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1 - Por qué soy católico? - 2º Ireneo de Lion 140 + 202 ca. Tesalonicenses 51

«En este Año 2004/5 de la Eucaristía los cristianos se han de comprometer más
decididamente a dar testimonio de la presencia de Dios en el mundo. No tengamos
miedo de hablar de Dios ni de mostrar los signos de la fe con la frente muy alta. La
«cultura de la Eucaristía» promueve una cultura del diálogo, que en ella encuentra
fuerza y alimento. Se equivoca quien cree que la referencia pública a la fe
menoscaba la justa autonomía del Estado y de las instituciones civiles, o que puede
incluso fomentar actitudes de intolerancia. Si bien no han faltado en la historia
errores, inclusive entre los creyentes, como reconocí con ocasión del Jubileo, esto
no se debe a las «raíces cristianas», sino a la incoherencia de los cristianos con sus
propias raíces. Quien aprende a decir «gracias» como lo hizo Cristo en la cruz,
podrá ser un mártir, pero nunca será un torturador.

27. La Eucaristía no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia; es


también proyecto de solidaridad para toda la humanidad. En la celebración
eucarística la Iglesia renueva continuamente su conciencia de ser «signo e
instrumento» no sólo de la íntima unión con Dios, sino también de la unidad de
todo el género humano.[25] La Misa, aun cuando se celebre de manera oculta o en
lugares recónditos de la tierra, tiene siempre un carácter de universalidad. El
cristiano que participa en la Eucaristía aprende de ella a ser promotor de comunión,
de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la vida. La imagen lacerante
de nuestro mundo, que ha comenzado el nuevo Milenio con el espectro del
terrorismo y la tragedia de la guerra, interpela más que nunca a los cristianos a
vivir la Eucaristía como una gran escuela de paz, donde se forman hombres y
mujeres que, en los diversos ámbitos de responsabilidad de la vida social, cultural y
política, sean artesanos de diálogo y comunión.»

Lean los últimos párrafos de la reciente Carta Apostólica "Mane nobiscum


Domine" de Juan Pablo II, coherente con la más pura Tradición cristiana;
en nuestra sección ‘Eucaristía’ o use nuestro buscador. Gracias. 2004-10-
22.

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Iglesia Católica - fundada por Cristo- hace más de 2.000 años, entre…

1. Un traidor, diez cobardes y un impetuoso, ¿cuál somos nosotros?


2. Dos ladrones, ¿cuál somos nosotros?
3. Un fariseo y un publicano, ¿cuál de los dos?

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“Lo único que busco es a Dios en Cristo Jesús por el Espíritu Santo en la Iglesia
católica; en obediencia incondicional al Vicario de Cristo en la tierra, el Sumo
Pontífice, sirviendo a todos los seres humanos por igual.” [San Ignacio de Loyola]

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¿POR QUÉ SOY CATÓLICO? - Aº


«Jesus Christus heri et hodie: ipse et in saecula!»

- Ícono ´Iglesia de Cristo´ Rusia septentrional 1850 ca. -

¡Jesucristo ayer y hoy y siempre!

Dice San Pablo - gran apóstol de la Iglesia Católica.

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CRISTO – Piedra angular de la Iglesia

Orígenes (hacia 185-253) presbítero y teólogo


Comentario al evangelio de Jn 10,20-23. PG 14, 369-386

El signo del templo

“Destruid este templo, y en tres días yo lo levantaré de nuevo.” (Jn 2,19)


Ciertamente que el Señor era capaz de realizar miles de otros signos, pero como
prueba de la autoridad “para hacer esto” (Jn 2,18) tenía que realizar este signo

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concreto: con ello daba respuesta a lo que tiene que ver con el templo, lo que no
podían hacer otros signos que no se referirían a él. De todos modos, me parece que
tanto el templo como el cuerpo de Jesús se tienen que interpretar como la figura de
la Iglesia, dado que está edificada con “piedras vivas” que van “construyendo un
templo espiritual dedicado a un sacerdocio santo” (1P 2,5); está edificada “sobre el
cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular”
(Ef 2,20), el auténtico templo.
Si, pues, se ve destruido la ensambladura armoniosa de las piedras del templo, ya
que “vosotros formáis el cuerpo de Cristo y cada uno por su parte es un miembro”
(1 Cor 12,27) y, como está escrito en el salmo 21, todos los huesos de Cristo están
descoyuntados (Sal 21,15) por la vehemencia de las pruebas y tribulaciones y por
aquellos que por la persecución atentan contra la unidad de la Iglesia, sin embargo,
este templo será reconstruido y el cuerpo resucitará el tercer día después del día de
la iniquidad que lo arrasó y después del día en que se cumplirán las promesas (cf
2P 3,3-10). Porque este tercer día verá un cielo nuevo y una tierra nueva (2P 3,13),
cuando los huesos se pondrán en pie (cf Ez 37,10) en el gran día del Señor, cuando
la muerte será vencida, cuando la resurrección de Cristo de entre los muertos,
después de su pasión y muerte, se revelará como el misterio de la resurrección del
cuerpo entero de la Iglesia.

+++

Sin amor no se puede comprender la Iglesia; en ella tiene lugar una nueva
relación entre Dios y el ser humano.

Tras la muerte y resurrección de Cristo, en la Iglesia tiene lugar una nueva relación
entre Dios y cada hombre y mujer.

El don de la participación en la vida de la Trinidad se expresa en una nueva relación


entre Dios y el hombre; el elemento principal de esta relación es la Iglesia.

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La Iglesia, que Jesús vino a fundar sobre la Tierra, es la comunidad de los hijos que
son tales en el Hijo, amados en el Amado. Es la Iglesia del amor.

Todo en la Iglesia viene del amor de la Trinidad. El corazón de la Iglesia es el


«ágape», el amor que viene de lo alto y regresa a lo alto, convirtiéndose en la regla
de vida de los discípulos de Jesús.

La Iglesia procede de Dios, de la Trinidad; Dios ha tenido tiempo para el hombre y


los días del hombre se han convertido en el tiempo penúltimo, ese mientras, que
tiene lugar entre la primera venida y su regreso.

En la escuela de María aprendemos a actuar siguiendo a Aquel que nos ha revelado


al Dios Trinidad Amor, es decir, en la caridad. Monseñor Forte – teólogo. Vat. 2004-
03-03.

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“Las doctrinas centrales del cristianismo fueron capaces de inspirar y sostener


relaciones sociales y organizaciones atractivas, liberadoras y eficientes”. Fueron las

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doctrinas de la Iglesia las que permitieron que el cristianismo se encontrara “entre los
movimientos de revitalización más formidables y de mayor éxito en la historia”. Con
los cristianos aparece un Dios que, de hecho —algo nunca visto hasta entonces—, se
preocupa por todos los seres humanos, que los ama con locura y que pide y espera de
sus seguidores un amor semejante entre ellos y fuera de ellos, incluso a sus enemigos y
a quienes no les entienden. La Buena Nueva del cristiano, era dos veces buena y nueva,
pues al dar a la humanidad un Dios amoroso y misericordioso daba también a los
hombres y a las mujeres su auténtica humanidad.

+++

“Ante los desafíos de la globalización, nosotros los católicos disponemos de una riqueza
enorme, precisamente porque somos católicos; y católico quiere decir universal, es
decir, nosotros tenemos una experiencia de globalización de 2000 años”.

+++

Resumen de la Doctrina Cristiana

A. Estamos obligados a conocer y creer que: Existe un Dios, creador del cielo y de
la tierra, que es eterno, supremo e infinito. Hay un cielo y un infierno, como ha sido
revelado por Jesucristo. Los justos serán recompensados por Él con la vida eterna y
los pecadores que no se arrepientan antes de morir serán castigados para siempre
con el infierno. En la Santísima Trinidad hay tres personas, coeternas y coiguales.
B. Estamos también obligados a: Conocer el Símbolo de los Apóstoles. Conocer los
Mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia, y los Sacramentos, especialmente
de la necesidad del Bautismo para la salvación y de la Eucaristía como prenda de la
gloria futura. Creer que la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura forman un único
depósito sagrado de la palabra de Dios. Saber el Padrenuestro y el Avemaría. Creer
todo lo que Dios nos enseña a través de la Santa Madre Iglesia que no puede
engañarse ni engañarnos. “El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza
de esta infalibilidad en virtud de su ministerio, cuando, como Pastor y Maestro de
todos los fieles que confirma en la fe, proclama por un acto definitivo la doctrina en
cuestiones de fe y moral… La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en
el Cuerpo Episcopal, cuando ejerce el magisterio con el sucesor de Pedro, sobretodo
en un concilio ecuménico”.[1] [1] Cf. CEC, 261; 265

"Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido
llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre." Efesios
4, 4-5

LA FE VALE MAS QUE EL ORO.

La fe vale más que el oro. Por ello, si dudas, cerciórate antes; si estás cierto,
compártela; si la perdiste, recupérala.
Yo antes era católico pero ahora soy...
Yo no apruebo, pero respeto tu decisión de cambiar la fe que Dios te dio por la que
a tí te gusta. Pero permíteme decirte al menos, por qué soy católico, y por qué
quiero seguirlo siendo.

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1. Yo soy católico porque es la Iglesia que Cristo fundó sobre Pedro y los apóstoles
hace más de 2000 años.
De ella se han separado algunos hermanos y, con el tiempo, ciertos han fundado
otras tantas sectas.
.
2. Yo soy católico porque mi Iglesia es una familia cuya cabeza es el mismo Dios y
piedra angular es Cristo.

¡Así de fácil y así de sencillo! Todo lo que hace Cristo, lo hace para nuestra
salvación. Si Cristo fundó una Iglesia, lo hizo para salvarnos, y todos debemos
adherirnos a ella. Lumen Gentium14. Si Cristo no fundó ninguna, entonces todas
las iglesias son falsas y no debemos pertenecer a ninguna.

Por ello, a pesar de que reconocemos los muchos elementos de santidad y verdad
en otras iglesias, para el católico no tiene sentido ni razón el dejar la Iglesia de
Cristo para pasarse a otra fundada por un hombre, por más inteligente y famoso
que éste sea.

Cristo nuestro único Salvador instituyó a su Iglesia Santa... Esta única Iglesia
subsiste en la Iglesia católica. (Lumen Gentium n. 8). Esto es lógico, si hay un
único Salvador, debe haber una única Iglesia. Yo respeto y reconozco las muchas
cosas buenas que hay en otras iglesias cristianas pero yo quiero vivir y morir en la
Iglesia que Cristo fundó.
Hay quien afirma: "Yo soy Cristiano de la Biblia y no necesito de la Iglesia". Pero

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esto es un error, porque ser cristiano es vivir en comunión con los demás, Dios
quiere que nos ayudemos unos a otros en el camino de salvación.
Yahvé mandó construir una barca a Noé y se salvaron todos los que estaban dentro.
Lee:1Pedro 3,21 Noé se salvó en familia. Por eso la barca es símbolo de la Iglesia.

