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La Comunidad Humana
Vivimos en una comunidad, no hay nadie que pueda hacer todo sin la ayuda de los dems. Otra manera de decir esto es que no somos auto-suficientes. Somos seres humanos por tanto seres sociales que vivimos en una sociedad. Esta misma verdad tambin es aplicable a nuestra fe, Nuestro Seor Jesucristo nos llama a cada uno de nosotros para formar una comunidad que es la Iglesia y trabajar por llevar y anunciar la buena nueva de salvacin. La sociedad existe para ayudarse entre si, nuestra tarea es buscar el bien comn. Los Obispos definen esto como la suma de condiciones que permiten a los individuos y a las colectividades alcanzar su propia perfeccin ms plena y rpidamente. Cuando nos preocupamos por las necesidades de los dems, y nos sentimos comprometidos al servicio de la comunidad, sentimos una plena libertad. As nos dicen los Obispos: Santificar y salvar a los hombres, no de uno en uno, con exclusin de mutuos vnculos, sino constituyndolos como un pueblo nuevo, que le reconocee a Cristo en la verdad y santamente le sirvie. Por eso Cristo fund a su Iglesia: En este Cuerpo suyo, que es la Iglesia, todos, miembros los unos de los otros, deben ayudarse mutuamente. Esta ayuda mutua debe ir ms all de la Iglesia hasta que toda la humanidad forme una sola familia. CAPITULO III
CAPITULO IV
Segunda Parte
CAPITULO II
CAPITULO III
El mejor estado no es ni el que se mete en todo ni el que deja todo a la iniciativa particular sino que la complejidad de las circunstancias modernas obliga a los poderes pblicos a intervenir muy frecuentemente en materia social, econmica y cultural, para determinar condiciones ms favorables, que faciliten con mayor eficacia a los ciudadanos y a los grupos una bsqueda libre del bien completo del hombre. Como cristianos debemos mostrar con nuestro testimonio cmo pueden armonizarse autoridad y libertad, iniciativa personal y solidaridad del cuerpo social, las ventajas de la unidad y las de la diversidad. La comunidad poltica y la Iglesia son, en sus propios campos, independientes y autnomas la una respecto a la otra. Pero las dos estn al servicio de la vocacin personal y social de los mismos hombres.
CAPITULO V
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