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El Papa Francisco

exhorta, a todos
los que se han
comprometido
ante Dios, a
cultivar y
contagiar el
“himno del amor”
en la vida.
Nos dice que el amor no
puede ser solo un
sentimiento debe ser
demostrado a través de
actitudes concretas en la
vida diaria.
No deben dejarse llevar por
los impulsos y deben evitar
agredirse siendo pacientes.
Tomar en cuenta que «Dios
en es lento a la ira y rico en
misericordia».
En el matrimonio la paciencia
no debe ser pasiva tiene que
reflejarse en un servicio a los
demás donde puedan ofrecer
todas sus cualidades y
habilidades. No solo deben
hacer el bien si no hacerlo
bien.
Los esposos deben procurar
contener su lengua para no
lanzar condenas duras e
implacables, porque el amor
cuida la imagen de los demás,
esto se debe comenzar en
casa, incluso de los enemigos.
Debe vivenciarse el amor y el
perdón en casa y hacerla
extensivo fuera de ella.
En la vida familiar hace falta
cultivar la fuerza del amor.
Porque el amor es un signo
precioso, imagen del amor
de Dios, donde los esposos
se convierten en una sola
existencia.
El amor exige un alto grado
de compromiso que requiere
luchar, renacer, reinventarse
y empezar siempre de nuevo
hasta la muerte.
A los esposos se les exhorta a que
cuiden la alegría del amor. Para ello
tienen que aceptar que esa unión es una
combinación de gozos y esfuerzos, de
tensiones y descanso, de sufrimientos y
de liberaciones… todo ello en el camino
de la amistad.
El Papa insiste que se contagie la alegría
del amor y esta alegría se renueva en el
dolor.
El mérito está en que después de haber
sufrido y luchado juntos pueden
experimentar que valió la pena vivirlo.
Entonces la victoria es mayor.
El matrimonio es una expresión de amor
por otra persona. Es la superación del
individualismo adolescente y expresa la
firme opción de pertenecerse el uno al
otro, que va más allá de toda moda
pasajera.
Es decirle al otro que podrá confiar en
que no será abandonado cuando pierda
atractivo, cuando haya dificultades o
cuando se ofrezcan nuevas opciones de
placer.
Tres palabras que deben estar siempre
presentes en toda familia:
• Permiso
• Gracias
• Perdón
Son requisitos para crecer más en el
amor mutuo porque el amor que no
crece comienza a correr riesgos.

Para ello se necesita:


• Dialogar
• Leer
• Reflexionar
• Orar
Ninguno es superior al otro, sino que
ambos se complementan.
La virginidad tiene el valor simbólico
de que no necesita poseer al otro
más bien refleja la libertad del Reino
de los cielos.
El matrimonio por su parte es el
reflejo de la Trinidad y de la unión de
Cristo con su Iglesia.
El Papa pide a los célibes a fijarse en
el compromiso de los esposos para
no caer en una cómoda soledad; y a
los esposos a valorar su compromiso
ante Dios y se deben dejarse orientar
por los sacerdotes y a las religiosas.
El amor que trasforma
La pertenencia mutua del matrimonio
tiene que conservarse el tiempo que
sea necesario.
Eso hace que haya que elegirse una y
otra vez , aunque no podamos
mantener los mismos sentimientos
durante toda la vida.
El amor nos empuja a tener un proyecto
común estable. Es un camino que debe
construirse día a día.
En todo proyecto se debe contar
siempre con la asesoría de Dios.

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