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Pensamientos del Padre

Pío de Pietrelcina

La vida del Santo Padre Pío,


nos presenta una historia
sublime, de un Santo
Sacerdote, el cual desde su
niñez estuvo connotada de
grandes sucesos espirituales.
Meditemos el contenido de
estos maravillosos
pensamientos y
practiquémoslos.
Francisco Martínez A.

Fuente: Documentos varios sobre


Febrero 2010
los Estigmas de la fe.
“Humillaos siempre de la bondad de
Nuestro Dios y dadle gracias por todos
los favores recibidos.”

“Todo lo sé y todo lo puedo en Aquel


que está en mí y por encima de mí.”
“Yo en mi vida nunca he estudiado para tener
cultura, sino para la vida.”

“Recordemos, cuando nos encontremos


afligidos, bajo las tentaciones del Demonio, que
después del calvario viene la tranquilidad .”
El amor perfecto se
adquiere cuando se
posee el objeto de
este amor, que es
Dios mismo.”

Confiad en Dios,
dadle gracias siempre
y por todo, y, obrando
así desafiaréis y
venceréis todas las
iras del infierno.
El alma pura es un sinónimo de un
corazón lleno de amor a Dios.’

El alma inmunda es sinónimo de un


corazón lleno de frivolidad.

Mi alma esta herida de amor a Jesús;


estoy enfermo de amor; experimento
continuamente la amarga pena de
ese ardor que quema y consume.
El amor a Dios es todo para nosotros, es nuestra
miel, con el cual se deben endulzar todos los
afectos y las acciones.

Que tu buen ÁNGEL DE LA GUARDA vele


siempre por ti y te guíe por el áspero sendero de
la vida.
Es justo que nosotros
contemplemos los bienes
celestiales que son eternos, no
debemos preocuparnos por los
terrenales los cuales son
transitorios.

Recordemos que en la vida


espiritual es necesario caminar
en la buena fe, sin preocupación
y sin abusos.
No te desanimes en las caídas y anímate a
una nueva confidencia y a una humildad más
profunda.

Desanimarse ante las caídas es un artificio del


enemigo , en donde le entregamos las armas,
es darse por vencido.
Tengamos siempre la llama de la
caridad encendida en nuestro
corazón y no nos desanimemos
nunca.

Si nos sobreviene algún dolor o


debilidad de espíritu, corramos a los
pies de la cruz, coloquémonos entre
los perfumes celestiales e
indudablemente seremos fortalecidos.
La caridad es el don más
grande: en esta virtud es
donde el alma se santifica.

¡Cuan amable es la
eternidad del cielo, y cuan
mezquinos son los
momentos de la tierra!

Aspira en forma continua a


la caridad y desprecia en
forma violenta la comodidad
y los momentos de esta
vida mortal.
El Señor, mientras nos prueba con sus
cruces y con los sufrimientos, deja siempre
en nuestro corazón un resquicio de luz; por
eso se conserva siempre una gran
confianza en Él y se ve su inmensa
bondad.
Lo que yo entiendo con toda verdad y
claridad es que mi corazón ama mucho
más de lo que conoce el intelecto.

Purifiquemos nuestro corazón, teniendo


alejada de él toda prudencia terrena.

Esforcémonos por tener una mente


siempre pura en sus pensamientos,
siempre recta en sus ideas, siempre santa
en sus intenciones.
Que tu corazón permanezca cerrado por
todos lados, para que, cuando las
agitaciones y tempestades del mundo, del
espíritu maligno y de la carne lo sorprendan,
nunca sea penetrado por ellas.
El que tiene un buen corazón siempre es
fuerte; él sufre, pero oculta sus lágrimas.

Él se consuela y se sacrifica a sí mismo


en pro del prójimo por amor a Dios.

