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El Desafío Digital
Guillermo Cerceau
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Para Francisco Vázquez,
Socio Director de KPMG Venezuela,
con quien tuve el privilegio de trabajar
en los últimos diez años.
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Introducción
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Introducción
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La tecnología de la información, las computadoras
y las telecomunicaciones, Internet y Windows, son
parte de la gran transformación tecnológica que co-
menzó al finalizar la última guerra mundial (de he-
cho, fue iniciada por esta guerra) y que ha hecho
eclosión en este nuevo siglo. Esta tecnología puede
realmente ayudar a la humanidad, a las empresas e
instituciones y a los individuos a ser más producti-
vos, a trabajar mejor y a lograr una vida más plena.
De sus múltiples ventajas ya se ha hablado dema-
siado, pero lamentablemente muy poca reflexión
existe, fuera de las publicaciones académicas, so-
bre sus problemas, inconvenientes y peligros.
Adicionalmente, la mayoría de quienes critican la tec-
nología, como nuestro célebre poeta Juan Liscano,
lo hacen desde una perspectiva totalmente negati-
va, muchas veces con argumentos irracionales.
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En este libro se dan cita textos de diversa proce-
dencia y concebidos originalmente para públicos y
situaciones diferentes. Algunos, los más extensos,
son ensayos producto del insomnio o de la chispa
que enciende en nosotros alguna idea ajena, el co-
mentario de un compañero de trabajo o la noticia
arbitraria que recoje un periodista. Otros son artí-
culos de prensa (en su mayoría publicados en
Internet World durante el año pasado). Hay tam-
bién algunas conferencias dictadas en universidades,
cámaras de industria y comercio y otras audiencias.
El resultado, aunque heterogéneo, de alguna mane-
ra refleja una visión de la tecnología y su sentido
dentro de nuestra sociedad, por una parte, y mis
obsesiones personales con ciertos temas cuyo hilo
conductor es la tecnología de información.
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más lúcidos. Pienso en Theodore Rosnak y Langdon
Winner.
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constituye una posición de deferencia ab-
soluta, que los seres humanos jamás han
asumido en relación con las tecnologías
del pasado.
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la máquina a su voluntad. Como un genio
de la informática dijo a Steven Levy, que
ha escrito la mejor historia de los prime-
ros fanáticos, hubo un día en que «de
pronto me di cuenta» de que «el ordena-
dor no era tan inteligente. No era más
que una bestia estúpida que obedecía ór-
denes, que hacía lo que le ordenabas si-
guiendo exactamente el orden que tú de-
terminabas. Podías controlarlo. Podías
ser Dios».
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Optimismo y Pesimismo
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zar la episteme o conocimiento públicamente com-
partido. Sin embargo, es mi convicción que aún no
estamos preparados para un análisis profundo, que
el desarrollo tecnológico ha sido tan vertiginoso, que
no ha dado tiempo a un análisis científico que dé
cuenta del mismo y que a la vez nos permita pensar
el problema. Debemos, por ahora, conformarnos
con tratar de atisbar detrás de los fenómenos, de
sus formas y contornos, y sin quedarnos en la mera
crítica del llamado post-modernismo o aun de la
fenomenología, hacer un esfuerzo por detectar las
líneas subterráneas sobre las que se apoya lo que
vemos. Pero siempre convencidos de las limitacio-
nes de este intento, por lo prematuro, por la falta de
herramientas conceptuales, por la carencia de una
perspectiva que sólo brindan los años y a veces los
siglos, y finalmente, por lo omnipresente del fenó-
meno, que nos recibe en nuestras casas, nos trans-
porta al trabajo y nos brinda entretenimiento casi
sin solución de continuidad.
Conclusión personal
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A medida que fuimos creciendo y comprendiendo,
fuimos descubriendo que muchas de nuestras certe-
zas eran meras ilusiones, enmascaradas con razo-
namientos geniales a veces, absurdos otras; más tar-
de comprendimos, con amargura, que incluso mu-
chos de nuestros ideales eran formas disfrazadas de
frustraciones, engaños con los que nuestra inmadu-
rez o nuestra estupidez nos ayudaba a que tuviéra-
mos una mejor imagen de nosotros mismos.
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sar de mí mismo, me encuentro sin darme cuenta en
el bando de los pesimistas. No duro mucho allí: muy
pronto retorno al justo equilibrio, a la cauta espe-
ranza, a la apuesta por el bien que, aunque carezca
de sostén científico o de rigor metafísico, es lo úni-
co que le permite al alma conservar su cordura.
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Comunicación Humana y Tecnología
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Comunicación Humana y Tecnología
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Tal vez la primera tecnología de comunicación sufi-
cientemente compleja como para que nos ocupe-
mos de ella fue la escritura, inventada en tiempos
remotísimos, que nos sirven convencionalmente para
separar nuestra Historia de la llamada prehistoria.
No sabemos si los chinos o los sumerios o algún
pueblo europeo de la época neolítica tiene la priori-
dad sobre este invento, pero para los efectos de
nuestra cultura occidental, no sería del todo inexac-
to pensar en los egipcios, los fenicios o los distintos
pueblos semitas que habitaban el Medio Oriente. La
leyenda griega habla de Cadmo, un fenicio posible-
mente imaginario, pero Heródoto y el consenso cul-
to de la época clásica más bien prefieren derivar su
escritura, entre otros artefactos culturales, de los
egipcios, pueblo antiguo y fuente de asombro para
nuestros padres civilizatorios.
