprecio por la cultura y una típica exaltación de la vida salvaje. Hay,
también, una negación de la intencionalidad y libertad propiamente humanas, y por
tanto una negación correspondiente de la responsabilidad y la imputabilidad.

La expresión -Deep Ecology- fue creada por Arne Naess, en una conferencia
pronunciada en Bucarest, en 1972, y contrapuesta a la shalow ecology. Todos los
autores que adscriben esta posición coinciden en afirmar que en ella la persona se
disuelve en la naturaleza. Ahora bien, esta disolución no es de ninguna manera
romántica, supone y exige volver al paleolítico, a la caza y la pesca, a fin de que el
hombre pueda convivir con el paradigma de una vida salvaje. Inmediatamente se
propone el concepto de calidad de vida, contrapuesto al de cantidad de vidas humanas, y
se declara que el primero es inversamente proporcional al segundo: cuanto más calidad
menos cantidad. Consecuentemente, desde Naes en adelante se asiste al desfile del
horror en materia de propuestas numéricas para eliminar seres humanos sobre la tierra.
Naes propone reducir la población mundial a un máximo de cien millones; Lovelock
lega a admitir quinientos millones; William Aiken es completamente explícito: “una
mortalidad masiva sería una buena cosa. Nuestro deber es provocarla. El deber de
nuestra especie es eliminar el 90% de sus efectivos”

. En la misma línea de sentido se ubica la radicalidad de pensamiento pesimista de


Ciorán, quien considera como la principal amenaza del planeta a la multiplicación de la
especie humana.
En suma: igualitarismo biológico y drástica eliminación de seres humanos sobre
la tierra. Biocentrismo y anti-humanismo. La deep ecology prolonga el pensamiento de
Malthus, a quien citan con reverencia.

Más allá de los detalles y matices que introducen los neomalthusianos -P.
Paddock, P. Ehrlich y Garret Hardin-

, los sociobiólogos ( V.R. Potter y E. Odum) la tesis básica sigue siendo la misma: los
seres humanos son extraños sobre la tierra y su número debe ser disminuido
drásticamente y controlado para mantener el equilibrio de la vida salvaje o natural. Esta
posición propone ecologizar la economía, reciclar los residuos, y llevar adelante una
cierta solidaridad con las generaciones futuras. Además proponen -con los que
sobrevivan el proceso de eliminación de seres humanos- usos estéticos y no
exclusivamente económicos de la naturaleza.

Sociología o social-darwinismo en esta posición la naturaleza humana se


disuelve en la tribalidad. La tesis consiste en la lucha por la vida como explicación de
las sociedades humanas, esta tesis es ya antigua y hay que buscar en el origen mismo
del término ecología. Como se sabe Haeckel fue un gran defensor de las ideas
darwinistas en su conocida obra: Enigma del Universo (1899), él también propiciaba la
idea de aplicar medidas drásticas para disminuir la población humana y defender los
paisajes. Posteriormente aparece un rostro más radicalaizado aún con Robert Ardrey

, Moscovici

, extremadamente antihumanistas, en el sentido de que tiene al hombre por un


chimpancé más evolucionado debido a su capacidad para matar por su carácter cazador
y carnívoro. Una muestra de este pensamiento la da Ardrey: “desde que el hombre ha
dejado de considerarse un animal más, no cabe más camino de retorno que el hambre, la
destrucción y la muerte”

. En un cierto sentido y más allá de su tremendismo pesimista, estos autores es como si


-a través de su biologismo- invirtieran el pensamiento de Hobbes, quien postulaba el
predominio de la sociedad civil sobre la natural.

Un rostro más moderado aparece en los trabajos de E. Morin y K. Lorenz

, éste último se opone a la domesticación del hombre (propia del conductismo Skinner),
así como E. O. Wilson, quen se adhiere a la tesis Margaret del mestizaje como medio
para mitigar la violencia, aunque reconoce lo difícil de esta tarea ya que los genes
tienden a conservarse

. Pese a su mayor moderación, Wilson acaba con la idea de la unidad de la especie


humana, debido a la imposibilidad de borrar las diferencias y la violencia contra los
otros e introduciendo, así, el concepto de guerra ecológica. Las razones de la violencia
son siempre las mismas: la superpoblación y la lucha por el territorio. En un sentido
final, no hemos salido aún de la experiencia y la exigencia radical de la territorialidad,
Este espacio del grupo lo une e impide su dispersión. La territorialidad reaparece con la
agricultura y obliga a separar entre amigos y enemigos. Para los sociobiólogos la
sociedad está ligada a un biotopo y unas fronteras que no se pueden traspasar. Por
medio de este argumento justifican el etnocentrismo a través de la genética desde
Mendel a Dawkin. Sin embargo, es extremadamente dudoso que a partir de la genética
se puedan extrapolar tales conclusiones deterministas.

En suma: las posiciones biocéntricas olvidan la mayor movilidad del hombre


respecto de los vegetales y los animales, así como su capacidad para cultivar y
administrar la naturaleza de manera prudente. De tal modo, rechazan que en el hombre
pueda darse una mayor riqueza biológica. Políticamente, los sociobiologistas son
territorialistas, mientras que los partidarios de la Deep Ecology son cosmopolitas y
pacifistas. Más allá de los rasgos diferenciales que pueden distinguirse entre ellos,
ambas posiciones coinciden en una misma falta de humanismo.

