Bosquejo histórico del siglo XIX en México a partir de la sucesión presidencial. La cantidad de mandatarios en México nos da una idea de la turbulencia que derivaba de la lucha por construir un proyecto de Nación que se debatía entre el liberalismo y el conservadurismo.
Bosquejo histórico del siglo XIX en México a partir de la sucesión presidencial. La cantidad de mandatarios en México nos da una idea de la turbulencia que derivaba de la lucha por construir un proyecto de Nación que se debatía entre el liberalismo y el conservadurismo.
Bosquejo histórico del siglo XIX en México a partir de la sucesión presidencial. La cantidad de mandatarios en México nos da una idea de la turbulencia que derivaba de la lucha por construir un proyecto de Nación que se debatía entre el liberalismo y el conservadurismo.
XIX Historia Contemporánea de México Agustín de Iturbide (1821-1823)
Buscó la consumación de la Independencia de México porque se oponía a la liberal Constitución de Cádiz (vigente entre 1820 y 1823).
Iturbide limitó la autoridad
del Congreso y aumentó su poder personal.
Antonio López de Santa Anna
se levantó contra él y logró reunir en torno suyo a borbonistas y republicanos. Gobierno Provisional: Pedro Celestino Negrete, Miguel Domínguez, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo, Mariano Michelena, Guadalupe Victoria (1823-1824)
El 4 de Octubre de 1824 (cuando Pedro Celestino
Negrete asumió la presidencia provisional), fue promulgada la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, en la que se adoptó el sistema de gobierno republicano, representativo, popular y federal. El país fue dividido en diecinueve Estados Libres y Soberanos, cuatro Territorios que dependían del centro y el Distrito Federal. Así mismo, se dividió el poder en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Esta Constitución se parecía en muchos puntos al mecanismo de gobierno de los Estados Unidos, a la Constitución Francesa y a la de Cádiz. Estuvo en vigor del 4 de Octubre de 1824 al 30 de Abril de 1836, fecha en la que fue sustituida por otra, centralista. Guadalupe Victoria (1824-1829)
Creó la marina mercante del país. Obtuvo 2 préstamos del Reino
Unido por 3 millones de libras esterlinas. Creó la Hacienda Pública. Concretó la abolición de la esclavitud. Fortaleció la educación, fundó el Colegio Militar y la Marina Armada de México para culminar la expulsión de los españoles de San Juan de Ulúa. Expulsó a los españoles bajo la influencia de la Embajada Norteamericana y la Logia Yorkina, lo que motivó la rebelión de Nicolás Bravo. Sin embargo, ante la sucesión, Victoria apoyó al candidato de la Logia Escocesa, Manuel Gómez Pedraza, ministro de Guerra. Por su parte, la Logia Yorkina apoyó a Vicente Guerrero. Un grupo de militares organizó el Motín de la Acordada para desconocer el resultado de las elecciones, donde ganó Gómez Pedraza, quien terminó huyendo. Como resultado del Motín de la Acordada se produjo el saqueo del Parián. El Congreso anuló el resultado de las elecciones y nombró a Guerrero sucesor de Victoria, quien pudo completar su periodo constitucional. Vicente Guerrero (1829)
Mestizo (¿afroamericano, amerindio?) con arraigo entre las clases
medias y pobres. Gestionó la creación de escuelas públicas y la educación gratuita, la reforma agraria favorable a los campesinos. Decretó formalmente la abolición de la esclavitud. Su tolerancia permitió que se afianza el grupo conservador autonombrado “Los Hombres de Bien”, al que pertenecían el vicepresidente Anastasio Bustamante, antiguo realista, y Lucas Alamán, supremacista español conservador, junto con el clero, la milicia y la clase acomodada. Anastasio Bustamante encabeza la rebelión de los “Hombres de Bien” y Guerrero deja la presidencia bajo interinato para combatirlo. José María Bocanegra (1829)
Encargado de Relaciones Interiores y Exteriores con
Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero, es nombrado presidente interino en lugar de éste último. Siete días duró en el cargo hasta que se rinde ante el asedio militar de Palacio Nacional. Junta de Gobierno: Pedro Vélez, Luis Quintanar y Lucas Alamán (1829)
El general Luis Quintanar dirigió el asedio
del Palacio Nacional. Pedro Vélez fue Presidente de la Suprema Corte de Justicia. Lucas Alamán, líder de los Hombres de Bien, era líder intelectual de los conservadores y al mismo tiempo apoderado de los intereses de familias españolas en México. Formaron una Junta de Gobierno que esperaría a que Anastasio Bustamante estuviera en condiciones de tomas el poder. Anastasio Bustamante (1830-1832)
Usurpó la presidencia el 1° de enero de 1830. Expulsó a los
masones yorkinos y al embajador americano. Creó la policía secreta y mandó a golpear a la prensa, que lo apodó “Brutamante”. Como no pudo vencer militarmente a Vicente Guerrero, pagó para que lo traicionaran, entregándolo para su fusilamiento. Con esto se ganó el apoyo de la logia escocesa y el alto clero. Melchor Múzquiz (1832)
Fungió como presidente interino cuando Bustamante salió a
combatir a Antonio López de Santa Anna.
