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Actos de Comercio realizados por la


Empresa (N° 5° al 9º y Nº 20)
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Regla:
Lo que el art. 3º Nsº 5º al 9º y 20º del C.Com.
califica de mercantil son los actos y contratos
que se ejecutan o celebran en el ejercicio de
las actividades de esas entidades, cuando
están organizadas como empresa.
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El C.Com Chileno le atribuye a la Empresa un


papel fundamental al momento de definir los actos
terrestres que se consideran mercantiles,
destinándole a aquella 6 de los 20 numerales del
art. 3.
Por ello, resulta necesario precisar de antemano
algunos aspectos esenciales de la empresa como
sujeto atributivo de mercantilidad, aclarando sus
principales diferencias con el E.C y la Sociedad.
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Concepto de Empresa:
 El C. Com. no define empresa, aunque define al empresario de
transportes en el art. 166. Y no tenía porque hacerlo, porque se
trata de un concepto que el Derecho ha tomado de la economía y
que si bien presenta diversos matices de interés jurídico no todos
incardinan en el ámbito del derecho comercial.
 Sus Elementos personales, integrados por las relaciones entre el
empresario y sus trabajadores dependientes, quedan regulados
por el Derecho Laboral (Art. 3º inc. 3 CT: “Toda organización de
medios personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una
dirección, para el logro de fines económicos, sociales, culturales
o benéficos, dotada de una individualidad legal determinada”
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Concepto de Empresa:

 Sus elementos materiales e inmateriales, constituyen el objeto de


regulación de distintas ramas o ámbitos normativos según
naturaleza de los bienes de que se trate (Ej: marcas comerciales,
maquinarias, inmuebles, etc).
 Mientras que su organización y desempeño como agente
económico es del interés no solo del Dº privado (Ej: Derecho
societario), sino también del Dº público (Ej: Dº de la
competencia, Dº del mercado de valores, Dº del Consumo).
 Lo cierto es que la Emp. Constituye un elemento esencial de la
economía actual, al punto que la propia CPR la menciona en
diversas disposiciones (Arts. 9º, 19 Nº 16, 19, 21 y 24).
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Concepto de Empresa:

 Por ello, y para acercarnos al contenido y


alcance del concepto de empresa, a continuación
revisaremos las principales construcciones
doctrinales, legales y jurisprudenciales que se
han ocupado de ella, partiendo por distinguir
principalmente entre su concepción económica y
la noción jurídica de empresa.
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Concepción Económica de Empresa:


Por mucho tiempo, los autores se empeñaron en
adoptar la concepción economicista de la empresa
para explicar el carácter mercantil de los actos que
estás realizan, tomando como base para ello la
clara vocación objetivadora del Dº Mercantil
plasmada en el C. Com Francés de 1807 y de las
legislaciones que se inspiraron en él.
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Según esto, y prescindiendo de toda connotación


jurídica, lo que caracteriza a la Empresa es su
organización como unidad de elementos
materiales, inmateriales y humanos, cuya
finalidad apunta a la producción, distribución y
comercialización de bienes y servicios con miras
a obtener un lucro (elemento este último que no
es esencial).
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La empresa es, en definitiva, una de las formas que


puede asumir la explotación económica,
manifestada a través de la organización de factores
productivos (capital y trabajo) con fines lucrativos,
e integrada por lo mismo, por la actividad creativa
del empresario, el trabajo de sus dependientes y
auxiliares y la combinación de los recursos
materiales necesarios para ello.
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Broseta señala: Legislador al definir empresa


considera la concepción economicista de la misma.
Entendida como “aquella organización de capital y
de trabajo destinada a la producción o a la
mediación de bienes o de servicios para el
mercado, planificada con arreglo a un criterio de
economicidad”. Por lo mismo, concluye, el
concepto de empresa no puede ser distinto para el
Dº Comercial, para el civil, laboral, fiscal o
tributario, etc.
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Concepto Jurídico de Empresa:


Si bien el concepto economicista de empresa fue el que
utilizó la doctrina comparada durante buena parte del siglo
XX, identificándola como se dijo como una unidad
compuesta por aspectos materiales, inmateriales y
personales, autores como Garrigués y Uría en España
comenzaron a analizar a la empresa como una unidad
económica organizada que constituía un fenómeno
complejo, cuyas manifestaciones jurídicas debían
analizarse de manera separada e independiente de las
puramente económicas.
Concepto Jurídico de Empresa:
Para este autor, los aspectos esenciales de la empresa, subjetivo y
objetivo o material, debían correr por carriles independientes,
para lo cual es preciso distinguir entre la actividad organizada del
empresario (por una parte) y los mecanismos o instrumentos
materiales, inmateriales y humanos destinados a desarrollar esa
actividad. En tal sentido, entonces, la noción jurídica de empresa
debe estar reservada solo al primero de los aspectos
mencionados, esto es, a la actividad que realiza el sujeto que
organiza los diversos factores que componen la empresa,
mientras que el segundo (los instrumentos destinados a ello)
corresponden al concepto de E.C.
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Concepto Jurídico de Empresa:


El concepto jurídico de empresa, en síntesis, la considera
como una forma o mecanismo organizado de actividad
económica (fase externa), sin atender a la combinación de
los factores productivos, materiales, inmateriales y
humanos (fase interna).
Como señala Uría, es el ejercicio profesional de una
actividad económica organizada con la finalidad de actuar
en el mercado de bienes o servicios, de lo que se
desprenden los siguientes elementos fundamentales:
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Concepto Jurídico de Empresa:


Elementos:
a) Actividad organizada, orientada al logro de un objetivo
productivo racional y planificado por el empresario, que se
exterioriza a través de la utilización estable de medios
materiales, inmateriales y del trabajo ajeno.
No es empresa el profesional, trabajador o artesano que desarrolla
una actividad productiva individual, pues la organización presupone
la creación de una asociación orientada a un fin y de un
ordenamiento de los factores antes indicados para el logro de ese fin.
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Concepto Jurídico de Empresa:


Elementos:
b) Actividad profesional, esto es, tiene continuidad y
estabilidad en el tiempo, caracterizada normalmente
(aunque no necesariamente) por un fin de lucro también
permanente que la distingue de otras actividades
económicas organizadas, aunque no profesionales
(cooperativas y empresas públicas, por ejemplo).
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Concepto Jurídico de Empresa:


Elementos:
c) El objetivo de esta actividad debe ser la
producción de bienes o servicios y/o su
intercambio en el mercado, (sin importar el
tamaño de la empresa) mas no el consumo de los
mismos por el productor.
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Concepto Jurídico de Empresa:


Elementos:
d) La actividad organizada debe ser desarrollada por
una persona llamada Empresario, esto es, la persona
natural o jurídica que por sí o a través de mandatarios
ejerce y desarrolla a nombre propio la actividad
constitutiva de la empresa, y es el titular de los derechos y
obligaciones que son fruto de esta actividad. El empresario
es un comerciante, por lo que debe cumplir con las normas
del art. 7º y siguientes del C.Com.
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Noción Corporativista de Empresa:
Acuñada en Italia y recogida por el Codice Civile de 1942, la
concepción corporativista concibe a la empresas como una
institución, y no como un emprendimiento puramente individual del
empresario.
Se trata, en otros términos, de una organización de diversas personas
que actúan con miras a un fin común, y en donde “el empresario y
sus colaboradores (directores, empleados y obreros) no son
simplemente una pluralidad de personas vinculadas entre sí por una
suma de relaciones individuales de trabajo, con fines individuales,
sino que forman un núcleo social organizado, en función de un fin
económico común, en el cual se funde los fines individuales del
empresario y de cada uno de sus colaboradores, esto es, la
consecución del mejor resultado económico de la producción.
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Noción Corporativista de Empresa:

La empresa es una comunidad de trabajo integrada por dos


clases de trabajadores: el empleador por un lado, cuya
función es organizar los factores productivos y
administrarlos de cara al interés de esta institución (y no del
suyo propio) y los trabajadores dependientes por el otro.
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Empresa y Sociedad:
No deben confundirse los conceptos de
empresa y sociedad con personalidad
jurídica.
La sociedad constituye una forma o vehículo
creado por el legislador para organizar la
actividad empresarial, pero no es la empresa
misma según se ha conceptualizado.
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Empresa y Sociedad:
En otros términos, la sociedad puede constituirse
en empresario y sus socios o accionistas pueden a
la vez administrar y manejar la empresa, pero
ambas esferas no son asimilables en modo alguno;
máxime si se considera que el ordenamiento
jurídico chileno no le reconoce a la empresa una
autonomía o singularidad jurídica propia, a
diferencia de lo que ocurre con la sociedad.
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Empresa y Sociedad:
En nuestro OJCO son múltiples los casos en que la
ley se refiere explícitamente a la empresa,
definiéndola incluso para fines sectoriales como
ocurre con el art. 3º CT, pero lo cierto es que la
empresa no tiene reconocimiento legal como sujeto
de derecho. Pueden citarse las siguientes normas
que se refieren a la empresa (2003 y 2320 C.C. / art
13 DL Nº 825 / Art. 166 C.Com / Art. 3 inc. Final
CT)
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Empresa y establecimiento de comercio:


Los conceptos de Empresa y E.C no son
sinónimos.
La empresa constituye una actividad
organizada y profesional, compuesta por una
ordenación de factores humanos, materiales e
inmateriales, orientada racionalmente hacia u
fin productivo de bienes o de prestación de
servicios.
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Empresa y establecimiento de comercio:

El EC en cambio, constituye un conjunto de


bienes materiales e inmateriales adscritos a
un fin de carácter mercantil, de manera que
este último viene a constituir uno de los
elementos de la empresa, pero no la empresa
misma, que puede existir sin un
establecimiento de comercio.
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Empresas de fábricas, manufacturas,


almacenes, tiendas, bazares, fondas,
cafés y otros establecimientos
semejantes
(Art. 3º Nº 5)
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A tres tipos o grupos distintos de empresas se


refiere este numeral, que para un mejor
análisis se tratarán por separado:
• Las de fábricas y manufacturas.
• Las de almacenes, tiendas y bazares.
• Las fondas, cafés y otros similares.
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Empresas de fábricas y manufacturas:


• Fábrica: “Establecimiento dotado de la
maquinaria, herramientas e instalaciones
necesarias para la fabricación de ciertos objetos,
obtención de determinados productos o
transformación industrial de una fuente de
energía (RAE).
• Manufactura: “Obra hecha a mano o con auxilio
de la máquina” (RAE).
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Elemento esencial para caracterizar a las


empresas de fábricas y manufacturas radica
en el: Proceso organizado de transformación
de materias primas o bienes de la naturaleza,
convirtiéndolos en otros distintos, corporales o
incorporales, orientados a satisfacer una
determinada necesidad de consumo ajeno (Ej:
electricidad).
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Se excluye aquí, por ende, la industria extractiva o


primaria como la minería, la agricultura, la pesca y la
industria forestal, en donde no existe tal transformación.
Sin embargo, y como se acaba de señalar, no toda y
cualquier actividad de transformación de materia prima
debe ser considerada como mercantil, pues bien puede
ocurrir que tal proceso de transformación sea accesorio a
una actividad principal no mercantil o que el bien
transformado no provenga de una compra mercantil, como
sería el caso por ejemplo, del agricultor que por su cuenta
faena sus propios animales de engorda para hacer cecinas.
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Distinto sería el caso de la empresa agroindustrial


(siguiendo con el ejemplo), que a diferencia de la
transformación operada por el agricultor involucra un
proceso o actividad organizada para el logro de un fin
productivo de carácter principal, lo que tiñe de
mercantilidad a todos los actos comprendidos en dicha
actividad.
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De este modo entonces, el análisis de cada caso particular


y la aplicación del principio de accesoriedad adquieren una
importancia especial en éste ámbito, con efectos que la
jurisprudencia ha hecho extensivos incluso a operaciones
de toma de control de sociedades que explotan el giro de
fábrica y a los actos accesorios que han permitido adquirir
dicho control (SCS,6/12/1999, Banco Estado con Eléctrica
Pullinque SA.
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OJO: Lo que la ley califica de


comercial no es la empresa
misma, sino la actividad que ella
despliega en cumplimiento de su
objeto.
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Empresas de almacenes, tiendas y


bazares.
Son empresas intermediarias de bienes
muebles, que se dedican a la compra y
venta de los mismos en forma estable y
reiterada en el tiempo.
¿Redundancia Nº 1º del Art. 3º?
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Empresas de almacenes, tiendas y bazares.
La diferencia de este numeral con el Nº 1 del artículo 3º,
que se refiere precisamente a la compra y venta de bienes
muebles, radica en que aquel apunta a la actividad
individual que realiza quien lo ejecuta, mientras que el Nº
5, atiende a la actividad de compra y venta realizada en
forma profesional y organizada.
Como sostiene Palma: La distinción es importante por el
principio de lo Accesorio, pues un acto esencialmente
civil, como la compra de un vehículo, puede ser
considerado mercantil si accede al giro de una empresa de
almacenes, tiendas o bazares,
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Fondas, cafés y otros establecimientos


semejantes
Al igual que en el caso anterior, se trata de
actividades empresariales que involucran la reventa
e intermediación de bienes muebles en forma
profesional y organizada para satisfacer
necesidades de recreación, alimentación y albergue
de sus clientes-consumidores finales. (Ej: Fondas,
asimilables a los hoteles, hosterías, hostales y otros
establecimientos similares).
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Fondas, cafés y otros establecimientos


semejantes

En lo que concierne al cliente, consumidor o


huésped, el acto será civil, a menos que este acto
esté subordinado a su vez a otra actividad
comercial.
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Fondas, cafés y otros establecimientos semejantes

* Otros establecimientos semejantes: (Ej: Supermercados,


autoservicios, multitiendas, hoteles, restaurantes, discotecas, etc).
La referencia que se hace en este numeral a “otros establecimientos
semejantes” ha dado pie para diversas interpretaciones.
Según Olavarría, la expresión se refiere sólo a aquellos
establecimientos similares a las fondas y cafés, mas no a las demás
empresas que menciona este numeral.
Puga, en cambio, sostiene que son E. Semejantes todas las empresas,
que al igual que las señaladas en el numeral, sin distinción, compran
bienes para venderlos, tal como los adquirieron o transformados.
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Fondas, cafés y otros establecimientos
semejantes

* Criterio de mercantilidad: es que la explotación se


realice bajo forma de empresa.

Para el Empresario: acto que ejecuta en la explotación de


la empresa es acto de comercio.

Para el cliente?: Teoría de lo accesorio.


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Empresas de transporte por


tierra, ríos o canales navegables
(Art. 3º Nº 6)
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Según el art. 166 del C. Com., “El


transporte es un contrato en virtud del
cual uno se obliga por cierto precio a
conducir de un lugar a otro, por tierra,
canales, lagos o ríos navegables,
pasajeros o mercaderías ajenas, y a
entregar éstas a la persona a quien vaya
dirigida”
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* Partes de este contrato y elementos.

• Porteador: contrae la obligación de


conducir.
• Cargador: encarga la conducción.
• Consignatario: al que van dirigidas.
• Porte: Precio por el transporte.
• Contrato de pasaje: contrato de transporte
de pasajeros.
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Diversos aspectos de interés

a) Lo que se mercantiliza es la actividad


empresarial de transporte.
b) Situación del cargador.
c) Transporte o navegación en lagos.
d) Transporte marítimo y aéreo.
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a) Lo que se mercantiliza es la actividad empresarial de


transporte.

En los tiempos actuales, el transporte de mercaderías ha alcanzado


un grado tal de complejidad que, sin él, el comercio (principalmente
el internacional) se haría prácticamente imposible. La apertura y
desregulación de los mercados, nutriente fundamental del tráfico
mercantil de bienes en masa, constituye un fenómeno que se ha
venido desarrollando a la par con la evolución de la actividad de
transporte, cada vez más profesionalizada y especializada, al punto
que la vida económica moderna no podría concebirse sin ella.
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a) Lo que se mercantiliza es la actividad empresarial de


transporte.
Desde el transporte propiamente tal hasta el asesoramiento en el
transporte internacional, el despacho aduanero, la logística y el
control de mercaderías e incluso la cobranza en ciertos casos, la
empresa moderna de transportes aglutina una serie de prestaciones y
servicios que van mucho mas allá de la sola actividad de traslado de
mercaderías o personas de un lugar a otro, identificándose incluso
algunos subsectores dentro de la misma según sea el grado de
especialización que se requiere en cada caso (transporte de
materiales tóxicos, de automóviles, de muebles y enseres
domésticos, de valores mobiliario, etc).
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a) Lo que se mercantiliza es la actividad empresarial de transporte.


En el Dº Chileno, la regulación del contrato de transporte se encuentra contenida
únicamente en el C. de C., de manera que no existe legislación civil al respecto.
De lo dicho se desprende entonces que las disposiciones del Título V, del Libro II,
del Código de Comercio, se aplican a todo tipo de transporte, salvo el marítimo y
aéreo que tienen disposiciones distintas.
Con todo, esto no significa de modo alguno que el contrato de transporte sea
necesariamente mercantil, pues, por el contrario, se trata de un acto esencialmente
civil. Debemos reiterar, por lo mismo, que lo mercantil en estos casos no es el
transporte propiamente tal SINO LA ACTIVIDAD ORGANIZADA Y
PROFESIONAL QUE LO ACTÚA Y PERMITE.
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a) Lo que se mercantiliza es la actividad empresarial de


transporte.

Por la misma razón, el transporte que realiza una persona en forma


permanente aunque no asociativa u organizada, como aquel que
explota su propio vehículo como taxi, ES UN ACTO CIVIL y no
comercial. Lo mismo ocurre con el que realiza la actividad de
transporte no como empresario, sino que eventual u ocasionalmente.
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a) Aplicación armónica de los artículos 3 Nº 6 y 171 del C. de C.

Conviene aclarar también la aparente contradicción que existe entre


el art. 3 Nº 6, que mercantiliza la actividad de transporte cuando se
realiza como empresa, y el art. 171 C. Com, que hace aplicables y
obligatorias las normas del Título V, del Libro II, a toda clase de
porteadores (…) “Inclusas las personas que se obligan
ocasionalmente a conducir pasajeros o mercaderías”
¿Existe tal contradicción?
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¿Existe tal contradicción?


La respuesta parece ser negativa.
El transporte, reiteramos, constituye un acto de naturaleza civil, de
manera que su realización eventual u ocasional por el porteador
tendrá el mismo carácter; a menos, claro está, que por aplicación del
principio de lo accesorio se deba llegar a la solución inversa en el
caso particular. ¿Cuál es entonces, el alcance que debe dársele al
artículo 171?
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Tal como se desprende de su tenor literal, el sentido de la norma no


es otro que el de someter al porteador, cualquiera sea la forma en que
se ejecute el transporte, a las normas del C. de C., aun cuando el acto
de transportar sea considerado como civil a su respecto. El Código
Civil, no contiene normas reguladoras del transporte terrestres por
ríos, lagos y canales navegables (asi como por contrapartida, el C. de
C. no contempla normas sobre arrendamiento, aún cuando se trate de
un acto de comercio ex art. 3º), de manera que aún cuando la
normativa aplicable al contrato referido sea de este último cuerpo
legal, la naturaleza civil o mercantil del acto en sí dependerá de los
factores ya analizados.
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Lo mismo puede aplicarse, por último, a los restantes partícipes o intervinientes en


el contrato de transporte, que si bien no se mencionan en el art. 171, se rigen
también por las normas del C. de C. al no existir otras que regulen sus derechos y
obligaciones respectivas. Por lo demás, la mención de los mismos en el art. 171 no
ha sido ni siquiera necesaria si consideramos que el art. 3 Nº 6 considera como
acto de comercio sólo a la actividad desarrollada por la empresa.
Esto podría llevarnos a concluir, entonces, que al transporte que no se realiza bajo
esta modalidad empresarial, por no ser comercial precisamente (Vgr. El que se
hace ocasionalmente), no se le aplicarán las disposiciones del Código de
Comercio, circunstancia, que justifica, por lo mismo, la expresa aclaración legal
que hace en tal sentido el art. 171. Esta disyuntiva, en cambio, no se produce con
el cargador y/o el consignatario, ya que ellos no se les aplica el art. 3º N 6º (sin
perjuicio del principio de accesoriedad), de manera que no ha sido necesario
referirse a ellos.
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B) Situación del cargador.