¿Qué es lo que unos y otros representantes de las posiciones señaladas podrían


aprender de los problemas ecológicos? Ante todo, aprender a superar una morfología
social basada en el etnocentrismo y tender hacia una unidad planetaria, tal como lo
declaran diferentes etólogos y antropólogos. En esta misma óptica atender con más
energía y eficacia a los problemas de la superviviencia que, como tales, nos afectan a
todos, que los problemas que surgen de la idea del enemigo. Los últimos informes
mundiales apuntan, precisamente, en esta direccción, y ésta indica la necesidad de
descubrir las exigencias que proceden de lo extraterritorial y lo supranacional cuando
estén en juego los derechos humanos, sin que esta circunstancia signifique hacer alguna
acepción de personas, países o regímenes políticos.

Por otra parte, sería posible aprender que la tecnocracia hace hincapié en la
producción y en el individualismo; mientras que la sociobiología insiste en una
interpretación determinista con base en algunos genes y, en otro sentido, insiste también
en el uso de las armas. Estas dos posiciones, por encima de sus diferencias, coinciden en
el armamentismo y en el neomalthusianismo. Tecnócratas y socialdarwinistas insisten
conjuntamente, aunque de manera diversa, en el hecho de egoísmo humano como una
realidad inevitable y, además, como fuente de bienes.

El biocentrismo aparece más abierto a la percepción del significado de los


tiempos largos y, también, se muestra más sensible con las necesidades de las
generaciones futuras. Pero en los tiempos cortos y, más aún, en el presente, se
manifiestan insensibles con las exigencias planetarias de los seres humanos y, por esta
vía, se inclinan hacia las diversas formas posibles de una solidaridad cerrada.

Por último, lo que unos y otros podrían aprender de los problemas ecológicos en
curso es, justamente, a escuchar con una mejor y más eficaz atención la demanda no
sólo creciente sino aun dramática de un mayor humanismo, en el sentido de concebir
planificaciones y soluciones que serán inevitablemente tecnocientíficas donde, sin
embargo, el hombre cuente para algo.

6.Una ecología de la persona

Una ecología de la persona está orientada, inicialmente, a la recuperación


metafísica del concepto y de la realidad de la persona humana en el contexto complejo
de las relaciones entre la persona y el ambiente. Estudiosos muy calificados en el
examen del problema ecológico
, coinciden en afirmar que éste corresponde al paradigma de la postmodernidad. Si,
como conviene, se tiene claro el concepto de persona y no se lo confunde con ninguno
de los signos de la persona, se podrá establecer con fundamento en buenas razones que
el dominio del hombre sobre la naturaleza no tiene por qué -no necesariamente- ser
despótico y, por esta vía, incontrolado, sino que es siempre posible -a partir de la
realidad y los fines integrales de la persona- establecer la relación la naturaleza en
términos de cuidado y de administración prudente. Por otra arte, la relación
persona/naturaleza no tiene por qué ser planteada como de exclusión -o la persona o la
naturaleza- sino de profunda inclusión y co-operación.

Así como para la filosofía realista toda el alma se halla presente a todo el cuerpo,
de manera análoga hay que pensar que la persona se halla totalmente presente en la
realidad de la naturaleza, no fuera de ella en un lugar que no existe en ninguna parte.
Esto significa que, por una parte, la persona no sólo se halla dentro de la naturaleza sino
que, también, depende de ella a través de la multitud de seres y operaciones que la
configuran y realizan; por otra parte, la persona a favor de su espíritu encarnado
trasciende absolutamente la naturaleza a través de las operaciones superiores que
configuran y realizan su vida personal. Ciertamente que esta vida personal significa un
exceso respecto de la realidad de la naturaleza, y que en este sentido la persona es capaz
de producir de manera gratuita una serie de bienes que proceden, en última instancia, de
su capacidad contemplativa y de su capacidad de gozo. La persona sigue siendo humus
y este hecho irrevocable debería movernos a una profunda humildad; pero no menos
cierto que este humus es muy peculiar porque, en efecto, es un humus pensante y, así,
puede responder -vocación- al llamado de cuidar y de hacer crecer todo lo real en la
naturaleza y en los hombres, para bien y perfección de ambos. La diferencia
fenomenológica de la persona respecto de todos los demás seres de la naturaleza es su
intencionalidad y, a causa de ésta, su capacidad para concebir su propia vida personal
como un verdadero proyecto. Esta grandeza incuestionable y la responsabilidad que la
acompaña, van unidas a ciertos minus de la persona humana que conviene recordar
cuando se habla de naturaleza y de ambiente. El hombre en cuanto persona es un ser
héterotrofo dependiente e integrado a la cadena alimentaria; además el hombre es el ser
viviente que nace más inacabado, incompleto y necesitado de una multitud diversa de
cuidados que otros deberán prodigarle generosamente para que pueda ser y crecer. El
hombre es biológicamente inviable y sólo existencialmente viable.

Mientras los animales siguen sus impulsos instintivos como una guía segura de
su acción en la naturaleza, el hombre sólo se halla condicionado por los instintos en su
conducta de un modo no compulsivo y no necesario. Esto tiene una importancia
fundamental, porque en el primer caso el animal vive en los límites férreos y precisos
del presente sucesivo, sin ayer y sin mañana, sin nostalgia y sin angustia; el hombre, en
cambio, anticipa, proyecta su ser en el tiempo y de este modo abre el tiempo y las cosas
solidariamente a la posibilidad de significados inéditos en los que se hace y se des-hace
su destino personal. Sólo el hombre en cuanto persona puede distanciarse de manera
inteligible del imperio inconsulto del presente y, por una parte, hacer memoria y, así,
hacer por lo menos historia; y por otra, hacer memoria del futuro de un tiempo que
todavía no ad-viene pero que, en todo caso, se puede pre-ver, imaginar, planificar y, de
alguna manera, construir precariamente, en las ciencias, las tecnologías o las artes, para
citar sólo algunas acciones posibles.
Sólo la persona se posee a sí misma en su inteligibilidad y su voluntad libre,
experimentándose como fuente de su propia iniciativa intelectual y ética. Sólo la
persona puede ser responsable de sus actos. Sólo la persona humana es, estrictamente,
sujeto de derechos y deberes. Y en nuestro tiempo conviene repetir: sujeto de derechos
para cumplir deberes de la más diversa índole personal y social.

