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Banco Interamericano de Desarrollo.
Informe Final de Consultoría
Sin educación y con poder.
Pandillas Juveniles en Managua
Preparado por Mauricio Rubio *
*
Paz Pública, Universidad de los Andes, Bogotá. Instituto Universitario de Investigación sobre Seguridad
Interior, UNED, Madrid. merubio@eresmas.net
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Mayo de 2003
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3
RESUMEN
En este informe se presenta un diagnóstico de la situación de seguridad en Nicaragua, y
juveniles. El informe está dividido en seis secciones. Luego de una primera sección
introductoria, en la segunda se resumen las explicaciones corrientes sobre el panorama
comparación de los datos disponibles con los de otros países. Se destaca el problema de
las pandillas juveniles como la característica más notoria de Nicaragua. En la cuarta
sección se resumen los principales resultados de una encuesta de victimización realizada
en Managua. Se corrobora el planteamiento de las pandillas como el principal factor de
inseguridad. En la quinta sección, se hace el análisis, a partir de una encuesta de auto
afiliación de los jóvenes a las pandillas juveniles en Managua, de su desvinculación, y
determinante tanto del ingreso como de la salida de las pandillas. El resultado más
llamativo, y peculiar en el contexto centroamericano, es el de la vocación política de las
pandillas juveniles. En la sexta sección se hacen unas recomendaciones.
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4
Informe Final de Consultoría.........................................................................................1
Sin educación y con poder...............................................................................................1
Pandillas Juveniles en Managua.....................................................................................1
Mayo de 2003....................................................................................................................2
RESUMEN.......................................................................................................................3
2 EXPLICACIONES CORRIENTES........................................................................11
2.1 LAS CONDICIONES ECONOMICAS Y SOCIALES.......................................11
2.2 LA HERENCIA DEL CONFLICTO..................................................................12
2.3 LOS EFECTOS DEL NARCOTRAFICO...........................................................12
2.4 LAS PANDILLAS...............................................................................................12
3 LO QUE MUESTRAN LOS DATOS DISPONIBLES.........................................13
3.1 TASAS DE HOMICIDIO....................................................................................13
3.2 TASAS DE VICTIMIZACION...........................................................................17
3.3 – EL CRIMEN ORGANIZADO...........................................................................20
3.4 LAS PANDILLAS JUVENILES........................................................................22
4 – ENCUESTA DE VICTIMIZACION EN MANAGUA.........................................29
5 LAS PANDILLAS JUVENILES EN MANAGUA.................................................41
5.1 FACTORES QUE AYUDAN A DISCRIMINAR A LOS PANDILLEROS DEL
RESTO DE JOVENES................................................................................................42
5.2 EL ABANDONO ESCOLAR.............................................................................45
5.3 LAS PANDILLAS EN EL BARRIO..................................................................47
5.3.1 CONCENTRACION GEOGRAFICA..........................................................47
5.3.2 NIVEL ECONOMICO DE LOS BARRIOS................................................48
5.3.3 OTRO FACTORES EXPLICATIVOS DE PRESENCIA............................54
5.3.4 DELINCUENCIA ORGANIZADA Y PANDILLAS..................................56
5.3.5 LAS RELACIONES CON LA POLICIA....................................................58
5.3.6 CONTACTO PREVIO CON LA VIOLENCIA...........................................61
5.3.7 LAS PANDILLAS Y LAS COMUNIDADES.............................................62
5.3.8 PANDILLAS E INFRAESTRUCTURA URBANA....................................66
5.4 DEJAR DE SER PANDILLERO........................................................................79
6 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES......................................................89
61 – FORMACION MORAL Y TRANSMISION DE VALORES...........................91
6.2 – OTROS ACTORES ESENCIALES PARA LA PREVENCION.......................94
6.2.1 – LA FAMILIA ..............................................................................................95
El papel primordial de la familia en la formación moral, implícita y subliminal, de
los jóvenes sería suficiente para otorgarle una identidad propia, y separada, en
materia de prevención. Hay además, para reforzar la propuesta de asignarle un
papel más protagónico dentro de las políticas y programas de prevención en
Nicaragua, dos características fundamentales. Por un lado la transmisión, ya
explícita, no sólo de los valores sino del conjunto de normas sociales, e incluso
legales, que facilitan la vida en sociedad. Por otro lado, el papel fundamental en lo
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5
que se podría denominar la supervisión de los jóvenes. .........................................95
¿Qué institución, diferente de la familia, está en mejor capacidad de detectar y
eventualmente corregir un joven, o un niño, cuando se empieza a torcer? La
supervisión de los jóvenes abarca tres dimensiones difícilmente delegables a
otras instancias: (i) el monitoreo, o sea la capacidad de observar de manera
continua el comportamiento de los jóvenes, (ii) el oportuno reconocimiento de las
conductas inapropiadas y (iii) y la capacidad de aplicar sanciones, o de acudir a
quien debe aplicarlas. Así, en principio, desde muy temprano, el niño o el
adolescente, sabe cuando una de sus conductas fue inapropiada, conoce las
sanciones previstas para esa conducta y por último, recibe la correspondiente
sanción –proporcional a su conducta de manera segura y rápida. La calidad de este
control depende de su continuidad, de la buena comunicación y de los vínculos
afectivos entre las partes. ........................................................................................95
6.2.2 – EL SISTEMA EDUCATIVO.......................................................................96
6.2.3 – LOS ANALISTAS DE LA VIOLENCIA...................................................97
6.2.4 – LAS PANDILLAS COMO ORGANIZACIONES......................................98
6.3 – FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL......................................................100
Una de las posibles adaptaciones locales a la propuesta general, e indiscutible, de
fortalecer las instituciones como uno de los componentes esenciales de los
programas de prevención de la violencia apunta en la dirección –que puede, por
ejemplo, ser objeto de las estrategias de sensibilización a la comunidad de apoyar
y promover de manera definitiva la legitimidad del Estado Nicaragüense. ..........100
6.4 – PREVENCION CON JOVENES VULNERABLES........................................102
6.4.1 – ABANDONO ESCOLAR..........................................................................102
6.4.2 OPERACIÓN TRIUNFO: EL MERCADEO DE SUEÑOS ....................104
6.4.2 LA RECUPERACION DEL ESPACIO PUBLICO...................................108
Aunque no siempre se hace explícita, una de las teorías detrás de las propuestas de
recuperación del espacio público como parte integral de los esfuerzos de
prevención de la violencia juvenil es la de las “ventanas rotas” cuyos orígenes se
remontan a un influyente artículo de James Wilson a principios de los años ochenta
. La idea central de esta teoría es que si en un vecindario se rompe la ventana de un
local y no se repara, los transeúntes concluirán que no hay nadie responsable de
arreglarla. Se puede repetir la escena, y habrá progresivamente más ventanas rotas
y la impresión que quedará es que no sólo no hay quien responda por los daños del
local inicial sino del vecindario mismo. Aumentarán las oportunidades para la
delincuencia y, correlativamente, la sensación de inseguridad en el vecindario. . 108
Por otro lado, los datos sugieren que pueden ser más eficaces los programas del
tipo “mejorar lo ya existente” que aquellos orientados a incrementar el suministro
de infraestructura en los barrios. Esta observación es consistente con la esencia de
la teoría de las ventanas rotas. Además, también parece claro en los datos que las
condiciones del equipamiento urbano del barrio –calidad de las vías, alumbrado,
andenes son más pertinentes que la calidad de las canchas o los parques. ..........109
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6
6.5 – PREVENCION CON JOVENES EN RIESGO................................................109
6.6 – EL PAPEL DE LAS COMUNIDADES ...........................................................110
REFERENCIAS.................................................................................................112
1 ANTECEDENTES
César afirma sin disimulado orgullo: “Nosotros gobernamos el barrio
sin que nadie nos diga nada. Si alguien dice algo lo palmamos. Se
acalambran porque somos muchos. Los jóvenes mandamos’’ 1
Con frecuencia se señala a Nicaragua como uno de los países más seguros de
Centroamérica. A pesar de lo anterior, varios analistas anotan que distintos indicadores
de inseguridad se incrementaron a lo largo de los años noventa 2. El aumento se califica
a veces de alarmante 3 y se alcanza a mencionar "un ritmo galopante en la actividad
delictiva" 4. Se anota que entre 1990 y 1994 el total de denuncias se incrementó en un
68% 5 mientras que entre 1997 y 2001 lo habrían hecho en un 43% 6. En el mismo
período el número de detenidos aumentó en un 13% 7.
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7
participación en el total de delitos denunciados es del orden del 4%, con un aumento
superior al 250% entre 1990 y 1994 9.
2 EXPLICACIONES CORRIENTES
2.1 LAS CONDICIONES ECONOMICAS Y SOCIALES
Como es usual en Centroamérica, la explicación más corriente para el incremento de la
delincuencia está relacionada con el deterioro de la situación social y económica.
"El incremento acelerado de la delincuencia experimentado en los últimos años se ha
caracterizado por el consistente deterioro de las condiciones económicas y sociales,
la agudización de la pobreza extrema, la insatisfacción de las necesidades básicas de
amplias capas de la población, el desempleo, la marginación del acceso de las
oportunidades de educación y servicios de salud y la batalla por la sobrevivencia
(sis) y el logro de un mejor nivel de vida" 16
“Diversas fuentes, oficiales y privadas, coinciden en las altas cifras pobreza de la
población nicaragüense. En estas cifras, los jóvenes tienen un peso considerable.
Muchos de ellos han buscado soluciones en el ámbito delincuencial” 17
“Estos delitos (contra el patrimonio) tienen una correlación directa con la variable
desempleo, al verificarse que, de los delincuentes capturados por la policía en el
período 19911995, 30% no tenía ningún trabajo y 48% estaba subempleado” 18
9
Cordero (1997)
10
Sosa y Rocha (2001)
11
Aguirre (2001)
12
Valle y Argüello (2002)
13
Valle y Argüello (2002) página 27
14
Aguirre (2001).
15
Datos citados por Sosa y Rocha (2001)
16
Cordero (1997) pp 435 y 438. Es conveniente anotar que se trata del entonces Subdirector de la Policía
Nacional
17
Sosa y Rocha (2001) página 338
18
Zapata y Sánchez (1997) página 416
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8
2.2 LA HERENCIA DEL CONFLICTO
Son varias las vías, a veces complementarias, a través de las cuales se ha planteado la
posibilidad de una repercusión del conflicto armado sobre la situación actual de
inseguridad. La primera es a través de las armas que habrían quedado en poder de los
exmilitares del ejército popular sandinista y del Ministerio del Interior, y del efecto que
la tenencia de armas de fuego tiene sobre los delitos contra la vida e integridad de las
personas 19.
La segunda sería por la formación de bandas armadas por parte de los desmovilizados 20.
También se menciona el desempleo producido por la reducción de los aparatos
policiales y de seguridad que se dio con el fin de la guerra 21 y, por último, la
destrucción del aparato productivo ocasionada por la guerra, con el consecuente
deterioro de la inversión social 22.
2.3 LOS EFECTOS DEL NARCOTRAFICO
En algunos trabajos se señala la creciente utilización del territorio nicaragüense por
parte de las organizaciones del narcotráfico 23. Los delitos relacionados con drogas
habrían aumentado más del 20% entre 1997 y 2001.
Se reconoce la conexión del narcotráfico con la violencia. También se señala el efecto
nocivo derivado de la localización de Nicaragua como lugar de tránsito sobre el
consumo de droga.
o “Nicaragua es un lugar de transito de la droga que va de los países del sur (Colombia,
Perú, Bolivia) al norte (principalmente Estados Unidos), quedando una parte para la
comercialización y consumo local. Este efecto “derrame” se produce principalmente
porque el crimen organizado paga a los traficantes locales con drogas, quienes, a su vez,
le buscan venta en el mercado interno. También, invade aquella que botan los
narcotraficantes en el océano y, es recogida por los habitantes de la costa, fenómeno que
se experimenta más que todo en el Caribe. La producción local es de marihuana,
concentrada en la zona norte del país.” 24
2.4 LAS PANDILLAS
De acuerdo con la información de la Policía en 1999 se contabilizaban 110 pandillas 25.
19
Zapata y Sánchez (1997)
20
Cordero (1997) página 438
21
Rosales (1997) página 449
22
Sosa y Rocha (2001) página 338
23
Rosales (1997) página 449
24
Valle y Argüello (2002) página 23
25
Citados por Sosa y Rocha (2001) página 339
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9
Para 2001 la cifra ya habría subido a 174 26, o sea un incremento superior al 25% anual.
Más de la mitad (58%) de las pandillas estaría concentrada en Managua 27.
Como aspecto novedoso en Centroamérica Sosa y Rocha (2001) señalan la intervención
de las pandillas juveniles en actividades políticas:
o “Las pandillas intervienen en las protestas de gremios –como la huelga de los
transportistas en abril de 1999 definen su duración y, con ello, inclinan la balanza de la
correlación de fuerzas y la solución de conflictos” 28
Aunque reconocen que este tipo de intervención con frecuencia se hace a cambio de un
pago, y por lo tanto cabría interpretarla como utilización, incluso manipulación, de tales
pandillas, los mismos autores sugieren que se trata de una expresión de la protesta
social:
o “Sin embargo, (las pandillas) son más expresión del descontento popular que dirección
del mismo. No constituyen una respuesta articulada aunque sí un síntoma de malestar
popular por la situación socioeconómica. Son expresión de un malestar imposible de ser
convertido en movimiento social …” 29
Como factores que afectan la afiliación de los jóvenes a las pandillas se mencionan la
desescolarización, la socialización en la calle, la estructura familiar –siendo los hogares
monoparentales los de mayor riesgo el grupo de amigos, el acceso a la droga, la
diversión, la venganza y la protección y defensa del barrio 30
3 LO QUE MUESTRAN LOS DATOS DISPONIBLES
3.1 TASAS DE HOMICIDIO
Parece ser que la calificación de Nicaragua como el país más seguro de Centroamérica
surge de la comparación de las tasas de homicidio de la región dentro de las cuales, en
efecto, la nicaragüense sería la menor 31. Según algunas fuentes esta tasa sería del orden
de cinco homicidios por cada cien mil habitantes (hpcmh). Esta magnitud es cerca de
veinte veces inferior a la de El Salvador, un poco más de la décima parte de la de
Honduras e incluso inferior a la de Costa Rica .
GRAFICA 3.1
26
Datos citados por Valle y Argüello (2002) página 26
27
Valle y Argüello (2002) página 26
28
Sosa y Rocha (2001) página 339
29
Sosa y Rocha (2001) página 339
30
Sosa y Rocha (2001) pp 368 a 371
31
“Aunque la tasa de homicidios en Nicaragua sea relativamente baja en el contexto centroamericano, el
aumento de las denuncias por delitos contra la propiedad, por lesiones y sexuales refuerza este
sentimiento de amenaza, reflejado en varias encuestas”. UNDP (2000)
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10
El Salvador 95
Honduras 41
Homicidios por
100 mil
habitantes
Guatemala 34
R Dominicana 14
Panamá 11
Costa Rica 6
Nicaragua 5
De acuerdo con las estadísticas de la Policía Nacional, puede pensarse que la tasa de 5
homicidios pcmh corresponde tan sólo a la categoría de “asesinatos” y no tiene en
cuenta los “homicidios dolosos” cuyo número parece haber sido siempre ligeramente
superior al de los asesinatos 32. Así, la tasa de homicidios a partir de la información de la
Policía sería en la actualidad cercana a los 10 homicidios pcmh, cifra que sigue siendo
baja para la región. La cifra para el departamento de Managua, en donde ocurren un
poco menos de la mitad de los homicidios pero el 5% de los asesinatos 33 también sería
del orden de 10 hpcmh.
De acuerdo con los mismos datos de la Policía Nacional, la tasa de homicidios total
(asesinatos más homicidios dolosos) habría descendido continuamente desde 1992,
cuando se habría observado un pico de 18 hpcmh hasta un mínimo de 8 hpcmh en el año
2000, con un leve repunte en el año siguiente .
GRAFICA 3.2
TASA DE HOMICIDIOS 1990-2001
Información Policía Nacional
20
tasa por 100 mil habitantes
18
16
14
12 Total
10 asesinatos
8 hom doloso
6
4
2
0
90 91 92 93 94 95 96 97 98 99 0 1
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lo menos en términos de la manifestación extremo de la violencia. No abundan las
explicaciones para este sostenido descenso en la tasa de homicidios, que no parece
consistente con el escenario de una inseguridad creciente al que con frecuencia se alude.
Tampoco se han encontrado discusiones acerca de la fiabilidad de la cifra de muertes
violentas de la Policía, ni análisis o comparaciones entre la información de distintas
fuentes 34. Los homicidios no parecen ocupar un lugar destacado en la agenda actual de
seguridad en Nicaragua, ni en las estadísticas oficiales. En los datos del Anuario
Estadístico de la Policía Nacional reportados por Valle y Argüello (2002) y por Cuadra
(2000), por ejemplo, no se desagregan los homicidios dolosos y los culposos, que
normalmente no se incluyen en el cálculo de la tasa de homicidios.
Los datos de una encuesta de victimización realizada en Managua, y cuyos principales
resultados se presentan en un informe separado, parecerían mostrar cierta discrepancia
con las estadísticas policiales en materia de violencia homicida. En efecto, en la
mencionada encuesta, el 2.8% de los hogares respondió afirmativamente a la pregunta
sobre si alguna vez un miembro de la familia fue victima de un homicidio o asesinato. A
título de comparación, para la ciudad de San Pedro Sula, en Honduras, y cuya tasa de
homicidios se calcula en cerca de 90 hpcmh –unas diez veces la cifra oficial para
Nicaragua el porcentaje de respuestas afirmativas a la misma pregunta fue inferior, del
1.9% 35.
Por otra parte, y en la misma encuesta, ante la pregunta sobre si alguna vez “usted o sus
familiares” conocían personalmente a alguien que hubiera muerto de manera violenta o
hubiese sido asesinado, el porcentaje de respuestas positivas fue del 13%, cifra también
superior a la obtenida para la misma pregunta en San Pedro Sula (11.6%)
Dada la manera como se hizo la pregunta, haciendo referencia a “alguna vez en la vida”,
se podría pensar que los homicidios reportados en la encuesta de Managua tuvieron
lugar en épocas pasadas, por ejemplo durante el conflicto armado. Sin embargo, el perfil
34
No se han encontrado, por ejemplo, referencias a las estadísticas de procesos por homicidio del sistema
judicial. La creación del Instituto de Medicina Legal, inaugurado oficialmente en 1999, es demasiado
reciente como para contar con estadísticas que se puedan cotejar con las de la Policía. Ver “Apoyo al
mejoramiento y tecnificación de la medicina forense” Proyecto PNUD NIC/96/L13/C/7L/99
35
Rubio (2002)
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12
temporal de los incidentes reportados en la encuesta –para los cuales se preguntaba la
fecha de ocurrencia tiende a desvirtuar este tipo de objeción. Como también tiende a
mostrar una tendencia contraria a la de las estadísticas de la Policía. En efecto, para
Managua, de acuerdo con las personas cercanas a las víctimas de homicidio, se habría
dado una alta concentración de incidentes en los años más recientes y, por lo tanto, una
tendencia creciente en el número de muertes violentas a lo largo de los años noventa. De
hecho, casi las dos terceras partes (65%) de los homicidios de personas conocidas
reportados en la encuesta ocurrieron entre el 2000 y el 2002. Una tendencia similar se
observa para las muertes violentas consignadas en la encuesta realizada en San Pedro
Sula, lugar en dónde hay acuerdo en señalar tasas crecientes durante los últimos años.
