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¡Celebremos la Victoria!

Lectura: Mateo 28

Introducción

El día de hoy es un día muy especial para todos los


creyentes. Es un día muy especial para todos aquellos que
formamos parte de la iglesia de Cristo. Hoy es un día de gran
celebración porque hoy celebramos la resurrección de nuestro
Señor, hoy celebramos la victoria que Él tuvo sobre la muerte.

Cuando leemos los primeros ocho versículos de este


capitulo encontramos que María Magdalena y María se
dirigieron a la tumba con gran tristeza y llenas de dolor. Ellas
fueron en busca del Maestro, pero iban en busca de un
cadáver. Aunque ellas habían oído sus enseñanzas, al igual
que el resto de los discípulos, todavía no habían comprendido
la verdadera identidad de Jesús. Entonces vemos que
llegaron a la tumba para preparar el cadáver y continuar su
luto, pero el milagro ya había sucedido. ¡Nuestro Rey y
Salvador había resucitado!

Pasemos ahora a la lectura de la Palabra de Dios para


obtener el mensaje que Dios tiene para nosotros hoy.
I. Superando la tristeza

Como dije al principio, María Magdalena y María se


encontraban tristes porque pensaban que su Maestro, que su
amigo, que su ser querido había muerto; no se habían dado
cuenta de Su gloria y poder. Es por esta razón que
encontramos que ellas fueron a la tumba tristes y doloridas,
porque si hubiese sido de otra manera ellas hubiesen ido a la
tumba gozosas, alabando y bendiciendo el nombre del Señor.
¡Qué triste es que muchos hermanos persistan hoy en día en
esta actitud porque, en la práctica, no reconozcan la gloria y
majestad de Nuestro Señor!

Con frecuencia nos fijamos el no reconocimiento del


Señor en un primer momento. María Magdalena no reconoce
a Jesús. Los discípulos de Emaús no reconocen al Señor. Con
ello se nos da a entender que, al no haber vuelto Jesús a esta
nuestra vida, no es perceptible como un objeto o como una
persona que vemos frente a nosotros, sino que Jesús ha
entrado en la vida de Dios y se puede estar al lado de Jesús
sin caer en la cuenta de que es Él. ¡Desgraciadamente, en
cuántas ocasiones nos sucede lo mismo a los cristianos por
esperar algo diferente a Jesús!

El Señor resucitado tiene que ser reconocido con los ojos


de la fe. ¿No nos hemos preguntado alguna vez por qué Jesús
nunca se aparece a nadie que no sea creyente? Jesús se
aparece al que puede creer. No se sabe qué es antes: si uno
cree porque el Señor se le aparece o si el Señor resucitado se
aparece al que ya ha recibido y aceptado el don de la fe. Son
dos elementos que van interrelacionados. Se cree en el Señor
resucitado, y el Señor resucitado se aparece al que cree.

Entonces aquí vemos que el Señor les salió al camino y


les dijo una palabra, les dijo ¡Salve! En otras palabras les dijo
a ellas y nos dice a nosotros hoy en día, ¡regocijaos! Es por
esto mismo que nosotros celebramos el día de hoy con tanto
gozo, que celebramos el día de hoy como lo que es, un día de
victoria. Hoy es el día cuando nuestro Rey y Salvador venció
la muerte por todos nosotros, el día que nos entregó la
victoria sobre toda situación. Pero, ¿nos lo creemos de
verdad? ¿Dónde está la celebración en nuestros cultos? ¿En la
“alabanza”?

Vemos con mucha frecuencia que existen muchas


personas que están faltas de este gozo. Existen muchas
personas que no pueden sentir el gozo que sólo Cristo nos
pueda dar porque, tal como las dos mujeres en estos
versículos, todavía no alcanzan a comprender su gloria y
majestad. Existe tristeza y dolor por cosas sucedidas, por
dificultades atravesadas, por situaciones difíciles.

Pero en el día de hoy Él nos dice ¡Salve! Él nos dice


¡regocijaos! No tenemos que vivir tristes, ¡no podemos
permitir que el demonio mentiroso nos robe el gozo de saber
que somos salvos! ¡No podemos permitir que el demonio
mentiroso haga con nosotros lo que trató de hacer con los
hombres de ese entonces! ¡No podemos permitir que entre
nuevamente en nuestras vidas para desacreditar a Cristo,
porque esto mismo fue lo que trató de hacer a través de los
soldados!

II. Los engaños del mundo

Tampoco los evangelios hacen uso apologético directo de


la tumba vacía. En ellos no se dice nunca: puesto que la
tumba está vacía, Jesús ha resucitado. Claro que tampoco
habría sido un buen argumento. Lo que se dice en el
evangelio de Mateo es que hay varias posibilidades de
explicación del hecho de la tumba vacía. Entre otras, la más
lógica: el robo del cadáver. Si la tumba está vacía, lo lógico es
que el cadáver haya sido robado. Eso es lo que todo el mundo
pensaría

Pero analicemos bien lo acontecido con estos soldados.


Aquí vemos que ellos se vendieron por dinero, vemos como
el demonio los utilizó y los compró para que dijesen la
mentira más grande que ha existido desde el comienzo del
mundo. Pero esta gran mentira se desacredita ella misma.
Pensemos en esto unos momentos y encontraremos tres
evidencias que fácilmente comprueban la mentira.