Sólo la persona experimenta su vida personal como una verdadera tensión entre
la dependencia de la naturaleza y el cuidado que debe ejercer sobre ella. No pensamos
lo bastante en que la dimensión excelente de la vida personal entendida y practicada
como cuidado es la medida de nuestra libertad. Y no pensamos, tampoco, que este
cuidado como forma de nuestra existencia personal es debido o responsable, por la
buena razón de que el hombre depende de todos los demás seres de la naturaleza. La
persona depende en totalidad de la naturaleza, incluso de aquellas regiones que él no
puede cuidar a causa de que son vírgenes.

La necesidad de la ética del ambiente procede de la conciencia de que la


destrucción del ambiente trae consigo la destrucción del hombre. Al cuidar y proteger la
naturaleza la persona no sólo cuida y protege cosas naturales sino que, además, se
protege a sí mismo de sí mismo.

El ambiente funciona según principios de descentralización, diversidad e


interdependencia, la persona puede mantener la necesidad de un desarrollo respetuoso
de la naturaleza y de sí mismo como persona dependiente de la naturaleza.

Una ética del ambiente para ser eficaz en todos sus niveles, debe comprometer el
ser y el obrar de la persona a través del ejercicio de virtudes muy importantes como, por
ejemplo, la sobriedad, la solidaridad abierta, la serenidad y la modestia frente al frenesí
de la productividad, el mercado, el consumo, y por último aunque no en último término,
la virtud de la justicia a fin de que los desarrollos tecnocientíficos puedan ser humanos
en el orden de los bienes a los que apuntan y realizan.

La persona humana en su relación con el ambiente tiene que re-descubrir la


necesidad de dos actividades primordiales: abad, esto es cultivar y, al mismo tiempo,
samar, es decir custodiar. Ya en las palabras originarias se percibe con claridad que
estas acciones de las persona humana son infinitamente más que producir/consumir o
imponer nuestra voluntad de poder sobre la naturaleza y sobre los hombres en un
dispositivo de dominación más o menos brutal, más o menos inhumana. Así nuestro
derecho legítimo a todos los bienes de la tierra, no se sigue de la máxima del derecho
romano: ius utendi et abutendi, donde se hace transparente el derecho a abusar, a
destruir, a sobreexplotar hasta hacer de la tierra y de nosotros un desierto, con el único
argumento de una razón que se ha hecho a sí misma, completamente, poder. Es cierto
que nuestro derecho sobre los bienes de la naturaleza nos permite experimentar un
poder, pero este poder como explica el latín medieval de Tomás de Aquino es potestas
procurandi et dispensandi, un derecho a usar y transformar las cosas teniendo siempre
en vista que nuestro derecho tienen un destinatario universal: todos los hombres,
presentes y porvenir.

Las raíces más profundas y verdaderas de una ecología de la persona, están en


re-descubrir la vieja virtud de la piedad, de la gratitud frente a todo lo real que se acoge
en nuestras manos como un don y se transforma, también en nuestras manos, como una
alabanza a la misma fuente de la gratuidad con la que recibimos todo: nuestro propio
ser y la naturaleza. Una gratitud y un respeto antiguos podrían, si consentimos con ellos,
devolvernos a nosotros mismos y a todas las cosas en un orden más justo y
admirable.

7 El pensamiento terapéutico

Es evidente a través de muchos ejemplos actuales que la regulación de la


actividad tecnocientífica contemporánea es uno de los retos más grande de nuestro
tiempo

. Esta tarea de regulación no debería ser confiada solamente a un comité de expertos que
aportaran una solución exclusivamente técnica; en efecto, en esos Comités deberían
estar representadas las voces de todos los interesados y afectados por medio sus
representantes, a fin de discutir y decidir sobre la realización del mayor bine posible. En
este punto es preciso hay que abandonar las ilusiones in- genuas, aquellas que ignoran,
por ejemplo, que el mayor peligro en nuestra sociedad -como señala E. Fromm- no
procede del sádico o del malvado sino, ante todo, “del hombre común con poderes fuera
de lo común”

. Se trata del caso de aquellos hombres que quieren mejorar algún aspecto de la realidad
y, de este modo, hacer o tener lo que quieren a cualquier precio.

Finalmente, la tarea de regulación tiene dos aspectos: uno más conocido y


recorrido, el aspecto jurídico, que comporta un enorme esfuerzo de gestión en el orden
local, nacional e internacional; otro, menos conocido y frecuentado, el de la reflexión
prudencial, que corresponde al ámbito de la filosofía práctica y que intenta no sólo
pensar sino proponer remedios a los males que promueven, de alguna manera, las
acciones tecnocientíficas

. En ese sentido nos parece útil recordar una serie de reglas prudenciales

, las cuales fueron propuestas por el ilustre estudioso italiano F. Bellino, como pautas
orientadoras de una reflexión que intenta asumir el bien práctico del hombre en una
cultura signada por la complejidad. En esta cultura así caracterizada, sería insensato e
imposible renunciar a todos los bienes reales y humanos adquiridos por medios de las
tecnociencias y; por otra parte, sería igualmente insensato no discutir racionalmente la
finalidad del desarrollo tecnocientífico en términos de bien común y bien histórico.