El art. 3 Nº 6, SE REFIERE SOLO AL PORTEADOR, de manera que queda por
resolver la naturaleza que tendrá el acto del transporte para el cargador. En este
sentido, la solución pasa nuevamente por aplicar la teoría de lo accesorio, de
manera que el acto será civil o comercial para el cargador, dependiendo de la
naturaleza del acto principal al que acceda al acto de transporte.
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C) Transporte o navegación en lagos.

El art. 166 del C. de C. contempla expresamente el transporte por “lagos”, lo que


el Nº 6 del art. 3 omite por completo. Sin embargo, la doctrina está de acuerdo en
considerar el transporte lacustre dentro de las empresas de transporte a que alude
esta norma.
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D) Transporte marítimo y aéreo.

El transporte por mar se regula en otras disposiciones, fundamentalmente en los


números 15 y 16 del art. 3 y en el Libro III del C. de C.
En cuanto al transporte aéreo, su regulación no se encuentra en el C. de C. (cuyas
normas se aplicarán de manera supletoria) sino que en Código Aeronáutico (Ley
Nº 18.916), en la Ley 16.752/1968 (que fija la organización y funciones y
establece disposiciones generales a la dirección general de aeronáutica civil), en
los convenios de Varsovia de 1929 (ratificado por chile el 2 de marzo de 1979) y
de Montreal de 1999 (ratificado el 19 de marzo del mismo año), entre otros
convenios, protocolos y acuerdos internacionales, específicos
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Regla: La norma se refiere al transporte


realizado por empresas (en sí mismo el
transporte es acto civil).
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Empresas de Depósito de
Mercaderías, Provisiones o
Suministros, las Agencias de
Negocios y los Martillos
(Art. 3º Nº 7)
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La norma reúne aquí actividades de comercio del todo disímiles


entre sí, sin mayores vinculaciones objetivas que justifiquen su
tratamiento jurídico conjunto. No obstante, la jurisprudencia ha
intentado destacar los elementos que resultan comunes a cada una de
ellas, para justificar de algún modo su inclusión en el mismo
numeral. “Empresas de depósito de mercaderías, provisiones o
suministro, (dice la CS) se refiere indudablemente a productos
destinados al uso o consumo humano, generalmente alimenticios, lo
que por lo demás, es lo que surge de la definición que entrega el
diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, al consignar
como significado del término suministro: provisión de víveres o
utensilios para las tropas, presos, etc”.
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Por lo anterior, y para fines didácticos, en lo que sigue abordaremos


por separado cada una de la figuras legales que se mencionan en este
numeral:

A) Empresas de depósito de mercaderías.

Sobre las empresas de depósito de mercaderías como acto


de comercio debemos hacer algunas precisiones:
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a) Lo mercantil es la actividad de empresa y no el


depósito en sí.

Tal como ocurre con el contrato de arrendamiento, el


depósito es un contrato regulado también en el código
civil, artículo 2211 y siguientes. Según la norma citada,
“Llámase en general depósito el contrato en que se confía
una cosa corporal a una persona que se encarga de
guardarla y de restituirla en especie”. En su inciso 2º
agrega que “La cosa depositada se llama también
depósito”.
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Como ocurre con el contrato de arrendamiento y el


transporte, el depósito es un acto civil que adquiere el
carácter de mercantil cuando es desarrollado por una
empresa. El depósito propiamente tal, nuevamente, no es
lo que la ley califica de comercial sino la actividad
organizada y asociativa que desarrolla la empresa que lo
presta; máxime si se trata de un contrato de naturaleza
gratuita, en donde la onerosidad debe pactarse por ende.
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El legislador mercantil no se ocupa ni se da por enterado entonces de


la existencia de los depositarios accidentales, aun cuando en la vida
diaria es común encontrarlos. Por contrapartida, no se trata tampoco
de que la actividad empresarial de depósito deba ser la única que
realice la empresa para que pueda ser considerada dentro del art. 3
Nº 7, pues la ley no exige tal exclusividad. Por el contrario, lo
normal será que dicha actividad se encuentre vinculada a otras de la
misma empresa, mercantiles o no, como sería el caso del empresario
de transportes que presta un servicio de bodegaje, o del
consignatario que hace también las veces de barranquero.
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b) El depósito debe ser de mercaderías.

No toda la actividad empresarial de depósito es mercantil, sino sólo


aquella que tiene por fin el depósito de mercaderías o, según, se las
define por el Diccionario de la RAE, de “cosa mueble que se hace
objeto de trato o venta”. Coincidimos por lo mismo con Puga, quien
aclara que “no toda empresa de bodegaje pueda ser calificada de
mercantil bajo este numeral. Así, una empresa que se dedica a
embodegar mobiliario de casa cuyos dueños viajan al extranjero o
simplemente cambian de domicilio a lugares distantes, es una
empresa de almacenaje, pero no de mercancías o mercaderías”.
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c) Los almacenes de depósito o “Warrant”.

Ejemplo preclaro del depósito mercantil regulado en este numeral lo encontramos


en los denominados Almacenes Generales de Depósito o Warrants, contemplados
en la ley Nº 18.690, que crea un sistema de depósito o almacenaje de mercaderías
que trae aparejado a su turno un mecanismo facilitador de las transacciones
jurídicas en torno a ellas, de propiedad o garantía, mediante la emisión y entrega al
depositante del respectivo “vale de prenda” o “Warrant” y el “Certificado de
Depósito”, ambos transferibles por endoso. Según el art. 3º de esta ley, en efecto:
“Son almacenes generales de depósito o almacenes los establecimientos, recintos,
depósitos o contenedores destinados a recibir o guardar mercaderías y productos
con arreglo a las disposiciones de la presente ley, sean estos de propiedad del
almacenista o de otra persona”.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

El contrato de depósito, a su vez, denominado “contrato de almacenaje” por el art.


1º de la ley, se define como aquel por el cual “(…) una persona llamada
depositante entrega en depósito a otra denominada almacenista mercancías de su
propiedad de cualquier naturaleza, para su guarda y custodia, las que pueden ser
enajenadas o pignoradas mediante el endoso de los documentos representativos de
las mismas emitidos por el almacenista, esto es, del certificado de depósito o del
vale de prenda, en su caso (…)”.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Depósito de Mercaderías


d) Ámbito subjetivo de la mercantilidad:
El art. 3 Nº 7 se refiere únicamente al depositario,
esto es, a la empresa que de manera organizada y
profesional se dedica a prestar el servicio de
depósito de mercaderías ajenas. Para el depositante,
en cambio, el acto será normalmente civil, aunque
eventualmente comercial, dependiendo de la
naturaleza del acto a que acceda el depósito en
conformidad al principio de lo accesorio.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

B) Empresas de Provisiones o Suministros


Un primer aspecto que debe analizarse en este punto es la expresión
disyuntiva “o” que utiliza la norma, lo que llevaría a concluir que
para el legislador las empresas de provisiones y la de suministro son
una misma cosa.

Al respecto, ni la doctrina ni la jurisprudencia han podido coincidir


en cuanto a la interpretación que debe dársele a esa norma. Así,
mientras algunos autores estiman que se trata de conceptos idénticos,
ya que ambas empresas tendrían por objeto suministrar cosas
muebles, otros, como PUGA…
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

B) Empresas de Provisiones o Suministros


(PUGA)…, sostienen precisamente lo contrario, por cuanto las
empresas de provisiones serían aquellas que proveen bienes
corporales muebles, mientras que las empresas de suministro
proveen flujos o servicios inmateriales.

La jurisprudencia, por su parte, he entendido esta norma de distintas


formas, lo que no permite extraer tampoco por esta vía un criterio
hermenéutico único y general. Así, por ejemplo, en algunas
ocasiones la CS ha asimilado los contratos de provisión y
suministro, vinculándolo incluso con el de depósito a que se refiere
el mismo artículo 3 Nº 7.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)
B) Empresas de Provisiones o Suministros

Una breve referencia a cada una de estas figuras contractuales


permitirá ilustrar de mejor forma la que acabamos de señalar.
Advirtamos desde ya, sin embargo, que la distinción nítida entre
ambas figuras contractuales, en algunos extremos, puede constituir
un obstáculo difícil de superar, lo que parece explicar la opción de
Ocampo al asimilarlos como una misma actividad de empresa.

Empresas de suministros
El contrato de suministro es aquel en que una de las partes, llamada
suministrador, se obliga a proporcionarle de manera continuada o
periódica a otra, llamada suministrado, bienes muebles y/o servicios
destinados a su uso o consumo a cambio de un precio.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)
Según esto, el contrato involucra la concurrencia de distintas figuras
jurídicas, que confluyen a conformar una distinta e innominada
como es el suministro. Así, y considerando que la entrega de las
cosas al suministrado debe ser continua o al menos periódica, el
suministro comprende, por una parte, el arrendamiento de bienes
materiales (como ocurre, por ejemplo, con las instalaciones de
transmisión y distribución de las empresas de suministros básicos de
energía eléctrica, telefónica, gas y agua potable) y además el
arrendamiento de los servicios necesarios para que la entrega sea
fluida, suficiente y oportuna; y por la otra, la concurrencia de un
contrato de compraventa asociado al anterior, que sirve de fuente del
derecho del suministrado a consumir por su uso la cosa suministrada
(bienes fungibles).
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresa de provisión o abastecimiento

A diferencia del contrato de suministro, el de abastecimiento o provisión no lleva


aparejada la continuidad y fluidez de entrega que caracteriza al suministro, ni
tampoco la prestación de los servicios que lo permiten según se explicó. Para
algunos autores, la nota distinta parece estar entonces en que los bienes muebles
entregados por el abastecedor o proveedor no forman parte de aquel “fluido de
disposición permanente para el usuario” propio del suministro y que involucra,
como se dijo, bienes y servicios que se arriendan y que se venden, sino que se trata
de cosas distintas e identificables al menos en cuanto a su genero, peso o medida
(vgr, el contrato por el cual se entregan alimentos a un establecimiento educacional
o a un regimiento)”.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)
Empresa de provisión o abastecimiento

Asimismo, en el abastecimiento los bienes que se le proporcionan al abastecido,


durante un cierto tiempo y también a cambio de un precio, pueden serlo bajo un
título traslaticio de dominio o solo para su uso y goce (arrendamiento), mientras
que en el suministro el bien suministrado es necesariamente consumido por su uso.

