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La temperatura, por el contrario, no es una cantidad de algo.

Es un número que
representa la condición de un sistema físico. En termodinámica, se conoce como
una cantidad “intensiva”, en contraste con cantidades como energía, que tiene
una propiedad aditiva, a la que en termodinámica llamamos “extensiva”.

Un ejemplo de algo que se comporta “intensivamente” sería el porcentaje de grasa


en la crema de una jarrita. Si uno pone juntos el contenido de dos jarritas de crema
con 10% de grasa cada una, uno no obtiene un 20% de grasa. La proporción de
grasa es la misma: 10%, aunque uno tenga el doble de la cantidad de crema. De la
misma manera, si uno tiene dos cajas idénticas con la misma energía y la misma
temperatura, y las une entre sí, la doble caja resultante tendrá el doble de energía
– pero no tendrá el doble de temperatura. No existe una cantidad de temperatura;
sólo mide la condición o el estado del contenido en la caja. Un número no necesita
representar una cantidad de nada. En algún sentido, la gente sabe esto porque
“temperatura total” les suena mal. No tenemos equilibrio termodinámico en el aire,
pero tenemos un equilibrio local, de manera que es como si cada punto en el aire
fuese una pequeña caja separada.

Pegado de <http://www.mitosyfraudes.org/Calen5/Promedios.html>

El niño debe comparar la cantidad intensiva de azúcar desde la siguiente situación:


tres vasos con igual cantidad de agua y una cucharada de azúcar (V1, V2, V3); se
vierten V1 y V2 en un cuarto vaso originalmente vacío; se compara la dulzura
del V4 con la del V3 que se dejó intacto.

En este contexto, las investigaciones sobre los objetos sociales que el sujeto
asimila, pueden verse desde los trabajos de Strauss (1983), quien estudia el
problema de la comparación de razones matemáticas en términos de las funciones
directa, inversa, de proporcionalidad y cantidades intensivas; esta última no es
igual a la extensiva, implica cualidad y proporcionalidad, mientras que la extensiva
equivale a la sumatoria de todos los elementos implicados.
Strauss (1983) encontró que frente a un problema de cantidad intensiva, los niños
hacia los 4 años lo resolvían relativamente con éxito (65%); a los 6 años sólo lo
resolvía el 15%, y hacia los nueve o diez años un porcentaje del 55% daba una
respuesta efectiva; detrás de cada ejecución se tenía un patrón de razonamiento

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distinto, como él lo denominaba, o mejor, una representación y unos
procedimientos del problema diferentes.
En efecto, el niño pequeño tiene un gran éxito porque resuelve el problema desde
el patrón representacional que rezaría así: azúcar y agua da como resultado agua
dulce; el niño entre 9 y 10 años utiliza uno que diría hipotéticamente: más agua da
como resultado menos dulce; mientras que el niño mayor utiliza otro que expresar
ía: más azúcar igual más dulce, más agua igual menos dulce, si las cantidades de
azúcar y agua son proporcionales, queda igual de dulce.

Las cantidades extensivas (1 + 1= 2 de azúcar, sin tener en cuenta que hay una
proporción en el agua) van a conducir en un segundo momento a pensar y resolver
el problema de manera errónea, como los sujetos de Inhelder (1984), que en un
segundo momento equilibraban los bloques sobre el centro geométrico sin éxito;
ulteriormente se va a integrar la función directa con la inversa y las proporciones,
para permitir que la cantidad intensiva, es decir, la cualidad, no se altere y el
problema sea resuelto correctamente.
El niño escolar ha aprendido la suma y la sustracción, la función directa y la
inversa, además se enfrenta desde muy temprano con las proporciones, los
contenidos como la dulzura, la temperatura y ciertas transformaciones que hacen
parte de la vida cotidiana y del juego.
¿Qué ocurre entre los 5 y 6 años?
Lo que parece suceder es que su conocimiento se afecta por los contextos y las
condiciones de producción naturales y es en este sentido que la realidad que va a
ser asimilada se constituye desde la cultura y, en el caso de nuestros niños, desde
la escuela, que sin duda ofrece a la asimilación un mundo de objetos previamente
existentes con significaciones sociales particulares, seguramente limitadas y poco
interesantes.

las cantidades intensivas se identifican porque son expresadas numéricamente


como una relación constante multiplicativa entre dos cantidades, no
necesariamente extensivas. ( Schwartz, 1988)Schwartz (citado por Maza Gómez,
1991 b) señala que las cantidades intensivas pueden ser de razón o de
cuantificador,