Los israelitas se salvaron juntos, con Moisés como su jefe y guía. La Iglesia es el
nuevo pueblo de Dios. Si tú crees que puedes recorrer solo el desierto usando como
mapa tu propia interpretación de la Biblia, no culpes a Dios si te pierdes. Lee: CIC
= Catecismo de la Iglesia Católica 781 ss. Por eso Cristo no escribió un libro, sino
fundó una Iglesia. CIC 108 y por eso S. Pablo no llama a la Iglesia "club de Jesús",
sino "cuerpo de Cristo" para que entiendas que al separarte de su Iglesia te separas
de Cristo. Lee: Juan 15, 1-6.

3. Yo soy católico porque en la Iglesia conozco con certeza y totalidad la doctrina de


Cristo.

Cristo mandó a sus apóstoles enseñar toda su doctrina, a todos, todo el tiempo.
Lee: Mateo 28, 16-20. Y a nosotros escucharles a ellos: "quien a vosotros oye a mí
me oye, quien a vosotros rechaza a mí me rechaza". Lee: Lucas 10,16.
Hoy hay muchos que predican a Cristo, y como S. Pablo nos alegramos, pero
nosotros queremos escuchar sólo a quienes Cristo envió. Estos son los apóstoles y
sus legítimos sucesores. Estudia: Lumen Gentium n. 8.

4. Mi Iglesia es la Casa de Dios.

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5. Yo soy católico porque es la única Iglesia que me ofrece a Cristo como Pan de
Vida.

Yo conozco iglesias protestantes muy grandes y bonitas y ahí Cristo puede hacerse
presente si se reúnen en su nombre. Mateo 18,20...Pero no las cambio por la
silenciosa, pobre y pequeña iglesia de mi pueblo, porque ahí está Cristo realmente
presente, bajo las especies Eucarísticas. Lee: Sacrosantum Concilium n.14. Ahí
puedo hablar con Dios como con un amigo. Lee: Éxodo 33,11.

Hay quien dice que todas las iglesias son iguales y es verdad, pero sólo por fuera.
Por dentro, en mi Iglesia siempre está la lámpara encendida en el santuario,
símbolo de la presencia de Dios. Lee: 1 Samuel 3,3. Con razón dice S. Pablo que la
Iglesia es la casa de Dios vivo. Lee: 1 Timoteo 3,15. Yo no estoy dispuesto a dejar
la casa de Dios para irme a la casa del vecino.

Yo no quiero que Cristo me reproche a mí: "Vosotros escudriñáis las


Escrituras...pero no queréis venir a mí para tener vida." Lee: Juan 5,39-40. Él me
invita: "Yo soy el pan de vida,... el que viene a mí no lo echaré fuera". Lee: Juan 6,
34 y 37.
Todas las iglesias cristianas escudriñan las Escrituras, es verdad, pero sólo la Iglesia
Católica me ofrece a Cristo: el Pan de Vida eterna. Lee: Juan 6, 55-58.

Si Cristo me dejó la Eucaristía como memorial de su amor, ¿cómo me voy a olvidar


de su amor? Lee: CIC 1380.
No hay duda que en todas las iglesias se predican cosas bonitas de Cristo, pero
¿qué me pueden dar a cambio de recibir en mi corazón a Cristo realmente presente
en la Eucaristía?

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6. Yo soy Católico por que Cristo me encomendó a su Madre.

El discípulo amado al pie de la cruz representaba a todos los cristianos. Si Cristo me


dice: "Ahí tienes a tu Madre" ¿Cómo me voy a ir a una iglesia que me dice: "No,
María no es tu madre"? Si S. Juan se la llevó a su casa ¿cómo me voy a ir a otra
iglesia que ni siquiera me deja tener un cuadro de María?

7. Yo soy católico por amor a la Verdad.

8. Yo soy católico porque me entusiasma el testimonio de sus santos, el heroísmo


de sus mártires, la multitud de sus vírgenes, el celo de sus predicadores, el ardor
de sus misioneros.

Según el principio protestante de la interpretación privada de la Escritura, cada


quien puede enseñar su opinión. Yo respeto la opinión de los demás, pero Cristo es
la Verdad y no la opinión. La opinión lleva a la confusión y división, la verdad a la
unidad y certeza.

Cristo erigió a su Iglesia como columna y fundamento de la verdad. Lee: 1 Timoteo


3,15. Por eso "La Iglesia Católica es la maestra de la verdad, y su misión es
exponer y enseñar auténticamente la Verdad que es Cristo." Dignitatis Humanae
n14.
Nosotros no negamos que en otras iglesias cristianas haya muchos elementos de
verdad. Un trozo de espejo puede muy bien reflejar la luz del sol, pero no por eso
voy a dejar al sol para quedarme con su reflejo.

Hay quien pretende confundirnos mencionando los malos Papas, los malos

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sacerdotes, la Inquisición, etc. Yo les respondo así: "A mí enséñame una Iglesia que
tenga más mártires que hayan dado su vida por Cristo, más misioneros que hayan
predicado el Evangelio, más mujeres consagradas al servicio de los más pobres, y
yo me voy con ella". Su silencio es elocuente.

Sí, es en la Iglesia Católica donde yo veo el poder de Cristo más fuerte, la gracia de
Cristo más abundante, su santidad más atractiva, su caridad más eficiente, por eso
soy y quiero seguir siendo católico.

9. Yo soy católico porque a Cristo no le gustan las divisiones y quiere que todos
unidos formemos un solo rebaño bajo un solo pastor.

Jesucristo quiere la unidad. Lee: Juan 17,21. El sectario primero siembra duda y
desconfianza, después corta y separa, y por último acapara.

Jesucristo quiere que en su Iglesia haya un solo rebaño y un solo pastor. Lee: Juan
10,16. Cristo desea que estemos unidos y no divididos en multitud de iglesias al
gusto del consumidor. Lee: CIC 820.

Los apóstoles nos exhortan a la unidad. "Un solo cuerpo y no miembros divididos,
un solo Espíritu y no muchos espíritus, una sola esperanza, un solo Señor, una sola
fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre." Lee: Efesios 4,4.
Hay algunos cristianos que dicen que ellos sólo aceptan la Biblia, y se auto nombran
pastores con derecho a formar su propio rebaño, fundar su propia esperanza,
inventar su propia fe y establecer su propio bautismo y, en definitiva, no aceptan
otro señorío que el de su propia razón y juicio para interpretar la Biblia.

10. Porque mis padres me bautizaron.

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Yo soy católico porque mis padres me bautizaron, es verdad, y no me avergüenzo,


porque un padre quiere siempre lo mejor para sus hijos. A otros les heredan dinero,
a mí me heredaron la fe, y no la cambio por todo el oro del mundo.

11. Soy católico por la gracia de Dios.

La fe católica es un talento que Dios te dio y te va a pedir cuentas de él. Tú eres


culpable si lo pierdes por tu negligencia. Lee: Mateo 25, 24-28. Por eso dice Jesús:
"el que perseverare hasta el fin, ése se salvará." Lee: Mateo 10,22.
El Papa lo decía hace poco con estas palabras: “La enseñanza de las sectas y de los
nuevos movimientos religiosos,... se opone a la doctrina de la Iglesia católica; por
eso, la adhesión a ellos significaría renegar de la fe en que habéis sido bautizados y
educados". (J. Pablo II al Emigrante).

Si la fe es un talento de Dios, entonces tengo el compromiso de conservar,


fortalecer y multiplicar mi fe evangelizando a los demás. Esto me ayuda además, a
entender que no basta tener argumentos, es necesaria la luz de Dios para acercar a
otros a la fe. Por ello te voy a dar varios consejos:

* Estudia tu fe.

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La Iglesia Católica no tiene miedo de la verdad, lo único que teme es la ignorancia.


Martín vendía piedras del desierto para coleccionistas. Un día, un geólogo entró a su
tienda para comprar un recuerdo para sus hijos. Tomó una que le llamó la atención
y preguntó: "¿Cuánto vale esta?" - "Todas valen 20 dólares, pero como esa no es
muy bonita se la dejo en 10". El cliente pagó el precio y de ahí se dirigió al Banco a
depositarla: Era un zafiro en bruto que valía más de un millón de dólares, pero
Martín ignoraba su valor.

* Practícala.

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Muchos cambian su fe porque nunca la practicaron. La fe no entusiasma sino al que


la vive.
En esa misma línea el Papa decía hace poco: "Uno de los motivos que pueden llevar
a acoger las proposiciones de esos nuevos movimientos religiosos es la poca
coherencia con que algunos cristianos viven su compromiso cristiano, y también el
deseo de una vida cristiana más fervorosa, que se espera experimentar en
determinada secta, cuando la comunidad que se frecuenta está poco
comprometida.

Pero se trata de un engaño. Del malestar interior antes mencionado, se sale


mediante una verdadera conversión interior, según el evangelio y no afiliándose
irreflexivamente a esa clase de grupos".(J. Pablo II, Jornada Mundial del
Emigrante).

* Compártela.

La fe se fortalece dándola.

La fuerza de las sectas está en el silencio y en la inacción de los católicos. La


verdad no necesita ni de gritos ni de alharacas, se impone por sí misma, basta
predicarla con claridad y vigor. Cumple tu deber de evangelizar repartiendo los
folletos de Fe y Evangelio y ora antes de hacerlo para que Cristo bendiga tu trabajo.

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EL CONCILIO NOS HABLA.

El Concilio reconoce que fuera de la Iglesia Católica se encuentran muchos


elementos de santidad y verdad, y nos sentimos unidos a esos hermanos en Cristo
(Lumen gentium n. 8.) Pero con igual firmeza afirma que la plenitud de gracia y de
verdad fue confiada a la Iglesia Católica, y a esta Iglesia el Señor confió todos los
bienes de la Nueva Alianza (Unitatis redintegratio n. 3.)

Todos enseñan verdades, unos menos, otros más, pero la Iglesia Católica es la que
me guía a toda la verdad (Lumen Gentium n. 4.) Ella, por voluntad de Cristo, es
maestra de la verdad (Dignitatis humanae n. 14.)

La Iglesia reconoce que hay muchos que honran la Sagrada Escritura como norma
de fe y vida (Lumen gentium n. 15), pero afirma que a esa escritura va unida la
Tradición y el Magisterio de modo que ninguno puede subsistir sin los otros. (Dei
Verbum n. 10)

Como las grandes obras maestras, a la Iglesia de Cristo todos la imitan, pero
ninguno la iguala ni supera, porque es obra de Cristo.

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ORACIÓN

Señor Jesús, no dejes que los cuervos de la duda se coman la semilla de la fe que
Tú plantaste en mi corazón; ni sea ahogada por las espinas de mis propias
pasiones, sino que a través del estudio y del testimonio, eche raíces en mi corazón
y dé mucho fruto. Amen.
+++
Visite: www.arvo.net www.apologetica.org www.vatican.va

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Tesalonicenses es la primera de todas las cartas de san Pablo, escrita


probablemente en el año 51.
Con la celebración de las primeras Vísperas del primer domingo de Adviento
iniciamos un nuevo Año litúrgico. Cantando juntos los salmos, hemos elevado
nuestro corazón a Dios, poniéndonos en la actitud espiritual que caracteriza este
tiempo de gracia: «vigilancia en la oración» y «júbilo en la alabanza» (cf. Misal
romano, Prefacio II de Adviento). Siguiendo el ejemplo de María santísima, que nos
enseña a vivir escuchando devotamente la palabra de Dios, meditemos sobre la
breve lectura bíblica que se acaba de proclamar. Se trata de dos versículos que se
encuentran al final de la primera carta de san Pablo a los Tesalonicenses (1 Ts 5,
23-24). El primero expresa el deseo del Apóstol para la comunidad; el segundo
ofrece, por decirlo así, la garantía de su cumplimiento. El deseo es que cada uno

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sea santificado por Dios y se conserve irreprensible en toda su persona —«espíritu,


alma y cuerpo»— hasta la venida final del Señor Jesús; la garantía de que esto va a
suceder la ofrece la fidelidad de Dios mismo, que consumará la obra iniciada en los
creyentes.

