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10-Noviembre-2008

Hace una semana pasé 8 días en Atenas. Fuimos también


un día al Cabo Sunion (al templo de Poseidón) y otro a la
isla de Egina.

Voy a contaros una de las cosas que más me impresionó de


allí.

Una noche fuimos a cenar a una taberna. Había unos


músicos que tocaban el buzuki y cantaban. Los griegos
saben cada uno cientos de canciones. Como se las sabían
todas, no les hizo falta mucho para ir animándose y
cantarlas. Las cantaban y, cuando se animaron un poco
más, un comensal salió a bailar. Sus amigos, en cuclillas
cerca de él, le arropaban dando palmas mientras él, con los
ojos cerrados, bailaba como le habían enseñado en su

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familia, a lo largo de años de celebraciones: cumpleaños,
bodas, bautizos, navidades… cualquier ocasión es buena
para que un griego cante y baile. Nosotros nos marchamos
relativamente pronto pero nos comentó una española
afincada en Atenas hacía ya años que pronto bailarían más
personas.

En Atenas visitamos los museos de la ciudad y pude ver, a


una cortísima distancia, cráteras, ánforas, vasijas y todo
tipo de cacharrería con escenas donde se representaban
actores de tragedia, comedia y drama satírico.

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A la luz de esta experiencia, al volver a ver los dibujos de
actores de comedia y dramas satíricos con esos culos
postizos, esas máscaras grotescas, al ver a los sátiros con
su cola e caballo, sus cuernecillos, su máscara y su falo
encendido, pensé que no estábamos tan lejos de ellos
como las ruinas arqueológicas que visitamos parecen
mostrar. No es difícil imaginar qué tipo de música y baile
hacían. Imaginamos unos estribillos muy pegadizos que, a
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poco, podía el público corear. Por otro lado, al ver las
figuras de sátiros y cómicos, parece evidente qué tipo de
baile satírico, divertido, en grupo y obscenamente coral,
podían llevar a cabo para regocijo del público y relax total,
después de haber pasado varias horas en tensión,
presenciando los asuntos trágicos.

Todas las comedias (las tragedias también) se sazonaban


con música, con bailes. No entendían la vida (y mucho
menos el teatro), sin música ni baile. De ahí la orquesta, de
ahí el coro, de ahí los versos, la métrica, la poesía…

¿Qué tipo de actuación pediría esas máscaras? ¿Qué voz


pondrían los actores y cómo saldría y sería escuchada a
través de esas bocinas de boca y cómo sería el sonido de
sus voces al aire libre? ¿Qué tipo de composición corporal
harían con cada personaje? Dice Menandro, el único autor
griego del que nos ha llegado una comedia completa de
caracteres/tipo (LA “Néa”- la comdeia Nueva) que, para
representar una comedia, iba con 50 máscaras (50
personajes-tipo): cómo andarían, cómo gesticularían, cómo
se moverían embutidos en aquel pijama que les daba
volumen...

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¿Y los actores trágicos, cómo dirían su texto desde la altura
poco ágil de sus coturnos? ¿Cómo modularían la voz, cómo
la acompañarían con los gestos para llegar al público, para
conmoverlo desde ese incomodísimo atuendo que les daría
calor, sudor en cuerpo y cara y casi inmovilidad?

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¿Qué tipo de caricaturización interpretativa harían los
cómicos y los actores de un drama satírico?

Hay todo un trabajo por redescubrir. Hace años Giorgio


Strehler redescubrió la Comedia del Arte italiana. Él
investigó profundamente cada uno de los tipos de
personaje y actuación que hacía cada uno: el Capitano,
Pantalone, il Dottore, Arlecchino... redescubrió sus trajes,
reinventó sus máscaras (con Sarteri) y codificó la manera
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de interpretar de cada personaje. Nos dejó, tras decenas
de años de investigación, su “Arlecchino señor de dos
amos”.

En el mundo del Teatro Grecolatino, aún está por hacer ese


trabajo. Hemos visto docenas de comedias y tragedias
(nadie se ha atrevido aún a poner en escena el único drama
Satírico que nos ha llegado por escrito. De Eurípides: “El
Cíclope”. ¿O sí y yo no me he enterado?). Nos encontramos
siempre con el problema/reto de la Adaptación y con las
limitaciones del tipo de trabajo que aborda el director.
Muchas veces se trabaja con compañías aficionadas. Otras
hay limitaciones de tiempo, de presupuesto, de pericia o
conocimiento cia de todo. ¡Qué rara vez el coro evoluciona
como un personaje, con energía, apoyando a los actores,
defendiendo corporal e interpretativmente lo que dice (y
debería cantar, como buen “coro”, ¿no?)! actoral o del
mundo clásico por parte de quien dirige estos montajes.