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tura y, hoy, en los inicios del siglo XXI, siglo emi-
nentemente tecnológico, hace eclosión y se nos pre-
senta no ya como un conjunto de opiniones, sino
más bien como un problema, que algunos conside-
ran crucial.
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logos y las realidades efectivas que producía la tecnología
en el campo de la comunicación humana, de sus posibili-
dades de verdad, de su encarnación en un mundo libre de
violencia y de las arbitrariedades que caracterizaron a los
tiempos anteriores, generó una crítica muy profunda de
los medios de comunicación. Teodoro Adorno, Walter
Benjamin y más tarde McLuhan, Paul Virilio y otros, de-
dicaron su esfuerzo intelectual a designar y enfatizar
esta distancia, y más allá de las divergencias obvias
entre estos autores, todos ellos vieron con profun-
do recelo el crecimiento acelerado de la comunica-
ción electrónica y desde sus diferentes perspecti-
vas, criticaron y llamaron a la reflexión sobre este
tema.
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a la comunicación. Esa es su razón de ser. En ella la
relación entre la comunicación humana y la tecnolo-
gía es similar al caso del teléfono, que no sirve para
otra cosa, más que al del automóvil, donde la co-
municación es casi un efecto secundario.
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rio. Por ejemplo, si el usuario es un hombre moreno
que decide ser visto como una mujer rubia, vestida
de walkiria y con voz de María Callas, así lo verán
quienes se encuentren con ella/él en el cyberespacio.
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Sueño y Vigilia,
Reflexiones sobre las tecnologías de la
Realidad Virtual
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Sueño y Vigilia,
Reflexiones sobre las tecnologías de la
Realidad Virtual
Marc Augé
La Guerra de los Sueños
I
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tas, y de la indudable utilidad que puedan llegar a
tener en el entretenimiento, la educación o incluso
en los negocios, por ahora se trata más bien de ju-
guetes acompañados de promesas un poco exage-
radas por una parte, y de investigaciones de muy
alto nivel cuyo verdadero sentido y profundidad son
completamente desconocidos para el gran público
ya que generalmente están ligados a aplicaciones
militares y a los grandes contratistas de los países
avanzados.
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y erudición, como Erick Davis en su célebre
Techgnosis, que se ha convertido en una referencia
obligada del mundo cyber.
II
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ca de la realidad del mundo se planteó mucho más
tarde, y desde una posición que generalmente se
sustentaba en la lógica. Existieron, para ser justos,
consideraciones de carácter religioso, como las de
los gnósticos, los neoplatónicos y otros grupos filo-
sófico-religiosos, pero estas pueden (y han sido) con-
siderarse como derivadas de especulaciones orien-
tales mucho más antiguas, como se dice incluso de
Platón y de muchos griegos anteriores a él.
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Prigogine, Bohm, Pribram, Morin), la oposición en-
tre estas dos corrientes ha dejado de tener sentido,
y los propios conceptos que la sustentaban, las
“ideas” o la “mente”, por un lado, y la “materia”,
por el otro, se han vuelto problemáticos, y en algu-
nos casos han perdido toda su utilidad para el pen-
samiento. Si todavía se usan, es un poco como usa-
mos la palabra desastre para indicar un accidente, y
no porque nos atengamos a su significado original,
que es “no contar con el favor de las estrellas”.
III
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Cuando hablaba del problema en Occidente nom-
bré a Berkeley. Viene ahora a mi memoria una cita
de Borges, que dice más o menos así: “Hume notó
para siempre que los argumentos de Berkeley
eran irrefutables y que no producían la menor
convicción”. Lo interesante de esta cita, aparte del
juego erudito del autor y de su trasfondo irónico, es
que en un sentido literal, es verdad, al menos entre
los occidentales.
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posibilidades: la primera es que nosotros también
pudiéramos ser el sueño de otro; la segunda, más
terrible aun, es que esta cadena de seres que sue-
ñan (y dan vida) a otros pudiera no tener fin. Abre
la puerta a la recursividad de lo irreal, quizás su
forma más inquietante.
IV
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- Un leñador soñó que había matado un
ciervo y olvidó dónde lo había escondido
y ahora yo lo he encontrado. Ese hombre
sí que es un soñador.
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creiste que era verdad. El otro encontró
el ciervo y ahora te lo disputa, pero su
mujer piensa que soñó que había encon-
trado un ciervo. Pero como aquí está el
ciervo, lo mejor es que se lo repartan.
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pincel y escribió al pie del pilar central:
El Buda contestó:
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mariposa o una mariposa que estaba soñando ser
Chuang Tzu”, lo cual demuestra que este tipo de
consideraciones son muchísimo más antiguas en el
Extremo Oriente de lo que pudiéramos sospechar
leyendo su literatura medieval.
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quien ya mencionamos), los libros de Mark Pesce y
muchos otros, que han tratado de darle al tema una
visión más profunda.
VI
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mente del terreno de la ciencia y de la lógica, por
las razones que ya explicamos.