Esta primera carta a los Tesalonicenses es la primera de todas las cartas de san
Pablo, escrita probablemente en el año 51. En ella, aún más que en las otras,
se siente latir el corazón ardiente del Apóstol, su amor paterno, es más, podríamos
decir materno, por esta nueva comunidad; y también su gran preocupación de que
no se apague la fe de esta Iglesia nueva, rodeada por un contexto cultural contrario
a la fe en muchos aspectos. Así, san Pablo concluye su carta con un deseo,
podríamos incluso decir, con una oración. El contenido de la oración, como hemos
escuchado, es que sean santos e irreprensibles en el momento de la venida del
Señor. La palabra central de esta oración es venida. Debemos preguntarnos qué
significa venida del Señor. En griego es parusía, en latín adventus, adviento, venida.
¿Qué es esta venida? ¿Nos concierne o no?

Para comprender el significado de esta palabra y, por tanto, de esta oración del
Apóstol por esta comunidad y por las comunidades de todos los tiempos, también
por nosotros, debemos contemplar a la persona gracias a la cual se realizó de modo
único, singular, la venida del Señor: la Virgen María. María pertenecía a la parte del
pueblo de Israel que en el tiempo de Jesús esperaba con todo su corazón la venida
del Salvador, y gracias a las palabras y a los gestos que nos narra el Evangelio
podemos ver cómo ella vivía realmente según las palabras de los profetas.
Esperaba con gran ilusión la venida del Señor, pero no podía imaginar cómo se
realizaría esa venida. Quizá esperaba una venida en la gloria. Por eso, fue tan
sorprendente para ella el momento en el que el arcángel Gabriel entró en su casa y
le dijo que el Señor, el Salvador, quería encarnarse en ella, de ella, quería realizar
su venida a través de ella. Podemos imaginar la conmoción de la Virgen. María, con
un gran acto de fe y de obediencia, dijo «sí»: «He aquí la esclava del Señor». Así se
convirtió en «morada» del Señor, en verdadero «templo» en el mundo y en
«puerta» por la que el Señor entró en la tierra.

Hemos dicho que esta venida del Señor es singular. Sin embargo, no sólo existe la
última venida, al final de los tiempos. En cierto sentido, el Señor desea venir
siempre a través de nosotros, y llama a la puerta de nuestro corazón: ¿estás
dispuesto a darme tu carne, tu tiempo, tu vida? Esta es la voz del Señor, que quiere
entrar también en nuestro tiempo, quiere entrar en la historia humana a través de
nosotros. Busca también una morada viva, nuestra vida personal. Esta es la venida
del Señor.
Esto es lo que queremos aprender de nuevo en el tiempo del Adviento: que el
Señor pueda venir a través de nosotros.

Por tanto, podemos decir que esta oración, este deseo expresado por el Apóstol,
contiene una verdad fundamental, que trata de inculcar a los fieles de la comunidad
fundada por él y que podemos resumir así: Dios nos llama a la comunión consigo,
que se realizará plenamente cuando vuelva Cristo, y él mismo se compromete a
hacer que lleguemos preparados a ese encuentro final y decisivo. El futuro, por
decirlo así, está contenido en el presente o, mejor aún, en la presencia de Dios
mismo, de su amor indefectible, que no nos deja solos, que no nos abandona ni
siquiera un instante, como un padre y una madre jamás dejan de acompañar a sus
hijos en su camino de crecimiento.

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Ante Cristo que viene, el hombre se siente interpelado con todo su ser, que el
Apóstol resume con los términos «espíritu, alma y cuerpo», indicando así a toda la
persona humana, como unidad articulada en sus dimensiones somática, psíquica y
espiritual. La santificación es don de Dios e iniciativa suya, pero el ser humano está
llamado a corresponder con todo su ser, sin que nada de él quede excluido.

Y es precisamente el Espíritu Santo, que formó a Jesús, hombre perfecto, en el


seno de la Virgen, quien lleva a cabo en la persona humana el admirable proyecto
de Dios, transformando ante todo el corazón y, desde este centro, todo el resto.
Así, sucede que en cada persona se renueva toda la obra de la creación y de la
redención, que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo van realizando desde el inicio
hasta el final del cosmos y de la historia. Y como en el centro de la historia de la
humanidad está la primera venida de Cristo y, al final, su retorno glorioso, así toda
existencia personal está llamada a confrontarse con él —de modo misterioso y
multiforme— durante su peregrinación terrena, para encontrarse «en él» cuando
vuelva.

Que María santísima, Virgen fiel, nos guíe a hacer de este tiempo de Adviento y de
todo el nuevo Año litúrgico un camino de auténtica santificación, para alabanza y
gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

+++

Dar razones para creer

La Iglesia Católica fue fundada por Cristo

y no por reformadores o predicadores de turno...

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Los católicos tenemos muy buenas razones para tener fe en lo que creemos.

Entrevista a Mons. André Léonard, Obispo de Namur (Bélgica)

Más de 250 personas han participado el 11 de diciembre en el Coloquio 2000 años de


cristianismo, organizado por el Centro de Encuentros de Dongelberg, en Bélgica. El
Coloquio ha reunido a tres oradores: Michel Rouche, profesor de la Universidad de
París-Sorbonne; Monseñor André-Mutien Léonard, Obispo de Namur, y Herman Van
Rompuy, diputado federal y antiguo vice-Primer Ministro de Bélgica.
Durante esa intensa jornada de trabajo y de perspectivas para el nuevo Milenio,
entrevistamos a Mons. Léonard, teólogo y filósofo, especialista en Hegel y el
pensamiento moderno, que predicó los últimos ejercicios espirituales a Su Santidad
Juan Pablo II. Autor de numerosos libros, en los años previos al Jubileo ha publicado
sendos volúmenes dedicados a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y, recientemente,
Trinidad de amor. Eucaristía para nuestro camino. En castellano tiene editados
Pensamiento contemporáneo y fe en Jesucristo (Ed. Encuentro) y La moral sexual
explicada a los jóvenes (Ed. Palabra)
Por Xavier L. Ruys

-Mons. Léonard. Acaba de publicarse su nuevo libro: ¡Ven, Señor Jesús!, que recoge las
veinte meditaciones que predicó en el Vaticano la pasada Cuaresma para el Papa Juan
Pablo II y la Curia romana. ¿Guarda algún recuerdo singular de los momentos pasados
junto al Santo Padre?

-En 1900 aparecía una pequeña obra de un gran pensador ruso, Vladimir Soloviev,
filósofo y teólogo ortodoxo, muy abierto al ecumenismo, con simpatías evidentes hacia
el catolicismo. Se titula Corto relato sobre el Anticristo y en ella imagina la situación de
Europa al final del siglo XX; es decir, ahora. Es uno de los escritos más proféticos que
conozco y me permití leerlo ante el Santo Padre en los ejercicios espirituales predicados
en el Vaticano. Al acabar, en un breve encuentro con los participantes, Juan Pablo II
comentó a propósito de la lectura de Soloviev: "È stato un momento forte!": ha sido un
momento muy intenso de los ejercicios espirituales.

SECULARISMO
-Vivimos en una sociedad secularizada. De cara al nuevo Milenio, ¿no representa el
secularismo el mayor desafío de la fe cristiana?

-Precisamente el texto de Soloviev a que acabo de referirme evoca que es frente a la


exaltación del secularismo cuando se produce la confesión de Cristo, de la persona
única de Cristo, la sola capaz de realizar la unidad de los cristianos.

El Concilio Vaticano II, cuando habla del fenómeno de la secularización, distingue


diversos sentidos de esta palabra. Hay una secularidad del todo positiva, integrada
realmente en el espíritu del catolicismo, que subraya la consistencia propia de los
diferentes órdenes de la realidad y de las diferentes disciplinas del conocimiento
humano. Existe además un secularismo excesivo, que afirma también la autonomía de
cada dominio de la realidad o de cada disciplina del conocimiento humano, pero
cerrándola a cualquier inspiración exterior, especialmente si proviene de la Revelación.

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Hay todavía una tercera forma de secularismo, vivida intensamente hoy día, que traslada
la realidad cristiana a categorías racionales o filosóficas, pero absorbiéndola,
suprimiéndole la transcendencia; esto es, sustituyendo a Cristo por el cristianismo o,
como a veces se dice, por los valores cristianos.
Evidentemente, esos valores existen. Lo malo es que actualmente sirven muy a menudo
de coartada para olvidar a Cristo. Así, cuando se pregunta a una institución cristiana que
explique su identidad y describa los valores que promueve, se obtiene como respuesta la
enumeración de una serie de ellos, sin duda importantes, pero igualmente compartidos
por los librepensadores, por el laicismo y por quienquiera, ya que forman parte del
acervo de la razón humana.
Es decir, hoy corremos el riesgo de disolver a Cristo en el cristianismo de valores;
valores que realmente promueve la fe cristiana, pero que no agotan el corazón del
cristianismo, que es la persona de Cristo, lo más querido que tenemos, de quien
proceden todas las cosas y en quien habita corporalmente la plenitud de la divinidad.

LOS NUEVOS "MÁRTIRES"


-La esperanza, desde luego, impide ser derrotistas. Pero, ¿cómo dar la vuelta a esa
situación?

-La actual situación de secularización a ultranza es una suerte, una "chance". Estamos
invitados a ver lo positivo.

Vivimos un momento de santos y de testigos. De la raíz griega de testigo procede la


palabra mártir. La antigüedad tuvo muchos mártires, pero Juan Pablo II, con ocasión del
Jubileo, invita a poner al día el martirologio, porque el siglo XX es el siglo de los
mártires.

Hay muchos. Quienes en nuestro país desean santificarse hoy a través de las
responsabilidades profesionales, son testigos. Los que osan contraer matrimonio
cristiano; es decir, no sólo tener una ceremonia en una iglesia, sino -en palabras de San
Pablo- contraer un matrimonio en el Señor, son testigos. Los que osan -y los hay-
entregar por completo su vida al Señor, o responder a la llamada al sacerdocio, en el
desierto que nos circunda son llamados a ser santos, testigos y mártires.

La situación actual nos brinda la oportunidad de promover experiencias vivas de Cristo.


Salta a la vista que, en el desierto espiritual en que vivimos, hay también, y más que en
épocas anteriores, lugares de experiencia espiritual muy intensa. Es una de las razones
que impulsa a Juan Pablo II a realizar las Jornadas mundiales de la Juventud.

-La esperanza está, por tanto, como siempre en los jóvenes.

