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María, verdadera madre

de Dios
Nosotros creemos que Jesús es verdadero Dios y
verdadero hombre y así lo profesamos en nuestro
credo, que nació verdaderamente de la Santísima
Virgen María por lo que ella es verdadera Madre de
Dios.

Madre de Dios no en cuanto


a su naturaleza divina,
sino Madre de Dios en cuanto
a la Encarnación de la
Segunda Persona de la Trinidad.
La intercesión de María
Cuando el hombre pone al centro de su vida a Cristo,
Señor y Salvador de nuestra vida, es importante
redescubrir cuál es el papel que juega María Santísima
en nuestras vidas.
Si es verdad que hay que orar a Jesús,
el papel de María es el de intercesora.

En las Bodas de Cana, María ejerce su función


“intercesora” y así Dios nos muestra cuál es su acción
en Él y en la historia.
La imagen de María
«La Madre del Redentor tiene un lugar preciso en el plan de la
salvación, porque “al llegar la plenitud de los tiempos, envió
Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para
rescatar a los que se hallaban bajo la ley, para que recibieran la
filiación adoptiva. La prueba de que ustedes son hijos es que
Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo
que clama: ¡Abba, Padre!” (Gal 4, 4-6)»
Culto a María
La conciencia que la comunidad fue adquiriendo de
la maternidad espiritual de María que emerge de los
escritos apostólicos (cf. Jn 19, 25), y el azote de la
persecución.

«Bajo tu amparo nos acogemos santa Madre de Dios.


No desprecies las suplicas que te dirigimos en nuestras
necesidades antes bien líbranos de todo peligro. Oh
Virgen gloriosa y bendita».

«A partir de esta cooperación singular de María a la


acción del Espíritu Santo, las Iglesias han desarrollado
la oración a la santa Madre de Dios, centrándola
sobre la persona de Cristo manifestada en sus
misterios». CIC 2675
Ave María
La oración más simple y la que a la vez
expresa nuestro amor y confianza en
nuestra madre es el Avemaría, de la cual
dice el Papa Paulo VI «es la oración
evangélica centrada en el misterio de la
Encarnación redentora» (MC 46).
Santo Rosario
Existen muchas canciones y oraciones dedicadas
a nuestra Madre del Cielo, la Virgen María
pero no hay devoción más grande
que el rezo del Santo Rosario.

Nunca se honra tanto a Jesucristo como cuando se


honra a la Santísima Virgen María
antiguamente los monjes rezaban
los 150 salmos, pero como algunos
no sabían leer, decidieron cambiar
los salmos por las Avemarías

El rezo del Santo Rosario ha sido una constante


en casi todas las apariciones de
la Santísima Virgen María,
ya que por su medio se alcanzan
muchas gracias y bendiciones.
San Juan Pablo II, nos recuerda en su carta
apostólica Rosarium Virginis Mariae, que
“El Rosario propone la meditación de los
misterios de Cristo con un método
característico, adecuado para favorecer su
asimilación. Se trata del método basado en la
repetición…

… sí se toma como expresión del amor que no


se cansa de dirigirse a la persona amada con
manifestaciones que, incluso parecidas en su
expresión, son siempre nuevas respecto al
sentimiento que las inspira.”
El Rosario es un método para contemplar los
misterios más importantes de Jesucristo,
tomados de la mano de María,
la primera creyente.
Pablo VI, en la exhortación apostólica
Marialis cultus, nos dice:
“Por su naturaleza, el rezo del Rosario exige
un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso,
que favorezca en quien ora la meditación de
los misterios de la vida del Señor,
vistos a través del corazón de Aquella
que estuvo más cerca del Señor,
y que desvelen su insondable riqueza.”
Es por eso que nunca podemos ser demasiado
marianos, porque la Madre siempre nos llevará a la
fuente misma de la gracia,
su Hijo.

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