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Caso. El Sr. Griñan disparó a su mujer y fue acusado de intento de asesinato, pero no se
le condenó, por haber apreciado locura en la sentencia. Fue llevado de la prisión a un
hospital psiquiátrico, en el cual se le obligó a estar ingresado. La enfermedad del Sr.
Griñan comenzó 10 años antes cuando comenzó a sospechar de su mujer porque
descendió su interés en el sexo. Comenzó a notar "pequeñas cosas" en el hogar y en las
conversaciones que fueron ampliando sus sospechas.
Por ejemplo, vio las palabras "Hotel Guadiana" escritas en el calendario de la cocina.
Había, además, un número que pensó que era de una habitación. El Sr.
Griñan se convenció poco a poco de que sus sospechas eran correctas y llegó a la
conclusión de que su mujer le era infiel. Más tarde creyó que su mujer estaba
embarazada de otro hombre y que ella estaba envenenando su comida para que se
quedara dormido por la noche y no mantuvieran relaciones sexuales. Incapaz de
soportar la infidelidad de su mujer por más tiempo, cogió un rifle del calibre 22 y
disparó sobre ella. Como resultado de esto, fue acusado de intento de asesinato, pero se
alegó locura en el momento del delito.
Antecedentes. El Sr. Griñan era el segundo de tres hermanos, su familia era de clase
trabajadora. Tanto su hermano mayor como su hermana pequeña estaban casados y
tenían hijos. Su nacimiento y su posterior desarrollo se consideraron normales. En el
colegio su capacidad era normal y estudió hasta los 12 años.
Cuando estaba en el colegio se interesaba muy poco por las actividades extraescolares, y
su posterior vida social era bastante limitada. Cuando tenía 20 años trabajó en una
fábrica, en la que era considerado un trabajador valioso. En el curso de su trabajo de la
compañía. Sus compañeros le consideraban como una persona tranquila y solitaria, y
también le describían como un trabajador consciente y que nunca se quejaba. El Sr.
Griñan nunca tuvo amigos íntimos y nunca tuvo una novia formal hasta que conoció a
su mujer en fecha indeterminada, cuando tenía unos 30 años. Anteriormente, su única
actividad sexual la había tenido a los 20 años con una vecina que estaba en los 50. Se
casó a los 31 años y tenía dos hijas de 15 y 9 años.
El padre del Sr. Griñan murió de un infarto de miocardio a los 69 años. Su mare murió,
4 años después, por una hemorragia cerebral, cuando tenía 68. Era descrita como una
mujer dura, dominante y crítica.
El Sr. Griñan no tenía dificultades económicas y, anteriormente, no había habido
indicios de un comportamiento agresivo o violento.
CASO Nº 21
Caso. La Sra. Vidal fue llevada a las urgencias hospitalarias por la policía. Había sido
encontrada en su coche, que estaba empotrado en un árbol y casi destrozado.
La Sra. Vidal parecía que no estaba muy herida, estaba sentada en el coche con la radio
a todo volumen escuchando un programa de música popo Tenía una discusión muy
acalorada con el dic jockey, y le pedía, una y otra vez, que pusiera una canción llamada
"salva el mundo". El examen físico y las pruebas toxicológicas que se realizaron en el
servicio de urgencias no dieron resultados positivos.
El marido de la Sra. Vid al fue enseguida al hospital y explicó que en las últimas dos
semanas su mujer no había dormido nada y que se había mostrado cada vez más
eufórica, irritable y habladora. Además, dijo, le había dicho que oía voces y había
tratado de convencerle de que ella podía comunicarse con cualquier persona que ella
deseara, aunque fueran seres extraños de otros planetas, con sólo mandar y recibir
mensajes mentales cifrados. El marido había intentado llevarla él mismo al hospital,
pero se le escapó en el coche.
Antecedentes. La Sra. Vidal creció en una ciudad industrial donde su padre trabajaba en
una fábrica de automóviles. Destacó en el colegio y, posteriormente, estudió
secretariado. No tuvo problemas para encontrar trabajo, pues era una mujer muy
competente, sociable y con facilidad para tratar a los demás. Era muy apreciada por sus
jefes y por sus compañeros. Tras 5 años de trabajo fue ascendida a jefe de departamento
de personal. Se casó cuando tenía 24 años y todavía no tenía ningún hijo.
A los 25 años, tuvo una crisis nerviosa. De manera brusca se sintió deprimida, sin que
hubiera ninguna razón aparente para ello. Al mismo tiempo, perdió su capacidad de
concentración y su apetito, y sólo podía dormir muy pocas horas por la noche. Se sentía
como controlada por una especie de poder o de fuerza de manera que sus actos y sus
pensamientos estaban fuera de su control, así como que se clavaba clavos a través de sus
manos y pies y que en su cráneo empezaban a introducirse espinas. Oía voces que
hablaban entre sí y comentaban todo lo que le sucedía. Las voces parecían bastante
amigables y trataban de consolarla diciéndole que Cristo había sufrido los mismos
dolores que ella y que había sido escogida para salvar al mundo. Al principio, la Sra.
Vidal había sido tratada con un antidepresivo, pero su situación había empeorado.