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Giorgio Strehler

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Donato Sartori

Muchas veces, sentado en el duro mármol de Sagunt, de


Segóbriga, de Mérida o en la cómoda butaca de algún
teatro cerrado, asisto aburrido a las salmodias
interminables de los actores de tragedia, a las evoluciones
de coros anquilosados cuyo único mérito es aprender al
unísono textos largos y soltarlos en escena a la vez, sin
más interpretación que la matraca de sus voces, siguiendo
un ritmo pesado, monótono y sin gracia alguna. De los
bailes a coro en la comedia prefiero no hablar. He llegado a
un punto en el que no sé si prefiero lo antiguo, lo moderno,
la mezcla de ambos o la ausencia total de baile. Son coros
sin cuerpo ni energía, sin gracia y absolutamente
sosísimos.

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Apenas cantan, casi nunca bailan, el contacto con el
público es meramente textual, no teatral. La mayoría de
veces asisto un poco desencantado, aburrido y a veces
pasmado, al espectáculo más arqueológico que teatral:

“…mira cómo van vestidos. Parecen griegos de verdad. ¿Te


has fijado en el peinado? Se han saltado la antiestrofa de
la página 34. Yo vi una versión que salían todos medio
desnudos. Pues yo vi una en que salían vestidos como hoy
en día... son de Madrid... son de la Universidad de
Alicante... pues son de la ESO: ya tiene mérito…”

Nos encontramos juzgando un espectáculo por lo que no


tiene de teatro, más que por lo que tiene. Cuando hay
teatro no juzgas, estás dentro del espectáculo. Te metes
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dentro de lo que pasa. Disfrutas. Lloras. Olvidas por un
momento el reloj y el móvil y el tiempo se detiene, la tierra
se detiene. Sigues el ritmo de las canciones, el baile, las
entradas y salidas, ríes con los chistes buenos y también
con los malos... y luego, acabada la obra, empiezas tal vez
a reflexionar sobre lo visto. No antes ni durante el
espectáculo.

... nos falta por redescubrir, por reinterpretar, la manera de


actuar de nuestras máscaras de tragedia, comedia y drama
satírico griegos.

Muchas veces el problema estriba en la falta de una


metodología didáctico-teatral que aborda una sesión o
montaje de teatro clásico.

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Hacer una sesión de teatro con nuestros alumnos ya habéis
visto que no es difícil. Únicamente hay que ponerse a ello.
No hace falta ser Peter Brook para hacerlo. Hace falta
mirar nuestro ombligo y recordar mirándolo que una vez
fuimos niños y jugábamos. Sin casi reglas, por el mero
placer de jugar. El teatro es jugar: jouer, to play, jugar...

Podemos compartir nuestras experiencias y lanzarte un día


a montar alguna sesión de teatro. Puede que al principio te
sientas raro. No hay problema.

El alumnado, pese a lo que en general oímos de nuestros


compañeros, es casi siempre generoso y da mucho más de
lo que creemos a priori.

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Hay otro profesor de griego y latín que también hace
teatro: hoy vamos a jugar al teatro. No hay mucho más.
Puedes llevar tu diario de sesiones, tu diario de a bordo.
Copiar qué te ha funcionado y qué no, hasta dónde has
llegado y cómo podrías continuar: ¿una vez al mes?¿A la
semana? ¿Serás capaz de montar una escenita con ellos?
¿Dos o tres escenas seguidas? Una miniversión de un
pasaje trágico, cómico? ¿Eres una bailonga y te atreves,
con música griega, a montar un baile griego con los
alumnos y luego, poco a poco, irlo trasformando en coro?

Yo os animo a probarlo. Como dejó escrito Lope de Vega


hablando de qué era el amor. Decía en un verso al final: “y
quien lo probó... lo sabe”. Igual digo yo. Haced alguna
sesión de teatro con el alumnado. Subíos, si no lo habéis
probado nunca, al carro del teatro. Liaros la túnica al
cuerpo, bregad con los cacharros, con las fotocopias, con la
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música, con el tinglao del teatro. En definitiva:
ENVENENAOS CON EL VENENO DEL TEATRO.

Yo estoy desde hace años envenenado. Es agotador pero no


puedo vivir sin ello.

PROBAD A ENVENENAROS DE TEATRO Y YA NUNCA LO


DEJARÉIS:

“quien lo probó, lo sabe”...

javillaplana@yah
oo.es
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