Veamos estas reglas:

Regla de la solución de problemas: no se considera progreso científico y tecnológico


aquel que, una vez realizado, genera más problemas que soluciones. En otras palabras:
los problemas no deben multiplicarse indefinidamente.

Regla del peso de la prueba: aquel que presenta un nuevo conocimiento científico o
tecnológico y que tenga una empresa industrial u otra, debe demostrar que no causa ni
daños sociales ni daños en el ambiente.
Regla del bien común: la tutela y la realización del bien común tiene precedencia sobre
todo interés particular, sea de individuos o de grupos sociales, en la medida en la que
queden garantizados los derechos que proceden de la dignidad de la persona humana.
Por ejemplo, es un propósito legítimo promover el desarrollo y la consolidación de la
medicina preventiva en primer término y no sólo por razones económicas.

Regla de la urgencia: la salvaguarda de valores urgentes, como el de la supervivencia de


una persona o de un grupo social afectado por algún mal severo, no exime al estado de
cumplir con la totalidad de sus fines y, así, dentro de lo razonable, evitar los efectos
deletéreos de las catástrofes ambientales y naturales a causa de una mala administración
del estado.

Ecorregla: el ecosistema tiene precedencia sobre el sistema social cuando el progreso y


el bienestar de éste último destruye al primero. Ignorar el respeto al ecosistema para
desarrollar el progreso del sistema social -en el límite- destruye el ecosistema y,
finalmente, el sistema social.

Regla de la reversibilidad: los desarrollos tecnocientíficos reversibles deben ser


priorizados por sobre los irreversibles, y éstos reducidos al mínimo indispensable.

Fue K. R. Popper quien llamó la atención sobre un hecho sólo en apariencia paradójico:
los males más grandes de nuestro tiempo se deben no tanto a la malicia, sino más bien
al entusiasmo ético sin discernimiento y mal encauzado, el de todos aquellos que
quieren mejorar el mundo en el que vivimos sin determinar el precio se va a pagar. Así
escribe Popper: “obra para eliminar males concretos, más que para realizar bienes
abstractos […] Tiende a eliminar miserias concretas con medios directos […] No
permitas que los sueños del mundo perfecto te distraigan y te aparten de las
reivindicaciones de los hombres que sufren aquí y ahora. Nuestros semejantes tienen
derecho a ser ayudados; ninguna generación debe ser sacrificada en bien de
generaciones futuras, en vista de un ideal de felicidad que puede no realizarse nunca
jamás […]
Conferencia.

" LA SITUACIÓN ACTUAL DE RESIDUOS PELIGROSOS EN LA ARGENTINA"

Dr. ALBERTO CAPRA

Ley N° 24.051

I. ASPECTOS GENERALES

ü Regula la Gestión de Residuos Peligrosos

• Generación,

• Manipulación

• Transporte,

• Almacenamiento

• Tratamiento y/o Disposición Final

ü Características

• Local: Lugares sujetos a jurisdicción nacional (Capital Federal y territorios


nacionales). La Autoridad Ambiental Nacional aplica el régimen administrativo. Las
provincias aplican el régimen administrativo la adherirse a la ley

• Federal: De aplicación en todo el territorio de la nación en los supuestos de gestión


o afectación interjurisdiccional con residuos peligrosos. Vías de excepción

• Derecho Común: Códigos de fondo y leyes que los integran, de aplicación en todo
el territorio (responsabilidad civil y penal)
• No Es De Presupuestos Mínimos: Sancionada antes de la reforma constitucional
de 1994

II. ALCANCE

ü Artículo 1°

La generación, manipulación, transporte, tratamiento y disposición final de residuos


peligrosos quedarán sujetos a las disposiciones de la presente ley, cuando

• se tratare de residuos generados o ubicados en lugares sometidos a jurisdicción


nacional o aunque ubicados en territorio de una provincia estuvieren destinados al
transporte fuera de ella,

o cuando

•a criterio de la autoridad de aplicación, dichos residuos pudieren afectar a las


persona o el ambiente más allá de la frontera de la provincia en que se hubiesen
generado,

o cuando

•las medidas higiénicas o de seguridad que a su respecto fuere conveniente disponer,


tuvieren una repercusión económica sensible tal, que tornare aconsejable uniformarlas
en todo el territorio de la Nación, a fin de garantizar la efectiva competencia de las
empresas que debieran soportar la carga de dichas medidas

ü Artículo 2°

• Es residuo peligroso todo residuo que pueda causar daño, directa o indirectamente,
a seres vivos o contaminar el suelo, el agua, la atmósfera o el ambiente en general.

