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sector apoyo consejo 367

movimiento humanista

12 principio de acumulaciÓn de las acciones


« los actos contradictorios o unitivos se acumulan en tí.
si repites tus actos de unidad interna,
ya nada podrá detenerte »

en esta cultura conciente de la salud y de la dieta, todos podemos sin duda hacer relaciones con
la primera parte de este principio. están los que intentaron seguir una dieta, pero la interrumpieron
constantemente y descubrieron que era cada vez más difícil no continuar comiendo en exceso.
otros trataron de dejar de fumar y creyeron que podrían hacerlo, sólo para encontrarse en las
garras del hábito nuevamente. inversamente, los que iniciaron un nuevo hábito y lo hicieron
voluntariamente y con agrado, los que empezaron a hacer algunos ejercicios físicos, por ejemplo,
encontraron difícil de comenzar, pero después de un tiempo todo se volvió más fácil. la segunda
parte del principio es más difícil quizás de relacionar, así que debemos revisar todo el concepto un
poco más de cerca.
este principio se refiere a hábitos y en particular a la memoria que “almacena” estos hábitos.
tenemos hábitos intelectuales, es decir, pensamos de cierto modo, estructuramos las cosas de
modo habitual. tenemos hábitos emotivos, cada uno de nosotros expresa sus emociones de un
modo particular. hay hábitos del movimiento, (posturas, gestos y cosas por el estilo), así como
hábitos sexuales particulares. esas son las diferentes funciones de respuesta del ser humano y las
respuestas están codificadas en hábitos y reflejos. esto es muy útil, porque de lo contrario siempre
tendríamos que usar nuestra energía en aprender todo como si fuera la primera vez. imagínese, si
tuviéramos que pensar en cómo caminar, hablar ¡y todos los diferentes roles que jugamos a lo
largo del día!. sería muy exhaustivo.
quizá recuerden que antes hablamos algo de la memoria. dijimos que enviaba información sobre
experiencias anteriores cuando la conciencia forma y lanza una imagen. en realidad la conciencia
lanza una estructura de imágenes a los diferentes centros de respuesta (el intelecto, la emoción,
etc.) estas imágenes a su vez llevan las cargas necesarias para movilizar el cuerpo en una
dirección o la otra. la respuesta es eficaz si todas las cargas van en la misma dirección, por así
decir, esto es que pensemos, sintamos y actuemos al unísono. la respuesta será ineficaz
energéticamente hablando, si pensamos de un modo pero actuamos de manera diferente o nos
sentimos bien respecto de hacer algo, pero no pensamos que debamos hacerlo. al último ejemplo,
por supuesto, lo llamamos contradicción; el primero es un acto unitivo.
la conciencia basa su modo de estructurar un estímulo nuevo en las experiencias anteriores, en
las respuestas anteriores. así que, si en el pasado tendí a hacer las cosas sin mucho entusiasmo,
la posibilidad es que continúe haciéndolo de ese modo. los hábitos, o respuestas estructuradas,
siguen la ley de inercia, es decir, cada vez que se realiza un nuevo acto contradictorio crea una
impresión más fuerte en la memoria y cuanto más hacemos lo mismo, más difícil se vuelve romper
ese hábito.
las grabaciones fuerte de la memoria se producen cuando hay un estímulo fuerte (a menudo
recordamos muy claramente un acontecimiento chocante); o por repetición del mismo estímulo; o
cuando se graba desde diferentes sentidos ( un bello atardecer con el olor del océano, una buena
comida y fuertes evocaciones). los hábitos, o respuestas estructuradas de las diferentes
funciones, son grabaciones fuertes, generan fuertes evocaciones). los hábitos, o repuestas
estructuradas de las diferentes funciones, son grabaciones fuertes, generan fuertes surcos en la
memoria.
cuando se producen respuestas contradictorias, no sólo hay un problema de desgaste de energía,

