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Betty Sandoval
El imperio de los Incas fue conquistado por los españoles en 1532.
Este periodo significó el fin del Tahuantinsuyo y el comienzo de la dominación
española.
El Perú de entonces dejó de ser independiente y pasó a formar parte
de las colonias españolas, permaneciendo en esta situación por más de 300
años.
Al conocerse en
Panamá la noticia de un rico
imperio que se hallaba en el
sur, se organizaron muchas
expediciones con el propósito
de conquistarlo, pero todas
fracasaron, hasta que don
Francisco Pizarro, un español
F: Pizarro D. De Almagro H. De Luque
residente en aquel lugar,
decidió realizar la empresa.
Para el efecto, Francisco Pizarro se asoció con Diego de Almagro y el
clérigo Hernando de Luque, bajo las siguientes condiciones: Pizarro sería el
capitán general y dirigiría la expedición; Almagro reclutaría a la gente y el tercer
socio proveería el dinero para realizar la expedición. Para dar mayor realce al
contrato, los tres socios sellaron su compromiso.
Después de realizados sus dos primeros viajes, los socios confirmaron
la existencia del Tahuantinsuyo y se enteraron de la guerra civil entre Huáscar y
Atahualpa. Entónces Pizarro viajó a España para solicitar al rey la autorización
protección y ayuda, para la conquista de dicho imperio.
A principios de 1 531, en su tercer viaje, partieron de Panamá y después
de una penosa travesía, llegaron a las costas de Tumbes en 1532, donde se
enteraron del triunfo de Atahualpa sobre su hermano Huáscar y que se
encontraba en Cajamarca.
Posteriormente, los españoles llegaron a una localidad nativa a orillas
del río Chira, donde fundaron la ciudad: San Miguel de Piura. De allí partieron
rumbo a Cajamarca.
Los conquistadores llegaron a Cajamarca el
15 de noviembre de 1532. El mismo día, en la tarde,
envió Pizarro a Hernando de Soto y Hernando
Pizarro a saludar al Inca, que estaba en los baños
de Cajamarca, invitándolo a una entrevista. Pero las
intenciones de los españoles era tenderles una
emboscada para apresarlo.
Pizarro preparó a su gente para que al grito
de “Santiago” toda la caballería, infantería y artillería
entrarían en acción.
Al día siguiente, el Inca llevado en andas
entró a la plaza de Cajamarca. Salió a recibirlo el
padre Valverde, entregándole un breviario y
diciéndole que se hiciera cristiano y tributario del rey
de España. El Inca, encolerizado por tal
recibimiento, arrojó el libro. Entónces se dio la voz
de “¡Santiago, a ellos!”, y tal como lo habían
planeado, los españoles salieron de su escondite
arremetiendo con los caballos y mosquetes a los
indios, que atemorizados, huyeron dejando al Inca
en poder de los españoles.
El Inca prometió, a cambio de su
libertad, un cuarto lleno de oro y dos de plata,
hasta donde alcanzara su mano levantada.
Pizarro aceptó, lo cual significó que Atahualpa
diera la orden a sus súbitos de traer de
distintos sitios del imperio todo el oro y la plata
requerida para cumplir su palabra empeñada.