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ENTREVISTA EXCLUSIVA

CON LOS APÓSTOLES


SAN PEDRO Y SAN PABLO

(Tema Tratado: El Reino de Dios)

Entrevistador:

Muchas gracias San Pedro y San Pablo por permitirme esta


entrevista de manera exclusiva y personal desde Jerusalén. Para mí
es un inmenso privilegio poder hacerles unas cuantas preguntas
que serán cruciales para comprender la misión de Jesús con más
precisión y sin reservas.

San Pablo:

También muchas gracias por invitarnos a esta importante


entrevista, pues de este modo se despejarán algunas
dudas que aún están dando vueltas por allí sobre el
propósito de nuestro ministerio en Jerusalén y en otras
ciudades del Oriente medio, Asia y Europa. Pues bien,
adelante con tus preguntas.

Pregunta # 1:

Entrevistador:

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Tengo entendido, San Pedro, que tú sacaste la cara por el Señor
Jesucristo en el primer concilio en Jerusalén ante tus paisanos
judíos que no habían creído en tu Señor. ¿Qué les dijiste a ellos en
ese concilio?

San Pedro:

Entre otras cosas yo les dije esto: “Varones israelitas, oíd


estas palabras: Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios
entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que
Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros
sabéis...Varones hermanos, se os puede decir libremente
del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su
sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero
siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le
había jurado que de su descendencia, en cuanto a la
carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su
trono...A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos
nosotros somos testigos...sepa, pues, ciertamente toda a
casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos
2:22,29,30,32). Además, recuerda que yo fui el único que
respondió correctamente a la pregunta de Jesús en
cuanto a quién era él. En esa ocasión yo confesé
acertadamente que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios
viviente (Marcos 16:15,16). ¡Y Jesús asintió! Esto prueba
que Jesucristo es el heredero del trono de David.

Pregunta # 2:

Entrevistador:

Veo, San Pedro, que tú dijiste que el Cristo se sentaría en el trono


de David, el cual ya no existía cuando tú fuiste apóstol de Jesús.

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¿Cómo podía Cristo sentarse en un trono de una monarquía que
había desaparecido unos 586 años antes de su nacimiento en
Belén?

San Pedro:

Debo recordarte lo anunciado por el ángel Gabriel a


María concerniente a Jesucristo. Él le dijo a María lo
siguiente: “Y ahora concebirás en tu vientre, y darás a luz
un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y
será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el
trono de David su padre; y reinará sobre la casa de
Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas
1:31-33).

La profecía es clara. Jesús se sentará en el trono de


David, su padre. Entonces es obvio que la monarquía del
rey David será restaurada nuevamente en la casa de
Jacob, o lo que es lo mismo decir, en el país de Israel.

Recuerda que yo mismo les dije a mis paisanos, en el


pórtico de Salomón: “Así que, arrepentios y convertios,
para que sean borrados vuestros pecados; para que
vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y
él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien
de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los
tiempos de la restauración de todas las cosas, de que
habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido
desde tiempo antiguo” (Hechos 3:19-21). Pues bien, toma
nota que les dije que Cristo permanecerá en el cielo hasta
que sean los tiempos de la restauración de todas las cosas
predichas por los profetas del Señor, y esto incluye el
reino de David.

Pregunta # 3:

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Entrevistador:

San Pedro, ¿Cómo saber que efectivamente dentro de la


restauración de todas las cosas incluye al reino de David?

San Pedro:

Si el reino de David no estaría incluido dentro de las


cosas restauradas, te pregunto: ¿Tendría sentido que yo
dijera a los creyentes que tendremos entrada al reino
eterno de Jesucristo, en mi segunda epístola capítulo 1 y
versos 5 al 11? En el verso 11 dije: “Porque de esta manera
os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino
eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Además,
¿Acaso nos vamos a olvidar lo que el profeta Ezequiel
profetizó sobre el reino y su restauración en Ezequiel
21:25-27?