Después fue tratada con neurolépticos y respondió muy bien a esta terapia. Tres
semanas después fue dada de alta. El tratamiento con neurolépticos fue mantenido
durante un tiempo, mientras se iba reduciendo la dosis, hasta llegar a suprimirlo.
Los padres de la Sra. Vidal gozaban de buena salud. Tenía un hermano que era maestro.
No había antecedentes de trastorno mental en la familia. No fumaba, no tomaba drogas
y no tomaba bebidas alcohólicas, con la excepción de algún vaso de vino en alguna
ocasión.
El Sr. Vidal describía a su mujer como una persona totalmente normal y no tenía
ninguna explicación para justificar el episodio actual o la crisis nerviosa que había
tenido con anterioridad.
Hallazgos en la exploración. La Sra. Vidal tenía una buena orientación en tiempo, lugar
y persona. Se encontraba muy animada y hablaba sin parar, aunque de manera
completamente incoherente. Se reía y le gastaba bromas a los médicos y a las
enfermeras; también decía que podía oír lo que estaban pensando. Explicó que tenía
poderes sobrenaturales y que hablaba y actuaba bajo el control de una fuerza externa
que la había poseído y que dirigía sus actos y le decía lo que tenía que hablar. Le había
sido encomendada la misión de acabar con todas las guerras del mundo. Ello era, según
explicaba, porque escuchaba obedientemente las voces que había en su cabeza, las
cuales le inducían a usar sus poderes telecinéticos para contactar con el
presidente de los Estados Unidos, con el Papa y con otros líderes mundiales. Las voces
comentaban de manera favorable todo lo que hacía. También dijo que estaba recibiendo
mensajes especiales a través de la televisión y de la radio y que era capaz de enviar sus
mensajes a todo el mundo como si fuera una emisora de radio.
Las exploraciones físicas que se le fueron haciendo no pusieron de manifiesto ninguna
anomalía, así como los análisis de sangre, las pruebas de la función tiroidea, el
electroencefalograma y el escáner cerebral.
Resolución del caso. La Sra. Vidal fue tratada con una combinación de dos
antipsicóticos (30 mg de haloperidol y 100 mg de levomepromacina) durante la primera
semana. La segunda semana recibió la mitad de la dosis. Después de esto todos los
síntomas desaparecieron y fue dada de alta, manteniendo la medicación.
Durante un mes estuvo yendo una vez a la semana al ambulatorio mientras se le iba
reduciendo la medicación, hasta retirarla totalmente. Seis meses después del inicio de su
episodio de ideas delirantes continuaba sin ningún síntoma. Se le aconsejó que tomara
litio pero se negó a ello ya que quería quedarse embarazada.
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CASO N o 22
La Sra. Valle es una bibliotecaria española de 32 años. Está casada y acaba de tener un
hijo.
Hace muy pocos días que dejó la maternidad.
Caso. La Sra. Valle ha tenido que ser llevada, en contra de su voluntad, a la unidad de
psiquiatría de un hospital, porque está muy excitada y se comporta de manera
irresponsable y extraña. Su problema ha ido en aumento desde que dejó la maternidad
hace unos 10 días.
La Sra. Valle está casada desde hace 10 años y, finalmente, ha logrado tener un hijo. El
embarazo y el parto han sido normales y sin complicaciones. El niño está totalmente
bien desde el primer día de su nacimiento y todo se está desarrollando normalmente.
Cuatro días después del parto, la Sra. Valle fue dada de alta de la maternidad. Cuando
llegó a su casa, parecía que estaba muy excitada y se mostraba enormemente irritable.
Acusó a su marido de que tenía el termostato de la calefacción de la casa demasiado
bajo, aunque, lar realidad, era que hacía muchísimo calor. Tenía acaloradas discusiones
con su madre sobre la forma de usar los pañales y, finalmente, perdió los nervios y echó
a su madre de casa cuando ésta quiso coger al niño en brazos. La Sra. Valle hablaba y
gritaba continuamente, por lo que se había quedado casi afónica. No hablaba más que
sobre su parto, aunque fueran cosas sin importancia, y sospechaba que podía haber
existido una cierta falta de atención. Telefoneó a sus amigos, a sus parientes y a la
clínica, quejándose de que el trato que había recibido había sido pésimo.
Estaba continuamente moviéndose de un lado para otro y no dejaba al niño en paz. Le
cambiaba los pañales o le lavaba de continuo, pero muchas veces se distraía en medio
de su actividad, dejaba de atender al niño y parecía que olvidaba todo lo que estaba
haciendo. A veces trataba al niño de manera brusca, le gritaba e, incluso, le daba unos
azotes cuando lloraba. La Sra. Valle dormía mal y sólo durante unas pocas horas.
También comía muy poco porque estaba siempre muy ocupada y no tenía tiempo para
acabar. A veces, parecía que estaba un poco trastornada; por ejemplo, miraba al
termostato para ver qué hora era. Hacía té sin razón aparente o se ponía a conversar con
un presentador de la televisión. No quería oír ni hablar de que tenía un problema mental,
y se negaba a ver al médico de atención primaria, que era lo que quería su marido. Por
fin, el médico decidió que había que in gres aria en una unidad de psiquiatría, quisiera o
no quisiera.
