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Texto facilitado por los firmantes del proyecto. Debe tenerse en cuenta que solamente
podrá ser tenido por auténtico el texto publicado en el respectivo Trámite
Parlamentario, editado por la Imprenta del Congreso de la Nación.
Nº de
0265-D-2008
Expediente
Trámite
003 (05/03/2008)
Parlamentario
MEDIACION OBLIGATORIA FRENTE A LOS CONFLICTOS SOCIALES,
CREACION DE UNA COMISION DE MEDIACION; INCORPORACION DEL
ARTICULO 34 BIS AL CODIGO PENAL (REUNION DE PETICIONANTES),
Sumario AMINISTIA PARA LAS PERSONAS INCURSAS EN DELITOS COMETIDOS
EN OCASION DE PROTESTAS O REIVINDICACIONES SOCIALES,
GREMIALES Y POLITICAS CON EXCEPCION DEL DELITO DE
HOMICIDIO O LESIONES GRAVES.
Firmantes MASSEI, OSCAR.
Giro a
LEGISLACION PENAL.
Comisiones
MEDIACIÓN OBLIGATORIA
ARTÍCULO 1º: Créase una Comisión de Mediación para intervenir en los conflictos
que tengan como causa reivindicaciones sociales, comunitarias, políticas, gremiales y
estudiantiles, con exteriorizaciones que afecten a terceros ajenos al conflicto y cuya
solución competa al Estado Nacional
Quedan incluidos los cortes de ruta, las movilizaciones populares, la interrupción del
tránsito terrestre, naval o aéreo, la toma de establecimientos públicos o privados, la
ocupación de inmuebles y cualquier manifestación análoga.
ARTÍCULO 3º: Cuando a raíz de los conflictos intervenga o deban intervenir los
órganos de la justicia nacional, las autoridades de seguridad o los jueces comunicarán la
situación inmediatamente al Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos
para que convoque a la Comisión Mediadora, la cual enviará en forma urgente a sus
delegados al lugar del conflicto para iniciar la mediación.
ARTÍCULO 5º: Incorpórese como Artículo 34 bis del Código Penal de la Nación, el
siguiente:
"Cuando las conductas previstas en este Código hubiesen sido cometidas por una
reunión de personas que peticionan o se expresan ante las autoridades sin ejercer
En tal caso, no se podrá hacer uso de la fuerza pública sin intervención previa a esta
comisión, ni durante el transcurso de la mediación, salvo que los manifestantes realicen
actos de violencia. Si por las características de la protesta, el mantenimiento de las
acciones causa un grave perjuicio a otras personas, los manifestantes deberán
flexibilizarla de modo de reducir la afectación durante el proceso de mediación.
Se excluyen los delitos de homicidio, lesiones graves y cualquier otro que implique el
ejercicio directo de violencia física sobre las personas.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
La respuesta del Estado frente a las disrupciones del orden legal cuando éstas se
producen en el marco de conflictos sociales representa una cuestión sumamente
problemática, pero ello no nos exime de enfrentar la situación, analizar todas sus aristas
y ponderar los valores en compromiso; ni tampoco nos releva de la obligación de
proponer soluciones al problema.
Es necesario asumir una visión responsable e integral del problema, que resulte
abarcativa de la situación de los distintos colectivos de personas involucrados o
afectados por la situación.
El punto de partida, como destaca DWORKIN, es que "en una democracia, o al menos
en una democracia que en principio respeta los derechos individuales, cada ciudadano
tiene un deber moral general de obedecer todas las leyes, aún cuando podría gustarle
que alguna de ellas se cambiara" (1) . Este deber sin embargo no es absoluto, pues
debe aceptarse que en ciertos casos un ciudadano pueda infringir la ley cuando su
conciencia no le permite acatar la ley, cuando sufre una situación de grave injusticia o
cuando la necesidad lo pone en el dilema de desobedecer la ley para proteger un
derecho más relevante.
No solo los ciudadanos se enfrentan a esta disyuntiva, el propio Estado en ciertos casos
limita los derechos que consagra la Constitución o cuando frente a casos de "necesidad
y urgencia" sacrifica la vigencia de normas que el mismo dictó. En realidad es muy
común que ciertos derechos concurran y entren en conflicto con otros derechos y en
tales casos el Estado suele intervenir, o establece normas que permiten resolver la
colisión.
Por otra parte, de acuerdo con los Principios de Limburgo, "Los Estados Partes tienen la
obligación, independientemente de su nivel de desarrollo económico, de garantizar el
respeto de los derechos de subsistencia mínima de todas las personas" (principio 25) (3)
.