Pregunta # 4:

Entrevistador:

San Pedro, en tu Primera epístola tu escribiste que Dios nos llamó


a su gloria eterna (1 Pedro 5:10). ¿Es esa “gloria eterna” algo muy
distinto al “reino eterno”, como por ejemplo, el cielo?

San Pedro:

Sí, en mi primera epístola también dije: “Mas el Dios de


toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en
Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de

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tiempo...” (1 Pedro 5:10). Nuevamente toma nota que dije
que Dios nos llamó a su “gloria eterna”, y también dije:
“reino eterno” en 2 Pedro 1:11. Hablar de gloria, es hablar
de reino; y hablar de reino, es hablar de gloria.

San Pablo:

¿Acaso no te acuerdas cuando les dije a los


tesalonicenses: “Y os encargábamos que anduvieseis
como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria”
(1 Tesalonicenses 2:12). Observa cómo yo asocio el reino
y la gloria. ¡Ambos van de la mano!

Pregunta # 5:

Entrevistador:

San Pablo, ¿nos puedes hablar más de lo que es la gloria?

San Pablo:

Recordemos lo que les dije a los Romanos en el sentido


que “buscamos gloria, honra, e inmortalidad” (Romanos
2:6,7). Es decir, la gloria tiene relación directa con
nuestra futura inmortalidad, cuando este cuerpo mortal
sea transformado en inmortal por el poder de Dios en la
resurrección. De modo que gloria sin inmortalidad no es
gloria y viceversa. Por cierto que también la gloria y la
honra van de la mano. Cuando seamos glorificados
recibiremos la honra como príncipes del reino de Dios.

Pregunta # 6:

Entrevistador:

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Y, dime San Pedro: ¿Cuándo tendremos esa
gloria?¿Inmediatamente después de que muramos?

San Pedro:

La respuesta ya la di cuando escribí mi primera epístola.


Yo escribí lo que sigue: “Y cuando aparezca el príncipe
de los pastores, vosotros recibiréis la corona
incorruptible de gloria” ( 1 Pedro 5:4).

San Pablo:

Yo quisiera reforzar lo dicho por mi colega San Pedro,


recordando lo que les dije a los colosenses: “Cuando
Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros
también seréis manifestados con él en gloria”
(Colosenses 3:4). Nota que tendremos nuestra gloria con
Cristo cuando él se manifieste al mundo.

Pregunta # 7:

Entrevistador:

Dime, San Pablo, siendo que la gloria, honra, reino e inmortalidad


van de la mano: ¿Dónde recibiremos y disfrutaremos de esa gloria,
reino, honra, e inmortalidad?

San Pablo:

¿Recuerdas que Jesús nos enseñó a orar la oración del


Padre nuestro? Bueno, en una de sus partes Jesús enseña
que pidamos: “Venga tu reino, hágase tu voluntad, como

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en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10). Es
decir, el reino viene a nosotros, y luego se hará la
voluntad de Dios en la tierra. ¿Acaso el “buen ladrón” del
Gólgota no le pidió a Jesús participar de su reino, cuando
éste viniera a la tierra? (Lucas 23:42). ¿Acaso no dije que
recibiremos la inmortalidad y la gloria cuando Cristo nos
resucite y nos libere de nuestras tumbas? (1 Corintios
15:53).

Pregunta # 8:

Entrevistador:

San Pedro, también has dicho claramente que recibiremos la


honra. ¿Acaso no sólo los padres reciben la honra de sus
hijos?¿¿Qué clase de honra es ésta entonces?

San Pedro:

Aquí estoy hablando de otro tipo de honra. Fíjate que dije


en 1 Pedro 2:17: “Honrad a todos...honrad al rey”. Aun el
rey debe ser honrado por su investidura y autoridad, así
no sea creyente, y así sea duro o severo. Ahora bien, es
interesante notar que Dios nos ha hecho a nosotros reyes
y sacerdotes. Esto lo puedes leer en el libro bíblico de mi
colega San Juan llamado Apocalipsis, en el capítulo 1 y
verso 6. Entonces, si vamos a ser reyes en el reino de
Cristo, ¿no es lógico esperar la honra de los súbditos de
ese reino?

