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Dios tuvo que levantar una generación con mentalidad guerrera, y al mismo
tiempo madurar al liderazgo que estaba destinado para esa nueva generación.
Es interesante notar que sólo los que podían salir a la guerra eran contados
entre los hombres de Israel. Sólo los que tenían la capacidad de conquista se
contaban como el número con el que se podía contar. Hoy hay un fuerte
énfasis en iglecrecimiento, y eso debe ser parte de la vida de la Iglesia, pero no
debemos conformarnos con números, sino con capacitar para la guerra.
Debemos tener mas creyentes listos para la verdadera guerra, que se realiza
en la conquista de terreno. Dicho sea de paso, que el terreno que debemos
conquistar no tiene que ver con la compra de nuevos edificios ni propiedades,
sino con la influencia y dominio que la Iglesia debe ejercer para llegar a ser sal
y luz.
En el capítulo 32 del libro de los Números, los hijos de Rubén y los de Gad
vinieron a Moisés y le pidieron que no los hiciera pasar el jordán, sino que
tomarían su heredad de ese lado del río. Moisés les reconvino, diciéndoles
¿cómo ellos podrían enviar a sus hermanos a la guerra sin ir y pelear 'untos? Y
les recordó que así habían hecho sus padres cuando se negaron a pelear por
la promesa de Dios, que era la tierra prometida, y que fue por esa falta de
conquista que se encendió la ira de Dios contra esa generación. Después de
esa plática, convinieron que aunque ellos tomarían la heredad en ese lado del
jordán, irían a la guerra con sus hermanos, para ayudarles a pelear y poseer la
tierra con ellos.
La guerra que hoy peleamos solo se puede ganar con la Palabra. Tenemos
tipos en el antiguo pacto, que muestran cómo la espada fue el arma principal
que se usó para derrotar al enemigo. Hoy tenemos una Palabra que es más
cortante que toda espada de dos filos, y que penetra hasta partir el alma. Si no
somos diestros en el uso de la Palabra, no podremos hacer la guerra
eficazmente. Jesús utilizó esa arma para pelear contra el enemigo. Fijémonos
que no le gritó al enemigo no se puso en una guerra de poderes contra él, sino
que lo desarmó con la Palabra, o en otras palabras, utilizó la espada.
Es por eso que jeremías escribió un pasaje hablando acerca de cómo somos
maldición cuando no utilizamos la espada como arma ofensiva.