¡Cuan dulce es el nombre cruz! Aquí, al


pie de la cruz de Jesús, las almas se
revisten de luz, se inflaman de en amor;
aquí se colocan las alas para elevarse en
vuelos más excelsos.
La cruz es la prenda del amor, la cruz es garantía
de perdón; y el amor que no es alimentado, nutrido
por la cruz, no es verdadero amor; se reduce a un
fuego de paja.
El único deseo en la tierra es el de
tener contento al objeto amado

Jesús ha cargado sobre sí el pecado y


lo ha redimido con su amarga pasión.

El espíritu humano se levanta tan alto


por la caridad, el amor a Dios y alcanza
el trono del cielo.
La Santa Eucaristía es el gran medio que
tenemos para aspirar a la Santa perfección

La Santa Eucaristía se debe recibir con


deseo y con el compromiso de alejar del
corazón todo aquello que desagrada a
Aquel a quien queremos dar alojamiento.

Debemos acercarnos a la Sagrada


Eucaristía con una gran fe y con una gran
llama de amor.
Las pequeñas tentaciones se combaten por
medio de una invocación de tu corazón a
Jesús Crucificado, como si por amor
acudieras a besar su costado y sus pies.

Cuando ores y sientas que tu corazón está


llevado a la oración mental, entrégate a ella
con generosidad.
El acto de fe más
hermoso es el que
brota de los labios, en
la oscuridad, en el
sacrificio, en las
penas, en el esfuerzo
supremo de una
voluntad inflexible de
hacer el bien.
La humildad y la caridad son las
cuerdas maestras de todo el grande
edificio y todas las demás dependen
de ellas.

En todo pobre está Jesús


agonizante, en todo enfermo está
Jesús sufriente; en todo enfermo
pobre está Jesús dos veces
presente.
En el sufrimiento, casi todos vienen a
mí para que les alivie la cruz; son muy
pocos los que se acercan para que les
enseñe a llevarla.

Apelad a Dios cuando vuestra cruz os


martiriza. Así imitaréis a su hijo que en
Getsemaní, imploró algún alivio. Pero
como Él está dispuesto a decir:
Hágase tu voluntad.
La escalera al cielo
Sin obediencia no hay
virtud;
sin virtud no hay bien.
Sin bien no hay amor.
Sin amor no hay Dios.
Y sin Dios no hay Paraíso.
Esto forma como una
escalera, si falta un
peldaño uno se cae.
Guardad en lo más hondo del espíritu
las palabras de Nuestro Señor: “A fuerza
de paciencia, poseeréis vuestra alma”.

La prudencia tiene ojos. El amor


piernas. El amor, que tiene piernas,
querría correr hacia Dios, pero su
impulso es ciego, y uno tropezaría, de
no estar dirigido por los ojos de la
prudencia.
Para crecer, necesitamos
del pan básico: la cruz, la
humillación, las pruebas y
las negaciones”.
Soportemos nuestra
imperfección con
paciencia y no que la
amemos y la acariciemos,
porque la humildad se
alimenta en este
sufrimiento
“Lo importante es
caminar con sencillez
ante el Señor. No pidas
cuenta a Dios, ni le digas
jamás: ¿Por qué ?,
Aunque te haga pasar
por el desierto. Una sola
cosa es necesaria: Estar
cerca de Jesús. Si nos
cita en la noche no
rehusemos las tinieblas.”
El alma para elevarse a la
contemplación divina, debe ser
purificada de todas las
imperfecciones no sólo
actuales.

Colocad dulcemente vuestros


corazones en las llagas de
Nuestro Señor, pero no con la
fuerza de los brazos
La caridad es la reina de las virtudes. Como el
hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las
otras virtudes; cuando se rompe el hilo caen las
perlas. Por eso cuando falta la caridad, las
virtudes se pierden.

La caridad es la medida con la que el Señor nos


juzgará a todos
La humildad y la caridad van de la mano. La
primera glorifica, la otra santifica.
Amo a mis hijos espirituales tanto como a mi
alma y aún más.
Al final de los tiempos
me pondré en la puerta
del paraíso y no entraré
hasta que no haya
entrado el último de mis
hijos.