Pregunta # 9:

Entrevistador:

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Sí Pedro, tiene mucho sentido lo que me estás diciendo. Si vamos a
ser reyes con Cristo, es lógico suponer que recibiremos la honra de
los súbditos. Ahora bien, ese lógico que el reino de David, en Israel,
tendrá súbditos: ¿Quiénes serán esos súbditos?

San Pedro:

Ya lo dijo Zacarías: “Y acontecerá que los de la familia de


la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey,
Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia”
(Zacarías 14:17). La respuesta es entonces: Las familias o
naciones de la tierra.

Pregunta # 10:

Entrevistador:

Dime San Pablo, el reino de David: ¿Volverá a tener su gloria?

San Pablo:

Ya lo dijo proféticamente el mismo David, cuando dijo:


“La gloria de tu reino digan, y hablen de tu poder. Para
hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos
hechos, y la gloria de tu magnificencia de su reino”
(Salmo 145:11,12).

Pregunta # 11:

Entrevistador:

Me puedes decir, San Pedro, ¿cómo se caracterizó o se distinguió el


reino de Salomón, hijo de David?

San Pedro:

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¿No has leído lo que dice en el libro de las crónicas? Pues
dice del reino de Salomón, hijo de David, así: “Y Jehová
engrandeció en extremo a Salomón a ojos de todo Israel,
y le dio tal gloria en su reino, cual ningún rey la tuvo
antes de él en Israel” (1 Crónicas 29:25).

San Pablo:

Yo quisiera añadir algo más: Es claro que Salomón tuvo


su gloria en el reino que él administró, pues él fue sabio y
edificó casa a Dios que fue muy esplendorosa y magnífica.
Ahora, nuevamente habrá un reino restaurado en Israel
bajo la persona del Mesías. Este reino tendrá una gloria
aún mayor que la que tuvo en los tiempos del rey
Salomón, pues dijo Dios: “Y haré temblar a todas las
naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y
llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los
ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que
la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en
este lugar, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:7,9).

Pregunta # 12:

Entrevistador:

Es claro que si Dios nos promete la gloria, esto quiere decir que
tendremos una participación activa en el reino restaurado de
David, como co-gobernantes con Cristo en la casa o país de Israel.
¿Estoy en lo correcto?

San Pedro:

Ya lo dijo el profeta Isaías cuando escribió del rey


mesiánico: “He aquí que para justicia reinará un rey, y

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príncipes presidirán en juicio” (Isaías 32:1). Y el rey
David dijo proféticamente: “Jerusalén, que se ha
edificado como una ciudad que está bien unida entre
sí...porque allá están las sillas del juicio, los tronos de la
casa de David, pedid por la paz de Jerusalén” (Salmo
122:3,5).
Como vemos, el Mesías estará asociado con príncipes
cuyos tronos estarán ubicados en la amada ciudad de
Jerusalén.

San Pablo:

Ya lo dijo Jesús claramente: “Para que donde yo estoy


(Jerusalén), ustedes también estéis” (Juan 14:3). Y
además, Zacarías profetiza que los pies del Hijo de Dios
pisarán nuevamente el Monte de los Olivos, y éste se
partirá en dos para que corran aguas de vida (Zacarías
14:4,5). Ah, y en la parábola de la Diez Minas Jesús dio a
entender que sus siervos fieles tendrán como
recompensa: la autoridad sobre ciudades o países (Lucas
19:17,19).

Pregunta #13:

Entrevistador:

San Pedro: ¿Prometió alguna vez Dios, o su Hijo, la herencia del


cielo para Abraham y los fieles en general??

