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La literatura del

Romanticismo es el
movimiento cultural literario
que se produce a fines del
siglo XVIII y a comienzos del
siglo XIX en varios países
europeos como Alemania,
Francia y Reino Unido, se
desarrolla a lo largo de todo el
periodo decimonónico, y
continúa ejerciendo su
influencia, en varios de sus
rasgos más característicos,
hasta la actualidad.
Las características más importantes son:

• Rebelión del individuo contra cualquier norma que la


impida expresar sus propios sentimientos.
• Absoluta libertad en política, moral y arte.
• Mantienen una actitud idealista que no corresponde a
la realidad que los rodea y los lleva a la rebeldía contra
la patria, la sociedad e incluso contra Dios.
• Como consecuencia del enfrentamiento entre su espíritu
idealista y la cruda realidad, se produce la
desesperación y el desengaño.
• Si en el siglo anterior la verdad era igual a belleza, para
el Romanticismo sólo la belleza es la verdad.
Técnicas literarias

Los románticos toman como modelos los más apartados de


los clásicos: la literatura medieval, el Romancero, la Biblia, el
pasado histórico...

•La poesía

Se revaloriza el romance, surgen nuevas estrofas y los


poetas combinan a su gusto versos y estrofas.

•El teatro

Se mezcla la prosa con el verso, lo trágico con lo cómico y


desaparece de la obra de teatro todo afán didáctico o
moralizador. Sólo se pretende conmover al espectador,
provocándole entusiasmo, terror, espanto, tristeza...
Temática del Romanticismo

El autor romántico, al hacer prevalecer los sentimientos sobre


la razón, manifiesta libremente sus emociones más íntimas,
dando prioridad a la melancolía y a la desesperación. La
lírica será su género preferido.
La naturaleza: El romántico considera el paisaje como un
elemento muy importante en su obra. Prefiere una naturaleza
que conecte con sus sentimientos tumultuosos; por eso
buscan paisajes agrestes, noches tormentosas, mar
tempestuoso, ambientes nocturnos y sepulcrales, ruinas de
castillos medievales... La naturaleza participa de los propios
sentimientos del poeta y se convierte en una compañera con
la que se comunica.
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán, que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrando en el cielo torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Llevadme, por piedad, adonde el vértigo
con la razón me arranque la memoria...
¡Por piedad!... ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas! Gustavo A. Bécquer
Lo lejano y lo exótico

La poderosa imaginación del romántico choca con la realidad


circundante. Como consecuencia de este choque, el poeta
busca evasión en lo lejano. La Edad Media será fuente de
inspiración para el arte y la literatura: renacen las leyendas
medievales, los cuentos de hadas...

Lo exótico se manifiesta en la atracción que sienten los


románticos por la España musulmana y por la mitología
nórdica, que sustituye a la mitología grecolatina.
Resurgimiento de lo popular

La vuelta a una época lejana supone el resurgimiento de la


cultura medieval. El Romancero y las leyendas épicas son
fuente de inspiración para la poesía y el teatro.
El amor

Se idealiza el amor hasta


el punto de considerar a la
mujer como un ser que lleva
a Dios. El amor es
considerado como un
principio divino.

A la par que esa mujer


angelical, los románticos
también ven a la mujer
como un principio de
perdición, como una
fatalidad que destruye al
hombre.
Canto a Teresa (José de Espronceda)

¡Ay!, aquella mujer, tan Es el amor que al mismo ¡Oh llama santa! ¡Celestial
sólo aquélla, amor adora, anhelo!
tanto delirio a realizar el que creó las sílfides y ¡Sentimiento purísimo!
alcanza, ondinas, ¡Memoria
y esa mujer tan cándida y la sacra ninfa que acaso triste de un perdido
tan bella, bordando mora cielo,
es mentida ilusión de la debajo de las aguas quizá esperanza de futura
esperanza cristalinas; gloria!
es el alma que vívida es el amor que ¡Huyes y dejas llanto y
destella recordando llora desconsuelo!
su luz al mundo cuando las arboledas del Edén ¡Oh mujer, que en imagen
en él se lanza, divinas, ilusoria,
y el mundo con su magia amor de allí arrancado, tan pura, tan feliz, tan
y galanura allí nacido, placentera,
es espejo no más de su que busca en vano aquí brindó el amor a mi
hermosura. su bien perdido. ilusión primera!
La libertad

La exaltación de la libertad del hombre frente a cualquier


ley humana es un tema frecuente.

