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A las iglesias de Asia:

Colosenses y Efesios

Capítulo 11
Filp, Col y Ef = “cartas de la cautividad”
Su autor, se presenta como Pablo, en prisión por fe (cf. Col
4,3.18; Ef 3,1; 4,1; 6,20).
Las dos cartas tienen significativas semejanzas.
Dirigidas a los cristianos de dos centros del Asia Menor (s. I
dC.) pertenecientes a la provincia de Asia proconsular.
Es importante conocer las relaciones entre los dos escritos y
en particular si existe dependencia entre ellas.
Generalmente se supone que Col preceda a Ef porque esta
última contiene una temática más elaborada y profunda.
A. El Asia proconsular romana
1. Aspectos históricos y políticos
Una de las más ricas provincias romanas.
Comprendía Misia, Lidia, Caria y una vasta zona de la Frigia.
Hicieron parte del reino de Pérgamo.
Su rey Atalo III (133 aC.) las cedió a Roma.
Las erigió como Provincia senatorial, con un procónsul.
La capital: al inicio, Pérgamo, después Éfeso.
Ciudades importantes en lo religioso y comercial.
Otros centros conocidos y prósperos: Esmirna y Mileto.
En el s. I dC. Éfeso contaba con cerca de 200 mil habitantes con
una importante comunidad judía, cuyo origen se encontraba
probablemente en los primeros tiempos del período helenístico.
Colosas, situada en el alto valle del Lico, un afluente del Meandro,
distaba de Éfeso cerca de 200 kms.
Importancia de Colosas:
- camino que unía Éfeso con Antioquía de Siria, comunicando la
Anatolia con las rutas entre Mesopotamia y Egipto.
- la elaboración de la lana hoy conocido como Menderes en lengua
turca.
Colosas (I dC.) ya casi en declive a causa del ascenso de Hierápolis y
Laodicea, a 15 kms., sede de las oficinas administrativas.
El declinar de Colosas duró hasta el 60/61 dC., destruida por un
violento terremoto que afectó incluso Laodicea.
Sustituida por un pequeño centro llamado Chonae o Cona, a poca
distancia.
Había una comunidad hebrea.
2. El cristianismo en la P. de Asia
Fue evangelizada por Pablo.
En su 3er viaje, en Éfeso por cerca de 3 años (Hch 20,31), del 52 al
54.
Desarrolló una actividad muy intensa, terminando con la revuelta
de los artesanos (Hch 19).
Mantuvo contactos con las iglesias fundadas anteriormente.
Se sirvió de cartas, que resultan casi todas de aquel período.
Refleja el contraste con otros predicadores cristianos.
Las cartas revelan también cómo en este período estuvo trabajando
en la organización de la colecta a favor de la iglesia de Jerusalén.
Con toda probabilidad, Éfeso se convirtió enseguida en la sede
principal de la joven comunidad.
Desde Éfeso, el cristianismo se difundió por los discípulos de
Pablo (cf. Hch 19,10.26).
El ev. en Colosas no por Pablo sino por uno de sus colaboradores,
Epafra (Col 4,12-13), que junto a Aristarco, Marcos, Dema y
Lucas, estuvieron con él durante la redacción de Film (23-24).
Col 1,7; 4,10.14 los mismos se encontraban junto al apóstol
cuando escribió Col.
Onésimo, (Film), es presentado como un cristiano de Colosas,
encargado con Tiquico de llevar a destino la misiva (Col 4,9).
Se puede decir que para el autor de Col es el mismo que se reunía
en la casa de Filemón.
Si ello corresponde con la verdad, Pablo tuvo estrechos contactos
durante su permanencia en Éfeso.
De Col: comunidad predominantemente gentil (cf. 1,21-27; 2,13)
b. Carta a los Colosenses
1. Plan de la Carta
Col adopta el clásico formulario paulino:
Prescripto con el agradecimiento (1,1-14),
Cuerpo de la carta (1,15—4,6) y
Postcripto (4,7-18).
El cuerpo de la carta está subdividido en dos partes, doctrinal
(1,15—2,23) y moral (3,1—4,6).
Algunos encuentran tres partes: doctrinal (1,15—2,5); errores
que se deben evitar (2,6-23); exhortaciones (3,1—4,6).
Otros evidencian la estructura de la carta recurriendo a criterios
de carácter literario o literario-epistolar (J.-N Aletti)
2. Un tratado doctrinal y polémico
El estilo de Col se distingue de las cartas mayores.
El autor se expresa con amplias frases que contienen numerosas
repeticiones.
Prefiere los sinónimos (1,9: “con toda sabiduría e inteligencia”), los
genitivos dependientes (1,5: “la palabra de la verdad del
evangelio”), y el uso de vocablos de la misma raíz (1,11:
“reforzándolos con toda energía” evn pa,sh| duna,mei
dunamou,menoi);
Posteriormente un concepto es determinado mediante el agregado
de un sustantivo introducido en la preposición “en” (cf. 1,12:
“participar en la herencia del pueblo santo en la luz”).
A menudo los verbos están seguidos de un elevado número de
complementos
La carta adopta formas literarias en parte, nuevas: himno (1,15-
20), profesión de fe (2,14-15), lista de vicios (3,5.8) y virtudes (cf.