Múzquiz fue un hombre que aborrecía
profundamente la corrupción y el robo de los caudales públicos y exageraba tanto su previsiones, que le gustaba concentrar el producto de los impuestos en una habitación que hubo de asegurar para que no se derrumbara por el peso de las monedas; no gastaba absolutamente nada, ni un solo peso, para entregar siempre cuentas perfectas, sin asomo del menor desfalco atribuible a él. Para incrementar las rentas nacionales y atesorarlas, Múzquiz fue el primer presidente que cobró impuestos por puertas y ventanas, no escapando de esa medida los conventos y las casas de asistencia (Wikipedia). Manuel Gómez Pedraza (1832-1833)
Federalista. Después de su exilio, Gómez Pedraza
intentó en vano volver a México en 1830. En 1832, Santa Anna, en levantamiento contra Bustamante, propuso devolverle el poder a Gómez Pedraza para que concluyera el período presidencial para el que originalmente había sido electo. Volvió a ser candidato por la presidencia en 1845 y en 1850, pero no volvió a ganar la presidencia. Valentín Gómez Farías (1833)
Fue electo como vicepresidente durante la presidencia de
Antonio López de Santa Anna. Dado que Santa Anna se ocupó personalmente como militar de los conflictos de su época, Gómez Farías ocupó la presidencia como interino en 4 ocasiones. Liberal radical, consideraba que México tenía 2 obstáculos para su progreso: el clero y los militares. Mientras ocupó la presidencia, se dedicó a formula la Reforma que socavó la jurisdicción religiosa en asuntos civiles, tal como la censura religiosa de la prensa, al tiempo que se confiscaron bienes en propiedad de la Iglesia. Impulsó el sistema lancasteriano de enseñanza. Durante su período presidencial, en agosto y hasta noviembre de 1833, una epidemia de cólera diezmó al 5% de la población de la Ciudad de México. Se ocupó de que se impartiera justicia por el asesinato de Vicente Guerrero. Antonio López de Santa Anna (1834-1835)
Durante su primera presidencia se ocupó del conflicto con
Texas y se produjeron los desmanes que habrían de originar, años después, la Guerra de los Pasteles. Hastiado, pidió licencia y se retiró a su hacienda de Manga de Clavo. Miguel Barragán (1835-1836)
Dado que Valentín Gómez Farías fue expulsado del país
por Santa Anna a petición de los conservadores y el clero, Miguel Barragán ocupó la presidencia como interino de Santa Anna. Era fervientemente religioso y murió de fiebre pútrida (tifus exantemático epidémico, transmitido por el piojo humano). José Justo Corro (1836-1837) Inicia el decenio centralista (1836-1846), que comenzaría prácticamente con la salida de Gómez Farías y concluiría con su regreso. Tras la muerte de Miguel Barragán, fue nombrado presidente interino de México por un año dos meses. Durante su mandato, el 28 de diciembre de 1836, España reconoció la independencia de México. Después de los eventos del Álamo, Antonio López de Santa Anna fue derrotado y capturado en Texas, debiendo firmar el Tratado de Velasco, sucesos que dieron pie a la Intervención estadounidense en México.
En 1836 entraron en vigor las Siete Leyes, a partir de las cuales
se establecería la Constitución centralista de 1836, redactada bajo la guía de Lucas Alamán. La nueva ley abrogó el voto universal y lo limitó a quienes supieran leer y escribir.
La gran novedad fue que al lado de los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial, aparecía el Supremo Poder Conservador, tribunal encargado de controlar a los otros. Anastasio Bustamante (1837-1839)
A finales de 1836, con motivo de la guerra de Texas, fue llamado por
el gobierno y de nuevo proclamado presidente de la República, cargo que mantuvo hasta 1841, cuando el pronunciamiento militar del general Mariano Paredes, cuyas fuerzas se unieron con las de Santa Anna, lo derrocó y expulsó del país. Sin embargo, su período, de acuerdo a la Constitución de 1836 debió durar 8 años, de 1837 a 1844. Durante este período, Antonio López de Santa Anna se redime de su derrota en Texas y hace frente a Francia en la Guerra de los Pasteles (primera intervención francesa, 1838-1839), durante la cual pierde una pierna. Antonio López de Santa Anna (1839)
Aprovechando la fama pública recuperada en la
guerra contra los franceses, ccupa la presidencia como interino de Bustamante durante unos meses. Nicolás Bravo (1839)
El 10 de julio fue nombrado presidente interino durante 10 días.
Durante ese lapso de tiempo actuó con mano firme contra la delincuencia. Anastasio Bustamante (1839-1841)
Le tocó lidiar con la separación de Yucatán, que exigía que
México volviera al pacto federalista. El general Mariano Paredes, en unión con Antonio López de Santa Anna, lo derrocaron y exiliaron de México. Francisco Javier Echeverría (1841)
Interino durante 18 días de Bustamante, anteriormente fue
secretario de Hacienda. Como encargado de Hacienda, se distinguió por ser un excelente administrador que logró entregar un excedente de 600 mil pesos al presidente Bustamente. No obstante, no tuvo empacho en vincular sus negocios privados con sus funciones públicos para operar en su beneficio, saliendo enriquecido de la presidencia. Antonio López de Santa Anna (1841-1842)
Derroca a Anastasio Bustamante y asume la presidencia,
pero al enfrentar el desastre económico del país deja el cargo en manos de Nicolás Bravo. Nicolás Bravo (1842-1843)
Siendo diputado, fue elegido presidente en sustitución y por
ausencia del general Santa Anna, tomando posesión el 26 de octubre de 1842. Llamó a Lucas Alamán para que redactara un "Plan para el desarrollo de la industria nacional" y ordenó la instalación en toda la república de Juntas de fomento comercial e industrial.