Jesús Ibañez: las medidas de la sociedad

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b.l) Cantidad intensiva

La podemos definir desde las clases y desde las relaciones. Desde las clases:
supongamos la clase A (obreros) y la clase B (obreros textiles), la segunda
encajada en la primera («A<B»); esta relación nos permite distribuir el conjunto A
en dos subconjuntos, B y B' (su complementario: obreros no textiles).
Hay reflexividad (los textiles son textiles), antisimetría (todos los textiles son
obreros pero no todos los obreros son textiles) y transitividad (si los de «Fabra y
Coats» son textiles y los textiles son obreros, los de «Fabra y Coats» son obreros).
Lo único que sabemos es que la parte es menor que el todo («B < A n B ' < A»); no
sabemos si una parte es mayor o menor que otra parte (si hay más o menos
textiles que no textiles). Desde las relaciones: supongamos la relación a (Juan está
subordinado a Pedro) y la relación d* (Pedro está subordinado a Luis). Hay
reflexividad (Juan está subordinado a Juan), antisimetría (si Juan está subordinado
a Pedro, Pedro no está subordinado a Juan) y transitividad (si Juan está
subordinado a Pedro y Pedro está subordinado a Luis, Juan está subordinado a
Luis). De la transitividad se deduce que Juan está subordinado a Luis (a-\-aJ — b).
Sabemos que hay más diferencia entre Juan y Luis que entre Juan y Pedro, pero no
sabemos cuánta más diferencia hay (como antes sabíamos que había más obreros
que de «Fabra y Coats» pero no sabíamos cuántos más había).
La cuantificación intensiva sólo admite las cantidades: uno, todos, algunos,
ninguno. Es propia del cálculo lógico, pero no del cálculo matemático 10. Esto
ocurre porque tratamos con propiedades no aditivas (en el campo de las relaciones)
o porque, tratando con propiedades aditivas, no tenemos suficiente información
sobre la extensión de los conjuntos (en el campo de las clases).
La «subordinación» es una propiedad no aditiva; no se pueden sumar las
subordinaciones (no tendría sentido decir que la subordinación de Juan a Luis es
igual a la subordinación de Juan a Pedro más la subordinación de Pedro a Luis). La
masa, por ejemplo, es una propiedad aditiva; la masa de un camión cargado es
igual a la tara ( = camión vacío) más la carga. La densidad, por ejemplo, es una
propiedad no aditiva; si el hierro flota en mercurio y no flota en agua, podemos
decir que el mercurio es más denso que el agua, pero si añadimos agua y mercurio
(como hemos añadido la tara y la carga) no obtenemos un líquido de densidad igual
a la suma de las dos (de hecho, si se mezclaran, la densidad sería intermedia entre
las dos densidades).
Para que la medición intensiva sea posible, además de reflexividad, antisimetría y
transitividad debe darse la siguiente relación n : ( 2) (A<B) U (A>B) U (A = B): o

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una u otra de estas relaciones. No hay tercero posible; o es igual o no es igual, y si
no es igual, o es menor o es mayor.
A nivel ordinal (nivel uno de medida) se produce una medición intensiva.

Deleuze: cuatro lecciones sobre Kant

Pero lo real en el espacio y en el tiempo no tiene solo una cantidad extensiva,


también tiene una cantidad intensiva. ¿Qué es una cantidad intensiva? Lo que llena
el espacio en tal o cual grado.
Vemos enseguida la diferencia entre cantidad extensiva y cantidad intensiva puesto
que un mismo espacio extensivo podrá ser igualmente llenado en grados diversos.
Ejemplo: el mismo espacio puede ser llenado por un rojo más o menos intenso, el
mismo cuarto puede ser llenado por un calor mas o menos intenso, el mismo
espacio puede ser llenado por una materia más o menos densa

...los dos caracteres fundamentales de la cantidad intensiva según Kant -y eso será
muy importante para todas las posteriores teorías de la intensidad-, son, primer
carácter, la aprehensión de una cantidad intensiva es instantánea, es decir que su
unidad no viene de la suma de sus partes sucesivas, la unidad de una cantidad
intensiva cualquiera es aprehendida en el instante. Lo que quiere decir que cuando
yo digo hacen treinta grados, el calor treinta grados no es la suma de tres veces
diez grados, es al nivel de las cantidades extensivas que treinta es 10+ 10+ 10,
pero treinta grados no lo es tres veces, un calor de treinta grados no son tres
calores de diez grados. En otras palabras, las reglas de la adición, de la sustracción
no valen para las cantidades intensivas.
La aprehensión de la unidad de una cantidad intensiva cualquiera se hace en el
instante.

Segundo carácter: la multiplicidad contenida en una multiplicidad intensiva no


remite a una sucesión de partes exteriores las unas a las otras, pero remite a una
aproximación variable del grado cero. Puedo decir que cada vez que hay algo que
llena el espacio y el tiempo, yo diría, o más bien Kant diría, que nos encontramos
frente a una intuición empírica. Pero en la medida en que eso que es dado a una
cantidad intensiva, es decir un grado, lo cojo en una relación en su producción a
partir de cero, o su extinción... o lo real que llena el espacio y el tiempo, desde el
punto de vista de su cantidad intensiva está cogido como producto a partir del
grado cero o como apagándose es decir alcanzando el grado cero.

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Interesante: rastrear la diferencia entre energía y dinamis (según algunos autores
la primera estaría más en relación a la fuerza y causa externa, en cambio dinamis
tienen que ver con el poder de autoengendramiento -causa inmanente generativa-.
Estos dos conceptos no son opustos, ni alternativos: la dinamis subsume la energía
(como punto de vista económico, exterior y estandarizado) del mismo modo que la
complejidad envuelve a la simplicidad como foco restringido)

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