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ANALIZANDO EL LIBRO DE

JOB
1. La integridad y prosperidad de
Job, 1:1–5

• (1) Un hombre íntegro, 1:1 El libro comienza


en una forma simple y positiva: se indica el
nombre, la patria y la piedad ejemplar del héroe
del drama. Con eso se prepara al lector para lo
que acontecerá. La primera frase, “Hubo un
hombre”, indica la naturaleza universal de la
obra: el “hombre” no proviene de Israel, es de
Uz. Representa a todos los hombres: los
problemas del sufrimiento de los justos y la
relación de Dios con su universo trascienden los
límites geográficos y nacionales.
• Se llama al hombre Job. El nombre, como tal, es
único en el AT. Sencillamente se lo presenta
como un hombre histórico: tiene un nombre
personal y una patria particular. Así que no
parece que la obra sea una parábola con fines
didácticos, sino que se la ubica firmemente en la
historia.
• Job es un hombre digno. No se lo presenta sin
pecado, sino como un hombre “íntegro” ( es
decir, “sin defecto moral”, “inocente”, “maduro” o
“intachable”; “perfecto”; Gén. 25:27 “tranquilo”),
“recto” (es decir, “derecho” en su proceder; ver
“integridad, rectitud, íntegro, justo” en Sal.
25:21; 37:37; Prov. 29:10), “temeroso de Dios” y
“apartado del mal”. Demuestra su rectitud por
medio de su vida y su reverencia hacia Dios.
Además, con prudencia, hace todo lo posible
para evitar el mal (1:8; 2:3; 28:28; Prov. 3:7;
14:16; 16:6). Luego el mismo elogio será
corroborado por Jehovah (1:8; 2:3) y reconocido
por su esposa (2:9).
• Se citan varios atributos admirables de él en
el texto: temía a Dios y era sumiso a la
voluntad divina; nunca dudaba de su propia
integridad (9:20–22; 12:4); era un hombre
virtuoso (cap. 31); proveía bien material y
espiritualmente para su familia; servía
fielmente como sacerdote y oraba
constantemente por los suyos (v. 5).
• Al mismo tiempo, se deja abierta la puerta para el
desarrollo del drama: las virtudes le presentarán un
problema serio. El privilegio de su rectitud en el ejercicio
de las virtudes lo llevara a una prueba que tendrá que
afrontar.

• No obstante, desde el primer versículo, se preparaba el


auditorio para el drama: el héroe no sufrió como
consecuencia directa de su propia maldad tal. Entonces,
de los lectores inevitablemente surgiría una pregunta
candente: ¿Es Dios justo? ¿Por qué sufrió un hombre
recto?
• (2) Un hombre bendecido, 1:2, 3. Como fruto
de su vida ejemplar, Job había sido bendecido
en doble sentido: tenía una familia ideal de
“siete hijos y tres hijas”, y era dueño de grandes
posesiones de ganado. Para los orientales, una
descendencia mayor de varones era más
estimada, y los siete hijos indicaban el número
ideal o perfecto. Las tres hijas eran testimonios
del favor completo del Señor. En total tenían
diez hijos, una familia completa en todo sentido;
diez es un símbolo para lo íntegro o completo.
• Era “el más grande de los orientales” en cuanto
a sus posesiones, su personalidad, su posición
y su calidad de vida. ¿Quiénes eran “los
orientales”? ¿Eran los habitantes de la zona al
oriente de Palestina, los sabeos, los que vivían
al oriente del río Éufrates? ¿Eran los extranjeros
que vivían en Israel? Probablemente se refiere a
la región al oriente de Canaán; no obstante, Job
era bien conocido y respetado como “el más
grande” de ellos.
• Job era un hombre ideal y lo tenía todo porque, con
fidelidad, temía a Dios. En tal época, muchos siglos antes de
Moisés, las bendiciones eran consideradas como una
recompensa de Dios por la virtud; eran simplemente el fruto
de la vida de un hombre justo (Sal. l). No había sido
introducido un concepto de una retribución mecánica que
unía principios morales con garantías divinas de prosperidad
material y de salud física. Simplemente, hasta este punto, se
veía a un hombre ideal con una familia ideal y cuyos bienes
eran ideales: todo era suficiente y completo. ¡Job era un
hombre justo y próspero en todo aspecto! Sin embargo, en la
época del redactor, el dogma de la retribución automática
estaba en boga. Para combatirlo, usó una antigua historia
que tenía una base similar. El problema no era el de la
retribución en sí, sino el concepto mecánico, sin
excepciones, de ella.
• La riqueza de ganado y rebaños de Job era
similar a la de los patriarcas (Gén. 12:16; 13:5;
26:14; 30:43, etc.). Sin embargo, el estilo de
vida era diferente: en el libro de Job se refieren
a casas y a una vida sedentaria (v. 4; cap. 29), y
no es así en Génesis. Entonces, Job no era un
nómada; así que el testimonio de la riqueza (vv.
2, 3) y de su noble índole con autoridad (cap.
29) indican que tuvo la posición de un príncipe o
rey de una ciudad pequeña.
• El autor se refiere a “los orientales” (v. 2; Jue.
6:3, 33; Isa. 11:14, etc.), y a la grandeza de Job
entre ellos. Así indica que Jehovah no los había
excluido de su mirada y favor. Indirectamente
demuestra a su pueblo que el conocimiento de
Dios y la salvación no eran exclusivamente
patrimonio de Israel.
• (3) Un hombre devoto, 1:4, 5. Cada hijo de Job
tenía su casa y todos mantenían un estilo real
de vida. La familia era bien unida: los varones
celebraban habitualmente banquetes tomando
turnos “en la casa de cada uno” e invitaban a
sus hermanas. La participación de las hermanas
en las celebraciones era algo excepcional en
aquellos días. Probablemente las hijas vivían
todavía en casa con los padres.
• En cuanto a Job, se preocupaba por sus
hijos y los festines: al terminar los llamaba y
los santificaba a todos para que no se
olvidaran de Dios (Deut. 8:7–14, 17, 18).
Como caudillo o jefe de familia, servía
también como sacerdote (Gén. 22:13; 31:54,
etc.), y “ofrecía holocaustos conforme al
número de todos” (v. 5b). Hacía que los hijos
asistieran y participaran en ellos: esto lo solía
hacer continuamente.
• Los sacrificios expiatorios no eran simplemente
ritos o actividades superficiales. Al contrario,
significaban algo mucho más profundo: más que
la vida religiosa externa de sus hijos, Job se
preocupaba por lo que pensaran de Dios “en
sus corazones” (v. 5c).
• El verbo “maldecir”, barak (o “blasfemar”) usado
en el versículo 5 (“maldecido”) también significa,
“bendecir”; sin embargo, en el Antiguo
Testamento se lo emplea como un eufemismo
para decir lo contrario (v. 11; 2:5, 9; 1 Rey.
21:10, 13; Sal. 10:3). Se determina del contexto
la traducción apropiada. Aunque Job se
preocupaba por sus hijos, aparentemente no
sentía nada malo en su propia vida: no sentía la
necesidad de ofrecer holocaustos por sí mismo;
no sentía una necesidad de arrepentirse ni
tampoco una necesidad personal de la
misericordia divina.
• Con estos versículos se termina la presentación
de Job y se deja enfocado un elemento esencial
para el drama: la prosperidad lleva su amenaza
y la adversidad su peligro. Lo que Job temía
para su familia se le acercó insidiosamente. El
pecado de blasfemar contra Dios, lo que Job
temía de parte sus hijos, es lo que Satanás dijo
que haría Job (v. 11).

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