En ningún momento se pretende sugerir que la correcta medición de los homicidios es la
que se obtiene a partir de este tipo de pregunta en una encuesta de victimización. Sin
embargo, el hecho de que en una muestra aleatoria de más de 1000 hogares, como la
realizada en Managua, casi el 5% de ellos manifiesten haber conocido personalmente a
alguien asesinado en el último año aparece como una cifra, no sólo monumental, sino
inconsistente con una tasa de homicidios nacional decreciente, y de tan sólo 10 hpcmh.
Se podría pensar que, tal como ocurre en otros países de América Latina, las cifras de
homicidios reportadas por la Policía corresponden no al total de incidentes ocurridos
sino a aquellos para los cuales se han logrado avances en términos de la respectiva
investigación criminal. El excelente desempeño que, en materia de investigación de los
homicidios, reflejan implícitamente las estadísticas de la Policía apuntaría en esa
dirección: una cifra de homicidios aclarados muy similar a la del total de incidentes
ocurridos puede tomarse como una deficiencia en el reporte de los últimos. De hecho,
las tasas de esclarecimiento –la proporción de los casos aclarados por las autoridades
de los homicidios reportadas por la Policía nicaragüense, del 78% para los asesinatos y
del 85% para los homicidios dolosos, corresponden más a los niveles observados en
países desarrollados que a los de una sociedad con organismos de seguridad en proceso
de consolidación 36. A pesar de la observación anterior, los datos de la encuesta de
victimización ya mencionada tienden a corroborar estos niveles, realmente
sorprendentes por lo altos, de desempeño de los organismos de seguridad nicaragüenses.
En efecto, para los homicidios en los cuales los ciudadanos que respondieron la encuesta
conocían personalmente a la víctima se observan, entre los cometidos en el 2001, unas
tasas de esclarecimiento muy similares a las reportadas por la Policía: únicamente en el
13% de los casos quienes responden la encuesta consideran que las autoridades no
lograron identificar a los autores del homicidio en cuestión.
36
A título de comparación, se puede mencionar que, en Colombia, se aclaran menos del 10% de los
homicidios que se cometen.
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13
3.2 TASAS DE VICTIMIZACION
Dos de las encuestas disponibles de victimización global para América Latina, el
latinobarómetro y el barómetro centroamericano, colocan a Nicaragua en el tercer lugar,
después de Guatemala y El Salvador y con mayores índices que Costa Rica, Honduras y
Panamá 37.
GRAFICA 3.3
TAESDIVZMCNO TASIEVDCOZMN
AMERITCLN ENTROAMIC
01234560 0123450
Guatem l 5 malGute 41
alEv S dor 46 ogare %Hd s
e% dHsogarlEvS 3
arNic gu 37
Costa R ic 38 guarNic 29
Hondu sra 37 ai CostcR 20
Pan má 28
sHondura16
Latino mebróTvdG9gés(Py1)
No es posible tener una idea, siquiera aproximada, sobre la evolución reciente de estas
cifras. No es recomendable tomar los cambios en el número de delitos denunciados
como un indicador confiable de las tendencias de la criminalidad. Sobre todo en una
sociedad con tantos y tan recientes cambios institucionales en el sistema judicial y los
organismos de seguridad estatales. El aumento en el número de denuncias, dato
alrededor del cual parece haber acuerdo entre los analistas, podría estar reflejando una
progresiva consolidación de la institución policial, y una mayor confianza de la
ciudadanía para acudir a dichas instancias para poner sus denuncias.
La idea de que más delitos denunciados no necesariamente reflejan mayor número de
delitos cometidos sino que pueden ser un indicador de creciente confianza en las
autoridades, o de cambios en los hábitos, o reacciones, ante los ataques parece bastante
clara para Nicaragua en el caso de las agresiones sexuales:
o “En los delitos sexuales hay que considerar el efecto que tiene, en nuestro país, la
beligerante acción de los grupos de mujeres organizadas, que se han preocupado por
sensibilizar a la sociedad acerca de estos delitos y por estimular a las víctimas para que
37
Ver Gaviria y Pagés (1999) y BIDCIEN (2001)
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14
denuncien su caso a las autoridades” 38
Sobre la posible evolución reciente de la criminalidad, en Managua se puede tener una
idea a través de la ya mencionada encuesta de victimización. Más de la mitad de los
hogares (56%) consideran que, en los últimos años, la delincuencia ha aumentado.
Menos de la cuarta parte (23%) opinan que ha disminuido.
Con relación a la supuesta particularidad Nicaragüense en materia de violencia sexual,
la información disponible de las encuestas a hogares no permite avalar tal observación.
La incidencia de este tipo de ataque que se obtiene para Managua en la encuesta de
victimización a los hogares (0,3%) es inferior al promedio que se observa para América
Latina (5.0%) 39, muy inferior al guarismo para Brasil (8.0%), inferior a lo que se
observa en Argentina (5.8%) o Colombia (5.0%) y aún a la cifra disponible para Costa
Rica (4.3%).
GRAFICA 3.4
ATAQUE SEXUAL EN EL ULTIMO AÑO
ENCUESTAS DE VICTIMIZACION A HOGARES
0 2 4 6 8 10
Europa 1.5
% de hogares que
EEUU Canadá 1.7
reportan
Europa Este 1.8
Asia 1.6
Africa 2.4
América Latina 5.0
Managua 0.3
Se podría pensar que la información basada en las encuestas de victimización a los
hogares, que por lo general responden los jefes de familia, en alguna manera subestima
la magnitud de los ataques que sufren los jóvenes, y en particular los relacionados con
las agresiones sexuales. Sin embargo, la escasa información disponible sobre
agresiones a la población joven tampoco sirve para corroborar la idea de una sociedad
nicaragüense particularmente inclinada hacia la violencia sexual. En efecto, si se
compraran las cifras de reporte de relaciones sexuales forzadas que se obtienen para
Managua con las disponibles para algunas localidades hondureñas –Tegucigalpa,
Choluteca, San Pedro Sula y el resto de municipios de la Zona Metropolitana del Valle
del Sula (ZMVS) tampoco se llega a un escenario bajo el cual se destaque la violencia
38
Cordero (1997) página 438
39
El promedio se refiere a aquellos sitios, por lo general centros urbanos, en los que se han realizado
encuestas que adoptan el formato del “International Crime Victimization Survey” ver Alvazzi del Frate
(1998)
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15
sexual nicaragüense. Mientras en Managua un 2.6% de los jóvenes reportan haber sido
sometidos, alguna vez, a tener relaciones sexuales contra su voluntad, la cifra respectiva
para Tegucigalpa es del doble (5.2%), y la de San Pedro Sula de 3.7%.
GRAFICA 3.5
RELACIONES SEXUALES FORZADAS ENTRE LOS JOVENES
Incidencia (%) alguna vez en la vida
0 1 2 3 4 5 6
Tegucigalpa 5.2
incidencia alguna vez
Choluteca 2.5
Managua 2.6
En síntesis, los pocos y dispersos datos disponibles no avalan la idea, relativamente
difundida, de una sociedad nicaragüense caracterizada por la violencia sexual.
3.3 – EL CRIMEN ORGANIZADO
Es común en Centroamérica que, internamente, se consideren los distintos países como
importantes lugares de tránsito en las rutas internacionales de tráfico de drogas. Tal es el
caso, como se anotó atrás, para Nicaragua. Los diagnósticos que se hacen desde el
exterior, sin embargo, no siempre coinciden con la visión doméstica sobre la relevancia
del respectivo país en el mercado internacional de la droga.
Así, es conveniente anotar que para las entidades extranjeras e internacionales dedicadas
a analizar el panorama global de la droga, Nicaragua no aparece como un país
particularmente relevante en ese contexto. El Observatoire Géopolitique des Drogues
francés, por ejemplo, en su Atlas Mundial de las drogas 40 tan sólo menciona a
Nicaragua a raíz del incidente, denominado por ellos el contragate, de apoyo de la CIA
a la contra nicaragüense en la década de los ochenta.
Más recientemente, la Oficina de Naciones de Fiscalización de Drogas y de Prevención
del Delito tampoco considera pertinente la mención de Nicaragua en las descripciones
de los distintos indicadores del mercado de cocaína, heroína o marihuana. De acuerdo
con esta oficina, los lugares de tránsito dignos de mención en Centroamérica serían
básicamente Guatemala y Honduras.
GRAFICA 3.6
40
OGD (1996)
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16
Pa
Pra
araver
veer sta
estapelícula,
película,debe
debedisponer
disponerde
deQuickTime™
QuickTime™y y
dedeun
undescompresor
descompresorTIFF (sin
TIFF (sincomprimir).
comprimir).
En el mismo sentido de una situación poco extraordinaria en el ámbito de la droga, y en
particular de la cocaína, apunta la información relativa al consumo entre jóvenes
escolarizados 43. Si se comparan los datos de prevalencia de consumo en Managua con
información similar obtenida en las ciudades de Honduras en las encuestas ya
mencionadas lo que se observa es que si bien el consumo de marihuana entre los
adolescentes nicaragüenses es alto mas no excepcional pues es muy similar al de
Tegucigalpa el de cocaína lo es bastante menos. En efecto, la proporción de jóvenes
escolarizados que reporta haber consumido cocaína alguna vez en su vida (1.6%) es
menos de la tercera parte de la de Tegucigalpa, la mitad de la de Choluteca (3.3%) y es
incluso inferior a la de pequeños municipios pequeños en el área de San Pedro Sula.
GRAFICA 3.7
41
OEACICAD (2000)
42
En el año 1999, por ejemplo, se incautó un poco más de una tonelada. A título de comparación, en
España, un lugar de tránsito importante para ese producto las incautaciones son más de cien veces esa
magnitud. Para la cocaína, cuyas incautaciones fueron también del orden de una tonelada, la relación es
ya del orden de uno a diez con España. La cantidad de cocaína incautada en el sólo aeropuerto de Barajas,
en Madrid, los transportes por “mulas”, es del orden de una tonelada y media.
43
La razón para analizar la prevalencia de consumo únicamente para los jóvenes escolarizados tiene que
ver con el hecho que es esta la población para la cual se tiene la certeza de una buena representatividad y
que por lo tanto se presta mejor para las comparaciones.
9520829.doc 22/10/yy
17
0 1 2 3 4 5 6
5.6
Tegucigalpa 4.9
5
Choluteca 3.3
3.05
S Pedro Sula 2.3
1.9 marihuana
Resto ZMVS 2.4
cocaína
5.4
Managua 1.6
Las observaciones anteriores en ningún momento se deben tomar como afirmaciones de
que Nicaragua se encuentra totalmente aislada de los flujos internacionales de droga y
que existe algo así como una inmunidad con respecto a las secuelas de esta actividad. Lo
que se sugiere es que no parece ser esta la dimensión de la criminalidad que en mayor
medida contribuye a caracterizar la situación de inseguridad en el país 44.
3.4 LAS PANDILLAS JUVENILES
Como ya se señaló, de acuerdo con los datos de la Policía Nacional 46, existirían en la
actualidad en Nicaragua unas 174 pandillas, de las cuales tan sólo en Managua operarían
cerca de un centenar. Con los estimativos del número de integrantes por pandilla
sugeridos por Sosa y Rocha (2001) esto equivaldría, para la capital, a un poco más de
7500 jóvenes pandilleros 47. En otros términos, se tendría que la ciudad de Managua, con
un poco más de un millón de habitantes, cuenta en la actualidad con un número de
pandilleros del mismo orden de magnitud del que se ha estimado para algunos países de
Centroamérica 48.
44
Un dato casi anecdótico respecto a la baja influencia del crimen organizado en Nicaragua tiene que ver
con las discusiones que se dieron con el equipo encargado de realizar el trabajo de campo, en el sentido
que se hacia necesario explicar con mayor precisión el significado del término “crimen organizado” que,
aparentemente, no hace parte del vocabulario corriente en Nicaragua.
45
Recientemente, por ejemplo, fueron recurrentes los comentarios a raíz del informe que presentó la
Organización de Estados Americanos (OEA), sobre las investigaciones del desvío de las armas
supuestamente vendidas a la policía de Panamá, y desviadas a grupos armados colombianos. BBC
Mundo América Latina Sábado, 27 de abril de 2002
46
Citados por Valle y Argüello (2002)
47
Estos autores no mencionan la fuente de su estimativo de 75 jóvenes por pandilla que, de acuerdo con
otras fuentes, resulta bastante alto.
48
Sapoznikow (2003) menciona entre 5 y 10 mil mareros para El Salvador y Honduras y entre 2.4 y 10
mil para Guatemala.
9520829.doc 22/10/yy
18
La impresión de las pandillas como problema prioritario coincide con algunas encuestas
de percepción de inseguridad hechas entre los ciudadanos nicaragüenses 49. Varios de
los datos disponibles en las encuestas realizadas en Managua, y su comparación con
encuestas similares realizadas en Honduras, tienden a confirmar la idea de una alta
incidencia de pandillas juveniles como la característica más sobresaliente del panorama
de seguridad de Nicaragua, o por lo menos de su capital.
Está en primer lugar el auto reporte de haber estado vinculado alguna vez en la vida a
una pandilla juvenil. Para el total de jóvenes encuestados en Managua, un impresionante
18.7% respondió afirmativamente a esta pregunta. Esta cifra es más de cuatro veces
superior a la reportada para Tegucigalpa, y casi nueve veces la de San Pedro Sula.
También de la misma encuesta se puede obtener un estimativo que es bastante más
adecuado para las comparaciones con otras ciudades y es el auto reporte de haber sido
pandillero entre los jóvenes escolarizados. Nuevamente, sobresale Managua, cuya
incidencia de pandilleros entre quienes aún permanecen vinculados al sistema educativo
es más del doble de la de Tegucigalpa y cerca de tres veces la de San Pedro Sula
GRAFICA 3.8
¿ALGUNA VEZ HAS SIDO PANDILLERO?
20 18.7
15
10
4.2 3.4
5
1.5 1.4 2.3 2.1 1.2 1.0 0.5
0
Tegucigalpa Choluteca S Pedro Sula Resto ZMVS Managua
TOTAL ESTUDIANTE
60
48.9
50
40 33.4
30 25.5 25.2 24.9
20
10
0
Tegucigalpa Choluteca S Pedro Sula Resto ZMVS Managua
No menos preocupante resulta la frecuente manifestación de simpatía hacia las pandillas
49
Informe “Consulta Ciudadana, Seguridad Ciudadana y Policía ¿Qué opina el pueblo?”. Grupo Cívico
citado por Aguirre (2001) y UNDP (2000).
9520829.doc 22/10/yy
19
entre los jóvenes 50, o la mayor incidencia de pandilleros potenciales, entendidos como
aquellos jóvenes que han considerado alguna vez la posibilidad de ingresar a tales
grupos 51.
GRAFICA 3.10
SIMPATIZANTES Y PANDILLEROS POTENCIALES
35 30.8
30
24.0
25
20 18.1
14.7
15 12.4
9.0 7.7 8.1
10
4.6 3.5
5
0
Tegucigalpa Choluteca S Pedro Sula Resto ZMVS Managua
SIMPATIZANTE POTENCIAL
El escenario de alta influencia de pandillas se confirma cuando se indaga sobre la
operación de pandillas en el barrio en dónde viven los adolescentes. Mientras que en
Tegucigalpa un poco más de la mitad (52.2%) de los jóvenes de la encuesta reportaron
la existencia de pandillas (maras) en su barrio, y en San Pedro Sula tal proporción no
alcanza el 40% para Managua la cifra equivalente es superior al 80%.
GRAFICA 3.11
¿En el barrio donde vives, existen pandillas?
100
80.3
80
60 52.2
35.1 39.2
40 30.6
20
0
Tegucigalpa Choluteca S Pedro Sula Resto ZMVS Managua
Las pandillas juveniles en Managua presentan no sólo una gran ubicuidad geográfica
sino, además, parecen tener una gran capacidad para reclutar jóvenes en los barrios.
Más de cuatro de cada diez de quienes respondieron la encuesta considera que en su
barrio “muchos” o la “mayor parte” de los jóvenes están vinculados a las pandillas.
GRAFICA 3.12
Entre los jóvenes de tu barrio
¿ son muchos o pocos los que pertenecen a una p andilla?
proporción que responde que muchos o casi todos
50
40.3
40
30 23.5
19.8
20 16.3 13.9
10
0
Tegucigalpa Choluteca S Pedro Sula Resto ZMVS Managua
Se podría pensar que la simple diferencia en la denominación de las pandillas juveniles
50
Se consideran simpatizantes a quienes respondieron con una calificación superior a 1 a la pregunta “en
una escala de 1 a 5 en dónde “1” significa que no te gustan nada las pandillas y “5” que te identificas y
simpatizas mucho con las pandillas, como calificarías la simpatía que tienes con las pandillas”.
51
Se consideran pandilleros potenciales a quienes respondieron con una calificación superior a 1 a la
pregunta “¿En una escala de 1 a 5 en dónde “1” significa que no lo harías por ninguna razón y “5” que
has considerado ser pandillero como calificarías la posibilidad de ingresar o meterte a una pandilla?”
9520829.doc 22/10/yy
20
en distintos lugares de Centroamérica esté de hecho reflejando fenómenos que no son
del todo comparables. Que, por ejemplo, lo que en Managua se conoce como una
pandilla juvenil no corresponde a lo que en Honduras, o El Salvador o Guatemala, se
designa como una mara y que el primer término tiene una connotación menos grave o
más inocua que el segundo. Dadas las enormes diferencias que se observan entre
Nicaragua y Honduras para uno u otro fenómeno es fácil la tentación de sugerir que las
pandillas serían algo menos estructurado, organizado, o menos violento, o delictivo, que
las maras. Los datos disponibles no avalan del todo este tipo de apreciación, aunque si
sugieren ciertas diferencias básicas en la naturaleza de los grupos.
