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aproximaciones∗
Dominique Colinvaux
Celia Dibar Ure
Traducción: Sandra Patricia Peña
es visto con capacidad de producir ‘teorías’, que se
caracterizan a partir de tres parámetros: contienen
totalidades sistémicas que involucran conceptos o
proposiciones interrelacionadas, implican compromisos
ontológicos y definen marcos causales explicativos. Sin
embargo, si bien la noción de herramientas cognitivas ha sido
ampliamente discutida en este capítulo inicial, no se puede
decir lo mismo de la capacidad infantil de teorizar, en el
sentido descrito anteriormente.
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“El pequeño, de un modo similar a como procede el científico, construye
teorías acerca del mundo, predice, arriesga y prueba hipótesis en una
amplia variedad de dominios”.
Es interesante anotar, además, que también la investigación
dirigida a la educación en ciencias parece presentar una
trayectoria semejante en las últimas dos o tres décadas. Como
efecto, al final de los años 70, se inaugura una nueva etapa
que privilegia, entre las múltiples dimensiones de la
situación pedagógica, el análisis de los procesos de
aprendizaje de las ciencias. Estos estudios se centran
entonces sobre el alumno y, como lo indica el título de un
estudio clásico de Driver (1983): The pupil as scientist?,
asumen la metáfora del alumno como científico. La metáfora
posibilita rescatar las competencias intelectuales de los
sujetos de aprendizaje, al mismo tiempo que apuesta al
paralelismo entre los procesos de construcción/reconstrucción
del conocimiento científico y los procesos de aprendizaje de
la ciencia2.
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Lo que llamamos aquí ‘apuesta’ corresponde en realidad a un presupuesto
que se mostró fundamental en la conducción de nuevos estudios en
diferentes países pero cuyas limitaciones son hoy reconocidas con más
claridad, sobretodo en cuanto a las diferencias significativas entre las
comunidades científicas y escolares, sus culturas, objetivos y reglas.
génesis del pensamiento científico en la temprana infancia.
En otras palabras, faltan estudios que aproximen y articulen
bases teóricas y resultados de investigaciones obtenidos en
los dos campos: la cognición infantil y la educación en
ciencias.
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Las expresiones causalidad, pensamiento causal, razonamiento causal, son
frecuentemente usadas como sinónimos, aunque con variaciones según el
idioma usado (por ejemplo, la literatura de lengua inglesa parece
preferir ‘causal reasoning’). Aquí esta usaremos las diferentes
expresiones indistintamente.
piagetiana sobre la causalidad infantil (Colinvaux, 1992),
cabe recordar que, históricamente, Piaget fue uno de los
primeros en trabajar sobre este tema. Continuaremos después
con la discusión de una amplia revisión de estudios
realizados en los años 70 a los 90, con niños de 3 años en
adelante (Goswami, 1998). Finalmente, la perspectiva
psicológica, complementada por estudios sobre la enseñanza-
aprendizaje de física, apunta hacia cuestiones todavía
abiertas acerca del pensamiento científico en la infancia.
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En realidad, el estudio de 1971 parece confirmar, aunque a partir de una
formulación teórica más precisa que hace uso de las estructuras
operatorias, la noción de una ‘causalidad racional’ presentada en 1927.
observar que, aunque tomados por Piaget como sustento de una
interpretación constructivista, los datos por él obtenidos en
el período sensoriomotor confirman la precocidad de la
causalidad que, vale la pena recordar, es generalmente tomada
para sustentar una perspectiva innatista.
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En realidad, parece que este estudio intenta justificar la elección de
una entre varias posiciones filosóficas, como lo muestra Vuyk (1984, p.
130).
La causalidad en los estudios psicológicos de los años 70, 80
y 90
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Este capítulo, como dijimos, estudia la causalidad a partir de los 3
años. En capítulos separados, que no discutimos aquí, Goswami trata sobre
la cognición en bebés y también de la perspectiva piagetiana. Es de
anotar que, en su libro, Goswami no trata sobre las relaciones posibles
entre estas diversas temáticas.
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A ese respecto, es interesante notar la posibilidad de convergencia
entre la comprensión de eventos a partir de sus causas y el abordaje de
los modelos mentales, que es tratada en otro capítulo de este libro.