San Pedro:

¿No recuerdas el último discurso del mártir Esteban en


Hechos 7? Pues él dijo claramente que “El Dios de la
gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en
Mesopotamia, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal

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de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te
mostraré. Después de muerto su padre, Dios lo trasladó
de Harán a la tierra, aunque no le dio herencia en ella, ni
aún para asentar un pie; pero lo prometió que se lo daría
en posesión, y a su descendencia después de él, cuando
aún el no tenía hijo (versos 2-5). Entonces, es claro que
Dios no le prometió a Abraham, ni a su descendencia---el
cielo--- sino la tierra de Canaán, según consta en Génesis
13:14,15 y Génesis 15:18.

Pregunta # 14:

Entrevistador:

Ahora bien, creo que es oportuno preguntarte San Pablo: ¿Quién es


la descendencia de Abraham que heredaría con el padre Abraham
la tierra prometida (Canaán)?

San Pablo:

Ya respondí eso claramente, cuando escribí lo siguiente a


los Gálatas: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las
promesas, y a su simiente. No dice: Y a sus simientes,
como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu
simiente, la cual es Cristo. Y si vosotros sois de Cristo,
ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la
promesa” (Gálatas 3:16,29). Es claro que la simiente de
Abraham es Cristo...¡ y también los cristianos! A éstos
Dios les ha prometido, junto con Abraham, la herencia de
la tierra de Canaán o Palestina. Por tanto, enseñar que
nuestra herencia es el cielo es contravenir las claras
promesas de Dios.

Pregunta # 15:

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Entrevistador:

San Pablo: ¿Me estás diciendo que los cristianos de todo el mundo
son hijos de Abraham? Explícame mejor este asunto, por favor.

San Pablo:

Recordarás que también les dije a los creyentes de


Galacia: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por
justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son
hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios
había de justificar por la fe a los gentiles, dio de
antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti
serán benditas todas las naciones. De modo que los de la
fe son bendecidos con el creyente Abraham (Gálatas 3:6-
9). Toma nota que dije que la iglesia será bendecida junto
con Abraham. Pero: ¿Recibió Abraham de Dios la
promesa de que viviría en el cielo para siempre? Nunca!
Más bien él recibió la promesa de heredar la tierra de
Canaán. Entonces, ¿por qué creer que la iglesia dejará
este mundo para vivir en otro sitio fuera del planeta, si
Abraham, nuestro coheredero, se le ofreció heredar la
tierra? Y recuerda lo que yo les dije a los creyentes de
Roma: “Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su
descendencia la promesa de que sería heredero del
mundo, sino por la justicia de la fe. Por tanto, es por fe,
para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme
para toda su descendencia; no solamente para la que es
de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham,
el cual es padre de todos nosotros” (Romanos 4:13,16).

Pregunta # 16:

Entrevistador:

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San Pablo, los árabes creen tener el derecho de poseer la tierra
prometida, pues también son hijos de Abraham con la sirvienta
Agar. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

San Pablo:

Yo dije: “ni por ser descendientes de Abraham, son todos


hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto
es: no los que son hijos según la carne son los hijos de
Dios, sino que los que son hijos según la promesa son
contados como descendientes”. Pues bien, como los
árabes descienden de Ismael, y no de Isaac, ellos no son
contados como descendientes según la promesa. Por
tanto, la tierra prometida no les pertenece a ellos sino a
los hebreos.

Pregunta # 17:

Entrevistador:

Pero San Pablo, yo tengo entendido que Dios rechazó a los hebreos
o israelitas por su pecado contra Jesús. ¿Estoy en lo correcto?

San Pablo:

Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna


manera. Porque también yo soy israelita, de la
descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha
desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció”
(Romanos 11:1,2.).

Pregunta # 18:

Entrevistador:

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San Pablo, pero tu pueblo no cree que Jesucristo fue su Mesías:
¿Cómo puede ser tu pueblo: “escogido por Dios”, si rechazó a su
Mesías?

San Pablo:

No has leído lo que está escrito sobre el pueblo hebreo?


Dice: “Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no
vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy”
(Romanos 11:8).

