Professional Documents
Culture Documents
Heteronomia
Autonomía
Es la capacidad de saber regularnos sin necesidad que los demás nos indiquen como
debemos comportarnos o que debemos hacer. El sujeto moral es el protagonista de su
vida moral, es el que se da la ley moral a sí mismo, no la crea simplemente la descubre
como constitutiva de sí mismo. Toda ética autónoma será una ética que libere a la
persona, que la respete y la engrandezca. El término autonomía fue utilizado por Kant
(filósofo moderno) en el ámbito de la moralidad como equivalente de libertad positiva,
es decir como ausencia de determinación. La autonomía de la razón práctica es la
capacidad que tiene esta para darse a sí misma la ley moral. En este sentido Kant la
contrapone a la heteronomía, es decir a la aceptación de una ley moral que no deriva
de la propia razón, procede dicha ley de condicionamientos sensibles o de Dios.
La voluntad puede tener dos fundamentos: la razón o la inclinación. Cuando es la
propia razón la que decreta el modo en que debe actuar la voluntad, ésta es
autónoma porque se da a sí misma sus propias leyes particulares o discretas.
Cada uno tiene la capacidad de obtener autonomía hasta cierto punto. Pero, a pesar
que la autonomía es un derecho humano desde el nacimiento, pocos la consiguen
realmente.
El hombre nace libre, pero una de las primeras cosas que aprende es a hacer lo que se
le dice y pasa el resto de su vida haciéndolo. Así, pues, su primera esclavización es
a manos de sus padres. Él sigue sus instrucciones por siempre jamás, reteniendo el
derecho, sólo en algunos casos, de escoger sus propios métodos, y consolándose a sí
mismo con una ilusión de autonomía.
Una persona bajo la ilusión de autonomía piensa que ha cambiado de guión, pero, en
realidad, ha cambiado solamente la escena, los personajes, el vestuario, etc., no lo
esencial del drama. Por ejemplo, una persona programada por los padres para ser
evangelista puede caer en las drogas, y entonces, con religioso celo, tratará de predicar a
otros para que le sigan. El escoger su propio ambiente para predicar puede darle la ilusión
de que es verdaderamente libre cuando, en realidad, él solamente ha disfrazado su
esclavitud a las normas de sus padres.
Una persona verdaderamente autónoma es la que demuestra liberación o la recuperación
de tres capacidades.
Conocimiento
Conocimiento es saber qué está ocurriendo ahora. Una persona autónoma es consciente. Se
desprende de las capas de contaminación de su ambiente y empieza a oír, ver, oler, tocar,
gustar, estudiar y evaluar por sí misma. Se deshace de viejas opiniones que falsean su
percepción actual, y percibe el mundo a través de su encuentro personal propio en
vez de hacerlo en la forma en la que fue enseñada a hacerlo. Sabiendo que es un ser
temporal, la persona consciente aprecia la naturaleza ahora. Se percibe a sí misma como
parte del universo que conoce y como parte del misterio de esos universos todavía por
descubrir. Puede detenerse junto a un lago, contemplar una flor, sentir el viento en su
rostro y experimentar una sensación de temor reverencial.
Espontaneidad
El individuo espontáneo usa o recaptura su capacidad para decidir por sí mismo. Adopta
sus propias decisiones en vez de permanecer a merced de su suerte. A menos que
una persona adopte decisiones, aunque éstas no sean siempre correctas, su poder
de voluntad permanece sin dirección y su ética es confusa o inestable. En este
sentido, la persona autónoma es la que adopta decisiones que proporcionan una
dirección determinada a sus propias posibilidades. Dentro de limitaciones reales, la
persona es responsable de su propio destino, y ella lo sabe.
Un individuo debe hacer más, que adoptar una decisión. Debe actuar según su decisión o
ésta no tendrá sentido. Solamente cuando su ética interior y su conducta exterior
estén de acuerdo y él sea congruente con ellas, será una persona completa. Una
persona espontánea es libre para hacer lo suyo, pero no a costa de los demás, a
través de la explotación y/o de la indiferencia
Intimidad:
Cuando el ser humano recibe la ley moral desde fuera de la razón, Kant considera que en
realidad no está actuando libremente y pierde la capacidad de autodeterminación de
su conducta. Sin esta autodeterminación su conducta no puede tener valor moral,
aunque esté actuando conforme al deber.
En fin, es el hecho de que otra persona tome decisiones que corresponden a un
individuo, es decir que no es el individuo propiamente quien toma sus decisiones
sino que son intervenidas.
Sería lo contrario a la autonomía ya que bajo este punto de vista no se pueden hacer
las cosas con libertad sino que hay que basarse en normas impuestas por otras
personas, a las cuales en estas circunstancias se debe obedecer.
Viéndolo de cierta forma, el concepto de autonomía debería ser más amplio pues en
la sociedad actual prácticamente nadie está exento de normas.