T eg uci galp a
GRAFICA 3.13 Man agua
El escenario que se plantea, en el cual la violencia, muchas veces letal, de las pandillas
juveniles aparece como la característica más sobresaliente del panorama de seguridad en
Managua concuerda bien con el que se puede elaborar a partir de la información de los
medios de comunicación :
o “En las inmediaciones de la terminal de la ruta 165, a eso de una de la madrugada,
vecinos de este barrio llamaron al 118 denunciando que en el sector dos pandillas tenían
una batalla a balazos y pedradas. A xxx (18), xxx (19), xxx (19) y xxx (19) alias Colita y
9520829.doc 22/10/yy
21
presunto jefe de la pandilla de Las Praderas, loa patrulleros les incautaron 10
proyectiles, un fusil AK y una pistola, ambas armas innovadas” 52.
o “La pandilla “El Candil”, liderada por “Los Tres Yasir”, penetró al Barrio Los Laureles
Norte a eso de las once de la noche del sábado, y con fuego de escopetas recortadas,
atacó a un grupo de jóvenes que tomaban licor en la esquina de la pulpería San Antonio,
matando a uno e hiriendo a unos ocho más” 53.
o “El jovencito xxx de 16 años, resultó lesionado en la espalda al ser alcanzado por la
pólvora de un mortero que una pandilla identificada como “Los Frijoles” le lanzó
cuando jugaba en la vía pública, informó la Policía Nacional 54.
o Batallas campales a cualquier hora del día o de la noche protagonizan miembros de las
pandillas “Los del Valle” y “Los del Sol”, formadas por jóvenes de los Anexos a Villa
Libertad. Los mas de 150 integrantes que suman ambos grupos, armados de piedras,
machetes y pistolas caseras, agreden a sus rivales e intimidan a la población que nada
tiene que ver con las rencillas que tienen los pandilleros 55.
Dos, por el hecho de que el reporte en los medios de comunicación de incidentes de
este calibre no es común ni siquiera en ciudades caracterizadas por sus altas tasas de
homicidio 57.
Es por lo tanto razonable concentrar los esfuerzos de diagnóstico de la seguridad en
Managua en el fenómeno de las pandillas juveniles. Previamente, se hará una breve
síntesis de los resultados más pertinentes de la encuesta de victimización a los hogares
52
La Prensa Feb 5/2001
53
La Prensa Oct 29/2001
54
La Prensa Agosto 22/2001
55
La Prensa Julio 24/2001
56
Rodgers (1997)
57
Esta es una impresión estrictamente personal basada en el seguimiento diario de la prensa colombiana.
Incidentes como los que se acaban de citar resultarían sorprendentes aún para una ciudad como Bogotá,
con una tasa de homicidios del orden de los 40 hpcmh, o sea cuatro veces la tasa que se puede calcular
para Managua con las estadísticas de la Policía, y, subjetivamente, parecen más acordes con lugares como
Medellín o Cali, con tasas varias veces superiores.
9520829.doc 22/10/yy
22
realizada en Managua 58 ejercicio que también sirve para mostrar el lugar primordial que
ocupan las pandillas juveniles en el panorama de la inseguridad.
4 – ENCUESTA DE VICTIMIZACION EN MANAGUA
En el año anterior a la encuesta el 46.8% de los hogares de la muestra fueron víctimas
de algún tipo de ataque criminal. El 33.1% de los hogares reportaron ataques al
patrimonio del hogar –casa o vehículo de transporte, el 20.2% reportan ataques contra
la propiedad de las personas en la calle –robos o asaltos y el 8.7% ataques contra las
personas. Aunque estas cifras globales parecen altas, están afectadas por un alto
porcentaje de intento de robo a la casa (11.8%).
La desagregación de los ataques criminales a los hogares muestra que el incidente más
relevante parece ser el robo a la casa sin violencia, que afectó al 18% de las familias en
el año anterior a la encuesta, seguido del ya mencionado intento de robo, del robo de
bicicleta, también sin violencia, del cual fueron víctimas el 3.1% de los hogares.
GRAFICA 4.1
Aunque para el ataque con mayor incidencia, el robo sin violencia en la casa, Managua
resulta bastante desfavorecida en una comparación internacional, no se debe ignorar que
las características locales, con una alta proporción de casas individuales son diferentes a
las del lugar típico donde se han hecho las demás encuestas, aún las de América Latina,
más urbanizado y con una mayor proporción de apartamentos y viviendas
multifamiliares.
GRAFICA 4.2
58
Una presentación más detallada de los resultados de la encuesta se hace en RubioINEC(2003).
9520829.doc 22/10/yy
23
Managua 18.1
ZMVS 13
Costa Rica 7.3
Colombia
6
Paraguay 8.2
Bolivia
6.7
Argentina 5.5
Brazil 1.9
America Latina
5.3
Africa 8.3
Asia
2.3
Europa Este 3.6
EEUU Canada 4 % de hogares víctimas
Europa Occ 2.3
0 5 10 15 20
Para los otros ataques que permiten hacer comparaciones internacionales, no resulta
demasiado desfavorable la situación de Managua. Para el robo de vehículos, por
ejemplo, aún tomando la tasa observada en el quintil más alto de los ingresos se observa
una incidencia muy inferior al promedio para América Latina e incluso a la de Costa
Rica. De hecho, la tasa de robo de vehículos para América Latina es superior aún a la
que se observa en Managua para el robo de bicicletas 59.
GRAFICA 4.3
Managua 0.56
ZMVS 3.74 % de hogares víctimas
Costa Rica 3.5
Colombia 5.4
Paraguay 2
Bolivia 0.9
Argentina 7.2
Brazil 4.2
America Latina 5.1
Africa 5.2
Asia 1.1
Europa Este 2.2 para ZMVS y Managua se
EEUU Canada 3.5 toma la tasa en el quintil
más alto de ingresos
Europa Occ 2.4
0 1 2 3 4 5 6 7 8
En materia de ataques por fuera de la casa, sobresalen los robos sin violencia, de dinero
u objetos personales, que afectaron al 13.9% de los jefes de hogar, seguidos de los
atracos o asaltos a mano armada, para los cuales la proporción de víctimas en la muestra
es del 7.9%. Para las agresiones se observa una incidencia del 5.9%, y para los ataques
59
En principio esta comparación debería calcularse con relación al parque automotor de cada país, pero
no se dispone de esa información. De cualquier manera, puede suponerse que el parque disponible para el
quintil más bajo de ingresos es muy bajo y en alguna medida comparable entre países.
9520829.doc 22/10/yy
24
sexuales menos del 1%
Managua 7.9
ZMVS 4.35
Costa Rica 5.8
Colombia 10.6
Paraguay 6.7
Bolivia 6.2
Argentina 6.6
Brazil 11.3
America Latina 8.1
Africa 4.2
Asia 1.4
Europa Este 2.3
% de personas víctimas
EEUU Canada 1.5
Europa Occ 1.8
0 2 4 6 8 10 12
Casi las tres cuartas partes de los ataques sufridos por los hogares ocurrieron en el
barrio en dónde viven. Para los atentados a la propiedad en la calle, la proporción de los
acaecidos en el barrio es del 43%, porcentaje muy similar al de los ataques contra las
personas.
La tasa global de denuncias –proporción de todos los ataques que llegan a conocimiento
de las autoridades es ligeramente superior al 25%, pero presenta importantes
diferencias de acuerdo con el tipo de incidente. Los que menos se denuncian son los que
ocurren en la calle –robos son violencia contra las personas, asaltos o agresiones y los
que más se denuncian son el robo de carro con violencia y los ataques sexuales. De
acuerdo con las víctimas o sus familiares un altísimo porcentaje de los ataques
criminales (86%) fueron cometidos por jóvenes, en forma más o menos independiente
del tipo de incidente.
Aunque la incidencia de ataques criminales contra el patrimonio de los hogares no
parece demasiado alta, el daño económico causado por eso ataques, cuando se dan, si es
considerable. El incidente que implica mayores pérdidas es el robo de vehículo con
violencia (en promedio 5 mil Córdobas), seguido del mismo tipo de robo sin violencia
(2400 Córdobas ) y de los robos de moto (2500 Córdobas). Cada uno de los incidentes
más frecuentes, los robos a la casa sin violencia, implican una pérdida considerable,
(2100 Córdobas).
Sorprendentemente, las pérdidas totales –sumando los distintos ataques están solo
levemente asociadas con el nivel de ingreso. Entre las víctimas del quintil más bajo de
los ingresos el promedio de las pérdidas fue cercano a los 1100 Córdobas, en el tramo
más alto alcanzaron un 60% más de esa suma, o sea 1660 en promedio. Si se miran las
pérdidas como un porcentaje del ingreso, parece evidentes que son los hogares más
9520829.doc 22/10/yy
25
pobres los que sufren una carga proporcionalmente mayor por efecto de la delincuencia.
En síntesis, por la naturaleza de los ataques –orientada al robo a las casas, muy
localizada en los barrios, sin que se perciban siquiera desplazamientos para atacar los
barrios más pudientes Managua no se caracteriza por una delincuencia común
demasiado sofisticada. El hecho que el incidente que más afecte a los hogares sea el
robo a la casa sin violencia, o que se presente una tasa de asaltos a mano armada inferior
a la de América Latina sugiere un panorama no muy crítico de seguridad. A pesar de lo
anterior, la carga económica que impone el delito sobre las familias es bastante
importante.
TABLA 4.5
En este contexto, no sorprende que el mayor factor de inseguridad para los ciudadanos
de Managua no esté relacionado con los atentados a la propiedad –en la casa o en la
calle ni con las agresiones. El elemento que en mayor medida afecta la sensación de
inseguridad es, de lejos, la presencia de pandillas en los barrios.
Varias de las preguntas hechas en la encuesta sirven para corroborar esta información.
En primer lugar, se cuenta con una calificación – desde 0 “muy inseguro” hasta 3 “muy
seguro” de la sensación de inseguridad en el barrio 60. Para el total de la muestra, la
calificación promedio es de 1.05. Entre quienes durante el último año fueron víctimas
este promedio baja un 7% y para los no víctimas se incrementa en un 20%. La presencia
de pandillas, por su parte, reduce esta calificación en un 21% y para quienes viven en un
barrio libre de tales grupos el incremento en el indicador de seguridad es del 60%.
60
Corresponde a la respuesta a la pregunta “¿Qué tan seguro se siente Usted en las calles de su barrio?”
con cuatro niveles como alternativa para la respuesta (i) muy inseguro (ii) poco inseguro (iii) Algo seguro
(iv) muy seguro.
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26
Visto en el otro sentido, entre quienes manifiestan sentirse muy inseguros en su barrio,
un 62.5% reportan haber sido victimas de algún ataque criminal y un 84% manifiestan
que en el barrio en dónde viven operan pandillas. En el otro extremo, entre quienes
consideran estar muy seguros en el barrio la tasa de victimización es del 44% y la
proporción de reporte de pandillas en el vecindario es del 41%.
GRAFICA 4.6
Otra manera de corroborar esta observación –que las pandillas son el principal factor de
inseguridad ciudadana en Managua consiste en estimar una regresión para explicar,
como variable dependiente, la calificación de la sensación de inseguridad en función de
(i) haber sido víctima de un ataque a la propiedad del hogar –casa o vehículo (ii) haber
sido robado o asaltado (iii) haber sido agredido o atacado sexualmente y (iv) vivir en un
barrio en donde operen pandillas. Los resultados de este ejercicio (Ecuación 4.1)
muestran que mientras el haber sufrido un ataque a la propiedad del hogar, o un ataque
personal reduce la sensación de seguridad en cerca de un quinto de punto, el vivir en un
barrio dónde operen pandillas tiene un efecto casi cuatro veces mayor, siendo además
mucho más significativo en términos estadísticos.
GRAFICA 4.7
Puesto que este ejercicio ofrece una manera de ponderar los distintos factores que
afectan, en conjunto, la sensación de inseguridad de los ciudadanos, puede
eventualmente ser utilizado como un mecanismo para establecer prioridades de acción
pública, siempre que lo que se busque sea incrementar la sensación de seguridad
ciudadana. Así, lo que los coeficientes estimados sugieren es que en una ciudad como
Managua los recursos dedicados a la seguridad deberían invertirse asignando una mayor
prioridad al problema de las pandillas que al resto a las demás manifestaciones de la
delincuencia. El hecho de que sea la simple presencia de pandillas el factor que más
afecte la sensación de inseguridad hace particularmente difícil de estimar los
denominados “costos de la violencia” y por lo tanto limita las posibilidades de
evaluación beneficio/costo de los esfuerzos de prevención, para quien pretenda hacerlo
9520829.doc 22/10/yy
27
en unidades monetarias.
Se puede objetar que el impacto de los distintos incidentes de victimización o de la
cercanía de las pandillas puede no ser uniforme a lo largo de la escala de la inseguridad.
Una alternativa para medir este eventual efecto diferencial consiste en analizar cuales
con los factores que permiten discriminar a los ciudadanos que se sienten muy seguros –
o muy inseguros de los demás. Para esto se puede recurrir a un ejercicio de análisis
discriminante cuyos resultados muestran que el efecto no es uniforme. Por otro lado, se
tiende a confirmar que las pandillas son el mayor determinante de la sensación de
inseguridad en Managua. Se observa que mientras el haber sido víctima de cualquiera
de los ataques incrementa en cerca de un 40% la probabilidad de sentirse muy inseguro
en el barrio, el efecto respectivo de la presencia de pandillas es del orden del 260%, o
sea más de seis veces superior (Ecuación 4.2). Si, por otra parte, se analiza cual es el
impacto sobre el sentirse muy seguro en el barrio, se observa que haber sido víctima de
robo a la casa o al vehículo reduce en un 50% la probabilidad de sentirse muy seguro, el
ser robado o atacado en la calle no tiene un efecto muy significativo y el vivir en un
barrio dónde operen pandillas tiene un efecto negativo del 73% (Ecuación 4.3).
GRAFICA 4.8
No vale la pena en este punto hacer un análisis a profundidad de los determinantes de la
sensación de seguridad de los ciudadanos. Sin embargo, vale la pena contrastar una
hipótesis relacionada con una de las posibles interpretaciones de la teoría de las
“ventanas rotas” –broken windows de acuerdo con la cual uno de los determinantes de
la sensación de inseguridad de los ciudadanos tiene que ver con la calidad del entorno
urbanístico en el que viven. La información de la encuesta tiende a darle apoyo a esta
noción puesto que, fuera de lo que se podrían denominar las condiciones objetivas de
inseguridad –como el haber sido víctima de algún ataque, o el vivir en un barrio en
dónde operen pandillas la calificación de la calidad del espacio urbano tiene un
impacto positivo, y estadísticamente significativo, sobre la percepción de seguridad de
los ciudadanos. En efecto, cada punto en la escala de calificación, entre 1 y 5, reduce en
cerca de 30% la probabilidad de sentirse muy inseguro en el barrio (Ecuación 4.4). El
impacto no sólo es estadísticamente significativo sino que persiste casi sin alterarse aún
después de filtrar por el efecto ingreso, que por su parte no es significativo (Ecuación
4.5). Aunque otros de los indicadores disponibles de infraestructura urbana, en
particular la disponibilidad y estado de conservación de las canchas muestran también
un impacto significativo, y con el signo esperado, sobre la sensación de inseguridad, su
9520829.doc 22/10/yy
28
efecto es menos importante que el de la calificación global de la calidad del espacio
público (Ecuaciones 4.6 y 4.7).
Estos efectos se dan a pesar de que, como se verá más adelante, el entorno urbanístico
no tiene capacidad para alterar de manera perceptible el indicador de presencia de
pandillas en los barrios.
5 LAS PANDILLAS JUVENILES EN MANAGUA
En Nicaragua parece haber acuerdo en señalar el inicio del fenómeno de las pandillas
juveniles entre finales de la década de los ochenta y principios de la de los noventa 61. A
diferencia de otros países centroamericanos, en donde se señala la importante influencia
en el fenómeno marero de los jóvenes repatriados de los EEUU, en particular de la
ciudad de Los Angeles en donde ya se habrían configurado como pandillas juveniles,
para Nicaragua se hace énfasis en el carácter autóctono de los grupos y del vínculo de
sus orígenes con el conflicto armado.
“Los primeros pandilleros de los años 90, jóvenes que habían conocido la
guerra, el peligro, la muerte y tantas otras formas de violencia, dicen que,
después de las dramáticas experiencias que vivieron en las montañas,
querían repetirlas de nuevo. Y sobre todo, querían readquirir el estatus
social que les dio el ser militares aguerridos que, llenos de orgullo,
estaban sirviendo a la patria 62.
El segundo punto, con el cual hay una mayor similitud con las maras de otros países es
el del marcado carácter territorial de estos grupos. Se señala el barrio de origen de las
pandillas como un factor determinante de su accionar, y su defensa la razón de ser de
muchos de sus enfrentamientos.
La falta de oportunidades de estudio, el desempleo y la carencia de proyectos de vida
llamativos se consideran factores determinantes en la decisión individual de vincularse a
tales grupos. Dennis Rodgers, el llamado antropólogo pandillero, considera sin
embargo que los determinantes sociales y económicos son insuficientes como
explicación. Por un lado, porque al centrarse en estos factores se está ignorando la
pandilla como una organización que muchas veces adquiere una autonomía propia, y en
la cual el conocimiento –por ejemplo militar se va transmitiendo, reforzando y
sofisticando. Por otra parte, porque parece limitado centrar el análisis de sus
motivaciones en la búsqueda de alternativas al estudio o al trabajo.
Sosa y Rocha (2001) hacen énfasis en el trabajo infantil –que se puede asimilar al
abandono escolar y la consecuente “socialización primaria” en la calle como uno de los
61
Rodgers (1997),
62
Rodgers (1997)
9520829.doc 22/10/yy
29
elementos característicos de los jóvenes pandilleros entrevistados por ellos. También
aluden al problema de la desintegración y la violencia familiar y a aspectos como el
grupo de amigos, el fácil acceso a la droga, la búsqueda de diversión, la influencia de
los medios y la venganza, búsqueda de protección o defensa del barrio como elementos
que ayudan a explicar la vinculación a las pandillas.
Vale la pena, a partir de algunos de los datos disponibles en la encuesta de autoreporte
realizada en Managua tratar de detectar cuales son, dentro de los múltiples factores ya
señalados en los que se pueden denominar trabajos etnográficos, aquellos más
susceptibles de generalización estadística.
9520829.doc 22/10/yy
30
al sistema educativo reduce en un 92% la probabilidad de afiliación a las
pandillas 67.
o El haber sido víctima de una agresión grave (vahav, +370%, +5.8).
Aunque este coeficiente puede reflejar una consecuencia de ser
pandillero, antes que una posible causa, vale la pena señalarlo. Este
puede ser uno de los mecanismos a través de los cuales se refuerza y
perpetúa la vinculación a las pandillas: la búsqueda de retaliaciones y
venganzas.
o El género del joven (genero, +578%, +4.4). El ser hombre multiplica por
cerca de seis la probabilidad de ser pandillero
o Que operen pandillas en le barrio donde vive el joven (pandillb, +328%,
+3.5). La circunstancia de contar con un grupo ya organizado en el barrio
multiplica por más de cuatro la probabilidad de que un joven decida
vincularse a tales grupos
o Un indicador de “buen entendimiento” con el padre (fbep1, 31%, 3.4).
