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1.

Tendencias Psíquicas y no Psíquicas:

Es necesario, ante todo, distinguir entre las tendencias que son


propias de la vida psíquica del hombre y aquellas que se
realizan en el hombre en cuanto ser viviente vegetativo. Las
primeras son las tendencias psíquicas, las segundas pertenecen
sólo al nivel de la vida vegetativa, y son las tendencias no psí-
quicas.
Al grupo de las tendencias no psíquicas
pertenecen todas aquellas en las cuales no
interviene para nada el conocimiento,
procediendo éstas inmediatamente de la
naturaleza misma del ser.
Las tendencias no psíquicas se
llaman normalmente apetitos
naturales. En todos los seres existe
una tendencia natural a la propia
realización.
Se llama natural porque es ínsita a la naturaleza misma del ser, y
su ejercicio no exige ningún conocimiento para realizarse; por
ejemplo, la piedra tiende a caer, la planta a crecer..
Las tendencias psíquicas se llaman
apetito elícito, y aun procediendo de la
naturaleza o esencia del ser, lo hacen no
solamente gracias a ella, sino por medio
de un acto «elicito» (completamente
voluntario) de conocimiento, que
presenta al sujeto de modo intencional,
es decir, psíquico el objeto de la
tendencia.
Los seres provistos de conocimiento, además de una tendencia
natural, están dotados también de inclinaciones y apetitos que
surgen de los objetos conocidos. Por ejemplo, el gato que ve el
pescado sobre la mesa, siente la inclinación hacia él; esta
inclinación se llama tendencia sensible o apetito sensible.
Dado que los animales tienen solamente conocimiento
sensible la tendencia está circunscripta a la sensibilidad y por
eso tienen solo tendencias sensibles.
a) Tendencias innatas y tendencias adquiridas: Es propio de las
tendencias el poder experimentar modificaciones por medio del
ejercicio; gracias a ello la tendencia se completa con algo
añadido a su naturaleza que se llama hábito.
Son tendencias de naturaleza sensible la tendencia a la nutrición,
a la propia conservación, a la reproducción, al reposo, a la
sociabilidad, etc.; éstas, que podemos llamar tendencias o
instintos fundamentales, dan origen a otras tendencias
El instinto es una tendencia compleja, innata y específica; el
primer término indica la naturaleza del instinto, el segundo su
origen y el tercero su fin.
a) Compleja
b) Innata
c) Específica
En el instinto, además de los impulsos sensibles, intervienen
también el sentimiento y el conocimiento. De estos tres elementos
de los cuales consta el instinto -el apetitivo, el afectivo y el
cognoscitivo- es necesario decir una palabra sobre el
cognoscitivo. El espiritualismo niega el elemento cognoscitivo del
instinto de los animales; el materialismo identifica el conocimiento
instintivo con el intelectual. El conocimiento que interviene en el
instinto es sólo de nivel sensible, por él el animal conoce aquello
que es útil, pero no la utilidad, realiza acciones muy complejas y
de forma perfecta, pero sin entender el fin al cual se dirige la
acción.
Innata es la tendencia que surge espontáneamente de la
naturaleza de un ser, y por tanto, no ha sido aprendida por el
individuo que la posee. Tendencia adquirida es aquella que
depende del adiestramiento, ejercicio o educación. Que el
instinto es una tendencia que proviene de la naturaleza del
individuo, nadie lo niega. El instinto, de hecho, es necesario,
inmutable, estable dentro de ciertos límites, igual que la
naturaleza de la cual directamente proviene. Es perfecto desde
el primer momento, y en ello se diferencia de todas las tenden-
cias adquiridas o hábitos; el animal actúa sin aprendizaje y
alcanza el fin del instinto sin equivocarse. Por ejemplo, los
pájaros nacidos en una jaula, que no han visto jamás un nido, si
un día se les deja en libertad, se construirán un nido exactamente
igual al que fabrican los pájaros de su especie, aunque jamás
hayan visto alguno. El instinto, por lo tanto, es innato y es también
connatural a la especie.
Se encuentra sustancialmente idéntico en todos los individuos de
un determinada especie, y en los confines de ésta es sustancial-
mente inmutable, aunque con una cierta facilidad de adaptación
al ambiente. Precisamente porque se trata de una tendencia
innata, es característico del instinto pertenecer no sólo a un
individuo sino a todos los componentes de la especie. Cada
especie posee instintos propios, que son característicos de ella,
como toda especie tiene una naturaleza propia; el instinto tiene
como fin el mantenimiento del individuo y de su especie. El instinto
en los animales es fijo e inmutable, y no se manifiesta en él
ningún progreso; por ejemplo, las abejas trabajan hoy
exactamente igual que en tiempo de Virgilio.
Los instintos en el hombre no se presentan tan determinantes
como en los animales.
Son muchas veces modificados y reprimidos por la intervención
de la inteligencia y de la voluntad, que los adapta a fines
superiores.
En el hombre es innato el fondo del instinto, pero no la forma.
Los hábitos son repeticiones de acciones que crean en la persona
humana una tendencia a actuar de determinada manera.
Ayuda a una potencia activa a su acción natural.
Por ejemplo, el hábito de…
Cuando piensas en el modo de actuar, seguramente te viene a la mente que
generalmente lo hacemos guiados por los hábitos que se han adquirido
durante la vida, sea la edad que sea.