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sino que se generan bloqueos, tensiones y tonos emotivos incómodos que luego persisten,
generando sufrimiento.
he sido insistente en las explicaciones teóricas de este principio, pero es importante comprender
cómo creamos los hábitos, ya que después de todo, estamos interesados en romperlos. ahora
veamos el lado práctico de esto.
en nuestra vida diaria, muchas pequeñas cosas que hacemos son muy unitivas. por ejemplo,
disfrutar de ir al trabajo una bella mañana de otoño, después de haber hecho mucho ejercicio, o
cuando en el trabajo emprendemos una tarea que realmente nos gusta. también hay un sinúmero
de hábitos contradictorios que realizamos durante el día; viajar en el subterráneo y odiar hacerlo,
hablar con nuestros superiores y sentirnos humillados, no ser capaces de romper un vicio, sea
éste comida, televisión o alguna otra cosa. pero por debajo de estos pequeños actos yace algo
más profundo que es nuestra actitud general para con las diferentes cosas de la vida, como
nuestro trabajo, las relaciones, el lugar donde vivimos, etc. quizás nos guste una parte de nuestras
relaciones, pero ¿cuál es nuestro sentimiento global respecto de mí mismo? por debajo de todas
estas actitudes vitales está el sentimiento hacia la vida misma y mi lugar en ella. en otras palabras
¿cuál es el “sentido” de mi vida?¿experimento un sentimiento de certeza hacia ella o hay un temor
subyacente, una incertidumbre que n se manifiesta muy a menudo, pero que está al acecho en el
trasfondo?
no importa cuantos pequeños actos unitivos acumulemos en la memoria, ellos no compensarán
una gran contradicción. esto lo sabemos de la vida cotidiana. si he cometido un grave error en el
trabajo, muchas cosas correctas no siempre arreglan mis antecedentes. o si he lastimado a un
amigo, no voy a repararlo sólo invitándolo a un café. en la sociedad, la gran injusticia que se
comete con algunas minorías no desaparece cuando se dictan unas pocas leyes, porque hay
subyacente una actitud contradictoria, hipócrita y explotadora hacia esas minorías. en una relación
esposa-esposo en que básicamente los dos no se aman, las pequeñas amabilidades no pueden
compensar la inarmonía subyacente. pero antes de avanzar más en estas líneas, revisemos un
cuento corto que ilustra la imagen general de este principio.

la gran torre
un príncipe orgulloso decidió construir una enorme torre que llegara a lo alto de los cielos. para
ello reunió a un tercio de sus hombres y les comentó el trabajo.
a excepción de los sabios, la población se había corrompido como su príncipe. era aquel reino,
rapaz de sus vecinos y vanidoso de las riquezas.
pasaron los años y la construcción fue subiendo hasta las nubes. pero a medida que se elevaba,
los problemas crecían. las fuerzas del reino cada vez más debían adquirir nuevos recursos y
animales y esclavos.
entonces, el tercio inicial seguía trabajando en la torre, pero luego hubo que sumar otro tercio a la
guerra y un tercio aún al transporte, equipo, administración y artesanía. continuaron pasando los
años y todo se seguía agregando. como el esfuerzo se suma al esfuerzo, las piedras se sumaron
a las piedras.
y la torre seguía llevándose hacia las alturas toda la riqueza, todo el poder, todo el sufrimiento. era
como cuando los mares evaporan sus aguas y éstas suben, pero la tierra aumenta en su tristeza
porque el agua no vuelve a ella; porque no llueve, porque hay sequía.
entonces los sabios explicaron al príncipe las consecuencia que debían sobrevenir del monstruoso
proyecto, pero fueron silenciados...

así, al crecer la torre, creció también la soberbia del soberano y de los súbditos, hasta que éstos
dijeron: “esta torre que servirá para respeto y sumisión de todas las naciones, requiere que sus

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constructores estén a la altura de tanto mérito. por lo tanto las órdenes de los ingenieros, de los
arquitectos, de los maestros talladores y de los que dirigen el izado, deben ser dadas según
jerarquía y desde la altura de al torre que corresponda a su dignidad”.
ocurrió entonces que todos quisieron dirigir desde el último tamo de la rampa, pero tan lejos
estaban de la tierra que, al gritar a los de abajo, éstos entendían mal. para empeorar las cosas,
las órdenes de unos se oponían a las órdenes de otros.
así fue como unos subían argamasa a donde debían llevar las palancas y otros reparaban
herramientas sin que hubiera quien las llevara.
por fin, la construcción comenzó a hacerse irregular; las cuerdas se cortaban en las salientes y
caían poleas y cestos. en algunos lugares sobró liga y en otros faltó y ya al final del caos, la torre
fue suma de error sobre error, inclinándose peligrosamente.
tal fue la locura de los constructores que, al seguir cargando de ese modo la obra, ésta falló en
sus cimientos y se derrumbó, arrastrando con ella a sus directores desde lo alto de los cielos a lo
más bajo de la tierra.
entonces, los sabios se reunieron y dijeron: “aprovechemos el material para algo útil. dispongamos
todo para que vuelva algún beneficio a nuestro pueblo”.
y así sucedió que las aguas fueron apresadas y llevadas a lejanos lugares de cultivo, las viviendas
de la población afirmadas y las murallas extendidas para la defensa y no para el ataque.
todo se sumó para beneficio del pueblo y el pueblo trabajó viviendo en paz consigo mismo y en
amistad con sus vecinos.