Los jóvenes que mantienen unas relaciones cordiales con sus padres –la
respectiva variable con la madre también es relevante serían menos
propensos a ingresar a las pandillas.
o El número de amigos (ant, +2%, +3.0). Este coeficiente puede
interpretarse de dos maneras, o bien los jóvenes más sociables muestran
mayor tendencia a buscar una pandilla o, al revés, a través de estos
grupos conocen un mayor número de amigos. En cualquier caso, el
resultado sugiere que las pandillas son un escenario fértil para la
socialización de los jóvenes
o El que la madre haya sido golpeada (fgolpem, +90%, +2.26). La
violencia en el hogar aparece como un factor que estimula la vinculación
a las pandillas
o Un indicador de supervisión por parte de los padres –que sepan dónde
está el joven cuando sale de la casa (fvpsde, 49%, 2.2) muestra una
asociación negativa con el hecho de ser pandillero. El coeficiente admite
una interpretación en ambas vías.
“La presencia de familiares entorpece la capacidad de desenvolvimiento del
pandillero. Están atentos a la censura. En cambio, la calle y casas de amigos de
confianza los hacen sentir a sus anchas”
68
Vale la pena también destacar algunos factores que mostraron no tener mayor capacidad
para discriminar a los jóvenes pandilleros. Está en primer lugar el hecho de que fuera
67
Es conveniente advertir que la magnitud de este coeficiente debe tomarse con cautela, puesto que no es
posible garantizar que la muestra de jóvenes no escolarizados que se tomó para la encuesta es totalmente
aleatoria, y se puede pensar que en ella están subrepresentados quienes abandonaron el sistema escolar
para trabajar o simplemente quedarse en sus casas.
68
Sosa y Rocha (2001) página 349
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del efecto que se da a través del abandono escolar –que como se verá más adelante si
está relacionado con la capacidad económica de la familia ninguno de los indicadores
sociales y económicos disponibles para el hogar propiedad de la vivienda, educación
de los padres, empleo de la madre o del padre, percepción de la clase económica por
parte del joven, nivel mensual de sus gastos personales contribuye a explicar la
afiliación a las pandillas juveniles.
Por otra parte, la estructura familiar número de hermanos, el haber sido hijo de madre
adolescente, el vivir en un hogar monoparental tampoco sirve para discriminar a los
jóvenes pandilleros. Ni siquiera la manifestación de conflictos y peleas en el hogar,
siempre que estos no hayan conducido al extremo de violencia física contra la madre,
parece tener un efecto perceptible sobre la probabilidad de que un joven ingrese a una
pandilla
Por último, ninguno de los indicadores del llamado capital social visto desde la
perspectiva del hogar –que los padres pertenezcan a diversas asociaciones, o que hayan
participado en obras comunitarias, o que estén bien informados sobre la vida del barrio
muestra un efecto significativo sobre la vinculación de los menores a las pandillas.
5.2 EL ABANDONO ESCOLAR
Aunque no se trata de hacer un análisis detallado del problema, que parece grave, de la
desvinculación del sistema educativo en Nicaragua –algo que sobrepasa el alcance de
este trabajo si vale la pena un ejercicio muy simple para, con base en la información de
la encuesta, tratar de entender sus determinantes básicos. No sólo porque se trata del
factor más relevante de vinculación a las pandillas sino, además, para tratar de refinar el
diagnóstico que con frecuencia se hace sobre los determinantes sociales y económicos
de la delincuencia juvenil.
El primer punto que vale la pena señalar es que varios de los indicadores disponibles en
la encuesta sobre la capacidad económica de la familia sí muestran tener un poder para
distinguir a los estudiantes de quienes han abandonado el sistema educativo (Ecuación
5.2). En particular, tienen un efecto estadísticamente significativo: la percepción por
parte del joven de la clase económica a la que pertenece; la educación de los padres, y el
hecho de que los padres, y en particular el padre, cuente con un empleo
A pesar de la observación anterior, la condición económica del hogar parecería estar
mostrando solo una parte de la historia del abandono escolar, por varias razones. Uno,
porque los factores económicos, por sí solos, explican solamente una fracción pequeña,
menos del 10%, de las variaciones en la escolaridad de los jóvenes (Ecuación 5.3). Dos,
porque el abandono escolar está lejos de poder ser considerado como un problema que
sólo atañe a las clases menos favorecidas. Si bien entre el estrato más bajo –de acuerdo
con la clasificación hecha por los mismos jóvenes la proporción de no escolarizados
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alcanza un impresionante 80%, en el estrato más alto la cifra correspondiente es un no
menos preocupante 52%. Tres, porque más de las tres cuartas partes de los jóvenes no
escolarizados manifiestan no estar trabajando, mientras que, por el otro lado, más del
10% de los escolarizados reportan trabajar en forma paralela con sus estudios. Cuatro,
porque factores que difícilmente podrían asociarse con la capacidad económica de los
hogares, como por ejemplo el género del joven, contribuyen a explicar la vinculación al
sistema educativo.
Las anotaciones anteriores no implican desconocer la importancia que las limitaciones
económicas imponen a la escolaridad de ciertos jóvenes. Solo se pretende llamar la
atención sobre el hecho de que constituyen una explicación insuficiente del abandono
escolar, y que por lo tanto eventuales medidas orientadas simplemente a la dimensión
económica –como por ejemplo un programa de becas podrían resultar limitadas para
afrontar eficazmente el problema.
5.3 LAS PANDILLAS EN EL BARRIO
Puesto que fuera del abandono escolar uno de los factores que en mayor medida ayuda a
discriminar a los pandilleros del resto de adolescentes es la disponibilidad de pandillas
en los barrios en dónde viven, vale la pena un esfuerzo por caracterizar aquellos lugares
en los cuales se reporta la existencia de grupos juveniles. Para tal efecto, se pueden
utilizar algunas de las variables de la encuesta de victimización hecha a los hogares, en
la cual también se consigna la percepción sobre presencia de pandillas en los barrios y
se cuenta con la referencia a algunas características de los barrios.
Una de las preguntas de la encuesta hacía referencia a la percepción del jefe del hogar
sobre la operación de pandillas en el barrio 69, y la respuesta era dicótoma, existen o no
pandillas. Así, al agregar por barrios las respuestas a esta pregunta se tiene el porcentaje
de hogares que consideran que en su barrio operan pandillas. Esta variable puede
interpretarse como una aproximación a la “probabilidad de presencia” de pandillas en
los barrios. Si todos los hogares de un barrio responden de manera afirmativa a la
pregunta se puede estar razonablemente seguro de que en el barrio operan pandillas. En
el otro extremo, si todos los hogares consideran que en el barrio en cuestión no existen
pandillas se puede tener certeza de que se trata de un barrio libre de tal influencia.
69
La pregunta específica era “¿en la actualidad, en este barrio, existen pandillas?”
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Entre estos dos límites, la proporción de hogares que reportan existencia de pandillas se
puede considerar como un “grado de certeza” , o probabilidad, de presencia de
pandillas. Así, en el texto y las gráficas de esta sección por “probabilidad de presencia”
de pandillas se entenderá la proporción de hogares que, en cada barrio, respondieron
afirmativamente a la pregunta sobre existencia de pandillas.
5.3.1 CONCENTRACION GEOGRAFICA
Conviene anotar que la presencia de pandillas en los barrios de Managua está lejos de
poderse considerar como un fenómeno uniformemente distribuido. Mientras en un poco
más de la cuarta parte (26%) de los barrios existe consenso entre los vecinos sobre la
presencia efectiva de pandillas, en el otro extremo, en cerca de uno de cada diez barrios
hay acuerdo para señalar que se encuentran libres de esa presencia. De todas maneras,
son mayoritarios los barrios (76% del total) en los que se puede considerar que existe
presencia importante de pandillas (en los cuales la mitad o más de los vecinos reportan
que en el barrio existen pandillas).
GRAFICA 5.1
5.3.2 NIVEL ECONOMICO DE LOS BARRIOS
Vale la pena dilucidar la cuestión de la asociación entre la presencia de pandillas y el
nivel económico promedio de los barrios. Para esto se cuenta en la encuesta con dos
posibles indicadores: los ingresos totales reportados por el jefe de hogar 70 y, por otro
lado, la percepción del mismo jefe sobre la posición de la familia en una escala de
estrato o clase socioeconómica 71.
Al comparar los datos, por barrios, de probabilidad de presencia de pandillas con el
promedio de los ingresos mensuales por hogar se observa que sí existe una relación
negativa entre una y otra variable. A medida que aumenta el ingreso promedio de los
barrios, disminuye la probabilidad de influencia de jóvenes pandilleros.
70
Al final de la encuesta a los hogares se preguntaba “¿Cómo cuanto dinero ganan al mes en esta casa?”
71
La pregunta que se hacía era “En términos de sus ingresos y su nivel de vida, la gente se describe a si
misma como perteneciente a cierta clase social: alta, media, baja. Usted se describiría como perteneciente
a la clase:” y se contemplaban 5 posibilidades alta, media Alta, media media, media baja, baja. Teniendo
en cuenta la escasa frecuencia de hogares que se consideraron pertenecientes a la clase alta se
agruparon las dos últimas categorías.
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GRAFICA 5.2
Esta relación, sin embargo, no es uniforme. Lo que se observa es que si bien en los
barrios más ricos es casi seguro encontrar una incidencia reducida de pandillas, en los
barrios con un nivel bajo de ingresos se observa una gama relativamente amplia para la
intensidad de esa influencia. En otros términos, se puede decir que, a lo largo de la
escala de ingresos, existe una zona con cierta insensibilidad de la presencia de pandillas
a variaciones en el ingreso. Si se hacen ejercicios mentales simples acerca de la
posibilidad de alterar la influencia de las pandillas mediante programas dirigidos a
elevar el nivel económico de los hogares, lo que se observa es que, de acuerdo con estos
datos, en un rango importante de los ingresos –los inferiores a 5000 Córdobas al mes
los aumentos no necesariamente repercutirían en una reducción de la influencia de
pandillas. Para lograr algún efecto significativo habría que continuar el esfuerzo hasta
niveles relativamente altos, algo como 15 mil Córdobas al mes.
Esta relativa insensibilidad –o falta de elasticidad del fenómeno de las pandillas en los
niveles económicos medios y bajos se aprecia mejor al analizar su presencia por
quintiles de ingreso promedio de los barrios. Mientras en los tres primeros quintiles –
hasta 3500 Córdobas al mes la influencia promedio de las pandillas es muy similar, en
niveles del orden del 80%, a partir del cuarto quintil se observa un leve descenso, de
80% a 70%, pero es sólo en el quintil superior –ingresos familiares superiores a 5000
Córdobas al mes cuando se alcanza una reducción significativa en el indicador de
presencia de pandillas, de 0.7% a 0.3%.
GRAFICA5.3
Lo que estas gráficas sugieren es que si se buscara controlar la influencia de pandillas
en los barrios con base en políticas orientadas a elevar la capacidad económica de los
hogares –por ejemplo programas de empleo habría que buscar elevar el ingreso
promedio hasta un nivel equivalente al que se observa en la actualidad para el tramo más
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35
alto de los ingresos. Habría, por ejemplo, que lograr un incremento del 130% en el
ingreso promedio por hogar en los barrios más pobres, del 80% en los del segundo
quintil y del 50% y 20% en los quintiles tres y cuatro respectivamente.
La segunda manera de abordar la cuestión de la influencia de las condiciones sociales y
económicas de los barrios sobre la presencia de pandillas es a través de la comparación
de esta última variable con la auto calificación de los hogares sobre la clase social a la
que pertenecen. Como se podía esperar, la relación que se observa es similar a la que se
da con los ingresos. A medida que aumenta la clase social a la que perciben pertenecer
los hogares se observa una menor incidencia de las pandillas juveniles en sus
respectivos barrios.
GRAFICA 5.4
Se puede anotar que la relación entre el riesgo de pandillas en los barrios y esta
percepción subjetiva de la posición social de los hogares es un poco más estrecha que la
que se observa con el indicador de ingresos. De hecho, al tratar de explicar la presencia
de pandillas a partir de estas dos variables se observa que, a pesar de que una y otra
están correlacionadas, predomina el efecto de la percepción de clase social sobre el del
ingreso promedio en unidades monetarias (Ecuación 5.4). Una manera de interpretar
este resultado sería sugiriendo que más relevantes que las consideraciones estrictamente
económicas, basadas en la capacidad adquisitiva de los hogares, parece ser el papel de la
percepción subjetiva del lugar que se ocupa en la escala social.
La tercera vía para analizar la relación entre la situación de los barrios y la presencia de
pandillas es a través del indicador del nivel educativo del jefe del hogar. De nuevo, se
observa una asociación negativa con la presencia de pandillas: a medida que aumenta la
educación promedio de los barrios se observa una menor incidencia de pandillas
juveniles.
GRAFICA 5.5
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36
Un aspecto que vale la pena destacar es que, de los tres indicadores de condiciones
sociales de los barrios, el basado en la educación de los jefes del hogar es el que
presenta una relación más estrecha y significativa con la presencia de pandillas
(Ecuación 5.5). Por sí sólo 72 el nivel educativo promedio explica cerca del 50% de las
variaciones en probabilidad de presencia de pandillas (Ecuación 5.6). El respectivo
porcentaje para la variable estrato o clase social es del 45% y para el ingreso monetario
es el 38%.
Pensando en políticas o programas para controlar las pandillas, más relevante resulta la
observación que, desde los niveles más bajos de la variable educación se podría lograr
un efecto perceptible sobre la presencia de pandillas, algo que como se vio, no ocurre
con el ingreso. En efecto, el perfil de la presencia de pandillas por grandes grados
educativos es tal que mientras en los barrios en dónde el nivel educativo promedio
apenas supera la primaria, la probabilidad de presencia de pandillas es del 81%, para
aquellos barrios en dónde la media ya supera el nivel de la secundaria esta cifra ha
descendido al 55% y para las localidades en las cuales el promedio educativo es
superior el porcentaje es del 12%.
GRAFICA 5.6
Estos resultados que señalan la importancia de la educación de los jefes de hogar –más
que sus ingresos sobre la posibilidad de presencia de pandillas en los barrios, no hacen
más que corroborar el resultado que, en las mismas líneas, se obtuvo a partir de los
factores que, individualmente, permiten discriminar a los pandilleros del resto de
jóvenes. El elemento inhibidor importante, más que la capacidad económica del hogar,
tendría que ver con la escolaridad.
72
Obviamente incorporando el efecto de los otros dos indicadores, que están correlacionados.
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37
En este contexto, se llegaría a un objetivo de política más concreto y realista. Para la
prevención de la violencia juvenil, en su manifestación de vinculación a las pandillas,
no parece necesario tratar de lograr incrementos que sin lugar a dudas son inalcanzables
en la capacidad económica de los hogares. Más pertinente resulta tratar de hacer
avances en la dimensión educativa.
5.3.3 OTRO FACTORES EXPLICATIVOS DE PRESENCIA
Fuera de este indicador de las condiciones económicas y sociales de los hogares, se
encuentra que, para los datos agregados, otras cuatro de las variables disponibles en el
encuesta ayudan a explicar las diferencias en la presencia de pandillas en los barrios
(Ecuación 5. 7) :
o Un indicador de capital social de la comunidad la calificación de la
posibilidad de que en el barrio en cuestión se puedan desarrollar obras
comunitarias – que , sorprendentemente, aparece con un efecto perverso,
contrario al esperado: a mayor capital social mayor la probabilidad de
pandillas. El respectivo coeficiente es estadísticamente significativo
(bpoc, +.21, +3.6)
o La percepción sobre la presencia de crimen organizado en el barrio (vdo,
+0.19, +3.3), con el efecto positivo esperado.
o La calificación de calidad de las relaciones de la comunidad con la
Policía Nacional (srpoq, 0.05, 2.9), con un efecto negativo: a mayor
calidad de las relaciones, menor probabilidad de pandillas
o La proporción de hogares que reportan haber conocido personalmente
alguna víctima de homicidio (vca, +0.52, +2.3), con un impacto positivo.
Estos cuatro elementos, junto con el indicador de escolaridad del jefe de hogar, explican
cerca del 75% de las diferencias en la influencia de pandillas en los barrios de Managua.
Vale la pena analizar en mayor detalle estos resultados.
5.3.4 DELINCUENCIA ORGANIZADA Y PANDILLAS
Como se señaló atrás, de acuerdo con los analistas externos, el problema del tráfico de
narcóticos parece ser un tema menos relevante para la seguridad ciudadana en
Nicaragua que en otros países de la región. Los datos de la encuesta en cierta medida
corroboran esta observación, puesto que en más de la mitad de los barrios la
calificación promedio sobre la presencia de delincuencia organizada se sitúa entre
“ninguna” y “poca” y sólo en cuatro de los cincuenta barrios la calificación promedio se
sitúa más cerca de “mucha” que de “poca”. A pesar de lo anterior, el problema de los
delincuentes organizados no es completamente ajeno a la realidad de Managua, ni al
fenómeno de las pandillas.
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38
El perfil de la asociación que se observa entre estas dos manifestaciones de la violencia
–las pandillas juveniles (PJ) y la delincuencia organizada (DO) es interesante de
analizar por varias razones.
GRAFICA 5.7
En primer lugar porque muestra que, si bien las pandillas juveniles pueden muy bien
existir en los barrios en dónde los ciudadanos consideran prácticamente irrelevante el
problema de la DO, a medida que esta influencia aumenta es casi seguro que habrá alta
presencia de pandillas juveniles. O, visto de otra manera, la falta de presencia de
pandillas parece siempre implicar baja influencia de la DO. Este es un argumento sólido
a favor de la idea de la DO como una posible “causa”, y no una consecuencia, de la
presencia de pandillas 73.
En una de las preguntas de la encuesta se buscaba indagar sobre la percepción de los
jefes de hogar acerca de qué tan estrechos eran, en su barrio, los vínculos entre uno y
otro fenómeno. Es interesante observar que, a medida que aumenta la presencia de la
DO, mayor es la calificación que se le asigna a la colaboración entre esta y las pandillas
juveniles. Así, en los barrios con leve presencia de delincuentes adultos pueden operar
pandillas juveniles independientes de este fenómeno, pero en aquellos lugares en los
cuales la presencia de crimen organizado es más importante, casi inevitablemente se da
una asociación entre las pandillas juveniles y la DO.
GRAFICA 5.8
73
Puesto que si “no PJ” implica “no DO”, tal como sugiere la gráfica, entonces DO implica PJ. Por el
contrario, también de acuerdo con la gráfica, la afirmación lógica “no DO” no necesariamente implica
“no PJ”, lo que equivale a descartar que PJ implique DO.