3,12), código familiar (deberes de c/miembro: 3,18—4,1).
El material de origen litúrgico y catequético, se ha reformulado e
integrado en un discurso más amplio.
El vocabulario se enriquece:
 34 vocablos no aparecen en otro lugar del NT
 28 no aparecen en otras cartas paulinas, además de una
decena que se encuentra sólo en Ef.
Algunos términos que tiene en común con las cartas precedentes
asumen a veces matices diversos: “jefe”, “cuerpo”, “plenitud”,
“riqueza”, “misterio”, “economía”.
Ignora algunos vocablos paulinos: “creer”, “ley”, “vanagloriarse”,
“comunión”, “pecado” al singular y el apelativo “hermanos”, del
que no sólo Pablo sino todo el NT se sirve para llamar a sus
lectores.
Influencia del lenguaje sapiencial (la salvación en términos de
conocimiento; cf. 2,2-3).
En esto, la carta se acerca a la literatura joánica.
El mensaje de Col está en la línea Pablo.
Faltan acentuaciones e incisos característicos del apóstol.
Términos paulinos (justicia, justificación y ley) casi
desaparecidos.
Las referencias a situaciones personales están reducidas al
mínimo: al inicio (1,7-8) y al final de la carta (4,7-18).
Los problemas afrontados y la atmósfera que se respira son muy
diversas a las cartas auténticas
Col no es un escrito ocasional, sino una obra bien estudiada y
cuidada desde el punto de vista tanto doctrinal como formal y
literario.
Su estilo se acerca al de las cartas precedentes, pero a menudo
se aleja en cuanto usa un vocabulario y un género literario
parcialmente nuevo.
Aún adoptando el género epistolar, en realidad presenta como
un pequeño tratado de carácter polémico.
El objetivo es de corregir una serie de errores tanto en el campo
doctrinal como el práctico
3. Los primeros síntomas de una peligrosa
herejía
Aparece una nueva doctrina con consecuencias negativas.
El autor la designa con el término “filosofía” (2,8).
El contexto judío-helenístico indica no una escuela filosófica
sino una corriente de pensamiento.
Esta filosofía se abre camino con “vanos enredos según la
tradición humana” (2,8; cf. 2,22), sustituyendo la plena adhesión
a Cristo con una actitud de dependencia en relación con los
“elementos del mundo” (ta. stoicei/a tou/ ko,smou) (2,8.20;
cf. Gál 4,3.9).
Parecen coincidir con los “tronos”, las “dominaciones”, los
“principados” y las “potestades” (1,16; cf. 2,10.15), en último
análisis con los ángeles, a los cuales se les ha prestado una
particular veneración (2,18).
Las potencias angélicas tienen papel especial tanto en la creación
como en la reconciliación de la humanidad.
El autor subraya en clave polémica que las potencias han sido
creadas por medio de Cristo (1,16) el cual es su cabeza, y puede
comunicar solo toda la “plenitud” (plh,roma) de la divinidad
(2,9-10), por cuanto las ha vencido muriendo en la cruz (2,14-15).
El culto a los ángeles comportaba la práctica del ayuno, la
celebración de fiestas, novilunios y shabats (2,16-18; cf. Gál 4,10)
y la observancia de prescripciones alimentarias inspiradas en
motivos ascéticos (2,21-23).
Se presenta el bautismo como la “verdadera circuncisión de
Cristo”, la única capaz de conferir el perdón de los pecados (2,11-
13).
Esto hace pensar que al menos algunos, que apoyaban las nuevas
ideas, atribuyesen un valor salvífico al rito hebreo.
Las indicaciones a la “filosofía” son más que nada, genéricas.
No se sabe hasta qué punto las expresiones usadas reflejan el
lenguaje de los interesados para expresar sus ideas.
Se comprende por eso la diversidad de las hipótesis realizadas
por aquellos que han buscado identificar su error.
Según diversos estudiosos se trataba de una tendencia
judaizante con fondo ascético-místico o apocalíptico, similar a
aquella contra la cual Pablo había tomado posición en Gál.
En ambos casos se habla de observancia alimentaria y ritual que
pueden ser del mundo judío, e incluso es usada la misma
expresión “elementos de este mundo”; donde el culto de las
potencias angélicas es de clara matriz judía.
Los puntos de contacto entre la “filosofía” de los Colosenses y
las tendencias judaizantes de los Gálatas no son tan evidentes.
Jamás se usa el término “ley” y ni siquiera se hace referencia a
ella.
A finales del s. I prácticas judías sobre ángeles estaban
difundidas en ambientes cristianos no ligados al judaísmo.
Otros piensan que los colosenses sufrieron los primeros influjos
de los movimientos gnósticos del siglo sucesivo.
En este sentido orientarían su deseo de poseer una sabiduría
superior, la especulación cosmológica, la insistencia sobre los
seres celestes intermedios, la invitación a la ascesis y el uso de
expresiones como plh,roma y stoiceia, las cuales hacen parte
del vocabulario gnóstico.
Se debe notar que estas expresiones no son usadas con el mismo
sentido que los gnósticos.