Pregunta # 19:

Entrevistador:

Dime San Pablo, ¿cuál es la razón por la que Dios los haya
enceguecido, y tapado sus oídos para que no oigan?

San Pablo:

Digo, pues:¿Han tropezado los de Israel para que


cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión
vino la salvación de los gentiles, para provocarles a celos
(Romanos 11:11). Es decir, Dios rechazó temporalmente a
mi pueblo por su pecado, para llamar a los gentiles a la
salvación, a fin de provocarles celos, y motivarlos al
arrepentimiento con Dios.

Pregunta # 20:

Entrevistador:

Entonces San Pablo, ¿no para siempre el pueblo hebreo será


rechazado por Dios?¿dejarán de oponerse al Cristo histórico y
creerán finalmente en él?

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San Pablo:

Yo dije concerniente a mi pueblo lo siguiente: “Y si su


transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la
riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena
restauración? Porque no quiero, hermanos que ignoréis
este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a
vosotros mismos; que ha acontecido a Israel
endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles, y luego todo Israel será salvo...”
(Romanos 11:12,25).

Pregunta # 21:

Entrevistador:

Y dime San Pablo, ¿cómo y cuándo vendrá la salvación o


restauración de Israel?

San Pablo:

Bueno, como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador,


que apartará de Jacob (Israel) la impiedad” (Romanos
11:26). Es decir, cuando vean venir a Cristo en gloria,
entonces creerán en él y se arrepentirán de su mal
proceder.

Pregunta # 22:

Entrevistador:

Bueno San Pablo: ¿Qué significará la restauración de Israel para las


naciones?

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San Pablo:

Bueno, esa pregunta ya la respondí a los romanos,


cuando les dije:”Y si su transgresión es la riqueza del
mundo, ¿cuánto más su plena restauración? (Romanos
11:12) Es decir, si el pecado de Israel hizo “ricos” a los
paganos convertidos, ¡cuánto más ricos hará a los
conversos del paganismo, el perdón que recibirán los
judíos de parte de Dios! La restauración de los judíos a su
país, y la restauración de su reino davídico, traerá ricas
bendiciones al mundo entero.

San Pedro:

Yo quisiera añadir algo más a lo dicho por mi colega, el


apóstol Pablo. Debemos recordar lo que Dios le dijo a
Abraham sobre esta futura bendición para la humanidad,
con estas solemnes palabras: “Y haré de ti una nación
grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y
serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los
que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra” (Génesis 12:2,3 comp. Gálatas
3:8). Observa que de Abraham saldrá una gran nación la
cual será de bendición para todas las familias de la tierra.
Y esto va de la mano con lo dicho por Jesús en el sentido
de que “la salvación viene de los judíos” (Juan 4:22).

Pregunta # 23:

Entrevistador:

Dime, San Pedro: ¿Supo Abraham que esa simiente o descendencia


suya tenía que ver con un descendiente suyo que nacería unos dos
mil años después?

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San Pedro:

Por cierto que sí, pues recordemos lo que el mismo Señor


Jesucristo dijo de Abraham: “Abraham vuestro padre se
gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó”
(Juan 8:56).

Pregunta # 24:

Entrevistador:

Dime San Pedro: ¿Por qué esperó Dios varios milenios para
cumplir con su promesa en Cristo, y además, ¿por qué aún todavía
no se ha cumplido todo lo prometido?¿No ha pasado mucho
tiempo acaso?

San Pedro:

“Mas, oh amado, no ignoréis esto: que para con el Señor


un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor
no retarda su promesa, según algunos lo tienen por
tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan
al arrepentimiento (2 Pedro 3:8,9).

Pregunta # 25:

Entrevistador:

San Pablo: ¿Cómo podemos saber realmente que Dios cumplirá su


promesa con Abraham?¿Tal vez Dios ha cambiado de opinión?

San Pablo:

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Recuerda lo dicho por el ángel de Dios a Abraham: “Por
mi mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has
hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único Hijo;
de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia
como las estrellas del cielo y como la arena que está a la
orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de
sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las
naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz”
(Génesis 22:15-18).