-Especialmente en los países occidentales, es una época en que los jóvenes -así se dice y
es verdad, según ciertas apariencias- desertan masivamente de las iglesias. Pero es
también la época en que más jóvenes se reúnen para hacer un descubrimiento de Cristo,
y le descubren. Es una paradoja, pero es una paradoja comprensible. Lo más importante
para el futuro del cristianismo es que haya testigos de Cristo. En palabras de
Kierkegaard: Tenemos más necesidad de santos que de profesores; esto es, tenemos más
necesidad de santos que testimonien a Cristo, que de gente que haga carrera en el
cristianismo hablando de Él.

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ECUMENISMO
-Ha aludido antes fugazmente a la unión de los cristianos. La reciente Declaración
conjunta católico-luterana sobre la Justificación es un fruto granado y esperanzador del
diálogo con otras confesiones cristianas. ¿Cómo vislumbra el futuro del ecumenismo?

-Evoquemos de nuevo a Soloviev: sólo frente a la oposición radical a la fe será posible


realizar la unidad de los cristianos. Ciertamente, hay que llevar a cabo coloquios
ecuménicos, encuentros, publicar textos y declaraciones comunes de católicos y
luteranos, etcétera. Hace falta y es importante todo esto. Pero no es eso lo que realizará
la unidad definitiva de los cristianos que Juan Pablo II espera para el Tercer Milenio. Es
el desafío del secularismo, del ateísmo, de la vuelta al paganismo y quizá la proximidad
escatológica de la venida de Jesucristo glorioso, lo que provocará la unidad de los
cristianos.

RELIGIOSIDAD Y VERDADES ETERNAS


-El subjetivismo impera hoy, afectando a no pocos católicos. ¿Se ponen los medios para
superar la pretensión de una "religión a la carta"?

-Vivimos una época de religiosidad profundamente ambigua: la fe vivida sólo en


apariencia, la multiplicidad de creencias, el recurso al esoterismo, al ocultismo, el new
age con su visión casi religiosa del futuro de la humanidad, la proliferación de las
sectas... Toda esta realidad masivamente presente en nuestra cultura representa un gran
peligro. Pero es a la vez una oportunidad, una encrucijada donde el cristiano puede dar
testimonio, un lugar para la esperanza, si promovemos en la Iglesia comunidades vivas,
parroquiales o no, donde se preste una atención en sentido global -holístico, como se
dice en el ámbito del new age- a la existencia humana.

Es muy importante que confesemos la fe cristiana en el sentido global y holístico que la


fe confiere a la existencia humana. Las comunidades, parroquiales o no, tienen un gran
papel que representar, si mantienen la atención hacia el fin último del hombre y de la
humanidad.

Una de las encrucijadas en que están más presentes las sectas y los movimientos
esotéricos actuales es en las cuestiones relativas al fin de la vida humana sobre esta
tierra, a la muerte y al destino eterno del hombre. Son temas esenciales sobre los que se
calla demasiado -quizá después de haber hablado mucho en el pasado-, dejándolas en
manos de religiosidades ambiguas. Lo que llegaremos a ser nosotros más allá de la
muerte, el fin último personal y también el fin último de la historia humana, el fin de los
tiempos, la Parusía, la Vida eterna, el Reino de Dios... En el plano de la cultura
religiosa, hay hoy una gran oportunidad para volver a ocupar este terreno y no dejarlo a
merced de otros.

CIENCIA Y FE
-Desde los albores del mundo moderno, la ciencia insiste en su radical separación de la
fe e incluso en menospreciarla. ¿Considera que éste es un fenómeno generalizado e
irreversible?

-La relación entre la ciencia y la fe hoy en día es bastante más positiva -me parece- que
hace algunos decenios. Me ha impresionado encontrar un buen número de científicos
muy sensibles al llamado Principio de incompletitud, por el que ninguna ciencia es

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capaz de acabarse enteramente por sí misma. Es la extensión a las diversas disciplinas


científicas de la intuición del Teorema de Gödel, según el cual ningún sistema lógico es
enteramente capaz de fundarse a sí mismo, sino que contendrá siempre un axioma que
no puede estar fundado por el sistema mismo; no es posible una autofundación desde el
interior de un sistema lógico.

Muchos científicos son sensibles a este principio. Por ejemplo, un físico de la Mecánica
cuántica, Bernard d"Espagnat, explicaba cómo a partir del descubrimiento de la
mecánica de las partículas elementales se llega a un principio de incompletitud: la
realidad del conocimiento científico es sólo una realidad aparente, que deja entrever
más allá una realidad velada, oculta. A la vez, cierto número de neurólogos se esfuerza
por demostrar que jamás se podrá reducir el ser humano a un hombre neuronal,
expresión que alude a un libro que trataba de cambiar el principio de incompletitud.

Es grande el número de físicos que se muestran abiertos al llamado Principio antrópico,


que va más allá de todo mecanicismo y reintroduce una idea de finalidad: los
parámetros del Universo parecen haber sido calculados para que pudiese aparecer la
vida y también el mismo hombre. Si se variaran un poco las principales constantes del
Universo físico, la vida no sería posible. El Universo parece calculado, pues, para ser la
cuna de la vida y del hombre. Esto parece una refutación del mecanicismo puro del
siglo pasado.

-Se están tendiendo puentes, entonces, entre la ciencia y la fe.

-Respecto a épocas pasadas, el contexto actual es mucho más favorable. Brilla una
nueva apologética, y no se trata de una apologética de recuperación, ni mucho menos de
una apologética concordataria que busque establecer pasarelas prematuras entre la
ciencia y la fe. Se trata más bien de una apologética iluminada que, paciente y
respetuosamente, muestra cómo en la autonomía de cada registro del pensamiento
humano hay cuestiones metafísicas, que se insinúan en el interior mismo de la práctica
científica.

Me parece impresionante el número de físicos, cosmólogos y biólogos que hoy día se


plantean preguntas de orden metafísico. Hay un vuelco hacia preguntas de orden
metafísico y religioso. Y ésta es una oportunidad, otra "chance", para la fe cristiana.

RELIGAR CONOCIMIENTOS
-Hoy en día se acumulan conocimientos, pero la gente no remonta un cierto
escepticismo, quizá porque no sobrepasa el nivel de barullo mental. ¿En qué medida es
cierta esa impresión?

-Se necesita una nueva apologética, una nueva percepción de las razones para creer, en
relación fecunda con la filosofía, especialmente con la preocupación de religar los
conocimientos, cada vez más numerosos, pero cada vez menos fáciles de integrar en la
cultura de hoy.

Estoy leyendo un libro de Edgar Morin, El desafío del siglo XXI: religar los
conocimientos. La tesis que desarrolla es que el cometido esencial del siglo XXI será el
de religar los conocimientos. ¿No es ésta un cometido, una vocación de la Religión?
Religar. ¿No es una gran suerte, una oportunidad, para una teología ambiciosa e

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inteligente, contribuir a religar los conocimientos del tiempo presente?

MEDIOS DE COMUNICACIÓN
-"El futuro está en Internet", es la frase de moda en el mundo empresarial. A lo largo de
la historia, la Iglesia se ha servido de los nuevos instrumentos para su actividad pastoral.
¿Qué cabe esperar de las nuevas comunicaciones y de la cultura de los media?

-Ciertamente, hemos entrado en la cultura de los medios de comunicación, para bien o


para mal. Si nos ausentamos de ese mundo, se construirá simplemente sin nosotros o
contra nosotros. Es oportuno estar presentes en los media públicos, y también que la
Iglesia cuente con sus propios medios de comunicación, lo que todavía desarrollamos
tímidamente.

Me da alegría saber que en Francia se va a lanzar una televisión católica. En Bélgica


sólo contamos con alguna radio cristiana, porque la petición se ha hecho demasiado
tarde. En Francia hay radios cristianas aquí y allá, casi en cada diócesis. En Bélgica
hemos tenido que sortear todo un recorrido de obstáculos para obtener una radio en
Bruselas y otra, incipiente, en Bastogne. Las demás solicitudes siguen en espera de
obtener una frecuencia de emisión. Ahora, Internet, DVD, CD-ROM..., son campos de
presencia de los que no podemos desertar y a los que no debemos llegar demasiado
tarde.

CULTURA Y FE
-Cierta opinión pública deslinda frecuentemente cultura e Iglesia, presentándolas como
dos mundos irreconciliables. ¿Cómo hacer para que la fe impregne el entero quehacer
humano?

-La cultura es una de las grandes preocupaciones de Juan Pablo II. La oportunidad que
representa para la fe cristiana el hecho de estar presentes en la cultura es grande. Hay
que estar presentes en los lugares donde se produce la cultura de hoy. Desde este punto
de vista, yo insisto en que la Iglesia debe promover mucho más obras de arte.

Actualmente nos falta arquitectura, escultura, pintura, música, literatura o poesía


inspiradas por la fe cristiana. Necesitamos nuevos Green, Mauriac, Bernanos. Se les
echa en falta. Por tanto, es preciso crear premios, por ejemplo, para promover una
producción de cultura inspirada por la fe cristiana, por Cristo, y no sólo por un valor
cristiano vago y descolorido.

EL COMPROMISO POLÍTICO
-Hablar de cultura trae a la mente la "cultura de la muerte", que campea hoy a sus
anchas en muchas legislaciones. ¿No le parece que la política es un campo
particularmente oportuno para dar una respuesta adecuada a tantas cuestiones?

-La política, la calidad de la vida política, es un campo de acción extremamente


importante, del que depende en gran parte la felicidad de la humanidad y en el que los
cristianos han de estar presentes. Tiene importancia capital el compromiso político. Me
parece que hay varios niveles de compromiso, a partir de la promoción de valores reales
y de la doctrina social de la Iglesia. La doctrina social de la Iglesia es una mina, a
menudo más visitada por no cristianos que por los mismos católicos.

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Un nivel de compromiso es la firmeza testimonial, "confesante", por emplear una


expresión utilizada por protestantes y católicos durante el nazismo. Hay dominios
-concretamente, los dominios éticos- que son capitales, donde los consensos o
componendas no son una actitud confesante. Hace falta saber decir sí y decir no,
conscientes de que otra alternativa no es más que mera astucia.

Otro nivel del hombre político con raíces cristianas mira a atraer la atención sobre
ciertos aspectos que pasan desapercibidos al conjunto de la clase política. Pienso en un
ejemplo que me ha impresionado mucho en estos últimos años y que describe muy bien
Michel Schooyans en su libro El crash demográfico. Me quedo consternado por el
silencio de los políticos sobre la situación demográfica real de Europa y de la
humanidad. Se continúa hablando y escribiendo por todas partes que nos amenaza la
explosión demográfica. Pero demógrafos serios demuestran que, al contrario, en verdad
a Europa le amenaza una implosión demográfica, una quiebra, y que a un plazo algo
más amplio está amenazada la humanidad en su conjunto, incluidos los países del Tercer
Mundo, donde la pirámide demográfica está ya a punto de flexionar.

¿Quién habla de eso? De cuando en cuando, algún Ministro de Pensiones evoca esta
dificultad y eso es todo. Los políticos cristianos deberían atraer la atención sobre
problemas como éste y otros similares de los que no se habla habitualmente.

ESPERANZA Y ACCIÓN
-Han salido citados numerosos desafíos de cara al Tercer Milenio. Hay que afrontarlos,
sin duda. Pero, para terminar, ¿cómo hacerlo?