Piensan en tendencias de carácter mistérico:
• una prueba sería el término “misterio” para indicar el plan de
Dios revelado en Cristo (1,26; 2,2) y
• la expresión a] e`o,raken evmbateu,wn (“intentando
comprender el sentido”) (2,18) usando las visiones que
introducen en el “misterio”
Hoy es más común la opinión según la cual el error de los
colosenses no consistía en un sistema bien definido, sino que
reflejaba el grupo de ideas o de prácticas griego-judías que se
desarrolló en Asia Menor hacia el final del s. I y que luego
confluirá en el gnosticismo verdadero
4. Un teólogo de la escuela paulina
Col se presenta expresamente como escrita por Pablo, durante un
no precisado encarcelamiento (4,3.10.18; cf. 1,24).
Timoteo es nombrado como remitente junto al apóstol.
Tiquico es invitado a Colosas con Onésimo, con el encargo de
entregar la misiva (4,7-9).
Junto a Pablo se encuentran: Aristarco, Marcos, Jesús llamado
Justo, Lucas, Demas y sobre todo Epafra (4,10-14).
Éste último se presenta como el que, después de haber fundado
la comunidad de Colosas, ha informado al apóstol acerca de su
crecimiento en la fe (1,7-8).
Por otro lado, la carta contiene un mensaje para Arquipo (4,17).
Tíquico es nombrado en diversas partes del NT (Hch 20,4; Ef
6,21; 2Tim 4,12; Tt 3,12).
Onésimo aparece sólo en Film 11.
Estos personajes (excepto de Tiquico y Jesús llamado el Justo)
están nombrados también en Film (2.1.23), el cristiano en cuya
casa se reunía con toda probabilidad la comunidad de Colosas.
La carta lleva la firma autógrafa de Pablo (4,18).
Estas explícitas atestaciones de autenticidad no pueden hacer
olvidar el hecho que la carta, mientras demuestra semejanza
con Ef, se distingue netamente del resto de la literatura paulina
en cuanto estilo y contenido.
Estamos frente al problema de su origen.
a. La posición tradicional
La tradición eclesiástica considera la carta como un escrito paulino
auténtico.
En este sentido se pronuncian el Canon muratoriano (hacia el 180),
Ireneo de Lyon (s. II), Clemente de Alejandría, Orígenes y Tertuliano
(s. III).
Se trata, entonces, de una tradición muy antigua y confirmada en todas
las iglesias.
Actualmente a favor de la tesis tradicional se inclina la mayor parte de
los estudiosos católicos y muchos protestantes.
Ellos insisten en las semejanzas entre Col y las grandes cartas paulinas,
mientras atribuyen las novedades a la evolución personal de Pablo y a
la diversa situación de la comunidad a la cual se dirigía la carta.
Se puede observar que muchos de los términos en las cartas
precedentes aparecen en contextos polémicos, litúrgicos o
parenéticos.
Podrían haber sido introducidos por el autor no porque hacían
parte de su vocabulario sino para adaptarse al de sus
adversarios o a una tradición pre existente.
Según éstos, la composición de la carta habría tenido lugar en
uno de los períodos en el cual Pablo estuvo prisionero, vale
decir, en Éfeso (52-54), en Cesarea (56-58) o en Roma (59-61).
Entre estas hipótesis, la primera tiene hoy una cierta
preferencia desde el momento en que Pablo aparece rodeado de
los mismos compañeros nombrados en Film.
En tal caso, la carta sería contemporánea a las grandes cartas
paulinas y como consecuencia sería difícil explicar cómo presenta
características tan diversas.
La idéntica objeción vale también contra la hipótesis que coloca la
composición en Cesarea, y en un menor grado también para aquella
que considera que la misiva haya sido enviada desde Roma pero es
difícil que Pablo pudiese mantener contactos tan directos con una
comunidad tan lejana e incluso, no fundada por él.
Algunos aún sosteniendo el origen paulino, atribuyen ciertas
particularidades a un secretario que la habría compuesto con
indicaciones del apóstol.
Habría sido casi seguramente Timoteo.
H.J. Holzmann: en el origen habría un escrito paulino, elaborado por
un discípulo, agregándole un cierto número de pasos en función anti-
gnóstica (Habría escrito Ef)
b. Nuevas orientaciones
Las dudas acerca: s. XIX y por razones de carácter interno.
Tubinga consideró Col de círculos gnósticos del siglo II.
Como prueba se aducen sobre todo sus peculiaridades
lingüísticas y de estilo, la ausencia de los grandes temas
paulinos, la dificultad de situarla en el cuadro de la vida de
Pablo, la exaltación inusual que éstos hacen de sí mismo como
el apóstol por excelencia.
Por eso es atribuida a un exponente de la “escuela paulina”.
Éste habría recurrido a las enseñanzas del apóstol y a su
autoridad para oponerse a las tendencias heréticas en las
iglesias del Asia hacia finales del siglo I.
Los que niegan la autenticidad de Col no tienen necesidad de
identificar un encarcelamiento de Pablo para colocar la
composición de la carta que consideran haya sido compuesta en
Asia Menor, tal vez en la ciudad de Éfeso, entre el 80 y el 90.