Obras consultadas:
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VRML para Internet, de Mark Pesce. Prentice Hall, 1995
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El nuevo nomadismo y los dispositivos
portátiles
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El nuevo nomadismo y los dispositivos
portátiles
Jacques Attali
Magia y tecnología
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momento fueron muy populares, cómo se han equivoca-
do estos profetas modernos.
Nomadismo
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que estructurarán un nuevo orden económico,
social y cultural.” Basta echar un vistazo a las ci-
fras de ventas de los laptops, los PalmPilots, y la
infinidad de gadgets que han proliferado en los últi-
mos años, así como observar los cambios en nues-
tros lugares de trabajo o en nuestros hábitos, pro-
ducidos por algunos de estos dispositivos, para ver
cuán exacta ha resultado esta observación.
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sible las elucubraciones de Alvin Toffler, Bill Gates
y el resto de los profetas de la sociedad de la infor-
mación.
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bolsillos llenos de papelitos que inevitablemente se
extravían en las lavanderías o en el escritorio. En
Techgnosis, Erik Davis comenta: la tecnología ex-
tiende nuestros poderes creativos amputando
nuestros poderes naturales. 4
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Un ejemplo interesante
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te. Supongo que, conectado a la Web en forma
“wireless” , uno podrá eventualmente leer lo que
quiera sin moverse de un parque o de la playa, sal-
tar con un solo “click” de la Odisea a Internet
World. En ese caso, estaría dispuesto a abandonar
parcialmente mis prejuicios en favor de los libros de
papel tradicionales. Para nuestro nómada de los
próximos meses, la contemplación de una bibliote-
ca quizás no sea una de sus aspiraciones centrales,
y por menos de quinientos dólares puede llevar en
su morral todos los libros.
Un poco de inconsistencia
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Este objeto hipotético, este device imaginario, dará
trabajo a los educadores del mañana, quienes nos
enseñarán sus bondades ocultas y sus posibilidades
no soñadas. Le dará también trabajo a los teólogos
y filósofos quienes, cansados de un dios que no es-
cucha el clamor de tanta limpieza étnica y desechos
tecnológicos, invertirán su tiempo en profundas me-
ditaciones sobre el posible sentido de semejante
artefacto.
1
Todas las citas de Jacques Attali, incluído el epígrafe, pertenecen a
Milenio, Seix Barral, 1991
2
http://web.radiant.net/wreford/TAZ.html
3
http://www.burningman.com/
4
Erik Davis, Techgnosis, Harmony Books, 1998
5
Thomas A. Bass, Dress Code, revista Wired, abril de 1998
6
Steve Silberman, Ex Libris , revista Wired, julio de 1998.Ver también las
siguientes direcciones de Internet: http://www.softbook.com, http://
www.rocketbook.com, http://www.everybook.net
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Los sistemas de información: mitos y
realidades
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54
Los sistemas de información: mitos y
realidades
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los cristianos, usó su magia aprendida en la cábala
y creó un ser de barro, como hizo Dios en el Géne-
sis, y según las variantes de la historia, que hay mu-
chas, escribió una frase en la frente del homúnculo
o le dió de comer un rollito de papel con esta frase.
En cualquier caso, el Golem tomó vida y destruyó a
los enemigos de los judíos. Pero, como pasa a ve-
ces en las historias de ciencia- ficción y también en
los sistemas policiales modernos, algo salió mal, y
Golem comenzó a matar a quienes supuestamente
debía proteger. El rabino, gran sabio, cambio la frase
que había inscrito en la frente (o, me imagino, le dio
de comer un nuevo rollito), y el Golem se convirtió
nuevamente en barro y perdió su vida, la cual, ob-
viamente, provenía de este texto.
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vez llegamos al extremo del rabino de cambiar el
software para destruirlo, aunque esto también se
puede hacer. Por cierto que, según una de las va-
riantes de la leyenda, el rabino cambió sólo una le-
tra del texto que daba vida al Golem; esta sustitu-
ción fue suficiente para destruirlo. Creo que todavía
no existía la Programación Orientada a Objetos.
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escuelas de negocios norteamericanas que producir
algún conocimiento original. La sociedad de la in-
formación puede ser un concepto muy inocente, in-
cluso útil, si por ello queremos señalar una sociedad
en la cual las computadoras y todo tipo de disposi-
tivos computarizados y las telecomunicaciones son
omnipresentes, por lo menos en las empresas y en
los hogares de las clases medias y altas. En este
sentido, es un termino inocuo, es como llamar a los
años sesenta la sociedad de la minifalda, aunque
debo reconocer que una buena minifalda es más in-
teresante que una computadora.
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Negroponte (autor de Mundo Digital), “se mueven
bits en vez de átomos”. Esta afirmación errónea y
engañosa, acerca del funcionamiento de nuestra so-
ciedad tiene por objeto desvalorizar las actividades
de un sector mayoritario de la población, y darle
una importancia desmedida a la actividad “gerencial”,
a esa graciosa función que consiste en decirle a los
demás lo que deben hacer, motivarlos (no siempre
con la zanahoria) para que lo hagan, y quedarse uno
con los méritos.
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rían copiados y adaptados en Occidente, recopiados
nuevamente por los japoneses, en un círculo de co-
pias e imitaciones - lo que entre nosotros se llaman
refritos - para terminar finalmente siendo verdades
aceptadas por casi todo el mundo.