Además, ya le dije a Tito que Dios no miente (Tito 1:2). Y


Además, refiriéndome también a Dios mismo, dije: “Fiel
es el que os llama, el cual también lo hará” (1
Tesalonicenses 5:24).

Pregunta # 26:

Entrevistador:

San Pablo, algunos dicen que Dios cumplió su promesa al darles a


los judíos la tierra prometida una vez que entraron en ella con
Josué. ¿Qué nos puedes comentar al respecto?

San Pablo:

Esta es una aseveración que no es del todo exacta.


Recordemos que la tierra le fue prometida también a
Abraham como herencia eterna (Génesis 13:15). Pero
Abraham murió, y no pudo recibir la tierra como
herencia perpetua. Ya lo dije yo, cuando al escribir mi
carta a los hebreos, mencioné lo siguiente: “Por la fe
Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar
que había de recibir como herencia; y salió sin saber a
dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra
prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con

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Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Y todos
éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe,
no recibieron lo prometido” (Hebreos 11:8,9,39).

Pregunta # 27:

Entrevistador:

Bueno San Pablo: ¿Y por qué no recibieron ellos la herencia de la


tierra prometida en su tiempo?¿Por qué murieron sin ver
cumplidas todas las promesas de Dios?

San Pablo:

La respuesta es simple pero razonable. ¡Para que ellos no


fuesen perfeccionados aparte de nosotros! (Hebreos
11:40). Es decir, todos los creyentes, de todas las épocas,
serán perfeccionados juntos y a la vez.

Pregunta # 28:

Entrevistador:

Dime San Pablo, ¿Se desilusionó Abraham porque no vio


cumplidos sus sueños?

San Pablo:

Abraham fue un fiel creyente en la resurrección de los


muertos. Ya lo dice mi carta a los Hebreos 11:19:
“Abraham...Pensaba que Dios es poderoso para
levantarlo, aun de entre los muertos”.

Pregunta # 29:

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Entrevistador:

Dime, San Pedro: ¿Cómo confirmó el Señor Jesús que Abraham


estaría en su reino milenario?
San Pedro:

Esto fue corroborado por nuestro Señor Jesús, pues dijo:


“Y os digo que vendrán muchos del oriente y del
occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob y a
todos los profetas en el reino de los cielos..”(Mateo 8:11).

Pregunta # 30:

Entrevistador:

Otra pregunta San Pedro: ¿Qué quiere decir la frase: “reino de los
cielos”?¿Acaso significa que el reino es en el cielo?

San Pedro:

Mateo dice “reino de los cielos”, pero Lucas dice “reino


de Dios” para el mismo texto en cuestión. Comparar
Mateo 8:11 con Lucas 13:28. Esto quiere decir que “reino
de los cielos” significa simplemente que el reino es de
Dios, ---¡no de los hombres!--- Otro punto más: El mismo
San Mateo usa indistintamente las frases “reino de los
cielos” y “reino de Dios” como equivalentes (comparar
Mateo 6:33 y Mateo 8:11). Además hay que tomar nota
que Mateo dice: “reino DE los cielos”, y no: “Reino EN los
cielos”.

Pregunta # 31:

Entrevistador:

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San Pedro, yo quisiera preguntarte esto: ¿Por qué dijo tu colega, el
apóstol Juan, que era “copartícipe del reino” en Apocalipsis
1:9?¿Acaso quiere decir eso que él ya estaba en el reino en el
primer siglo de la Era Cristiana?

San Pedro:

De ningún modo Juan dijo que el reino se restauró en el


primer siglo de la Era Cristiana. Por ejemplo, yo mismo
dije lo siguiente: “...que soy también participante
(=copartícipe) de la gloria que será revelada” (1 Pedro
5:1). Yo dije que era copartícipe de la gloria del reino---¡la
cual aún no había sido revelada! Es decir, yo participaba
del reino, y de su gloria, por la fe y la esperanza. Yo vivía
ya en el reino, por mi fe, pues lo hice mío y la razón de mi
existencia y mi prédica. De igual modo, Juan era
copartícipe del reino, el cual todavía no había sido
revelado. Él lo hizo suyo aunque todavía no había sido
revelado.