es evidente que nuestro mundo está lleno de contradicciones. entre las naciones ricas y las
pobres. entre las clases de la sociedad. entre las razas, las religiones y las generaciones usted
dirá, y con eso qué, si así ha sido por siglos. precisamente las huellas de la contradicción son
fuertes, pero tal como en el cuento, no pueden continuar para siempre. vendrá un tiempo (como
en el cuento) en que la estructura del mundo ya no podrá sostener todos esos tiras y aflojes, en
que la estructura simplemente hará colapso.
un individuo no puede vivir con una fuerte contradicción, sin hacerse daño a sí mismo. un amigo
mío profesional y padre de cuatro hijos, tenía una amante más joven que quería casarse con él.
este amigo no podía decidirse y finalmente tuvo un ataque al corazón, aunque era una persona
que nunca había estado enferma en su vida, excepto por unos pocos resfríos. hay incontables
ejemplos de úlceras, asma y multitud de otras enfermedades que prueban el peligro que implica la
conducta contradictoria.
así como no podemos someter nuestros cuerpos a demasiado desgaste, lo mismo sucede con el
cuerpo social. debe venir un tiempo, en un futuro no muy distante, en el que comencemos a
trabajar juntos, armoniosa y felizmente. por desgracia, las contradicciones de este mundo no son
la proyección de lo que ocurre dentro de nosotros. en tanto mantengamos una contradicción en la
vida, lo mismo ocurrirá en el exterior. en tanto no tengamos una dirección interna unificada, afuera
habrá disparidad.
esto nos lleva a la segunda parte del principio, es decir, que si acumulamos suficientes actos de
unidad interna, nada podrá detenernos. todo ser humano tiene una contradicción subyacente que
se experimenta como núcleo de dolor central. ese nudo está allí debido a que nuestra dirección en
la vida es falsa e ilusoria. tratamos de mantener lo que no puede mantenerse, es decir, nuestro
“yo” que está íntimamente ligado a nuestro cuerpo, que va a morir.
tratamos de mantener nuestra individualidad, a costa de nuestra esencia y de nuestra fuerza vital.
pensamos que la vida es lo mismo que nuestro cuerpo, pero la vida está en cambio dentro del
cuerpo, como la fuerza vital. si nuestra dirección en la vida fuera tal que lo más importante para
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nosotros fueran los actos unitivos y no las posesiones (de cosas, ideas, gente y por último de
nuestro ilusorio “yo”), las cosas serían muy diferentes.
este nudo de dolor se relaciona con el temor a la muerte, a perder la identidad de uno. si supiera
que si muero no va a haber ninguna diferencia, perdería el miedo a la muerte y mi propósito en la
vida se volvería más claro. de todo esto hemos hablado en otro capítulo. lo que es importante
puntualizar aquí es que es necesario no sólo acumular pequeños actos unitivos, sino también
llegar a la raíz del sufrimiento, ser capaz de tener una actitud subyacente de sentido y esa actitud
es la misma para todos los seres humanos.
¿cuándo siento que resueno con la esencia de la vida? cuando suelto, cuando amo y estoy
humildemente frente a al vida. entonces puede manifestarse la parte más profunda y fuerte de mi
ser. en esos momentos, no pregunto por “mí”, sino que me siento parte de todo. bien a esa parte
fuerte de nosotros la llamamos el guía interno y hablaremos de ella en otro libro, para que pueda
ponerse en contacto con él y hacer que se manifieste más a menudo. como ve esa profunda parte
de nosotros es extremadamente poderosa, en realidad con la esencia de la vida misma. pero no
piense que podría cometer actos egoístas en contacto con es parte profunda de usted mismo. no,
se manifiesta sólo en momentos de soltada, de necesidad, de paz y amor. esta es la garantía que
la vida tiene respecto de este tremendo poder. nadie puede hacer mal uno de este poder por sus
propias necesidades egoístas y tensas. ahora, si acumula dentro de usted suficientes actos
unitivos de esta naturaleza profunda nada podrá realmente detenerlo en su larga travesía, porque
será como una fuerza de la naturaleza que no encuentra resistencia a su paso.
en la vida cotidiana, puede tratar de minimizar sus actos contradictorios, tomando distancia de
ellos y no siempre reaccionando. deténgase, reflexione y recuerde que nada es más importante
que su fuerza vital, que se desperdicia con los actos contradictorios. también puede tratar de
corregir sus malos hábitos, comprendiéndolos en su última raíz y trabajando en ellos con algunas
de las herramientas dadas aquí, en este libro.

ejercicios
ahora, aquí hay algunos ejercicios que quizás quiera considerar:
1. recuerde situaciones en las que por simple hábito se acumularon errores hasta que no
hubo solución posible.

2. recuerde situaciones en las que experiencias anteriores lo predispusieron hacia la


exactitud y las soluciones de modo involuntario.

3. clarifique a otros sobre la conveniencia de actuar unitivamente, aún cuando uno no tenga
que resolver ningún problema inmediato.

debe ahora ser capaz de comenzar a estudiar y a poner en práctica estos principios, del modo que
sugerimos al comienzo de este capítulo. quizás sea útil para usted escribirlos en un trozo de papel
y colgarlos en un lugar donde los note todos los días. en cualquier caso, le deseo la mejor de las
suertes en el trabajo con ellos y espero que algún día se vuelvan parte de usted, en realidad, ya lo
son, porque son la copia heliográfica de la que fuimos hechos.

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