Pues bien, como se habrán dado cuenta, yo no creo
en “la sociedad de la información”. Tampoco lo
creen muchas personas cuya opinión tiene mucho
mas peso que la mía, por ejemplo el economista del
MIT Paul Krugman, quien en una serie de libros muy
lúcidos, y en sus artículos en varias revistas norte-
americanas se ha dedicado a desmitificar estos con-
ceptos.
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ca); aun si pudiéramos apropiarnos de todos esos
bytes que andan flotando por allí, en las enciclope-
dias multimedia, en Internet, en todas partes donde
alguien considere que debe regalar un CD, no ten-
dríamos el tiempo para digerirlos sin intoxicarnos.
Y en el supuesto de que lo hiciéramos, probable-
mente no nos serviría de mucho.
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Pero hoy más que nunca se imprimen kilómetros de
listados, múltiples versiones de la misma hoja de
cálculo. Cada vez que alguien necesita esa base de
datos con diez mil clientes la volvemos a imprimir.
No tengo a mano las estadísticas, pero en algún lado
leí que las compras de papel en las empresas alta-
mente computarizadas habían crecido en forma sig-
nificativa.
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Los consultores se han dado cuenta del problema.
Ahora (si no lo han visto, ya su profesora les habla-
rá de ello) se habla de Administración del Conoci-
miento. Jamás dos términos tan antitéticos - excep-
to en la palabra mitología, y no es casualidad - se
habían puesto uno al lado del otro. El conocimiento
no se puede administrar. El conocimiento no se pue-
de almacenar, transportar, fiscalizar, sellar o guar-
dar. Administración del Conocimiento es otra moda
gerencial que durará unos seis meses, como la
Reingeniería, la Calidad Total, la Sociedad de la In-
formación, y tantas otras que se inventan para ven-
der best sellers y que cuando ya los satisfechos del
planeta se cansan de ella, las exportan para que se
dicten talleres en el Tercer Mundo.
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formación. En general, pocas veces el cliente queda
satisfecho, porque el ciclo de desarrollo es apenas
unos días más largo que el ciclo de las expectativas
de los clientes. De vez en cuando, si se trata de algo
muy trivial, muy simple, muy puntual, algo que se
puede hacer en un par de semanas, el cliente queda
contento, el sistema funciona y alguien se beneficia
del mismo. Moraleja: no esperen mucho de sus sis-
temas, aprendan lo más que puedan de sus instru-
mentos informáticos: sus aplicaciones, su sistema
operativo, sus dispositivos como los modems, los
scanners y quien sabe que otra cosa esté de moda
mañana mismo.
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cias que, si se quieren enterar, asistan a una de mis
conferencias.
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san que van a gastar los Estados Unidos en adecuar
sus sistemas.
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mada tecnología, y tomar la responsabilidad ciuda-
dana que a cada uno le corresponde.
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La revolución de la información
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La revolución de la información
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das ellas, a su vez, sustentadas en una concepción
de la sociedad que tiende a destacar el papel de la
producción de “información” en desmedro de la pro-
ducción de bienes materiales. Puesto que pensamos
que esta visión de las cosas induce a simplificacio-
nes muy graves a la hora de comprender los que
está realmente sucediendo con el impresionante cam-
bio tecnológico que estamos viviendo, vamos a tra-
tar de examinar críticamente algunos de elementos
conceptuales que sirven de pilar a estas ideas y pre-
sentar nuestra opinión acerca de los mismos.
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vida social se ha usado en este sentido de cambio
profundo. La publicidad, la filosofía popular, el pe-
riodismo de mala calidad, han denominado “revolu-
ción” a prácticamente cualquier cosa: “la revolución
de los transportes”, puede titularse un artículo so-
bre un nuevo tren; una “revolución en la educación”
puede ser un vídeo para aprender diez frases de un
idioma extranjero.
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mos que hay muchas respuestas a esta pregunta;
vamos a limitarnos a explorar dos extremos posi-
bles de una respuesta y trataremos de indagar acer-
ca de las consecuencias que tendría en nuestras vi-
das cada una de estas dos posibles respuestas.
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bre aprendió a registrar su mundo espiritual mediante
símbolos. Desde la arcilla o la piedra, pasando por
el pergamino, el papiro, las señales de humo, los
tambores africanos, hasta el moderno papel, la im-
prenta, la radio, el cine y las computadoras, el “pro-
cesamiento de la información” no ha dejado de
transformarse ni un solo instante. Es completamente
insustancial, por lo tanto, insistir en la prioridad de
la información como una característica fundamental
de nuestro mundo moderno, como nos tienen ya
acostumbrados (y aburridos) Peter Drucker, Alvin
Toffler o Bill Gates, por mencionar a los más cono-
cidos.
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la economía que promete la revista Wired, hasta la
utopía social con la que sueñan los envejecidos
hippies del New Earth Cathalog, los sectores más
privilegiados de la sociedad están convencidos del
papel benéfico de la transformación tecnológica. En
cierta medida, esta convicción es lógica: ellos son,
en general, sus mayores beneficiarios.
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más efectiva o una vida laboral más cómoda. Tam-
bién es cierto que algunos de los temores de los
tecnófobos no son sólo producto de una fantasía
romántica: hemos visto en otras áreas de la tecno-
logía catástrofes como Chernobyl, aberraciones
como la manipulación genética, o experimentos
monstruosos como los emprendidos para controlar
la mente a través de electrodos introducidos en el
cerebro.
