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El divorcio es una cosa odiada por Dios y denunciada por Jesucristo, la Iglesia no puede
transigir en el momento de reconocer y proclamar que el divorcio es siempre una desgracia y
una manifestación del pecado en el mundo.
¿QUÉ DICE LA Orientación bíblica
equilibrada
BIBLIA? las santas
demandas
las tristes
realidades
divinas humanas
La única respuesta válida a la cuestión del divorcio —al igual que la que demos a cualquier otra
problemática— debemos buscarla en la Palabra de Dios. Mas, no siempre es fácil recorrer el
camino de la interpretación bíblica, especialmente cuando los datos de la Escritura —muchas
veces en forma de principios básicos— deben aplicarse a situaciones concretas y diversas.
Pero hay más: el mandato de este texto descansa sobre una afirmación divina:
«serán los dos una sola carne». Se manda al hombre no separar lo que Dios ha unido
1 Reflejado en el mandato y la afirmación
de Dios
Principio
Nos lleva a ser idealistas
de unión El problema estriba en saber discernir, en
determinados casos concretos, hasta
Dos principios dónde debe operar el realismo y hasta
2 dónde el idealismo.
La promesa abre posibilidades infinitas a un amor que quiere ser indestructible y la exigencia reclama todo el esfuerzo de
los esposos para alcanzar la promesa. A cuantos creemos en Jesucristo, su promesa y su exigencia son fuentes inagotables
de gracia.
La interpretación seria de este pasaje muestra que la Ley mosaica recogía una práctica que se
había impuesto de hecho por la fuerza de la tradición y que Dios toleraba. Porque, hay que
repetirlo, Deuteronomio 24 tolera —no ordena— el divorcio.
El Señor explica: «Yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera»
(Mt. 19:9). En Mateo 5:31–32 dentro del contexto del Sermón de la Montaña, Jesús repite la misma
enseñanza. La lección del Señor en todos estos textos es idéntica: sólo existe un motivo legítimo
de divorcio a los ojos de Dios, el adulterio.
Según Mateo 19:9 hay más todavía: parece justificado afirmar que
cuando un cónyuge repudia al otro por adulterio, este repudio
expresa la disolución —la quiebra— del lazo matrimonial y, por
con‐ siguiente, el hombre (o la mujer) queda libre para volver a
casarse, sin caer en la responsabilidad de un nuevo adulterio.
El divorcio disuelve el matrimonio.
EL DIVORCIO EN EL NT
La enseñanza del Apóstol Pablo
La consulta de los corintios tenía que ver con tres casos específicos:
1
creyentes para no tener que llegar a la ruptura total.
Sin embargo, con su realismo característico, la Biblia reconoce que, a veces, el
matrimonio puede resultar difícil, intolerable y angustioso incluso entre cristianos.
En estos casos, la idea es que se separen y se queden sin volver a casarse (v. 11).
La separación deja la puerta abierta a una posible reconciliación futura.
En el segundo caso, el creyente debe permanecer fielmente al lado del
2
cónyuge no cristiano que consiente en vivir con aquél (v. 12). La parte creyente
en este caso está llamada a dar un testimonio vivo, amoroso y eficaz a la no
creyente (vv. 13–14). La ruptura no tiene que venir jamás de la parte cristiana.
Sírvanos de ejemplo lo que experimentó en su propia carne el profeta Oseas (2:14– 16 y 19–20), hombre
engañado por su compañera, a la que, sin embargo, amaba entrañablemente y fielmente, y a la
que consiguió rescatar de la desgracia del adulterio y de las más abominables esclavitudes de su
tiempo, siendo capaz de celebrar algo así como un renovado casamiento que reconstruyó lo
que el pecado había destruido.
Dios no puede ordenar o bendecir el divorcio.
La indisolubilidad es una muestra
del amor de Dios el Creador
El divorcio es siempre consecuencia del
hacia sus criaturas, para que
pecado que divide y corrompe.
éstas se realicen plenamente y
La indisolubilidad es la buena voluntad de Dios
sean felices.
para el matrimonio.
Los hijos no son, en manera alguna, «un residuo» del matrimonio, cuyo destino pueda
determinarse por un acto administrativo que estime suficientes unas causas para la disolución,
sino la natural continuidad de la sustancia biológica, social, psicológica y moral del
matrimonio.