La discusión sobre el origen de Col queda abierta.
Siendo diversas las opiniones, es al menos problemático servirse
de este escrito para reconstruir el pensamiento de Pablo.
Col constituye un importante testimonio del desarrollo sucesivo
de la doctrina del apóstol.
5. Mensaje: La unidad de la Ig. En Cristo
El mensaje de Col: polémica en relación a los errores que se
estaban difundiendo en Colosas.
Oponiéndose a los que daban una excesiva importancia al culto
de las potencias angélicas, el autor saca a la luz el papel único y
determinante que Dios ha asignado a Cristo en su plan salvífico.
En el himno cristológico (1,15-20), es presentado como el
mediador de la creación (1,15) y al mismo tiempo como el que,
mediante su sangre, ha reconciliado toda la humanidad con
Dios.
Por eso él es la “cabeza del cuerpo de la Iglesia” (1,18.24) y de
manera distinta también es la cabeza de las potencias (2,10) que
han sido vencidas en la cruz (2,14-15).
Su papel en la creación y en la reconciliación depende del hecho
que “en él tuvo bien residir toda la plenitud” (1,19).
Por ello pudo comunicar a los creyentes “la plenitud de la
divinidad” que habita en él “corporalmente” (2,9-10),
garantizando así la plena dignidad de todos los bautizados.
La persona y la obra de Cristo son presentadas como un “misterio”
(1,26).
Allí están contenidos todos los tesoros de la sabiduría y de la
ciencia (2,2-3).
El misterio es el proyecto salvífico de Dios, que en Cristo tiene su
plena realización.
Ha sido revelado sólo a los judíos pero también a los gentiles, los
cuales están igualmente llamados a poner en Cristo su esperanza
(1,27).
Por obra de Cristo, los creyentes han sido liberados del poder de
las tinieblas y han sido transferidos en el reino del Hijo
preferido, recibiendo así la redención y el perdón de los pecados
(1,13-14), de tal modo han sido reconciliados no sólo con Dios
sino también con el universo (1,20).
Todo ha tenido lugar mediante el bautismo por medio del cual
han resucitado con Cristo (2,12; 3,1).
Se han despojado del hombre viejo con todas sus acciones y se
han revestido del hombre nuevo, verdadera imagen del Creador
(3,9-10).
Adhiriéndose a Cristo, los bautizados han entrado a formar parte
de la Iglesia, “cuerpo de Cristo” en la cual “no hay judío ni griego,
circunciso o incircunciso, esclavo o libre sino Cristo todo en
todos” (3,11).
La Iglesia se define a partir de la unidad de todos sus miembros, en
la cual está prefigurada la reconciliación final de todas las cosas.
Siendo una realidad de carácter local (4,15), asume una dimensión
universal, porque en y por medio de ella Cristo realiza su señorío
cósmico.
La adhesión a Cristo y a la Iglesia da origen a un conocimiento
pleno de la voluntad de Dios.
Surge una vida santa, que se distingue por la práctica del amor y de
todas las virtudes unidas a ella (3,12-15).
El amor inspira el cumplimiento de los propios deberes:
-entre todos los de carácter familiar;
-a la esposa se le sugiere la sumisión en relación a sus
maridos, y a éstos el amor hacia sus esposas;
-a los hijos la obediencia hacia los padres y a los padres,
bondad hacia los hijos;
-a los esclavos, docilidad en relación a sus patrones y a estos
últimos , justicia hacia sus esclavos (3,18—4,1).
Este es el ejemplo de aquellas “tablas de deberes familiares” que
se encuentra también en Ef y en las cartas pastorales.
Es digno de notar la invitación a orar constantemente, sobre
todo por el éxito de la predicación apostólica (4,2-4) y
la exhortación a mantener hacia los no cristianos, una prudente
discreción (4,5-6).
Con estos conceptos parcialmente nuevos, va de la mano la
exaltación de Pablo: él es el apóstol por excelencia que lleva el
evangelio a todo el mundo (1,26-27), y el mártir que sufre en
unión con Cristo por toda la Iglesia (1,23-24).
c. Carta a los Efesios
1. Plan de la carta
Ef presenta una estructura bastante clásica
Un prescripto (1,1-2) y termina con un postcripto (6,21-
24).
El cuerpo puede ser subdividido en dos: una doctrinal (1,3
—3,21) y una exhortativa (4,1—6,20).
La sección doctrinal (celebra la revelación del misterio de
Dios en Cristo), es introducida por un largo “elogio” (1,3-
14), en donde se anticipan los temas fundamentales del
escrito, y termina con una “doxología” (3,20-21).
La sección parenética, o mejor “paracletica”, que delinea
la nueva vida de los bautizados en la Iglesia y en el mundo,
inicia con la expresión “Entonces les exhorto” (4,1).
2. Una carta paulina
El autor de Ef desarrolla su discurso sin hacer jamás
referencia a personas y situaciones concretas.
Da algunas sugerencias (cf. 1,15; 3,2.4; 4,20-21).
No conocía personalmente a quienes estaba dirigido su
escrito.