-Tenemos desafíos enormes que afrontar en la cultura de hoy, que piden una gran
inversión por nuestra parte. Cada uno de nosotros está llamado a cumplir aquí su propia
misión, para hacer frente a esos desafíos. Al mismo tiempo, si confesamos al Unigénito,
poseemos ese desprendimiento y libertad interiores para saber que Dios ya ha realizado
la salvación del mundo y que será Él quien manifestará las consecuencias definitivas de
esta salvación. Por tanto, conjugando a la vez la esperanza y el dinamismo de la acción
-el abandono en la Providencia y el compromiso frente a las dificultades del presente-,
nos encontraremos bien preparados para entrar en el nuevo Milenio. _

PALABRA, 426 (enero, 2000), pág. 30 ss.

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¿POR QUÉ SOY CATÓLICO? 1

En una época en que la gente “light” y las televisiones basuras florecen como
hongos, podemos encontrarnos con personas excepcionales, ancladas en sus
principios, fieles a sus compromisos y comprometidas con la sociedad, en las cuales
podemos confiar. Saben lo que son y lo que quieren tanto en política como en
religión o en cualquiera de sus actividades. La pertenencia a una u otra religión deja
marca. No hay duda, de que ser católico practicante y sincero conforma nuestra
vida particular y social de forma determinante; sin embargo, pocos se preguntan: ¿
Y, yo por qué soy católico?. Dejando aparte razones filosóficas, sentimentales o
teológicas y poniéndonos a nivel de la gente de la calle, podríamos de decir que:
1 Porque nací , me crié y eduqué en un país católico. Cosa que indudablemente
deja huella. Sin embargo, esto no es suficiente para conservar una fe viva.
2 Porque Cristo existió . Ningún historiador lo pone en duda. Siempre se le ha
considerado como Hijo de Dios o , cuando menos, como el mejor y el más noble de
todos los hombres que han existido.
3 Porque su doctrina quedó plasmada en los Evangelios, cuatro libritos que
constituyen el mayor de sus milagros. Imposible que puedan haber sido escritos sin
el concurso de Dios, de un ser extraterrestre y sobrenatural. ¿Imaginan el alboroto
que se produciría si apareciesen publicados hoy por primera vez?.
4 Porque en su doctrina, además de los milagros que la potencia, existen unas
joyas literarias, morales y humanas sin comparación con nada existente. Aparecen:
a) El amor como fundamento de toda la doctrina de Cristo: Amarás a Dios sobre
todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. San Juan define : “Dios es amor”

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b) El Sermón de la montaña con las Bienaventuranzas. De ellas decía Papini: “ Es


el título más grande de la existencia de los hombres. De la presencia de los
hombres en el infinito universo. La justificación de nuestro vivir. La patente de
nuestra dignidad de seres provistos de alma…La promesa de la posibilidad de
nuestra ascensión sobre la Bestia.
c) El Padrenuestro. La oración más sencilla, breve y profunda jamás propuesta
¿En qué otra religión su correspondiente Dios se hace llamar “Padre”? En
consecuencia, somos hijos suyos y herederos de su gloria. Pero si tenemos un
mismo Padre, todos somos hermanos. En esto se justifica la obligatoriedad de amar
al prójimo, nos guste o no, sea bueno o malo, amigo o enemigo , y la obligación de
perdonar hasta 70 veces 7, o sea, siempre.
d) La existencia de la Confesión, donde todo corazón contrito y humillado puede
ser perdonado por sus pecadosy alcanzar la paza. En ella se nos recuerda que hay
que amar incluso a los enemigos.¿ Quién ha dicho algo parecido?
e) Cristo no se impone, coacciona ni fuerza nunca la libertad de los hombres. “
Si quieres ser perfecto…” “Si alguno quiere venir en pos de mi…” Libremente
hemos de seguirle o darle la espalda
En el Génesis se nos dan respuestas claras, sencillas, incluso poéticas de las
preguntas esenciales sobre el hombre: Quienes somos , de donde venimos, a dónde
vamos, para qué estamos aquí,…Sobre la creación del mundo no podemos decir que
los científicos sean menos infantiles en sus propuestas ni más convincentes.
5 En la Iglesia católica se dan además todas las circunstancias que infunden
confianza a las mejores organizaciones humanas
a) Tiene una cabeza visible: Cristo, y en su nombre los Papas. “ Tu eres Pedro y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…lo que atares en la tierra será atado en el
cielo, y lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” Lo dicho, dicho
está, tanto si gusta como si no. Además, exige una esencial y singular condición a
su sucesor; no que sea el más inteligente, ni el más sabio, ni el más fuerte, ni el
más bueno, le exige: “Que le ame más que nadie”. En Jn 21,15 leemos: … dice
Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.» Y, Así
por tres veces. ¿ En qué oposiciones se exige de forma tan radical el amor?
b) Tiene una doctrina, un programa, unos estatutos o como se quieran llamar:
Los Evangelios , el Nuevo Testamento, las cartas de los Apóstoles, la Tradición, muy
claro todo, y todo lo predicó Jesús en los templos y en la calle a quienes lo
quisieron oír. Nada ocultó. Esta doctrina se conserva intacta a través de todos los
tiempos, y los Papas prefieren perder naciones enteras antes que cambiar una sola
coma. Cristo afirmó :“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” Y,
en esa estamos.
c) Jesús nos dejó su Iglesia, para que nosotros llevemos su Evangelio a todas las
gentes en todos los tiempos y lugares de la tierra. Es un Dios misericordioso, que
“quiere que “todos” los hombres se salven”. Es el gobierno que en todos los casos
necesitan los hombres para regir sus pasos por la tierra hacia la eternidad
d) La Iglesia católica es una (Indivisible), católica (universal), apostólica (basada
en los apóstoles) y romana (obedece al Papa , el Cristo en la tierra). Fuertes
tormentas han desgajado algunas de sus ramas ; pero permanece y ha
permanecido firme durante más de dos mil años ante todos los avatares. Nada ni
nadie ha podido destruirla, ni modificar la doctrina que Cristo nos dejó.

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e) En la Iglesia católica no sólo tenemos un Padre; sino también una Madre, la


Virgen María, madre de Jesús que vela sobre nosotros. ¡ Como nos la envidian
muchas otras religiones! ¡Y, como nos envidian la unidad representada en el Papa!
f) Jesús no garantizó la fidelidad de sus discípulos. Se expuso, por amor a la
libertad de sus criaturas, a que estas puedan odiarle o amarle libremente. pero
nos prometió su asistencia hasta el final de los tiempos :“Yo estaré con vosotros
hasta la consumación de los siglos” Los demás reyes, inexorablemente, nos
abandonan tras la muerte.

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¿POR QUÉ SOY CATÓLICO? Y 2

6 Observemos ahora a nuestro alrededor ¿ Qué pasa fuera de la Iglesia Católica?


Vemos que por todas partes pululan una multitud de religiones , sectas y
movimientos extraños, que están profundamente divididos entre sí. Bastantes son
seriamente nocivas para la salud física y mental de sus seguidores, y por ello
perseguidas por los gobiernos. Otras son meros disfraces para hacer ricos a sus
promotores. Una buena parte: masonería, New Age, … esconden sus cabezas
visibles, no exponen claramente sus doctrinas y fomentan el ocultismo ¿ Por qué? ¿
Qué tienen que esconder? Otras son simplemente centros de poder político y
económico. Todas presentan en pantalla grandes y abstractas palabras: justicia,
hermandad, libertad, paz, progreso, unidad, igualdad, fraternidad,… Sin embargo,
raramente aparece el amor como motor y finalidad principal para la implantación de
estos principios. De la Iglesia católica se puede salir cuando queramos, de muchas
otras iglesias o sectas es muy difícil, y puede conllevar serias dificultades y peligros.
Si apartamos las palabras rimbombantes y consideramos los hechos ¿ Qué queda?.
En general, poca conexión entre palabras y hechos, demasiado rencor y odio hacia
el catolicismo. Posiblemente, por el amor al prójimo, por la caridad, sea la Iglesia
católica tan duramente combatida por esos grupos para los que supone una pared
infranqueable a sus oscuros designios.
7 A pesar de los innegables defectos humanos de algunos de sus fieles y pastores,
no podemos olvidar que a nosotros se nos juzgará por nuestros hecho, no por los
de los demás. A pesar de los pesares, ¿ qué otra religión puede ofrecer una
doctrina ni unas realizaciones parecidas, ni de lejos a la de Jesús? ¿Cuál otra ha
influido en el mundo como lo ha hecho el catolicismo? ¿Qué Dios o Profeta ha
dividido a la Historia del mundo en dos partes a partir de su presencia en la tierra:
Antes de Cristo y después de Cristo? ¿ Qué otra puede aportar tal cantidad de
mártires que han preferido morir antes que renegar o traicionar a Jesús? ¿Qué decir
o cómo explicar la existencia de esos miles de misioneros, sacerdotes, frailes,
monjas que lo han dejado todo por amor a Dios para que no les falte lo esencial a
los hombres? ¿ Qué hombre ha conseguido reunir en sus visitas a millones de
personas como lo ha hecho el Papa actual, enfermo y achacoso?
8 La intransigencia en la doctrina le ha creado a la Iglesia muchos enemigos.
Estos olvidan que esa doctrina procede de Dios, y ningún hombre puede
modificarla. Quienes siguen a Cristo, han de pasar por “una puerta estrecha y andar
por un camino angosto”. Antes o después se toparán con la Cruz. Sin cruz no hay
resurrección.
9 Hace poco, en uno de mis artículos escribí, y ahora repito por su valor
ejemplarizante, que :
“Leonardo Mondadori, el hombre más poderoso del mundo editorial italiano y hasta
hace poco uno de los millonarios más cínicos y antirreligiosos de Europa, hizo
pública su conversión al catolicismo.
Pero ¿qué convenció a este hombre de que el cristianismo era la verdad? Responde:
"la constatación de que el Evangelio es realmente el manual de instrucciones para
el uso del hombre. Que Jesucristo es realmente la respuesta a todos nuestros
interrogantes. Que sólo quien sigue a Cristo se realiza plenamente. Ésta ha sido la
primera prueba, con la que me he encontrado. Además se añadió otra: la oración.

