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Segunda parte.
Milagros Eucarísticos vistos en
diferentes partes en donde se
muestra el Cuerpo y Sangre de
Jesucristo
Leedlos con cuidado para que
acrecentéis vuestra devoción a la
Santa Eucaristía
Francisco Martinez A.
Mayo 2008
Sangre humana real viniendo de la verdadera
presencia de Nuestro Señor Jesucristo en la Sagrada
Eucaristía.
Han habido muchos Milagros Eucarísticos a través de
los siglos, comenzando en los años 700's y
continuando hasta hoy día. Yo tuve la bendición de
haber
visto uno en Abril 1996. Era una hostia grande y dos
pequeñas en un ciborium.
Estaban expidiendo un aceite que fue analizado y se
encontró que era puro aceite de oliva de una especie
de oliva que no se encuentra en la tierra.
Yo actualmente fui testigo de una creación en cierta
manera, algo hecho de
la nada. Nunca lo olvidaré.
El milagro:
El primer milagro:
Entre los años 1225 y 1247, vivía una mujer en
Santarem, que era muy infeliz pues estaba
convencida de que su esposo le era infiel.
Utilizó toda la astucia de la que ella era capaz
para atraer a su esposo, pero no tuvo ningún
resultado. Desesperada ante su situación,
visitó a una hechicera del pueblo, la cual le
prometió que su esposo volvería a amarla
como antes con la condición de que le llevara
como paga una Hostia Consagrada. Esto
atemorizó grandemente a la mujer, pues sabía
que aquello sería un gran sacrilegio, pero
finalmente accedió. Al recibir la Comunión en
su iglesia parroquial de San Esteban, no la
consumió sino que salió de la iglesia
inmediatamente, se sacó la Hostia de la boca
y la puso en un nudo de su pañuelo de cabeza.
Por el camino a la casa de la
hechicera, la Sagrada Hostia
comenzó a sangrar. La mujer no se
dio cuenta de lo que ocurría hasta
que se lo comunicaron otros
transeúntes, pensando que era ella
la que sangraba. El pánico
estremeció el corazón de la mujer.
Se fue a su casa y puso la Hostia,
envuelta aun en el pañuelo, en el
fondo de un baúl de cedro donde
guardaba sus pertenencias. Allí se
quedó, con gran temor, todo el día
hasta que anocheció.
Cuando su esposo llegó a la casa esa
noche, se fueron a dormir. La culpa
de su pecado la atormentaba, y
también la duda de saber si la
Hostia continuaba sangrando.
En la plena oscuridad de aquella
habitación, aconteció un gran
milagro. Salieron del baúl
brillantes rayos, haciendo que la
pareja se despertase. Vieron
entonces una espectacular
visión de ángeles adorando la
Hostia sangrante. La mujer no
pudo más y confesó el gran
pecado a su esposo. Los dos se
arrepintieron y pasaron el resto
de la noche arrodillados en
adoración y reparación ante la
Hostia Milagrosa.
Por la mañana informaron al
sacerdote de la parroquia, el
cual fue a la casa y escuchó la
historia relatada por la mujer. El
sacerdote devolvió la Hostia a la
iglesia de San Esteban en
solemne procesión,
acompañado por muchos del
clero y laicos. La Hostia continuó
sangrando por tres días.
Finalmente se decidió ponerla
(aún sangrando) en un relicario
de cera de abeja. Allí
permaneció la Sagrada Hostia
por mucho tiempo hasta que
ocurrió un segundo milagro.
Segundo Milagro:
El sacerdote encerró la Sagrada Hostia
en un envase de cera y lo colocó en el
tabernáculo. Fue entonces que ocurrió
otro milagro. Cuando el sacerdote
abrió la puerta del tabernáculo, el
envase de cera se había roto en
muchos pedazos. En su lugar había un
envase de cristal que contenía la
sangre de la Hostia mezclada con la
cera. Esta se puede aun contemplar
junto al relicario mayor que es del
1782. En la actualidad la Sagrada
Hostia se mantiene en un trono
Eucarístico del siglo XVIII, sobre el altar
mayor. La Iglesia de San Esteban es
también conocida como el Santuario
del Santo Milagro.
Los milagros continúan:
A través de los siglos, la
Hostia ha emitido
nuevamente sangre y en ella
se han visto aparecer varias
imágenes de Nuestro Señor
Jesucristo. Entre los testigos
está San Francisco Javier, el
apóstol de las Indias, quien
visitó el santuario antes de
irse en misión y un
arzobispo de Lisboa quien
llegó hasta romper el cuello
de la ampolla de cristal en
su afán de detener el flujo
de Sangre.