Lo primero y más evidente aquí es que si estos soldados


estaban dormidos, entonces ¿cómo podían decir que los
discípulos habían robado su cuerpo? No tiene sentido. Solo
tendremos que pensar es nuestras propias vidas y veremos
que lo que estos hombres dijeron aquí es lo más absurdo que
hemos oído. ¿Os habéis quedado dormido alguna vez viendo
un programa de televisor? Yo sí. Y aunque el volumen del
televisor estaba alto no puedo decir que fue lo que sucedió en
el programa. ¿Por que no puedo? Porque estaba dormido.

Segundo, si los discípulos se hubieran robado el cuerpo


de Jesús mientras los soldados dormían, lo mismos líderes,
los mismos sacerdotes a quien ellos se dirigieron hubiesen
sido los primeros en pedir su cabeza. A menos que estos
mismos sacerdotes fuesen los más interesados en desacreditar
la resurrección de Jesús. De acuerdo, el cuerpo ha sido
robado, pero entonces ¿dónde está el cuerpo? Silencio.

Tercero, el imperio Romano no llegó a ser tan poderoso


porque tenía un ejercito que no cumplía con las órdenes
dadas. Todo soldado en el ejército sabía que el desobedecer
una orden, especialmente la orden del gobernador, le costaría
la vida. La mentira se comprueba fácilmente.

Pero esto es lo que sucede en el mundo hoy en día; las


mentiras y las tradiciones, las filosofías y enseñanzas falsas
están tomando auge más y más todos los días, tratando de
desacreditar la obra de nuestro Rey y Salvador en la cruz.
¿Por qué?

Muchos lo ven como una diversión, lo ven como una


simple fantasía para los niños, pero en realidad estas
tradiciones son mucho más profundas que una simple fantasía
de niños. Un dato curioso: Madrid se ha quedado vacío
porque todo el mundo se ha ido a la playa a disfrutar del sol.
Es cierto. Pero no es menos cierto que en el año 2001 en
España hubo el doble de procesiones que en el 2000. Estas
tradiciones son de origen pagano, de rituales paganos a dioses
paganos. Estas tradiciones solo sirven para confundir y para
robarle la gloria al merecedor de toda gloria. Estas tradiciones
solo sirven para desacreditar la obra de Cristo. Hoy no es el
día de procesiones, de cantar saetas, de exaltar nuestro
folklore, hoy es el día que nuestro Rey y Salvador resucitó.

III. La tarea a realizar

Hermanos todos nosotros aquí tenemos una tarea que


hacer. Todos nosotros aquí estamos llamados a no ser parte
del mundo. Nuestro servir a Dios puede a veces ser difícil,
pero recordemos que Jesús vivió y ministró en tiempos bien
difíciles. Podemos desesperarnos e impacientarnos en
ocasiones, pero recordemos que Jesús se preparó durante
treinta años para un ministerio que sólo duró tres.
Recordemos que Jesús es la autoridad por la cual debemos
servir. Bajo su poder y gracia estamos llamados a “hacer
discípulos”.

Hoy en día existe una gran confusión al respecto: en la


iglesia hablamos de “creyentes”, no de “discípulos”. Pero el
llamado del Señor no es a creer sino a hacer discípulos. Así,
el creer es el primer paso para apropiarnos de las promesas de
Dios, y el discipular es el paso que debemos dar para que el
Reino de Dios se extienda.

Esto quiere decir que estamos todos llamados a


evangelizar, estamos llamados a separarnos de las tradiciones
del mundo, estamos llamados a llevar la Palabra de Dios.
Estamos llamados a “bautizar”, lo cual es el símbolo de
obediencia y compromiso en cuanto una persona acepta a
Cristo como su Rey y Salvador. Porque el bautismo es una
señal de lo que ha ocurrido en nuestros corazones, es la
identificación con la muerte y resurrección de nuestro Rey y
Salvador. Es el profesar públicamente que hemos muerto al
pecado y que somos nuevas criaturas en Cristo.

Recordemos que estamos llamados a “enseñar” a las


personas en la fe. No podemos permitir que las falsas
doctrinas, que las tradiciones del mundo, que las mentiras de
Satanás tomen posesión en nuestras vidas. Es nuestra
responsabilidad el enseñar la verdad y denunciar la mentira.
Hermanos es hora de proclamar a gran voz, ¡Cristo vive! La
resurrección es el llamado a las armas para todo creyente.

Conclusión

Para concluir, hermanos la resurrección de Jesús es la


parte fundamental de la fe cristiana. El que Jesús haya
resucitado nos da la seguridad absoluta de que Él cumplirá
Sus promesas.
La muerte corporal de Jesús demuestra que el Cristo
viviente es soberano en el Reino de Dios.

El poder que hizo posible la resurrección de nuestro


Señor está a nuestro alcance para hacer resucitar nuestros
espíritus.

La resurrección es el fundamento del testimonio de la


iglesia al mundo. Como cristianos no celebremos su
resurrección sólo en el día de hoy, sino celebrémosla
diariamente, porque nosotros servimos a un Dios vivo.
¡Cristo vive!

Compartamos su mensaje de victoria y esperanza con


todos que nos podamos encontrar.

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