Los estudios revisados por Goswami muestran una diversidad de
definiciones y concepciones de causalidad, diversidad que
resulta de cuestiones y focos diversos de análisis. Así,
tenemos una visión de causalidad como la transformación de un
objeto familiar y también, la causalidad pensada a partir de
algunos principios básicos de raciocinio, tales como
prioridad (o precedencia temporal de la causa sobre el
efecto), covariación (causa y efecto varían simultáneamente),
contigüidad (espacial y temporal entre causa y efecto), de
semejanza (causa y efecto comparten la misma naturaleza y/o
características).
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Las modificaciones consisten básicamente en (i) focalizar
transformaciones que ocurren simultáneamente en dos dimensiones (por
ejemplo: taza mojada --> taza mojada + quebrada), y (ii) trabajar con
series apareadas (en el ejemplo, la serie apareada es: taza quebrada -->
taza quebrada + mojada). La tarea consiste en identificar el término
intermediario (incluso en el ejemplo, las alternativas de elección son:
martillo, agua, pluma) siendo que, debido al apareamento de las series,
la respuesta correcta para una serie se vuelve incorrecta para la serie
apareada (Das Gupta & Bryant, 1989, citado en Goswami, 1998, p. 121-122).
diferentes tipos, y aunque la inferencia esté aquí
estrictamente asociada al tema de la causalidad, se concluye
que la inferencia parece confirmarse como una de las
herramientas cognitivas utilizadas espontáneamente por niños
pequeños.
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Vale la pena consultar la compilación de Hirschfeld & Gelman (1994),
intitulada “Mapping the mind: Domain specificity in cognition and
culture”; y, en una perspectiva más tradicional (procesamiento de
información) sobre procesos cognitivos, la compilación organizada por
Evans, Newstead, & Byrne (1993) sobre “Human reasoning: The psychology of
deduction”. Ver también la nota 20 sobre los estudios en educación en
ciencias.
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Sólo los estudios de McCloskey & Viennot son mencionados.
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Dada la vasta cantidad de estudios realizados, algunas bibliografías
fueron preparadas, entre las cuales se destaca la de Pfundt & Duit
(1994).
ciencias naturales en una perspectiva constructivista, estas
investigaciones tienen un doble mérito: de un lado, ofrecen
ricos datos empíricos sobre lo que piensan los niños y
adolescentes respecto de los fenómenos naturales y, en
especial, sobre fenómenos y problemas físicos; y, de otro
lado, apuntan hacia algunas características que parecen
constituir obstáculos para el desarrollo de formas,
estrategias y procedimientos del pensar científico. Sin
pretender un análisis exhaustivo, indicaremos aquí tres
aspectos evidenciados por los estudios sobre enseñanza-
aprendizaje de ciencias que, a nuestro entender, contribuyen
a esa discusión.
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La distinción entre los abordajes procedimental y nocional fue tratada
en el capítulo 1 de este libro, y es retomada en el capítulo que trata la
perspectiva de los modelos mentales.
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Para esta discusión, ver por ejemplo Driver (1988) e Driver et al
(1985).
prácticas del día-a-día, que se originan de la experiencia
física y buscan éxito en la actividad (lo que es diferente
del éxito de los sistemas interpretativos consistentes en el
campo de las ciencias). Para aproximarse al universo
científico, los alumnos generalmente hacen uso de situaciones
conocidas, evidenciando entonces modalidades analógicas de
raciocinio. También llaman la atención hallazgos relativos al
paso de interpretaciones dominadas por la percepción (basada
en aspectos observables) a interpretaciones referidas a
entidades no observables, así como la tendencia a
concentrarse en las propiedades de objetos aislados para, más
tarde, considerar las interacciones y sistemas.
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Otros ejemplos, que no abordaremos aquí, tienen que ver con los
análisis que se centran en el tema de la explicación, discutiendo los
tipos, esquemas y modos explicativos privilegiados por la ciencia, por
los libros escolares y profesores de ciencia, y aprendidos por los
alumnos.
causalidad evoluciona evidenciando una direccionalidad
unívoca, en detrimento de las posibles simetrías de las
interacciones entre sistemas.
A título de conclusión