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He experimentado que cuando se pide algo a Dios con sinceridad y con recta
intención, siempre nos escucha".
Para Mondadori, "la Iglesia ha quedado como el último baluarte contra las locuras
de nuestro tiempo. También aquí la vida me ha demostrado que quien sigue esa
ortodoxia católica que funciona desde hace dos mil años, nunca queda defraudado".
Los Evangelios no han perdido validez, su moral es eterna. ¿Qué alguno no está de
acuerdo con un mandamiento? Pues hágase ateo, budista, mahometano o de
cualquiera de los cientos de sextas existentes; pero, por favor, sea honesto , no
diga que es católico. Ser católico es una de las pocas cosas serias de esta vida, e
incompatible con la cobardía y la frivolidad.
Para mi las razones anteriores- a las que podríamos añadir algunas más- me bastan
y me sobran; pero no son las razones lo que convencen más o menos a las
personas, sino el estilo de vida que exige el ser católico, que cuando se pone en
práctica con honestidad, cuando amamos y nos sentimos amados, cuando nos
sabemos hijos de Dios y confiamos en El; entonces, nos inunda una luz, una paz,
una seguridad y una alegría que compensan las inevitables miserias de nuestro
paso por la tierra. Alejo Fernández Pérez - Mérida(España) agosto de 2003

+++

Habla el Papa S. S. Juan Pablo II

La acogida del Magisterio

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El anuncio del Evangelio constituye el primer y fundamental compromiso de la


Iglesia. Ciertamente, el testimonio de vida es la primera palabra con la que se
anuncia el Evangelio; sin embargo, no es suficiente. El anuncio claro es necesario
para mover el corazón a adherirse a la Buena Noticia de la salvación.
Un tema ya afrontado en otras ocasiones es el de la recepción de los documentos
magisteriales por parte de los fieles católicos, desorientados con frecuencia, más
que informados, a causa de las reacciones e interpretaciones inmediatas de los
medios de comunicación.
En realidad, la recepción de un documento, más que un hecho mediático, debe
considerarse, sobre todo, como un acontecimiento eclesial de acogida del Magisterio
en la comunión. Se trata de una palabra autorizada que arroja luz sobre una verdad
de fe o sobre algunos aspectos de la doctrina católica, contestados o mal
interpretados por determinadas corrientes de pensamiento. Precisamente, en esta
valencia doctrinal se encuentra el carácter profundamente pastoral del documento,
cuya acogida se convierte, por tanto, en una ocasión propicia de formación, de
catequesis y de evangelización.
Para que la recepción se convierta en un auténtico acontecimiento eclesial,
conviene prever maneras oportunas de transmisión y de difusión del mismo
documento, que permitan su pleno conocimiento, ante todo, por parte de los
pastores de la Iglesia, como enseñanza que contribuye a formar la conciencia
cristiana de los fieles ante los desafíos del mundo de hoy. (6-II-2004)

+++

La Enciclopedia francesa, vademécum de la ilustración, recordaba que


Europa era un continente pequeño, pero el faro del mundo debido a su
cultura, su historia, su arte y, "sobre todo", su religión: la Iglesia
Católica fundada por Jesucristo.

+++

EL PERDÓN FUENTE DE LIBERTAD

«El descubridor del papel del perdón en la espera de los asuntos humanos fue Jesús
de Nazaret. El hecho de que hiciera este descubrimiento en un contexto religioso no
es razón para tomarlo con menos seriedad en un sentido estrictamente secular» (H.
Arendt). El perdón se manifiesta en su límite como la tolerancia y la convivencia
ofrecidas al que ha sido intolerante. La ley castiga al intolerante, el perdón le
perdona. La intolerancia legal frente al intolerante puede engendrar un círculo de
venganza. Sin embargo, el perdón es «la única reacción que no reactúa
simplemente, sino que actúa de nuevo y de forma inesperada, no condicionada por
el acto que la provocó y, por lo tanto, libre de sus consecuencias, lo mismo quien
perdona que aquel que es perdonado». Es decir, permite la libertad creando una
situación nueva.

La Iglesia proclama el perdón

El perdón es la exigencia suprema de Jesús en el Sermón del Monte, pero, sobre


todo, responde y nace de la experiencia de Dios como amor, que nos introduce en
la lógica del amor gratuito y desinteresado, que nos saca de la reciprocidad

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interesada, que rompe el círculo de la violencia, que inaugura algo realmente


nuevo.
El perdón es un ofrecimiento que parte de la víctima, que toma la iniciativa, que va
más allá de las exigencias de la justicia y, por tanto, no es comportamiento exigible
estrictamente, pero sí es un comportamiento humanizador y sanante. Pero el
perdón requiere ser aceptado, exige el arrepentimiento. El perdón ofrecido puede
caer en el vacío y no lograr su objetivo, que es, en última instancia, la
reconciliación, el reencuentro entre personas. Y no sé que es más difícil: perdonar o
aceptar el perdón.

+++

El peor de los silencios es el que se guarda ante la mentira, pues tiene un enorme
poder de disolver la estructura social. Un cristiano no puede callar ante
manipulaciones manifiestas. La cesión permanente ante la mentira comporta la
deformación progresiva de las conciencias.

+++

PERFECCIÓN ES ALABAR A DIOS Y SERVIR AL PRÓJIMO

El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y


cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida,
de la que Él es iniciador y consumador: «Sed, pues, vosotros perfectos, como
vuestro Padre celestial es perfecto». Envió a todos el Espíritu Santo para que los
mueva interiormente a amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda
la mente y con todas las fuerzas, y a amarse mutuamente como Cristo les amó. Los
seguidores de Cristo, llamados por Dios no en razón de sus obras, sino en virtud del
designio y gracia divinos, y justificados en el Señor Jesús, han sido hechos por el
Bautismo, sacramento de la fe, verdaderos hijos de Dios y partícipes de la divina
naturaleza, y, por lo mismo, realmente santos. En consecuencia, es necesario que
con la ayuda de Dios conserven y perfeccionen en su vida la santificación que
recibieron. El Apóstol les amonesta a vivir «como conviene a los santos», y que,
como «elegidos de Dios, santos y amados, se revistan de entrañas de misericordia,
benignidad, humildad, modestia, paciencia, y produzcan los frutos del Espíritu para
la santificación». Pero como todos caemos en muchas faltas, continuamente
necesitamos la misericordia de Dios y todos los días debemos orar: «Perdónanos
nuestras deudas».
Es, pues, completamente claro que todos los fieles, de cualquier estado o condición,
están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad,
incluso en la sociedad terrena. En el logro de esta perfección empeñen los fieles las
fuerzas recibidas según la medida de la donación de Cristo, a fin de que, siguiendo
sus huellas y hechos conformes a su imagen, obedeciendo en todo a la voluntad del
Padre, se entreguen con toda su alma a la gloria de Dios y al servicio del prójimo.
Así, la santidad del pueblo de Dios producirá abundantes frutos, como
brillantemente lo demuestra la historia de la Iglesia con la vida de tantos santos.
Constitución Lumen gentium, 40 VATICANO II

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¿Es necesario hablar de teología moral, hoy?


No solamente es necesario, es urgente. La moral es el actuar del hombre nuevo, del
hombre en verdad, del hombre conforme a la dignidad con la que Dios le ha creado
y redimido en Jesucristo. Solamente desde la moral habrá un mundo nuevo. Por eso
es urgente y apremiante, sobre todo en un mundo tan deshumanizado donde el
hombre vive de espaldas a Dios, como si Dios no existiera.

¿Cómo puede la Iglesia ser luz para el mundo en el campo de la moral,


después de haber padecido tantos casos de error moral en su seno?
El que haya pecado en los hombres que formamos la Iglesia no quita para nada el
testimonio de los mártires. Sólo en el siglo XX hemos tenido 36 millones de
mártires. Son los que expresan el grado más alto de la humanidad y la verdad del
hombre, que es sencillamente decir que Dios es el que llena el corazón del hombre.
Más allá de los escándalos, está ese testimonio martirial, hombres y mujeres que
viven desde Jesucristo el amor de Dios. 2003-12-14 MURCIA. ESP. Alfa y Omega
nº280

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¿Son necesarios los dogmas?

—¿Y es necesario que la Iglesia tenga dogmas, una autoridad y un Magisterio? ¿No
bastaría que cada uno procurara vivir lo que dijo Jesucristo y lo que viene recogido
en la Biblia?

Esa es, en síntesis, la tesis protestante de la sola Scriptura. Sin embargo, si se


trata de vivir lo que dice la Sagrada Escritura, habría que decir que en ella se lee
con claridad que Jesucristo fundó la Iglesia (por ejemplo, en Mt 16, 16-19; Mt 18,
18; etc.). Y puestos a dar algunas otras razones de orden práctico, cabe añadir que
ese planteamiento ha hecho que desde tiempos de Lutero hayan surgido más de
25.000 denominaciones protestantes diferentes, y actualmente surgen una media
de cinco nuevas cada semana, en un proceso progresivo de desconcierto y
atomización. Una Sagrada Escritura sin Iglesia sería parecido —salvando de nuevo
las limitaciones de la comparación— a un país que promulgara una Constitución,
pero sin prever un gobierno, un congreso legislativo y un sistema judicial,
necesarios para aplicar e interpretar la Constitución. Y si hacer eso es
imprescindible para gobernar un país, también lo es para gobernar una Iglesia que
abarca el mundo entero. Por eso es de lo más lógico que Jesucristo nos haya dejado
su Iglesia, dotada de una jerarquía, con el Papa, los obispos, los Concilios, etc.,
todo ello necesario para aplicar e interpretar la Escritura..

‘La exigencia de la fe católica’ Publicado en Arvo Net, 2003-04-29

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Evangelio según San Mateo 11,16-19.

¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que,

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sentados en la plaza, gritan a los otros: ´¡Les tocamos la flauta, y ustedes no


bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!´. Porque llegó Juan, que no
come ni bebe, y ustedes dicen: ´¡Ha perdido la cabeza!´. Llegó el Hijo del hombre,
que come y bebe, y dicen: ´Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y
pecadores´. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras".

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“La Tradición apostólica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo;
es decir, crece la comprensión de las palabras e instituciones transmitidas cuando
los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón (cf. Lc 2,19-51), y
cuando comprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman
los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad. La Iglesia
camina a través de los siglos hacia la plenitud de la verdad, hasta que se cumplan
en ella plenamente las palabras de Dios” (Dei Verbum 8). Estas palabras preparan
la afirmación del número siguiente. “...Por eso la Iglesia no saca exclusivamente de
la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así se han de recibir y respetar con el
mismo espíritu de devoción” (ibid. 9). Concilio Vaticano II

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"El cristianismo no teme a la cultura sino a la media cultura. Teme la


superficialidad, los eslóganes, las críticas de oídas; pero quien puede hacer la
´crítica de la cultura´ puede volverlo a descubrir o seguir siendo fiel" JEAN
GUITTON –filósofo fr.

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Parecen, éstas, palabras «inocentes» - «María es mucho más bienaventurada


porque ha creído en Cristo que por haberlo engendrado físicamente»- y, sin
embargo, llevan dentro un carga inmensa de fe, de razón, de vida y de siglos, que
bien podría causar un encendimiento de amor en un corazón abierto. S.S. Juan
Pablo II – Magno – Vat. 2003-12-08

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“No podemos callar lo que hemos visto y oído” (He 4, 20)

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‘Donde no hay Dios, despunta el infierno, y el infierno persiste sencillamente a


través de la ausencia de Dios’. Cardenal Ratzinger.

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“Nunca se puede matar a una persona para que otra pueda vivir mejor”.

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Crear vida para después matarla es una “aberración”

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El Señor no es indiferente, como un emperador impasible y aislado, a las


vicisitudes humanas”.
“Es más, su mirada es fuente de acción, porque interviene y derriba los
imperios arrogantes y opresivos, abate a los orgullosos que le desafían, juzga a
los que perpetran el mal”.

Dios se hace presente en la historia, poniéndose de la parte de los justos y de


las víctimas. S. S. JUAN PABLO II – Magno - 2003-12-10

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La Teología de San Ireneo 140 + 202 ca.

La Iglesia

El Señor confió a los apóstoles el Evangelio.