San Pablo:

Yo quisiera añadir algo más a lo dicho por mi colega, San


Pablo. En una ocasión yo le dije muy claramente al joven
Timoteo: “El labrador, para PARTICIPAR de los frutos,
debe trabajar primero” (2 Timoteo 2:6).

Pregunta # 32:

Entrevistador:

San Pedro, tú mismo dijiste muy claramente en 2 Pedro 3:10-13


que la tierra será destruida por fuego. Si este es el caso, ello
significaría que la tierra desaparecerá o será inhabitable. ¿No es

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lógico concluir entonces que tendremos que ser removidos al cielo
por el Señor Jesucristo para vivir con él?

San Pedro:

Toma nota que Dios dijo de la tierra antidiluviana, lo


siguiente: “He decidido el fin de todo ser, porque la
tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí
que yo los destruiré CON LA TIERRA”(Génesis 6:3). Es
interesante que Dios decidiera la destrucción de los
hombres y de la tierra, aunque en realidad la tierra
antidiluviana sigue siendo la misma hasta el día de hoy.
Yo dije claramente así: “Pero el día del Señor vendrá
como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con
grande estruendo, y los elementos ardiendo serán
desechos, Y LA TIERRA Y LAS OBRAS QUE EN ELLA HAY
SERÁN QUEMADAS” (comparar 2 Pedro 3:10-13 y
Génesis 6:3 y notará la similitud). Si la primera tierra no
fue destruida por Dios, ¿por qué tendría que serla ésta?
Esto significa la severidad del castigo de Dios para
destruir el mal desde su raíz, aunque no necesariamente
la tierra misma, como planeta. En el capítulo 3 y verso 13
de mi segunda epístola, dije: “nuevos cielos y nueva
tierra donde mora la justicia”. La vieja tierra será
reemplazada por la “nueva tierra” de justicia. Es un
nuevo orden de cosas en la tierra, y no un planeta tierra
nuevo, físicamente hablando. Si la tierra fuese destruida,
entonces la promesa de Dios hecha a Abraham acerca de
la herencia de la tierra de Canaán sería una mentira
descarada.

Pregunta # 33:

Entrevistador:

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San Pedro, el Señor Jesús te dijo en Juan 13:36 que tú no podías
seguirle al lugar a donde él iba, pero que lo seguirías después. ¿No
te estaba prometiendo Jesús llevarte al cielo para después de tu
muerte?

San Pedro:

No. Yo no le entendí que me estaba ofreciendo el cielo. Lo


que Jesús me estaba diciendo es que yo no podía ir con él
(juntos) A LA MUERTE EN EL MARTIRIO, pero que lo
seguiría después. Efectivamente, yo sabía que él me
estaba hablando de su muerte en el martirio, por eso le
contesté: “...Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora?
MI VIDA PONDRÉ POR TI” (verso 37). Más adelante su
sentencia se cumplió, y yo morí martirizado en mi cruz en
Roma.

Pregunta # 34:

Entrevistador:

San Pablo, tú dijiste a los filipenses que nuestra ciudadanía está en


los cielos. ¿No estabas enseñando que iremos a vivir en el cielo,
donde está nuestra patria?

San Pablo:

La palabra ciudad-anía, tiene que ver con una ciudad o


patria celestial, la cual vendrá a la tierra en un futuro
próximo. Por eso escribí a los hebreos que “no tenemos
aquí ciudad permanente, sino que buscamos LA POR
VENIR” (Hebreos 13:14). Esta ciudad aún está en los
cielos, pero vendrá a la tierra. Eso también está revelado
en Apocalipsis 21:2,3.

