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post zarista
La Rusia previa a la Revolución
Previamente a la Revolución de Octubre, el Imperio Ruso
era un régimen zarista, autocrático y represivo desde hacía
tres siglos, cuando se instauró la dinastía Romanov en 1613.
La abolición de la servidumbre promulgada en 1861 por el
zar Alejandro II fue la primera muestra de las fisuras del
antiguo sistema feudal. Una vez liberados, los siervos se
desplazaron a las ciudades, convirtiéndose en mano de
obra industrial.
El desarrollo industrial favoreció al crecimiento de las
ciudades y la clase obrera se aglutinaba en las principales
ciudades. Se acrecentó la desigualdad y la pobreza.
En 1905 hubo una primera revolución tras la derrota rusa ante
Japón. Hubo una gran manifestación en San Petersburgo para
exigir reformas al zar Nicolás II, siendo esta duramente reprimida,
en el llamado Domingo Sangriento. Se caracterizó por huelgas de
trabajadores y campesinos. Estos formaron los primeros órganos
de poder independientes de la tutela del Estado: los sóviets.
En años posteriores el descontento seguiría en aumento luego de
las sucesivas derrotas del ejército ruso en la Primera Guerra
Mundial. Las fábricas no eran productivas, la red ferroviaria
ineficiente y el suministro de armas y alimentos al ejército
fallaba. Esto llevó al límite las tensiones y en 1917 estalló la
Revolución de Febrero.
Principales logros luego de la
Revolución
Al decreto de la propiedad de la tierra, le siguió la aprobación de la
jornada de ocho horas , una de las mayores aspiraciones obreras;
La «declaración de los derechos de los pueblos de Rusia» que abrogó la
discriminación por nacionalidad y religión y confirmó el derecho de
autodeterminación;
Quedaron abolidos los títulos y rangos sociales;
La sustitución de los antiguos tribunales de justicia por otros elegidos o
nombrados por los sóviets;
Se declara el matrimonio, el divorcio y el registro de nacimientos y
defunciones procedimientos civiles. Se promulgó la igualdad legal de los
sexos.
A comienzos de 1918, se proclamó la separación de Iglesia y Estado y se
adoptó el calendario gregoriano; Se prohibió a las asociaciones religiosas
e iglesias poseer bienes.
Alexandr Scriabin (1871-1915)
Tras la Primera Guerra Mundial, el estilo musical que practicaba Scriabin cayó
en el olvido en favor del de compositores como Stravinsky, que coparon el
interés del público; pero años más tarde se realizó una completa revisión de su
obra que permitió apreciar con objetividad sus méritos y logros. Entre sus
seguidores se hallan Prokofiev, Szymanowski, y, especialmente, Messiaen,
quien también combinaba de forma exquisita la sensualidad con el misticismo.
Sergei Rachmaninoff (1873-1943)
Hijo de una familia de terratenientes, debió su temprana afición
musical a su padre y a su abuelo, uno y otro competentes músicos
aficionados. A pesar de sus extraordinarias dotes para la
interpretación al piano, la composición fue desde el principio el
verdadero objetivo del joven Rachmaninov.
El estreno, en 1897, de su Sinfonía núm. 1 fue un fracaso y se sumió
en una profunda crisis creativa, sólo superada a raíz del Concierto para
piano núm. 2, cuyo éxito supuso para él el reconocimiento mundial.
La revolución soviética provocó su salida, junto a su familia, de Rusia.
Suiza primero y, a partir de 1935, Estados Unidos, se convirtieron en
su nuevo lugar de residencia. Si en su patria había dirigido sus
principales esfuerzos a la creación, en su condición de exiliado se vio
obligado a dedicarse sobre todo al piano para poder subsistir.
La carrera de virtuoso pianista que llevó a cabo desde entonces, junto
a la profunda añoranza de su país, fueron dos de las causas que
provocaron el notable descenso del número de obras escritas entre
1917 y 1943, el año de su muerte: sólo seis nuevas composiciones
vieron la luz en ese lapso de tiempo, cuando en los años anteriores lo
habían hecho casi cuarenta.
Igor Stravinski (1882-1971)
Compositor ruso nacionalizado francés y,
posteriormente, estadounidense.
Una de las fechas clave que señalan el
nacimiento de la música contemporánea es el 29
de mayo de 1913, día en que se estrenó su ballet
«La consagración de la primavera». Su armonía
politonal, sus ritmos abruptos y dislocados y su
agresiva orquestación provocaron en el público
uno de los mayores escándalos de la historia de
la música.
