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Acción silenciosa
Llamamos seguridad al estado que casi todos buscan, mas esa no es la palabra que
mejor traduce lo que experimentamos al contactar los niveles espirituales. En esos
niveles de consciencia todo es tan dinámico que no existe la estabilidad o la
tranquilidad como normalmente las entendemos.
Maestro, ¿No ves que mi hermana me deja sola con el servicio de la casa? Dile,
pues, que me ayude.
Jesús respondió:
Marta, Marta, andas inquieta con muchas cosas, más una sola cosa es necesaria.
María escogió la mejor parte, y esta jamás le será arrebatada.
En ese breve episodio, vemos la importancia de la quietud, del silencio y la soledad
para encontrar la "mejor parte". ¿Seria ella la seguridad buscada hoy en día y no
encontrada exteriormente? En verdad, esa actitud contemplativa puede no sólo
llevarnos al equilibrio, sino a nuestra verdadera acción y a nuestra meta en la vida,
que no siempre conocemos. Consecuentemente, la quietud posibilita no sólo vivir
bien, sino además ser útiles en el mundo en está época tan carente de tantas cosas
y valores.
¿Pero como puede alguien ser útil estando quieto? Esa es una de los más preciosos
descubrimientos que una persona puede hacer.
Dicen que fueron los dos mil monjes silenciosos, contemplativos, habitantes de las
grutas del Monte Athos, que hace mil años garantizaron, con su irradiación
espiritual, que el planeta no se desintegrase en medio de los ataques de ciertas
fuerzas caóticas alimentadas por la dispersión en que vive casi toda la humanidad.
¿Que significa una actitud silenciosa? ¿Silencio es sólo quedarse callado, sin decir
nada? ¿Es mutismo? Si fuese así, ambas mujeres del episodio bíblico podrían ser
consideradas silenciosas, pues no estaban conversando. Pero, la verdad, el silencio
es más que eso. Marta, que observaba a la otra y la criticaba mentalmente, por
más que estuviese callada, no estaba silenciosa. María, que permanecía sentada y
no trataba de controlar a la hermana, ella, sí, estaba silenciosa y según Jesús,
escogiera la mejor parte. El silencio es un estado interno en que no hay criticas, ni
deseos, ni cobranzas o interferencias.
Quien es de ese modo solitario reúne en sí energía, pues toda su potencia esta
concentrada en el interior del ser y es irradiada para el mundo como un bálsamo o
como un poder de reconstrucción.
Expansiones
La lección que nos da la respuesta de Jesús es que la única cosa necesaria es estar
quieto, silencioso y solo, aunque como María, conviviendo con otros. ¿Y como
conseguirlo? Abandonando intereses personales y egoístas, y pasando a intereses
más amplios; colocando las necesidades de otros, de grupos y del planeta en que
vivimos por sobre las necesidades personales, que ni siempre son verdaderas, sino
productos de hábitos y vicios.
La etapa deseada
Sintiendose en casa dentro de si, María no deseaba construir ninguna casa. Su ser
era libre para vivir en cualquier lado.
Por estar en quietud y unida, no necesita observar a Marta y a sus acciones. En ella
no hay critica, no hay deseos, ningún tipo de cobranza en relación al prójimo.
María, que practicaba la única cosa necesaria, por más que permaneciese allí
sentada no estaba inerte. Segura, entera en lo que vivía, sin exigencias, se
mantenía en paz, estable en los niveles superiores de su consciencia. Así como
estaba sentada, podría estar barriendo, cocinando, lavando, o ejecutando cualquier
otra tarea externa, pues la única cosa necesaria no es lo que hacemos
prácticamente, más la actitud de silencio interior, la quietud y la soledad en todas
las actividades que realizamos.
Así nos preparamos para acciones que pocos están aptos para cumplir, acciones que
exijan imparcialidad, no involucrarse con situaciones externas, precisión y entereza
en la ayuda al mundo y a las personas.