Conserva en tu corazón
a Jesucristo crucificado y
todas las rosas del
mundo te parecerán
rosas.
Los que han sentido las punzadas de la
corona de espinas del Salvador, que es
nuestro “jefe”, no sienten de ningún
modo las otras heridas.

En las mayores aflicciones me parece


que ya no tengo madre sobre la tierra,
sino que tengo una muy compasiva en
el cielo.
Jamás pasó por mi mente la idea
de una venganza. Recé por los
detractores y rezo por ellos. Quizá
alguna vez le dije al Señor: “Señor,
si para convertirlos es necesario
algún fustazo, hazlo, con tal que se
salven.
No te angusties ya por
las dudas de tu
conciencia, porque bien
sabes que después de
haber sido diligente y
haber hecho cuanto
podías, no te queda por
hacer otra cosa con
Dios sino pedirle su
amor, ya que Él no
desea de ti otra cosa
sino el tuyo.
“Reza, espera y no te preocupes. La
preocupación es inútil. Dios es
misericordioso y escuchará tu
oración…

La oración es la mejor arma que


tenemos; es la llave al corazón de
Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo
con tus labios sino con tu corazón. En
realidad, en algunas ocasiones debes
hablarle solo con el corazón…”
El don de la oración está en manos del
Salvador. Cuanto más te vacíes de ti
mismo, es decir, de tu amor propio y de
toda atadura carnal, entrando en la santa
humildad, más lo comunicará Dios a tu
corazón.

Practicad con perseverancia la


meditación a pequeños pasos, hasta que
tengáis piernas fuertes, o mas bien alas.
Tal como el huevo puesto en la colmena
se transforma, a su debido tiempo, en una
abeja, industriosa obrera de la miel.
Sed vigilantes cuando
meditéis. Generalmente
los que se entregan a la
meditación, lo hacen con
una especie de
arrogancia, tan ansiosos
están por encontrar el
sujeto susceptible de
consolar su espíritu, y
esto es suficiente para
impedirles encontrar lo
que busca.
La Madre de Jesús y nuestra madre nos
obtenga también la gracias de vivir una vida
que sea totalmente según el corazón de Dios,
una vida toda interior y toda escondida en Él.

Procurad tener una mente siempre pura en


sus pensamientos, siempre recta en sus ideas,
siempre santa en sus intenciones; además una
voluntad que no busque otra cosa sino a Dios,
sus gusto, su gloria, su honor.
María Santísima, Si no hubiera Fe los
hombres te llamarían diosa. Tus ojos
resplandecen más que el sol, eres hermosa,
Madre, me glorío, ¡Te quiero!

Oye, Madre, yo te quiero más que a todas


las criaturas de la tierra y del cielo;…
después de Jesús, es claro; te quiero tanto.

Ruega por nosotros pecadores, ahora y en


la hora de nuestra muerte
Seamos inmensamente
gratos a la Virgen. ¡Ella
nos dio a Jesús!

Permaneced como la
Virgen, al pie de la Cruz, y
seréis consolados. Ni
siquiera allí María se
sentía abandonada. Por
el contrario, su Hijo la
amó aún más por sus
sufrimientos.
Preferiría mil veces la muerte antes
que decidirme ofender a un Dios tan
bueno.

Jesús estará siempre contento por


todas tus acciones.

Evita solamente lo que sabes


claramente que es pecado.
Solamente éste no cae bajo la
obediencia.
No te desanimes ni te asustes a causa de
tus miserias y debilidades, porque Dios ha
visto otras peores en ti u por su
Misericordia no te ha rechazado.

No te quejaréis nunca de las ofensas


recibidas, recordando que Jesús, nuestro
modelo y ejemplo, fue saturado de
oprobios por la malicia de los hombres,
sin nunca quejarse por ello.
El don sagrado de la
oración está colocado en
la mano derecha del
salvador.