A finales de año, el partido conservador decidió la disolución del
Congreso de mayoría liberal que pretendía una nueva Constitución, encarceló a los diputados liberales e instauró una Junta de Notables llamada "nacional legislativa", compuesta por 80 personas de "probada distinción científica y patriotismo, mientras disolvía las juntas disidentes y restringía la libertad de imprenta.
Durante su período comenzaron las obras del puerto de
Coatzacoalcos. Finalmente, cansado de actuar como tapadera del poder en la sombra, el general Bravo renunció en mayo de 1843, cediendo la presidencia a Santa Anna. Antonio López de Santa Anna (1843) Tras la renuncia de Nicolás Bravo, reasumió la presidencia por unos meses para luego retirarse a descansar a su hacienda de El Lencero. Valentín Canalizo (1843-1844)
Nombrado Presidente de México, tomó posesión el
4 de octubre de 1843, siéndole confirmada la designación por el Senado el 27 de enero de 1844, cargo en el que permaneció hasta junio, cuando Santa Anna regresó Antonio López de Santa Anna (1844)
Asumió la presidencia por unos meses pero optó por una
retirada interesada: los Estados Unidos planeaban la incorporación de Texas a la Unión y no quería que se recordase su deslucido papel. Puso de pretexto la muerte de su esposa Doña Inés García y Martínez de Uscanga para retirarse de la presidencia mientras pasaba el furor público por la anexión de Texas a los Estados Unidos.
A los cuarenta días de luto por su mujer, Santa Anna contrajo
matrimonio con la señorita Doña Dolores Tosta y Gómez, escándalo que contribuyó a aumentar su descrédito en un momento en que se le recordaba su anterior episodio en Texas y se le pedían responsabilidades. El retiro de la escena política en ese momento lo pagó con un largo exilio en La Habana. José Joaquín de Herrera (1844)
Liberal moderado, fue presidente interino de México
durante 9 días mientras llegaba a la Ciudad de México el presidente interino, Valentín Canalizo. Valentín Canalizo (1844) Durante su presidencia, el general Mariano Paredes se rebeló. Antonio López de Santa Anna, sin autorización del Congreso, tomó el control del Ejército para enfrentar a Paredes. Ante los reclamos del Congreso, Canalizo disolvió el Congreso. En un auténtico motín popular y al grito de “Muera el Cojo, viva el Congreso”, la muchedumbre arremetió contra todo lo que representaba Santa Anna y su gobierno: derribó una estatua de bronce del dictador y luego desenterró y arrastró por la calle la pierna que Santa Anna había perdido seis años Canalizo trató de restablecer el orden, pero el ejército se negó a obedecer. Encerrado en Palacio Nacional, en un arrebato de cólera ordenó volar el Palacio Nacional, lo que estuvo a punto de cumplirse, pero comprendiendo lo vano de su acción, pronto desistió. A las tres de la mañana del día 7 después de que su seguridad personal y la de sus ministros fueron garantizadas por el general José Joaquín de Herrera, quién encabezaba la rebelión, Canalizo se rindió sin disparar un solo tiro. Esta revuelta sería recordada en la historia como la revolución de tres horas. José Joaquín de Herrera (1844-1845) Su gobierno reunió a personajes centralistas y federalistas. Durante su administración la República de Texas se anexó a los Estados Unidos. El Senado de México rompió relaciones con el país vecino el 28 de marzo de 1845 y Herrera ordenó al Ejército prepararse para la guerra. Sin embargo, Herrera prefirió las negociaciones pacíficas, por lo que seguidores de Santa Anna se amotinaron. Herrera y 3 miembros de su gabinete fueron secuestrados por los rebeldes. Sin embargo, el presidente pudo imponer su autoridad y fue liberado. Los Estados Unidos reclamaban territorios de México que no eran parte de Texas: Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua y Nuevo México al otro lado del río Grande. Cuando los estadounidenses enviaron tropas a los territorios en disputa, un pelotón fue capturado por el ejército mexicano. El 13 de mayo de 1845 el Congreso de Estados Unidos declaró la guerra a México. El presidente Herrera apenas pudo reunir una fuerza de 6 mil hombres, puesta bajo las órdenes del general Mariano Paredes quien llegó a San Luis Potosí, pero en lugar de ir a luchar contra los invasores, en diciembre de 1845 volvió a la capital y derrocó al gobierno del presidente Herrera, quien dejó el puesto el 30 de diciembre del mismo año. Gabriel Valencia (1845-1846) Por ministerio de ley, Gabriel Valencia, como presidente del Consejo de Gobierno, es quien debería asumir la presidencia tras la dimisión del presidente Herrera. El 30 de diciembre de 1845 se autoproclamó entonces presidente interino para transferirle el poder al general Paredes, en tanto llegaba a la capital en su marcha desde el Norte. Sin embargo, su investidura no fue reconocida realmente: una junta, encabezada por el arzobispo de la Ciudad de México, Manuel Posada, fue convocada a la par. El poder real lo ostentaba el general Paredes, quien entró finalmente a la ciudad de México el 2 de enero de 1846, esto es tres días después. La junta eligió presidente provisional a Paredes y