La 1ra. parte, con las bendiciones y las oraciones, refleja el
estilo del culto cristiano, mientras la 2da. es más cercana a
las fórmulas de la catequesis.
Aún colocándose en la línea de las grandes cartas
paulinas, Ef se destaca de ellas tanto en el plano formal
como bajo el aspecto del contenido, mientras revela
numerosas semejanzas con Col.
a. Relación con las cartas auténticas
Ef se coloca deliberadamente al interno del corpus
paulino: el autor se presenta como Pablo (1,1; 3,1).
La unión con el Pablo histórico se confirma porque en
ella se encuentran cerca de 22 vocablos que no son
jamás usados en el NT sino sólo por Pablo (p. ej.
arrabw,n, ene,rgeia, pleone,cthj, poi,hma).
El autor toma y desarrolla temas típicamente paulinos,
como Iglesia, cuerpo de Cristo, gratuidad de la
salvación, la redención mediante la sangre de Cristo, el
Espíritu como escudo y protector, amor recíproco,
vigilancia y oración.
Ef se diferencia de las cartas paulinas auténticas.
Su vocabulario comprende cerca de 50 términos que no
están en el resto del epistolario paulino (excluidas las
pastorales), mientras que otros 40 no aparecen en el NT;
Muchos se encuentran en la LXX y en los pp. apostólicos.
Algunos vocablos, presentes también en las cartas
auténticas están aquí usados con un sentido diverso (por
ejemplo ecclhsia, musth,rion, plh,;roma).
Están ausentes algunos términos típicamente paulinos:
a;delfoi, “hermanos”, di,caioj, “justo” dicaio,w,
“justificar”,
dicaiosu,nh, “justicia”, estando aún presente, tiende a
ser usada para indicar una virtud moral.
El etilo solemne y redundante de Ef nos recuerda los
himnos de Qumram y la versión griega del AT (LXX) y
no a Pablo, el cual se caracteriza más por las frecuentes
repeticiones, el uso de procedimientos como la
asonancia y la aliteración, la acumulación de genitivos
nominales y el uso de un determinado vocablo después
de un largo paréntesis.
En general, falta toda preocupación por todo lo que
podría hacer al discurso más vivaz y atractivo
Semitismos en medida superior a los escritos paulinos.
En campo doctrinal, manifiesta su originalidad: la Ig no
es más la comunidad local, sino el conjunto de todos los
creyentes, que forman un cuerpo cuya cabeza es Cristo.
Cristo es presentado, por su resurrección, como el
pantocra,twj. Pasa a 2do lugar su muerte en cruz.
Las relaciones entre Israel y los paganos son vistas con
un enfoque distinto, mientras que la escatología es
comprendida como una realidad ya realizada en la vida
actual de los creyentes.
En fin, el AT es utilizado de manera nueva, dando más
espacio a largas citaciones de textos bíblicos.
Aún siendo muy cercano al Pablo histórico, el autor se
destaca netamente de él, no sólo por cuanto adopta un
lenguaje parcialmente distinto sino también porque
refleja situaciones y problemas nuevos y sobre todo,
deja entrever un clima teológico cambiado
b. Efesios y Colosenses
Las características que distinguen a Ef de las
cartas paulinas auténticas son las mismas que
la acercan a Col.
En todo el epistolario paulino es este el único
caso en el cual se verifica entre dos cartas una
estrecha correspondencia de carácter no sólo
lexical y fraseológico sino también teológico.
Desde el punto de vista literario, de 115
versículos de Ef, 73 encuentran un exacto
paralelo en Col.
Entre las dos existen referencias casi verbales.
Al menos un cuarto de los términos usados en la
1ra se encuentran también en la 2da.
Un tercio de Col aparece también en Ef.
Si se ponen las dos cartas en columnas paralelas
se puede fácilmente observar que, con excepción
de tras pasos (Ef 2,6-9; 4,5-13; 5,29-33) todas
las secciones de Ef tienen una correspondencia
en Col
Es común a los dos escritos una serie de términos (misterio,
cabeza, cuerpo, economía, pléroma, iglesia, potencias, etc.) que
en las cartas seguramente paulinas o están ausentes o son
usadas con significado distinto.
A veces, los mismos términos asumen en Ef matices nuevas y
originales;
La idea de cuerpo de Cristo, que en Col parece aún conservar
algo del significado cosmológico original, se califica en sentido
más exclusivamente eclesiológico.
El concepto de plh,roma está más estrechamente ligado a la
iglesia;
El “misterio” no es más el anuncio de Cristo entre los gentiles,
sino la unión de judíos y gentiles en la Iglesia (cf. 3,3-6).
La Iglesia misma es ya la asamblea de todos los creyentes,
mientras en Col 4,15 todavía designaba, aunque de manera
ocasional, la comunidad doméstica.
Ef no es una simple copia de Col.
De la comparación resulta que el autor de la primera,
aún mostrando gran familiaridad con la segunda, no
ha trabajado directamente el texto sobre un texto
escrito de esta carta.
Aún presentándose como una relectura de Col, Ef es un
escrito original y autónomo, que la supera en estilo,
profundidad de pensamiento y uso de las Escrituras.