Mercantilidad de las empresas de suministro y provisión

Al igual que en los casos anteriores, la mercantilidad se refiere en este caso a la


actividad que realiza la empresa que proporciona el suministro o el
aprovisionamiento, mas no al contrato propiamente tal. Asimismo, la diferencia
que existe entre este numeral y el art. 3 Nº 1 del C. de C., radica en la singularidad
de las operaciones de compra, venta, permuta y arrendamiento a que se refiere este
último, que no llegan a configurar una actividad profesional y organizada de
empresa como la que aquí se plantea.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

En cuanto a la naturaleza del acto de quien


contrata con la empresa (cliente, consumidor
o usuario), por su parte, habrá que estarse en
cada caso al principio de la accesoriedad para
determinarla. Nos remitimos, por ende, a lo
ya dicho en este sentido.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Las Agencias de Negocios

La ley no define agencia de negocios, lo que ha


motivado diversas interpretaciones doctrinales.

Lo que caracteriza a la agencia de negocios es la


prestación de servicios de diversa naturaleza que
realiza una persona a favor de varias otras en forma
simultanea, de manera profesional y estable.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Las Agencias de Negocios

Se trata en esencia, de la prestación profesional de


servicios de búsqueda y explotación de negocios
que hace el agente a favor de distintas personas o
clientes a la vez, manteniendo su libertad para
desarrollar cualquier actividad comercial.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Las Agencias de Negocios


En consecuencia, lo que la ley declara mercantil es la
actividad de la empresa que se constituye como agencia de
negocios y que explota ese giro de manera organizada,
profesional y permanente.
Como dice Palma, “Aisladamente considerados, los actos
de estos agentes de negocios son actos civiles (en algunos
casos, arrendamiento de servicios y en otros mandato),
pero el código de comercio habla de agentes de negocios,
lo que presupone un oficio, o sea, algo estable”.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Los Martilleros

De conformidad al art. 1º de la Ley 18.118, de 22 de mayo de 1982, que regula el


“Ejercicio de la actividad de Martillero Público”, los martilleros “Son personas
naturales o jurídicas inscritas en un registro en conformidad a la ley, para vender
públicamente al mejor postor bienes corporales muebles”.

Son personas naturales o jurídicas que desarrollan una actividad de intermediación


entre quienes venden bienes muebles y quienes los adquieren por el mecanismo de
la pública subasta o venta al martillo.
Al igual que los casos anteriores, la mercantilidad esta dada por la actividad de
martillero realizada como giro empresarial, en forma organizada y asociativa,
mientras que para el cliente dependerá nuevamente de la aplicación de la teoría de
lo accesorio.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Espectáculos
Públicos
(Art. 3º Nº 8)
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Espectáculos Públicos

Según el artículo 3 Nº 8 del C. Com, son mercantiles “Las empresas


de Espectáculos públicos, sin perjuicio de las medidas de policía que
corresponda tomar a la autoridad administrativa”.
Las empresas a que se refiere este numeral desarrollan una actividad
orientada esencialmente a la entretención del público, ya sea
mediante espectáculos lícitos en general, artísticos, culturales o de
cualquier otro tipo.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)
Empresas de Espectáculos Públicos
Así lo ha señalado también la jurisprudencia: “…el artículo 3º Nº 8 del Código de
Comercio establece que son actos de comercio los de las empresas de espectáculos
públicos y conforme al Diccionario de la Real Academia de la Lengua,
“espectáculo” significa función o diversión pública y ya se ha concluido que
siendo los casinos casas de recreo, su objetivo principal es precisamente ofrecer
diversiones al público que los visita”.
Debe aclararse que sin embargo, que la norma legal apunta aquí a la actividad de
quien organiza el espectáculo y no a sus protagonistas ni a quienes participan en su
ejecución directa, como iluminadores, sonidistas, tramoyas, etc. En otros términos,
lo que la ley considera mercantil es la intermediación que realiza la empresa entre
los artistas y/o las personas que llevan a cabo el espectáculo y el público que asiste
a el. Tal intermediación involucra en último término, la disposición y organización
de los medios materiales y humanos necesarios para ello, tales como el local y el
personal artístico y de apoyo, de manera que no será comercial (por ejemplo) el
espectáculo que realizan los artistas directamente, en ejercicio de sus respectivas
profesiones.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Espectáculos Públicos


En lo que concierne a quien asiste al
espectáculo, contratando por ende con el
empresario, habrá que estarse
nuevamente al principio de la
accesoriedad.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Espectáculos Públicos


Empresas cuyo objeto es organizar
espectáculos destinados a entretener al
público, ya sea por la vía artística, cultural,
deportiva, etc, mediante el pago de una
retribución determinada.
Mercantilidad: Intervención como empresa.
Artistas y Público: Acto civil.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Seguros Terrestres


a Prima
(Art. 3º Nº 9)
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)
Empresas de Seguros Terrestres a
Prima
Alcances

Contrato de Seguro (Título VII C. Com,


artículos 512 y Sgtes.)
Se refiere al seguro privado de daños (Riesgo
patrimonio o de vida)
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Seguros Terrestres a


Prima
“El Seguro es un contrato bilateral, condicional y aleatorio,
por el cual una persona natural o jurídica toma sobre sí,
por un determinado tiempo, todos o algunos de los riesgos
de pérdida o deterioro que corren ciertos objetos
pertenecientes a otra persona, obligándose, mediante una
retribución convenida, a indemnizarle la pérdida o
cualquier otro daño estimable que sufran los objetos
asegurados” (art. 512 C.Com.)
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Seguros Terrestres a


Prima
Partes
Asegurador: Persona que toma de su cuenta el riesgo.
Asegurado: Persona que queda libre de él.
Prima: La retribución o precio del seguro.
(art. 513 C.Com.)
Mercantilidad: Actividad aseguradora y no el contrato de
seguro. (empresas aseguradoras) (Solo por S.A)
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Seguros Terrestres a Prima


Por su parte, el art. 4º del D.F.L., Nº 251 de 1931, sobre Compañías de Seguros,
cuyo texto definitivo fue fijado por la Ley Nº 18.660 (D.O. de 20 de octubre de
1987), fija el marco subjetivo de quienes pueden realizar la actividad aseguradora
en Chile y la restringe, únicamente, a las “sociedades anónimas nacionales de
seguros y reaseguros, que tengan por objeto exclusivo el desarrollo de dicho giro y
las actividades que son afines o de carácter general”.
Sin perjuicio de lo anterior, la misma norma aclara luego que aquellas compañías
de seguros extranjeras establecidas en países con los que Chile haya celebrado un
tratado internacional que permita contratar seguros de transporte marítimo, aéreo y
de mercancías en tránsito internacional, podrán comercializar sus seguros en Chile
previo cumplimiento de los requisitos y regulaciones establecidas en dicho tratado
y en la normativa nacional vigente.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)
Empresas de Seguros Terrestres a Prima

Por último, en su inciso 3º permite que toda persona natural o jurídica contrate libremente
cualquier clase de seguros en el extranjero, a excepción de aquellos de carácter obligatorio
establecidos por la ley y aquellos contemplados en el D.L. 3500, de 1980. Por contrapartida
las entidades aseguradoras y reaseguradoras nacionales podrán suscribir riesgos
provenientes del extranjero.

Hechos los alcances precedentes, a continuación revisaremos los distintos elementos y


requisitos que establece el artículo 3 Nº 9, precisando por esta vía su concreto ámbito
subjetivo y material de aplicación.

A) Lo mercantil es la actividad aseguradora y no el contrato de seguro.


Debe destacarse, en primer término, que el art. 3 Nº 9º se refiere a las empresas
aseguradoras y no al contrato de seguro propiamente tal, definido en el artículo 512 del C.
de C., de manera que es la actividad aseguradora lo que la ley mercantiliza en este caso. El
art. 512 recién citado, por lo demás, que permite que las personas naturales aseguren
también riesgos a prima, se encuentra modificado por el D.F.L Nº 251, por lo que la
actividad mencionada solo puede realizarse en Chile por sociedades anónimas con giro
exclusivo.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Seguros Terrestres a Prima

B) El seguro debe ser a prima.

Atendiendo a la forma en que se asume el riesgo, el seguro puede ser a prima o seguro
mutuo o a cuota.

Como se dijo antes, la prima es el precio que paga el asegurado y en cuya virtud el
asegurador se hace responsable del riesgo de pérdida o deterioro, obligándose a indemnizar
su eventual ocurrencia en los términos pactados.
El seguro mutuo, en cambio, se origina en el sistema de mutualidad y se caracteriza por ser
una reunión de personas sujetas a un riesgo común, quienes pagan una cuota destinada a
subvenir entre todas la indemnización por las pérdidas o daños que pueda sufrir alguno de
sus miembros. Su actividad aseguradora es esencialmente civil, ajena por lo mismo a
aquella que trata el art. 3 Nº 9 del C. de C.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Seguros Terrestres a Prima

En la actualidad, los seguros a cuota se reducen sólo a aquellas entidades mutuales que se
encontraban autorizadas para asegurar a la entrada en vigencia de la ley Nº 18.660 (v. gr.
Mutualidades de seguro de las de FFAA o Carabineros), sin que puedan constituirse otras
nuevas para ese fin (art. 7º de la ley 18.660).

C) Lo asegurado puede ser el riesgo de vida o el de daños.