• En particular serán considerados peligrosas los residuos del Anexo I o los que
posean alguna de las características enumeradas en el Anexo II

• Las disposiciones de esta ley serán también de aplicación a aquellos residuos


peligrosos que pudieren constituirse en insumos para otros procesos industriales

Quedan excluidos de los alcances de esta ley:

Ä los residuos domiciliarios,

Ä los radiactivos y
Ä los derivados de las operaciones normales de los buques los que se regirán por
leyes especiales y convenios internacionales vigentes en la materia

ANEXO I LEY 24.051

CATEGORÍAS SOMETIDAS A CONTROL


Corrientes de desechos

Desechos clínicos resultantes de la atención médica prestada en


Y1
hospitales, centros médicos y clínicas para salud humana y animal
Desechos resultantes de la producción y preparación de productos
Y2
farmacéuticos.
Desechos de medicamentos y productos farmacéuticos para la salud
Y3
humana y animal.
Desechos resultantes de la producción, la preparación y utilización de
Y4
biocidas y productos fitosanitarios
Desechos resultantes de la fabricación, preparación y utilización de
Y5
productos químicos para la preservación de la madera
Desechos resultantes de la producción, la preparación y la utilización de
Y6
disolventes orgánicos.
Desechos que contengan cianuros, resultantes del tratamiento térmico y
Y7
las operaciones de temple.
Desechos de aceites minerales no aptos para el uso a que estaban
Y8
destinados.
Mezclas y emulsiones de desecho de aceite y agua o de hidrocarburos y
Y9
agua.
Sustancias y artículos de desecho que contengan o estén contaminados
Y10 por bifenilos policlorados (PCB), trifenilos policlorados (PCT) o bifenilos
polibromados (PBB).
Residuos alquitranados resultantes de la refinación, destilación o
Y11
cualquier otro tratamiento pirolítico.
Desechos resultantes de la producción, preparación y utilización de
Y12
tintas, colorantes, pigmentos, pinturas, lacas o barnices.
Desechos resultantes de la producción, preparación y utilización de
Y13
resinas, látex, plastificantes o colas y adhesivos.
Sustancias químicas de desecho, no identificadas o nuevas, resultantes
Y14 de la investigación y el desarrollo o de las actividades de enseñanza y
cuyos efectos en el ser humano o el medio ambiente no se conozcan.
Desechos de carácter explosivo que no estén sometidos a una
Y15
legislación diferente.
Desechos resultantes de la producción, preparación y utilización de
Y16
productos químicos y materiales para fines fotográficos.
Desechos resultantes del tratamiento de superficies de metales y
Y17
plásticos.
Residuos resultantes de las operaciones de eliminación de desechos
Y18
industriales.
Desechos que tengan como constituyente:

Y19 Metales carbonilos.


Y20 Berilio, compuesto de berilio.
Y21 Compuestos de cromo hexavalente.
Y22 Compuestos de cobre.
Y23 Compuestos de zinc.
Y24 Arsénico, compuestos de arsénico.
Y25 Selenio, compuestos de selenio.
Y26 Cadmio, compuestos de cadmio.
Y27 Antimonio, compuestos de antimonio.
Y28 Telurio, compuestos de telurio.
Y29 Mercurio, compuestos de mercurio.
Y30 Talio, compuestos de talio.
Y31 Plomo, compuestos de plomo.
Y32 Compuestos inorgánicos de flúor, con exclusión de fluoruro cálcico
Y33 Cianuros inorgánicos.
Y34 Soluciones ácidas o ácidos en forma sólida.
Y35 Soluciones básicas o bases en forma sólida.
Y36 Asbestos (polvo y fibras).
Y37 Compuestos orgánicos de fósforo.
Y38 Cianuros orgánicos.
Y39 Fenoles, compuestos fenólicos, con inclusión de clorofenoles.
Y40 Eteres.
Y41 Solventes orgánicos halogenados.
Y42 Disolventes orgánicos, con exclusión de disolventes halogenados.
Y43 Cualquier sustancia del grupo de los dibenzofuranos policlorados.
Y44 Cualquier sustancia del grupo de las dibenzoparadioxinas policloradas.
Compuestos organohalogenados, que no sean las sustancias
Y45
mencionadas
ANEXO II LEY 24.051

LISTA DE CARACTERÍSTICAS PELIGROSAS

Clase de
las N° de
CARACTERÍSTICAS
Naciones Código
Unidas
Explosivos: por sustancia explosiva o desecho se extiende
toda sustancia o desecho sólido o liquido (o mezcla de
sustancias o desechos) que por si misma es capaz,
1 H1
mediante reacción química de emitir un gas a una
temperatura, presión y velocidad tales que puedan ocasionar
daño a la zona circundante
Líquidos inflamables: por líquidos inflamables se entiende
aquellos líquidos o mezcla de líquidos, o líquidos sólidos en
solución o suspensión (por ejemplo pinturas, barnices lacas,
etcétera, pero sin incluir sustancias o desechos clasificados
de otra manera debido a sus características peligrosas) que
emiten vapores inflamables a temperaturas no mayores de
60,5 grados C, en ensayos con cubeta cerrada, o no mas de
3 H3
65,6 grados C, en cubeta abierta (como los resultados de los
ensayos con cubeta abierta y con cubeta cerrada no son
estrictamente comparables, e incluso los resultados
obtenidos mediante un mismo ensayo a menudo difieren
entre si, la reglamentación que se apartara de las cifras
antes mencionadas para tener en cuenta tales diferencias
seria compatible con el espíritu de esta definición).
Sólidos inflamables: se trata de sólidos o desechos sólidos,
distintos a los clasificados como explosivos, que en las
4.1 H4.1 condiciones prevalecientes durante el transporte son
fácilmente combustibles o pueden causar un incendio o
contribuir al mismo, debido a la fricción.
Sustancias o desechos susceptibles de combustión
espontánea: se trata de sustancias o desechos susceptibles
4.2 H4.2 de calentamiento espontáneo en las condiciones normales
del transporte, o de calentamiento en contacto con el aire, y
que pueden entonces encenderse
Sustancias o desechos que, en contacto con el agua, emiten
gases inflamables: sustancias o desechos que, por reacción
4.3 H4.3
con el agua, son susceptibles de inflamación espontánea o
de emisión de gases inflamables en cantidades peligrosas.
Oxidantes: sustancias o desechos que, sin ser
necesariamente combustibles, pueden, en general, al ceder
5.1 H5.1
oxigeno, causar o favorecer la combustión de otros
materiales.
5.2 H5.2 Peróxidos orgánicos: las sustancias o los desechos
orgánicos que contienen la estructura bivalente -O-O- son
sustancias inestables térmicamente que pueden sufrir una
descomposición autoacelarada extermica.
Tóxicos (venenos) agudos: sustancias o desechos que
pueden causar la muerte o lesiones graves o daños a la
6.1. H6.1
salud humana, si se ingieren o inhalan o entran en contacto
con la piel.
Sustancias infecciosas: sustancias o desechos que
contienen microorganismos viables o sus toxinas, agentes
6.2 H6.2
conocidos o supuestos de enfermedades en los animales o
en el hombre.
Corrosivos: sustancias o desechos que, por acción química,
causan daños graves en los tejidos vivos que tocan o que,
8 H8 en caso de fuga pueden dañar gravemente o hasta destruir
otras mercaderías o los medios de transporte; o pueden
también provocar otros peligros
Liberación de gases tóxicos en contacto con el aire o el
agua: sustancias o desechos que, por reacción con el aire o
9 H10
el agua, pueden emitir gases tóxicos en cantidades
peligrosas.
Sustancias tóxicas (con efectos retardados o crónicos):
sustancias o desechos que, de ser aspirados o ingeridos, o
9 H11
de penetrar en la piel pueden entrañar efectos retardados o
crónicos, incluso la carcinogenia.
Ecotóxicos: sustancias o desechos que, si se liberan, tienen
o pueden tener efectos adversos inmediatos o retardados en
9 H12
el medio ambiente debido a la bioacumulación o los efectos
tóxicos en los sistemas bióticos.
Sustancias que pueden, por algún medio, después de su
eliminación, dar origen a otra sustancia, por ejemplo, un
9 H13
producto de lixiviación, que posee alguna de las
características arriba expuestas.