En suma resulta evidente que el Estado tiene obligaciones de actuar tanto en relación a
las infracciones que causan ciertas formas de protesta, como de intervenir frente a las
causas que originan tales manifestaciones o protestas. La cuestión es definir el "cómo",
previendo formas razonables y equilibradas, que impidan los excesos o las respuestas
arbitrarias e irrazonables.
II
La cuestión obliga a apreciar sus distintas facetas, la diversidad de los sectores que
resultan afectados, los derechos afectados y también los valores jurídicos en pugna.
Por un lado, debe prestarse atención a los sectores más perjudicados por la situación
social, que sienten que sus intereses no se ven atendidos ni asegurados sus derechos
constitucionales más elementales (alimentación, empleo, vivienda, salud, educación,
etc.). Estos colectivos de personas son en gran medida excluidos sociales, marginados
del plexo de derechos y garantías, pues el sistema de justicia suele ser indiferente o
refractario para brindar soluciones concretas a necesidades muchas veces acuciantes. La
protesta, entonces, se transforma en la herramienta para abogar enérgicamente por la
vigencia efectiva de tales derechos.
Desde este lugar, la manifestación y la protesta, son formas justificadas de ejercicio del
derecho de reunión y de expresión, que tienen reconocimiento constitucional. Sin
embargo, "la desgracia que envuelve a los más desventajados no debe llevarles a
imponer sacrificios innecesarios sobre el resto de la comunidad", pues esto emerge de
la misma idea de pertenencia a la comunidad y de respeto mutuo. No existe una carta
blanca para actuar como les place, contra las autoridades públicas o contra los
particulares (6) .
III
Por otra parte, los conflictos de normas y valores pueden apreciarse en abstracto y en
concreto. En abstracto, para considerar la jerarquía de los derechos en disputa y
apreciar cuál de ellos aporta mayor satisfacción o insatisfacción al conjunto de
derechos. La interpretación de los derechos fundamentales es cambiante y debe estar
está orientada por el principio de maximización, es decir, por la posición que resulte
más protectora y que represente un menor sacrificio de otros derechos.
En concreto, para poder apreciar las circunstancias concretas que disparan la colisión de
normas y apreciar que implica la satisfacción o el sacrificio de alguno de los intereses
afectados.
Afirma Mir Puig que "un Estado Social y democrático de derecho solo deberá amparar
como bienes jurídicos condiciones de la vida social, en la medida que afecten a las
posibilidades de participación de individuos en el sistema social. Y para que dichos
bienes jurídicos merezcan ser protegidos penalmente y considerarse bienes jurídicos
penales, será preciso que tengan una importancia fundamental" (9) . Y agrega: "el
derecho penal de un Estado Social no ha de ocuparse de respaldar mandatos
puramente formales, valores puramente morales, ni intereses no fundamentales que no
comprometen seriamente el funcionamiento del sistema social" (10) . La política
criminal, como todo acto de autoridad, debe responder a criterios de necesidad,
proporcionalidad y razonabilidad que son propios de la valoración constitucional.
Todos los derechos merecen protección del Estado pero cuando se presenta un conflicto
entre ellos, debe entenderse que ningún derecho es absoluto y por tanto puede ser
ponderado.
IV
Hemos tenido en cuenta algunos proyectos legislativos anteriores, entre ellos los
presentados por los diputados Castro, Bravo, Carrió y otros (Nº 2265-D-01); el de los
diputados Basteiro, Walsh, Pérez Suarez, Llambí, Cafiero y otros (Nº 6880-D-04) y los
trabajos preliminares de una Comisión convocada por la Secretaría de Derechos
Humanos, de donde hemos tomado la idea de la Comisión de Mediación.
Por otra parte, es innegable, que la crisis económica que ha afectado al País y la
ausencia de una regulación adecuada para este tipo de conflictos, ha permitido que en
algunos casos el Estado decidiera no intervenir, o esperara la resolución por parte de los
propios actores sociales o políticos comprometidos; en otros, en cambio, se inclinó por
la represión más o menos contundente, la disolución de la protesta y la persecución
penal de los manifestantes. Es decir que, en muchas ocasiones, casos análogos han
recibido respuestas estatales absolutamente dispares, tolerantes o intolerantes.
Nos preocupa la "debilidad de la ley" y la "anemia de la razón jurídica" sobre las que se
ha moldeado nuestra cultura jurídica (11) , pero tratamos de apreciar todas las aristas de
este fenómeno tan complejo.
(1) Dworkin, Ronald, Los derechos en Serio, ed. Ariel Derecho, pág. 279.
(5) Ibídem.
(7) La Cámara también expresó que "la propia Constitución Nacional en el artículo 22
establece que "el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y
autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas
que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de
sedición".
(8) El caso no obtuvo sentencia de la Corte pues la acción penal prescribió durante la
sustanciación del recurso extraordinario federal.
(10) Ibídem.