El romántico siente una fuerte admiración por todos aquellos


seres que están fuera de la ley (piratas, bandoleros,
vagabundos), a los que considera como verdaderos
símbolos de la libertad.
La canción del pirata ( José de Espronceda)
no me abandone la suerte,
Con diez cañones por banda, que yo tengo aquí por mío
y al mismo que me condena,
viento en popa a toda vela, cuanto abarca el mar bravío,
colgaré de alguna antena
no corta el mar, sino vuela a quien nadie puso leyes.
quizá en su propio navío.
un velero bergantín; Y no hay playa
Y si caigo,
bajel pirata que llaman, sea cualquiera,
¿qué es la vida?
por su bravura, el Temido, ni bandera
Por perdida
en todo el mar conocido de esplendor,
ya la di,
del uno al otro confín. que no sienta
cuando el yugo
La luna en el mar ríela, mi derecho
del esclavo
en la lona gime el viento y dé pecho
como un bravo
y alza en blando movimiento a mi valor.
sacudí.
olas de plata y azul; Que es mi barco mi tesoro
Que es mi barco mi tesoro
y va el capitán pirata, que es mi dios la libertad,
que es mi dios la libertad,
cantando alegre en la popa, mi ley, la fuerza y el viento,
mi ley, la fuerza y el viento,
Asia a un lado, al otro Europa, mi única patria la mar.
mi única patria la mar.
y allá a su frente Estambul; A la voz de ¡barco viene!
Son mi música mejor
-"Navega velero mío, es de ver
aquilones
sin temor, cómo vira y se previene
el estrépito y temblor
que ni enemigo navío, a todo trapo a escapar:
de los cables sacudidos,
ni tormenta, ni bonanza, que yo soy el rey del mar,
del negro mar los bramidos
tu rumbo a torcer alcanza, y mi furia es de temer.
y el rugir de mis cañones.
ni a sujetar tu valor. En las presas
Y del trueno
Veinte presas yo divido
al son violento,
hemos hecho lo cogido
y del viento
a despecho del inglés por igual:
al rebramar,
y han rendido sólo quiero
yo me duermo
sus pendones por riqueza
sosegado
cien naciones a mis pies. la belleza
arrullado
Que es mi barco mi tesoro sin rival.
por el mar.
que es mi dios la libertad, Que es mi barco mi tesoro
Que es mi barco mi tesoro,
mi ley, la fuerza y el viento, que es mi dios la libertad,
que es mi dios la libertad,
mi única patria la mar. mi ley, la fuerza y el viento,
mi ley, la fuerza y el viento,
Allá muevan feroz guerra mi única patria la mar.
mi única patria la mar.
ciegos reyes ¡Sentenciado estoy a muerte!
por un palmo más de tierra, yo me río;
La mujer en el
Romanticismo
Aplicar críticamente la
información obtenida de la
lectura de textos, referentes
al tema de la mujer en el
Romanticismo en
exposiciones orales.
El movimiento literario del
Romanticismo transcurre en la
primera mitad del XIX,
movimiento en el que predomina
lo artístico y lo social, y por
defender la libertad de cada
persona frente a las normas
sociales y por el predominio del
sentimiento sobre la razón.
Como es el sentimiento el
que predomina, los
escritores dedican gran
parte de su obra a la
mujer, a la que consideran
un ser divino y por lo tanto
un camino que lleva a
Dios; así mismo es
idealizada como eje
central del amor,
considerado este
sentimiento como un
principio divino.
Y en la mujer no
solo exhalaban su
cuerpo, su belleza;
sino, también su
belleza interna, su
espiritualidad, y es
este el motivo para
que los artistas
románticos la
tratasen con toda
consideración, como
si fuese en realidad
un ángel.
En razón de esta situación, crearon unos iconos
acerca de la mujer conformando así unos estereotipos:

La mujer espiritualizada. La mujer objeto de amor.


(Musa Mística) (Musa Romántica)