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5.3.5 LAS RELACIONES CON LA POLICIA
La asociación negativa, y estadísticamente significativa, que se observa entre la
probabilidad de presencia de pandillas y la calificación que le asignan los ciudadanos a
la calidad de las relaciones de su comunidad con la Policía Nacional tiene como
característica digna de mención que la segunda variable parecería ser una condición
necesaria, mas no suficiente, para que se de una baja incidencia de la primera. En
efecto, mientras que en los barrios en los que se le da una alta calificación promedio a
las relaciones con la Policía se observa un rango relativamente amplio para la
probabilidad de presencia de las pandillas, aquellos lugares en los que la calificación es
muy baja parecen abocados a una alta presencia de grupos juveniles.
GRAFICA 5.9
5.3.6 CONTACTO PREVIO CON LA VIOLENCIA
No menos interesante de analizar resulta la asociación entre la influencia de las
pandillas en los barrios y el reporte en la encuesta de conocimiento personal de alguna
víctima de homicidio. Un aspecto digno de mención de esta característica de un hogar –
conocer o no personalmente a una víctima de homicidio es que se trata de algo que no
está distribuido de manera uniforme entre la población. Si bien en casi la mitad de los
barrios se trata de algo relativamente extraño, pues menos del 10% de los hogares
reportan tal tipo de contacto previo con la violencia, en más de la quinta parte de los
barrios este porcentaje supera el 20% y en 3 de los 50 barrios de la muestra más del
40% de los hogares manifiestan haber conocido personalmente a una víctima de
homicidio.
GRAFICA 5.10
Hay dos maneras de interpretar esta singular tendencia a agruparse que muestran los
hogares cercanos a las víctimas de homicidio. Por un lado, se puede pensar en una
9520829.doc 22/10/yy
40
importante concentración geográfica de las muertes violentas, un fenómeno recurrente
en la mayor parte de los lugares en dónde las tasas de homicidio son altas. Si, por
ejemplo, en un barrio son asesinadas, proporcionalmente, muchas más personas que en
otros lugares de la ciudad, cabe esperar este tipo de reporte, también concentrado, de
conocimiento de las víctimas. Si esta es la interpretación correcta, se estarían dando en
Managua diferencias en las tasas de homicidio del orden de uno a diez. Y el diagnóstico
de una ciudad sin problemas apremiantes de violencia homicida debería revisarse para
ciertos barrios críticos.
Otra posible interpretación sería que las personas en algún momento desplazadas por la
violencia en distintos lugares del país emigraron a Managua y tendieron a localizarse en
los barrios de acuerdo a su lugar de origen. Un dato de la encuesta –el reporte de haber
tenido que cambiar de residencia por razones de violencia serviría de apoyo a esta
interpretación, puesto que se presenta bastante heterogeneidad entre barrios en términos
de la proporción de hogares que manifiestan ser desplazados 74.
La interpretación para la relación entre el conocimiento de víctimas de homicidio y la
influencia de pandillas depende de cual de los dos escenarios descritos se considere más
pertinente. Si se acepta la idea de una alta concentración de los homicidios en Managua,
se tendría entonces que la variable en cuestión –proporción de hogares que conocían una
víctima es un resultado de la presencia de pandillas. Si, por el contrario, se piensa que
hay una concentración de personas que han sufrido de cerca la violencia se puede
plantear cierta causalidad en el otro sentido, por ejemplo pensando que se genera, por
distintas razones, un mayor nivel de aceptación de las pandillas juveniles.
En alguna medida, el perfil de la relación entre pandillas y conocimiento de víctimas de
homicidio tiende a ser más consistente con el segundo escenario que con el primero, ya
que los bajos niveles de contacto previo con la violencia se asocian tanto con baja como
con alta presencia de pandillas. Por el contrario, los niveles altos de experiencia anterior
con homicidios, con la excepción de uno de los cincuenta barrios de la muestra, se
asocian con altos niveles de influencia de pandillas.
GRAFICA 5.11
74
En contra de esta interpretación se puede mencionar la alta participación de los incidentes recientes –
después del año 2000 entre quienes conocían personalmente una víctima.
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41
5.3.7 LAS PANDILLAS Y LAS COMUNIDADES
De acuerdo con las corrientes que postulan que el fortalecimiento del llamado capital
social la capacidad de asociación de las comunidades como un mecanismo idóneo
para controlar la violencia juvenil, no es fácil dar cuenta del resultado obtenido con los
datos de la encuesta, de acuerdo con el cual la mayor integración entre los ciudadanos
de los barrios para emprender obras comunitarias se asocia positivamente con la
presencia de pandillas. Además, no se trata del único indicador del capital social que
muestra un efecto perverso sobre la probabilidad de influencia de los grupos juveniles.
Por ejemplo, la frecuencia con que los hogares reportan haber asistido en el último año a
un evento social en el barrio también aparece positivamente asociada, y de manera
significativa, con la probabilidad de presencia de pandillas (Ecuación 5. 8). Aunque el
efecto no alcanza a ser estadísticamente significativo, el haber asistido como espectador
a eventos deportivos en el barrio también muestra un efecto con el signo perverso
(Ecuación 5. 9).
En general, lo que muestran los datos de la encuesta acerca de la relación entre el capital
social de los barrios y el fenómeno de las pandillas en Managua es que el primero no
tiene mayor capacidad para alterar la presencia de las segundas. Entre los indicadores
disponibles, el único con el efecto negativo esperado, aunque no alcanza a ser muy
significativo, es el “haber asistido en el último año a una reunión en el colegio de los
hijos” (Ecuación 5. 10).
Lo que estos resultados sugieren es que el fortalecimiento de los vínculos comunitarios,
el estímulo a la capacidad de asociación entre los vecinos, la promoción del llamado
tejido social de los barrios, muestran en Managua una escasa capacidad para disminuir
la presencia de pandillas juveniles. Incluso, como lo sugieren un par de resultados de
esta encuesta, puede darse cierta compatibilidad entre el capital social de las
comunidades y la violencia juvenil.
Son varios los mecanismos a través de los cuales son concebibles este tipo de apoyos, o
alianzas, entre los vecinos que se agrupan o asocian y las pandillas juveniles. Se puede
pensar, por ejemplo, en coaliciones para la tarea vital de defender el barrio de los
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42
ataques de otras pandillas, o de protegerlo de los delincuentes.
o “Los pandilleros no sólo se ayudan mutuamente, sino que confían mucho unos en otros,
confianza que es un valor, por ser cada vez más escasa en el contexto de crisis de la
Nicaragua de hoy. En parte, esta confianza y esta lealtad son una reacción a la
estigmatización social que sufre el pandillero. Aunque en mi barrio, este estigma es
ambiguo, porque los habitantes del barrio aunque critican a los pandilleros, no dejan de
reconocer que son ellos quienes protegen y cuidan al barrio” 75.
o “De hecho la pandilla es un dispositivo de integración social del barrio: En muchos
barrios marginales de Managua, la mayoría de los jóvenes son pandilleros. Las familias
que no tienen relación con los pandilleros permanecen relativamente aisladas. Existe
una especie de presión social, un impuesto social que devenga la pandilla por la
protección que brinda al barrio. “Nosotros gobernamos el barrio” nos dijo un joven
pandillero. Los activos intangibles de quien no paga ese impuesto social se deterioran
notablemente. El impuesto va desde dar recursos humanos a la pandilla y encubrir a un
pandillero hasta regalarles pequeñas sumas de dinero. Esas contribuciones monetarias
son ofrecidas voluntariamente por los vecinos o “sugeridas” como aporte a los simples
transeúntes” 76.
Aparece con claridad en estos testimonios la incómoda figura del pandillero como un
verdadero protector del barrio, que lo defiende de los ataques externos, o de la
delincuencia. Y que cobra a cambio de ello un tributo. En términos escuetos, de alguien
con capacidad para gobernar el barrio.
Corroborando los testimonios anteriores, de acuerdo con los datos de la encuesta, un
impresionante 23% de los hogares en la encuesta manifestó estar de acuerdo con que la
afirmación “las pandillas gobiernan” describe muy bien lo que ocurre en su barrio 77 y
tan sólo un 20% opina que esa afirmación no tiene nada que ver con su vecindario. En el
40% de los barrios de la encuesta la calificación promedio del acuerdo con esta
afirmación, en una escala de 1 a 5 es superior a la media.
GRAFICA 5.12
También reforzando las embarazosas muestras del poder real de las pandillas sobre las
comunidades descritas en los testimonios mencionados, y en forma bastante alejada de
75
Rodgers (1997). Subrayado propio
76
Sosa y Rocha (2001) página 401
77
En el formulario se incluía, textualmente, la cita que se incluye en la gráfica y que fue tomada de Sosa
y Rocha (2001) página 400.
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43
cualquier ideal democrático, entre los hogares que reportan la existencia de pandillas en
su barrio un no menos impresionante 75% reporta que el “cobro de impuestos” es una
de las actividades desarrolladas por las pandillas. Por otra parte, casi uno de cada cuatro
(23%) de los jefes de hogar de la encuesta manifiesta haber tenido que pagar, alguna
vez, un impuesto a una pandilla.
5.3.8 PANDILLAS E INFRAESTRUCTURA URBANA
Los datos de la encuesta muestran dos aspectos interesantes sobre la asociación entre la
infraestructura urbana y la influencia de los grupos juveniles. El primero es que la
calidad de los espacios públicos parece ser más determinante que la disponibilidad de
cierta infraestructura específica, como las canchas o los parques. El segundo es que una
parte del efecto preventivo de la violencia que con frecuencia se atribuye a la
disponibilidad de cierta infraestructura en los barrios, y aún de su calidad, podría estar
reflejando un mero efecto ingreso.
Con relación a la disponibilidad de canchas deportivas y parques en los barrios, un
punto que llama la atención de los datos de la encuesta es la falta de acuerdo entre
quienes, en un mismo barrio, responden una pregunta tan básica como “existen canchas
para practicar deporte en el barrio” o “existe en el barrio algún parque”. Solamente en
12 de los cincuenta barrios hubo unanimidad de los encuestados para señalar que no
había canchas y en 8 para reportar que sí las había. La distribución de las respuestas,
aunque concentrada en los extremos, está lejos de ser binaria.
La calidad de las canchas, cuando estas existen, si muestra en principio una asociación
negativa con la influencia de los grupos juveniles. Así, si contar o no con este tipo de
infraestructura no ayuda a diferenciar los barrios en los que operan pandillas, entre
aquellos que sí la tienen, a primera vista, la calidad de las canchas sí tendría un efecto, y
con el signo que se espera en principio: las instalaciones deportivas en mal estado
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44
aparecen como algo que favorece la presencia de pandillas. Obviamente, para esta
asociación cabe una interpretación en el sentido que en aquellos barrios en dónde
operan grupos de pandilleros se da, por distintos factores, un deterioro de las
instalaciones deportivas.
GRAFICA 5.14
De cualquier manera, y sin tener en cuenta los demás elementos explicativos de la
presencia de pandillas que, como se verá más adelante, tienden a neutralizar este efecto,
la relación no es uniforme. Los datos de la encuesta tampoco avalan la idea que ciertas
reglas para el uso de las canchas, como por ejemplo el establecimiento de horarios
ayudan a explicar la presencia de pandillas juveniles.
Algo similar parece ocurrir con la disponibilidad de parques, que no muestra un impacto
muy importante –ligeramente negativo sobre la probabilidad de presencia de pandillas
en los barrios. La correlación simple entre ambas variables es también baja, 0.17 siendo
de todas maneras más relevante que la encontrada para los parques .
GRAFICA 5.15
En forma análoga a lo que ocurre con las canchas, el escenario más desfavorable en
materia de parques, peor aún que el de no contar con ellos, parece ser el de tenerlos en
mal estado. Nuevamente, el efecto de la calidad sobre la presencia de pandillas no es
muy nítido ni uniforme.
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45
GRAFICA 5.16
Por último, la calificación global de la calidad de los espacios públicos muestra, a
primera vista, un efecto negativo más significativo, uniforme y consistente sobre la
influencia de grupos de pandilleros. La correlación simple entre los dos indicadores es
de –50%. Y parece claro que en todos los barrios en dónde la calificación de la calidad
es la más baja –entre 1.0 y 1.5 en una escala de 1 a 5 hay casi con certeza presencia de
pandillas. Si se agrupan los datos, se observa que mientras en los barrios situados en la
parte inferior de la escala de calidad del entorno urbano se observa, en promedio, un
nivel cercano al 90% en la presencia de pandillas para aquellos lugares en los que los
vecinos perciben alta calidad de la planta física del barrio la proporción es apenas del
47%.
GRAFICA 5.17
GRAFICA 5.18
Es indispensable anotar que los ejercicios que se acaban de realizar muestran una visión
incompleta de la eventual asociación entre los indicadores de infraestructura en el barrio
y la probabilidad de presencia de pandillas. Como en cualquier análisis basado en la
comparación simple entre dos variables, lo que en principio se puede tomar como el
impacto de una sobre la otra puede estar reflejando el efecto de una tercera variable
sobre ambas. En este caso, la pregunta pertinente es si, por ejemplo, la buena calidad del
espacio público no está en realidad incorporando información de un tercer elemento que
es el que, en últimas, afecta la presencia de pandillas. El candidato obvio para esa
“tercera variable” que está afectando la presencia de pandillas de manera indirecta a
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46
través de los indicadores de infraestructura urbana es el del nivel de ingreso de los
hogares.
Es más que razonable suponer que la calificación de la calidad de los espacios públicos
de un barrio es, un últimas, una señal adicional de la capacidad económica de quienes
viven en ese barrio. Los datos de la encuesta así lo confirman, pues los tres indicadores
utilizados para reflejar las condiciones de vida en los barrios está altamente
correlacionados con la puntuación que se asigna al estado del espacio público.
Así, una vez se filtra el impacto de las variables de infraestructura sobre la presencia de
pandillas por un efecto ingreso, el poder explicativo de estas se reduce sustancialmente,
y lo hace aún más cuando se tienen en cuenta los demás factores mencionados atrás y
que contribuyen a identificar los barrios con mayor incidencia de violencia juvenil.
Dicho en otros términos, los indicadores relativos a la disponibilidad y calidad de la
infraestructura en los barrios no aportan poder explicativo adicional al de las variables
ya analizadas (Ecuaciones 5.11 a 5.16)
GRAFICA 5.19
5.4 DEJAR DE SER PANDILLERO
Quienes han estudiado de cerca a los pandilleros en Nicaragua mencionan varias vías a
través de las cuales puede darse un proceso de desvinculación de los jóvenes de las
pandillas. De acuerdo con Sosa y Rocha (2001) los mecanismos más frecuentemente
mencionados por los jóvenes entrevistados por ellos para dejar las pandillas son (i)
“hacerse evangélico”, (ii) tener hijos y conseguir un trabajo, (iii) envejecer, (iv)
rehabilitarse luego de estar detenido y (v) con ayuda institucional.
Rodgers (1997) se muestra de acuerdo con la importancia de la segunda razón, la de
fundar, casi siempre de manera accidental, una familia. Por otra parte, e implícitamente
anota el motivo envejecimiento, y agrega come tercera alternativa de salida una
vinculación más sólida con la delincuencia:
o “En mi barrio, cuando los pandilleros llegan a los 2224 años, tienen dos alternativas.
La primera es muy frecuente: "por accidente" fundan una familia y, para demostrar que
son responsables, dejan de ser pandilleros. A partir de entonces, la mayoría de ellos
viven habitualmente como desempleados. La segunda es entrar al mundo de la
criminalidad "dura". La mayoría de los pandilleros sigue la primera ruta, pero un
porcentaje significativo elige la segunda. En mi barrio, un 1520% pasan a ser
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47
delincuentes de profesión” 78.
La encuesta realizada entre jóvenes en Managua tiene información útil para analizar los
factores que afectan la decisión de abandonar las pandillas. La metodología utilizada
para estudiar este paso crítico consiste nuevamente en comparar las características de los
dos grupos relevantes de jóvenes. Así, dentro del conjunto de menores (un total de 131)
que manifiestan alguna vez en la vida haber sido pandilleros se trataron de identificar
aquellos factores que contribuyen a discriminar, o separar de manera estadísticamente
significativa, los jóvenes que ya se salieron de las pandillas (74 o sea el 56.5%) de
aquellos que continúan vinculados a ellas (57 o sea 43.5%).
El primer punto que vale la pena investigar es si el mismo conjunto de factores que
ayudan a explicar el ingreso a la pandilla también es útil para explicar, en principio con
un signo opuesto, el abandono de la pandilla. O sea si existen mecanismos con
capacidad para revertir el paso anterior. La respuesta a este primer interrogante es
negativa (Ecuación 5. 17). No sólo porque varios de los factores que aparecen como
determinantes del ingreso a las bandas juveniles –en particular los antecedentes
familiares, la supervisión de los padres, o el buen entendimiento con ellos, o los
antecedentes de violencia contra la madre no conservan un efecto estadísticamente
significativo sino porque algunos de los elementos que afectan la entrada también
parecen afectar la salida pero, extrañamente, con el mismo signo.
Sorprende, por ejemplo, que el ser hombre, un elemento definitivo a la hora de afiliarse
también juegue un papel importante para la salida, reforzando su probabilidad. Así si el
ser mujer inhibe la entrada a las pandillas, para las pocas jóvenes que superan este
obstáculo y se vinculan, el género aparece como un elemento no que refuerza sino que
también inhibe su salida. Así, de las ocho mujeres que reportan haber pertenecido
alguna vez a una pandilla, tan sólo una manifiesta haberla abandonado, o sea una tasa de
deserción de tan sólo 12.5%. Entre los hombres, por el contrario, el porcentaje es
cercano al 60%. Difícil no hacer alusión a la posibilidad de organizaciones que cuiden
con particular esmero su recurso más escaso. En el mismo sentido, también se encuentra
que el tener muchos amigos es un factor que contribuye tanto al ingreso a las pandillas
como a su posterior abandono.
De los factores que, en forma consistente, contribuyen tanto a la afiliación como luego,
a reforzar el vínculo e inhibir el abandono de la pandilla se pueden mencionar dos: el
haber abandonado el sistema educativo, y el haber sido víctima de un ataque criminal
serio.
En últimas, el conjunto de factores que facilitan la entrada a las pandillas parece distinto
del que impulsa la salida. Dentro de las variables para las cuales se dispone de
78
Rodgers (1997)
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48
Son varios los comentarios que surgen del ejercicio que se acaba de resumir. Uno, no
parece rebuscado argumentar que el principal elemento aglutinador de los jóvenes
pandilleros es una especie de poder político real. Es difícil considerar como una simple
coincidencia el hecho que, dentro de las variables disponibles, la capacidad de mandar
en los barrios de cobrar impuestos e imponer sus propias reglas del juego junto con el
desafío explícito y el enfrentamiento con los organismos de seguridad estatales sean las
dos más significativas. Es impresionante la regularidad y solidez de la relación entre la
calificación del poder de la pandilla en el barrio con las tasas de deserción reportadas
por los jóvenes pandilleros. Mientras que entre los jóvenes que viven en barrios en los
que no operan pandillas la proporción de expandilleros (entre quienes alguna vez lo
fueron) es cercana al 80%, en aquellos barrios en dónde se expresa acuerdo con la
afirmación que quienes mandan son los pandilleros tal cifra se reduce al 40%.
