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la historia
MESOAMÉRICA I
Tallos masticados.
Comparación de inflorescencias
con semillas en el teocintle y el
maíz. Mientras el teocintle
produce un raquis flexible con un
puñado de semillas desarticuladas
(izquierda), el maíz produce un
olote masivo con cientos de
semillas que requieren ser
desgranadas para caer al suelo
(derecha)
Paul Kirchhoff (Hörste, Halle (Westfalia), 1900 - Ciudad de México, 1972) fue un filósofo,
etnólogo y antropólogo alemán naturalizado mexicano.
1937: Llegó a México, país a cuyo estudio dedicó gran parte del resto de sus días.
1938: Fue cofundador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, originalmente ligada al Instituto
Politécnico Nacional (IPN), donde impartió cursos de etnología hasta su muerte.
1938-1939: Además de los cursos académicos, Kirchhoff organizó en su casa un seminario sobre marxismo para
estudiantes del Departamento de Antropología del IPN. Entre los asistentes estuvo Ricardo Pozas Arciniega,
quien fuera uno de sus más cercanos discípulos. Ahí estudiaban directamente textos de Marx y Engels, por
ejemplo, “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” y “El capital”, buscando aplicarlos a los
estudios etnológicos.
1952: Fue nombrado investigador de tiempo completo de la Sección de Antropología del Instituto de
Investigaciones Históricas (UNAM), donde permaneció hasta su jubilación, 13 años después.
1953-1954ː Definió las áreas culturales de Aridoamérica y Oasisamérica.
• El antropólogo Paul Kirchhoff fue el primer investigador que acuñó el término
de Mesoamérica. Bajo esta denominación, reconoció a una extensa área
geográfica limitada al norte por las fronteras naturales de los ríos Pánuco y
Sinaloa en México y al sur por una difusa línea fronteriza entre Guatemala y El
Salvador. Desde el momento en el que se consolida la agricultura como medio
de subsistencia fundamental (2500 aC.) en esta zona hasta la llegada de los
primeros europeos en 1512-1519, las diferentes culturas que se desarrollaron en
Mesoamérica compartieron diversas características comunes. Según P.
Kirchhoff, éstas se pueden sintetizar en: un excelente manejo de los recursos
agrícolas (principalmente, del cultivo del maíz) mediante diversas técnicas
intensivas que posibilitaron la aparición de un excedente productivo, el uso de
un instrumental agrario común, la importancia de las diferentes formas
procesadas de maíz en la dieta prehispánica, vida sedentaria, patrón de
asentamiento en vastos centros urbanos, alta especialización artesanal,
importancia del mercado y del comercio local y a larga distancia, la edificación
de grandes complejos rituales en los cuales las pirámides escalonadas
sobresalen, una compleja cosmovisión e ideología –importancia del sacrificio
humano y del llamado juego de pelota- y ciertos logros intelectuales, de los
cuales la escritura, la astronomía y el calendario son los más importantes.
• La aparición de la cerámica está relacionada al nacimiento de
Mesoamérica. De acuerdo con los fechamientos de radiocarbono, las
cerámicas más antiguas son de: Puerto Marqués, Gerrero, Tehuacán,
Puebla, y de Tlapacoya, Estado de México, datan de 2400-2300 aC.
• Son cerámicas aún burdas, de superficie áspera debido a las arenas
gruesas que se mezclaron a la arcilla para hacerla más moldeable. Sin
embargo, no debe equipararse el inicio del preclásico a la aparición
de la cerámica (recordemos elementos de transición nómada a
sedentaria y la agricultura como elemento detonador); por lo tanto, lo
que puede definir el inicio del preclásico y, en consecuencia de
Mesoamérica, es el surgimiento de nuevas formas de organización
social. La cerámica es un rasgo evidente para la arqueología.
Tlapacoya
El Preclásico puede dividirse globalmente en tres grandes
momentos de distinta complejidad social. El primero
corresponde al Preclásico temprano (2500-1200 aC.), época en
que tan sólo existieron comunidades tribales igualitarias. Junto a
los campos de cultivo se establecían pequeñas aldeas, conjuntos
que no rebasaban 20 chozas. Éstas construidas con materiales
perecederos, eran muy parecidas entre sí y respondían a la
homogeneidad del grupo; las actividades comunitarias giraban
en torno al cultivo que aprovechaba las lluvias estacionales, las
inundaciones de los ríos o los suelos humedecidos por el alto
nivel freático. La variedad del entorno geográfico favorecía el
intercambio entre las aldeas; no obstante, cada comunidad
producía la mayor parte de los bienes que requería para su
subsistencia. Las concepciones religiosas de los aldeanos
pueden deducirse de las prácticas frecuentes de enterrar a los
muertos bajo los pisos de las habitaciones.
El preclásico medio (1200 aC. al 400 dC.).
En estos ocho siglos se produjeron cambios tecnológicos
considerables, principalmente en la agricultura. En regiones
claves del territorio mesoamericano se han descubierto
represas, canales, terrazas y otros sistemas de control de
aguas. Gracias a ellos el hombre atenuaba los riesgos de la
insuficiencia y el retraso de las lluvias, y podía aumentar el
número de cosechas por año. Los sistemas de irrigación
aparecen en Tehuacán hacia 700 aC, 100 o 200 años más
tade en la Cuenca de México y en el 400 aC. En el Valle de
Oaxaca. Correlativamente se enriquecerá la variedad de las
plantas domésticas.
• Tehuacán, Puebla.