La única fe verdadera y vivificante es la que la Iglesia distribuye a sus


hijos, habiéndola recibido de los apóstoles. Porque, en efecto, el Señor
de todas las cosas confió a sus apóstoles el Evangelio, y por ellos
llegamos nosotros al conocimiento de la verdad, esto es de la doctrina
del Hijo de Dios. A ellos dijo el Señor, «el que a vosotros oye a mí me
oye, y el que a vosotros desprecia a mí me desprecia y al que me
envió» (/Lc/10/16). No hemos llegado al conocimiento de la economía
de nuestra salvación si no es por aquellos por medio de los cuales nos
ha sido transmitido el Evangelio. Ellos entonces lo predicaron, y luego,
por voluntad de Dios, nos lo entregaron en las Escrituras, para que
fuera columna y fundamento de nuestra fe (cf. 1 Tim 3, 15). Y no se
puede decir, como algunos tienen la audacia de decir, que ellos
predicaron antes de que alcanzaran el conocimiento perfecto. Los tales
se glorían en enmendar a los mismos apóstoles. Porque, después que
nuestro Señor resucitó de entre los muertos y «fueron revestidos de la
fuerza de lo alto por el Espíritu Santo que vino sobre ellos» (Lc 24, 49;
Act 1, 8), fueron llenados de todos los dones y alcanzaron el
«conocimiento perfecto». Entonces partieron a los confines de la tierra,
predicando el evangelio de los bienes que nos vienen de Dios y
anunciando la paz del cielo a los hombres (cf. Is 52, 7): y todos y cada
uno de ellos poseían por igual el Evangelio de Dios. Y así, Mateo,
estando entre los hebreos, dio a luz en su lengua un escrito del
Evangelio, al tiempo en que Pedro y Pablo evangelizaban en Roma y

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fundaban allí la Iglesia. Y después de la muerte de éstos, Marcos,


discípulo e intérprete de Pedro, nos dejó también por escrito lo que
Pedro había predicado. Asimismo Lucas, compañero de Pablo, consignó
en un escrito lo que aquél había predicado; y luego, Juan, discípulo del
Señor, el que había descansado sobre su pecho, publicó también su
evangelio, cuando vivía en Efeso de Asia.

Todos éstos nos han enseñado que hay un solo Dios, creador del cielo y
de la tierra, anunciado por la ley y los profetas, y que hay un solo
Cristo, Hijo de Dios. Si alguno no admite esto, hace ofensa a los que
fueron compañeros del Señor, hace ofensa al mismo Señor, y aun hace
ofensa al Padre: con lo cual, él mismo se condena, resistiéndose y
oponiéndose a su propia salvación. Esto es lo que hacen todos los
herejes 66.

Los herejes frente a la Escritura y a la tradición.

Cuando a los herejes se les arguye con las Escrituras, se ponen a atacar
las mismas Escrituras, afirmando que están corrompidas, o que no son
auténticas, o que no concuerdan, pretendiendo que no se puede sacar
de ellas la verdad si no es que uno conozca la tradición que no fue
transmitida por escrito, sino de viva voz. Esta seria la razón por la que
Pablo habría dicho: «Hablamos la sabiduría entre los perfectos: una
sabiduría que no es de este mundo» (1 Cor 2, 6). Cuando ellos hablan
así de «sabiduría», cada uno se refiere a la que él mismo por su cuenta
se ha inventado, es decir, el fruto de su imaginación; y así, según ellos,
no hay nada que objetar a que la verdad esté unas veces en Valentín, y
otras en Marción, y otras en Cerinto... Cada uno de éstos, en un colmo
de perversión, no se avergüenza de «predicarse a si mismo» (2 Cor 4,
5) haciendo caso omiso de la regla de la verdad.

Si, por el contrario, apelamos a la tradición que viene de los apóstoles y


que se conserva en las Iglesias por la sucesión de los presbíteros,
entonces ellos se oponen a esta tradición, afirmando que ellos saben
más no sólo que los presbíteros, sino aun que los mismos apóstoles,
pues ellos han encontrado la verdad pura. Porque, según ellos, los
apóstoles mezclaron con las palabras del Salvador los preceptos de la
ley; y no sólo los apóstoles, sino que aun el mismo Señor hablaba a
veces como demiurgo (es decir, como el Dios del Antiguo Testamento),
a veces como ser intermedio y a veces como Ser supremo. Ellos, en
cambio, sin lugar a dudas y sin ninguna contaminación ni impureza, han
llegado a conocer el «misterio escondido». Tal es la suma impudencia
con que blasfeman del Creador. En realidad, lo que sucede es que no
están de acuerdo ni con la Escritura ni con la Tradición...

Pero la tradición de los apóstoles está bien patente en todo el mundo y


pueden contemplarla todos los que quieran contemplar la verdad. En
efecto, podemos enumerar a los que fueron instituidos por los apóstoles
como obispos sucesores suyos hasta nosotros: y éstos no enseñaron
nada semejante a los delirios (de los herejes). Porque si los apóstoles
hubiesen sabido «misterios ocultos» para ser enseñados exclusivamente
a los «perfectos» a escondidas de los demás, los hubiesen comunicado
antes que a nadie a aquellos a quienes confiaban las mismas Iglesias,

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pues querían que éstos fuesen muy «perfectos» e irreprensibles (1 Tim


3, 2) en todos los aspectos, como que los dejaban como sucesores
suyos para ocupar su propia función de maestros. De su recta conducta
dependía un gran bien; en cambio, si ellos fallaban, se había de seguir
una gran ruina 67.

El orden sucesorio de las Iglesias. La Iglesia romana.

SECTAS/TRADICION TRADICION/SECTAS: Seria muy largo en un escrito


como el presente enumerar la lista sucesoria de todas las Iglesias. Por
ello indicaremos cómo la mayor de ellas, la más antigua y la más
conocida de todas, la Iglesia que en Roma fundaron y establecieron los
dos gloriosísimos apóstoles Pedro y Pablo, tiene una tradición que
arranca de los apóstoles y llega hasta nosotros, en la predicación de la
fe a los hombres (cf. Rom 1, 8), a través de la sucesión de los obispos.
Así confundimos a todos aquellos que, de cualquier manera, ya sea por
complacerse a si mismos, ya por vana gloria, ya por ceguedad o
falsedad de juicio, se juntan en grupos ilegítimos.

PRIMADO/PAPA: En efecto, con esta Iglesia (romana), a causa de la


mayor autoridad de su origen, ha de estar necesariamente de acuerdo
toda otra Iglesia, es decir, los fieles de todas partes; en ella siempre se
ha conservado por todos los que vienen de todas partes aquella
tradición que arranca de los apóstoles. En efecto, los apóstoles,
habiendo fundado y edificado esta Iglesia, entregaron a Lino el cargo
episcopal de su administración; y de este Lino hace mención Pablo en la
carta a Timoteo. A él le sucedió Anacleto, y después de éste, en el
tercer lugar a partir de los apóstoles, cayó en suerte el episcopado a
Clemente, el cual había visto a los mismos apóstoles, y había
conversado con ellos; y no era el único en esta situación, sino que
todavía resonaba la predicación de los apóstoles, y tenia la tradición
ante los ojos, ya que sobrevivían todavía muchos que habían sido
enseñados por los apóstoles. En tiempo de este Clemente, surgió una
no pequeña disensión entre los hermanos de Corinto, y la Iglesia de
Roma envió a los de Corinto un escrito muy adecuado para reducirlos a
la paz y para restaurar su fe y dar a conocer la tradición que hacía poco
habían recibido de los apóstoles, a saber, que hay un solo Dios
todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, creador del hombre, que
causó el diluvio y llamó a Abraham, que sacó a su pueblo de Egipto,
habló a Moisés, estableció la ley, envió a los profetas y «preparó el
fuego para el diablo y para sus ángeles» (Mt 25, 41). Que este Dios es
predicado por las Iglesias como el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
pueden comprobarlo a partir de este mismo escrito los que quieran.
Asimismo pueden conocer en él cuál es la tradición apostólica de la
Iglesia, ya que esta carta es más antigua que los que ahora enseñan
falsamente e inventan un segundo Dios por encima del creador y
hacedor de nuestro universo.

A Clemente sucedió Evaristo. y a éste Alejandro. Luego, en el sexto


lugar a partir de los apóstoles, fue nombrado Xisto, y después de éste
Telesforo, que tuvo un martirio gloriosisimo. Luego, Higinio; luego, Pío,
y luego Aniceto; y habiendo Sotero sucedido a Aniceto, ahora, en el
duodécimo lugar después de los apóstoles, ocupa el cargo episcopal

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Eleuterio. Según este orden y esta sucesión, la tradición de la Iglesia


que arranca de los apóstoles y la predicación de la verdad han llegado
hasta nosotros. Esta es una prueba suficientísima de que una fe
idéntica y vivificadora se ha conservado y se ha transmitido dentro de la
verdad en la Iglesia desde los apóstoles hasta nosotros 68.

La pureza de la fe y la tradición de la Iglesia.

Era tal el cuidado que tenían los apóstoles y sus discípulos, que ni
siquiera querían tener comunicación verbal con alguno de los que
desfiguran la verdad, tal como dice el Apóstol: «Después de una
primera y una segunda admonición, evita al hereje, pues has de saber
que tal hombre es un pervertido, que está en pecado y es autor de su
propia condenación» (/Tt/03/10/Ireneo).

Existe una carta muy bien escrita de Policarpo a los de Filipos; en ella
los que quieran y los que se preocupan de su salvación pueden
aprender las características de la fe de aquél y la verdad que predicaba.

Asimismo, la Iglesia de Efeso, fundada por Pablo y en la que vivió Juan


hasta los tiempos de Trajano, es un testigo verdadero de la tradición de
los apóstoles 69,

Hay que recurrir a la tradición apostólica.

I/VERDAD: Siendo nuestros argumentos de tanto peso, no hay para


qué ir a buscar todavía de otros la verdad que tan fácilmente se
encuentra en la Iglesia, ya que los apóstoles depositaron en ella, como
en una despensa opulenta, todo lo que pertenece a la verdad, a fin de
que todo el que quiera pueda tomar de ella la bebida de la vida. Y esta
es la puerta de la vida: todos los demás son salteadores y ladrones. Por
esto hay que evitarlos, y en cambio hay que poner suma diligencia en
amar las cosas de la Iglesia y en captar la tradición de la verdad (quae
sunt Ecclesiae summa diligentia diligere et aprehendere veritatis
traditionem). Y esto ¿qué implica? Si surgiese alguna discusión, aunque
fuese de alguna cuestión de poca monta, ¿no habría que recurrir a las
iglesias antiquísimas que habían gozado de la presencia de los
apóstoles, para tomar de ellas lo que fuere cierto y claro acerca de la
cuestión en litigio? Si los apóstoles no nos hubieran dejado las
Escrituras, ¿acaso no habría que seguir el orden de la tradición, que
ellos entregaron a aquellos a quienes confiaban las Iglesias?
Precisamente a este orden han dado su asentimiento muchos pueblos
bárbaros que creen en Cristo; ellos poseen la salvación, escrita por el
Espíritu Santo sin tinta ni papel en sus propios corazones (cf. 2 Cor 3,
3) y conservan cuidadosamente la tradición antigua, creyendo en un
solo Dios...