También es claro que no se trata de una carta sino de
un tratado teológico, al cual se le ha agregado un
marco epistolar, con la introducción y la conclusión.
3. Los destinatarios de la carta
Ef está designada con este nombre desde el s. II.
“a Éfeso” (1,1) ausente en todos los manuscritos anteriores al s.
IV.
No se encuentra en el cód. Vaticano ni en el Sinaítico (s. IV) y ni
siquiera en los manuscritos minúsculos 1739 (s. X) y 424 (s. XI).
Basilio y Orígenes no la leían en los textos por ellos conocidos.
Según Tertuliano, Marción consideraba que la carta hubiese
sido enviada a Laodicea.
El papiro P46, el más antiguo entre los que han quedado (inicio
del s. III) tiene lo siguiente: “a aquellos que son santos y
creyentes en Cristo Jesús”
Se tiene la impresión que la indicación de Éfeso como
comunidad destinataria de la carta no hiciese parte del texto
original y haya sido introducida en un segundo momento.
Para explicar este hecho, algunos estudiosos han
tomado en seria consideración la tesis de Marción,
afirmando que Ef es en realidad la carta a Laodicea, de
la cual se menciona en Col 4,7-8.
Se confirmaría por el hecho mismo que Tiquico es el
portador tanto de Colosenses (Col 4,16) como de
Efesios (Ef 6,21).
La tradición, considerando que hubiese una amenaza
contra Laodicea contenida en Ap (3,14.16), habría
suprimido el nombre y hubiese sido luego sustituido
por Éfeso.
Esta hipótesis, por cuanto sugestiva, no ha encontrado
un adecuado consenso entre los estudiosos
Por el contrario, para otros, Ef era una circular enviada a
diversas iglesias del Asia proconsular (Éfeso, Laodicea,
Hierápolis, etc.).
Algunos de estos consideran que originalmente en el
prescripto hubiese, después de las palabras “a los santos
que están…”. Un espacio vacío, que era llenado a su vez
con el nombre de la iglesia a la cual iba destinada la carta.
Según otros, existían diversos ejemplares, cada uno de los
cuales llevaba el nombre de la iglesia destinataria.
Con el tiempo estos ejemplares se habrían perdido, con
excepción del que llevaba el nombre de la iglesia de Éfeso.
También esta explicación es sugestiva, pero es difícil de
verificar, tanto más que la antigüedad faltaban ejemplos
de tales cartas circulares
El trasfondo cultural del autor no es fácil reconstruirlo.
No se pueden excluir influencias de Qumram como
también del ambiente helenístico ya filtrado por el
judaísmo de la diáspora.
Es probable que el autor fuese sensible a ciertas
corrientes de pensamiento que preludian el
agnosticismo del siglo II.
Ef responde a una problemática muy similar a Col,
aunque falten tonos polémicos propios de esta última.
También es difícil identificar el objetivo preciso de la
carta.
El espacio dado a la idea de combate espiritual (6,10-
17) podría sugerir que el autor quería animar una
comunidad puesta bajo presión.
La insistencia del hombre “nuevo” (2,15; 4,24), “interior” (3,16) y
“perfecto” (4,13), hace pensar que estuviese preocupado de
valorizar la experiencia histórica de Israel, para llevar a los
cristianos de origen pagano a la plena madurez, e impedirles caer
en el paganismo.
Más que una tensión entre dos grupos, había tal vez entre lo
cristianos de origen pagano, la tendencia de desvalorar la
componente judía, perdiendo así el contacto directo con la historia
de salvación de la cual era portador el AT.
Probablemente el escrito no tenía un único objetivo sino una
pluralidad de intenciones no todas claramente identificables.
Ef ha estado dirigida a una o más comunidades del Asia Menor, las
cuales atravesaban un período de crisis debido a influencias
culturales diversas
No siendo amenazados como los Colosenses, por doctrinas
claramente heréticas, corrían el riesgo de asumir orientaciones
discutibles en el campo tanto cristológico como eclesiológico.
4. En el cauce de la escuela paulina
La incerteza acerca de los destinatarios nada quita al hecho de
que Ef sea un escrito paulino (cf. 1,1; 3,1).
La tradición eclesiástica no ha tenido jamás dudas al respecto.
Probablemente el escrito era ya conocido, tanto en oriente
como en occidente, hacia finales del siglo I y la mitad del II.
Clemente Rom, la Didajé, Ignacio de Ant, Policarpo de Esm y
el Pastor de Hermas. Ignacio de Antioquía (inicio del s. II):
“Pablo se acuerda de ustedes en toda su carta” (Eph 12,2).
A favor del origen paulino de Ef se pronuncian expresamente
el Canon muratoriano, Ireneo y Clemente de Alejandría y
después de ellos, todos los escritores y estudiosos cristianos
hasta el s. XVIII.
Sólo en tiempos modernos la autenticidad de la carta ha sido
puesta en tela de juicio.
A. La tesis tradicional
La mayor parte de los estudiosos católicos y
protestantes sostienen todavía la paternidad paulina
de Ef.
Se basan en los elementos de continuidad que se dan
entre esta carta y el resto del epistolario paulino.