Valencia se sumó al nuevo gobierno. Esta presidencia de Valencia no es considerada oficialmente dentro de la sucesión de presidentes de México. Mariano Paredes y Arrillaga (1846) Fue elegido presidente por el Congreso, llevando como vicepresidente a Nicolás Bravo quien había quedado en segundo lugar en las elecciones. Nombrado comandante del ejército mexicano, dejó el gobierno en manos de Bravo para salir a combatir al enemigo. El país estaba en total bancarrota política, moral y económica y Paredes pensaba que la mejor forma de salvar a México era convertirlo en una monarquía con un soberano español. Un partido monárquico se organizó en la ciudad de México a favor de Enrique de Borbón, primo y cuñado de la reina de España. En oposición a esto, estalló una revuelta en Jalisco al mando del general José María Yáñez el 21 de mayo y otra en agosto en la capital al mando de José Mariano Salas. Salas depuso a Paredes, reivindicó el sistema federal el 4 de agosto, se proclamó el retorno de Santa Anna y la convocatoria de un congreso constituyente. Nicolás Bravo (1846)
Bravo intentó gobernar sin apoyo, mientras las fuerzas políticas
y militares se polarizaban en torno a Paredes y a Santa Anna, hasta que el levantamiento del general Salas, el 4 de agosto en La Ciudadela, actuó como detonante inmediato de su destitución. José Mariano Salas (1846)
El 4 de agosto de 1846, en La Ciudadela de la Ciudad de
México se pronunció en contra de Mariano Paredes y Arrillaga, quien había dejado la presidencia temporalmente a Nicolás Bravo mientras iba a combatir una insurrección en Guadalajara. Salas se tomó el poder y asumió la presidencia interinamente. Durante su administración, Mariano se empeñó, sin éxito, en obtener recursos de guerra. Abrió un concurso para que empresarios instalaran en la capital un nuevo alumbrado público a base de gas de hidrógeno, intentó establecer academias de idiomas y de historia y propuso la creación de una biblioteca nacional. Con una guerra peleándose en el norte del país, todas sus políticas no fueron escuchadas. En cuanto estuvo en el poder, puso en vigor nuevamente la Constitución de 1824 y convocó a elecciones que favorecieron, otra vez, a Santa Anna. Valentín Gómez Farías (1846-1847) En medio de la Guerra con Estados Unidos, el Congreso lo designó una vez más como vicepresidente. De nuevo bajo tal condición asumió el poder (su quinto interinato) porque Santa Anna partió para hacerse cargo del mando de las tropas mexicanas. Su principal acción de gobierno fue derogar las Siete Leyes centralistas, expedidas en 1836, y restaurar la Constitución de 1824. De esta forma el país regresó de forma efímera al sistema federalista. Más tarde, apremiado por abastecer de recursos a las milicias que peleaban en el norte del país, pretendió financiar la guerra con los bienes de la Iglesia, lo que provocó en la Ciudad de México un motín (alentado por el clero) conocido como Rebelión de los Polkos. Santa Anna regresó precipitadamente y lo destituyó el 21 de marzo de 1847. Antonio López de Santa Anna (1847)
Ocupó la presidencia en 1847, en
dos breves periodos. Santa Anna, que se veía a sí mismo como el Napoleón de América, se negó desde el principio a negociar con Estados Unidos a pesar de su situación de inferioridad; perdiendo una batalla tras otra, provocó la invasión estadounidense de Veracruz, Jalapa y Puebla (1846). En septiembre de 1847 evacuó la capital y, completamente derrotado, tuvo que aceptar el Tratado de Guadalupe-Hidalgo (1848), por el que México perdió casi la mitad de su territorio: además de Texas, California, Arizona, Nuevo México, Nevada, Colorado y Utah. Pedro María Anaya (1847) Nombrado presidente interino de la República en sustitución de Antonio López de Santa Anna. Como presidente hizo enormes esfuerzos para conseguir fondos para el ejército, organizó nuevas corporaciones militares y trató de unir la voluntad nacional en defensa de la Patria. Pero después de la derrota de Cerro Gordo, en Veracruz. Santa Anna regresó a México a hacerse cargo de la conducción de la República y a dirigir la defensa de la capital, por lo que el general Anaya recibió el mando de dos batallones que debían de defender el Convento de Churubusco. Defendido a sangre y fuego, con lo que tuvo y pudo, originó pérdidas importantes al ejército invasor, después de una heroica resistencia, dado que al terminarse el armamento se vieron obligados los mexicanos y sus aliados irlandeses a luchar hasta con sus puños y bayonetas. Cuando al fin entraron las tropas estadounidenses, al mando del general Twiggs, éste le preguntó al General Anaya por las armas, pertrechos, municiones, a lo cual el general le contestó: "¡Si hubiera parque, no estaría usted aquí!", frase célebre que es más recordada que el personaje mismo. Manuel de la Peña y Peña (1847-1848)
Tras la huída de Antonio López de Santa Anna y con el norte,