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indagar sobre las posibilidades de las que la tecno-
logía es portadora. La tecnología es una de las mu-
chas “capas de la cebolla” que constituye lo social.
Es un conjunto de relaciones entre los hombres. Las
máquinas y los procedimientos en los que la tecno-
logía se encarna son como el papel sobre el que es-
cribimos un texto: son la expresión material de algo
que no lo es.
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con profundidad y que merecen ser leídos.
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Frustración, Tecnofobia y Tecnoestrés en
la Empresa de Hoy
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Frustración, Tecnofobia y Tecnoestrés en
la Empresa de Hoy
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analistas, consultores, en el que muchas veces in-
vierten grandes cantidades de dinero sin encontrar
un beneficio tangible. Hay también un elevado nú-
mero de usuarios que por temor a ser considerados
anticuados, retrógrados o algo peor, continúan so-
metiéndose a estas frustraciones, pero tal vez, si
pudieran expresarse o actuar libremente, tomarían
el mismo camino de los otros.
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mor más o menos inocuo a las computadoras y ar-
tefactos afines, hasta enfermedades que ya están
comenzando a considerarse en la literatura médica.
II
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antiguos griegos expresaban este temor a la tecno-
logía en mitos como los de Prometeo, patrón de los
artesanos y castigado por los dioses por ayudar al
hombre regalándole el fuego, y en las historias de
Dédalo e Ícaro, inventores de artificios mecánicos
y del arte de volar, así como en la de Hefesto, pa-
trón de los herreros e inventores, presentado como
el más feo de los dioses. Desde por lo menos el si-
glo diecisiete se sabe que existieron rebeliones de
artesanos contra todo intento de mecanizar alguna
parte de sus oficios, así como del trato que recibían
los inventores y aquellos precursores de la química
que fueron los alquimistas, quienes muchas veces
debían huir de sus pueblos por miedo a sus conciu-
dadanos o a la Inquisición.
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neos de «la tercera ola», el «post-fordismo» y to-
das esas trivialidades verbales que inventan los su-
puestos expertos, pero que experimentamos los
nada triviales fenómenos de la contaminación am-
biental, la alienación de las urbes modernas y los
usos destructivos de la tecnología, difícilmente po-
demos compartir el entusiasmo marxista por el de-
sarrollo del modo de producción industrial.
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las clases medias, estos son artefactos que pertene-
cen a su cotidianeidad, tal vez desde su infancia. El
problema de la tecnofobia se presenta generalmen-
te en las empresas y particularmente con las
computadoras. Deseamos hacer algunas precisiones
sobre el mismo que posiblemente ayuden a las per-
sonas encargadas de administrar la tecnología a tra-
tar con este problema, o por lo menos, a estar cons-
cientes de su existencia.
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simplemente siente temor de interactuar con una
máquina, y que por lo mismo tal vez se vuelve me-
nos productivo o una fuente de costos para la em-
presa, con el tecnófobo a quien esta dolencia inca-
pacita para realizar su trabajo o para desenvolverse
normalmente en su vida cotidiana. Este último nece-
sita ayuda psicológica o psiquiátrica, disciplinas es-
tas sobre las que no podemos opinar.
Desde el punto de vista gerencial, estas diferencia-
ciones son fundamentales, ya que es importante dis-
tinguir cuándo podemos ayudar a la persona que
padece de este mal y cuándo es necesario que in-
tervengan profesionales de la salud. Quisiera men-
cionar dos anécdotas que creo ilustran sendos as-
pectos del comportamiento de las máquinas o de los
expertos y la relación de ambos con los usuarios.
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miento en Inglaterra es la gigantesca máquina
que realiza mas de mil transacciones diarias en
el Centro de Matriculación de Vehículos de
Seanesa. Esa máquina tiene por costumbre
negarse a emitir registros separados para her-
manos gemelos, ordena la detención de con-
ductores por robar sus propios coches y de-
nuncia a inocentes solicitantes de licencias
como poseedores de antecedentes crimina-
les.
90
de la ejecución que a veces rozan en lo sádico.
Recuerdo a un grupo de siete u ocho hombres
que trajeron una inmensa impresora. La en-
chufaron, y cuando estaba empezando a im-
primir, la hicieron añicos» Durante una expo-
sición de ordenadores celebrada en la ciudad,
constantemente salían de los pabellones gru-
pos de linchadores que traían a sus víctimas.
Uno de esos grupos alquiló tres metralletas,
una Uzi, una M3 y una Thompson. Cuando se
marcharon, parecía una central informática por
la que hubiera pasado un tornado.
91
electricista descubrió que el carpintero había
agujereado el cable con un clavo, causando
un corto circuito. Reparó el cable y las luces
funcionaron, pero más tarde descubrí que al
volver a colocar el clavo en la ventana el
electricista había hecho una raja en el cristal.
El vidriero reparó el cristal y entonces llamé al
pintor para que acabara el trabajo. Conside-
raba completado el asunto cuando me di cuenta
de que había pintado con la ventana cerrada
y que no la podía abrir.