Según el art. 8º del DFL Nº 251, en efecto, ”Las compañías de seguros se dividirán en dos
grupos. Al primero pertenecerán las que aseguren los riesgos de pérdidas o deterioro en las
cosas o el patrimonio. Al segundo, las que cubran los riesgos de las personas o que
garanticen a éstas, dentro o al término de un plazo, un capital, una póliza saldada o una
renta para el asegurado o sus beneficiarios”. El C. de C. no distingue en esta parte, de
manera que ambas categorías quedan comprendidas en el art. 3 Nº 9.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Seguros Terrestres a Prima

D) La Mercantilidad se refiere al asegurador (empresa) y no al asegurado.

Si bien la ley tampoco distingue en este sentido, resulta evidente que la


mercantilidad que plantea alcanza solo al asegurador constituido como empresa.
Para el asegurado, sin embargo, el acto podrá ser comercial por aplicación del
principio de accesoriedad, considerando que existen actividades comerciales cuya
realización presupone como requisito la contratación de un seguro (v.gr., la
empresa de transportes terrestres y el seguro obligatorio automotriz de la ley
18.490).
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)
Empresas de Seguros Terrestres a Prima

E) Lo mercantil es la actividad de las empresas de seguros terrestres, “inclusas


aquellas que aseguran mercaderías transportadas por canales o ríos”.
La ley, reiterando aquí la noción de transporte terrestre que da en los artículos 3 Nº
6 y 166 del C. de C., incluye en este numeral a las empresas que aseguran el riesgo
del transporte de mercaderías por vía terrestre, fluvial o por canales, a cambio de
una prima o precio.
El seguro del transporte marítimo se contempla, por su parte, en el art. 3 Nº 16 del
C. de C., que a partir del adagio “el mar mercantiliza los actos”, considera
mercantil a los “fletamentos, seguros y demás contratos concernientes al comercio
marítimo”.
Tratándose del transporte aéreo, que el C. de C. no estuvo en condiciones de
contemplar obviamente en su versión originaria, debe entenderse que la actividad
empresarial de aseguramiento es igualmente mercantil al tenor del artículo 3 Nº 9
del C. de C., aplicable por disposición del art. 6º del Código Aeronáutico, ley Nº
18.916.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Seguros Terrestres a Prima

Según esta última norma, en efecto, en los casos no previstos en el señalado


Código Aeronáutico y en los tratados internacionales aprobados por Chile, se
aplica supletoriamente el Dº Común.
Actos Formales de Comercio (N°
10)
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

Los actos formales de comercio son aquellos que siempre son


considerados mercantiles por la ley, par ambas partes y sea quien sea la
persona que participe en ellos. Se excluye por ende aquí, la figura del
acto mixto o de doble carácter, ni puede operar tampoco el principio de
lo accesorio. En consecuencia, y tal como lo ha señalado también la
jurisprudencia (siguiendo a Sandoval), en estos casos “La naturaleza
mercantil proviene de la forma, del empleo de títulos de crédito
respecto de los cuales se ejecutan determinadas operaciones (emisión,
suscripción, endoso, aval, etc), cualquiera sea su causa u objeto y las
personas que en ellos intervengan” (SCS, de 2 de febrero de 2012, Rol
Nº 10.580-2011).
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)
Se incluyen entonces en esta categoría dogmática a aquellas operaciones a que se
refiere el art. 3 Nº 10 del C. de C., esto es, “Las operaciones sobre letras de cambio,
pagarés y cheques sobre documentos a la orden, cualquiera sea su causa u objeto y las
personas que en ella intervengan, y las remesas de dinero de una plaza a otra hechas
en virtud de un contrato de cambio”.
La propia norma destaca, además, que lo mercantil en este caso son las “operaciones”
que se realizan sobre los títulos, documentos y remesas que menciona, omitiendo sin
embargo cualquier precisión en tal sentido. Por lo mismo, y sin perjuicio de lo que se
dirá a continuación, debe entenderse por tales operaciones el conjunto de actos
jurídicos que pueden celebrarse o ejecutarse en, sobre o en torno a los títulos y
documentos mencionados, sin que ello pueda extrapolarse a la relación fundamental o
subyacente que origina el libramiento (letra de cambio), emisión (pagaré), giro
(cheque) o remesa, según sea el caso. Dicho de otra manera, lo que la ley mercantiliza
en este numeral son las operaciones sobre los títulos y documentos indicados, mas no
las obligaciones cartulares incorporadas a ellos ni las relaciones jurídicas subyacentes
que se realicen con o mediante los mismos, en cuanto medios de pago o de ejecución
de obligaciones.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

Así, por ejemplo, la suscripción de un pagaré o libramiento de una letra de cambio por un
menor adulto o por una mujer casada en régimen de sociedad conyugal serán siempre
operaciones mercantiles según el artículo 3 Nº 10 del C. de C., resultando aplicable a tales
operaciones (por ende) las normas de capacidad que contempla el C. de C; pero ni la
obligación documental incorporada en estos títulos de crédito, ni las que surgen a su turno
de la relación fundamental que los origina, serán necesariamente mercantiles.
A modo introductorio y para explicar en concreto el alcance del art. 10 del C. de C. en esta
primera parte, resulta pertinente hacer antes algunas precisiones en torno a la letra de
cambio como título de crédito, en el entendido que el estudio de los títulos de crédito será
abordado en profundidad mas adelante.
I. Aspectos generales de la letra de cambio.
La ley Nº 18.092, de 14 de enero de 1982, si bien no define lo que se entiende por letra de
cambio, enumera en su artículo 1º los requisitos que un documento debe cumplir para ser
considerado como tal.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

El origen de la letra de cambio como título de crédito debe buscarse en el contrato de


cambio, definido en el artículo 620 del C. de C., como “una convención por la cual
una de las partes se obliga, mediante un valor prometido o entregado, a pagar o
hacer pagar a la otra parte o a su cesionario legal cierta cantidad de dinero en un
lugar distinto a aquel en que se celebra la convención”.
La letra, en efecto, surgió en un primer momento como un documento accesorio al
referido contrato, constituyéndose posteriormente en un medio de ejecución y prueba
del mismo.
Actualmente, además, con la introducción de la cláusula a la orden, la figura de la
aceptación y, por último, la posibilidad de que el librador fuere también el beneficiario
de la letra, esta última dejó de servir únicamente como herramienta funcional y
asociada al contrato de cambio, pasando a constituirse en un eficaz medio de pago y
circulación del crédito a través del endoso.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

Intervienen en la letra de cambio las siguientes personas:


1. El librador, que es aquel que crea el documento, el que lo emite, gira o libra,
asumiendo la obligación de hacer pagar la suma correspondiente.
2. El librado, que es aquel a quien el librador le ordena realizar el pago de una suma
de dinero a una persona, que puede ser el mismo librador u otra distinta.
3. El aceptante, que es el librado que admite o “acepta” la orden del librador y que
se obliga, por ende, a pagar la cantidad de dinero de que se trate, al mismo
librador o a otra persona.
4. El beneficiario, que es aquel a quien se debe pagar la suma de dinero indicada en
el documento.
5. El endosante, que es el beneficiario o portador legítimo de la letra que transfiere
por endoso, personalmente responsable además frente al endosatario si el
aceptante no paga el documento.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

Intervienen en la letra de cambio las siguientes personas:


6. El endosatario, que es el que adquiere el documento por medio del endoso.
7. El portador legítimo, esto es, el actual titular del documento, ya sea porque figura en
él como beneficiario o porque lo adquirió por la vía del endoso.
8. El aval, que interviene para garantizar el pago del documento y que puede ser aval de
tiempo, aval de persona, aval de caso o limitado. Es de tiempo cuando garantiza la
obligación por un tiempo determinado; de persona cuando se avala sólo a alguno de
los obligados; de caso cuando sólo responde de la ocurrencia de un hecho
determinado, e ilimitado cuando no concurre ninguna de las limitantes anteriores.
La ley mercantiliza las “operaciones” sobre letras de cambio.
Debemos destacar, que lo que la ley declara aquí como comercial no son los documentos a
que se hace mención concretamente (letra de cambio en este caso), sino las “operaciones”
sobre tales documentos y las remesas de dinero hechas en virtud de un contrato de cambio.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

Por lo mismo, resulta necesario precisar cuales son esas operaciones sobre letras de
cambio que la ley mercantiliza en este numeral.
a) El giro o emisión de la letra: es el acto por el cual el librador crea la letra, también
llamado libramiento.
b) La aceptación: Consiste en la manifestación de voluntad del librado, admitiendo o
aceptando pagar una cantidad de dinero al beneficiario o al portador legítimo de la
letra. Se incluyen aquí la reaceptación de la letra y el retiro de la aceptación (art. 44).
c) El endoso: Es el acto en virtud del cual se transfiere el dominio de la letra, se la
entrega en cobranza o se la constituye en prenda.
d) El pago de la letra.
e) El protesto: la ley no lo define. Consiste en un acto solemne por el cual el ministro de
fe competente da cuenta de la falta de pago oportuno de la letra, de la falta de
aceptación o de la falta de fecha de aceptación. Según el art. 59, el protesto puede
verificarse por falta de pago, por falta de aceptación y por falta de fecha de
aceptación.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

f) El aval: Consiste en el acto escrito y firmado en la letra de cambio, en una hoja de


prolongación adherida a ésta, o en un documento separado, por el cual el girador,
un endosante o un tercero garantiza, en todo o parte, el pago de ella (Art. 46 de la
ley 18.092).
II. Operaciones sobre pagarés.
La ley Nº 18.092 tampoco definió lo que es el pagaré, precisando en cambio sus
elementos distintivos en el art. 102: Se trata de un documento escrito por el cual una
persona, llamada suscriptor, reconoce adeudar a favor de otra, llamada beneficiario,
una cantidad determinada o determinable de dinero, obligándose a pagarla en el lugar
o época indicados en el título.
A diferencia de los intervinientes de la letra de cambio, dos a lo menos, en el pagaré
no hay librador ni aceptantes, sino solo suscriptor, beneficiario, portador legítimo,
aval y endosantes. Su ley de circulación admite la forma nominativa, a la orden o al
portador.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