Seamos pacientes en
soportar a las personas
molestas, por amor a
Jesús.
Asiste y gobierna tu alma y tu familia
como Él quiere, y no tengas otro
cuidado, porque si obras así, verás que
Jesús pensará en ti!

La paz es un reflejo de Dios, y no se


posee si el alma no está en armonía con
Dios.

La paz es la sencillez del espíritu, la


serenidad de la mente, la tranquilidad
del alma y el vínculo del amor.
Dios es nuestro Padre; y es
verdaderamente increíble el que
nosotros, siendo hijos de tan
espléndido Padre, podamos tener
otro pensamiento distinto al de
amarlo y servirlo.

Es dulce el purgatorio cuando se


sufre por amor a Dios.
Un solo pensamiento es el
que debe ocupar todo tu ser:
amar a Dios, practicar y
predicar el bien.

La religión es un hospital
lleno de enfermos espirituales
que quieren ser curados y
para serlo, se someten a
sufrir el fuego y todas las
amarguras de la medicina.
Cuidad mucho vuestros corazones
para purificarlos según el número y la
fuerza de las inspiraciones que
recibís.

Levantad con frecuencia vuestras


almas a Dios; leed libros buenos con
la mayor frecuencia que os sea
posible, pero con mucha devoción.

Sed asiduos en la meditación, en la


oración y en el examen de concia
varias veces al día.
El Santo Rosario es el arma con la cual se
ahuyenta el demonio y se obtienen todas las
gracias.

La santidad consiste en amar al prójimo como a


nosotros mismos y por amor a Dios.

La santidad es vivir humildes, desinteresados,


prudentes, justos, pacientes caritativos, castos,
mansos, laboriosos, cumplidores de los propios
deberes no con otro fin sino el de agradar a
Dios y para recibir de Él sólo la recompensa
merecida.
La mano del Padre no rechaza
nunca sino que la llama, abraza,
acaricia, si a veces golpea es
siempre paterna.

Señor nuestro acrecentad en


nosotros el amor y el temor; porque
el amor nos hará volar por los
caminos del Señor, y el temor nos
hace mirar donde colocamos el pie.
El amor nos hace ver las cosas de
este mundo por lo que ellas son y el
temor nos hace evitar toda
negligencia
El alma en la que habita Dios teme siempre,
a cada paso que da, ofenderlo; y este temor
se vuelve casi insoportable, si se refiere al
cumplimiento de los propios deberes.

Confiemos siempre en la bondad divina y así


experimentaremos siempre más cuán bueno
es el Señor.

Si nos esforzamos por amar a Jesús, esto


solo ahuyentará de nosotros todo temor.
Nuestra alma es templo de Dios y por eso
debemos conservarla pura y limpia delante
de Él y de sus ángeles.

El tiempo empleado para la gloria de Dios y


para la salvación de las almas nunca se ha
de deplorar, nunca es malgastado.

La vanagloria es un enemigo propio de las


almas que se han consagrado al Señor y
que se han dedicado a la vida espiritual.
En la vida espiritual es menester caminar de
buena fe, sin inquietud, desalientos ni
amarguras.

Que la Virgen de los Dolores nos obtenga de


su santísimo Hijo hacernos penetrar siempre
más en el misterio de la cruz y de
embriagarnos junto a ella con los
padecimientos de Jesús.

Donde no hay obediencia, no hay virtud, no


hay bondad ni amor y donde no hay amor, no
está Dios. Sin Dios no alcanzamos el paraíso.
Repetid a menudo esas
palabras divinas de nuestro
queridísimo Maestro:
“Hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo.
Repetidla en la aflicción, en
las tentaciones, y e todas
aquellas pruebas a las que
Jesús quiera someteros.
Repetidla también mientras
os sentís sumergidos en el
océano del amor a Jesús.

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