GRAFICA 5.20
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49
Dos, vuelve a destacarse la importancia del sector educativo en esta dimensión clave de
la prevención como es la de lograr desvincular a los jóvenes de las pandillas. El otro
recurso que con frecuenta se menciona como elemento fundamental de reinserción, la
posibilidad de encontrar un empleo, no se corrobora con los datos. La incorporación a la
fuerza laboral no aparece como algo que ayude a discriminar a los expandilleros de
quienes continúan siéndolo (Ecuación 5. 19). Los otros dos indicadores de capacidad
económica de los jóvenes, la auto calificación de la clase social y los gastos mensuales,
tampoco contribuyen a explicar el abandono de las pandillas (Ecuaciones 5.20 y 5.21).
En forma similar a lo señalado para los determinantes del ingreso a las pandillas, se
corrobora la observación que, fuera del efecto que se da a través de la educación, la
posición económica de los jóvenes contribuye poco a la explicación del fenómeno de las
pandillas a nivel individual.
Tres, en buena medida se corroboran las observaciones hechas por los estudiosos de las
pandillas nicaragüenses sobre las principales vías de salida. En particular, aparece que la
paternidad, posiblemente accidental, es un factor favorable para la reinserción. La
circunstancia, frecuentemente citada, de la vinculación a grupos religiosos como una de
las pocas vías de salida aceptadas por las pandillas se corrobora parcialmente, puesto
que el indicador más cercano que se tiene –el reporte de practicar alguna religión
muestra un efecto positivo sobre la probabilidad de abandono, aunque no muy
significativo (Ecuación 5. 22). El rango de edades de los jóvenes de la encuesta –entre
13 y 19 años no permite contrastar la hipótesis del umbral crítico de salida alrededor de
los 25 años .
6 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Con base en los principales resultados del análisis realizado tanto con la información
estadística disponible para Nicaragua como con las encuestas de victimizacion y auto
reporte realizadas en Managua, en esta sección se busca (i) identificar cuales serían las
medidas con mayor potencial para prevenir la violencia, (ii) analizar los posibles
obstáculos, dilemas o carencias de información que se deben superar para llevarlas a la
práctica y (iii) sugerir algunos criterios para priorizarlas.
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50
por Sapoznikow (2003). Para cada uno de los componentes de este modelo general se
analizarán las principales consecuencias del trabajo realizado, tanto en términos de
diagnóstico como de propuestas de política. También se discutirán las eventuales
adaptaciones locales a las peculiaridades de Managua sugeridas por los datos.
Como elemento de justificación y de apoyo para algunas de las propuestas que se harán
a lo largo de esta sección vale la pena iniciarla con una breve reflexión sobre un tema
difícil de formalizar, medir, cuantificar y mucho menos someter al escrutinio de los
datos, pero no por eso menos importante en materia de prevención de la violencia.
61 – FORMACION MORAL Y TRANSMISION DE VALORES
Cuando se busca ir más allá de las explicaciones simplistas, materialistas, de la
violencia juvenil, y se trata de entender qué es lo que hace que muchos adolescentes, en
forma independiente de su nivel social o económico, acaten ciertas normas de
convivencia y otros no lo hagan, se puede llegar a la conclusión que tanto o más
pertinente que la productividad de los individuos, sus habilidades académicas o
técnicas, en materia de prevención de la violencia son fundamentales ciertos elementos
de la formación que, inculcados durante la infancia y la adolescencia, terminan jugando
un papel definitivo en la aceptación y el respeto por las normas legales, religiosas,
sociales, o de convivencia. Esta dimensión de la conducta individual, que para
simplificar se podría denominar la moralidad, se puede entender como la mayor o
menor disposición a acatar restricciones y patrones de comportamiento que, siendo
socialmente deseables, pueden entrar en conflicto con los intereses individuales de las
personas, o con sus instintos.
Aunque en este trabajo no se abordó el problema de los antecedentes tempranos de la
79
Ver por ejemplo Loeber (1996) o Tremblay (2000).
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51
violencia juvenil, un análisis más detallado de una encuesta similar a la que aquí se
analizó, realizada en Honduras, tiende a corroborar la hipótesis general de que los
delitos graves en los adolescentes se ven precedidos por infracciones más leves que, a su
vez, reflejarían fallas en su formación moral. Es esta la razón para tratar de entender
como es que se lleva a cabo este complejo y sofisticado proceso.
El desarrollo mediante el cual, durante la niñez y la adolescencia, se va configurando las
preferencias de los individuos, y su moralidad, es uno de los campos en dónde el
conocimiento es en extremo precario. Lo anterior no necesariamente implica que
cualquier teoría sea igualmente útil o pertinente, o convincente, ni mucho menos que se
pueda reemplazar la teoría por supuestos burdos –como el de las preferencias estables y
homogéneas de los economistas, o el de los determinantes sociales de los materialistas
poco razonables y contrarios al sentido común. Está claro que se trata de un área de
estudio que en la actualidad traspasa las fronteras de varias ciencias y que el problema
tiene aspectos biológicos, neurológicos, pedagógicos, psicológicos, económicos,
sociológicos … Simultáneamente, parece pertinente tener una visión, siquiera
aproximada, del conjunto. En tales casos, una aproximación útil puede ser la de “echar
un vistazo al modo en que esos mismos problemas eran abordados cuando aún no se
había producido esta división del trabajo, este desgajamiento de la búsqueda del saber en
diversas especialidades” 80.
En esas líneas, Fernando Savater (2001) recomienda establecer, conceptualmente, una
división, primitiva y burda, entre educación e instrucción. En Grecia, cada una de estas
funciones era ejercida por una figura específica: la del pedagogo y la del maestro. El
primero era un criado que “pertenecía al ámbito interno del hogar y que convivía con
los niños o adolescentes, instruyéndoles en los valores de la ciudad, formando su
carácter y velando por el desarrollo de su integridad moral” 81. El maestro, por el
contrario, era un colaborador, ajeno a la familia, que transmitía conocimientos
instrumentales, o en la terminología moderna, era el responsable de desarrollar el
capital humano de los menores, y los preparaba para su vida productiva. El pedagogo
los preparaba para la vida activa, o sea la que llevaban los ciudadanos en la polis
discutiendo los asuntos relativos a las leyes y a la vida política.
Por mucho tiempo la formación moral y el cultivo de los valores se consideró más
importante que la instrucción orientada a la adquisición de habilidades técnicas o
productivas. A partir del siglo XVIII, y como resultado de la consideración que la
instrucción técnica y científica era indispensable para alcanzar la igualdad entre los
individuos, se invirtió la importancia relativa. A eso contribuyó la convergencia en un
modelo científico único, al lado del cual persistían los interminables debates morales.
80
Elías y Dunning (1992) página 99
81
Savater (2001) página 45
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52
Así, se institucionalizó la enseñanza de lo seguro y lo práctico, en el sistema educativo,
para dejar a las familias y otras instancias ideológicas la formación moral 82.
Esta distinción entre educación e instrucción, una simplificación bastante primaria, es
sin embargo muy útil para entender las limitaciones del concepto de capital humano (i)
como noción central de lo que produce el hogar y (ii) como factor determinante de las
conductas violentas entre los jóvenes. Por varias razones.
En segundo término porque, a diferencia de la enseñanza técnica, para la cual la idea de
una función estructurada en la cual entran como insumos ciertos recursos de mercado y
el tiempo, el aprendizaje moral que ocurre en la familia es más implícito. Como ilustra
Savater (1997), “la enseñanza se apoya más en el contagio y la seducción que en
lecciones objetivamente estructuradas”.
Esta observación de un proceso en buena medida tácito, inconsciente, muchas veces
subliminal, basado en el ejemplo y en la sucesión cotidiana de simples gestos de
aprobación o rechazo está refrendada por distintos experimentos de la psicología social
y las neurociencias, de acuerdo con los cuales la transmisión de valores y de
preferencias es más eficaz entre menos explícita sea. A partir del estudio de la llamada
inconsciencia emocional, los neurólogos 84 plantean que los estímulos subliminales no
sólo afectan las preferencias sino que lo hacen de manera más efectiva y duradera que
los estímulos conscientes. Distintos experimentos de la psicología social tienden a
confirmar la idea de que buena parte de las preferencias se forman sin necesidad de que
exista un registro consciente del estímulo o aún bajo estímulos subliminales. Estas
observaciones coinciden con las hechas por psiquiatras de principios del siglo XX en el
sentido que la parte emocional del cerebro es particularmente sensible a los estímulos
inconscientes.
82
Savater (2001)
83
En Latinoamérica, es interesante observar, por ejemplo, cómo han sido varias de las comunidades
indígenas, normalmente con altos niveles de pobreza y baja alfabetización, las que mejor han podido
controlar la violencia, o la influencia de crimen organizado.
84
Por ejemplo Ledoux (1998)
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53
Así, el aprendizaje moral en la familia, está más basado en la afectividad que en la
discusión, la argumentación y la racionalización, y se apoya en “gestos, humores
compartidos, hábitos del corazón, chantajes afectivos” 85 y es precisamente esa la razón
para que sea tan persuasivo. Su efecto es tan fuerte, anota Savater, que no sólo se
transmiten a través de él los principios morales sino que hace arraigar prejuicios
difíciles de superar. En síntesis, parece copiosa la evidencia que el sólo estar en un
entorno configura ciertas restricciones a las conductas y que, en forma consistente con
la valoración implícita que existe en ese entorno, el individuo adhiere inconscientemente
a ciertos principios en lugar de otros.
Con la incorporación masiva de las madres al mercado laboral, el papel de la familia en
este sofisticado proceso de formar y transmitir valores a los jóvenes empezó a
compartirse y delegarse, esencialmente en el sistema educativo. Pero es fácil plantear
que , fuera de estas dos instituciones –la familia y la escuela no son muchas más
aquellas sobre las cuales pueda, o deba, recaer esta delicada responsabilidad.
6.2 – OTROS ACTORES ESENCIALES PARA LA PREVENCION
Se ha planteado que en materia de prevención de violencia juegan un papel
determinante varias instituciones. En América Latina se mencionan, por ejemplo, las
instituciones gubernamentales –nacionales o locales las judiciales, la sociedad civil, las
comunidades y el sector privado 86. En esta sección se sugiere una ampliación mínima
de esta lista para que, sin perder la característica de ser limitada y manejable, recoja los
principales resultados de la encuesta y tenga en cuenta algunas de las peculiaridades
que muestran los datos y testimonios para Nicaragua.
85
Savater (1997) página 58
86
Estos son los actores estratégicos propuestos Sapoznikow (2003) como relevantes en el área de la
prevención de la violencia.
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54
6.2.1 – LA FAMILIA
El papel primordial de la familia en la formación moral, implícita y subliminal, de los
jóvenes sería suficiente para otorgarle una identidad propia, y separada, en materia de
prevención. Hay además, para reforzar la propuesta de asignarle un papel más
protagónico dentro de las políticas y programas de prevención en Nicaragua, dos
características fundamentales. Por un lado la transmisión, ya explícita, no sólo de los
valores sino del conjunto de normas sociales, e incluso legales, que facilitan la vida en
sociedad. Por otro lado, el papel fundamental en lo que se podría denominar la
supervisión de los jóvenes.
Los ejercicios estadísticos realizados con la encuesta de Managua tienden a corroborar
la importancia de la supervisión familiar, aún en un asunto tan complejo como la
afiliación a las pandillas. Algo que tiende a corroborarse con la evidencia testimonial.
“Este último escenario (la casa del pandillero) fue el menos propicio para las
entrevistas, mostrándose en él los entrevistados notoramiente inhibidos. La presencia
de familiares entorpece la capacidad de desenvolvimiento del pandillero. Están
atentos a la censura. En cambio, la calle y casas de amigos de confianza los hacen
sentir a sus anchas” 88.
Bastante revelador de esa inagotable capacidad de supervisión sobre los jóvenes por
parte de la familia, y en particular de la madre, es un testimonio del antropólogo
pandillero:
“Cuando llegaba la Policía, todos los pandilleros salían gritando a su encuentro,
tirando piedras y corriendo por todos lados. Las madres de los muchachos también
salían, gritando y corriendo, pero no en contra de la Policía, sino tratando de detener
87
GottfredsonM y Hirschi (1990). A general theory of Crime. Stanford: Stanford University Press.
Citados por Mucchielli
88
Sosa y Rocha (2001) página 349
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55
89
a sus hijos pandilleros para encerrarlos dentro de sus casas” .
Fuera del tema de la supervisión de las actividades de los hijos que, como se argumentó,
parece razonable que permanezca bajo la total tutela de los padres, es conveniente
destacar otro vinculo más oscuro de la familia con la violencia juvenil, y es el de los
antecedentes de conflicto en el hogar y de violencia doméstica.
Para la comprensión de la violencia juvenil, y para el diseño de políticas orientadas a
prevenirla, es indispensable superar las explicaciones simplemente materialistas. La
historia de la familia que expulsa al joven hacia la calle, hacia las malas compañías, los
malos hábitos y la delincuencia requiere refinarse considerablemente. Los datos de la
encuesta sugieren que algunos jóvenes efectivamente huyen de sus hogares pero no
siempre porque faltan los recursos, sino porque han presenciado, y probablemente
sufrido, maltratos físicos. Este resultado es fundamental en materia de política pública
puesto que indica que una demanda fundamental de algunas familias es por protección,
no siempre por recursos económicos.
6.2.2 – EL SISTEMA EDUCATIVO
Aunque a nivel de diagnóstico parecería haber acuerdo entre los analistas de distintos
campos –desde el desarrollo económico a la salud de los adolescentes pasando por la
delincuencia sobre las bondades de la vinculación de los jóvenes al sistema educativo,
en las prioridades implícitas en ciertas políticas públicas el tema parece tener menos
relevancia. Sorprendentemente, en el área de prevención de la violencia, el sistema
educativo no ha logrado adquirir una identidad propia en el diseño de los programas y
89
Rodgers (1997)
90
Algunas de las instituciones que antecedieron a los reformatorios, aunque concebidas inicialmente para
albergar huérfanos y niños abandonados, eran más utilizadas por las mismas familias para internar allí a
los que consideraban sus “jóvenes en riesgo”. Posteriormente, la función correccional y la preventiva,
promovida por la misma familia, se confundían en una misma institución El principal impulso para que
las familias adoptasen medidas preventivas extremas como la de internar a sus hijos, era que las faltas de
estos afectaban el honor y la reputación de la familia. Tikoff (2002)
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56
ha quedado, por decirlo de alguna manera, sumergido en igualdad de condiciones entre
otras instituciones gubernamentales, o entre la sociedad civil.
La circunstancia de que el sistema educativo no sea nunca 100% público, la importancia
que en América Latina juega la iglesia en materia de educación, el hecho de que se trate
de un sector peculiar, incluso privilegiado, en materia de cooperación internacional se
suman para darle apoyo a la recomendación de asignarle al sistema educativo en su
conjunto un papel más protagónico en el tema de la violencia, tanto como ente
fundamental en materia de prevención, a través del control del abandono escolar, como
eventual beneficiario, o ejecutor de los programas.
6.2.3 – LOS ANALISTAS DE LA VIOLENCIA
El breve esfuerzo que se hizo al principio de este trabajo para identificar las
peculiaridades de la situación de seguridad en Nicaragua, y la constatación, a partir de
los datos de la encuesta, de que sí existen esas particularidades, llevan a la
recomendación básica de fortalecer la capacidad de análisis local, tanto a nivel del
diagnóstico como del diseño y la evaluación de las políticas y programas.
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57
los infractores en el área de la violencia son aún muy pocas las hipótesis susceptibles
de universalización. No parece arriesgado argumentar que cada país, cada región, cada
municipio, en muchos casos incluso cada barrio requiere de su propio diagnóstico de
seguridad.
De la misma manera que no tendría mayor sentido emprender costosas obras de
infraestructura sin un buen respaldo de especialistas en ingeniería a cargo de su
construcción, la ejecución y la evaluación de los programas de prevención de la
violencia también requiere de personas con una formación mínima en temas de
seguridad y criminología. Cualquier política o programa lleva normalmente implícitos
toda una serie de supuestos e hipótesis, generalmente propuestos y contrastados en otras
latitudes, que resulta indispensable someter al escrutinio de la evidencia local. Se
requiere, en otros términos, capacidad para aplicar técnicas o procedimientos, esos sí
aceptados universalmente, a los datos locales.
6.2.4 – LAS PANDILLAS COMO ORGANIZACIONES
Al hablar de la relevancia de un actor en el área de la prevención de la violencia no
parece prudente limitarse a aquellas instituciones u organizaciones susceptibles de hacer
aportes a la solución del problema. También resulta conveniente tener en cuenta los
actores sociales con capacidad para obstaculizar o empantanar eventuales soluciones.
En ese sentido, tal vez la falla más protuberante en el diagnóstico de las pandillas
juveniles en Nicaragua, pero sobre todo de las políticas orientadas a controlarlas, es el
hecho de no considerar de manera explícita las pandillas como organizaciones, y no
como una simple suma de jóvenes. Este es un factor en el que hace bastante énfasis
Rodgers (1997), el antropólogo pandillero.
Vale la pena para este tema establecer una analogía entre el ámbito de las pandillas y el
modelo típico del mercado laboral. Nadie en la actualidad consideraría suficiente
abordar el estudio del segundo limitándose al análisis de los factores que llevan al
individuo a vincularse a una empresa. Esa sería una versión deficiente e incompleta de
la realidad pues se concentra tan sólo en uno de los lados del mercado, el de la oferta.
Tanto o más relevantes que los elementos demográficos, económicos o sociales que
ayudan a explicar la decisión de un individuo de hacer parte de la población
económicamente activa son los factores que juegan por el lado de la demanda por
servicios de trabajo, que corre por cuenta de las empresas. Demanda que, con la
excepción de ciertos factores, se rige por parámetros distintos de los que afectan el
comportamiento de los trabajadores. Así, de la misma manera que en el ámbito laboral
no tendría mayor sentido tratar de afectar la contratación de jóvenes por parte ciertas
empresas sin abordar de manera explícita la demanda que ejercen esas empresas, no se
puede, ni analítica ni legalmente, seguir pensando en el pandillero como un individuo
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58
aislado para tratar de concentrar todas las medidas de prevención sobre él.
Los ejercicios estadísticos muestran la importancia de las pandillas en los barrios tanto
como factor de atracción y de reclutamiento de los nuevos pandilleros como de freno a
su desvinculación. La experiencia colombiana muestra que tal vez el principal factor
explicativo de la violencia juvenil en dicho país ha sido la presencia de organizaciones
armadas. No es una simple casualidad que las ciudades con mayor incidencia de
pandillas juveniles, como Medellín y Cali, hayan sido aquellas en donde operaban las
organizaciones de narcotraficantes y en dónde, en distintos momentos, hubo presencia
importante de grupos guerrilleros, y más recientemente de grupos paramilitares.
