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La fecundación

El óvulo posee una membrana celular exterior que lo protege y que puede ser
atravesada por más de un espermatozoide a la vez. Pero, al interior del plasma
celular del óvulo penetra el espermatozoide dominante tal como se ve en la
última imagen.

En ese momento, ocurre algo extraordinario en el lapso de unos minutos, la


composición química de la pared del óvulo cambia, cerrando el paso a todos los
otros espermatozoides. La razón es obvia: más de una serie de cromosomas sería
un desastre para el óvulo.

Al principio el núcleo del óvulo y el del espermatozoide se encuentran alejados el


uno del otro, pero poco a poco se aproximan y acaban por fundirse. Entonces se
disuelven las paredes nucleares, y todo el material genético queda en el plasma
celular del óvulo.
La primera división celular

Unas 12 horas después de la fusión de los cromosomas, se produce


la primera división celular. El óvulo tiene ahora dos células, cada una
de las cuales contienen genes de la madre y del padre. Se va
moviendo lentamente hacia el útero, impelido hacia delante por
millones de cilios de la trompa de Falopio. Cada 12 o 15 horas, las
células se dividen de nuevo.
Continúa la división celular

Las células que se multiplican rápidamente, permanecen en el


interior de una membrana gelatinosa del óvulo original. Cuando
llega al útero, la mórula desarrolla un centro hueco lleno de líquido
y recibe el nombre de blastocito. Este racimo creciente de células
flota durante 2 o 3 días en el nutriente líquido uterino. Luego pierde
su membrana exterior y se prepara para el contacto directo con el
útero. En ese momento ya se ha dividido en unas 150 células que
se diferencian y separan en dos partes: las internas que formarán al
bebé y las células externas que formarán la placenta y el saco
amniótico.
Desarrollo Prenatal
Desde la concepción
hasta el nacimiento
Óvulo + Espermatozoide = CIGOTO
a. Periodo germinal (0-2 semana)
b. Periodo embrionario (3-8 semana)
c. Periodo fetal (9- 38/40 semana)
ALGUNAS NOCIONES MUY BÁSICAS
• Genotipo: composición genética del individuo

• Fenotipo: expresión del genotipo en características observables


(su apariencia, su conducta, cognición). Depende tanto del genotipo
como de todas las influencias ambientales que lo afectan desde su
concepción.

Todos los rasgos (físicos / mentales) dependen de la interacción genes/entorno


desde el color de piel, la talla, hasta
la inteligencia, sociabilidad…
Aunque descifráramos el genotipo de un embrión sería imposible
predecir cuál será su fenotipo (apariencia exacta, conducta futura)
Y aunque conociéramos en detalle el entorno en que vivirá ese
embrión-feto-niño... no podríamos predecir su desarrollo particular.
Sobre la relación genes-entorno
Un ejemplo de la interacción de factores
La aceleración secular del crecimiento: fenómeno observado a lo largo
de un siglo (mediados del XIX a mediados del XX) por el que se produjo un
incremento en la talla media de los individuos europeos y una aceleración del
ritmo de maduración.
Datos en americanos/as blancos y en escandinavos: 1870 y 1955.
Estatura media varones (16-17 años) en 1870: 1,66m; en 1955: 1,72m
Menarquía: en 1870: 16 años; en 1955: 13,5 años
¿Por qué?
mejoras en la nutrición de las madres gestantes y de los
propios niños, mayores aportes calóricos y proteicos desde los
primeros meses de vida; asistencia sanitaria, condiciones de vida
No parece cierto que el clima afecte. En periodos de crisis (II Guerra
Mundial) no se aceleraron las cuotas de desarrollo. Se retrasó la
menarquía.
Un poco de historia…
1677 (Anton van Leuwenhoek, holandés)
Primera observación del esperma humano
(microscopio)
Se creía que había un humano en miniatura
(homúnculo)
en el espermatozoide
en el óvulo
b. Periodo embrionario (3-8 semana)
Ritmo de crecimiento 2.000.000/100
El disco embrionario (interior del blastocito) se
diferencia en:
- Endodermo (interna):
- Aparato digestivo y respiratorio
- Mesodermo (intermedia):
- Músculos y huesos
- Sistema circulatorio, excretor y reproductor
- Ectodermo (externa):
- Piel
- Órganos de los sentidos
- Sistema nervioso
El exterior del blastocito también se diferencia:
- Saco anmniótico
- Placenta
- Cordón umbilical
b. Periodo embrionario (3-8 semana)

