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Que bonito es vivir en pareja desde el principio y con las escalas de valores percibidas
desde la perspectiva del noviazgo o desde la primera etapa de los primeros meses, en
donde todo lo bonito se resalta y no existen diferencias por las cuales se discuta en
exceso. Pero a pesar de ser algo hermoso, ¿por qué a veces resulta tan difícil y
decepcionante?
Hay respuestas para todos los gustos, pero creo que la razón fundamental es que dentro
de cada uno de nosotros existen unas creencias que se nos han imbuido a lo largo de
nuestra historia personal y familiar, formando parte de nuestra piel de tal manera por
haberse ido entretejiendo a partir de nuestras experiencias individuales. Por esta razón
tan básica, la creencia de que uno más uno, en la vida en pareja, son dos, no llega a ser
del todo cierto.
Tendría que haber una configuración nueva de sus estructuras en común para poder
adecuar que la raíz de la nueva formación familiar no se viera afectada en exceso por las
grandes diferencias de las expectativas que cada uno aporta en su concepción de la
relación. Asimismo no hace falta ir a diferencias de países, sino que aun viviendo en el
mismo país, en el mismo pueblo, en el mismo barrio, incluso, hay diferencias de
expectativas y conceptos a la hora de afrontar una situación más o menos
desequilibrante.
Lo que creo yo no lo crees tú, pero podemos llegar a la concepción del nuevo nosotros
para hacer de esta posibilidad de negociación un recurso válido que estabilice. No es
nada bueno ni necesario romper una pareja, una relación que se basó en el amor, por lo
tanto tal vez sea más adecuado llevar nuestra energía a encontrar soluciones que
endulcen y nos hagan mirar con otros ojos lo que, en apariencia, se ha convertido en una
auténtica monotonía, un cansancio,...un desamor. Aunque cuando llega el
desamor...mala cosa.
Debido a estas situaciones que estamos tratando, es necesario que el orientador familiar
tenga en cuenta siempre que la cultura y las costumbres influyen de manera
determinante en la conjunción de la pareja y en el arte de formarse como tal, en la
concepción que cada uno tiene de lo que es SER y de CÓMO comportarse en pareja. La
diferentes expectativas ante un mismo hecho suelen ser el quid de la cuestión para que
den comienzo las “batallas”.