ANEXO III LEY 24.051

OPERACIONES DE ELIMINACIÓN

A. OPERACIONES QUE NO PUEDEN CONDUCIR A LA RECUPERACIÓN


DE RECURSOS, EL RECICLADO, LA REGENERACIÓN, LA
REUTILIZACIÓN DIRECTA U OTROS USOS.

La sección A abarca las operaciones de eliminación que se realizan en la


práctica.
D1 Depósito dentro o sobre la tierra (por ejemplo, rellenos, etcétera).
Tratamiento de la tierra (por ejemplo, biodegradación de desperdicios
D2
líquidos o fangosos en suelos, etcétera).
Inyección profunda (por ejemplo, inyección de desperdicios bombeables
D3
en pozos, domos de sal, fallas geológicas naturales, etcétera).
Embalse superficial (por ejemplo, vertido de desperdicios líquidos o
D4
fangosos en pozos, estanques, lagunas, etcétera).
Rellenos especialmente diseñados (por ejemplo, vertido en
D5 compartimientos estancos separados, recubiertos y aislados unos de
otros y del ambiente, etcétera).
D6 Vertido en una extensión de agua, con excepción de mares y océanos.
D7 Vertido en mares y océanos, inclusive la inserción en el lecho marino.
Tratamiento biológico no especificado en otra parte de este anexo que dé
D8 lugar a compuestos o mezclas finales que se eliminen mediante
cualquiera de las operaciones indicadas en la sección A.
Tratamiento fisicoquímico no especificado en otra parte de este anexo
que dé lugar a compuestos o mezclas finales que se eliminen mediante
D9
cualquiera de las operaciones indicadas en la sección A (por ejemplo,
evaporación, secado, calcinación, neutralización, precipitación, etcétera).
D10 Incineración en la tierra.
D11 Incineración en el mar.
Depósito permanente (por ejemplo, colocación de contenedores en una
D12
mina, etcétera).
Combinación o mezcla con anterioridad a cualquiera de las operaciones
D13
indicadas en la sección A.
Reempaque con anterioridad a cualquiera de las operaciones indicadas
D14
en la sección A.
Almacenamiento previo a cualquiera de las operaciones indicadas en la
D15
sección A.

B. OPERACIONES QUE PUEDEN CONDUCIR A LA RECUPERACIÓN DE


RECURSOS, EL RECICLADO, LA REGENERACIÓN, REUTILIZACIÓN
DIRECTA Y OTROS USOS.

La sección B comprende todas las operaciones con respecto a materiales que


son considerados o definidos jurídicamente como desechos peligrosos y que
de otro modo habrían sido destinados a una de las operaciones indicadas en la
sección A.

Utilización como combustible (que no sea en la incineración directa) u


R1
otros medios de generar energía.
R2 Recuperación o regeneración de disolventes.
Reciclado o recuperación de sustancias orgánicas que no se utilizan
R3
como disolventes.
R4 Reciclado o recuperación de metales y compuestos metálicos.
R5 Reciclado o recuperación de otras materias inorgánicas.
R6 Regeneración de ácidos o bases.
R7 Recuperación de componentes utilizados para reducir la contaminación.
R8 Recuperación de componentes provenientes de catalizadores.
R9 Regeneración u otra reutilización de aceites usados.
Tratamiento de suelos en beneficio de la agricultura o el mejoramiento
R10
ecológico.
Utilización de materiales residuales resultantes de cualquiera de las
R11
operaciones numeradas R1 a R10.
Intercambio de desechos para someterlos a cualquiera de las
R12
operaciones numeradas R1 a R11.
Acumulación de materiales destinados a cualquiera de las operaciones
R13
indicadas en la sección B.