MORFOLOGÍA-FISIOLOGÍA
ASPECTO
ACTIVIDAD
Formación de estructuras y órganos corporales
Ectodermo-endodermo-mesodermo
Desarrollo SN
Comienza bombeo de sangre
Formación de ojos, oídos, nariz y cuello
5º semana: protuberancia y brotes (cabeza y
brazos/piernas)
Órganos básicos (excepto sexuales)
Pesa: 5 gr / Mide: 5 cm
Comienza sentido del tacto (boca y pie)
Al final: sacudidas en cuerpo
enfoques

Conceptos básicos sobre el enfoque


de riesgo
Todos entendemos el sentido de la palabra “riesgo” utilizada comúnmente según el significado que
aparece en los diccionarios: contingencia o proximidad de
un daño o peligro. En el campo de la salud se ha utilizado muchas veces como sinónimo de daño y ello
puede crear confusiones que perjudican la aplicación del
concepto en estudios o investigaciones. En
el contexto de estos estudios, se utilizan
las siguientes definiciones: un factor de
nksgo es toda característica de una persona o grupo que está asociado a una probabilidad mayor de
aparición de un proceso patológico o de evolución especialmente desfavorable de este proceso;
rz’esgo es la probabilidad que tiene un individuo o grupo de sufrir un daño, y daño es el resultado,
afección o situación no deseada en función del cual se mide el riesgo. Siempre que hablamos de
riesgo, en este contexto, significamos riesgo de padecer tal o cual daño (resultado no deseado). Una
embarazada de 15 años, presenta un factor de riesgo (edad menor de 18 años) que aumenta su
probabilidad (riesgo) de tener un niño prematuro (daño o resultado no deseado). Un punto esencial en
el desarrollo de investigaciones sobre enfoque de riesgo es la correcta selección de los resultados no
deseados o danos, en función de los cuales
se hará la cuantificación del peso de los factores. Deben escogerse daños que
sean apropiados para aplicar este método y entre las características que se
recomiendan están: que se tenga un cierto grado de conocimiento de la
cadena etiológica de los daños, que la incidencia o prevalencia de los daños
sea suficientemente alta, que existan posibilidades de intervenir positivamente
en la evolución del proceso o historia natural de la enfermedad. Los factores de
riesgo son en realidad características que presentan una relación significativa
con un determinado resultado no deseado; importa por ello precisar el
resultado final o daño que sirve para identificar cada factor o grupo de factores
de riesgo. Las características de las madres cuyos lactantes tienen más
probabilidades de morir por hipoxia en el curso del parto pueden ser, por
ejemplo, muy distintas de las que presentan las madres cuyos hijos lactantes
mueren habitualmente de gastroenteritis. Por lo tanto, los factores de riesgo
pueden ser específicos de un determinado daño, como el aborto provocado
que conduce a la abertura excesiva del cuello uterino. Es más frecuente que un
factor de riesgo aumente las posibilidades de aparición de varios resultados
finales. Puede citarse como ejemplo la multiparidad elevada que lleva consigo
un riesgo aumentado de complicaciones graves del embarazo y el parto, así
como de la presentación transversa, de hemorragias y de partos prematuros y
acelerados. Se denomina indicadores de riesgo a aquellos factores que,
utilizados en forma individual o conjunta, sirven para predecir la aparición de
determinado daño. Se aconseja que estos indicadores tengan las siguientes
características: que sean variables medibles en una escala continua; que sean
Un conjunto de indicadores que combinados
permiten clasificar individuos o grupos según
categorías de riesgo, constituye un modelo
predictivo. Dicho modelo debería tener las
siguientes características: ser representativo de la
realidad; que pueda llevar a una solución o alivio
del daño; que sea modificable según evaluación;
que sea practicable, es decir al alcance de los
efectores de salud y sin costo exagerado, y que
tenga también índices aceptables de sensibilidad,
especificidad y predictibilidad. Otro elemento a
definir es la unidad de observación, o sea el sujeto o
grupo al que aplicamos los indicadores para
clasificarlo según categorías de riesgo. En algunos
casos esa unidad será el individuo (adulto a riesgo