• El desarrollo en otros campos tecnológicos y la creciente
especialización en la producción fomentarían el
intercambio de materias primas, productos e ideas entre
aldeas y regiones, robusteciendo la unidad cultural e
histórica de Mesoamérica. La especialización trajo
consigo un número creciente de individuos apartados de
la producción de alimentos.
• El fenómeno más importante en el Preclásico Medio es el
surgimiento de la diferenciación social, el cual alcanza sus
primeros efectos espectaculares entre los olmecas del área
del Golfo de México. Las desigualdades entre los
individuos de una misma comunidad son notorias en la
complejidad de las tumbas, en la riqueza de las ofrendas
funerarias, en la representación iconográfica y la
importancia de los bienes de prestigio, sobre todo los de
procedencia foránea.
Un proceso vinculado al origen de la diferenciación social es el
surgimiento del calendario y la escritura. La escritura en efecto,
transmite desde sus inicios información política, y a ella van asociados
muy frecuentemente los registros cronológicos. Joyce Marcus dice: “la
Historia, el mito y la propaganda política se funden y quedan
registrados en la escritura desde 600 aC. hasta el fin de Mesoamérica.
Los monumentos de piedra en los cuales aparecen las primeras
notaciones calendáricas han sido descubiertos en el Valle de Oaxaca:
Monumento 3 de San José Mogote, las lápidas de “danzantes” de
Monte Albán y las Estelas 12 y 13 de este mismo sitio. En unas de
estas obras están registradas fechas del calendario adivinatorio de 260
días, en otras hay, además, cargadores y signos de años, y
posiblemente, nombres de veintenas, lo que haría referencia la año
de 365 días.
En regiones específicas surgieron densos centros de población con
arquitectura monumental. Los mejores ejemplos están en la Venta,
Tabasco y San José Mogote.
Monumento 3 o Estela del
Cautivo. Proviene de San José
Mogote, Oaxaca. Entre los pies
del prisionero se observa el glifo
del día 1L del calendario
zapoteco de 260 días. Se trata,
tal vez, del nombre del cautivo
según su fecha de nacimiento
• El calendario y la escritura, al parecer, aparecen por
primera vez en los monumentos de piedra labrada del
valle de Oaxaca. A pesar de que el primer calendario
en piedra que aparece es zapoteco (600-500 a. C.),
uno más complejo proviene de la costa del Golfo (al
parecer es zoque) y data de ca. 50 a. C.; el sistema
calendárico maya es más o menos de 250 d. C., y le
siguen los calendarios mixteco y mexica. Cada
civilización tuvo formas específicas de escritura y
también cada una tuvo su calendario. Más que de un
calendario mesoamericano uniforme, debemos
hablar de un calendario zapoteco, de uno zoque, de
uno maya, de otro mexica y de uno más tarasco.
Los
Olmecas
Se trata de una de las sociedades complejas más antiguas del
área mesoamericana. De hecho, debido a su gran antigüedad
–su desarrollo pleno tuvo lugar entre 1200 y 400 a.C.– se
desconoce la identidad étnica de sus integrantes, el idioma
específico que hablaban (aunque se ha propuesto que era
uno de la familia mixe-zoque) y por lo tanto la manera en
que se referían a sí mismos también se desconoce. El
término olmeca fue acuñado por los arqueólogos en el siglo
XX para referirse a los característicos vestigios de esta
cultura. Si algo distingue a la sociedad olmeca es su gran
complejidad, patente no sólo en sus extraordinarias
creaciones culturales –como cabezas colosales, altares y
objetos en jade– sino en su capacidad de trascender su
ámbito originario y convertirse en la primera cultura
propiamente mesoamericana
• Hace más de 3000 años, entre 1200 y 400 aC.,
Mesoamérica presenció el surgimiento, apogeo y
decadencia de una de las más grandes civilizaciones del
México antiguo. Los olmecas, “los que habitan la tierra del
hule”, el pueblo jaguar, fueron capaces de recoger y
sintetizar las pautas culturales que por siglos se habían
desarrollado en el área. Importante: aún después d ela
caída de los grandes centros olmecas, sus aportaciones
permanecerían en el centro de lo que se considera
“mesoamericano”. Los primeros edificios ceremoniales,
construidos de acuerdo con un plan bien determinado; la
estructura social, capaz de requerir y organizar grandes
obras; el primer y bien definido estilo artístico, plasmado
lo mismo en pequeños objetos que en colosales esculturas;
el domino de la talla de piedras de gran dureza, y hasta un
ritual fundamental: el juego de pelota, así como el
desarrollo de sistemas calendáricos y de escritura, se
cuentan en las aportaciones de la llamada “cultura madre”.
Aunque es frecuente que –debido a las numerosas características de
los olmecas que permanecieron entre los grupos mesoamericanos de
épocas posteriores– se le considere la “cultura madre”, lo cierto es
que sus logros deben ser vistos como consecuencia de los desarrollos
de sociedades previas. Sea como fuere, los olmecas tienen un lugar
especial en la historia mesoamericana, y su organización política y su
cosmovisión alcanzaron una complejidad sin paralelo hasta entonces.
De esa complejidad surgieron varias de las pautas culturales que en
adelante y hasta la conquista española caracterizarían al conjunto de
las sociedades prehispánicas, entre ellas: la construcción de edificios
ceremoniales situados de acuerdo a planes bien definidos; una
estructura social capaz de organizar la realización de esas y otras
obras públicas; el desarrollo de un estilo artístico claramente
reconocible, en su mayor parte asociado a monumentos y objetos
cuyo fin era la legitimación del grupo dirigente; la realización de
rituales complejos como el del juego de pelota, y el desarrollo de
sistemas calendáricos y de escritura.
San Lorenzo Tenochtitlán, Texistepec, Veracruz.