III. SUJETOS ALCANZADOS

ü Sujetos Generales

Generador – Transportista - Operador

• Generador es toda persona física o jurídica que, como resultado de sus actos o de
cualquier proceso, operación o actividad, produzca residuos calificados como
peligrosos... (artículo 14)

Persona física o jurídica cuya acción o proceso lo hace pasible de estar sometido a
la Ley N° 24.051, ya sea porque los residuos que genera están comprendidos en la
identificación de residuos peligrosos o bien por la cantidad generada (Glosario
Anexo I a) Decreto reglamentario 831/93)

• Transportista es toda persona física o jurídica responsable del transporte de


residuos peligrosos (artículo 23)

• Operador es la persona responsable por la operación completa de una instalación


o planta para el tratamiento y/o disposición final de residuos peligrosos (artículo 33
y Glosario Anexo I a) Decreto reglamentario 831/93). En particular todas aquellas
instalaciones en las que se realicen las operaciones indicadas en el Anexo III
“Operaciones de Eliminación” (artículo 33)
• Plantas de tratamiento son aquellas en las que se modifican las características
físicas, la composición química o la actividad biológica de cualquier residuo
peligroso, de modo tal que se eliminen sus propiedades nocivas, o se recupere
energía y/o recursos materiales, o se obtenga un residuo menos peligroso, o se lo
haga susceptible de recuperación, o más seguro para su transporte o disposición
final (artículo 33)

• Plantas de disposición final son los lugares especialmente acondicionados para el


depósito permanente de residuos peligrosos en condiciones exigibles de seguridad
ambiental (artículo 33)

Son aquellas en las que se realizan las siguientes operaciones indicadas en el Anexo
III – A “Operaciones de Eliminación” Ley N° 24.051 (Glosario Anexo I a) Decreto
reglamentario 831/93)

− Depósito dentro o sobre la tierra, ítem D1

− Rellenos especialmente diseñados, ítem D5

− Depósito permanente, ítem D12

ü Sujetos Particulares

• Generador Eventual es toda persona física o jurídica que, como resultado de sus
actos o de cualquier proceso, operación o actividad, produjera residuos calificados
como peligrosos en forma eventual, no programada o accidental... (artículo 14 Decreto
reglamentario 831/93)

• Generador - Operador es toda persona física o jurídica que genera, trata o


dispone finalmente residuos peligrosos por él generados en su establecimiento (artículo
33 Decreto reglamentario 831/93). Es toda persona física o jurídica que se hace cargo de
un residuo peligroso generado por un tercero, en calidad de generador, asumiendo la
responsabilidad por la gestión posterior del mismo

• Operador – Generador las plantas de tratamiento y disposición final son


consideradas generadores (a los efectos del cálculo de la Tasa artículo 16 Decreto
reglamentario 831/93). Es toda persona física o jurídica que lleva a cabo actividades de
operación de residuos peligrosos, y que por esta actividad genera residuos peligrosos

• Operador por Almacenamiento el que cumple con las operaciones de…

a) almacenamiento previo a cualquier operación indicada en la Sección A


“Operaciones de Eliminación”, ítem D15

y/o
b) acumulación de materiales destinados a cualquiera de las operaciones de
recuperación de recurso, reciclado, regeneración, reutilización directa y otros usos
indicados en la Sección B, ítem R13

…ambas del Anexo III de la ley N° 24.051.

Resolución ex - SRNyAH 123/95 agrega al ítem 24 “Operador” del Anexo I a)


Glosario Decreto reglamentario Nº 831/93, la definición de Operador por
Almacenamiento

• Operador con Equipo Transportable “in situ” se consideran Operadores con


equipos transportables a aquellos cuya tecnología y equipamiento les permitan
instalarse en el predio del Generador, por un tiempo determinado, a los fines del
tratamiento "in situ" de los residuos peligrosos. Resolución ex - SRNyDS 185/99

• Operador – Exportador de Residuos Peligrosos toda persona física o jurídica


que, sin perjuicio de la realización de las actividades enumeradas en el artículo 1 de la
Ley N° 24.051, gestione, coordine u organice operaciones de exportación de desechos
peligrosos. Deberá ser inscripto como operador en el Registro Nacional de
Generadores y Operadores en los términos de la Ley N° 24.051, con las
responsabilidades y alcances que establece la misma y sus normas complementarias.
Resolución ex - SRNyAH 184/95, dictada en el marco del Convenio de Basilea (Ley
23.922)

• Generador/Operador por Almacenamiento aquellos operadores que manipulan


por almacenamiento residuos peligrosos de pequeños generadores (una especie de
planta de transferencia) y haciéndose cargo de los mismos en calidad de generadores

IV. INSTRUMENTOS DE GESTION

1. Registro Nacional, Artículo 4°

La autoridad de la aplicación llevará y mantendrá actualizado un Registro Nacional de


Generadores y Operadores de Residuos Peligrosos, en el que deberán inscribirse las
personas físicas o jurídicas responsables de la generación, transporte, tratamiento y
disposición final de residuos peligrosos

• Habilitado por Resolución ex - SRNyAH 413/93

• Está a cargo de una Coordinación Unidad Registro dependiendo de la Dirección


Nacional de Gestión Ambiental en la actual Secretaría de Ambiente y Desarrollo
Sustentable del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación

www.medioambiente.gov.ar - Áreas de la Secretaría - Registro

2. Certificado Ambiental Anual, Artículo 5°

Instrumento que acredita en forma exclusiva, la aprobación del sistema de


manipulación, transporte, tratamiento o disposición final que los inscriptos aplicarán a
los residuos peligrosos (artículo 5) Se otorga por resolución de la Autoridad de
Aplicación (artículo 7° Decreto reglamentario 831/93)