Este capítulo lo titulo la fuerza de los hábitos, precisamente porque son ellos
los que van guiando nuestro obrar. A mí me ocurre a menudo, en las mañanas
me levanto y hago lo mismo todos los días; basta que haga algo diverso
para que o me retrase o deje de hacer algo. Si piensas en esto te darás
cuenta que tenemos hábitos de limpieza personal, de limpieza de la casa, de
comer, de caminar, de mirar, etc. Generalmente en el colegio camino de
manera rápida y con pasos largos, pero cuando salgo con mi esposa muchas
veces me dice que por favor camine más lento y esto porque tengo el hábito
de caminar rápido.

La fuerza que puede tener un hábito adquirido es de un peso enorme para


la realización de actos buenos, indiferentes o malos. Para entender un poco
más esta fuerza te invito a analizar primeramente qué es el hábito, cómo se
adquieren y las consecuencias que tienen los hábitos en nosotros.
Según Santo Tomás de Aquino un hábito es “una disposición
estable”, la persona realiza actos que le son propios por sus
mismas facultades Cuando estos actos se repiten, las facultades
adquieren unas cualidades gracias a las cuales el sujeto puede
realizar con más facilidad las actividades que les son propias.
Estas cualidades dan a las facultades una disposición añadida a
su tendencia natural y son los hábitos.

HABITOS

POSITIVO NEGATIVO

VIRTUD VICIO

Hábito de obrar bien, independiente Hábito de obrar mal.


mente de los preceptos de la ley, por (Diccionario RAE)
sola la bondad de la operación y con
formidad con la razón natural.
(Diccionario RAE)
1. Configuran lo que somos

2. Dan facilidad al actuar

3. Influyen directamente en las decisiones que tomamos


• Con la repetición de actos positivos o buenos
• Siendo perseverante
• No dejando en ningún momento posibilidad de hacer lo
contrario (vicio)

• Los hábitos se mantienen con la consecuencia al actuar.


La pasión es una tendencia secundada y fortificada que se
desarrolla más eficazmente que las demás y las engloba en el
mismo remolino, concentrando en sí misma todas las energías del
ser.
Por ello se dice que las pasiones ciegan, porque quitan energías
a las otras actividades humanas. Pero en sí mismas no son ni
malas ni inmorales, sino estímulos indispensables para que el
hombre supere los peligros que encuentra cuando quiere
alcanzar grandes metas.
Las pasiones son buenas o malas dependiendo de si están en
conformidad o disconformidad con la razón.
La pasión vehemente que mueve a la acción disminuye la
libertad y podría incluso destruirla del todo cuando es tan
vehemente que ciega a la razón.