Al pagaré se le aplican las mismas normas de la letra de cambio en todo lo que no sea
contrario a su naturaleza y que no esté expresamente regulado en el Título II de la ley
(art. 107). Por lo mismo, las operaciones a que se refiere el art. 3 Nº 10 serán las
mismas que en la letra, reemplazándose únicamente las de libramiento y aceptación
por las de suscripción.
III. Operaciones sobres cheques.
Según el art. 10 del D.L Nº 707, sobre Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, “El
cheque es una orden escrita y girada contra el banco para que éste pague, a su
presentación, el todo o parte de los fondos que el librador pueda disponer en su cuenta
corriente”. Por el cheque entonces, una persona llamada girador le da a un banco,
llamado librado, la orden de pagar a su presentación la suma indicada en el
documento con cargo a los dineros que se encuentran depositados en una cuenta
corriente que el girador tiene contratada con dicho banco, obligándose el primero a
pagar él si el banco no lo hace.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

El contrato de cuenta corriente bancaria, a su vez, al que va asociado necesariamente


el cheque y que celebra el girador con un banco, se define en el art. 1º, inc. 1º, del
D.F.L. Nº 707, como “(…) un contrato a virtud del cual un Banco se obliga a cumplir
las ordenes de pago de otra persona hasta concurrencia de las cantidades de dinero
que hubiere depositado en ella o del crédito que se haya estipulado”.
En cuanto a los actos u operaciones que la ley declara mercantiles se cuentan aquí el
giro (también llamado libramiento), que consiste en el llenado de un documento
escrito que contiene las formalidades legales para que sea considerado como cheque,
el endoso (pues el cheque puede girarse nominativo, con cláusula a la orden o al
portador); el pago del cheque y su protesto.
IV. Operaciones sobre otros documentos a la orden.
Como la ley aquí no distingue, se trata de documentos que en general lleven
incorporada la cláusula “a la orden”, que circulan por lo mismo mediante su endoso.
Así por ejemplo, serán mercantiles las operaciones sobre bonos, efectos de comercio..
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

…los pagarés reajustables de la tesorería general de la república, cartas de porte y


conocimientos de embarque, los vales vista, certificados de depósitos a plazo
endosables, certificados de depósitos y vales de prenda “Warrant”.
V. Remesas en dinero de una plaza a otra en virtud de un contrato de cambio.
Ya nos referimos antes al contrato de cambio, a propósito de las operaciones sobre
letras de cambio. Sus elementos constitutivos, que lo diferencian precisamente de ésta
última, radican en que en el contrato de cambio el librador y el librado deben ser
siempre personas distintas, a lo que se suma el elemento de la distancia que debe
existir siempre entre el lugar de la convención y el del pago (distancia loci). Ambos
aspectos, como ya se explicó, no necesariamente deben concurrir en la letra.
Lo que la ley considera aquí como mercantil son concretamente las operaciones de
remesa de una plaza a otra de los montos de dinero involucrados en el contrato de
cambio, efectuadas por cualquier vía que no sea la letra de cambio.
Operaciones de banco, las de
cambio y de corretaje (N° 11)
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

El art. 3 Nº 11 del C. de C. contempla nuevamente tres situaciones distintas, que conviene


precisar.
I. Operaciones de banco.
Estas operaciones son consideradas actos de comercio en atención a la intermediación
entre la oferta y la demanda de recursos monetarios que realiza el banco, definido en el art.
40 de la Ley General de Bancos (D.F.L Nº 3 de 19 de diciembre de 1997) “(…) toda
sociedad anónima especial que, autorizada en la forma prescrita por esta ley y con sujeción
a la misma, se dedique a captar o recibir en forma habitual dinero o fondos del público,
con el objeto de darlos en préstamo, descontar documentos, realizar inversiones, proceder
a la intermediación financiera, hacer rentar estos dineros y, en general, realizar toda otra
operación que la ley le permita”
Según la definición transcrita, en la actualidad los bancos están autorizados para realizar
una variada gama de negocios financieros, pudiendo constituir filiales para: a) Intermediar
valores de oferta pública bajo la forma de corredores de bolsa o agentes de valores, b)
actuar como administradores de fondos de inversión o de capital extranjero
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

c) Como sociedades securitizadoras de títulos e incluso d) como corredoras de


seguros, lo que antes era del todo ajeno al giro tradicional de simple intermediación
del crédito.
Por esta vía, entonces, el art. 3 Nº 11 ha visto sustancialmente ampliado su horizonte
de aplicación material, considerándose por ende como mercantiles no solo la
tradicional labor intermediadora recién mencionada, sino cada una de las operaciones
que caen dentro del giro bancario de conformidad a los arts. 69 y 70 de la ley ya
citada.
Tratándose de quien contrata con el banco, sin embargo, la situación será distinta
dependiendo del principio de lo accesorio.
Con todo, debe aclararse en esta parte, que lo que la ley mercantiliza en este numeral
son las operaciones de banco consideradas en su conjunto, como parte de una
actividad o giro empresarial organizado orientado a la intermediación de capital, mas
no los negocios o actos jurídicos individualmente considerados que realiza un banco.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

Así por ejemplo, el art. 69 de la LGB se refiere entre otros actos o contratos al
depósito (Nº 1), al descuento de letras de cambio, pagarés y otros documentos que
representen obligaciones de pago (Nº 4), a la compra y venta de efectos de comercio
y/o productos derivados (Nº 6), al aval de letras de cambio y pagarés (Nº 11), etc., lo
que mirados por separado constituyen por sí solos actos de comercio regulados ya en
otros numerales del art. 3 del C. de C.
II. Operaciones de cambio.
La ley se refiere en esta parte al trueque nominal de moneda por moneda y,
principalmente, al cambio entre moneda nacional y moneda extranjera que se realiza
en el denominado Mercado Cambiario Formal. No se refiere, por ende, al contrato de
cambio ni a las remesas de dinero a que nos hemos referido en el numeral precedente.
Su mención separada, además, se justifica por cuanto las referidas operaciones de
cambio no son de exclusividad de los bancos, pudiendo ser realizadas también por
otras entidades como las sociedades financieras y las casas de cambio, previa
autorización del banco central.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

Se trata nuevamente de la mercantilización de la actividad o giro del cambista y al


conjunto de actos que lo conforman, y no de cada acto de cambio individualmente
considerado. Respecto de quien contrata con aquel, por su parte, deberá estarse una
vez mas al principio de la accesoriedad de cara a cada caso particular.
III. Operaciones de corretaje.
El corretaje es una especie de mandato comercial, regulado en el Título III, del Libro
I, del Código de Comercio, art. 48 y siguientes. Así lo señala expresamente el artículo
234 del mismo Código, lo que constituye, sin embargo, una impropiedad si se
considera que la gestión del corredor consiste básicamente en mediar entre partes y no
en asumir la representación convencional de sus clientes. El corredor, además, no
responde de la ejecución del negocio como hace el mandatario, a lo que se suma que
la definición de corredor que da el art. 48 del C. de C. no se concilia tampoco con la
de un mandatario.
Lo que la ley mercantiliza en este caso, nuevamente, es la actividad intermediadora…
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

… que realizan los corredores para facilitar los negocios de sus clientes, comerciantes
o no, mas no el contrato de corretaje en sí.
En la actualidad son distintas las formas de corredurías que reconoce y regula la
legislación chilena, como ocurre por ejemplo, con los intermediarios de valores
(corredores de bolsa y agentes de valores regulados en el Título VI de la ley Nº
18.045), los corredores de propiedades (cuya actividad está sujeta a la normativa
común y también a ciertas normas especiales, como las contenidas en el art. 2º, letra f,
y art. 3º de la ley Nº 19.913, en materia de prevención de lavado o blanqueo de
activos), o los corredores de productos agrícolas, entre otros.
Por último, la naturaleza del acto que realiza la persona que contrata los servicios de
corredor deberá analizarse de manera particular en cada caso, a la luz del principio de
lo accesorio. Por ello, si la operación la realiza el corredor con un comerciante, ella
será mercantil y la correduría quedará sujeta además a las normas del C. de C (el art.
48 se refiere a la intermediación entre comerciantes precisamente).
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

De lo contrario, si para el que contrata con el corredor el acto accede a uno principal
de carácter civil (Por ejemplo, la venta que encarga el propietario de un inmueble
destinado a su habitación y de su familia), la operación tendrá ese mismo carácter para
él, aunque será mercantil para el corredor en razón de su giro.
Operaciones de bolsa (N° 12)
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

La ley tampoco distingue el tipo de operaciones de bolsa que considera mercantiles,


de manera que deberán incluirse dentro de las mismas a todas las transacciones de
valores que se realicen en una bolsa de valores.
La norma no es de sencilla lectura sin embargo, por cuanto la actividad
intermediadora de valores en el mercado bursátil no se realiza “por las bolsas” sino
“en las bolsas” y a través de corredoras de bolsa, definidos en el art. 24 de la Ley Nº
18.045, sobre Mercado de Valores (LMV). A lo anterior debemos añadir, además, la
circunstancia de que las operaciones de corretaje se encuentran incluidas en el art. 3
Nº 11 del C. de C., según se dijo en el apartado precedente, de manera que no pueden
confundirse con las que menciona ahora el numeral 12 de la misma disposición.
La doctrina está de acuerdo en considerar como funciones esenciales de una bolsa de
valores, las siguientes:
a) La distribución de recursos escasos y la destinación de los mismos hacia aquellas
actividades o proyectos de mayor productividad (optimización en la asignación). Las
bolsas son en este sentido facilitadoras del flujo ahorro-inversión.
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

b) Creación de un mercado continuo, lo que permite asegurar mayor liquidez a los


inversionistas y, a la vez, controlar la volatilidad en el precio de cotización de los
valores transados (lo que podría producirse por una presión puntual en la oferta o
demanda de un valor determinado).
c) Generación y mantención de un adecuado nivel de información oportuna, veraz y
completa sobre las transacciones que en ellas ser realizan, lo que permite a su vez, la
libre formación de los precios de los valores transados.
d) Facilitar el proceso de inversión y reducir los costos de transacción, al proporcionar
un lugar físico en donde llevar a cabo dicho proceso.
e) Creación de mercados confiables, por la vía de otorgarse una regulación interna
tendente a evitar todo aquello que pudiere entorpecer la libre fijación del precio de
cotización de los valores de oferta pública.
Por lo dicho, entonces, y considerando que las bolsas de valores deben
necesariamente constituirse como sociedades anónimas (arts. 126 y 129 de la Ley Nº
18.046)…
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

…lo que el art. 3º Nº 12 del C. de C. para mercantilizar es la actividad organizada que


aquellas realizan para cumplir con su objeto social y, consecuencialmente además, las
transacciones valores que ello involucra.
Según el art. 38 de la LMV, en efecto, “Las bolsas de valores son entidades que tienen
por objeto proveer a sus miembros la implementación necesaria para que puedan
realizar eficazmente, en el lugar que les proporcione, las transacciones de valores
mediante mecanismos continuos de subasta pública y para que puedan efectuar las
demás actividades de intermediación de valores que procedan en conformidad a la
ley”, de manera que no son los actos de corretaje los que tiene a la vista aquí el
legislador al declarar como actos de comercio a las operaciones de bolsa, sino las
transacciones que resultan de esa intermediación y que se verifican en el marco del
desarrollo de este giro u objeto bursátil, regulado internamente por el Reglamento que
cada Bolsa de Valores debe darse (Art. 39 LMV).
Por último, y en lo que concierne a las transacciones que realizan quienes acceden a la
bolsa para comprar o vender valores, la naturaleza mercantil o civil del acto
respectivo…
ACTOS FORMALES DE COMERCIO (Nº 10)

…deberá ser analizada nuevamente a la luz del principio de accesoriedad.