de padecer una enfermedad cardiovascular); en
otros será el binomio madre-feto (medición de riesgo
obstetricoperinatal en una embarazada); en otros
puede ser la familia (aplicación de indicadores
sociodemográficos para identificar familias con
riesgo de producir niños desnutridos).
Relaciones entre
factores de
riesgo y daño
Existen diferentes grados de vinculación entre los factores y el resultado no deseado que se
propone en cada circunstancia. Por lo tanto, se podrían establecer tres tipos de relaciones:
Relación causal, esto es desencadenante del proceso patológico. En este sentido puede citarse
la malnutrición materna y la insuficiencia ponderal del recién nacido, la placenta previa y la
defunción fetal por anoxia, la rubéola durante el primer trimestre del embarazo y las
malformaciones congénitas, Relación favorecedora, como el paludismo crónico que ocasiona
la anemia del embarazo y sus complicaciones, y la multiparidad elevada que facilita la
presenta- ción transversa y el prolapso del cordón. En este grupo hay habitualmente una neta
conexión entre el factor de riesgo y la consiguiente evolución, aunque el factor no sea la causa
directa. Relación de predicción o asociativa en sentido estadístico. En este grupo, las
características que integran el factor de riesgo, están relacionadas con causas subyacentes no
identificadas o aún no aclaradas. Una mujer que ha perdido ya un feto, tiene mayor riesgo de
perder el siguiente. La simple expresión de falta de intención de amamantar al hijo, manifestada
durante el embarazo, significa mayor riesgo de morbimortalidad para ese niño en el primer año
de vida. Un ejemplo frecuente en América Latina es la asociación de pobreza y gastroenteritis
infantil, en la que el complejo social de pobreza incluye hacinamiento, falta de agua potable,
mala nutrición, infecciones reiteradas y escaso acceso a la atención de salud. Sin necesidad de
esclarecer estrictamente las vías de la causalidad, es evidente que la pobreza de la familia es
un factor de riesgo de gastroenteritis en el niño. Sucesivamente cada uno de estos indicadores
puede considerarse como un factor de riesgo y a la vez como un daño o resultado no deseado.
La cadena podría representarse así: Pobreza Hacinamiento Bajo peso Gastroenteritis
Analfabetismo Deshidratación materno Muerte infantil
dentz$icación de individuos y grupos
a riesgo
Siguiendo la línea de pensamiento anterior, de la misma manera que para gastroenteritis,
se puede seguir el proceso de la historia natural de otros daños, identificando sus
precursores y predictores y pudiendo señalar una cadena de relaciones en cada caso. En
realidad la identificación de indicadores de riesgo comenzó con la observación de que
ciertas características estaban relacionadas con determinados resultados desfavorables. Es
probable que varios factores de riesgo que han sido identificados hasta ahora en un
número reducido de países tengan importancia universal. Sin embargo, las observaciones
en las que están basados los conocimientos actuales no se pueden extrapolar a todas las
situaciones en todos los países sin disponer de información adicional. Nada puede
reemplazar a los estudios epidemiológicos de la población examinada, y esta es una etapa
que debería cumplirse en todos los intentos de aplicación del enfoque de riesgo. Es lógico y
justo destinar los limitados recursos disponibles a quienes más lo necesitan, pero el problema
consiste en identificar a los sujetos más expuestos. El método puede aplicarse en niveles
que difieren según los individuos o los grupos. Las decisiones relativas a cómo, cuándo y
dónde hay que intervenir dependen de la importancia de diversos factores en
determinadas circunstancias, de las cadenas de causa a efecto y de los recursos
disponibles para la intervención. Se necesitan más esfuerzos para identificar a individuos
expuestos que a grupos, pues en el primer caso hay que entrar en contacto con cada
miembro de la población. En consecuencia, se han preparado métodos de identificación
de los grupos e individuos expuestos. Algunos de los grupos expuestos a una elevada
mortalidad perinatal se caracterizan, por ejemplo, por las malas condiciones de la vivienda,