Aún habiendo fundado la iglesia de Éfeso, no muestra
conocer personalmente a los destinatarios, no es
considerado como un argumento decisivo contra la
autenticidad de la carta.
Es posible, de hecho, que se tratase en realidad de una
especie de carta circular, dirigida no directamente o
exclusivamente a la comunidad de Éfeso.
La diferencia con respecto a las cartas auténticas y la semejanza
con Col son atribuidas a la evolución del pensamiento de Pablo
y a los nuevos problemas que salían a la vista de la comunidad.
Algunos estudiosos consideran que los tratos específicos de la
carta se puedan atribuir a un secretario del cual el apóstol se
habría servido (autenticidad parcial).
Según P. Benoit ésta habría sido compuesta bajo la dirección de
Pablo por un discípulo, el cual se habría servido de Col,
compuesta poco antes por el apóstol mismo.
Otros consideran que sea obra de un discípulo de Pablo, el cual,
diez o veinte años después de su muerte, habría trabajado un
escrito paulino, agregando algunos branos.
Estas hipótesis no salvan del todo la autenticidad paulina, en
cuanto un discípulo que hubiese tenido tal libertad, sería el
autor a todos los efectos
b. La tendencia moderna
La autenticidad fue negada por 1ra vez a finales del s. XVIII.
En el s. XIX en Tubinga sostenían que fue compuesta por uno del
siglo II.
Si bien esta tesis ha sido generalmente rechazada, sobre el origen
paulino de la carta permanecen dudas.
Diversidad de estilo y contenido que se nota entre Ef y las otras
cartas paulinas.
Dificultad de situar este escrito en un momento preciso de la
actividad de Pablo.
La exaltación de la persona de Pablo como único y verdadero
“apóstol de los gentiles” difícilmente puede salir de la mano del
apóstol mismo.
Agregamos la falta de mención de personas o vivencias de la
comunidad de Éfeso. Este argumento pierde mucho su valor en el
caso de que se trate de una carta circular.
En base a estos argumentos muchos estudiosos
protestantes y algunos católicos niegan la autenticidad
de Ef.
Entre ellos también algunos que sostienen la
autenticidad de Colosenses.
Según E.J. Goodspeed, por ejemplo, un discípulo de
Pablo, tal vez Onésimo, la habría compuesto
inspirándose en Col como prólogo teológico a las cartas
paulinas que él mismo había recolectado.
Según estos estudiosos Ef tuvo su origen al interno de
la “escuela paulina”, donde a un cierto punto se vio la
necesidad de retornar a la temática contenida en Col
para darles una nueva y más profunda formulación
La determinación del lugar y del tiempo de composición
del escrito depende de la solución que se da al problema de
la autenticidad.
Los que colocan su composición durante una de los tres
encarcelamientos del apóstol (Éfeso, Cesarea, Roma), con
una preferencia por la cárcel romana.
Los que la niegan consideran que haya sido compuesta en
una ciudad del Asia proconsular, probablemente Éfeso
mismo, hacia finales del siglo I.
El problema del autor de Ef, como el de sus destinatarios,
permanece entonces no resuelto.
Como consecuencia, también este escrito, aún
representando una importante línea de desarrollo de las
ideas y de las intuiciones de Pablo, no puede ser utilizada
para reconstruir su pensamiento.
5. Mensaje: La salvación en Cristo y en la
Iglesia

La carta a los Efesios contiene una


reflexión profunda del misterio de la
salvación, concebido desde la eternidad
en Dios y realizado en Cristo y en la
Iglesia
a. La revelación del misterio
El autor de la carta pone como centro de su
reflexión el “misterio”, que consiste en la
voluntad salvífica de Dios (1,9).
Este misterio se identifica con el “misterio de
Cristo” (3,4) porque Dios ha querido realizar
su designio eterno “en Cristo Jesús nuestro
Señor” (3,11), con el único objeto de
“recapitular en Cristo todas las cosas” (1,10),
vale decir, hacer que ellas encuentren en él
su centro, su cabeza
El misterio estaba “escondido por siglos en la mente de Dios,
creador del universo” (3,9); él lo ha revelado (1,9) porque ha
manifestado “la extraordinaria grandeza de su poder” resucitando
de entre los muertos a Cristo, haciéndolo sentar a su derecha y
colocándolo “sobre todo principado y autoridad, de todo poder y
dominación y de todo nombre que se pueda nombrar no sólo en el
siglo presente sino también en aquel futuro” (1,19-21).
El misterio ha sido revelado a los apóstoles y a los profetas, de
modo especial a Pablo, el cual tiene una comprensión muy
particular y debe “anunciar a los gentiles las inescrutables
riquezas de Cristo” (3,1-13).
En la revelación del misterio desarrolla un rol central el Espíritu
Santo (3,5), sello de salvación ya obtenida y depósito de aquella
definitiva (1,13-14).
Él es de hecho quien ratifica la unidad de los creyentes entre ellos
y con Dios (2,18: 4,3-4)
b. Judíos y gentiles reconciliados en la Ig.
La obra de Cristo, aún teniendo una fuerte dimensión
cósmica, está primariamente dirigida a los hombres.
