En defensa de Urdangarn

No es que me est postulando para llevar la defensa del duque de Palma ante su ms que probable e inminente imputacin pero s que es una idea que ofrezco al que pueda ser su letrado en la causa. Urdangarn se ha llevado la pasta por ser vos quin sois paseando su palmito regio y el de su seora por las docenas de eventos pblicos organizados por diferentes administraciones que le pagaban esta especie de comisin para el lucimiento del poltico de turno. La pregunta, pues, es sencilla: Quin le ha dado a Urdangarn el dinero que cobraba por fotografiarse con unos y otros? Quin pactaba y firmaba con Urdangarn la adjudicacin de contratos reales o ficticios que le iban a reportar al duque millones de euros? Estamos acostumbrados a ver esposados y entre rejas a los que se llevan el dinero de las arcas del estado y de las administraciones pblicas pero no de aquellos polticos que se lo dan o lo permiten. Resulta chocante que Correa, el jefe de la trama Grtel, est ya aos en prisin y acuda de Juzgado en Juzgado con grilletes mientras que los polticos que le adjudicaron los contratos por los que cobr millones de euros, ninguno de ellos, haya entrado en la crcel. Las tan loadas palabras del Rey en el discurso de Navidad de que la justicia es igual para todos no son verdad. Lamentablemente no son verdad. Porque, como deca Orwell, todos somos iguales pero unos ms que otros. Y en este pas, nuestra clase poltica es, sin duda, menos igual que la ciudadana que carece del estatuto de inmunidad e impunidad de los dirigentes y que les permite escapar de la accin y contundencia de la justicia. Resulta especialmente chocante el papel de los medios de comunicacin que nos dan titulares espectaculares poniendo el nombre de Urdangarin, Correa o lvaro Prez el Bigotes y dejando para el fondo de la noticia o fuera de ella a aquel que por su poder y autoridad poltica permite que el duque de Palma o los Grtel se lleven el dinero de las arcas del Estado o de las autonomas y ayuntamientos para construirse palacetes o colgar cuadros de Mir y Picasso en sus cuartos de bao. Mientras no se sienten en el mismo banquillo las dos partes implicadas: los firmantes de los contratos pblicos, el poltico y la empresa adjudicataria, el que da y el que recibe, la justicia no ser igual para todos por mucho que lo diga el Rey con el aplauso general. Juan Garca Sentandreu, Diario Levante, 29/12/11

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