92
mantiene en una temperatura agradable, el
interruptor de la luz -en una palabra, con el
entorno en que vive, es impersonal y posesi-
va. El hombre moderno vive aislado en su
entorno artificial, no debido a que lo artificial
sea malo, sino debido a su falta de compren-
sión de la relación de sus objetos con las fuer-
zas de la naturaleza, con el orden universal.
No es la calefacción central la que convierte
su existencia en «antinatural», sino su negativa
a interesarse en los principios que la subyacen.
Al depender por entero de la ciencia, pero
cerrando su entendimiento a ella, el hombre
moderno lleva la vida de un bárbaro urbano.
II
93
todos mis amigos fabricaban su «radio de galena»,
que cabía en una cajita de fósforos y que nos pro-
porcionaba horas de entretenimiento, además de
agudizar nuestro ingenio. Un niño de hoy juega con
una computadora gráfica cuyo funcionamiento le es
totalmente desconocido y cuyo uso no le propor-
ciona ningún conocimiento acerca del aparato (aun-
que estos dispositivos, como el Nintendo o el Play
Station, desarrollan habilidades extraordinarias en
los niños, en otro sentido).
94
doctor Larry Rosen (http://www.csudh.edu/psych/
lrosen.htm), quien ha escrito varios libros sobre el
tema y posee varias páginas Web muy interesantes.
95
III
96
sencia de los mismos, es decir, aun si los ojos del
programador no se irritan, su espalda no duele o no
llega a notar ninguna dolencia física.
IV
97
cios estan plagados de hipérboles. Frases como «la
solución total de sus problemas», o anuncios donde
aparecen oficinistas pescando tranquilamente mien-
tras las computadoras trabajan por ellos son dema-
siado comunes y su engaño demasiado obvio para
perder el tiempo analizándolos.
98
cho, intervenir en las politiquerías de la ofici-
na, contar un chiste, sostener una pelea. En
ese punto la máquina empezará a educarse
con fantástica velocidad. En unos meses ha-
brá alcanzado el nivel de genio y, transcurri-
dos varios meses mas, su poder será incalcu-
lable.
99
espera realizar su trabajo con el menor esfuerzo, son
todos elementos que contribuyen a nuestro proble-
ma. Pero quizás ninguno como la falta de compren-
sión de la complejidad de los sistemas modernos.
100
tervienen distintos proveedores, o facilitadores, re-
presentantes de distintas firmas, se ha encontrado
con este fenómeno que generalmente llamamos «pe-
loteo» y que consiste en: 1) lo que hace uno lo he-
cha a perder el otro, 2) cada quien responsabiliza a
otro por el problema, 3) el usuario final queda con-
fuso y frustrado, generalmente con el problema sin
resolver, luego de haber gastado dinero y perdido
tiempo, 4) desearía «cortarle la cabeza» a alguien,
pero no sabe a quien.
101
plejidad de la ciencia y a cómo la gente la percibe
como algo que nada tiene que ver con sus vidas y
que mucho menos pueden comprender.
102
¿Tienen los usuarios alguna responsabilidad en el surgi-
miento de estos males? ¿No son acaso ellos las víctimas
inocentes de una industria y de unos profesionales inep-
tos? El usuario no es inocente ni puede eludir sus
responsabilidades. Las empresas adquieren costo-
sos equipos para obtener una mayor productividad.
El usuario no debe ceder a la propaganda o a la
criptografía de los expertos. Debe dejar de sentirse
una víctima de personas y entidades que general-
mente (aunque no siempre) desean ayudarlo, y ac-
tuar proactivamente. El usuario debe comprender
que el uso de una tecnología tan nueva, tan comple-
ja y tan cambiante, como es el caso de la tecnología
de la información, no puede ser fácil, ni lo va a ser,
no importa qué le digan los vendedores, los
programnadores o los consultores. Esta tecnología
requiere de un esfuerzo especial, como en su tiem-
po lo requirio el teléfono, el automóvil o el televisor
(¿recuerda usted la primera vez que tuvo que sinto-
nizar su nuevo televisor?), pero de un nivel de com-
plejidad muchisimo mayor. El usuario debe practi-
car, debe estudiar, y debe, por sobre todas las co-
sas, tener paciencia.
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Paul Virilio, genio y outsider
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Paul Virilio, genio y outsider
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sensorial, una pérdida del control racional. Esto
representa otro gran riesgo para la humani-
dad, como predijo Albert Einstein en los años
50 cuando habló de una “segunda bomba”.
Después de la bomba atómica, la bomba de
la computadora. Una bomba para la cual la
interactividad en tiempo real será para la in-
formación lo que es la radioactividad para la
energía. Esta vez, la desintegración golpeará
a la gente que constituye nuestra sociedad y
no sólo a partículas de materia. Podemos ver
este fenómeno en el desempleo estructural, la
tendencia hacia el “teletrabajo” y las
reubicaciones corporativas.
Alert in Cyberspace!
108
crítica acerca de ese tejido cultural llamado tecno-
logía, que sustenta desde ya sus vidas y que cada
vez jugará un papel más importante en todas sus
actividades: desde el estudio y en entretenimiento
hasta su trabajo, su salud y posiblemente su vida
afectiva. Una posición pesimista como la de Virilio
puede servir de antídoto a la aceptación pasiva y
sin examen de la aparentemente irresistible imposi-
ción del modo de vida que induce la tecnología.