Desde que ocurrió el milagro hasta
la actualidad, todos los años, en el
Segundo Domingo de abril, El
Milagro Eucarístico sale en
procesión desde la casa de los
esposos donde ocurrió el milagro,
en la Vía delle Stuoie, hasta la Iglesia
del Milagro. La casa ha sido capilla
desde 1684.
Se han comisionado estudios e
investigaciones canónicas, las más
destacadas las de 1340 y 1612, las
cuales probaron, sin lugar a dudas,
la autenticidad y antigüedad del
Milagro Eucarístico. El Milagro
Eucarístico de Santarem, es
considerado el más importante
después del de Lanciano.
El Milagro Eucarístico de Santarém
solo dejó la ciudad una vez,
cuando las tropas de Napoleón
invadieron Portugal en 1810. Por
temor a que el Milagro fuese
profanado en manos de los
franceses, se lo llevaron y terminó
en Lisboa, en la Iglesia de
Pacao. Más tarde, al no ser
devuelto el Milagro a Santarém,
los ciudadanos de esa ciudad
hicieron una protesta en masa. El
Milagro Eucarístico fue regresado a
Santarém en gran secreto, para
evitar que la resistencia de los
capitalinos, a quienes no se avisó
del traslado hasta el 2 de
diciembre de 1811.
El santuario fue restaurado por D.
Antonio Francisco Marques, obispo
de Santarem y abrió sus puertas
solemnemente el 7 de marzo de
1996. Hoy cuenta con un pequeño
museo tras el altar mayor. El Milagro
de Santarem es expuesto cuando los
peregrinos lo piden con anticipación.
Entonces lo pueden contemplar muy
de cerca. La Sangre sigue en estado
líquido, 750 años después de que
ocurrió el milagro. La antigua
Hermandad Real del Sacratísimo
Milagro aún existe.
Papas que han concedido
Indulgencias Plenarias al Milagro
Eucarístico de Santarem:
Papa Pío IV: (1559- 1565),
que concedió Indulgencias a
los peregrinos que visiten la
Iglesia; Papa San Pío V y
Papa Pío VI, que confirmaron
los privilegios a los
peregrinos que visitan la
Iglesia; Papa Gregorio XIV
(1590-1591), que concedió
Indulgencias Plenarias a
todos los miembros de la
hermandad del Santo
Milagro en su día de entrada
a la hermandad y en el día
de su muerte.
Santos que están, de alguna manera,
vinculados con Santarem y el Santo
Milagro:
Santa Irene: Santa Irene, patrona de la
ciudad, fue su ciudad natal. Es una
mártir del año 653. En la Iglesia de
Santa Irene se encuentra el Crucifijo
Milagroso de Monteiraz. Los
documentos cuentan que el Cuerpo de
Nuestro Señor tomó vida (como el
Cristo de Limpias) se desprendió y
abrazó a una niña pastorcita en la época
del Milagro Eucarístico. El Crucifijo que
es del siglo XII, todavía se puede
venerar hoy. Pertenecía a una
comunidad de 12 Monjes Benedictinos
(Abadía de los 12 apóstoles).
San Esteban: Protomártir, patrón de la
Iglesia del Santo Milagro.
Santa Leonor Alfonso: Hija del Rey D.
Alfonso, quién se hizo religiosa de la
Orden de las Clarisas y está enterrada
en el Monasterio de Santarem.
San Francisco Javier: visitó la mayoría
de los santuarios en Portugal. También
visitó la Iglesia del Santo Milagro y dio
testimonio de las gracias que recibió,
las cuales le ayudaron a descubrir su
vocación de misionero, antes de ser
enviado a la India por el Rey de
Portugal. La imagen de San Francisco
Javier se venera en la Iglesia del
Milagro.
Santa Isabel de Portugal: La
Mayoría de lo Reyes de Portugal,
desde aquella época, han
visitado el Milagro Eucarístico.
Pero las más famosas visitas
fueron las dos que hizo la Reina
Santa Isabel (Isabel de Aragón),
en 1295 y en 1322. Su primera
visita ocurrió cuando estaba en
camino hacia Coimbra y
coincidió con la fiesta de Santa
Irene. La segunda visita fue para
pedir, ante el Milagro
Eucarístico, la paz entre su
esposo el Rey Dionisio y su hijo,
el futuro Alfonso VI, que estaban
en guerra.
Pidió que la Hostia Milagrosa
fuese llevada en procesión por
las calles. Ella misma
acompañó la procesión,
despojada de sus insignias
reales, de su corona y joyas.
Se cubrió de cenizas,
caminando descalza, con una
soga alrededor de su cuello.
Este acto penitencial de la
Reina fue muy agradable al
Señor, quien le concedió la
gracia de la paz y
reconciliación entre su esposo
y su hijo.
Milagro eucarístico Douai
Douai. Francia – 1267
Francisco Martínez A.
Mayo 2008