Los que tal fe aceptaron sin letras, pueden ser bárbaros en cuanto al
idioma, pero en lo que se refiere a sus ideas, sus costumbres y a su
modo de vida, por medio de la fe se han hecho sapientísimos, y Dios se
complace en ellos, y viven con una justicia, castidad y sabiduría
perfectas. Si alguno, hablando con ellos en su propia lengua, les
anuncia las invenciones de los herejes, al punto, cerrando sus oídos, se

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escaparán lo más lejos que puedan, incapaces ni siquiera de oir estas


conversaciones blasfemas. De esta forma, a causa de aquella antigua
tradición de los apóstoles, ni siquiera pueden admitir en su mente la
idea de cualquiera de esas cosas de tan extraños discursos 70.

La Iglesia, custodio de la fe, por la presencia del Espíritu en ella.

La predicación de la Iglesia es la misma en todas parras y permanece


igual a sí misma, pues se apoya en el testimonio de los profetas y de
los apóstoles y de todos los discípulos, a través de los comienzos, el
medio y el fin, a través de la economía divina y de la acción ordinaria
de Dios que se manifiesta en nuestra fe en orden a la salud del hombre.
Esta fe que la Iglesia ha recibido, nosotros la custodiamos, y es como
un licor exquisito que se guarda en un vaso de calidad y que, bajo la
acción del Espíritu de Dios se rejuvenece constantemente y hace
rejuvenecer al mismo vaso en el que está colocado. Porque, en efecto,
a la Iglesia ha sido confiado este don de Dios a la manera como Dios
confió su soplo al barro modelado, a fin de que al recibirlo todos los
miembros recibieran la vida; y con este don va implicada la
transformación en Cristo, es decir, el Espíritu Santo, que es prenda de
incorrupción, fuerza de nuestra fe y escala por la que subimos hasta
Dios. Porque, dice Pablo (1 Cor 12, 28): «Dios puso en su Iglesia
apóstoles, profetas y doctores» y todas las demás manifestaciones de la
acción del Espíritu, del cual no participan quienes no se acogen a la
Iglesia. Estos se engañan a sí mismos y se excluyen de la vida por sus
doctrinas malas y sus acciones perversas.

I/ES/IRENEO: Porque, donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios;


y donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y la totalidad de la
gracia. El Espíritu es la verdad (Ubi enim Ecclesia, ibi et Spiritus Dei; et
ubi Spiritus Dei, illic Ecclesia et omnis gratia. Spiritus autem Veritas.)
Por esto, los que no participan del Espíritu, ni van a buscar el alimento
de la vida en los pechos de su madre (la Iglesia), ni reciben nada de la
limpidísima fuente que brota del Cuerpo de Cristo, sino que por el
contrario «ellos mismos se construyen cisternas agrietadas» (/Jr/02/13)
hurgando la tierra y beben el agua maloliente del fango, al querer
escapar a la fe de la Iglesia por temor de equivocarse rechazan el
Espíritu, y así no pueden recibir enseñanza alguna. Puesto que se han
apartado de la verdad, es natural que se revuelvan en toda suerte de
errores y que se sientan zarandeados por ellos: sobre una misma cosa,
ahora piensan esto y luego piensan lo otro sin que consigan nunca
afirmarse en opinión alguna firme: prefieren antes ser sofistas de
palabras que discípulos de la verdad. Y ello, porque no están fundados
sobre la única Piedra, sino sobre la arena que está compuesta de
multitud de chinillas.

Esto es lo que hace que se fabriquen muchos dioses, y que tengan


siempre una excusa para «buscar» (y en esto se manifiestan
cegatones): pero jamás llegan a alcanzar nada, ya que reniegan del
Creador, que es el Dios verdadero y el que nos hace capaces de
«encontrar», y en cambio piensan haber encontrado «otro Dios», u
«otro pleroma» u «otra economía» 71.

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Los presbíteros de la Iglesia tienen el carisma de la verdad.

Hay que obedecer a los presbíteros que están en la Iglesia, a saber, a


los que son sucesores de los apóstoles y que juntamente con su
sucesión en el episcopado han recibido por voluntad del Padre el
carisma seguro de la verdad. En cambio, hemos de sospechar de
aquellos que se separan de la linea sucesora original, reuniéndose en
cualquier lugar: o son herejes y perversos en sus doctrinas, o al menos
cismáticos, orgullosos y autosuficientes, o bien hipócritas que actúan
por deseo de lucro o de vana gloria. Todos ellos se apartan de la
verdad... y de todos ellos hay que apartarse. Por el contrario, como
acabamos de decir, hay que adherirse a los que conservan la doctrina
de los apóstoles y a los que dentro del orden presbiteral hablan
palabras sanas y viven irreprochablemente para ejemplo y enmienda de
los demás... Los tales viven en la Iglesia... y el apóstol Pablo nos
enseña dónde podemos encontrarlos cuando dice: «Puso Dios en la
Iglesia, primero los apóstoles, luego los profetas, y en tercer lugar los
doctores» (l Cor 12, 28). Así pues, allí donde han sido depositados los
carismas de Dios, allí hay que ir a aprender la verdad, es decir, de los
que tienen la sucesión eclesial que viene de los apóstoles, de los que
consta que tienen una vida sana e irreprochable y una palabra no
adulterada ni corrupta. Estos son los que conservan nuestra fe en el
Dios único que hizo todas las cosas, y los que nos hacen crecer en el
amor para con el Hijo de Dios que ha cumplido en favor nuestro tan
grandes designios, y los que nos declaran las Escrituras de una manera
segura, sin blasfemar de Dios, sin deshonrar a los patriarcas y sin
despreciar a los profetas... En cuanto a aquellos que muchos tienen por
presbíteros, pero que están al servicio de sus placeres, que no ponen
ante todo el temor de Dios en sus corazones, sino que se dedican a
vejar a los demás y se hinchan con la hinchazón de sentarse en la
presidencia, mientras que en lo oculto obran el mal y dicen «nadie nos
ve» (Dan 13, 20), serán reprendidos por el Verbo, el cual no juzga
según la fama ni mira al rostro, sino al corazón... Así pues, hay que
apartarse de los hombres de este género, y al contrario, como hemos
dicho, hay que adherirse a los que guardan la sucesión de los apóstoles
y, dentro del orden presbiteral, ofrecen una palabra sana y una
conducta irreprochable para ejemplo y enmienda de los demás... 72.

Dispersión doctrinal de la herejía, frente a la unidad de la Iglesia.

Todos estos herejes son muy posteriores a los obispos a los cuales los
apóstoles entregaron las Iglesias... Y puesto que son ciegos para la
verdad, esos herejes tienen necesidad de salirse del camino trillado y
de buscar andando por caminos siempre nuevos. Esta es la razón por la
que los elementos de su doctrina no concuerdan y están dispersos sin
orden alguno. En cambio el camino de los que están en la Iglesia da la
vuelta al mundo entero y tiene la tradición segura que procede de los
apóstoles: en ella se puede ver que todos tienen una única e idéntica
fe, que todos admiten un mismo y único Dios Padre, todos creen en la
misma economía de la encarnación del Hijo de Dios, todos tienen la
misma conciencia de que les ha sido dado el Espíritu Santo, todos
practican los mismos mandamientos y guardan de la misma manera las
ordenaciones eclesiásticas, todos esperan la misma venida del Señor y

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esperan la misma salvación de todo el hombre, es decir, del alma y del


cuerpo.

Porque la predicación de la Iglesia es verdadera y firme, y en ella se


propone al mundo entero un único e idéntico camino de salvación. A
ella, en efecto, le fue confiada la luz de Dios, y por esto la sabiduría de
Dios con la que salva a todos los hombres «es proclamada por los
caminos, actúa con libertad en las plazas, se predica desde lo alto de
los muros y no cesa de hablar en las puertas de la ciudad» (Cf. Prov 1,
20-21). Porque por todas partes predica la Iglesia la verdad. Esta es la
lámpara de siete brazos, que lleva la luz de Cristo. Los que abandonan
la predicación de la Iglesia acusan de ignorancia a los santos
presbíteros, sin observar que vale mucho más un hombre religioso
aunque ignorante, que un sofista blasfemo e insolente. Esto es lo que
son todos los herejes y los que creen haber encontrado algo más allá de
la verdad. Empezando como hemos dicho, van siguiendo su camino,
cada uno distinto y a su manera y a ciegas, cambiando de opinión sobre
unas mismas cosas, como ciegos que se dejan guiar por ciegos, que
han de caer necesariamente en la hoya de la ignorancia que les acecha.
Siempre andan inquiriendo, pero jamás encuentran la verdad. Por esto
hay que evitar sus opiniones, y hay que precaverse cuidadosamente, no
sea que nos hagan algún daño. Por el contrario, hemos de refugiarnos
en la Iglesia, para educarnos en su seno y alimentarnos con las
Escrituras del Señor. La Iglesia ha sido plantada como un paraíso en
este mundo: y el Espíritu de Dios dice que podemos comer los frutos de
cualquier árbol del paraíso, es decir, de cualquier Escritura del Señor:
pero no comáis del árbol de la autosuficiencia, ni toquéis para nada la
disensión de los herejes. Porque ellos mismos proclaman que tienen el
conocimiento del bien y del mal, y levantan sus ideas impías por encima
del Dios que los creó. Sus pensamientos se levantan por encima de lo
que es dado pensar, y por esto dice el Apóstol: «No saber más de lo
que conviene saber, sino saber la prudencia» (Rom 12, 3). No hemos de
comer su ignorancia, que quiere saber más de lo que conviene, no sea
que seamos arrojados del paraíso de la vida. Porque Dios introduce en
el paraíso a los que obedecen a su mandato, «recapitulando en si
mismo todas las cosas, las de los cielos y las de la tierra» (Ef 1, 10):
ahora bien, las de los cielos son espirituales, pero las de la tierra son de
condición humana. Él recapituló, pues, en sí mismo estas cosas,
juntando al hombre y al espíritu y poniendo el espíritu en el hombre,
haciéndose a sí mismo cabeza del espíritu y haciendo que el espíritu sea
cabeza del hombre: porque por él vemos y oímos y hablamos 73.

.....................

66. Ibid. III, 1, 1.


67. Ibid. III, 2, 1.
68. Ibid. III, 3, 2ss.
69. Ibid. III, 3, 4.
70. Ibid. III, 4, 1ss.
71. Ibid. III, 24, 1.
72. Ibid. lV, 26, 2.
73. Ibid. IV, 20, 1ss

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"En caso de hallar un documento en desacuerdo con las enseñanzas de la Iglesia


Católica, notifíquenos por E-Mail, suministrándonos categoría y URL, para
eliminarlo. Queremos proveer sólo documentos fieles al Magisterio."

«El poder trata de destruir a la Iglesia porque no la controla»

Que amar a Dios es un don y una tarea. Un don que se nos proporciona por el
Espíritu Santo, a través principalmente de los Sacramentos y de la oración, y una
tarea en la que hay que ejercitarse a través de las obras y del esfuerzo personal.

“Estemos alerta, no renunciemos a nuestros derechos fundamentales y, en todo


momento, demos con serenidad y confianza razones de nuestra esperanza en Cristo,
sabiendo que todo lo podemos en Aquel que nos conforta".

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