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Bagdad no es Hollywood

Emilio del Barco


No siempre conduce antes a la verdad el pensamiento racional, o racionalizado. A veces,
la fantasía, ese salto en el vacío, propio de niños, místicos y artistas, roza la realidad a
menor distancia que la razón, pues crea una verdad paralela a la realidad. El
pensamiento lineal parte de una realidad, probada y aceptada. En la que pudo haber
algún error de origen, que se va arrastrando a lo largo de todo el recorrido, deformando
la visión final. La fantasía prescinde de la supuesta verdad física y, por tanto, de sus
posibles errores. En el mundo de la fantasía, donde se mueven magias, creencias,
afectos y religiones, la verdad se crea de la nada: divagaciones, cavilaciones,
intuiciones, inspiraciones, revelaciones. Recovecos del pensamiento humano. A partir
de ahí, la lógica se transforma en algo maleable. Todo se convierte en posible, con la
ayuda de las musas, el numen privado y la, supuestamente, todopoderosa colaboración
de los seres espirituales superiores.
San Pablo, en su Primera Carta a los Corintios, dice: “...destruiré la sabiduría de los
sabios y anularé la inteligencia de los inteligentes.” “¿Dónde está el sabio?” “¿No
convirtió Dios en necedad la sabiduría del mundo?” En afirmaciones evangélicas como
éstas se basa la regla impuesta en el Concilio Vaticano I, sobre la prioridad de la fe ante
la ciencia. Donde la teología pide preeminencia, no queda lugar para la ciencia. La
creencia lo ocupa todo.
Aquí, en estas circunstancias terribles que vivimos, de imposición de ‘verdades’
inventadas, en las que habremos de creer, so pena de ser condenados a las tinieblas
exteriores, la lógica profana, física, pierde su valor. Si queremos sobrevivir, debemos
seguir al jefe, el nuevo Emperador de las Corderas y Borregos. Que no cuenten
conmigo para el rebaño. Como disidente vocacional, pienso que, si algo debemos tener
bien claro, es que no se ha de buscar la verdad en otros, sino en uno mismo. La propia
verdad, que surge de nuestro interior, es la válida para cada individuo. El mundo está en
nosotros, como nosotros estamos en él.
Bagdad no es Hollywood. Sus muertos son reales. Por cientos, por miles, por cientos de
miles….La inmensa mayoría, inocentes civiles, que llevaban sufriendo muchos años a
un tirano visionario. Cuando, de pronto, otro visionario, supuestamente demócrata, los
lleva a la liberación eterna, a través de la muerte. ¡Qué faena!
Casi podríamos afirmar, a tenor de lo que vivimos, que el fin último de las creencias es
cultivar la ignorancia. Pues todos los contendientes son fieles a sus propias creencias,
pero infieles a la Humanidad, a la que sacrifican, en honor de sus dioses respectivos.
La justicia es un acuerdo entre quienes tienen, aproximadamente, el mismo poder.
Quien no tiene poder, no puede ser candidato a la justicia, sólo a la piedad. La balanza
se equilibraría si, a ambos lados, hubiese un peso equivalente. Palestinos, libaneses,
sirios, irakíes, iraníes, han perdido el poder de decisión, porque perdieron peso en el
camino hacia la paz. La división, la indecisión, les restó credibilidad. No es que no
tengan razón, es que se les pasó el tiempo. Los grandes no están de su parte. Y al rival le
ha dado tiempo a crecer. Lo trágico es que esto no soluciona el problema oriente-
occidente. Sólo lo enquista. Quien odia, hasta sus amores los tiñe de odio.
Estoy persuadido de que, todos los contendientes, están convencidos de su razón. No
puede pensar que obra mal, quien cree defender los derechos de su pueblo. Pero,
¿pueden cerrar los ojos ante el mal que causan? Ahora, han de atenerse al curso de los
hechos. La vida interna de todos los países del Oriente Medio, está siendo alterada, por
circunstancias externas a ellos mismos. La intervención bélica y mediática de otros
países, otros poderes, ha extendido, irracionalmente, un conflicto local, hasta hacerlo
continental. Donde se mezclan, cada vez más, intereses ideológicos, religiosos, con
territorios y economía. Las consecuencias no son previsibles. El futuro Irak saldrá
dividido. Kurdos, turcomanos, chiíes y suníes, mantienen sus esferas de poder
separadas. Mientras los grandes yacimientos están situados en territorios de kurdos y
chiíes, son los suníes, del centro del país, quienes forman el grueso del ejército
profesional y la policía. La clave, del repentino fervor unificador de los ocupantes del
país, es que, a un Irak unificado, se le podrían cobrar, en petróleo, todos los gastos de la
guerra. En tanto que uno dividido, sería insolvente. ¡Pobres irakíes! Como a los
palestinos, les tocará, siempre, pagar los platos que otros les rompen.
Los países copartícipes en la ocupación de Irak, deberían hacer saber a los Estados
Unidos que pueden quedarse solos, en la solución de ese problema, si no se llegase a un
compromiso formal, de poner fin al actual calvario palestino. Pocos momentos puede
haber más oportunos. Muchos problemas del Oriente Medio, vienen mediatizados, por
la presión israelí sobre el pueblo palestino. No pueden seguir oprimiendo al pueblo
palestino, y esperar eterna y amplia comprensión, de todas las naciones de la tierra.
Ahora no son ellos las víctimas. Los peores antisemitas son quienes actúan,
fanáticamente, desde el bando del sionismo más extremo. Así no se cultiva paz, ni
amores eternos.
Emilio del Barco,, emiliodelbarco@gmail.com ,, +34928780967 ,, Gran Canaria

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