Tampoco es una coincidencia que, dentro de esas ciudades, los barrios más
problemáticos hayan sido aquellos con vínculos más estrechos con las organizaciones
armadas. Es claro en la actualidad para las autoridades españolas que el problema de la
“kale borroka”, el vandalismo aparentemente irracional de los jóvenes en el País Vasco
es indisociable, e imposible de prevenir, sin desmantelar previamente sus estructuras
organizativas, con múltiples conexiones con ETA.
Un punto crucial que no muestran los datos, o que apenas lo insinúan, es la necesidad de
agrupación y de adopción de unas normas básicas de coordinación con otros jóvenes
como elemento que facilita su vinculación. Esto no se puede abordar de manera
individual. Se deben ofrecer respuestas que tengan como característica la pertenencia a
un grupo, identificado con ciertos objetivos y valores comunes. No son fáciles las
propuestas en esas líneas en un ambiente tan adaptado ya al sistema individualista de la
economía pero es indispensable avanzar en esa dirección.
“(Las pandillas) deben de ser consideradas como colectivos, como comunidades, y
no solamente como agrupaciones yuxtapuestas sin orden ni concierto. Dentro de mi
barrio, se puede afirmar que la pandilla es el único ejemplo de organización de
solidaridad cooperativa, porque aun las familias están muy fragmentadas … Los
pandilleros subrayan la importancia de la solidaridad dentro de la pandilla con la
misma fuerza con la que lamentan la atomización de la comunidad. Señalan que un
pandillero tiene responsabilidades” 91.
6.3 – FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL
91
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59
La edad de los integrantes de unas organizaciones no puede ser el único elemento que
se deba tener en cuenta para analizarlas. El hecho de que un porcentaje nada
despreciable de los ciudadanos manifieste que son las pandillas las que mandan en
ciertos barrios, que los mismos pandilleros reconozcan, con cierto cinismo, que así lo
hacen, y que además cobren impuestos, que defiendan con un variado abanico de
armamento determinados territorios y que impongan sus reglas con recurso a las
amenazas hacen que sean, de hecho, actores políticos. Esta impresión se refuerza con la
elaboración de un precario pero significativo discurso que, parece innegable, pretende
algo de legitimidad política.
“Los pandilleros de mi barrio afirman que esa solidaridad con la que se ayudan
entre ellos y con la que cuidan a su barrio viene del sandinismo. Se ven a sí mismos
como los herederos del sandinismo y de sus valores de solidaridad y de trabajo
colectivo. Durante las elecciones de octubre de 1996, los pandilleros distribuyeron
propaganda del FSLN por el barrio y colocaron banderas y afiches rojinegros por las
calles cuando se anunció que Daniel Ortega, candidato presidencial del FSLN, iba a
llegar.Un 100% de los pandilleros de mi barrio son sandinistas. Ciertamente, esto
influye en su ideología solidaria. Sin embargo, los recuerdos que la mayoría de estos
pandilleros conservan de la época sandinista son muy imprecisos, porque eran muy
jóvenes en aquellos años. Es probable que su sandinismo lo hayan recibido en
herencia de la primera generación de pandilleros, que hicieron el servicio militar” 93.
“Si muchos pandilleros adquirieron experiencia militar durante el servicio militra,
no menos se pueden considerar herederos de las llamadas “turbas divinas” , una
forma de agitación popular contra las clases pudientes opuestas al gobierno
sandinista (los reaccionarios), es decir, una válvula de escape del descontento
popular, legitimado y hábilmente manipulado por el FSLN. Las “turbas divinas” …
estaban integradas por ciudadanos de los barrios marginales, en su mayoría jóvenes,
y realmente tenían una estructura casi militar y una capacidad de convocatoria bien
articulada” 94
Hay para Managua tres factores agravantes para los riesgos de debilitamiento
institucional que conlleva el fenómeno pandillero. En primer lugar la alianza que
sugieren los datos entre las pandillas juveniles y la delincuencia organizada. En segundo
92
Un síntoma claro de la necesidad de recordar ciertos principios elementales de teoría del Estado, e
insistir en su validez, cuando se enfrentan organizaciones políticas armadas es el eslogan promovido por
el alcalde de Bogotá a raíz del reciente atentado: “las armas son del Estado”.
93
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94
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60
término, los testimonios sobre utilización de las pandillas por parte de grupos políticos
con fines proselitistas o de sabotaje 95, algo que también se corrobora con la encuesta:
casi la tercera parte de los jefes de hogar que viven en barrios en dónde operan pandillas
reporta que estas hacen trabajos para los grupos políticos. Están por último, las
aparentes alianzas de las pandillas con algunas comunidades.
La mezcla de una visión bastante idealizada de los jóvenes pandilleros y la posibilidad
de su utilización por parte de diversos actores para lograr fines políticos, o la
satisfacción de demandas sociales, es demasiado riesgosa como para no ser tenida en
cuenta. No sobra recordar lo perverso que puede ser un escenario bajo el cual las
comunidades de vecinos, o los políticos inescrupulosos, empiecen a percibir que una
manera expedita de obtener recursos públicos es teniendo acceso a los que se canalizan
con el loable propósito de prevenir la violencia.
El otro aspecto relevante para el fortalecimiento institucional más básico tiene que ver
con el refinamiento del diagnóstico sobre los determinantes de la violencia. Con
frecuencia una extensión de la hipótesis de la violencia como resultado inevitable de la
precariedad económica se da hacia un discurso que, en cierta medida, legitima la
violencia como una vía idónea para obtener satisfacción de las necesidades económicas
más básicas. Aún aceptando, como muestran los datos que ocurre en Nicaragua, que la
pobreza es un factor que contribuye a la violencia juvenil, de lo anterior no se puede
deducir que la primera justifique la segunda.
6.4 – PREVENCION CON JOVENES VULNERABLES
6.4.1 – ABANDONO ESCOLAR
El conocimiento que se tiene en la actualidad sobre las causas del abandono escolar
parece ser precario. Empieza a surgir cierto acuerdo, y así lo corroboran los ejercicios
elementales realizados con la encuesta, para señalar que la explicación puramente
económica del fenómeno es insuficiente. Las encuestas recientes a nivel
latinoamericano señalan que la falta de recursos es una más entre otras múltiples causas,
tan variadas como la falta de ganas de los jóvenes, o el embarazo adolescente.
No es casual que en la mayor parte de las democracias occidentales la educación básica,
para ser universal, sea no sólo gratuita –con lo cual se aborda el problema económico
sino además obligatoria, con lo cual se reconoce que hay muchos otros elementos que
pueden llevar al abandono escolar.
Los resultados de la encuesta sugieren que uno de los factores de riesgo más
95
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61
importantes de la delincuencia juvenil –y no sólo de la afiliación a las pandillas es el
estar desvinculado del sistema educativo. Así, desde el punto de vista de la prevención
de la violencia un lema básico, prioritario, casi sin ningún atenuante o calificación, es
“se debe tratar de evitar, a toda costa, el abandono escolar”.
Cuando se ha impuesto conceptualmente la noción de múltiples y variados factores
generadores de la violencia, resulta extraño sugerir que los esfuerzos de las políticas
tiendan a concentrarse y focalizarse en una sola dirección, la de la educación.
Paradójicamente, esta recomendación se basa en el reconocimiento de que, en efecto,
son muchos los elementos que pueden incidir de una u otra manera sobre la violencia
juvenil. Son tal vez demasiados para pretender afectarlos todos de manera perceptible.
Aunque en los ejercicios realizados en este trabajo, que se limitaron al tema de la
pandillas, el número de factores de riesgo parece de una magnitud manejable, cuando se
aborda la problemática juvenil en todas sus dimensiones –comportamiento sexual de
riesgo, consumo de sustancias, embarazo adolescente, agresiones, vandalismo, ataques a
la propiedad, victimización y se constata la posibilidad de interrelaciones perversas y
de retroalimentación entre los distintos ámbitos, las dificultades para abordar, aún
analíticamente, el problema crecen de manera exponencial. A pesar de esta aparente
complejidad y causalidad múltiple, aparece de manera recurrente como factor de riesgo
el tema del abandono escolar.
El ejercicio que se hizo con los datos de la encuesta sobre los determinantes del
abandono es a todas luces insuficiente para hacer recomendaciones en un tema tan
amplio y complejo 96. A pesar de la observación anterior, el hecho de que en buena parte
de los programas de prevención de la violencia se dé por descontada una hipótesis sobre
el abandono escolar y por esta vía, sobre las causas de la violencia juvenil que no
concuerda con los datos justifica un par de precisiones.
La primera, que se debe reiterar, es que la precariedad económica de los hogares es tan
sólo una parte del problema del abandono. En particular, parece existir un número
considerable de jóvenes que pudiendo tener acceso a los estudios prefieren no continuar
en la escuela. Lamentablemente, buena parte de los esfuerzos de prevención siguen
dando por descontado que si se está en la calle o la pandilla es porque, necesariamente,
no se tenían ingresos suficientes para el acceso a la escuela. Consecuentemente, se
propone como mecanismo preventivo el acceso a la escolaridad, al trabajo o peor aún, a
sustitutos imperfectos.
96
En el que, además, el autor de este informe no tiene experiencia previa distinta de la de haber hecho un
ejercicio similar para Honduras
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62
6.4.2 OPERACIÓN TRIUNFO: EL MERCADEO DE SUEÑOS 97
Resulta paradójico, en la época en la que las técnicas de mercadeo se han sofisticado
hasta el punto de que es prácticamente imposible seguirle la pista a la cantidad de
alternativas que aparecen cada día, y que se renuevan continuamente, para enganchar a
los jóvenes, que la institución universalmente reconocida como benéfica e indispensable
en tantos ámbitos adolezca de problemas para atraer, reclutar y mantener a los adeptos.
Parecería que casi cualquiera –los equipos de fútbol, los promotores de cantantes, las
empresas de la moda, los grupos evangélicos, los vendedores desde golosinas hasta
videojuegos, e incluso las pandillas y las maras en Centroamérica tiene sobre ciertos
jóvenes mayor capacidad de vender sueños, y estilos de vida, que el sistema educativo.
“Lo que sí es visible es que existe una proporción significativa de jóvenes que no
muestran el mínimo interés por la escuela aunque se les brinde la oportunidad de
estudiar. Su apatía probablemente se debe a que la escuela está en función de la
universidad y del mercado laboral, todavía más excluyentes que los estudios
primarios y medios” 98
Si se percibe, tanto en los datos de la encuesta como en los testimonios, que el sistema
educativo presenta fallas, adicionales a las puramente económicas, en términos de su
capacidad para impulsar sueños y proyectos de vida, no cabe mayor optimismo sobre el
potencial de los programas de prevención de la violencia, para impulsar los, por
llamarlos de alguna manera, sueños de segunda mano, o sea los proyectos de vida que
ya fueron previamente rechazados por los jóvenes 99.
Con el ánimo de indagar cuales podrían ser las deficiencias relativas del sistema
educativo actual en su tarea fundamental de sugerir alternativas de vida, vale la pena un
análisis preliminar, informal e intuitivo, del funcionamiento de algunos de los
vendedores de sueños más exitosos de la actualidad. Como pueden ser los programas o
reality shows en los cuales, con el apoyo del público y por las cadenas de televisión, se
elige un grupo reducido y selecto de cantantes, actores o futbolistas, y que
genéricamente se pueden denominar Operación Triunfo (OT). Este ejercicio sugiere
para este tipo de esquemas de mercadeo de sueños varias peculiaridades que vale la
pena analizar. Uno, se ofrece un verdadero premio mayor, una recompensa totalmente
desproporcionada para las capacidades de cualquiera de los jóvenes participantes.
Aparece, palpable, la posibilidad de un cambio de vida. A diferencia de las loterías,
97
Operación Triunfo es el nombre que tiene en España el reality show orientado al entrenamiento y la
selección de las estrellas juveniles de la canción. Existe, con diversos nombres, el mismo programa en
varios países desarrollados y también ha sido replicado en América Latina.
98
Sosa y Rocha (2001) página 377
99
La experiencia del padre Javier de Nicoló en Bogotá sugiere que las habilidades apreciadas por los
jóvenes infractores son distintas de las que promueve el sistema educativo tradicional. En particular,
parece haber cierta aversión a la especialización.
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ganarse el premio no es un simple asunto de suerte sino que, en principio, exige trabajo,
esfuerzo y dedicación 100. Dos, las reglas del juego están previa y sólidamente
establecidas desde el principio; no hay campo para que los participantes, ni siquiera los
perdedores, se sientan defraudados. Tres, la única pero poderosa sanción es quedarse por
fuera del programa. Cuatro, se envía el mensaje de que los participantes, aunque
compiten entre sí, hacen parte de un grupo, de un equipo. Cinco, aunque el trabajo y el
esfuerzo son requisitos para avanzar y alcanzar el premio, persiste un ambiente de gusto
cotidiano por lo que se hace, incluso de diversión.
La conjunción de estos elementos muestra tener no sólo una gran capacidad de
enganche y arrastre de los jóvenes participantes sino que parece ser suficiente para
imponer, en materia de reglas del juego, hábitos, normas sociales o requisitos para
participar, casi cualquier cosa. De manera sorprendente, las habilidades y características
de los pocos jóvenes elegidos parecen tener la capacidad de propagarse como una moda
y de ser consideradas por los numerosos seguidores del programa como cualidades
deseables y susceptibles de ser adoptadas 101.
Aunque parezca insólito, son varias las lecciones que, en materia de programas de
prevención, se pueden sacar de este tipo de experiencia. Tal vez el punto primordial es
que, cuando se ofrecen recompensas a los jóvenes, como implícitamente se hace al tratar
de convencerlos de las ventajas de la educación, es fundamental no defraudarlos. Algo
que no siempre resulta fácil en un mundo globalizado, con mercados laborales flexibles.
Al respecto, el comentario de un pandillero colombiano no podía ser más ilustrativo:
"Acá viene todo el mundo a prometer maricadas y nadie las cumple. Los políticos,
los estudiados, los sociólogos, los periodistas... todo el mundo. Creen que jugamos a
vivir … Los únicos son los parces (paramilitares) o los guerrillos. Al menos ellos
traen el billete en efectivo. Uno verá si hace la vuelta o no...” 102
Lo anterior no implica que, para poder enganchar a los jóvenes, se deba ofrecer una
recompensa segura para todos los candidatos o los participantes, como lo muestran los
concursos tipo Operación Triunfo. Los elegidos pueden ser pocos, muy pocos, pero si
desde el principio saben con certeza no sólo que el premio mayor será adjudicado, sino
que, además, conocen con claridad las reglas del juego para acceder a él no hay campo
para la defraudación.
Parece claro que una de las deficiencias actuales del sistema educativo, pero sobre todo
de los programas de educación y rehabilitación de los jóvenes bajo riesgo, o de los
100
El factor suerte se limita al apoyo del público, algo que tiene además un empaque democrático.
101
Esa es la impresión informal de algunos comentaristas del programa Operación Triunfo en España que
hablan no sólo de la gran penetración en el mercado de los discos, videos, fotos y relatos de los jóvenes
participantes sino de su capacidad para marcar pautas de comportamiento.
102
'Declaraciones de Yilver uno de los líderes de las pandillas de Ciudad Bolívar en pandillas en Bogotá.
El Tiempo Septiembre 30 de 2002.
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64
En este contexto, la recomendación básica es la de orientar los esfuerzos de prevención
tales como la capacitación, las ofertas de empleo o incluso los pagos en especie que en
últimas constituyen promesas de recompensas siguiendo el esquema básico de
operación triunfo (OT), o sea cumpliendo tres requisitos básicos: (i) que el premio sea
concreto y palpable y no una vaga expectativa (ii) que la necesaria competencia para
acceder al premio puesto que no existe la posibilidad de un premio para todos se haga
bajo unas reglas del juego explícitas desde el principio, que no den campo para la
sensación de defraudación y (iii) que tanto el programa como la adjudicación del premio
sean difundidos a la población objetivo. Otra de las características, la desvinculación del
programa como sanción, puede servir para amarrar el esquema al problema del
abandono escolar, exigiendo como requisito de participación para cualquier operación
triunfo la afiliación, o reafiliación al sistema educativo.
Parece claro que el establecimiento de esquemas OT no tiene por qué afectar el monto
de los recursos que se destinan a los programas. Se trata de un simple colofón a la
manera como se asignan. Así, por ejemplo, en lugar de montar un taller de carpintería
con el objetivo vago y difuso de capacitar a los jóvenes para el mercado de carpinteros
se puede, desde el principio, establecer que los ganadores de la OT Carpintería tendrán
un contrato de trabajo, real y palpable, con determinada industria.
La gama de opciones de premios para la prevención con esquemas OT está limitada tan
sólo por la imaginación, y por los recursos de las instituciones que financien los
programas. Los premios pueden ir desde un electrodoméstico, o un viaje para la familia
hasta el arreglo de la cancha del barrio, pasando por una beca para estudios superiores.
Vale la pena hacer énfasis en ciertos premios para los cuales no existe un mercado pero
sí una altísima demanda: los programas de estudio en el extranjero y, por qué no, la
posibilidad de obtener visas de trabajo para establecerse en el exterior. En el mundo
globalizado, el área de la migración internacional es sin lugar a dudas una de las más
dinámicas de los mercados laborales, y, desde el punto de vista de los países receptores,
una de las más necesitadas y susceptibles de planificación a largo plazo. No parece
descabellado proponer que los países desarrollados preocupados por la violencia juvenil
en Centroamérica, y dispuestos a cooperar con los programas de prevención, empiecen a
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65
introducir en su abanico de ofertas algo que se sabe requieren cada vez más,
inmigración legal, que tiene una demanda prácticamente infinita –como pueden dar
cuenta los colectivos de trabajadores, legales e ilegales, en el extranjero, las largas colas
para las obtención de visas y permisos de trabajo o las rutas de tráfico ilegal de
trabajadores y que por lo tanto podría convertirse en una atractiva opción de esquemas
de prevención OT.
Dos, este tipo de programas de apoyo deben hacer parte de programas de largo plazo, o
por lo menos preestablecidos, y nunca respuestas coyunturales e inmediatas que se
puedan convertir en verdaderos sistemas de premios para los actos violentos. O burdos
pagos de chantajes a los individuos u organizaciones delictivas. Se deben evitar a toda
costa exabruptos como el siguiente:
“Luis Pérez Gutiérrez (Alcalde de Medellín) presentó a consideración del Concejo
Municipal un proyecto de acuerdo para permitir la reincorporación de 4 mil
guerrilleros que operan en esta ciudad. Pérez Gutiérrez hizo el anuncio tres días
después de que resultara atrapado en un tiroteo de estos rebeldes en una calle,
cuando viajaba con varios de sus funcionarios y periodistas 103.