Así por ejemplo, quien compra acciones de una sociedad anónima con ánimo de
revenderlas para obtener una ganancia realiza sin duda un acto de comercio a la luz
del art. 3 Nº 1, lo que no ocurrirá, sin embargo, si lo que se vende son acciones
recibidas por un título gratuito como la donación, herencia o legado.
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)

Empresas de Construcción de Bienes


Inmuebles por Adherencia, como
edificios, caminos, puentes, canales,
desagües, instalaciones industriales y
de otros similares de la misma
naturaleza
(Art. 3º Nº 20)
A. C. realizados por la Empresa (Nº 5 - 9 y 20)
La construcción de bienes inmuebles por adherencia, realizadas por empresas
dedicadas profesionalmente a dicha actividad, fue introducida como acto de
comercio por el art. 14 del D. L. Nº 1953, del 15 de octubre de 1977. Lo que aquí
se mercantiliza, nuevamente, no son los inmuebles que se construyen ni los actos y
contratos que se ejecutan o celebran con ocasión de la construcción, sino la
actividad o giro de empresa que se dedica a ello de manera organizada. Los
requisitos que la norma establece son:
a) Que exista una organización empresarial.
b) Que la empresa se dedique a la construcción de bienes inmuebles por
adherencia, definidos en el art. 568 del C.C. En consecuencia, no será
mercantil la actividad de aquella empresa que realizan actividades
inmobiliarias distintas a la construcción, como el arrendamiento, la venta de
inmuebles realizada por empresas que no se dediquen a la construcción, la
urbanización, el loteo o la administración de inmuebles en general.
Actos Marítimos (Ns° 13 al 19)
Actos de Comercio No
Contemplados en el Artículo 3º
del Código de Comercio
Hemos señalado que para la tesis objetiva del acto de comercio, sólo tendrán el carácter de
tales aquellos que la ley señala expresamente. En el ordenamiento jurídico chileno (hemos
dicho), los actos de comercio están contemplados en el artículo 3º del C. de C., al que la
mayoría de los autores le asigna, además, un carácter taxativo que no admite, por ende, que
sus límites materiales sean traspasados por vía analógica.

La doctrina nacional, sin embargo, sea que defienda o no la tesis objetiva del acto de
comercio, está de acuerdo en que fuera del art. 3º del C. de C. existen otros actos que la ley
considera también como mercantiles, lo que lleva a algunos a sostener precisamente, a
partir de esta constatación uniforme, que el art. 3 es simplemente enunciativo.
Sin detenernos ahora en esta controversia, revisaremos los casos que los autores aceptan
como tales actos de comercio fuera del art. 3º.
a) Las sociedades mercantiles.
Como señala el artículo 2059 de C. C., si el objeto de una sociedad consiste en el desarrollo
o ejecución de uno o mas actos de comercio, ella misma será considerada como sociedad
comercial. Tratándose de sociedad anónimas, a su vez, el art. 1º de la Ley Nº 18.046 declara
mercantil a este tipo societario por el hecho de constituirse como tal (mercantilidad por la
forma), cualquiera sea su giro u objeto social.
Algunos autores, como SANDOVAL y OLAVARRÍA, entienden que aquí no existe ninguna
omisión del art. 3º del C. de C., por cuanto, tratándose de sociedades mercantiles, no
estamos ante actos de comercio propiamente tales sino ante personas jurídicas o sujetos de
derecho que los realizan o no, como parte de su objeto social.
Para otros autores, no obstante, que defienden el carácter enunciativo del art. 3º del C. de
C., el planteamiento anterior omite considerar que antes del acto fundacional no existe tal
sociedad ni personalidad jurídica por ende, de manera que ese acto constitutivo sí que
constituye un acto de comercio, que no está contenido, sin embargo, en el citado art. 3º
recién mencionado. Por lo demás, (agregan) la sola circunstancia de que estemos ante
sujetos de derecho no implica que éstos, en cuanto tales, no puedan ser mercantilizados por
la ley.
Ejemplo claro de lo anterior, lo constituye precisamente el art. 1º de la Ley de Sociedades
Anónimas (LSA), que considera mercantil a la persona jurídica constituida como sociedad
anónima.
Nos parece que cuando el art. 2059 se refiere a la formación de una sociedad, para
desarrollar actos que la ley califica de comerciales, no hace mas que asignarle al referido
acto constitutivo (y por ende a la sociedad misma) el carácter mercantil que según la ley
tienen los actos que conforman su objeto. Por lo mismo, el contrato constitutivo sí que será
un acto de comercio cuando el objeto social que estipulan los socios fundadores tiene el
mismo carácter, sin que puedan disociarse por lo mismo las distintas partes que componen
este momentum embrionario o formativo de la sociedad para justificar, simplemente,
planteamientos que refieren a materias o problemáticas que poca o ninguna relación tienen
con lo que aquí se analiza, como es el carácter enunciativo ( o no) del art. 3º.
Que el acto formativo de la sociedad sea en estos casos un acto de comercio, en efecto, no
implica en modo alguno que la enunciación del art. 3º se transforme por esa sola
circunstancia en un mero ejercicio enunciativo, susceptible de complementarse por ende a
través de la analogía (“Método por el que una norma jurídica se extiende, por identidad de
razón, a casos no comprendidos en ella”).
La mercantilidad, en el caso de la sociedad que se forma para realizar actos de comercio,
surge de una expresa declaración de la ley (art. 2059 C.C.), que se remite precisamente a los
actos que la ley comercial ha considerado como mercantiles para comunicar dicha
condición a la sociedad que los ejecuta, mas no de un simple ejercicio interpretativo basado
en la analogía como fuente creadora de actos de comercio nuevos.
A la misma conclusión debe llegarse, por último, cuando la mercantilidad surge de la
modificación estatutaria. Si bien el art. 2059 del C.C., se refiere únicamente a la formación
de la sociedad, lo cierto es que tal expresión debe entenderse dirigida mas a la
mercantilidad del objeto social en cuanto tal, que al momento en que la sociedad que lo
desarrolla nace a la vida del derecho. Dicho en otros términos, una sociedad que nace
como civil bien puede formarse u organizarse luego para desarrollar un giro mercantil,
mediante una modificación estatutaria que cumpla con los requisitos que establece la ley…
…según el tipo societario de que se trate; y este acto modificatorio será también mercantil,
tal como si se tratase del acto constitutivo a que nos referíamos antes.

b) Contrato de cuenta corriente.

Algunos autores como PALMA, mencionan precisamente al contrato de cuenta corriente


mercantil como uno de los actos de comercio que no están contemplados en el art. 3 º del C.
de C. Otros, en cambio, como Olavarría, sostienen que este contrato “es intrínsecamente
civil aunque puede asumir características mercantiles”.
El contrato de cuenta corriente se encuentra regulado en el Libro II, Título IX, del C. de C.,
y se define en el artículo 602 del mismo código como “un contrato bilateral y conmutativo
por el cual una de las partes remite a otra o recibe de ella en propiedad cantidades de dinero
u otros valores, sin aplicación a un empleo determinado ni obligación de tener a la orden
una cantidad o un valor equivalente, pero a cargo de acreditar al remitente por sus remesas,
liquidarlas en las épocas convenidas, compensarlas de una sola vez hasta concurrencia del
débito y crédito y pagar el saldo”.
Según la definición legal, por ende, nos parece que no existe razón alguna para entender
que se trata en este caso de un acto de comercio, y menos de uno situado extramuros del art.
3º del C. de C. Como ocurre con otros contratos regulados en el referido Código, pero que
son esencialmente civiles (por ejemplo, contrato de transporte, la compraventa o el
mandato, entre otros), la sola circunstancia de que la cuenta corriente se encuentre regulada
también en el señalado Código no implica que se trate de un acto de comercio. Todavía
más, el art. 604 del C. de C., reconoce explícitamente que dicho contrato pueden celebrarlo
tanto comerciantes como no comerciantes, de manera que la determinación de su
mercantilidad, estará dada en cada caso por la aplicación del principio de lo accesorio al
igual que en los contratos recién mencionados. Dicho de otra forma, el contrato en sí no es
mercantil ni constituye un acto de comercio; pero podrá adquirir dicho carácter en la
medida que complemente accesoriamente una actividad principal que sí lo sea.
c) Mutuo, prenda y fianza.