109
mundo desposeído de una perspectiva de lo sagra-
do, un mundo que pareciera haber confiado su des-
tino entero a las promesas de la ciencia y la tecno-
logía, aunque cada día los economistas, los astró-
nomos o los científicos de la computación nos reve-
len un nuevo error en sus teorías o en sus prediccio-
nes.
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so, como los epígrafes iniciales:
111
¿Hace falta señalar el carácter profético de este pá-
rrafo, cuando pensamos en el llamado problema
Y2K (el “problema del año 2000”) o las repercu-
siones de la caída de las bolsas asiáticas?
112
unificación prometida maravillaba a
McLuhan?
113
tas de la tecnología y la subjetividad, como los
propuestos por Donna Haraway. De igual
manera, el énfasis de Virilio en la desaparición
del espacio material y su casi completa susti-
tución por el “espacio de la velocidad” de las
cámaras de vídeo de vigilancia, parecieran no
sólo prematuros, sino un tanto exagerados.
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The Well
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The Well
116
ro a la Internet post-militar) en un sentido que pareciera
sólo beneficiar a este grupo de “cyberinversionistas”.
consultar en wired.com, en su sección de “archivo”) y se
puede encontrar fragmentos de ella en varios sitios de la
Red, en particular en la propia comunidad, en well.com,
aunque en cualquier libro que cuente la historia de Internet
aparecen alusiones o fragmentos de su historia. Para esta
nota he consultado Internet Unleashed, un libro clásico
de los “internautas”, publicado hace unos años por
Sam.net.
117
el área de San Francisco.
118
Compuserve o American Online, reconocerán en las
conferencias de The Well, los “foros”, con sus múltiples
salones y áreas privadas. La diferencia, quizás, está en la
calidad de los participantes, en la libertad existente en las
discusiones (no hay censura, como sucede en otros servi-
cios que pasan por ser comunidades) y la obvia trascen-
dencia que en el mundo cyber han tenido algunas de las
discusiones que se han dado en The Well, cosa que se
puede decir de muy pocas otras comunidades, al menos
de las conocidas. (Sabemos que en Internet hay también
un mundo subterráneo en el que ocurren cosas fascinan-
tes y discusiones que pueden cambiar la vida de uno, pero
tal vez este no es el medio más idóneo para hablar del
asunto). Por ejemplo, de esta comunidad salieron los fun-
dadores de Electronic Frontier Foundation, una aso-
ciación fundada para preservar los valores de libertad de
expresión en la Red, así como el espíritu y valores
originales de los primeros “internautas” (eff.org).
119
surge a diario, y que queda poco espacio en ella para
hacer algo que valga la pena.
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construcción de un mundo mejor.
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¿Porqué leer hoy a Marshall McLuhan?
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¿Porqué leer hoy a Marshall McLuhan?
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filosófico, se suele perder la sustancia en aras de los as-
pectos más superficiales. Es nuestra percepción que esto
es lo que ha sucedido con McLuhan.
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mayor claridad”. Esta obra está repleta de pasajes
similares que abordan este problema y que, se esté
o no de acuerdo con las propuestas conceptuales
del libro, con seguridad que constituyen una exce-
lente fuente de inspiración para la construcción de
ese pensamiento crítico que tanta falta hace.
127
perficiales e insustanciales sobre la “sociedad de la
información”, la cultura de estos gurúes suele estar
formada por la lectura apresurada de best-sellers
de mala calidad o del aluvión insoportable de profetas
que siempre se equivocan y que cada seis meses nos pro-
ponen una nueva moda gerencial, como aquellos famosos
consultores que dictaban cátedra sobre la excelencia en
las empresas: unos años después de la publicación de su
exitoso libro, todas las empresas que utilizaron como ejem-
plo de excelencia estaban en serias dificultades financie-
ras.
128
tos más “pesados” de la tecnología, es decir, el
hardware, las máquinas, y se sigue con los avances
en la programación, en los cambios de paradigmas
y en las nuevas metodologías. Los héroes de estas
historias son los inventores de los switches de co-
municación, los padres de las interfaces gráficas y el
inevitable Bill Gates, a quien hay que nombrar no importa
en qué contexto, como involuntariamente lo estoy hacien-
do ahora. Rara vez se menciona la contribución de los
grandes pensadores, de hombres como McLuhan. Por
eso es importante leerlo hoy, a la luz de los cambios que
estamos viviendo, aunque se trate de una lectura difícil, a
veces contradictoria, pero siempre estimulante, que nos
puede ayudar a comprender algunos de los aspectos más
desconcertantes de este Brave New Digital World.
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Mark Pesce, un technopagano en el bos-
que encantado
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Mark Pesce, un technopagano en el
bosque encantado
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días, sin un recorrido conocido, es una experiencia
desagradable.
134
un “drop out”, alguien que realizó su trabajo más
fructífero fuera del ambiente académico, aunque más
tarde, gracias a ese mismo trabajo, las universida-
des, y en particular el MIT, sobre todo el famoso
Media Lab, han contado con su presencia y en al-
gunos casos, Pesce ha actuado como instructor o
como investigador en algunas de las más prestigio-
sas universidades norteamericanas. Él mismo comen-
ta con ironía: “tiene más prestigio ser botado de MIT
que graduarse allí”.