el hacinamiento y la residencia en determinados barrios de las ciudades. En particular en
las zonas urbanas y periurbanas se pueden obtener datos sobre el hacinamiento, la
vivienda, el abastecimiento de agua y la higiene del medio por zonas geográficas, lo que
por una parte, la definición del daño o resultado no deseado y, por otra, algunas
características de los individuos o grupos a riesgo que se pueden utilizar como
indicadores o predictores. Esta selección de indicadores debe ser cuidadosa
porque de ellos dependerá en qué grupos o individuos se concentrarán las
acciones de salud y a cuáles se les dará menor atención. Surge aquí otro concepto
esencial que debe considerarse en estos estudios: el umbral de frecuencia o el
grado de asociación con el daño que transforma una característica en un
indicador de riesgo. Se hace necesario entonces la ponderación de los factores de
riesgo. Uno de los métodos que permite ponderar un factor de riesgo consiste en
calcular los índices de morbilidad o mortalidad en el conjunto de la población y en
compararlos con los mismos índices en individuos que presentan el factor en
cuestión. Así, en la encuesta británica (Inglaterra, Escocia y Gales) sobre la
mortalidad perinatal, efectuada en 1958, el índice de mortalidad perinatal en niños
nacidos de madres que habían tenido de seis a ocho hijos fue 1,7 veces superior al
promedio. Si se tomaba 100 como promedio para el conjunto de la población, se
observaba que en el quinto hijo 0 en los hijos ulteriores la mortalidad perinatal era
de 154; cuando la madre pertenecía a la clase más pobre, el índice ascendía a
198, es decir casi el doble del valor normal. En este caso, dos factores de riesgo-una
paridad elevada y un nivel socioeconómico bajo-se asociaban para dar un riesgo
superior. En ei estudio sobre la mortalidad perinatal efectuado en Jerusalén, en
1974, el índice combinado de mortinatalidad y mortalidad neonatal fue de 21,9 por
1 000, pero aumentó en más del doble, llegando a 52,2 cuando la madre tenía 40
años o más. Si anteriormente la madre había dado a luz a un niño muerto, la
mia durante el embarazo. Un estudio más preciso efectuado en Praga, Checoslovaquia,
en 1975, estableció una diferenciación entre los niños prematuros y los “pequeños para la
edad gestacional” dentro de los recién nacidos con insuficiencia ponderal. Algunos
factores maternos, como la toxemia del embarazo, las enfermedades renales o una
esterilidad anterior, eran factores de riesgo para los dos grupos, aunque de diferente
importancia. La juventud de la madre intervenía sólo en la prematuridad, mientras que la
pequeña estatura aumentaba las posibilidades de tener un niño “pequeño para la edad
gestacional”. Para fines prácticos resulta a menudo factible la preparación de un
programa de intervención basado en datos limitados pero significativos. Si se necesitan
datos más precisos, no hay otra solución que estudiar detalladamente los distintos daños y
los factores asociados en toda la población 0 por lo menos en una muestra
representativa. En las distintas aplicaciones y estudios que se han hecho en las Américas
se pueden señalar dos caminos: l los que han seguido estrictamente todas las etapas que
se señalarán más adelante, empezando por el estudio epidemiológico a nivel local a fin
de identificar los factores de riesgo y siguiendo luego los pasos metodológicos
estrictamente, como en la investigación cubana (Investigación sobre Estudios de los
Factores de Riesgo Obstétrico en las Gestantes Cubanas, 1980) y la que está aplicando el
Centro Latinoamericano de Perinatología (CLAP), en Cerro Largo, y l los que se inician con
la construcción de un modelo predictivo en el cual los indicadores de riesgo se escogen
sobre la base de otras experiencias y su ponderación inicial se establece por estimación.
En este caso se deben tomar recaudos para una evaluación periódica del valor
predictivo
teorias
modelos
Cambios psicológicos en el embarazo
Las emociones y sentimientos que puede
experimentar una mujer en el embarazo pueden ser
de lo más diversos, por ejemplo: miedo,
ambivalencia, soledad, preocupación, tristeza,
vulnerabilidad, cansancio, plenitud, ilusión, felicidad,
fortaleza, impaciencia, sensibilidad…

