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EN BOLÍVAR NO ESTÁ LA RESPUESTA,

ESTÁ LA PREGUNTA
La historia es obstinada, las cuentas pendientes que dejan los
tiempos regresan para ser saldadas. Parece como si los hilos sueltos
que abandonamos en el camino son obstáculos que nos impiden avanzar
y no es hasta que los recogemos que dejamos de ser un carrusel
histórico. Estamos viviendo tiempos de satisfacer reclamos. El
Libertador, ese Quijote de América, ha regresado nuevamente
convertido en pueblo para concretar los sueños que en 1830 con él se
fueron al sepulcro.
En aquella época, el planteamiento internacionalista de Bolívar
recogía la necesidad de un gran cuerpo político que sirviera de
balance al mundo. Entendía que sólo una América unida sería viable
como nación capaz de proporcionar a los pueblos la mayor suma de
felicidad posible; presagiaba en los Estados Unidos una amenaza de
oprobio para nosotros; se enfrentó a los intereses de las
neoligarquías que pretendían liberarse del yugo español, pero sin
cambiar la esencia de estas sociedades (solamente cambiarían las
relaciones de poder, y todo se limitaría a una sustitución de la
dominación española por una casta formada por ellos). Esta nueva
casta que surgió dentro del campo independentista, toleró y usó al
Libertador como conductor de la lucha contra la oligarquía española.
Pero, desplazada ésta, no aceptaba al Libertador como constructor de
la gran nación americana, compartían con el Bolívar guerrero
intereses comunes en la lucha contra el enemigo externo, pero
adversaban las ideas del Bolívar constructor de una patria grande
que menoscababa sus mezquinos intereses provinciales.
En aquella época la contienda, ya lo sabemos, se decidió a favor de
Páez y Santander, representantes de la oligarquía emergente. La
nueva casta tenía coherencia en sus planteamientos: en lo político,
un liberalismo controlado por ellos; en lo económico, mantener la
misma estructura esclavista, latifundista y de dependencia económica
de los centros de poder mundial, Europa y Estados Unidos. En
resumen, groseros privilegios para ellos, y miseria para el resto de
la población.
Bolívar intuyó el fondo del problema: cambiar las relaciones
económicas por nuevas relaciones que sirvieran de soporte al nuevo
espíritu libertario. Sus palabras en la presentación de la
Constitución de Solivia son clarificadoras y nos dan idea del fondo
del enfrentamiento con las oligarquías emergentes. Nos dice el
Bolívar legislador
He conservado intacta la ley de las leyes -la igualdad- sin ella
perecen todas las garantías, todos los derechos. A ella debemos
hacerlos sacrificios. A sus pies he puesto, cubierta de humillación,
a la infame esclavitud (...) Legisladores, la infracción de todas
las leyes es la esclavitud. La ley que la conservara, sería la más
sacrilega. ¿ Qué derecho se alegaría para su conservación? Mírese
este delito por todos aspectos, y no me persuado a que haya un solo
boliviano tan depravado, que pretenda legitimarla más insigne
violación de la dignidad humana. ¡Un hombre poseído por otro! ¡Un
hombre propiedad! Una imagen de Dios puesta al yugo como el bruto!
Dígasenos ¿ dónde están los títulos de los usurpadores del hombre?
La Guinea nos lo ha mandado, pues el África devastada por el
fratricidio, no ofrece más que crímenes. Trasplantadas aquí estas
reliquias de aquellas tribus africanas ¿qué ley o potestad será
capaz de sancionar el dominio sobre estas víctimas? Transmitir,
prorrogar, eternizar este crimen mezclado de suplicios, es el
ultraje más chocante. Fundar un principio de posesión sobre la más
feroz delincuencia no podría concebirse sin el trastorno de los
elementos del derecho, y sin la perversión más absoluta de las
nociones del deber. Nadie puede romper el santo dogma de la
igualdad. Y ¿habrá esclavitud donde reina la igualdad?"
Condenaba con estas palabras a la relación económica esclavista,
entendía que no se podía avanzar en la formación de la nueva