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Un ejemplo del siglo XXI. Si yo digo que nuestro dinero
está en la bóveda de un banco, pregunto: ¿Significa que
debemos necesariamente entrar a dicha bóveda para
recibir nuestro dinero? ¿Acaso no es verdad que el cajero
se encarga de retirarlo de allí y luego procede a
entregárnoslo en la ventanilla del banco?

Pregunta # 35:

Entrevistador:

Dime San Pedro, ¿Cómo saber que Cristo volverá en persona a la


tierra nuevamente?

San Pedro:

Bueno, cuando estuvimos reunidos 200 discípulos con


Jesús, en el Monte de los Olivos, Jesús comenzó a
elevarse al cielo y desapareció de nuestra vista. Luego dos
ángeles del cielo se nos presentaron para consolarnos con
las siguientes palabras: “Varones galileos, ¿por qué estáis
mirando al cielo? ESTE MISMO JESÚS, que ha sido
tomado al cielo, ASI VENDRÁ COMO LO HABÉIS VISTO
IR AL CIELO” (Hechos 1:11).

San Pablo:

Yo quisiera hacer memoria de lo dicho por San Juan en


Apocalipsis 1:7, en el sentido que Cristo vendrá con las
nubes y todo ojo le verá, y los que le traspasaron.

Pregunta # 36:

Entrevistador:

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Y dime San Pablo, ¿estarán las naciones contentas por la aparición
del Cristo glorioso?

San Pablo:

Ya lo dijo el profeta Hageo: “Y haré temblar a todas las


naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones...”
(2:7).

Pregunta # 37:

Entrevistador:

Dime San Pablo, ¿Qué garantía tenemos que resucitaremos para


heredar el reino venidero de Cristo?

San Pablo:

La respuesta es simple. Si se predica de Cristo que


resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre
vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si
no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra
predicación, vana es también vuestra fe. Y somos
hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado
de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en
verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos
no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no
resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros
pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo
perecieron...mas ahora Cristo ha resucitado de los
muertos; primicias de los que durmieron es hecho”(1
Corintios 15:12-20).

Pregunta # 38:

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Entrevistador:

Dime San Pablo, cuando Cristo venga a resucitar a los muertos,


¿resucitará a todos los muertos, creyentes y no creyentes,
simultáneamente?

San Pablo:

Esa pregunta la respondí cuando les dije a los creyentes


de Corintio lo siguiente: “Pero cada uno a su debido
orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo,
en su venida”. (1 Corintios 15:23). Creo que fui claro al
decir que sólo los creyentes serán resucitados cuando
Cristo vuelva por segunda vez al mundo.

Pregunta # 39:

Entrevistador:

Si ese es el caso, San Pablo, te pregunto: ¿Cuándo resucitarán los


que no creyeron en Jesucristo?

San Pablo:

Esa pregunta ya la respondió también mi colega San Juan


cuando escribió en Patmos: “Y los otros muertos no
llegaron a vivir hasta que se cumplieron mil años”
(Apocalipsis 20:5). Es decir, al finalizar el reino
milenario de Cristo, los incrédulos difuntos serán
resucitados.

Pregunta # 40:

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Entrevistador:

Pero, dime San Pablo, ¿cuál sería la razón de la resurrección de los


no creyentes, si ellos no participarán en el reino milenario de
Cristo?

San Pablo:

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos


ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo,
sea bueno o sea malo” ( 2 Corintios 5:10).

Pregunta # 41:

Entrevistador:

Dime San Pablo, ¿Qué le pasará a Judas Iscariote, y a todos


aquellos que abandonaron a Jesús y su mensaje del reino?

San Pablo:

Porque si pecáremos voluntariamente después de haber


recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más
sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación
de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los
adversarios (Hebreos 10:26,27).

Entrevistador:

Gracias San Pablo y San Pedro por concederme esta importante


entrevista, la cual me ha aclarado muchos puntos acerca del reino
de Dios y del futuro de la humanidad. Yo espero verlos en el reino
de Cristo, junto con todos los santos de todas las épocas.

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