Lo que está ocurriendo es que no solo el bebé se


está gestando, sino también una nueva identidad
en la mujer, que pronto se convertirá en madre y ya
no volverá ser la misma persona. Esto es lo que el
reconocido psicólogo Daniel Stern describió en su
precioso libro “el nacimiento de una madre”.
El primer trimestre: entre el temor y el deseo
El primer trimestre del embarazo es ciertamente
contradictorio ya que en el cuerpo aparecen pocos
cambios y sin embargo internamente se remueven
muchas cosas. El cuerpo, aunque todavía no se
note, se va adaptando al nuevo estado y se va
trasformando; y la mente también tiene que ir
madurando la idea de lo que supone el mayor
cambio en la vida de una mujer: convertirse en
madre.

Los síntomas físicos más frecuentes en el primer


trimestre del embarazo son el cansancio
generalizado o somnolencia y las nauseas o vómitos.
Aunque también puede ser que no notes nada. Otra
de las cosas que puede ocurrir en estos primeros
meses y que suele durar todo el embarazo es que la
mujer esté como despistada, atolondrada,
atontada, ausente, en su mundo.

Además con frecuencia es el trimestre de más


ambivalencia, esto quiere decir que ante un mismo
un mismo hecho se tienen sentimientos
contradictorios. Y es que ante la noticia de un
El segundo trimestre: el trimestre de la felicidad
El segundo trimestre suele dar paso a una sensación
de bienestar, de energía y calma generalizada. Ya
está superada la barrera psicológica de las 12
semanas y cada día se está mas segura de que el
embarazo saldrá adelante, lo que nos permite estar
contentas e ilusionadas.

El embrión ha ido creciendo y la tripa ya se nota de


manera considerable. Algunas mujeres viven los
cambios corporales de una manera muy
traumática, detestan engordar y les gustaría estar
embarazadas sin que se notase. Están muy
preocupadas por recuperar la figura previa al
embarazo nada más dar a luz.

En esta etapa te sientes feliz e ilusionada, pero te


mueres de miedo de que algo vaya mal. Los
distintos controles médicos nos tranquilizan por un
lado pero por otro pueden suponer momentos de
angustia ante una posible mala noticia.
El tercer trimestre: la dulce espera
Internamente y después de todo lo que has ido
viviendo a lo largo de estos meses, lo más probable
es que te sientas diferente. Seguramente estás más
cerca de sentirte una madre y lo que esto conlleva.

En lo que respecta al aspecto externo, tu cuerpo ha


cambiado mucho en poco tiempo. Para algunas
mujeres este es un estado de mucha plenitud y
vitalidad. Otras, en cambio, están cansadas y
molestas.

El miedo al parto es una de las cuestiones que más


preocupa a las madres y más si son primerizas, es
algo desconocido y es normal que despierte ciertos
temores de que algo pueda ir mal. También está la
preocupación de cómo será nuestro hijo, si nos
gustará o no; cómo cambiará nuestra vida; si
seremos buenas madres… Además iremos
preparando la ropa, cuna, habitación y demás
cositas que necesitará el niño. Como veis seguimos
con la ambivalencia, ilusión y miedos, alegría e
inquietud…
En definitiva, el embarazo es un proceso complejo,
de profundos cambios físicos y emocionales, que
puede atravesarse de una manera tranquila y
pausada o producir, por el contrario, estados de
mucha incertidumbre y angustia. Debemos estar
atentos a si el malestar es demasiado intenso y no
nos permite disfrutar de esta etapa. Ya sabéis que la
maternidad remueve mucho y hay profesionales
especializados en ayudar en estos momentos. Si este
último es vuestro caso y sentís que no podéis
manejarlo solas, lo mejor será pedir ayuda. Si no es
así ¡feliz embarazo!
https://nataliavalverdepsicologia.com/cambios-
psicologicos-en-el-embarazo/

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