135
más consistente y, a pesar de los cambios que ha
sufrido con cada nueva versión, su estructura sigue
siendo fiel a sus comienzos como lenguaje que es-
pecifica lo que hay que mostrar, dejando a los
visualizadores (o “browsers”) mucho del trabajo de
cómo lo ha de hacer.
136
sombra, luces y perspectiva que haya definido el
autor de este “mundo virtual”) dependerán del sen-
tido en que yo recorra la biblioteca. Si encuentro un
libro que me interesa, puedo hacer “click” sobre él,
y entonces este (una página Web, posiblemente) se
abre ante mis ojos para ser leído o copiado en mi
computadora.
137
interesante de encontrar un sentido espiritual pro-
fundo a las maravillas que hace posible la nueva tec-
nología. Antiguos rituales, religiones perdidas, al-
quimia, las obras de magos como Aleister Crowley,
el budismo y quien sabe qué otra cosa, unidas todas
al uso más sofisticado de los nuevos dispositivos tec-
nológicos, han creado un híbrido cultural que, aun-
que practicado por una pequeña elite, tiene una in-
fluencia en los sectores de la alta tecnología mucho
más grande de lo que la gente imagina.
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En memoria de Terence K. McKenna
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En memoria de Terence K. McKenna
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y, en algunos casos, se convirtieron en profetas o
en símbolos de toda una generación.
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dad como las profesías de un Merlín del
cyberespacio. Frases como las siguientes: “La his-
toria es como una caída de un estado de completitud
dinámica”, “La idea de que la ciencia puede hacer
alguna afirmación acerca de qué es la vida o de dón-
de viene es hoy en día absurdo”, “Nuestros medios
de comunicación aumentan nuestra capacidad de
crear representaciones convincentes de mundos
irreales o de objetos alterados”, y otras que podría
citar so riesgo de aburrir al lector, pueden dar una
idea de la clase de científico irreverente y original
del que estamos hablando.
143
conferencias cada vez más ricas en su forma, aunque su
contenido rayaba últimamente en lo extravagante (algunos
de los sitios que se pueden visitar son: http://
www.eschaton.com/,http://www.levity.com/eschaton/
tm.html, http://www.levity.com/eschaton/hyperborea.html).
144
que acontecería, pero estaba seguro de que un cambio
trascendental ocurriría en el planeta y tal vez en el univer-
so.
145
colectiva, en el cual pretendió que ciertos sonidos
actuaran como catalizadores de una unión molecular
entre unas substancias químicas y el ADN de los
participantes, luego de la ingestión de hongos
alucinógenos. Esta experiencia está narrada en su
libro de 1975, El Paisaje Invisible. Puede leerse
como el diario de un científico genial o como una
extraordinaria novela de ciencia-ficción. No nos de-
jará indiferentes.
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El discurso “posmo” no requiere de un autor
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El discurso “posmo” no requiere de un autor
149
Quienes quieran divertirse, sea lo que fuere que pien-
sen del asunto, pueden acudir en Internet a la pági-
na Web http://www.csse.monash.edu.au/
community/postmodern.html, donde encontrarán
un ensayo explicativo del funcionamiento del pro-
grama, y, lo más divertido, podrán ejecutar el mis-
mo y ver los resultados.
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¿Debe la tecnología de la información ser
administrada por los gerentes de infor-
mática?
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¿Debe la tecnología de la información ser
administrada por los gerentes de infor-
mática?
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dójico, al menos, en lo que respecta al sentido co-
mún), es sano reflexionar sobre algunos aspectos de
estos temas. Creemos que una pregunta central fren-
te a estas cifras es: ¿quién y con qué criterios debe
administrar la tecnología de la información de una
empresa?
154
resisten a ser administrados con las criterios que tal
vez todavía son validos para otro tipo de activos.
155
rentes incrementan es la de sus proveedores. Es
nuestra apreciación que la administración de la tec-
nología de la información no debería estar exclusi-
vamente en manos de los departamentos de siste-
mas o de informática, sino que debe ser una tarea
cuya responsabilidad debe ser compartida por la alta
gerencia y en algunos casos, por los propios accio-
nistas de la empresa.
156
les, y tomar las decisiones que considere necesarias
para que así lo sea. No se trata de una apreciación
teórica ni de un punto de vista filosófico (aunque
ambas cosas sustentan estas afirmaciones): se trata
de la rentabilidad de las empresas.
157
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Índice
Introducción .............................................................. 7
Comunicación Humana y Tecnología ........................ 19
Sueño y Vigilia, ........................................................ 27
El nuevo nomadismo y los dispositivos portátiles ....... 43
Los sistemas de información: mitos y realidades ........ 53
La revolución de la información ................................ 69
Frustración, Tecnofobia y
Tecnoestrés en la Empresa de Hoy ........................... 81
Paul Virilio, genio y outsider ................................... 105
The Well ................................................................ 115
¿Porqué leer hoy a Marshall McLuhan? ................. 123
Mark Pesce, un technopagano
en el bosque encantado .......................................... 131
En memoria de Terence K. McKenna .................... 139
El discurso “posmo” no requiere de un autor .......... 147
¿Debe la tecnología de la información ser
administrada por los gerentes de informática? ......... 151
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Esta edición de El Desafío Digital consta de 1000
ejemplares, impresos en Caracas, Venezuela, en el
mes de agosto del año 2000.
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