en una forma simple y positiva: se indica el nombre, la patria y la piedad ejemplar del héroe del drama. Con eso se prepara al lector para lo que acontecerá. La primera frase, “Hubo un hombre”, indica la naturaleza universal de la obra: el “hombre” no proviene de Israel, es de Uz. Representa a todos los hombres: los problemas del sufrimiento de los justos y la relación de Dios con su universo trascienden los límites geográficos y nacionales. • Se llama al hombre Job. El nombre, como tal, es único en el AT. Sencillamente se lo presenta como un hombre histórico: tiene un nombre personal y una patria particular. Así que no parece que la obra sea una parábola con fines didácticos, sino que se la ubica firmemente en la historia. • Job es un hombre digno. No se lo presenta sin pecado, sino como un hombre “íntegro” ( es decir, “sin defecto moral”, “inocente”, “maduro” o “intachable”; “perfecto”; Gén. 25:27 “tranquilo”), “recto” (es decir, “derecho” en su proceder; ver “integridad, rectitud, íntegro, justo” en Sal. 25:21; 37:37; Prov. 29:10), “temeroso de Dios” y “apartado del mal”. Demuestra su rectitud por medio de su vida y su reverencia hacia Dios. Además, con prudencia, hace todo lo posible para evitar el mal (1:8; 2:3; 28:28; Prov. 3:7; 14:16; 16:6). Luego el mismo elogio será corroborado por Jehovah (1:8; 2:3) y reconocido por su esposa (2:9). • Se citan varios atributos admirables de él en el texto: temía a Dios y era sumiso a la voluntad divina; nunca dudaba de su propia integridad (9:20–22; 12:4); era un hombre virtuoso (cap. 31); proveía bien material y espiritualmente para su familia; servía fielmente como sacerdote y oraba constantemente por los suyos (v. 5). • Al mismo tiempo, se deja abierta la puerta para el desarrollo del drama: las virtudes le presentarán un problema serio. El privilegio de su rectitud en el ejercicio de las virtudes lo llevara a una prueba que tendrá que afrontar.
• No obstante, desde el primer versículo, se preparaba el
auditorio para el drama: el héroe no sufrió como consecuencia directa de su propia maldad tal. Entonces, de los lectores inevitablemente surgiría una pregunta candente: ¿Es Dios justo? ¿Por qué sufrió un hombre recto? • (2) Un hombre bendecido, 1:2, 3. Como fruto de su vida ejemplar, Job había sido bendecido en doble sentido: tenía una familia ideal de “siete hijos y tres hijas”, y era dueño de grandes posesiones de ganado. Para los orientales, una descendencia mayor de varones era más estimada, y los siete hijos indicaban el número ideal o perfecto. Las tres hijas eran testimonios del favor completo del Señor. En total tenían diez hijos, una familia completa en todo sentido; diez es un símbolo para lo íntegro o completo. • Era “el más grande de los orientales” en cuanto a sus posesiones, su personalidad, su posición y su calidad de vida. ¿Quiénes eran “los orientales”? ¿Eran los habitantes de la zona al oriente de Palestina, los sabeos, los que vivían al oriente del río Éufrates? ¿Eran los extranjeros que vivían en Israel? Probablemente se refiere a la región al oriente de Canaán; no obstante, Job era bien conocido y respetado como “el más grande” de ellos. • Job era un hombre ideal y lo tenía todo porque, con fidelidad, temía a Dios. En tal época, muchos siglos antes de Moisés, las bendiciones eran consideradas como una recompensa de Dios por la virtud; eran simplemente el fruto de la vida de un hombre justo (Sal. l). No había sido introducido un concepto de una retribución mecánica que unía principios morales con garantías divinas de prosperidad material y de salud física. Simplemente, hasta este punto, se veía a un hombre ideal con una familia ideal y cuyos bienes eran ideales: todo era suficiente y completo. ¡Job era un hombre justo y próspero en todo aspecto! Sin embargo, en la época del redactor, el dogma de la retribución automática estaba en boga. Para combatirlo, usó una antigua historia que tenía una base similar. El problema no era el de la retribución en sí, sino el concepto mecánico, sin excepciones, de ella. • La riqueza de ganado y rebaños de Job era similar a la de los patriarcas (Gén. 12:16; 13:5; 26:14; 30:43, etc.). Sin embargo, el estilo de vida era diferente: en el libro de Job se refieren a casas y a una vida sedentaria (v. 4; cap. 29), y no es así en Génesis. Entonces, Job no era un nómada; así que el testimonio de la riqueza (vv. 2, 3) y de su noble índole con autoridad (cap. 29) indican que tuvo la posición de un príncipe o rey de una ciudad pequeña. • El autor se refiere a “los orientales” (v. 2; Jue. 6:3, 33; Isa. 11:14, etc.), y a la grandeza de Job entre ellos. Así indica que Jehovah no los había excluido de su mirada y favor. Indirectamente demuestra a su pueblo que el conocimiento de Dios y la salvación no eran exclusivamente patrimonio de Israel. • (3) Un hombre devoto, 1:4, 5. Cada hijo de Job tenía su casa y todos mantenían un estilo real de vida. La familia era bien unida: los varones celebraban habitualmente banquetes tomando turnos “en la casa de cada uno” e invitaban a sus hermanas. La participación de las hermanas en las celebraciones era algo excepcional en aquellos días. Probablemente las hijas vivían todavía en casa con los padres. • En cuanto a Job, se preocupaba por sus hijos y los festines: al terminar los llamaba y los santificaba a todos para que no se olvidaran de Dios (Deut. 8:7–14, 17, 18). Como caudillo o jefe de familia, servía también como sacerdote (Gén. 22:13; 31:54, etc.), y “ofrecía holocaustos conforme al número de todos” (v. 5b). Hacía que los hijos asistieran y participaran en ellos: esto lo solía hacer continuamente. • Los sacrificios expiatorios no eran simplemente ritos o actividades superficiales. Al contrario, significaban algo mucho más profundo: más que la vida religiosa externa de sus hijos, Job se preocupaba por lo que pensaran de Dios “en sus corazones” (v. 5c). • El verbo “maldecir”, barak (o “blasfemar”) usado en el versículo 5 (“maldecido”) también significa, “bendecir”; sin embargo, en el Antiguo Testamento se lo emplea como un eufemismo para decir lo contrario (v. 11; 2:5, 9; 1 Rey. 21:10, 13; Sal. 10:3). Se determina del contexto la traducción apropiada. Aunque Job se preocupaba por sus hijos, aparentemente no sentía nada malo en su propia vida: no sentía la necesidad de ofrecer holocaustos por sí mismo; no sentía una necesidad de arrepentirse ni tampoco una necesidad personal de la misericordia divina. • Con estos versículos se termina la presentación de Job y se deja enfocado un elemento esencial para el drama: la prosperidad lleva su amenaza y la adversidad su peligro. Lo que Job temía para su familia se le acercó insidiosamente. El pecado de blasfemar contra Dios, lo que Job temía de parte sus hijos, es lo que Satanás dijo que haría Job (v. 11).