república manteniendo la relación económica caduca que sustentaba a
la dominación española.
Sin embargo, perdió aquella su más importante batalla, no supo, el
vencedor de los españoles, librarse del cerco que le impuso la
neolígarquía y, aún teniendo la fuerza de su prestigio y de su
ejército, a pesar de tener de su lado el ímpetu libertario de los
pueblos, no consiguió establecer una nueva relación económica que le
diera base al nuevo espíritu libertario y sucumbió frente a la
coherencia teórica y práctica de la nueva dominación propuesta por
la neoligarquía representada en Páez y Santander. De esta manera el
torrente histórico liberador de estos pueblos se postergó, no
obstante, aparece protagonizando la pugna en los episodios más
relevantes de nuestra historia republicana. Se puede decir que
nuestra historia es la historia de la pugna entre los sueños
libertarios de Bolívar y los embates de las oligarquías por
ahogarlos.
Hoy aparece de nuevo la pugna histórica. Las palabras de Martí
tienen vigencia cuando se pregunta por el destino del Bolívar,
derrotado por sus antiguos compañeros convertidos en príncipes
oligarcas: "¿Adonde irá Bolívar? Y sentencia: ¡Al brazo de los
hombres para que se defiendan de la nueva codicia y del terco
espíritu viejo, la tierra donde será más dichosa y bella la
humanidad!
Razón tenía Martí, Bolívar está aquí en los brazos de los
latinoamericanos, para defender su ideal. Esta vez, el proyecto
Bolivariano está maduro, ha acumulado la experiencia de siglos de
lucha, se ha enriquecido con la teoría de los revolucionarios del
mundo. El reto es el mismo, Así como en la época de la independencia
fue derrotada la oligarquía española que representaba el enemigo
externo, hoy ha sido derrotada la oligarquía de hoy, agente del
enemigo externo de los sueños bolivarianos. Ahora tal como en
aquella época, surgió una neoligarquía que derrotó al Libertador,
surgen hoy los mismos designios de Páez y Santanderes, y el peligro
real de que los sueños sean nuevamente postergados.
El primer paso para no sucumbir en esta nueva confrontación es
reconocer los campos en pugna, establecer cómo se expresan hoy las
ideas de la restauración (Páez y Santander) y las ideas de la
liberación (Bolívar). De esta manera sabremos dónde poner el énfasis
de la lucha, reconoceremos el objetivo principal y no nos perderemos
atacando objetivos subalternos, que distraen y facilitan el avance
enemigo.
El bolivarianismo entiende que la mayor suma de felicidad y la mayor
suma de seguridad no es posible sin la integración humana de los
pueblos. Esto significa que es necesario, en primer lugar, el
desarrollo en la región de formas económicas que permitan esta
integración, es preciso avanzar hacia formas políticas, éticas,
sociales que armonicen con esa integración. Es decir, una economía
social que sustente una ética de la solidaridad y del deber social,
una sociedad organizada para la vida.
Por su parte, los restauradores neoligarcas de hoy, los neoPáez y
neoSantanderes, se aferran al desarrollo de formas económicas
antihumanas y mezquinas, anacrónicas, no sociales. A lo sumo
proponen formas de egoísmo colectivo que disfrazan de social, que
además conspiran contra la integración de los pueblos de la América
del Sur. Este planteamiento básico, tiene una expresión política
necesariamente contrarrevolucionaria, ya que no se compagina un
desarrollo mezquino capitalista, en cualquiera de su versiones, con
una forma política de participación popular, porque la economía
egoísta del capitalismo siempre será una forma solapada de
dictadura, porque tiene necesidad de mantener al pueblo ignorante,
reprimido.
La confrontación de 1830 se manifiesta nuevamente en la Venezuela de
la Revolución bolivariana, estamos seguros, que esta vez, los sueños
de Bolívar serán concretados.

Rumbo al Socialismo
Toby Valderrama – Alejandro Mena

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