Otros contratos que suelen mencionarse como actos de comercio fuera del art. 3 del C. de
C., son el mutuo, la prenda y la fianza, regulados también en el mencionado Código.
Tratándose del mutuo, el C. de C., contiene normas que son distintas a las del Código Civil,
las que será aplicables, por ende (las primeras), en aquellos casos en que el mutuo es
mercantil para ambas partes o para alguna de ellas por aplicación del principio de lo
accesorio. Sólo en esos casos el mutuo adquiere un carácter comercial, lo que no quiere
decir (nuevamente) que estemos en presencia de un acto de comercio fuera del art. 3º del C.
de C.
Por otra parte, y según se desprende del art. 1º del C. de C., las obligaciones que tienen por
objeto asegurar el cumplimiento de obligaciones comerciales tienen un carácter mercantil y
quedan regidas, por ende, a las normas del C. de C. Por lo mismo, tanto la prenda como la
fianza tendrán ese carácter, si las obligaciones que caucionan son comerciales, aplicándose
por lo mismo la regulación que para ellas contempla el C. de C.
Caracter Taxativo o Enunciativo
de los actos de comercio:
enumeración del art. 3º del
Código de Comercio
Otro aspecto de especial interés consiste en determinar si la enumeración contenida en el
art. 3º del C. de C. es cerrada o si, por el contrario, da pie para que existan otros actos de
comercio como derivación de la aplicación analógica de la ley comercial.

a) Quienes afirman la taxatividad.

Por una parte, la opinión mayoritaria en Chile (que compartimos) rechaza la aplicación de
la analogía para configurar nuevos actos de comercio. Los argumentos en este sentido son
diversos.
Para algunos autores, el Derecho Comercial constituye una rama jurídica de excepción (por
ejemplo Palma), por lo que sus normas no pueden interpretarse por analogía o recurriendo
al espíritu general de la legislación mercantil. Lo anterior está refrendado (señalan) por la
historia fidedigna del establecimiento del C. de C., pues si bien el Proyecto de C. de C. de
Ocampo contemplaba inicialmente la analogía como mecanismo interpretativo en sus arts.
7 y 11, tal posibilidad fue luego suprimida por la comisión revisora. Palma agrega que el
legislador suprimió también el art. 6º del Proyecto referido, que mencionaba los actos que
no eran de comercio, lo que resultaba de toda lógica de cara a la taxatividad que quería
dársele a la enumeración del art. 3º. Dicho de otra manera, si el listado de actos de comercio
enumerados en el Proyecto era efectivamente taxativo y excluyente, no se justificaba…
…la mantención de una disposición específica referida a los actos que no eran de comercio.
Por otra parte, según esta línea doctrinal debe considerarse también que al art. 2º del C. de
C., hace aplicables las normas del C.C, a los casos que no estén especialmente resueltos por
el C. de C., lo que refuerza el carácter excepcional de la legislación mercantil, que no puede
por lo mismo aplicarse ni interpretarse analógicamente. Agreguemos nosotros que esta
conclusión se ve reforzada por la historia fidedigna del establecimiento de la disposición
citada, que en sus orígenes invocaba precisamente la analogía como elemento integrador de
los vacíos del C. de C. Dicha alternativa fue eliminada también por la Comisión Revisora,
que optó en cambio por el criterio restrictivo vigente hasta hoy. Todavía más, la calificación
de mercantil o no de un acto determina consecuencialmente cual es la ley aplicable al
mismo y a la relación jurídica en que se inserta, si mercantil o civil, lo que constituye por
ende una consecuencia de orden público que no puede quedar sujeta a la analogía como
mecanismo de creación alternativa (y por ende determinada) de actos de comercio.
Por lo dicho, en fin, el acto será mercantil sólo si está contemplado en el art. 3 ya citado.
Así también lo ha señalado la jurisprudencia, al aclarar que para calificar como mercantil a
un acto determinado “necesariamente se debe recurrir a estudiar la enumeración (del art. 3º)
y los requisitos exigidos para que cada uno de los actos allí citados sea considerado como
acto mercantil”, criterio este que coincide además con la concepción objetiva del acto de
comercio que recoge el C. de C. chileno, cuyos rastros pueden encontrarse ya en el primer
borrador de Código preparado por don José Gabriel Ocampo.
En una sentencia, la Corte Suprema ha destacado precisamente que al no existir una
definición de acto de comercio en la ley chilena, forzoso es estarse al elenco que fija el art.
3º del C. de C.:
“(…) el artículo tercero del Código de Comercio está destinado a determinar cuales son
los actos mercantiles, cuya definición no ha sido tratada en dicho cuerpo normativo ni en
otro, limitándose este a realizar una enumeración de aquellos actos a los cuales se les
atribuye tal naturaleza…
Situación por la cual, para poder determinar si el acto de que se trata es mercantil o no,
necesariamente se debe recurrir a estudiar tal enumeración y los requisitos exigidos para
que cada uno de los actos allí citados sea considerado mercantil”.

b) Quienes rechazan la taxatividad.


Otros autores en cambio, consideran que el art. 3º es enunciativo y no taxativo, lo que
podría desprenderse de diversas circunstancias.
En primer lugar, se sostiene que el art. 3º, al emplear la expresión “son actos de comercio
(…)”, deja abierta la posibilidad de que existan otros. Si hubiese querido descartar a priori
tal alternativa, pues, hubiese dicho “los actos de comercio son…”. Este argumento no nos
parece sólido sin embargo, considerando que el antecedente normativo inmediato del C. de
C. chileno en esta parte es el C. de C. francés de 1807, que incorpora como se dijo el
criterio objetivo como reacción a la tendencia subjetiva y el derecho de clase que ella
involucraba.
Asimismo, se sostiene que en el art. 3º se incluyen actos de comercio de carácter general,
que permitirían por lo mismo reconocer algunos elementos comunes del acto de comercio,
objetivos y subjetivos. El primero de ellos (elemento material), estaría constituido por el
cambio o intermediación de valores reales (ej: la permuta); de valor real por uno
representativo (ej: la venta); o de valores representativos (ej: el mutuo).
El segundo elemento (elemento subjetivo), consistiría a su vez en el ánimo de lucro
involucrado en el acto de intercambiar bienes o servicios, según la valoración que cada cual
hace de lo que da y de lo que recibe a cambio.
Por otra parte, se afirma que el art. 3 Nº 5 del C. de C., al referirse a “otros establecimientos
semejantes…”, estaría confirmando precisamente el carácter meramente enunciativo del
elenco de actos consignado en la norma referida, dejando abierta así la posibilidad de que
puedan existir otros actos de comercio, extramuros de la misma.
Por último, y como apunta Contreras, existen casos de actos de comercio que no están
contemplados en el art. 3º del C. de C. y que, no obstante, tendrían un claro carácter
mercantil. Así ocurriría, por ejemplo, con ciertos tipos societarios que la ley considera
mercantiles en todo caso, como el caso de la sociedad anónima (art. 1º, inc. 2º, LSA) y de la
Sociedad por Acciones (SpA. Art. 425 Nº 2 del C. de C.); o con la mercantilidad formal que
establece el art. 2º de la ley Nº 19.857 para la Empresa Individual de Responsabilidad
Limitada (E.I.R.L), por mencionar algunos. Sin embargo, no nos parece correcto tampoco
este último criterio, pues, como lo ha señalado la jurisprudencia (SCS, de fecha 08/03/2007,
Rol Nº 1942-2006)…
…, la circunstancia que la ley le otorgue el carácter mercantil a una sociedad o a la EIRL no
implica necesariamente que todo y cualquier acto ejecutado por ella tenga la misma
naturaleza. Coincidimos por lo mismo con Alfredo Sierra, en cuanto a que la sociedad
anónima (siguiendo el ejemplo mencionado) “realizará actos de comerciante en cuanto
celebre actos o contratos que se encuentren dentro de su giro y, por lo mismo, en lo que se
aparten de este, las obligaciones se regirán por el Derecho Civil, de modo que en tal caso,
no se estará ante un acto de doble carácter, sino que solo civil, sin que tampoco corresponda
hacer aplicable la teoría de lo accesorio”
En síntesis, para esta tesis amplia los actos de comercio regulados en el art. 3º del C. de C.,
no son los únicos que contempla el legislador. Más aún, para algunos autores el acto de
comercio puede construirse incluso a partir de la aplicación analógica de la ley, la que se
erige, por ende, en una potente herramienta integradora del Derecho Comercial, creadora de
actos mercantiles no contemplados expresamente en la misma. En palabras de Baeza, en
fin, la analogía “adopta la calidad de una suerte de imperativo legal por la dificultad que
debió enfrentar el legislador, en orden a acotar con claridad y con una casuística agotada el
campo en que debía desenvolverse el Derecho Comercial”
Lo cierto es que no se comparte esta tesis en ninguno de sus extremos. El carácter taxativo
de los actos de comercio, contemplados en el art. 3 del C. de C., surge de la tendencia
objetivadora del Derecho Comercial que caracterizó al codificador francés de 1807, del cual
el C. de C. chileno es tributario indiscutido. Por lo demás, y en lo que concierne a la
analogía como fuente creadora de actos de comercio, una cosa es sostener que el legislador
ha creado otros actos de comercio que no incluyó expresamente en el art. 3º del C. de C.
(posibilidad que no consideramos correcta, como ya se dijo) y otra muy distinta es que, a
partir de elementos que la ley no define, podamos configurar analógicamente actos de
comercio que no está señalados en la misma ley. Por esta vía, en fin, se desdibuja por
completo la concepción objetiva del acto de comercio; y quiérase o no, es esta la que
impera hasta hoy en el texto vigente del C. de C. de 1865. Por lo mismo, los actos o
contratos se consideran mercantiles cuando su objeto consista en la realización de un
concreto acto de comercio, contemplado en el art. 3º del C. de C. Es por ello precisamente
que la ley define como sociedad mercantil a aquellas “(…) que se forman para negocios que
la ley califica de actos de comercio” (art. 2059 C.C); y es así también que el mandato se
considera comercial cuando “(…) una persona encarga la ejecución de uno o mas negocios
lícitos de comercio a otra (…)” (art. 233 del C. de C.), por poner solo unos ejemplos.
Mercantilidad y Carga de la
Prueba
Para terminar nuestro estudio de los actos de comercio, y
considerando el carácter excepcional con que los regula el
C. de C. en su art. 3º, debemos advertir que la
mercantilidad constituye, por lo mismo, un elemento que
deberá ser acreditado en juicio por quien lo invoque. De lo
contrario, y por su carácter común precisamente, deberá
entenderse que el acto es civil y no mercantil, con las
consecuencias que ya hemos analizado anteriormente.

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