La mujer perniciosa.
(Mujer fatal)
sino, que también
era considerada
Quedando entonces como un principio
claro que la mujer no de perdición que
solo era ese ángel destruye al
inspirado de amor, hombre.
ternura, paz,
tranquilidad;
A pesar de que la mujer
fue un tema central para
la poesía, el teatro, la
novela; en donde
siempre se le mimo y se
idealizo, fue la muza de
inspiración; ésta estaba
condenada a vivir
recluida entre las cuatro
paredes que
conformaban su hogar,
en donde se dedicaba
tanto al cuidado de sus
atributos femenino,
como a los quehaceres
domésticos.
Además estaba sometida a los
caprichos del hombre, que era el
que tomaba las decisiones sobre
los aspectos que tenían que ver
con las superestructuras de la
sociedad; es decir, era el que
organizaba y tomaba las
decisiones y lo hacia porque
estaba amparado por una cultura
patriarca y de doble moral
religiosa. Todo esto hacia a la
mujer, una criatura sometida al
hombre y era este el motivo por
el cual no se le permitía
instituirse; para poder tenerla
sometida a los caprichos del
hombre.
Escritoras Españolas del
Romanticismo
A pesar de las múltiples
restricciones para la
participación de la mujer
en la sociedad, poco a
poco aumentan el
número de escritoras y
también las dedicadas a
otras artes:
Rosalía de Castro
Nació: Santiago de Compostela, 24 de febrero de 1837
Murió: Padrón, 15 de julio de 1885

• Fue una poetisa y novelista española que


escribió tanto en lengua gallega como en
lengua castellana.
• Precursora del feminismo
• Sus obras en prosa reivindicaron el papel
de la mujer en su cultura y su
dignificación.
• Gran representante de un romanticismo
tardío junto a Bécquer.
• Sus tres obras clave: Cantares gallegos,
Follos novas, Orillas del Sar.
Dicen que no hablan las plantas (Rosalía de Castro)

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,


Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman: —Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,


Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,


Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?
Carolina Coronado Romero de Tejada
Nació: Almendralejo, 12 de diciembre de 1820
Murió: Lisboa, 15 de enero de 1911

• Fue una escritora española, de tal


notoriedad que llegaría a ser calificada
con el título de "El Bécquer femenino".
Fue tía de Ramón Gómez de la Serna.
• Reclama sus derechos de desarrollo
intelectual.
• Define la necesidad de la mujer de ser
modesta y pura.
• Logró publicar algunas de sus obras
en periódicos y revistas.
• Escribió 15 novelas en prosa y
algunas obras de teatro.
Nada resta de ti. Carolina Coronado

Nada resta de ti…, te hundió el abismo…,


te tragaron los monstruos de los mares…
No quedan en los fúnebres lugares
ni los huesos siquiera de ti mismo.
Fácil de comprender, amante Alberto,
es que perdieras en el mar la vida,
mas no comprende el alma dolorida
cómo yo vivo cuando tú ya has muerto.
Darnos la vida a mí y a ti la muerte;
darnos a ti la paz y a mí la guerra,
dejarte a ti en el mar y a mí en la tierra
¡es la maldad más grande de la suerte!…
Concepción Arenal Ponte
Nació: El Ferrol, 1820 Murió: Vigo, 1893).

• Escritora y Socióloga, activista social española


• Sorteando las dificultades que en su época se
oponían al acceso de las mujeres a la universidad,
estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia,
Filosofía e idiomas (teniendo incluso que acudir a
clase disfrazada de hombre).
• Cargo: Visitadora de cárceles de mujeres.
• Como periodista reivindico situaciones marginadas.
• Publicó libros de poesía y ensayo: Cartas a los
delincuentes, Oda a la esclavitud, la ejecución de la
pena de muerte, fábulas en verso.
• Escribió artículos: La mujer del porvenir, La
educación de la mujer, El estado actual de la mujer
española.
El anciano con dulzura
La pera verde y podrida.
Dijo: «Vínole ese mal
Concepción Arenal Ponte Por caerse del peral
Sin que estuviera madura.»

Iba un día con su abuelo Lo propio sucede al necio


Paseando un colegial, Que estando en la adolescencia
Y debajo de un peral Desatiende la prudencia
Halló una pera en el suelo. De sus padres con desprecio.

Mírala, cógela, muerde, Al que en sí propio confía


Mas presto arroja el bocado Como en recurso fecundo
Que muy podrido de un lado E ignorando lo que es inundo
Estaba, y del otro verde. Engólfase en él sin guía.

«Abuelo, ¿cómo será Quien así intenta negar


Decía el chico escupiendo La veneración debida
Que esta pera que estoy viendo En el campo de la vida
Podrida aunque verde está?.» Se pudre sin madurar.
El
Romanticismo
en el
Ecuador
El Romanticismo nace en Ecuador de la mano de la poetisa
quiteña Dolores Veintimilla de Galindo (1830-1857), la que
exaltó el amor, la lucha contra los prejuicios y una tristeza por
amores no correspondidos. Es célebre su poema Quejas,
muestra de la gran melancolía que la atormentaba y que la
llevaría en última instancia a suicidarse en la ciudad de
Cuenca, en 1857.
¡QUEJAS!