3. Manifiesto de Transporte, Artículos 12 y 13

Documento/Declaración Jurada tipo diseñada por la Autoridad de Aplicación llamada


Manifiesto de Transporte

Instrumento que documenta:

ü Naturaleza y cantidad de los residuos peligrosos generados

ü Origen de los residuos peligrosos

ü Transferencia

ü Proceso de tratamiento y disposición final

ü Cualquier otra operación que se realice


Confeccionado y emitido:

ü Por el generador

ü En formularios preimpresos

ü En original y cinco copias

Acompañado de:

ü Hoja de ruta y

ü Plan de contingencia

• Resolución SADS 5/03 Operatoria Especial de Manifiestos de Transporte


oficiales Ley Nº 24.051 de Múltiples Generadores de residuos Categoría Sometida
a Control Y1 destinados a otra jurisdicción

Procedimiento:

a) El Generador autoriza por escrito al Operador o Transportista a adquirir, completar y


presentar ante el Registro Nacional (RN) el Manifiesto de Transporte

b) El Manifiesto documenta el movimiento de residuos Y1 de multiples generadores


destinados a otra jurisdicción según una hoja de ruta de recolección diaria prefijada

c) Al dorso del Manifiesto constarán nombre o razón social de los Generadores, CUIT,
domicilio y cantidad de residuos estimada a retirar. De estar inscripto como Generador
ante el RN número y año de expediente
d) El Manifiesto firmado por el autorizado se presenta ante el RN más copia en soporte
magnético con los datos del punto c), para control de vigencia del CAA del Operador y
Transportista y registro en SII, insertándose un sello fechador, en el original y las 5
copias, con fecha en la que es retirado por el autorizado. El original del Manifiesto
queda en el RN

e) El Transportista lleva permanentemente el original de la copia Nº 2 mientras realice


la recolección de los residuos peligrosos en función de la hoja de ruta diaria

f) El ciclo se cierra al entregar el Operador ante el RN el original de la copia Nº 5 del


Manifiesto, conjuntamente con el soporte magnético, donde deberá constar la cantidad
exacta de kilos tratados y/o dispuestos de cada generador, con la firma obligatoria del
Operador y el Transportista

g) El Operador, en forma mensual, entrega cada Generador incluido en la nómina del


reverso del Manifiesto, un Certificado de Tratamiento de los residuos, consignando
el/los número/s serial/les del/los manifiesto/s Ley Nº 24.051 utilizado/s para el
transporte y disposición de sus residuos peligrosos

La operatoria no altera las responsabilidades que le corresponden al Generador

La resolución autoriza al Director Nacional de Gestión Ambiental a hacer extensivo el


procedimiento para otras categorías, siempre y cuando se trate de la recolección de una
misma Categoría Sometida a Control y que responda a una hoja de ruta diaria

Antecedente de la Resolución SADS 5/03

Procedimiento Manifiesto Sábana para residuos peligrosos Y1 e Y12 (trapos con tintas)

4. Tasa Ambiental, Artículo 16

La autoridad de aplicación establecerá el valor y la periodicidad de la tasa que deberán


abonar los generadores, en función de la peligrosidad y cantidad de residuos que
produjeren, y que no será superior al uno por ciento (1 %) de la utilidad presunta
promedio de la actividad en razón de la cual se generan los residuos peligrosos

ü Resolución ex - SDSyPA 599/01


Establece una nueva fórmula de cálculo y el cronograma de pagos; deroga las
resoluciones ex - SRNyAH 189/96 y 206/96

ü Disposición DNOA 01/01


Incorpora un factor de 0,01 a la fórmula de cálculo para los residuos Categorías
Sometidas a Control Y6, Y8, Y9, Y10 e Y11

5. Licencia Especial
Los conductores de vehículos que transporten residuos peligrosos deben poseer una
licencia especial para la conducción de aquellos la que tendrá validez anual artículo 25
inciso e) Decreto reglamentario 831/93

6. Libros de Registros de Gestión de Residuos Peligrosos

ü Generador

Ä Libro de Registro Obligatorio, Artículo 15 Decreto 831/93

ü Transportista

Ä Registro de Operaciones, Artículo 25 inciso a)

Ä Registro de Accidentes foliado, Artículo 28 inciso c)

ü Plantas de Tratamiento y Disposición Final

Ä Registro de Operaciones Permanentes, Artículo 40 o Libro de Registro Obligatorio,


Artículo 15 Decreto 831/93

V. COORDINACIÓN INTERINSTITUCIONAL – CONVENIOS

ü Convenio ex - MDSyMA - MEyRNR de la Provincia de Misiones: Aplicación


conjunta de la Ley nacional 24.051 y provincial 3.664

ü Anexo Convenio ex - SDSyPA - Policía Aeronáutica Nacional: Delegación del


poder de policía de control y fiscalización de la gestión de residuos peligrosos en el
ámbito aeroportuario de jurisdicción nacional

ü Anexo Convenio ex - SDSyPA - Gendarmería Nacional: Delegación del poder de


policía de control y fiscalización en el transporte interjurisdiccional y de jurisdicción
nacional de residuos peligrosos

ü Proyecto de Anexo Convenio SADS - Prefectura Naval Argentina: Coordinación


del control y fiscalización de la gestión de residuos peligrosos en los ámbitos marítimo,
fluvial, lacustre y portuario

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