El ruso, el neoclásico y el dodecafónico son, a
grandes rasgos, los tres períodos en los que
puede dividirse su obra.
Sus ballets fueron trascendentales: En su primera época compositiva, El Pájaro de
Fuego, Petrushka y sobre todo La Consagración de la primavera. En estas obras llevó al
límite la herencia de la escuela nacionalista rusa (influenciado por su maestro Rimsky-
Korsakov).
Luego realiza un giro total con el ballet Pulcinella, recreación de la música barroca a
partir de composiciones de Pergolesi. Empieza aquí su etapa neoclásica, de revisitar
lenguajes del pasado. De este período salen obras inspiradas y en homenaje a grandes
compositores como Bach (Concierto en re), Tchaikovsky (El beso del hada), Haendel
(Oedipus rex), Haydn (Sinfonía en do) o Mozart (La carrera del libertino) y obras tan
importantes como el Octeto para instrumentos de viento, la Sinfonía de los salmos o el
ballet Apollon Musagète.
Mientras los trabajos escritos para la compañía de los Ballets Rusos de Diaghilev
-Chout, El paso de acero, El hijo pródigo- fueron relativamente bien recibidos, su
ópera cómica El amor de las tres naranjas fue acogida con indiferencia en su estreno
en Chicago en 1921.
El poco éxito y la añoranza que sentía por su patria fueron dos de las razones que le
llevaron en 1933 a regresar de forma definitiva a su país. Sin embargo, la Unión
Soviética había experimentado profundos cambios desde que el compositor la
abandonara en 1918: a la libertad de que los artistas disfrutaban en aquellos primeros
tiempos, había sucedido el control estatal respecto a toda creación artística, que
debía ceñirse de manera obligatoria a unos cánones estrictos, los del realismo
socialista. Obras como su Cantata para el vigésimo aniversario de la Revolución,
fueron consideradas excesivamente modernas y, en consecuencia, prohibidas.
Su estilo derivó entonces hacia posiciones más clásicas, con lo que el componente
melódico de sus composiciones ganó en importancia. Algunas de sus páginas más
célebres datan de esta época: el cuento infantil Pedro y el lobo, los ballets Romeo y
Julieta y La Cenicienta, las tres «sonatas de guerra» para piano, la Sinfonía núm. 5, la
monumental ópera Guerra y paz.
Dmitri Shostakovich (1906-1975)
Su producción abarca todos los géneros: la ópera,
la comedia musical, la sinfonía a la miniatura para
piano, la música concertante, la cantata, el
cuarteto de cuerda y la música para el cine.
Aprendió a tocar el piano a los 9 años de la mano
de su madre, una pianista profesional. Ante sus
grandes progresos, en 1919 ingresó en el
Conservatorio de Leningrado, en donde tuvo como
principal maestro a Aleksandr Glazunov.
Su carrera no fue fácil: premios y condecoraciones
-entre los que se contaban los Premios del Estado
y Lenin y la distinción de Artista del Pueblo-, se
alternaban con continuas persecuciones y
condenas por parte del mismo régimen que lo
laureaba, bajo la acusación de realizar una música
antipopular y en exceso moderna.
El estreno en 1926 de su sorprendente Sinfonía núm. 1, escrita en ocasión de su
graduación en el conservatorio, atrajo inmediatamente sobre él la atención del mundo
musical. Las obras inmediatamente posteriores, como la ópera La nariz o el ballet La
edad de oro, no hicieron sino confirmar el talento de un joven compositor especialmente
dotado para la sátira.
Los estrenos de la clásica Sinfonía núm. 5 y, sobre todo, de la patriótica Sinfonía núm. 7
«Leningrado», símbolo de la lucha del pueblo ruso contra el invasor nazi, rehabilitaron a
un compositor que en 1948 volvió a ver de nuevo prohibida la ejecución de sus obras
bajo el estigma del formalismo.
Tras la muerte de Stalin en 1953, la música de Shostakovich se hizo más personal, y se
tradujo en una larga serie de partituras presididas por la idea de la muerte. Es el caso de
las tres últimas sinfonías y de sus cuartetos de cuerda, un género que el compositor
convirtió en el medio idóneo en el que expresar sus preocupaciones y miedos de una
manera privada, sin necesidad de recurrir a máscaras o disfraces. Su música, sobre todo
la de estos años postreros, ha influido considerablemente sobre la de sus compatriotas
más jóvenes, como Alfred Schnittke o Edison Denisov, entre otros.