los puertos y la capital del país ocupada por los estadounidenses, asumió la presidencia interina en Toluca para alcanzar la paz con Estados Unidos de Norteamérica. Firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el cual México cedió 2 400 000 km2 de su territorio. Logró salvar la península de Baja California con su unión por tierra con Sonora y conservar la soberanía del Istmo de Tehuantepec, así como la liberación de las reclamaciones de particulares anteriores a la guerra, mientras Estados Unidos se obligaba a defender la frontera de las incursiones indias y respetar los derechos de propiedad de particulares mexicanos en las tierras arrebatadas. El gobierno mexicano recibió una indemnización de 15 millones de pesos, la cual no se entregó completa. El tratado fue firmado el 2 de febrero de 1848. José Joaquín de Herrera (1848-1851) Elegido nuevamente presidente, rechazó el cargo. Una comisión del Congreso lo visitó en su domicilio para persuadirlo diciéndole que si declinaba la oferta podría resultar una guerra civil. Herrera aceptó, y como la ciudad de México estaba en manos de los estadounidenses, estableció el 3 de junio de 1848 su gobierno en Mixcoac. Sirvió hasta el 15 de enero de 1851. Con su salud quebrantada, enfrentó numerosos problemas y contratiempos: México estaba en una condición económica precaria y miserable, con los bandidos controlando las carreteras y caminos. Había una epidemia de cólera y como el gobierno de la República de Yucatán no podía controlar la Guerra de Castas, pidió su reincorporación a México, a cambio de ayuda, la cual otorgó, a pesar de la difícil situación del erario público. En su tercer y último periodo, Herrera impulsó el proyecto de los liberales moderados. Tuvo que gobernar un país que había perdido más de la mitad de su territorio con los 15 millones de pesos que Estados Unidos pagó como compensación. La indemnización fue destinada en parte para pagar la deuda inglesa, otra parte para la pacificación del país y la mayor parte sirvió para los sueldos de la burocracia. Mariano Arista (1851-1853) Como candidato por la presidencia de la República, Arista enfrentó una feroz campaña en la prensa, donde se le acusaba de adulterio, asesinato, conspiración, etc. Fue uno de los pocos presidentes de la primera mitad del siglo XIX que llegaron al poder por la vía electoral. En medio de una severa crisis económica, poco pudo hacer su administración. Formó su gabinete con elementos moderados, liberales puros y conservadores. Intento imponer orden en las finanzas y combatir la corrupción, aunque en su vida personal se mostraba diferente: se había separado de su esposa y vivía con otra mujer en Palacio Nacional, además de que el pueblo no olvidaba que en las dos primeras derrotas de México en la guerra con Estados Unidos el jefe militar había sido Arista. No obstante relizó algunas obras materiales que provocaron admiración en la sociedad: estableció la primera línea telegráfica entre la capital y el puerto de Veracruz, otorgó la primera concesión para la construcción del ferrocarril en esa misma ruta, trasladó la estatua ecuestre de Carlos IV - el caballito - a la entrada del Paseo de Bucareli, hizo abrir una tercera puerta en el Palacio Nacional - Puerta Mariana - y promovió las ascensiones en globo. Con el país en bancarrota, Arista intentó impulsar la minería, la agricultura y la incipiente industria mexicana. Juan Bautista Ceballos (1853) El general Mariano Arista dimitió su cargo como presidente de México por el Plan del Hospicio que promovía el retorno de Antonio López de Santa Anna, y envió al Congreso su renuncia el día 5 de enero de 1853. Juan Bautista Ceballos formó un gabinete inadecuado con inexpertos. Su primer acto fue disolver las dos cámaras del Congreso, que ya se apresuraban a ponerse a los pies de Santa Anna; diputados y senadores se opusieron a la medida e instigaron a la guarnición de la Ciudad de México al mando de Manuel María Lombardini, para que se sublevara en apoyo al retorno de Santa Anna. La presión fue tan grande que Ceballos se vio obligado a negociar, para calmar las pasiones organizó una junta de notables formada por representantes del clero, del ejército, magistrados, propietarios, comerciantes e industriales. La junta acordó designar un presidente que duraría un año, al término del año el Congreso resolvería el destino de la nación. Sin embargo, la agitación política iba en aumento y para evitar un inútil derramamiento de sangre, consciente del peligro y de las consecuencias de la nueva revuelta para la sociedad, Juan Bautista Ceballos, declinó la presidencia huyendo de esta función dada la ingobernabilidad que privaba en el país y entregó la presidencia al General Manuel María Lombardini el 20 de abril de 1853. Manuel María Lombardini (1853) Como presidente interino se encargó de militarizar el país, restituyendo a todos aquellos miembros de las fuerzas armadas que habían sido relegados. Estableció acuerdos con Estados Unidos para afianzar la neutralidad del paso por el Istmo de Tehuantepec. Una vez pacificado el país,organizó una farsa electoral para devolverle el poder a Antonio López de Santa Anna. Antonio López de Santa Anna (1853-1855) Llamado por los conservadores para hacer frente a la caótica situación, en 1853 regresó al país e inició un último mandato presidencial (1853- 1855), que fue en realidad una dictadura personalista sin eufemismos: Santa Anna se otorgó el tratamiento de Su Alteza Serenísima y se erigió en presidente vitalicio por decreto. Dictó toda clase de impuestos en un vano intento de sanear las arcas públicas, amparó las corruptelas y persiguió a los opositores. Logró unir a los liberales organizados en el Plan de Ayutla, que derrocaron a Santa Anna en 1855. Martín Carrera (1855) Como presidente interino fue prudente y conciliador durante los 29 días que duró su gestión, separando los mandos político y militar y permitiendo la libertad de imprenta. Trató de conciliar los intereses de los conservadores que aún no se reponían de la huida de Antonio López de Santa Anna y de los triunfantes liberales que estaban en las afueras de la capital, pero ambas facciones se negaron al diálogo y antes más bien desconocieron su presidencia, aunque se le respetó su elección proveniente de la guarnición militar. Decepcionado, renunció. Rómulo Díaz de la Vega (1855) Sin ser elegido ni nombrado, ocupó la presidencia de México durante 22 días. En el vacío de poder creado por la renuncia de Martín Carrera quien involuntariamente se le había adelantado, previa a la elección del gobierno que debía surgir del Plan de Ayutla, Díaz de la Vega asumió la responsabilidad presidencial, sin ser presidente. Simplemente mantuvo el orden. Respetó a los ministros designados por Carrera — quienes pudieron continuar trabajando con cierta normalidad—, nombró nuevas autoridades para el Distrito Federal y esperó la llegada del general Juan N. Álvarez que detuvo su marcha en Cuernavaca, lugar en que fue electo Presidente de México. Álvarez envió una comunicación a Díaz de la Vega ordenándole entregar el mando militar de la Ciudad de México. El presidente de facto lo hizo sin problema y se retiró a la vida privada. Juan Álvarez (1855) Su gobierno fue fugaz pero brillante, logrando reunir a una generación excepcional: Ignacio Comonfort en el ministerio de Guerra, Melchor Ocampo en Relaciones Exteriores, Guillermo Prieto en Hacienda y Benito Juárez en Justicia. Con un respaldo así, en los escasos 2 meses que gobernó desde Cuernavaca tomó dos medidas, conocidas como Ley Juárez, que cambiarían el destino de México: la convocación al Congreso que elaboraría la Constitución de 1857, y la abolición del fuero militar y eclesiástico. Álvarez sentía un profundo rechazo natural por la clase alta de la Ciudad de México debido a su ideología centralista y a la afiliación de muchos de sus miembros al partido conservador, pues muchos de ellos comulgaban con aspiraciones monárquicas, tendencias oligárquicas, el esnobismo, o bien, habían manifestado antipatía y desprecio expresos hacia las clases más bajas. Por otra parte, Álvarez era ajeno a la vida urbana. Por estos y otros motivos de salud personal, y luego de haber inculcado en Ignacio Comonfort los principios de las Leyes de Reforma, decidió entregar a éste el poder y regresar a sus dominios en Guerrero. Ignacio Comonfort (1855-1857) El 5 de febrero de 1857 había sido promulgada la nueva Constitución, que contenía disposiciones agresivas contra las posesiones y privilegios de la Iglesia Católica. En el mes siguiente, la Iglesia amenazó con excomunión a todos aquellos individuos que la juraran, pero hacerlo era obligatorio para los militares y los miembros del gobierno. Los problemas no se hicieron esperar. Se hicieron elecciones y el general Comonfort resultó electo presidente de la República el 1 de diciembre. Con su ánimo conciliador, Comonfort quiso organizar un gabinete mixto —de liberales y conservadores— que se convirtió en una caja de Pandora. De ese modo el 17 de diciembre el general Félix María Zuloaga, con apoyo del propio presidente Comonfort, proclamó el Plan de Tacubaya, por el cual desconocía la Constitución produciéndose un autogolpe de estado. El 11 de enero de 1858, el mismo Zuloaga regresó sobre sus pasos y demandó que se abandonara el Plan de Tacubaya. Comonfort fue depuesto como presidente, y rápidamente partió a Estados Unidos. Benito Juárez, asumió el poder el 15 de enero como presidente interino, según mandaba la Constitución. Así comenzó la Guerra de Reforma. Benito Juárez García (1858-1872) Juárez mantuvo un gobierno itinerante entre los distintos estados, perseguido por el ejército federal y con ínfimos recursos. Su gobierno formó inicialmente una milicia de unos cuantos cientos de hombres, entre los que se encontraban muchos de sus amigos exiliados de Nueva Orleans, como Melchor Ocampo. Luego de ganar en las elecciones, el 16 de enero de 1868 Juárez se reinstala en la presidencia con una reunión de todo su gabinete. Juárez decía a menudo que eran los tiempos de la paz y la concordia. En este nuevo período Juárez crea dos despachos nuevos, el de instrucción pública y el de fomento para educar e industrializar al país. También pretendía expandir la educación pública con carácter gratuito y laico en todo el país con la construcción de cientos de escuelas. En ese tiempo la población de México era de siete millones de personas de las cuales cinco