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Johannes Bhler
4.
La Iglesia y el Estado
Un problema insoluble
Sobre esta doble necesidad de predicar el
evangelio y llevar una vida asctica, se
contrapone el deseo de detentar el poder.
El problema cardinal de la Edad Media, el
divorcio interior de una poca que, de una
parte, renegaba del mundo y de otra lo
ambicionaba ardorosamente, era y es un
problema insoluble.
Una crtica de Bhler al sistema medieval
imperante:
Imponanse multas para castigar las
inmoralidades
y
los
concubinatos
de
sacerdotes y otras gentes, pero las
Tentaciones y simbolismos
Muchas leyendas y crnicas de la poca medieval cuentan las
tentaciones que sufran los ascetas y santos. Muchas de esas
situaciones se relacionaban con la presencia de la mujer y otros
fenmenos. Cuenta Bhler, interpretando el pensamiento de la
poca, el sueo no haca caer por s mismos los prpados
de los que se dedicaban a cantar los salmos mientras los
dems dorman: era el diablo quien doblaba sus cabezas
sobre el pecho y el que haca incluso que los penitentes
dedicados al rezo emitiesen ronquidos, como si fuesen
ellos mismos los que roncaban.
El mito del diablo hizo cometer necedades increbles, pero
tambin condicion a una concepcin puramente externa de
la moral. Las manifestaciones externas de la seal de la cruz, el
agua bendita, etc., a decir de Bhler, fueron en la fe del
pueblo otros tantos exorcismos para alejar a Satans.
6. El mundo de la luz
Lo opuesto a la obscuridad, a las tinieblas representadas
por el demonio, es la luz, la belleza y el bien.
Bhler menciona un reproche a la iglesia medieval, el no
haber predicado al pueblo lo divino en toda su
pureza y el haber desviado a las masas de Cristo
con el culto a los santos y especialmente a la
Virgen Mara.
La devocin popular saba que Dios era juez supremo,
pero las figuras intercesoras alejaron a Dios del hombre
comn y corriente, porque tena que recurrir a un abogado
intercesor para llegar a l. De esa manera, la divinidad
enjuiciadora pasa a un segundo plano, arrellanada en
su trono en las alturas inabordables de los cielos.
Los santos
Pese a lo anteriormente dicho, la
presencia de los santos sirvi para
enriquecer extraordinariamente la vida
religiosa. Los santos (dice Bhler)
no eran solamente una especie de
tesoreros de Dios, sino modelos
luminosos de vida, con los que el
hombre poda congraciarse, sobre
todo, dedicndose a imitar sus
virtudes.