¡Y amarle pude! ... Al sol de la existencia


se abría apenas soñadora el alma ...
Perdió mi pobre corazón su calma
desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa;
subió a mi rostro el tinte de la rosa;
como la hoja en el árbol vacilé.

Su imagen en el sueño me acosaba


siempre halagüeña, siempre enamorada;
mil veces sorprendiste, madre amada,
en mi boca un suspiro abrasador;
y era él quien lo arrancaba de mi pecho,
él, la fascinación de mis sentidos;
él, ideal de mis sueños más queridos,
él, mi primero, mi ferviente amor.
Sin él, para mí, el campo placentero
en vez de flores me obsequiaba abrojos;
sin él eran sombríos a mis ojos
del sol los rayos en el mes de Abril.
Vivía de su vida aprisionada;
era el centro de mi alma el amor suyo,
era mi aspiración, era mi orgullo ...
¿por qué tan presto me olvidaba el vil?

No es mío ya su amor, que a otra prefiere;


sus caricias son frías como el hielo.
Es mentira su fe, finge desvelo...
Mas no me engañará con su ficción. . .
¡Y amarle pude delirante, loca!
¡No! mí altivez no sufre su maltrato;
y si a olvidar no alcanzas al ingrato
¡te arrancaré del pecho, corazón!
Otros poetas románticos fueron el quiteño Julio
Zaldumbide (1833-1887)

Nació en Quito el 5 de junio de 1.833.


Se graduó de maestro o bachiller en Filosofía y
Letras.

Ingresó a la Universidad Central con el intento de


dedicarse a los estudios de Jurisprudencia, pero
muy pronto los abandonó para seguir con ardor y
entusiasmo a la literatura.

Sus últimos años fueron sombríos y agobiados. Vivía tuberculoso y


colmado de dolores, silencioso, amando a los suyos y ya no creía
tanto en el destino incierto de los hombres porque la religión iba
ganando terreno en su voluntad disminuida por el abandono, la
pobreza y la enfermedad y murió el 31 de julio de 1.887 este patricio
liberal, cuando sólo contaba 54 años.
A mi corazón
por Julio Zaldumbide Gangotena

¡Corazón! ¡Corazón! ¿Por qué suspiras?


¿Por qué los muros de tu cárcel bates?
Es imposible, corazón…. ¡Deliras!
Infeliz corazón, en vano lates!

Siempre contuve tu ímpetu violento


desde que pude conocer el mundo;
siempre fui sordo a tu amoroso acento,
sin tener compasión de tu ¡ay! profundo.

¿Sabes por qué? Tras vanas ilusiones


(ilusiones no más, bien lo sabía)
quisiste ir como otros corazones
a buscar, necio… ¿qué?, lo que no había.
A buscar el amor… amor no se halla;
a buscar la virtud… la virtud, menos;
por eso yo te opuse firme valla,
y no tuviste días de horror llenos.

Conozco el mundo y sé la red que tiende:


su mano oculta enherbolada vira
a cuya punta el corazón aprende
lo que va del amor a la mentira…

Y tú querías con ardor vehemente


lanzarte al mundo, ciego en el engaño;
ibas a perecer, pobre inocente,
al filo de su arma, el desengaño…

¡No, jamás corazón! Cese tu acento;


calma tu afán, desecha la esperanza;
ese bien que demanda tu lamento
es un bien que en el mundo no se alcanza.
¡La virtud! ¡La virtud!… es vano nombre;
sonar la oirás en nuestra impura boca,
pero en verdad no la conoce el hombre
ni responde a su voz cuando la invoca.

¡El amor! ¡El amor! Dulce consuelo,


supremo goce de la humana vida,
única flor que aromatiza el suelo,
felicidad del cielo descendida…

Mas, otra vez, oh corazón, suspiras


y el fuerte muro de tu cárcel bates.
¡Es imposible, corazón!… ¡Deliras!
¡Infeliz corazón, en vano lates!
Numa Pompilio Llona (1832-1907).
Nació en Guayaquil el 5 de marzo de 1.832
fue un poeta y filósofo ecuatoriano.

Gozó de gran fama tanto en Ecuador como en


Perú, donde se radicó un tiempo.