Antes de él, la humanidad se encontraba en un estado
de rebelión que la llevaba a seguir al “príncipe de las
potencias del aire”, viviendo así en el pecado (2,1-2).
De esta situación no eran exentos ni siquiera los judíos,
“por naturaleza, merecedores de la ira, como los otros”
(2,3).
Pero Dios, por medio de su “Hijo preferido” (1,6) ha
dado a todos los hombres la posibilidad de obtener la
filiación divina, a la que estaban predestinados desde la
eternidad (1,5).
Por este motivo les ha ofrecido la “redención”
mediante la sangre de Cristo y la “remisión de los
pecados” (1,7) y les ha dado gratuitamente una vida
nueva con Cristo (2,4-7), que se obtiene por medio de
la fe y no de las obras (2,8-9).
También éstas son recordadas, pero sólo como
consecuencia de la fe (2,10).
Por obra de Cristo, los judíos, que primeramente
habían esperado en él, se han convertido en herederos
de las promesas divinas (1,11-12).
Pero también los gentiles, después de haber escuchado
la palabra de la verdad y haber creído en ella, han
recibido el sello del Espíritu Santo que es el depósito
de la redención plena y final (1,13-14).
Judíos y gentiles, que antes de Cristo estaban separados
por una barrera de enemistad representada por la ley
judía, están así reconciliados entre ellos:
Cristo, por medio de la cruz, ha destruido la enemistad
aboliendo “la ley hecha de prescripciones y de decretos” y
ha hecho de ellas un solo cuerpo; de tal manera que se ha
convertido para nosotros en el mensajero de la verdadera
paz (2,14-18).
También los gentiles convertidos a Cristo no son más
extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los
santos y familiares de Dios, edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y los profetas, teniendo como
piedra angular al mismo Cristo Jesús.
En él, también ellos son edificados para convertirse en
morada de Dios por medio del Espíritu (2,19-22).
La reconciliación ofrecida por Cristo a todos los hombres se
realiza en la Iglesia.
Es el cuerpo de Cristo, el cual, como su cabeza, revierte
sobre ella la plenitud de la divinidad que le pertenece (1,22-
23).
Por medio de la fe, Cristo habita en el corazón de los
creyentes, los cuales tienen el privilegio de conocer el amor
de Cristo que sobrepasa todo conocimiento y están
colmados de toda la plenitud de Dios (3,17-19).
Al interior del universo, llamado a ser recapitulado en Cristo
(cf. 1,10), la Iglesia constituye una entidad aparte en cuanto,
mediante la fe, reconoce explícitamente en Cristo su cabeza,
obteniendo así de modo pleno la salvación.
Por eso ella tiene la tarea de manifestar a los Principados y
Potestades la multiforme sabiduría de Dios (cf. 3,10)
Cuerpo de Cristo y templo de Dios, la comunidad de los
creyentes tiene como prerrogativa esencial la unidad
(4,4-6).
Se manifiesta en la diversidad de carismas, de las
cuales la Iglesia ha sido enriquecida por Cristo
resucitado y subido al cielo (4,11-13).
En ella, aquellos que han recibido un ministerio deben
ejercitarlo para la edificación del cuerpo de Cristo (4,11-
14).
Ello implica no sólo la labor pastoral sino también el
anuncio misionero dirigido a todos los hombres.
La misión corresponde a todos los fieles, los cuales
“viviendo según la verdad en la caridad” (4,15), deben
“decir la verdad” de la salvación a su prójimo (4,25).
c. Una vida renovada
Con la adhesión a Cristo y el ingreso en la Iglesia, tiene
inicio para los cristianos una vida nueva;
Ellos han abandonado al hombre viejo, con todos sus vicios,
y se han revestido del hombre nuevo, creado según Dios en
la justicia y en la santidad verdadera (4,20-24).
Ya no más “tinieblas” sino “luz en el Señor” (5,8).
Deben practicar todas aquellas virtudes (sinceridad, justicia,
perdón, pureza, etc.) que surgen del amor (4,25—5,13).
Estas virtudes son como armas, que permiten al creyente
combatir victoriosamente contra los Principados y
Potestades (6,10-20).
Un lugar especial con respecto a la oración, que es por
excelencia la obra del Espíritu (5,18-20; 6,18-19)
La vida en la Iglesia comporta deberes bien precisos,
especialmente hacia los miembros de la propia familia.
Estos están descritos mediante una “tabla de los deberes
familiares” (5,21—6,9) muy similar al de Col.
Es importante el texto en el cual la comunión entre esposos se
presenta como reflejo e imitación del misterio (5,32), vale decir,
la íntima relación que une Cristo a la Iglesia (5,21-33).
En conclusión, el autor de Ef es el primer escritor que, después
de Pablo, ha tentado una gran síntesis teológica cristiana,
centrada en la persona de Cristo y en su papel salvífico
universal.
Con respecto a Pablo, tiene el mérito de no haber unido su
reflexión teológica a un concepto particular como aquel de la
“justificación”, pero sí de haber tomado como punto de partida
el misterio escondido desde la eternidad en Dios y realizado en
Cristo y en la Iglesia.

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