EJERCICIO: PRINCIPIO 90/10


Tres fases:
a) un conocimiento intelectual práctico que presenta el objeto
de modo apto para atraer o repeler la voluntad;
b) la tendencia interna de la voluntad que se dirige hacia el
objeto presentado, si es conveniente, o lo rechaza si es
inconveniente;
c) la ejecución de una actividad interior o exterior diversa de
la tendencia y consecuente a ella
• La voluntad es una facultad o capacidad de producir actos;
estos actos son llamados: querer, actos volitivos, volición, etc. Por
volición entendemos un acto de tendencia consciente que se
dirige hacia un objeto propuesto por el conocimiento intelectual.
Esta actividad presupone, por tanto, una facultad, denominada
voluntad, y por eso su acto se llama volición. Los actos
provenientes de la voluntad son actos tendenciales, y se
distinguen de las tendencias estudiadas hasta ahora, en cuanto
se dirigen hacia objetos presentados sólo por el conocimiento
intelectual.
Dos tipos de volición:
- Deliberada
- No deliberada
Consta de tres fases bien diferenciadas, y comprende:
a) un conocimiento intelectual práctico que presenta el objeto
de modo apto para atraer o repeler la voluntad;
b) la tendencia interna de la voluntad que se dirige hacia el
objeto presentado, si es conveniente, o lo rechaza si es
inconveniente;
c) la ejecución de una actividad interior o exterior diversa de la
tendencia y consecuente a ella.
Gran parte de nuestras voliciones y las actividades que proceden
de ellas en la vida cotidiana se dan por medio de este proceso
volitivo no deliberado, fruto de hábitos y modos de pensar.
Por ejemplo, las acciones externas del hablar, vestirse, saludar,
comer y todos aquellos hábitos donde la voluntad interviene sólo
para controlar y dirigir.
a) la deliberación, que termina en el juicio práctico;
b) la elección;
c) la ejecución de cuanto se ha decidido

Este proceso se estudiará con mayor detenimiento en el tema de


la libertad.
1. Los sueños se pueden alcanzar
2. Muchas veces se nos impide soñar porque no conviene
que todos alcancen sus sueños, sobre todo en una
sociedad egoísta.
3. No permitir que tu sueño sea opacado por actitudes
negativas.
4. Tú puedes
1. Tener en claro primero cuál es mi meta en la vida.
2. ¿Cuál es el camino que quiero tomar para conseguir esa
meta?
3. ¿Qué medios concretos estoy poniendo para alcanzar
esa meta?
4. ¿Qué obstáculos encuentro en mí para alcanzar esa
meta?
1. No se pueden quitar todas las brechas que me apartan
de la meta al mismo tiempo.
2. Hay que elegir cuál es la brecha que más influye
negativamente para alcanzar mi meta.
3. Poner un objetivo general en relación a esa brecha
concreta.
4. Poner medios concretos, medibles para poder
sobrepasar esa brecha.
5. Poner la manera y frecuencia que voy a medir el
cumplimiento de lo que me he propuesto.
• Si nos cuesta identificar la brecha principal, la recomendación
es pedir ayuda para hacerlo.
• El que pide ayuda no es el menos capaz, sino el que se da
cuenta de sus limitaciones y pone medios para suplirlas.
• Buscar una persona que confío y que me puede aconsejar en
este aspecto específico.
• Breve examen diario de las metas y actividades específicas
que debía cumplir en el día. Muchas veces es suficiente con 5
minutos para realizarlo.

• Revisión semanal del cumplimiento de las metas y objetivos.


1. Me ayuda a ser más realista con mis objetivos en la vida.
2. Me da tranquilidad porque sé hasta dónde puedo llegar y
cómo voy a hacerlo.
3. Abre mi perspectiva para lograr mis sueños, incluso cuando
no pensaba que podía lograrlos.
El objeto de la voluntad es siempre el bien conocido y, por tanto,
nada se quiere si no es antes conocido. El hombre tiende hacia el
bien como tal y Dios, que es el Bien Supremo, es el objeto último
de la voluntad. Sin embargo, el hombre no conoce
adecuadamente a Dios, y por lo tanto, la voluntad tiende hacia Él
de modo inadecuado. Si el objeto de la voluntad es el bien,
quiere decir que el mal no es querido en sí mismo, se piensa que
es un bien lo que en realidad es un mal
Si aceptamos que la voluntad es el apetito intelectual, y que el
objeto hacia el cual tiende es espiritual porque es conocido por
la inteligencia, debemos concluir que el acto de querer y la
facultad de la cual proviene son también espirituales. La
voluntad, dado que es espiritual, es capaz de reflexión completa:
es capaz de querer querer y de amar amar.

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