Fue diplomático en España, Italia, Colombia


y Francia, donde llegó a conocer al
mismísimo Víctor Hugo.
Entre sus obras literarias se encuentran diversos temas sobre
los acontecimientos y circunstancias de la vida.
Escribió sobre asuntos religiosos y patrióticos, estéticos y
filosóficos. Buscaba los temas y los lectores.
No hay una composición que no esté dedicada a un personaje
o a una nación,
Los arqueros negros

Tras el hombro el carcaj: un pie adelante;


con el brazo fortísimo membrudo
tendiendo el arco; y, con mirar sañudo,
inclinado el etiópico semblante,

así, en hilera, el batallón gigante


de dolores me acecha torvo y mudo;
y sus saetas clava en mi desnudo
ensangrentado pecho palpitante! ...

¡Mas no de tus flecheros me acobardo


ante el airado ejército sombrío;
sus golpes todos desdeñoso aguardo!...

¡Manda a tu hueste herirme, oh Hado impío,


hasta que lancen su postrero dardo!
Hasta que se halle su carcaj vacío.
En cuanto a la narrativa romántica,
está el escritor ambateño Juan León
Mera (1832-1894), considerado
además un clásico en la literatura
ecuatoriana e hispanohablante.

Su obra maestra, Cumandá, es


también una de las primeras novelas
ecuatorianas y un límpido símbolo
de los ideales del romanticismo.

También escribió el Himno nacional


del Ecuador y un libro de cuentos,
Novelitas ecuatorianas.
Amargura
¿Por qué florece la infernal mentira
y, con el torpe vicio en alianza,
de triunfo en triunfo por el mundo avanza
y su reinado a eternizar aspira?

¿Por qué el humano corazón delira,


y, en tanto juzga que la dicha alcanza,
solo, en verdad, columbra su esperanza
que brilla, lo enloquece, y se retira?

¿Por qué el dolor mortal se encruelece


y el negro tedio, de la vida plaga,
cual nunca en este siglo, medra y crece?

¡Ay! ¡Porque la impiedad desoladora


toda sublime aspiración apaga,
y ya no hay fe, ni se medita ni ora!
En el género del ensayo, Juan Montalvo
(1832-1889), es el mayor representante
ecuatoriano de todos los tiempos.

Sus obras, entre las que cuentan Las


Catilinarias, Siete tratados y la novela
Capítulos que se le olvidaron a Cervantes.
Fue un acérrimo detractor de Gabriel
García Moreno y del dictador Ignacio de
Veintimilla. De hecho, Montalvo mismo
ayudó a sacarlos del poder con sus ensayos,
en los que llamaba al pueblo a levantarse y
a acabar con la dictadura.
A esto se refiere una de sus frases célebres: "Mi pluma lo mató.",
en relación a García Moreno, y a Ignacio de Veintimilla apodó
como "Ignacio de la Cuchilla".
POEMA A LA MADRE

Genio benéfico, ángel de la guarda,


ambiente puro y saludable, la
madre rodea al hijo, le ve, le cuida,
le defiende por todas partes:
delegado de Dios,
la madre penetra lo futuro;
inspirada y santa pitonisa, adivina
los males que han de sobrevenir a
su descendiente: esa inquietud, esa
palidez,
esa amable pertinencia con que nos
favorece cada día, todo es amor.
Su corazón es una fuente
pura: bebamos en él para
crecer sanos y virtuosos: su
alma es un divino espejo;
mirémonos en él para corregir
nuestras deformidades.
Si nos dejásemos alumbrar
por ella, ¡cuán claros
resplandeceríamos!
Si nos dejásemos inspirar por
ella, ¡cuán prudentes
juzgaríamos!
Si nos dejásemos guiar por
ella, ¡cuán rectos
caminaríamos!
No hay madre que no sea un sabio,
cuando se trata de la felicidad de su hijo;
no hay madre que no sea poderosa,
cuando su hijo necesita de su protección:
cada cual en su esfera, todas son eficaces,
desde la pobre desvalida que en una
puerta de calle tiene a su parvulito en los
brazos, hasta la señora coronada que anda
mostrando a los pueblos el heredero del
trono, todas viven y obran para su hijo; la
una mira con sus ojos de hambre al
transeúnte compasivo, que le echa un
sueldo en el regazo; ya tiene pan para su
hijo; la otra se pasea pomposamente en el
imperio, derramando grandiosas
caridades; ya tiene simpatías para su hijo.
La madre, la madre para el hijo; ni el peligro la
intimida, ni el sacrificio es superior a sus fuerzas, ni
su ruina la contiene, si va a salvarle y hacerle un
nuevo bien....

Es tan grande el
amor de una
madre que hasta
Dios se hizo
humano para
poder tener una.
Gracias
por
vuestra
atenció
n

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