millones no contaban con estudios básicos y estaban en situación de pobreza. Solo unos 800 000 sabían leer y escribir. Para hacerse de recursos Juárez despidió 60 000 militares ("Maestros por soldados" -decía-); también pidió negociar el aplazamiento de pago en la deuda extranjera con algunas naciones como Inglaterra. Félix María Zuloaga (1858) Teniendo mando militar en la Ciudad de México al momento de que Juárez tomara la presidencia interina, Zuloaga fue seleccionado por los partidarios del movimiento anti-constitucional, generales conservadores y el clero católico, para servir como presidente interino de México el 21 de enero de 1858. Asumió el cargo el 23 de enero del mismo año. El 24 de diciembre del 1858 fue depuesto mediante el Plan de Navidad proclamado por el general Manuel Robles Pezuela (substituto del general Miguel Miramón, quien se encontraba en campaña). Reasumió el cargo por segunda vez siendo depuesto por Miramón. Manuel Robles Pezuela (1858-1859)
El general Miguel María de Echegaray proclamó el Plan de Navidad, cuya
finalidad era conciliar a las fuerzas conservadoras y a las fuerzas liberales para dar término a la Guerra de Reforma. Zuloaga consideró la acción de Echegaray como una traición, sin embargo Robles Pezuela respaldó la idea de Echegaray. Sin otra alternativa, dado el respaldo que mucho jefes conservadores le dieron al Plan de Navidad, el presidente conservador Félix Zuloaga dimitió al cargo ungiendo como jefe de las fuerzas armadas a Robles Pezuela. La Junta se estableció conforme al plan el 1 de enero de 1859. Benito Juárez rechazó la invitación, ratificando su postura de respetar la Constitución de 1857. Cuando Miguel Miramón regresó a la capital, rechazó las proclamas de Echegaray y de Robles Pezuela. Miguel Miramón (1859-1860) Miramón gobernó México en dos períodos, ambos como presidente interino: su primer mandato fue del 2 de febrero de 1859 al 13 de agosto de 1860, sucediendo a Manuel Robles Pezuela; el segundo mandato fue del 16 de agosto al 24 de diciembre de ese mismo año. Dos días antes, casi sin recursos, hizo un último intento por salvar a su causa, pero fue batido por Jesús González Ortega en la batalla de San Miguel Calpulalpan, dando fin a la guerra de Tres Años o guerra de Reforma (1858-1861). Miramón renunció a la presidencia y abandonó el país, rumbo a La Habana, Cuba. Fernando Maximiliano de Habsburgo (1864-1867) Segundo Emperador de México. Gobernó con una política liberal que le ocasionó el abandono de los grupos conservadores. Un poco esto y la constante guerra en México provocó el alejamiento de Francia, dejando sólo a Maximiliano. Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876) A la muerte de Juárez tras haber sido reelecto, Sebastián Lerdo de Tejada asume el interinato y ganas las elecciones presidenciales para el periodo 1872-1876. En su mandato avanzó en la pacificación del país. Enfrentó a Manuel Lozada "el Tigre de Alica" quien se había levantado en armas en Tepic exigiendo una reforma agraria en beneficio de los campesinos, derrotándolo en marzo de 1873. El 23 de septiembre de 1873, elevó a rango constitucional las Leyes de Reforma, en consecuencia se expulsó a los jesuitas y a las hermanas de la Caridad. Por otra parte, reintegró la cámara de senadores, para ser contrapeso de la cámara de diputados, se inauguró el ferrocarril de México a Veracruz y buscó la eliminación de los cacicazgos y la integración del país. Se fomentó la industria con el sufragio de capital extranjero, principalmente de Francia y el Reino Unido, tratando de evitar el estadounidense. Hacia finales de su período presidencial, se inició una campaña de propaganda para buscar una reelección, lo cual produjo disgusto general en todo el país. En 1876 intentó hacer modificaciones legales para permitir su reelección. Tras ser respaldado como ganador por el Congreso, el Poder Judicial encabezado por Iglesias declaró que las elecciones habían sido fraudulentas. Porfirio Díaz se levantó en armas mediante el Plan de Tuxtepec. Lerdo se vio en la necesidad de renunciar, entregó el poder a Protasio Tagle y abandonó el país en enero de 1877. José María Iglesias (1876-1877) Los resultados de los comicios presidenciales de 1876 favorecieron la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada. Pero el proceso quedó bajo fuertes sospechas de fraude electoral, Iglesias los calificó como un "auténtico golpe de Estado" y desconoció públicamente a Lerdo de Tejada como Presidente reelecto, según José María Iglesias, las elecciones no eran válidas, así que él se autonombró presidente interino de la República. Porfirio Díaz había proclamado desde enero el Plan de Tuxtepec con el fin de derrocar a Lerdo de Tejada, al ver las acciones de Iglesias intentó pactar con él mediante un acuerdo conocido como el "Convenio de Acatlán". Iglesias rechazó las propuestas de Díaz, pues éstas consistían en tomar el poder por la fuerza desconociendo a los tres poderes federales del gobierno. Por el contrario, redactó el Plan de Salamanca, cuyo objetivo además de establecer un plan de gobierno provisional, era convocar