Hallazgos en la exploración. Cuando fue ingresada, la Sra. Valle estaba muy enfadada y
rehusó ser explorada o entrevistada por ningún médico. Hablaba de manera incesante,
en voz alta y con malos modales. Hablaba de cualquier cosa, pero no hilvanaba sus
pensamientos; decía que, de cuando en cuando, olvidaba parte de lo que pensaba decir.
Continuamente se distraía con los ruidos y con las pequeñas cosas que ocurrían
alrededor de ella. No podía permanecer sentada y caminaba sin descanso, dando vueltas
por la habituación. Intentó salir del cuarto por la ventana y se volvió muy agresiva
cuando se le dijo que no podía marcharse.
No había pruebas de que tuviera ideas delirantes o percepciones anormales.
Estaba totalmente bien orientada en tiempo, espacio y personalmente.
Resolución del caso. Al poco tiempo, la Sra. Valle fue convencida para que siguiera un
tratamiento con haloperidol, 10 mg diarios. Al cabo de una semana sus síntomas fueron
disminuyendo de manera gradual. El tratamiento se cambio entonces a carbonato de
Litio, y pasadas otras dos semanas, se encontraba totalmente normal y era capaz de
hacerse cargo de su hijo. Fue entonces dada de alta, pero se le aconsejó que siguiera el
tratamiento de mantenimiento con litio.
CASO N° 23
Yolanda es una española de 27 años que está casada pero que no tiene hijos. Es
enfermera en un hospital materno infantil de Alejandría.
Caso. Yolanda fue llevada al centro psiquiátrico por su marido ya que estaba muy
excitada y hablaba en exceso. Después de haber estado discutiendo con su marido hacía
4 días, Yolanda dejó su hogar, muy enfadada, y se fue a la mezquita donde estuvo toda
la noche llorando. Cuando volvió a casa, por la mañana, su marido se quedó anonadado
al decirle que había estado toda la noche en la mezquita y que podía irse a vivir allí. Se
fue entonces a casa de su madre, pero parecía que se encontraba cada vez más
trastornada. Estaba muy agitada, no podía dormir, hablaba incesantemente y no quería
comer. Rezaba continuamente, aparentemente de manera muy fervorosa, pero mezclaba
las frases de unas oraciones con las de otras sin que se diera cuenta. Casi todas sus
conversaciones se ceñían a temas religiosos y al rezar en voz alta, acusaba a muchísima
gente de pecar y de ordenarle que rezara por ellos. Su madre llamó al marido de Valle y
le dijo que lo que pasaba era responsabilidad suya. Como Valle se negaba a seguir
ningún tratamiento, su marido la llevó al hospital, aunque en contra de su voluntad.
Antecedentes. Yolanda se había casado en segundas nupcias dos años antes de que
apareciera este problema. Su marido, de 34 años, era un musulmán muy devoto que
trabajaba en una empresa de automóviles. No tenían hijos y esto era el origen de ciertas
desavenencias matrimoniales. El primer matrimonio de Yolanda tuvo lugar cuando tenía
21 años y sólo duró unos meses, ya que su marido tuvo que ir a trabajar a un país lejano
y perdieron todo contacto.
Cuando Yolanda fue ingresada en el hospital, su padre, de 54 años, y su madre, de 56
años, están bien. Yolanda era el quinto hijo de una familia de 2 chicos y 4 chicas.
Yolanda era muy devota desde muy pequeña. A los 7 años aprendió el Corán y
memorizó muchos de sus versículos. Tenía una bella voz y, a menudo, era invitada a
cantar en algunas reuniones. Era una buena intérprete, y aquello le hizo ganar muy
buenos amigos, que estaban orgullosos de lo bien que cantaba y bailaba. Se podía decir
que era el centro de atención de las fiestas. Era una mujer enérgica y, generalmente,
optimista, aunque admitía que a veces se encontraba deprimida. No había antecedentes
de enfermedades mentales en su familia. A la edad de 2 años, Yolanda tuvo un largo
episodio de depresión después de la disolución de su primer matrimonio. Se encontraba
mal, con pérdida de autoconfianza, se mantenía aislada y no quería cantar o ir a las
fiestas. Tenía dificultades para conversar, se despertaba muy pronto, se levantaba muy
temprano, se sentía muy cansada, había perdido el apetito y había disminuido su peso. A
pesar de todo esto, pudo realizar bien su trabajo y solamente algunos días se encontró
tan mal que tuvo que dejar de trabajar. No quiso ir al médico y a los 6 meses fue
mejorando de manera gradual, recuperando su humor de siempre y su capacidad de
levar a cabo sus actividades como antes. Yolanda estuvo implicada en un accidente de
tráfico cuando tenía 7 años y se fracturó un brazo. Tenía bocio, con un nódulo palpable
en el lóbulo tiroideo izquierdo.
La Sra. Rodríguez tiene 33 años y vive en Mallorca, Espafía. Está casada y trabaja
como secretaria en el bufete de abogados de su marido.