103
El Tiempo Junio 1 de 2002. Subrayado propio
9520829.doc 22/10/yy
66
6.4.2 LA RECUPERACION DEL ESPACIO PUBLICO
Aunque no siempre se hace explícita, una de las teorías detrás de las propuestas de
recuperación del espacio público como parte integral de los esfuerzos de prevención de
la violencia juvenil es la de las “ventanas rotas” cuyos orígenes se remontan a un
influyente artículo de James Wilson a principios de los años ochenta 104. La idea central
de esta teoría es que si en un vecindario se rompe la ventana de un local y no se repara,
los transeúntes concluirán que no hay nadie responsable de arreglarla. Se puede repetir
la escena, y habrá progresivamente más ventanas rotas y la impresión que quedará es
que no sólo no hay quien responda por los daños del local inicial sino del vecindario
mismo. Aumentarán las oportunidades para la delincuencia y, correlativamente, la
sensación de inseguridad en el vecindario.
Como se vio, para Managua los datos sí sugieren que la calidad –de las canchas, de los
parques y sobre todo del espacio público en general es más importante que la
disponibilidad de cierta infraestructura específica sobre la sensación de inseguridad sin
que, por otra parte, tengan un impacto perceptible sobre la inseguridad real que sólo
aparentemente se asocia con la calidad del entorno urbano. Si se analiza con mayor
detenimiento la asociación negativa entre la calidad del espacio público y la presencia
de pandillas lo que se encuentra es que puede estar captando simplemente un efecto
ingreso. Como cabía esperar, la calidad de la infraestructura urbana está muy
relacionada con la capacidad económica de los vecinos de los barrios y, así, es difícil
distinguir cual de estas dos variables es la que tiene un efecto sobre las pandillas. Pero
este es un problema de los datos. Se pueden concebir, por llamarlos de alguna manera,
“experimentos” en los cuales, en barrios de escasos recursos se hagan inversiones en
infraestructura que sean más que proporcionales a la capacidad económica de sus
vecinos, para medir el efecto de estos esfuerzos sobre la violencia juvenil. De todas
maneras, los datos si tienden a confirmar que, en forma independiente de su impacto
real sobre la delincuencia, los esfuerzos por mejorar el hábitat si alteran de manera
significativa la percepción de seguridad y, en particular, la probabilidad de sentirse
“muy inseguro” en las calles del barrio.
104
Wilson, James y George Kelling (1982). “Broken windows: the Police adn neighborhood Safety”,
Atlantic Monthly, March.
9520829.doc 22/10/yy
67
Así, en los programas de prevención con este tipo de componente parecería conveniente
no crear falsas expectativas acerca del verdadero alcance de las inversiones en
infraestructura urbana sobre los indicadores de violencia. El impacto, por lo menos para
Managua, es más que evidente sobre la sensación de inseguridad pero incierto y
mezclado con un efecto ingreso sobre el indicador de presencia de pandillas.
Por otro lado, los datos sugieren que pueden ser más eficaces los programas del tipo
“mejorar lo ya existente” que aquellos orientados a incrementar el suministro de
infraestructura en los barrios. Esta observación es consistente con la esencia de la teoría
de las ventanas rotas. Además, también parece claro en los datos que las condiciones del
equipamiento urbano del barrio –calidad de las vías, alumbrado, andenes son más
pertinentes que la calidad de las canchas o los parques.
6.5 – PREVENCION CON JOVENES EN RIESGO
El ejercicio de comparar las características de los jóvenes que reportan haber
abandonado las pandillas con las de quienes siguen siendo pandilleros vuelve a destacar
la importancia de la vinculación al sistema educativo como mecanismo de prevención
de la violencia adolescente. Además, los datos sugieren que la escolaridad tiene un
efecto inhibidor más importante y significativo que la vinculación al mercado laboral,
por lo menos en el rango de edades de los jóvenes que respondieron la encuesta, entre
13 y 19 años.
Fuera de esta nueva señal para concentrar esfuerzos en el sistema educativo, los
ejercicios estadísticos realizados con la encuesta, así como los testimonios recogidos por
los observadores minuciosos de las pandillas, son relativamente limitados. en términos
de sugerencias de políticas o programas. A nadie, por ejemplo, se le ocurriría proponer
que para fomentar el abandono de las pandillas se deba estimular el embarazo
adolescente, algo que de acuerdo con los datos si contribuye a la decisión. Tampoco
tendría mucha presentación en un Estado laico impulsar la vinculación de los jóvenes a
los grupos evangélicos como mecanismo de prevención de la violencia.
9520829.doc 22/10/yy
68
en los resultados de la encuesta.
6.6 – EL PAPEL DE LAS COMUNIDADES
Es usual en los programas contra la violencia en Centroamérica, asignarle un papel
central a las comunidades. A diferencia del sector educativo, cuya contribución a la
prevención, a través de la deserción escolar y presumiblemente de la formación moral de
los jóvenes, no sólo es comprensible a nivel conceptual sino que, además, tienden a
corroborarlo casi todos los datos disponibles, el eventual papel preventivo de las
comunidades es bastante menos claro a nivel teórico. Y la evidencia sobre su
importancia es más débil. Vale la pena por lo tanto una breve reflexión sobre cual puede
ser el papel de las comunidades en los programas de prevención de la violencia.
Si se piensa, de manera caricaturesca, en las dos grandes alternativas para enfrentar la
violencia adolescente, prevenir socializar, supervisar, formar a los jóvenes u ofrecerles
proyectos de vida o sancionarlos cuando se convierten en trasgresores, no es arriesgado
argumentar que las comunidades –el barrio, el vecindario, la junta de acción comunal
no son entes particularmente idóneos ni para lo uno ni para lo otro.
Al asignar un papel protagónico a las comunidades en la tarea de prevención, parecería
haberse dado por descontado que su capacidad de acción, insustituible en múltiples
ámbitos –como la actividad política local o en asuntos como la construcción de
acueductos o la pavimentación de vías se puede extender automáticamente hacia
terrenos que son o bien eminentemente privados, como la formación y supervisión de
los menores, o fundamentalmente públicos, como el derecho a castigar. La precaria
capacidad de las comunidades tanto para prevenir como para sancionar la violencia
juvenil se hace palpable cuando se recurre a preguntas elementales y concretas 105.
Con la reflexión que se hizo al principio de esta sección sobre la formación moral de los
individuos y la transmisión de valores a los jóvenes se buscaba ilustrar que, por mucho
tiempo, esta dimensión de la socialización fue un resorte exclusivo de la familia y sólo
recientemente se ha transferido, en la cultura occidental, cierta responsabilidad al
sistema educativo, nunca a las comunidades, al barrio, o a los vecinos.
Entre estos dos extremos la formación de los jóvenes como una especie de inmunidad
moral contra las infracciones o la aplicación de las sanciones socialmente previstas para
los trasgresores se puede anotar que el papel de las comunidades en términos de
prevención de la violencia se debe circunscribir a tres dimensiones. Está en primer lugar
105
¿Qué es lo que se puede esperar que haga un vecino, o un grupo de vecinos, ante la comisión de un
crimen adolescente, fuera de denunciarlo a las autoridades? En el otro extremo, ¿qué se puede esperar que
haga un vecino, o un grupo de vecinos, ante una infracción temprana de un joven o un niño, como faltar a
clase, o comprar cosas robadas, o consumir sustancias ilegales, fuera de comunicarlo a la familia del
infractor? ¿Qué se puede esperar en términos de ampliación de las oportunidades de estudio o de empleo?
9520829.doc 22/10/yy
69
106
Este rol sería cada vez más reducido, puesto que estas normas convergen progresivamente hacia
patrones universales. Los avances que cabe esperar, y que se deben promover, tienen que ver con la
adopción y generalización de niveles cada vez menos tolerantes con ciertas manifestaciones de violencia,
entre vecinos, con los responsables de daños, dentro de las parejas, o con los hijos
107
“Federal policies from urban renewal to public housing may have done more to cause inner city
violence than to prevent it (Sampson and Lauritsen, 1993: 89). For most of this century, community
crime prevention programs have failed to tackle the governmental policies and market forces that fuel
innercity violences … Given the disconnection between causes and cures, it is not surprising that
program impact evaluations provide little strong evidence of effective crime prevention. Setting aside
programs delivered in families, schools, labor markets, places or the criminal justice system, the number
of evaluations of communitybased programs is quite small and generally discouraging.”. Sherman et al
página 32
108
“Ironically, a central tenet of community prevention programs has been the empowerment of local
community leaders to design and implement their own crime prevention strategies. This philosophy may
amount to throwing people overboard and then letting them design their own life preserver. The scientific
literature shows that the policies and market forces causing criminogenic community structures and
cultures are beyond the control of neighborhood residents, and that "empowerment" does not include the
power to change those policies … Even the management of modest programs with federal support are
often beyond the capacity of community organizations, especially where it is needed the most. The
consistent evidence of the neighborhood watch programs, for example (Skogan, 1990: chapter 6), is that
the more crime and risk factors a neighborhood suffers, the less likely it is to develop any organized
activity to fight crime”. Sherman et al página 32
109
Ver al respecto la base de datos de los programas “weed and seed” en Norteamérica. “The strategy
involves a twopronged approach: law enforcement agencies and prosecutors cooperate in "weeding out"
criminals who participate in violent crime and drug abuse, attempting to prevent their return to the
targeted area; and "seeding" brings human services to the area, encompassing prevention, intervention,
9520829.doc 22/10/yy
70
En las sociedades latinoamericanas, con un estado menos consolidado, que no siempre
mantiene el monopolio de la coerción o del cobro de tributos, a las comunidades, antes
de asignarles cierto protagonismo en los programas de prevención, parecería
indispensable protegerlas de la violencia. En Managua, por ejemplo, en muchos de los
vecindarios resultaría irónico buscar un liderazgo comunitario en materia de prevención
cuando la prioridad es sin duda tratar de controlar o desmontar los verdaderos gobiernos
de facto, pequeñas tiranías locales, que al parecer han establecido los jóvenes en algunos
barrios.
¿Cómo se puede esperar que una comunidad de vecinos pueda quitarle el control
político y militar de un barrio a una organización armada, aunque esta esté conformada
por menores? De lo que se puede estar razonablemente seguro es que cualquier medida
orientada a mejorar o fortalecer el capital social de las comunidades tiene altas
probabilidades de fracasar, o incluso será contraproducente, si antes no se resuelve el
problema básico de mantener, o recobrar, el monopolio de la coerción y el cobro de
tributos en cabeza del Estado.
A nivel más práctico, son varios los argumentos a favor de la recomendación de
concentrar el papel de las comunidades en el valioso rol de (i) colaborar con los
organismos de seguridad, denunciando los delitos o suministrando información y, (ii)
simultáneamente, supervisar sus labores. Lograr avances en esa dirección no es tarea
fácil. Al igual que en los demás países de la región, las tasas de denuncia en Managua
son bajas y, como lo muestra el esfuerzo que se hizo en materia de agresiones sexuales,
eso es algo que se puede mejorar y que requiere un apoyo decidido de las comunidades.
El segundo punto es que se trata de un requisito para, en materia de seguridad, mejorar
tanto la capacidad de análisis local como la evaluación del desempeño de los
organismos de seguridad. Por último, porque se trata de un objetivo de política para el
cual es factible fijar metas, medir resultados y que, por lo tanto, es susceptible ser
evaluado.
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9520829.doc 22/10/yy
74
ECUACION 4.6
logistic indMI pr1v pr2v pev pandilla becd
------------------------------------------------------------------------------
i ndM I | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | [ 95% Con f . I n te rva l ]
---------+--------------------------------------------------------------------
pr1v | 1 .391719 . 1951184 2 .358 0 .018 1 .057337 1 .831849
pr2v | 1 .367154 . 2220977 1 .925 0 .054 . 9943457 1 .879738
pev | 1 .441894 . 3215858 1 .641 0 .101 . 9313001 2 .232425
pandilla | 3.695111 .5971938 8.087 0.000 2.691898 5.0722
becd | . 6955684 . 0959422 - 2 .632 0 .008 . 5307996 . 9114841
------------------------------------------------------------------------------
ECUACION 4.7
logistic indMI pr1v pr2v pev pandilla bcci
------------------------------------------------------------------------------
i ndM I | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | [ 95% Con f . I n te rva l ]
---------+--------------------------------------------------------------------
pr1v | 1 .582793 . 3292056 2 .208 0 .027 1 .052889 2 .379391
pr2v | 1 .255229 . 2987729 0 .955 0 .340 . 7872594 2 .001374
pev | 1 .273292 . 4219989 0 .729 0 .466 . 664997 2 .438014
pandilla | 3.383714 .8596464 4.798 0.000 2.056564 5.567303
bcc i | . 7331164 . 0735252 - 3 .095 0 .002 . 6022888 . 892362
ECUACION 5.1
logistic pandillo estudia genero pandillb fvpsde fbep1 fgolpem ant vahav
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pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval]
---------+--------------------------------------------------------------------
cedu | - . 25873 . 052021 - 4 .974 0 .000 - . 3635715 - . 1538885
bpoc | . 2087098 . 0585294 3 .566 0 .001 . 0907516 . 3266681
s rpoq | - . 0502036 . 0175839 - 2 .855 0 .007 - . 0856417 - . 0147655
vdo | . 1947514 . 0595219 3 .272 0 .002 . 074793 . 3147099
vca | . 5206347 . 2263502 2 .300 0 .026 . 0644558 . 9768135
_cons | . 2690607 . 269024 1 .000 0 .323 - . 2731215 . 8112428
ECUACION 5.8
reg pandilla cedu srpoq vdo vca buaes
------------------------------------------------------------------------------
pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval]
---------+--------------------------------------------------------------------
cedu | - . 2994148 . 0577624 - 5 .184 0 .000 - . 4158273 - . 1830023
s rpoq | - . 0424851 . 0185883 - 2 .286 0 .027 - . 0799474 - . 0050229
vdo | . 2234811 . 063336 3 .529 0 .001 . 0958359 . 3511263
vca | . 4868958 . 2438887 1 .996 0 .052 - . 0046296 . 9784211
buaes | . 6762669 . 2882355 2 .346 0 .024 . 0953665 1 .257167
_cons | . 9225055 . 1800183 5 .125 0 .000 . 5597025 1 .285308
ECUACION 5. 9
reg pandilla cedu srpoq vdo vca bued
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pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] exP | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | [ 95% Con f . I n te rva l ]
---------+-------------------------------------------------------------------- ---------+--------------------------------------------------------------------
cedu | - . 2688092 . 0510995 - 5 .261 0 .000 - . 3718611 - . 1657573 gene ro | 19 .15976 22 .13863 2 .555 0 .011 1 .989973 184 .473
bpoc | . 2171058 . 0573406 3 .786 0 .000 . 1014674 . 3327442 es tud ia | 11 .33526 11 .0735 2 .485 0 .013 1 .670656 76 .90884
s rpoq | - . 0569 . 0175781 - 3 .237 0 .002 - . 0923496 - . 0214504 sexoE | 3 .290835 2 .058221 1 .904 0 .057 . 9658957 11 .21197
vdo | . 1828637 . 0585037 3 .126 0 .003 . 0648797 . 3008477 t iempoP | . 7765716 . 0916447 - 2 .143 0 .032 . 6162112 . 9786636
vca | . 541676 . 2213363 2 .447 0 .019 . 0953088 . 9880432 Pmanda | . 6575322 . 1096709 - 2 .514 0 .012 . 4741806 . 9117806
becd | . 1099031 . 0618726 1 .776 0 .083 - . 0148748 . 234681 pe leaPN | . 1598739 . 0800962 - 3 .659 0 .000 . 0598865 . 4268019
_cons | . 2329483 . 2634738 0 .884 0 .382 - . 2983972 . 7642938 ant | 1 .024005 . 0122663 1 .980 0 .048 1 .000243 1 .04833
------------------------------------------------------------------------------
ECUACION 5. 19
ECUACION 5. 12 logistic exP genero estudia sexoE tiempoP Pmanda peleaPN ant gempleo
reg pandilla cedu bpoc srpoq vdo vca bcci
Logit Estimates Number of obs = 130
Source | SS df MS Number o f obs = 50 ch i2 (8 ) = 44 .89
---------+------------------------------ F( 6, 43) = 21.41 Prob > ch i2 = 0 .0000
Mode l | 3 .69651112 6 . 616085187 Prob > F = 0 .0000 Log Likelihood = -66.413217 Pseudo R2 = 0.2526
Residual | 1.2370777 43 .028769249 R-squared = 0.7493
---------+------------------------------ Adj R-squared = 0.7143 ------------------------------------------------------------------------------
To ta l | 4 .93358882 49 . 100685486 Root MSE = . 16962 exP | Odds Rat io Std . Er r . z P>|z | [ 95% Con f . I n te rva l ]
---------+--------------------------------------------------------------------
------------------------------------------------------------------------------ gene ro | 22 .70245 26 .92836 2 .632 0 .008 2 .220373 232 .1238
pandilla | Coef. Std. Err. t P>|t| [95% Conf. Interval] es tud ia | 13 .05051 12 .98047 2 .583 0 .010 1 .85778 91 .67705
---------+-------------------------------------------------------------------- sexoE | 3 .588403 2 .299994 1 .993 0 .046 1 .021697 12 .60319
cedu | - . 2667524 . 0529156 - 5 .041 0 .000 - . 3734669 - . 1600378 t iempoP | . 7629068 . 0920434 - 2 .243 0 .025 . 6022481 . 9664235
bpoc | . 2427123 . 070111 3 .462 0 .001 . 10132 . 3841045 Pmanda | . 6436378 . 0979799 - 2 .894 0 .004 . 4776003 . 8673982
s rpoq | - . 0560061 . 0188087 - 2 .978 0 .005 - . 0939375 - . 0180747 pe leaPN | . 1747518 . 0872204 - 3 .495 0 .000 . 0657019 . 4647989
vdo | . 1960798 . 0596909 3 .285 0 .002 . 0757016 . 3164579 ant | 1 .025639 . 0124268 2 .089 0 .037 1 .00157 1 .050287
vca | . 5144328 . 2270227 2 .266 0 .029 . 0565978 . 9722677 gempleo | . 8685811 . 4615244 - 0 .265 0 .791 . 3065637 2 .460934
bcc i | . 0244198 . 0276106 0 .884 0 .381 - . 0312624 . 080102
_cons | . 1257679 . 3145782 0 .400 0 .691 - . 5086395 . 7601754 ECUACION 5. 20
------------------------------------------------------------------------------ logistic exP genero estudia sexoE tiempoP Pmanda peleaPN ant festrato
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sexoE | 3 .428975 2 .162359 1 .954 0 .051 . 9962876 11 .80168 pe leaPN | . 2094788 . 1107778 - 2 .956 0 .003 . 0743024 . 5905781
t i empoP | . 7930228 . 0959456 - 1 .917 0 .055 . 6256063 1 .005241 c r imenG | . 6686647 . 3198855 - 0 .841 0 .400 . 2618173 1 .707727
Pmanda | . 6630919 . 112252 - 2 .427 0 .015 . 4758581 . 9239959
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