focalizándose en el resultado final u objetivo. El
control emocional y el control de los impulsos están muy relacionados. Las personas que tienen problemas con el control emocional a menudo tienen problemas para aceptar el feedback negativo, pueden sobreactuar ante las injusticias pequeñas o presentar problemas para acabar una tarea cuando algo les molesta. Si relacionamos la función ejecutiva con las emociones podemos ver como la utilización de información afectiva parece favorecer nuestros procesos de pensamiento. ¿Como? Desde el nacimiento podemos observar la manera en que el ámbito afectivo es utilizado de modo eficiente para solucionar situaciones problemáticas. En el niño y también en el adulto la emoción funciona como un sistema de alerta que señala cambios importantes en un mismo y en el ambiente. Conforme se va madurando las emociones comienzan a configurar y a mejorar el pensamiento dirigiendo la atención hacia cambios importantes y ayudándonos a planificar actividades o acciones para el logro de objetivos determinados los comportamientos afectivos y sociales, al igual que los comportamientos motivados por una meta (por ejemplo, decidir comer un pedazo de torta o abrazar una persona amada), podría ser más difícil de controlar que las acciones emocionalmente neutras (por ejemplo, averiguar si cinco es una cifra par o impar) y podría incluso requerir de un mecanismo de control diferente. Algunos autores han establecido una diferencia entre los aspectos “fríos” (puramente cognitivos) y “cálidos” (afectivos) de las funciones ejecutivas. De este modo, durante la solución de un problema, las funciones ejecutivas y la regulación emocional tienen una relación recíproca. Sin embargo, las exigencias particulares de la regulación emocional dependen del grado de motivación detrás del problema y de la naturaleza “cálida” o “fría” del problema mismo. En que afecta? Afectan a la autorregulación de las emociones, pues la dopamina también está asociada al sistema emocional y de recompensa. Como resultado, las personas que no saben inhibir ni guardar para sí las emociones, mostrándolas incluso de forma más intensa, afectando obviamente a su regulación afectiva y a la interactuación social. De esta manera, manifiestan una inmadurez, una hipersensibilidad a las críticas y una baja tolerancia a la frustración cuando las cosas no salen como ellos y ellas esperan. Los problemas que tienen con la capacidad para seguir normas sociales y el déficit en la inhibición conductual y emocional les causa dificultades en sus relaciones sociales. Como resultado, tienen problemas para mantener amistades, su conducta molesta a los otros y sus estrategias sociales son inadecuadas, siendo en muchos casos, marginados, acosados. Conclusión Las personas que poseen un mejor control de su atención tienen la tendencia de manejar mejor su ira mediante el uso de métodos verbales no hostiles en vez de métodos explícitamente agresivos. Un mayor control voluntario también correlaciona positivamente con la empatía. Para manifestar la empatía hacia los otros, hay que poder interpretar sus señales de angustia o de placer. De hecho, la capacidad de distinguir distintos estados mentales en sí mismo y en los otros (teoría de la mente), que constituye un componente cognitivo fundamental de la empatía, está significativamente asociada a los controles voluntario e inhibidor.