a elecciones, comprometiéndose a no participar como candidato en la contienda, señalando así mismo que no tenía ningún interés personal en continuar en el cargo. Juan Nepomuceno Méndez (1876) El 6 de diciembre de 1876 el general de división Porfirio Díaz, general en jefe del Ejército Regenerador de la República Mexicana lo nombra presidente interino de los Estados Unidos Mexicanos, en virtud de lo estipulado en el artículo 6o del Plan de Tuxtepec reformado en Palo Blanco, Tamaulipas. Durante su administración, el general Méndez reorganizó el Ejército Nacional y la Guardia Nacional, abolió la leva, la pena de muerte civil y los castigos corporales, otorgó una efectiva libertad de culto, además de decretar la obligatoriedad de la educación primaria, todo bajo un estricto programa liberal fundamentado en la Constitución de 1857, en las Leyes de Reforma y en lo estipulado en el Plan de Tuxtepec. Porfirio Díaz (1876-1880) El principal objetivo de Díaz en su primer mandato fue ganarse la confianza de los Estados Unidos de América, que pasaba por un serio problema político. Así, Díaz debió realizar una serie de maniobras políticas para ganar el reconocimiento estadounidense. La negativa del embajador John W. Foster a negociar con México dificultó la situación aún más. A través del Ministro de Relaciones Exteriores, Ignacio Mariscal y del Ministro de Hacienda, Matías Romero, Díaz logró el pago de la deuda externa a Estados Unidos, por medio de breves cantidades abonadas en un plazo de quince años. En su mensaje a la Nación del 1 de abril de 1893 se dio por finalizado el pago de la deuda mexicana. Otro asunto prioritario para Díaz fue la pacificación del país. Desde finales de la Guerra de Independencia de México, las gavillas de bandoleros atacaban las vías de comunicación. Díaz acordó con el Congreso facultades extraordinarias para poner remedio a la situación. Ordenó el desplazamiento de los ejércitos más consolidados, como una medida tomada para evitar la proliferación de cacicazgos. Otro problema serio en el panorama político eran las ambiciones y alianzas de los gobernadores y jefes militares. A fin de evadir este problema, Díaz nombró personalmente a varios militares de su confianza como gobernadores y jefes militares. Manuel González (1880-1884) Durante su gobierno, Manuel González reanudó relaciones diplomáticas con el Reino Unido y Francia, impulsó la creación del Ferrocarril Central Mexicano, dio concesiones para la creación de la primera red de telégrafos en el país. La comunicación submarina entre Veracruz - Tampico - Brownsville permitió la comunicación de México con todo el mundo. También por decreto del 20 de diciembre de 1882, se estableció que a partir del mes de enero de 1884 se usaría exclusivamente el sistema métrico decimal en toda la República. Ese mismo año tuvo la fundación del Banco Nacional de México hoy Banamex, como producto de la fusión del Banco Mercantil Mexicano, creado en 1881, y el Banco Nacional Mexicano, inaugurado en 1882. En noviembre de 1883, la emisión de la moneda de níquel de 1, 2 y 5 centavos, que sustituía al circulante de plata en esas denominaciones, provocó un motín en el Zócalo. El valor de González, quien bajó del carruaje en el que llegaba para enfrentar a la multitud, evitó que hubiera una crisis mayor. En 1884, año de crisis mundial iniciada por una pronunciada caída de Wall Street, el gobierno anunció que empezaría a pagar la deuda externa, lo que cual implicaba la emisión de bonos excedentes por 15 millones de pesos. Esto provocó el llamado motín de la deuda inglesa, que duró 4 días y en los que se realizaron serios destrozos en el centro de la Ciudad de México. El enojo no fue por el acuerdo en sí, sino porque la gente supuso que se iban a enriquecer los gobernantes. Porfirio Díaz (1884-1911) Después de Manuel González, Díaz procuró mantener estrecha relación con los gobernadores, en especial en lo relacionado con las elecciones de las legislaturas y tribunales de justicia locales, la construcción de ferrocarriles, el combate a los yaquis, quienes llevaban más de cincuenta años atacando Sonora, y también en otros asuntos menores. La paz que se impuso durante el gobierno de Porfirio Díaz permitió el desarrollo de la cultura y la ciencia en México. Durante el Porfiriato floreció la literatura, la pintura, la música y la escultura. Las actividades científicas fueron promovidas desde el gobierno, pues se consideraba que un avance científico del país podía conllevar cambios positivos en la estructura económica. Fue entonces cuando se fundaron institutos, bibliotecas, sociedad científicas y asociaciones culturales. De igual manera, el arte popular buscó en la cultura de México un elemento para plasmar sus composiciones y expresarse, y así se lograron muestras del arte mexicano que fueron exhibidas en el mundo entero. El positivismo logró hacer que en México hubiera un renacimiento del estudio de la historia nacional, como un elemento que afianzó a Díaz en el poder y contribuyó a la unidad nacional. En el estudio de esta rama sobresalieron Guillermo Prieto y Vicente Riva Palacio.